Venganza o Felicidad 5
El final de la historia.
Venganza o Felicidad 5
JUAN
De repente nos vimos ingrávidos sin poder mover ni un músculo, quien demonios era este hombre, sentía que podría desintegrarnos solo con un chasquido de sus dedos. De repente de un movimiento de su mano deshizo el poder que nos mantenía suspendidos en el aire, caímos al suelo y vimos que había soltado a la madre y hermana de Sara.
• ¿Vamos, vamos, que os hacía pensar que quería hacerles daño? – dijo el hombre trajeado.
• Se supone que nadie tenía que saber quienes éramos – dijo una muy preocupada Sara.
• Ya tenía previsto este contratiempo, mientras fueran ellas las que os descubrieran, no pasaría nada.
• ¿Y si se lo hubiéramos dicho nosotros? – pregunte temiendo la respuesta.
• Os abría incinerado a los cinco – dijo el hombre trajeado.
No bromeaba, me creí cada una de las palabras que soltó de su boca. La hermana y madre de Sara la abrazaban con fuerza, La hermana de Sara la miraba muy seria.
• Siempre lo supe hermana, tus gestos son inconfundibles, no pregunte y di gracias por el regalo que nos habían hecho a mama y a mí.
Silvia seguía en shock, me acerqué a ella y le dije que todo iría bien, entonces se me abrazo y me dijo que podríamos retomar nuestra relación, que ella seguía enamorada, yo mire al hombre trajeado y le pregunte.
• ¿Ese poder también funciona a la inversa?
• Sí, muéstrale tus sentimientos y todas las imágenes – dijo el hombre trajeado.
Puse mis manos sobre las suyas, cerré los ojos, Silvia empezó a ver todas las imágenes desde que nos conocimos hasta que volví a aparecer en la tierra. Copiosas lágrimas empezaron a caer por su rostro, cuando termino de ver las imágenes de mi mente. Se sentó en uno de los asientos poniendo sus manos sobre sus rodillas, me miro con una expresión de extrema tristeza.
• Entiendes ahora por qué no podremos ser una pareja nunca más, cada vez que volvías de estar con él no eras más cariñosa porque me amabas, sino por tu sentimiento de culpa.
• Juan pero yo…
• No digas nada, sé que tú no tuviste que ver con mi asesinato, en un futuro me gustaría ser tu amigo, eso es lo único que puedo ofrecerte.
Silvia se levantó derrotada, sabía que todo ese dolor era causado por sus propias decisiones. Sabía que se arrepentía desde lo más profundo de su corazón, pero mi corazón pertenecía a Sara, ver así a Silvia no estaba siendo un plato de gusto para mí. Entonces Sara hizo algo que nadie esperaba, se acercó a Silvia y la abrazo. Le dio el cariño y la comprensión que yo no podía darle sin acerca más daño.
Silvia se abrazó con fuerza a Sara y lloro con desesperación, cuando se calmó dijo que se iba a casa. Tenía mucho en que pensar y también tenida que pensar en el futuro, se dio media vuelta y se despidió de todos y me obsequio una sonrisa. Entonces la madre y la hermana de Sara también querían saber lo que vivió Sara, esta se negó en redondo. Nos miró al hombre trajeado y a mí, los dos le asentimos con la cabeza y esta accedió a regañadientes.
La madre y la hermana según fueron viendo las imágenes, lloraron a lágrima viva. Cuando terminaron de ver todas las imágenes la abrazaron y les pidieron perdón por no haber evitado que pasara por ese infierno.
• Mama, Isabel, si no hubiera sido yo, hubieras sido tu hermanita, eso no podía consentirlo – dijo una sonriente Sara.
La madre de Sara y su hermana se acercaron a mí y me dieron uno de los abrazos más cálidos que jamás me hubieran dado en la vida. El hombre trajeado carraspeo y mirándonos a todos nos dijo.
• Bueno, ya es hora de que vuelva al purgatorio.
Una luz cegadora y después la oscuridad de la noche, nosotros bajamos al garaje y las llevé a su casa en mi coche. Sara estaba feliz contando batallitas a su madre y hermana, yo me puse a pensar de lo que daría por poder contar a mis padres que volvía a estar vivo. Desde mi muerte a mi resurrección habían pasado cinco años, mi madre murió al año de morir yo y mi padre a los dos años.
