Venganza o felicidad (pasado y futuro)
Mefistófeles
Venganza o felicidad (pasado y futuro)
MEFISTÓFELES
Sabía que dejar retornar a Juan, Sara y Silvia me traería consecuencias. Si la gente piensa que lo hice por la bondad de mi corazón, que se vaya olvidando, soy y siempre seré un demonio con planes de contingencia y esos tres son mi plan de contingencia. Estoy a punto de ser destronado, pero no me importa mientras ella estuviera a salvo. En el pasado tuve que casarme con la hija del jefe de otro clan demoníaco, yo no quería, pero mi padre y el suyo no encontraron otra manera de acabar la guerra por el Purgatorio.
De esta forma los dos clanes gobernaríamos, antes de casarme, mi padre me envió a una última misión. En el purgatorio había un grimorio, dentro de él existía un hechizo que podía despojarnos de nuestro poder y de esta manera ser destruidos. Mi misión fue sacarlo del Purgatorio y esconderlo en la tierra, cuando pise la tierra por primera vez. Me quede maravillado, era cálido, brillante y lleno de vida. Entonces escuché un grito y fui a comprobar que ocurría, en ese entonces era un demonio muy curioso. Vi como dos individuos atacaban a una mujer totalmente aterrada, usando mi velocidad conseguí deshacerme de esos dos en un instante.
Entonces entendí lo débiles que eran los mortales, murieron por lo que yo consideraba una simple caricia. La mujer estaba en el suelo cubriéndose el rostro con los brazos.
• Ya estas a salvo – le dije.
Entonces ella descubrió su rostro y vi el rostro más hermoso que hubiera visto en mi extensa vida. Empecé a sentir algo dentro de mí que no podía entender, todo mi ser me empujaba a proteger a esa mortal. Le tendí la mano y al levantarse, vi como le temblaba el labio. Se echó a llorar debido a la tensión e hice algo que jamás había hecho, la abrace con la intención de consolarla. Desde esa noche se creó una conexión entre los dos, no podía evitar escaparme del Purgatorio cada vez que podía para poder verla. En el clan de mi esposa empezaron a desconfiar de mis reiteradas ausencias, yo mientras tanto me volví cada vez más descuidado.
La única noche que hice el amor con Lisa, fue cundo concebimos a mi hija. Mi mayor pecado y mi mayor felicidad, esa noche llovía. Llegue al piso de Lisa totalmente empapado, ella me dijo que me desnudara y me diera una ducha para entrar en calor. En realidad no lo necesitaba, mi poder demoníaco me protegía de todo. De todas formas lo hice, mientras me duchaba me di cuenta como Lisa me espiaba. Yo me hice el despistado y más cuando se armó de valor y entro en la ducha conmigo, notar sus pechos aplastarse contra mi espalda mientras me abrazaba fue increíble.
Me di la vuelta y la besé, este era un beso de verdad, no como los que daba a la que era mi esposa por obligación. Sabía que lo que estaba haciendo no estaba bien, estaba poniendo a Lisa en un gran peligro. Si el clan de mi esposa se enteraban Lisa ya se podía dar por muerta, yo la protegería, pero ni usando todo mi poder no sería rival para el otro clan más poderoso del purgatorio. Sabía que esto deshonraría a mi padre y este no movería ni un dedo, pero había algo dentro de mí que no podía detenerse. Esa calidez que sentía en mi frió corazón, me decía que no estaba haciendo nada malo. Solo estaba expresando lo que sentía por esa mujer.
Lisa pego un salto y cruzo sus piernas por mi espalda, después se fue introduciendo mi polla dentro de ella. Era la primera vez que sentía semejante placer, lo de mi esposa era una pantomima y dormíamos en habitaciones separadas por un palacio. Tuve que contenerme, si me dejaba llevar corría el peligro de hacer daño a Lisa. Nos miramos a los ojos y vi que de sus ojos empezaban a caer lágrimas, al principio no entendí por qué, pensé que le estaba haciendo daño e hice el ademán de salirme. Entonces Lisa puso su mano en mi mejilla y me dijo.