Tiene que ser un dolor indescriptible para unos padres perder a sus dos hijos, por eso valoraba tanto la felicidad que destilaban las tres mujeres que iban en mi coche, cuando llegamos Sara me pidió que me quedara a cenar con ellas, la madre de Sara resulto una cocinera de primera y una mejor persona, Isabel era como Sara pero con peor leche. Me dijo que si le hacía daño a su hermana me cortaría los huevos, me creí la amenaza.
Era agradable saber que volvía a tener una familia, esa noche dormí con Sara. No hicimos el amor, solo dormimos abrazados. Ella se durmió antes, yo admiré su bello rostro mientras dormía, no podía evitar tener un mal presentimiento. Recuerde como durante la noche le dijimos a Isabel de trabajar con nosotros y la ilusión que le hizo, la madre de Sara cuando le propusimos limpiar nuestras casas con el consabido sueldo. Cuando escucho la cifra que iba a cobrar, se quedó sin voz. En una semana de trabajo con nosotros iba a cobrar más que en un mes entero donde trabajaba ahora.
Al final me dormí con una sonrisa en el rostro, las semanas fueron pasando y casi teníamos en marcha nuestra empresa paralela. Entonces llego el día que fui despedido, le pedí a Silvia que le mandara las especificaciones del nuevo polímero al capitán Castillo. Lo que no esperaba era que también le mandara unas imágenes de su mujer follando con Rubén, yo pensaba hacerlo con más tacto.
Rubén dio por hecho que fui yo el que le envió las imágenes y me despidió, creyó que perdió a un buen cliente porque se follaba a su mujer, esa parte era cierta. Lo que no sabía era que también le mandamos las especificaciones del nuevo polímero que habíamos creado entre Sara, Isabel y yo. Si mi diseño era bueno, este se llevaba la palma. Lo que dio la puntilla a Rubén fueron las verdaderas especificaciones de los chalecos antibalas defectuosos que les vendían a precio de oro. Yo recogí mis cosas y cuando estaba saliendo de mi despacho, vi a Rubén esperándome fuera.
• Ahora me voy a follar a Sara como me follaba a Silvia, has sido, eres y serás un carnudo.
• Pobrecito – le dije.
El pobre infeliz no sabía que si se le ocurría poner un dedo sobre Sara, esta le arrancaría el brazo de cuajo. Si supiera lo que yo sé, dé la destreza de Sara no me mostraría tan ufano, Sara sabia defenderse sola y muy bien tengo que decir. Rubén lo comprobó a las pocas horas, entro en el despacho de Sara sin llamar y esta estaba mirando unos papeles de pies mirando hacia la ventana, Rubén se le acercó por detrás y le empezó a meter la mano por debajo de la falda, con la intención de tocarle el coño.
Sara cerró sus muslos atrapando la mano de Rubén, de un fuerte y rápido movimiento girando hasta ponerse mirándole a la cara basto para romperle la muñeca. Los gritos de Rubén se escucharon en todo el edificio, Silvia se acercó y al ver el percal se tuvo que ir para no reírse. Sara fue a recursos humanos para poner una queja, esta no llego a ningún lado, ella ya lo sabía. Fue despedida por agredir a su jefe, Rubén le amenazo con que no encontraría ningún trabajo en la ciudad.
Recogió sus cosas y se vino para casa, yo la esperaba solo con una bata. Cuando la tuve delante me la quito y se empezó a desnudar, nos besamos apasionadamente. Sara me cogió la polla que se puso como el palo de la bandera, entonces poniendo un rostro que me hizo temblar. Bajo y se metió mi polla en la boca, el pacer que me proporcionaba cada día era mayor y a mí me costaba más esfuerzo no correrme al primer segundo.
Se sacó la polla de su boca y me empujo sobre el sofá, entonces coloco su encharcado coño sobre mi boca, no dude en succionarlo hasta que se quedara seco. Los gemidos de Sara cada vez eran más fuertes, termino corriéndose y acto seguido se empaló en mi polla. Empezó a cabalgarme como una amazona desbocada, nos cogimos de las manos e hicimos el amor de forma fogosa.