• Lloro de alegría mi amor.
Pose la espalda de Lisa contra la pared de la ducha con sumo cuidado y seguí penetrándola, los gemidos cada vez fueron más fuertes. Si seguíamos así despertaríamos a toda la ciudad, si tengo que ser sincero me daba igual, como si despertábamos al mismísimo Purgatorio, yo era feliz. No aguantamos mucho más y terminamos corriéndonos los dos a la vez, la llevé en brazos a la cama. Me fui a meter con ella cuando percibí algo, mi padre había mandado a alguien a vigilar mis pasos y había estado a punto de descubrirme. Mire a Lisa y le explique la situación, ella lo entendió. Desde ese día fui vigilado muy estrechamente, sabía perfectamente que no me habían pillado. De haberlo hecho, me habrían obligado a presenciar la ejecución de Lisa.
Con esa férrea vigilancia no pude volver a visitar a Lisa, lo que hacía era aparecerme en sus sueños. En uno de esos sueños me dijo que estaba embarazada, yo me puse muy triste.
• Porque esa cara triste Mefistófeles, ¿no te alegras de ser padre?
• No es eso Lisa, nuestro hijo tendrá parte de mis poderes.
• ¿Y eso es malo? – pregunto Lisa.
• Tú no sobrevivirás al parto, te perderé para siempre.
• Si tengo que morir para dar a luz a mi hijo, moriré muy feliz, promete que la protegerás.
Esa si era una promesa que pensaba cumplir, los meses fueron pasando y maquine un plan para poder escaparme para ver el nacimiento de mi hijo. El parto seria en casa de Lisa, dibuje runas de protección para ocultar el poder del niño cuando naciera. Le dolía, le dolía mucho, pero Lisa me demostró lo fuerte que era y con el último empujón nació una niña, mi hija. Entonces pude notar una presencia a mi espalda, era Drusila mi esposa.
• ¿Por qué ocultármelo Mefistófeles? – pregunto mi esposa Drusila.
• Como decirte que me había enamorado de otra mujer, no quería hacerte daño y que la guerra volviera a empezar por mi culpa.
• Yo te hubiera cubierto, ¿crees que yo he sido una santa? – dijo Drusila.
Estaba preocupado, pero entonces vi como Drusila miraba a la niña, no veía odio o rencor. Tenía la mirada de una madre y supe que Drusila protegería a mi hija.
Tenía a mi preciosa hija en mis manos y era el demonio más feliz del firmamento, a Lisa no le quedaba mucho. Coloque a nuestra hija sobre su pecho para que Lisa pudiera verla, con su último aliento se despidió de su hija pidiéndola perdón por no poder estar con ella y verla crecer, y nos pidió a Drusila y a mí que protegiéramos a su hija con nuestra vida
Por primera vez en mi vida derramé lágrimas, Lisa murió con una sonrisa en su rostro. Era hora de cumplir mi promesa, mi hija necesitaba un nombre y le otorgaría el noventa por ciento de mi poder. Después de entregarle mi poder nada terrenal podría hacerla daño, Drusila y yo nos turnaríamos para cuidar y criar a mi hija, para mí fue un alivio. Con mi poder actual si los clanes se enteraban no podría hacer mucho.
Mi hija sería inmortal, Drusila y yo adiestraríamos a mi hija para que tuviera total control sobre sus poderes, entonces no habría nadie que pudiera hacerla daño. Yo era feliz cuando estaba con mi hija y se me olvidaba que estábamos en la cuerda floja, Drusila no pudo evitar que un vigilante mandado por mi padre que sospechaba algo, lo descubriera todo
Para devolver a la vida a Juan, Sara y Silvia usé, parte del poder que me quedaba. Ya no podía percibir bien a los demonios y no me di cuenta de que mi padre me había puesto vigilancia, le había sido infiel a Drusila y había nacido una criatura de esa infidelidad con mi sangre, eso ponía en peligro el frágil tratado de paz. Lisa es la razón para que reviviera a Juan, Sara y Silvia, ellos tres desprendían la misma pureza que tanto me deslumbro con Lisa. Silvia fue con la que más dudas tuve, pero esas dudas se disiparon cuando se dejó torturar de esa forma tan atroz y aguanto tanto sin decir nada. Ese sacrificio fue suficiente para despertar esa luz, ahora estaban listos para ayudar a mi hija.