Cuando nos corrimos los dos, se tumbó sobre mí y me contó lo que había ocurrido. Rubén volvía a pensar con el cerebro equivocado, otra vez. Habiendo despedido a las únicas dos personas que podían mejorar su polímero, nos daba mucho más margen de tiempo para probar nuestro nuevo polímero. Al final seguro que encontraría a alguien capaz de hacer el trabajo, pero mientras tanto perdería mucho dinero.
• Ahora nos podemos centrar en nuestra empresa, según Isabel el polímero responde muy bien al calor – dijo Sara.
• Bien, la última prueba será constatar que el polímero no desprende gases tóxicos al contacto con el fuego.
• Según tus cálculos eso no debería ocurrir – dijo Sara.
• Si, pero será mejor cerciorarse, si tengo razón los bomberos dispondrían de unos trajes que los protegerían muy bien del fuego y se salvarían muchas vidas – dije.
Después de esa conversación nos tapamos con una manta y nos fuimos quedando dormidos hasta que la final acabamos en los brazos de Morfeo.
SILVIA
Habían despedido a Juan y Sara, Rubén estaba llevando la empresa a la ruina y yo demostraría los negocios turbios que se traía entre manos. Tenía la necesidad de redimirme ante Juan, sabía que no lo recuperaría, no como yo quería, que gran verdad es que no se valora algo hasta que se pierde. Yo no había tenido nada que ver con su muerte, pero me era imposible no sentirme en parte culpable. Si yo no hubiera tenido nada con Rubén, hubiera sido más sincera con Juan, hubiéramos buscado otro socio. Ahora era momento que demostrase su conexión con esa organización que se hacía pasar por una empresa de seguridad y no eran más que unos delincuentes.
Mi primer movimiento fue conseguir imágenes de Rubén con Nora, eso no fue nada difícil. Después aproveché los documentos que enviaríamos a su marido para colarle las imágenes entre ellos. Sé que Juan lo quería hacer con más tacto, respetaba mucho a ese hombre y no quería hacerle más daño de necesario. No me gustaba como me miraba Nora, como si yo fuera una zorra y ella toda una señora. Sí, fui una zorra y lo pague y ahora era ella la que se estaba comportando como tal.
Esa jugada me salió bien y me confié, empecé a investigar por mi cuenta sin decirle nada, ni a Juan, ni a Sara. Rubén era un desastre y dejaba los documentos en cualquier lado, no le importaba si esos documentos podían incriminarle. Cuantas veces dejaba el ordenador encendido, ni siquiera se preocupó de ponerle ninguna contraseña. Pude acceder a conversaciones con el dueño de la organización.
Esta a diferencia de Rubén, sí que tenía mucho cuidado. Metió un gusano en el ordenador de Rubén y siguió todos mis movimientos, me dejo coger toda la documentación que implicaba a Rubén sin mover un dedo, pero cuando conseguí documentos que si podían implicarlo de alguna manera se puso en marcha.
Esa noche salí pletórica de la empresa, tenía intención de coger mi coche y llevar toda esa información a Juan. De esa forma podría redimirme y destruir a Rubén, no llegue ni a montarme en mi propio coche. Dos hombres me esperaban y me durmieron con cloroformo, cuando desperté con un horrible dolor de cabeza. Me encontraba de rodillas con los brazos extendidos y atados a unas cadenas, mire a mi alrededor y vi que me encontraba en un sótano muy amplio.
A mi alrededor había varias mesas llenas de objetos afilados que seguramente servirían para torturar a alguien, esa persona era yo y estaba cagada de miedo. Jamás en mi vida había tenido tanto miedo, no podía dejar de temblar, de repente la puerta se abrió y aparecieron tres personas, Rubén, un hombre alto a su lado que tenía toda la pinta de ser el jefe de la organización y un hombre bajito con cara de psicópata.
• Bien, si nos dices lo que queremos saber será rápido e indoloro – dijo el hombre alto.
• Y si no quiero decir nada.
• Sentirás el mayor dolor que hayas experimentado en tu vida, este hombre ha sido capaz de torturar a una persona durante tres semanas seguidas.