Mi hija se llamaba Lena, era el nombre de su abuela materna. Ahora me encontraba escapando del purgatorio, estaba malherido. Drusila me ayudo a escapar, con mi poder actual no era rival para mi padre y de no ser porque está habido a Boudica, no lo habría contado.
Conocía el purgatorio como la palma de mi mano y con la ayuda de Boudica y mi esposa, conseguimos salir y llegar a la puerta de la casa que Juan y Sara compartían. Boudica llamo y al abrir, la sonrisa se le borró a Sara, paso a una expresión de extrema preocupación por ver mi estado. Estaba herido y ahora mis heridas no sanaban como cuando tenía mis poderes, Sara llamo a Juan y entre los dos me llevaron a su dormitorio para que descansara. Me curaron las heridas y me dejaron descansar, mientras me curaban ninguno de las tres tenían buenas caras.
Sabía que las heridas eran mortales, esperaba tener el tiempo suficiente para poder devolver a Lena lo que le correspondía por derecho. Drusila fue a buscar y proteger a Lena, Sara llamo a Silvia, ella no llegaría hasta el día siguiente. Entre las heridas y el cansancio me dormí, no sé cuanto tiempo escaria dormido. Al despertar noté que alguien me cogía de la mano era Lena, estaba llorando. Drusila estaba a su espalda, Sara y Juan estaban sentados al otro lado, entonces Juan pregunto.
• Que ocurre, quien es esta chica y como estás tan malherido.
• Juan, Sara os presento a mi hija Lena.
Los dos se quedaron con la boca abierta y más cuando les conté que Drusila no era su verdadera madre, Lena era medio demonio y medio mortal. Juan y Sara no daban crédito, entonces les dije.
• ¿Tanto os sorprende?
• Pues hombre, eres bastante taciturno y muy distante – dijo Juan.
• Me alegro de saber que incluso los demonios pueden amar – dijo Sara.
Mi mirada de reproche, hizo sonreír a Juan. Todos decidieron dejarme descansar y salieron al pasillo, me costó dormirme y pude escuchar la conversación.
• Tuvo que ser duro enterarte de la infidelidad – dijo Sara.
• No, Mefistófeles y yo no nos queríamos, no de esa manera, entre los dos fue creciendo más un cariño como de hermanos.
• Saber que tenía una hija tuvo que ser un shock – dijo Juan.
• Lo que realmente me molesto fue que no confiara en mí, por lo demás estoy contenta, yo no puedo tener hijos. Mi padre se encargó de ello y tener la oportunidad de ver crecer y criar a Lena es una cosa que le agradeceré eternamente.
Silvia llegó puntual como un clavo al aeropuerto, cogió el avión y se presentó en casa de Juan y Sara. Pude ver tristeza en su mirada, al ver mi estado. Flipo, cuando se enteró de lo de Lena y que Drusila era mi esposa, una vez que ya estaba al tanto les hice pasar.
Todos escucharon atentamente, Al casarnos Drusila y yo. La intención de nuestros padres era gobernar el purgatorio desde la sombra, por esa razón operaron a Drusila quitándole la oportunidad de ser madre. Si hubiéramos tenido descendencia, este podría haber exigido la corona, pues sería el principal heredero. Cuando nuestros padres se enteraron de la existencia de Lena me exigieron su cabeza, la otra exigencia fue que yo debía matarla. Me negué, entonces los dos me atacaron. De no estar Drusila presente abrían acabado conmigo.
• ¿Cómo es posible que tu padre intentara acabar contigo? – pregunto Juan.
• No es tan extraño cariño, recuerdas que el mío me vendió – dijo Sara.
• Son demonios, yo antes era igual que ellos, conocer a Lisa me cambio – dije.
Mi padre y el de Drusila mandarían a sus mejores asesinos al principio, pero si eso no daba resultado. Sus ejércitos hablarían por ellos, Silvia pregunto que es lo que ellos podían hacer. Yo le dije que para eso fueron adiestrados, cuando renacieron dejaron de ser humanos corrientes. El Purgatorio es un lugar mucho más hostil que la tierra y su presión era cien veces superior, con eso lo que quería que entendieran era que ahora eran más fuertes, más rápidos y mucho más resistentes, pero lo más importante era que ellos eran luz en la mayor oscuridad y que Lena necesitaría esa luz llegado el momento.
• Necesitaremos ayuda – dijo Drusila.
• Boudica ya está aquí – dijo Sara.
• Yo podría hablar con Hipólita y Antílope, ellas me adiestraron y me hicieron su hermana – dijo Silvia.
• Yo hice mucha amistad con Nikola tesla y con el rey Leónidas – dijo Juan.
• Nikola tesla no es un guerrero – dijo Silvia.
• No, pero es un genio, buena idea Juan – dije.
Drusila y Lena y Sara se quedaron conmigo, Juan y Silvia se fueron con Boudica para pedir ayuda a Nikola tesla, Leónidas, Hipólita y Antílope. Yo aproveché todo lo que pude para estar con mi hija, mi final estaba cerca. Su madre sacrificó su vida para traerla al mundo y yo lo haría para que pudiera defenderse, tenía todas mis esperanzas puestas en mis tres retornados, Sara y Silvia dos guerreras feroces, con una inteligencia sobresaliente. Juan una de las personas más inteligentes que había conocido en mi extensa vida, no me extrañaba que hubiera hecho buenas migas con Tesla. Los dos estaban cortados por el mismo patrón, pero a diferencia de Tesla Juan era un guerrero sobresaliente.
Tenia que serlo para que alguien como Leónidas lo considerase un amigo, las horas fueron pasando. Mi hija sabia que las cosas no iban bien, digna hija de su padre. Por suerte saco la sensibilidad y la inteligencia de su madre, Juan y Silvia regresaron con Hipólita, Antílope, Leónidas y Nikola Tesla. Cuando vieron a Mefistófeles tumbado en la cama y sonriendo mientras hablaba con su hija, todos se quedaron extrañados.
• Es su hija – dijo Juan.
• No es eso, en todos estos milenios, jamás le he visto sonreír – dijo Leónidas.
Hipólita y Antílope asintieron con la cabeza, entonces Nikola Tesla dio un paso adelante y saco unos documentos, miro a Mefistófeles y se los entrego.
• ¿Tenia Razón Nikola? – pregunté.
• Así es – dijo Nikola Tesla.
Todos se quedaron mirándonos con extrañeza, yo tenía mis sospechas. Mirando los documentos ya no había ninguna duda. Mi padre y el padre de Drusila, utilizaron el grimorio para subyugar a los verdaderos gobernantes del purgatorio. Estas no eran otras que las entidades del Destino, Eternidad, Infinito y muerte. Lo del hechizo para despojarnos de nuestros poderes no era más que una patraña.
• Eso no puede ser, si hubieran encerrado a la muerte, la gente no moriría – dijo Boudica.
• No si tienen a la muerte sumida en una ilusión, seguiría haciendo su trabajo, pero sin poder moverse como si fuera un vegetal – dijo Nikola Tesla.
• ¿Tienes pruebas de eso? – pregunté.
• No sé si se le pueden llamar pruebas, mira en el documento diez – dijo Nikola Tesla.