• Yo no se nada – les dije muerta de miedo.
• Sabemos lo del polímero nuevo que han inventado Juan y Sara, ¿se llaman así Verdad?
• Si, ¡se llaman así!
• Lo único que tienes que decirnos es donde lo tienen y todo abra acabado- dijo el hombre alto.
• No tengo nada que decir- dije con convicción.
• Tú lo has querido.
Mi intención era redimirme y que mejor forma que no diciendo la información que querían obtener. No describiré el horror que tuve que soportar, aguante mucho más de lo que creí que sería capaz, eso me valió para descubrir que mis sentimientos por Juan simple habían sido verdaderos. Si no, no hubiera aguantado a ese salvaje todo lo que aguante. Cuando termino de torturarme solo quedaba un despojo de mí, con un hilo de voz conteste a todas sus preguntas y solo porque me prometieron que me darían el golpe de gracia y dejaría de sufrir.
Al final no pude soportarlo más, según escuche aguante setenta y dos horas de tortura. Les conté quien eran Juan y Sara y lo de la madre y hermana de esta, les había vuelto a fallar, únicamente me quedaba un hilo de vida. Me di cuenta de que no me darían ese golpe de gracia que me habían prometido y rece para aguantar lo suficiente para poder disculparme con ellos.
JUAN
Me encontraba en el laboratorio cuando entro Sara y me dijo que su madre y hermana no le cogían el móvil, la verdad que era raro, Isabel siempre era muy puntual y su madre jamás faltaba a su jornada de trabajo. Sara usó la llave que le entrego su hermana y nos dimos cuenta de que en su casa no había nadie, fuimos al garaje y el coche de la hermana de Isabel se encontraba allí.
Volvimos al laboratorio y fui a coger mi móvil por si me habían enviado algo a mí, en efecto tenía un mensaje. Era un video, al abrirlo en él salían La hermana y la madre de Sara amordazadas y en el fondo una Silvia destrozada con un charco de sangre bajo ella. Cuando termino el video apareció un teléfono que llame enseguida.
• Ya era hora Juan, eres una persona difícil de matar – dijo una voz distorsionada.
• ¿Qué queréis? – pregunte muy enfadado.
• No está bien hacer competencia desleal y crear un polímero mejor que el nuestro, lo que queremos es la fórmula de ese nuevo polímero- otra vez la voz distorsionada.
• ¿Y si no os la damos?
• Les aremos lo mismo que le hemos hecho a Silvia y mira lo bien que ha quedado.
No tengo palabras para describir el estado en el que se encontraba la pobre Silvia, empecé a llorar, Sara tuvo que ir a vomitar cuando vio el video. Les dijimos que estábamos de acuerdo y les entregaríamos la fórmula, pero que nos les hicieran daño.
Nos dieron unas coordenadas que nos llevaban a una mansión a las afueras de la ciudad, mejor para nosotros. Ese tío se había metido con las personas equivocadas, sabíamos que no cumplirían su palabra, nos miramos y dijimos en voz alta Si vis pacem para bellum. Cogimos cada uno un chaleco antibalas del polímero nuevo, no podríamos hacerle mejores pruebas que las que iban a soportar esa noche. Cogí mi coche de gama alta y nos pusimos en marcha, según nos acercábamos a la mansión imprimía más velocidad al coche, Sara y yo teníamos las manos agarradas y chocamos contra la valla de acero reforzado.
El coche la hizo trizas, la verdad que el coche era más resistente de lo que me esperaba. Una vez dentro aceleré más hasta traspasar la puerta de entrada de la mansión y chocarme contra una pared, los dos salimos del coche y nos enfrentamos a dos hombres que nos apuntaban con sus armas. Más les abría válido dispararnos, de dos movimientos rápidos, desarme a uno de los hombres y cociéndole del cuello lo deje inconsciente. Lo de Sara fue increíble, de un movimiento desarmo al hombre, después le dio una patada baja directa al estómago y empezó a golpearle el pecho y cabeza con una velocidad de brazos que parecía inhumana.