El documento era una de las hojas del grimorio y el hechizo era para mantener encerrando a una entidad poderosa en un sueño ilusorio, había llegado la hora de devolver el purgatorio a sus legítimos dueños. Entonces todos notamos una perturbación que hizo que nos temblara el cuerpo, fuera de la casa se presentaron mis padres con tres sujetos. No me lo podía creer eran Rubén, el hombre alto y el torturador que mato a Silvia.
Mire a Juan, Sara y Silvia, sus expresiones eran de puro odio.
• El torturador es mío – dijo una furibunda Silvia.
• Yo me encargo de Rubén – dijo Sara.
• Bien, el hombre alto para mí – dijo un serio Juan.
Me levanté de la cama, salí a fuera escoltado por Juan, Silvia, Sara y Lena.
• ¿Qué hacéis aquí? – pregunte.
• Hemos venido a disciplinar a nuestros hijos – dijo mi padre.
• ¿Dónde está mi hija? – pregunto el padre de Drusila,
Rubén, El hombre alto y el torturador se veían distintos, como si les hubieran otorgado una ingente cantidad de poder, mire a los tres y les dije.
• Por muy buenos guerreros que seáis ahora, no podréis vencerlos.
• ¿Por qué? – pregunto Juan.
• Porque ahora son demonios, han metido almas de demonios superiores en sus cuerpos, por eso se comportan como animales y no os reconocen.
• Bueno, nosotros les ayudaremos, para eso estamos aquí – dijo Boudica.
Boudica y Sara, maestra y alumna. Su compenetración es perfecta, pareciera que se leen la mente la una a la otra, peleando juntas es posible que puedan vencer. Leónidas y Juan, dos guerreros diferentes, pero complementarios. Leónidas es un muro infranqueable y Juan es tan impredecible como un huracán, estos también podrían tener éxito. Por último estaban Silvia, Hipólita y Antílope, Silvia fue adiestrada como una amazona y eso ya era garantía de éxito.
Si a esa ecuación le sumábamos Hipólita junto a la mejor guerrera de la historia, no me gustaría ser su contrincante. Había llegado el momento, mire a mi hija y le dije.
• Lena deja que te mire por última vez – con lágrimas en mis ojos.
• ¿Pero qué dices papa? – pregunto una muy triste Lena.
• A llegado el momento de que obtengas todo mi poder.
Mi hija y yo nos abrazamos, Drusila y Nikola también salieron. Drusila lloraba pues sabia que ese sería mi final, mientras estábamos abrazados empece a trasferirle el diez por ciento del poder que quedaba en mi cuerpo, según el poder iba saliendo, notaba como mi vida se escapaba. No tenia miedo, mi deber como padre era proteger a mi hija, una vez que el poder estuviera completo en su cuerpo no tendría rival, sabiendo que Drusila y los mejores guerreros cuidarían de mi hija, podía morir tranquilo.
Una vez transferido todo mi poder, espere a que este se manifestara. Vaya sorpresa que me lleve, pensé que hederaria mi poder de la oscuridad. Miles de rayos empezaron a surcar el cielo, los ojos de Lena empezaron a brillar. Se giró ligeramente para mirar a su abuelo y al padre de Drusila, sin soltar mi mano en ningún momento. Solo me quedaba un suspiro y lo utilicé para despedirme de Lena y Drusila.
• Hija, as ha sido lo mejor de mi vida, cuando tengas miedo o dudas mira dentro de tu corazón, yo estaré allí cuidándote y dándote ánimos, estoy orgulloso y feliz de la gran hija que he tenido.
Mi cuerpo empezó a desaparecer, tuve el tiempo justo para mirar a Drusila y decirle un gracias que ella leyó de mis labios, de repente vi pasar toda mi vida y no me arrepentía de nada. Bueno si, de no poder volver a abrazar a mi hija, entonces una luz cegadora me devolvió a la realidad. Lena había invocado un gran rayo que impacto contra el suelo cerca de su abuelo y el padre de Drusila, haciendo que estos salieran volando, impactando violentamente contra una pared, una sonrisa surco mi rostro y después me desvanecí para siempre.
Continuará.