Nota mental, no cabrear a Sara. El wing chun era un gran arte marcial, había dos escaleras que nos llevarían al sótano, una a la izquierda y otra a la derecha. Sara Eligio la de la izquierda y yo la de la derecha, cada dos escalones había un hombre. Lo bueno era que las escaleras eran estrechas y a cada lado había una pared, eso limitaría su movimiento y sería ventajoso para nosotros. Me recordó a la historia de las Termopilas, empezamos a bajar y no nos anduvimos con remilgos. Rompimos piernas, brazos, costillas, mandíbulas, narices. Lo único que no hicimos fue matar a ninguno de ellos, no nos hizo falta.
Los últimos estaban tan asustados que nos dejaron pasar, cuando entramos, al fondo del sótano se encontraban Rubén y el hombre alto, Rubén tenía a Isabel cogida y con el filo de un cuchillo amenazando su cuello. El hombre alto tenía de la misma manera a la madre de Sara, Rubén al vernos entrar salpicados de sangre y los ojos inyectados en sangre por la ira se empezó a echar para atrás, yo mire a Silvia y me agache para ver su estado, no le quedaba mucho de vida.
Le habían arrancado los dientes, pero todavía le quedaron fuerzas para sonreírme al verme y pedirme perdón por no haber sido capaz de aguantar sin decir nada. Yo la abrace entre lágrimas y pude notar cono exhalaba su último aliento, me levante más furioso si cabía e hice una pregunta.
• ¿Quién le ha hecho esto a Silvia?
• No estamos aquí para eso, donde esta la formula – dijo el hombre alto impacientándose.
• ¿Quién le ha hecho esto a Silvia?, ¡no lo volveré a preguntar otra vez!
Rubén cada vez estaba más asustado, entonces de detrás del hombre alto salió uno más pequeño y con una sonrisa dijo que esa obra de arte había sido suya, se acercó con la falsa seguridad que le daba su jefe, el muy imbécil se pensaba que me quedaría quieto. Según paso por mi lado riéndose le agarre del cuello y lo levante hasta que su rostro quedo a la altura del mío. Vi como los ojos le empezaban a salir de las órbitas según iba apretando con más fuerza.
Rubén ya se había meado encima y el hombre alto empezó a titubear, Sara dio un paso adelante y se hizo la luz. De repente apareció una mujer con sendos cuchillos en las manos con el filo en los cuellos de Rubén y el hombre alto.
• Bien chicos, queréis comprobar que manos serán más rápidas a la hora de cortar un gaznate, las vuestras o las mías.
• ¡Boudica! – grito Sara.
• ¡Las mataremos si no sueltas as mi hombre inmediatamente! – dijo el hombre alto temblando.
Yo seguía apretando el cuello de ese infraser que había torturado de forma tan salvaje a Silvia, entonces se hizo la luz otra vez y apareció el hombre trajeado detrás de Boudica. Esta se apartó, el hombre trajeado poso sus manos sobre los hombros de Rubén y el hombre alto y estos pusieron una mueca de terror y soltando a la madre y hermana de Sara se pusieron de rodillas.
• Juan suelta a ese hombre – dijo el hombre trajeado categóricamente.
• No puedo, ha matado a Silvia y tiene que pagar – dije llorando.
• Y pagará, parece que no me conoces – dijo el hombre trajeado.
• ¿Qué quieres decir? – pregunto Sara mientras se abrazaba a su madre y hermana.
• ¡Os acordáis como os hable del equilibrio verdad?
• Si – dijimos los dos a la vez.
• A vosotros igual que a Silvia no os tocaba morir, tres vidas habrán salido del purgatorio y tres vidas tendrán que ocupar su lugar – dijo el hombre trajeado.
• ¿Eso quiere decir? – pregunte
• Silvia volverá, pero después de que pase por el mismo adiestramiento que vosotros.
Yo me abracé a Sara, su madre y hermana, Silvia volvería a la vida. Había dado su vida para protegernos a todos, si buscaba la redención la había conseguido con creces. Después estaba la mujer misteriosa que me miraba muy seria, tengo que decir que me deba un poco de miedo.
• ¿Este es el hombre del que te has enamorado Sara? – dijo Boudica.
• Así es – contesto Sara.
• Me gusta, has luchado muy bien, sé que harás feliz a Sara.
• Y ahora que va a ocurrir con ellos – pregunto Sara a Boudica.
• Iran al purgatorio – contesto Boudica.
• ¿A Sara y a mí nos trataron bien, que clase de castigo es ese? – pregunte.
• A Sara y a ti se os trato bien porque erais puros de corazón, estos tres conocerán en sus propias carnes lo que sígnica las palabras sufrir para toda la eternidad – dijo el hombre trajeado.
De repente los tres hombres desaparecieron junto a Boudica y el hombre trajeado, nosotros seguimos con nuestra empresa y el polímero fue todo un éxito. Tuvimos muchos beneficios y abrimos filiales de la empresa en distintas ciudades, Silvia tardo cinco años en renacer y se puso en contacto con nosotros en cuanto apareció en la tierra. Boudica nos dijo cuál sería la nueva casa de Silvia, le decoramos la casa, le dejamos un móvil para que pudiera ponerse en contacto con nosotros.
Silvia se citó con nosotros en el cementerio donde estaba mi tumba, le habían hecho como a nosotros, su rostro era ella, pero lo habían cambiado lo suficiente para despistar a la gente.
• ¿Qué vas a hacer ahora Silvia? – pregunte.
• Quero conocer mundo, quiero encontrar mi propia felicidad – dijo Silvia con una sonrisa.
• Que te parece si te haces cargo de la filial de nuestra empresa en cualquiera de las tres ciudades en las que las hemos construido – le dijo Sara.
Silvia vio las ciudades y eligió una de ellas, vino con nosotros y comió en casa de la madre de Sara. Se le veía distinta, como si hubiera conseguido perdonarse. Le deseaba que de verdad encontrara esa felicidad que tanto deseaba, al día siguiente partió a su nuevo destino. Ha pasado un año de ese día y los resultados obtenidos por Silvia son increíbles, la última vez que hablamos nos dijo que tenía una sorpresa que contarnos.
Venganza o felicidad, Al final soy muy feliz al lado de Sara, yo tengo una mujer a mi lado que me ama y Sara a un hombre que la trata con respeto y le demuestra que le quiere todos los días.
EPILOGO
Me armé de valor y le pedí a Sara que se casara conmigo, ella entre lágrimas me dijo que si y aquí estoy en frente del altar hecho un flan esperando a mi preciosa novia. Sara le pidió al hombre trajeado, si le podía acompañar hasta el altar, este le dijo que si con una sonrisa. Tenemos que decir que jamás le habíamos visto sonreír y resulto muy divertido.
Yo perdí a mis padres, pero gané una madre con la madre de Sara, ahora se encuentra en la primera fila de la iglesia con un pañuelo en la mano llorando de la emoción, hizo unos cursillos nocturnos y con nuestra ayuda termino trabajando con nosotros en la empresa.
Isabel terminó siendo la jefa de otra de las filiales, es adicta al trabajo y solo saca tiempo para pasarlo con nosotros, cada vez que le digo que para cuando otra boda, ella me mira y se descojona. Dice que está muy bien sola, me alegro de verla feliz.
Boudica acepto ser dama de honor y tuve que morderme la lengua para no reírme viéndola vestida con el traje de dama de honor, la verdad es que se lo paso muy bien e hizo muy buenas migas con las chicas.
Silvia por fin desvelo su secreto, llevaba seis meses saliendo con un hombre que nos presentó en la boda y se le veía realmente feliz, no había visto a Silvia mirar con esa mirada enamorada a nadie en la vida. Me alegré por ella y tengo que decir que el chico me cayó muy bien.
El hombre trajeado nos dijo su nombre como regalo de bodas, su nombre no era otro que Mefistófeles, os juro que casi me cago encima. Le pregunté por qué ayudarnos, él me dijo que nos ayudó como un acto de rebeldía y porque le habíamos caído bien.
Sobre, Raúl, el hombre alto y el torturador, Mefistófeles me dijo que habían acabado en la parte más oscura del purgatorio, donde serian torturados hasta la muerte, volverían a revivir para volver a morir siendo torturados y así durante toda la eternidad, cada uno se busca su destino y el de estos sería un tormento eterno.
Todos sufrimos en nuestras vidas, pero al final encontramos la verdadera felicidad a nuestra manera.
FIN.