Venganza o felicidad 4

La historia se complica.

Venganza o felicidad 4

JUAN

Ayude a que Sara pudiera levantarse, cuando nuestras manos se tocaron un poder síquico nos golpeó. De repente pude ver la vida pasada de Sara y viendo lo mucho que había sufrido, no pude contener las lágrimas. Viendo que Sara también estaba llorando, ella también tuvo que ver mi anterior vida, Sara soltó mi mano y salió corriendo. Yo corrí tras ella hasta que conseguí alcanzarla.

• ¿Qué ocurre Sara, porque has salido corriendo? – pregunte.

• Lo que he sentido por ti no es real, eres un retornado como yo y tenemos una conexión que no es real – dijo muy decepcionada.

• No sé si eso que dices es cierto o no, pero yo sé lo que he sentido al verte y no lo sentí ni por Silvia – le dije seguro.

La abracé y le dije al oído que yo jamás la aria daño, quería conocerla y por primera vez enamorarme de verdad de una persona que me hiciera feliz para el resto de mi vida. Mire a Sara a los ojos y estos me decían que ella también quería lo mismo.

• ¿Qué te parece si vamos despacio, conociéndonos sin prisas Sara?

• Me parece muy bien Juan – me dijo con una sonrisa en el rostro.

• Me gustaría invitarte a un café, has tenido un periplo interesante en el purgatorio – le dije.

• ¿Pues anda que tú? – pregunto con una sonrisa.

Tenía una sonrisa tan bonita que podría iluminar la noche más oscura, me daba igual que los dos fuéramos retornados. Algo dentro de mí me decía que Sara era la mujer de mi vida y yo le demostraría que podía confiar en mí, se lo demostraría con hechos y otorgándole todo mi amor y cariño, hasta desgastarlo si hiciera falta. Le saqué un café y nos sentamos en una mesa.

• As tenido unas maestras interesantes – le dije a Sara.

• Si, con la que mejor me llevo es con Boudica – me dijo riéndose.

• Tengo claro que eres una guerrera sin igual con armas medievales, pero ¿cómo te manejas cuerpo a cuerpo? – pregunte.

• ¿Por qué lo preguntas? – pregunto muy seria.

• Ahora mismo estamos en la boca del lobo y toda precaución es poca.

• Fui instruida por Ng Mui en el arte marcial del Wing Chun.

Me gusto escuchar eso, el wing chun era un gran arte marcial, Sara sabia defenderse muy bien sola.

• Yo he visto que tú has sido instruido en el Jeet Kune Do por el mismísimo Bruce lee, ¿es tan estricto y duro como parece? – pregunto

• Si, aunque tu adiestramiento con Ng Mui tampoco abra ha sido un paseo de rosas ¿verdad?

• No lo fue, fue la maestra con la que termine más malherida, menos mal que las heridas en el purgatorio sanaban enseguida.

La conversación fue muy agradable, entonces pude notar que alguien nos estaba espiando y no me costó darme cuenta de que era Silvia, no podía evitar ponerme alerta en su presencia. Todavía no tenía claro hasta que punto estuvo involucrada en mi asesinato, de todas maneras si algo tenía claro era que su traición hacia mí fue real. Me fue infiel reiteradamente, no tenía sed de venganza contra ella. Ella misma se encargó de matar todo el amor que sentía por ella, ahora tenía una nueva realidad que estaba sentada delate de mí y se llamaba Sara.

• Que ocurre, te has puesto muy serio de repente. – me dijo Sara.

• Silvia, eso es lo que ocurre – dije algo cabreado.

• ¿Crees que tuvo algo que ver en tu asesinato? – pregunto.

• No lo sé.

• ¿Por qué no lo compruebas? – pregunto Sara.

• ¿Y como lo hago?, si le pregunto seguro que me miente y no creo que sea buena idea que se entere quien soy realmente.

• Al tocarnos las manos, hemos podido ver la vida de cada uno, tal vez si le coges la mano también funcione.

Sara tenía razón, tal vez funcionaria y de esa manera podría estar seguro hasta que punto me traiciono Silvia, ese día acompañe a la salida Sara y le dije que si quería le llevaría a su casa. Me dijo que no hacía falta que había traído su coche, nos despedimos dándonos dos besos en el rostro, no pudimos evitar dárnoslos cerca de los labios. Sara se sonrojó, las semanas fueron pasando y yo seguía con esa incertidumbre sobre Silvia, había notado su interés sobre mí y no quería que malinterpretara la situación si le cogía de la mano. Decidí que lo mejor seria dejar que ella me la cogiera a mí.

Tuvieron que pasar un par de días, me encontraba en la sala de descanso comiéndome una ensalada, cuando Silvia se sentó en mi misma mesa, yo la salude sin levantar la mirada de los planos que estaba repasando. Entonces ocurrió, me pregunto si quería un café mientras me cogía la mano. En ese mismo instante tuve otro golpe síquico, tuve claro que ella no tuvo nada que ver en mi asesinato, ella pensaba que se desharía de mí sacándome del proyecto sin hacerme daño. También sentí su arrepentimiento de haberme engañado, pero no es menos cierto que todo el cariño que me demostró durante el tiempo que me fue infiel fue para acallar su conciencia y no porque me amara a mí.

Pude comprobar que Rubén era un bicho de mucho cuidado y se había asociado a una organización muy sucia y oscura. Esa organización era un ejército privado que provocaba guerras para sacar beneficio de la devastación, Silvia tampoco se fiaba de ellos y pude ver como investigaba por su cuenta y pudo obtener valiosa información. Los chalecos y los blindajes del ejército estaban hechos con mi polímero, pero mezclado con un químico que lo hacía más quebradizo en condiciones de calor o frió extremo.

Mientras tanto los chalecos y blindajes buenos los usaban en esa organización o la vendían al mejor postor. Llegue a dos conclusiones, la primera era que Silvia y yo no volveríamos a tener nada más haya de una amistad y eso dependía exclusivamente de ella. La segunda que si Silvia se encontraba en peligro la ayudaría y protegería, venganza o felicidad. Me empecé a reír al soltar la frase en voz alta, llame a Sara y me cito en su piso, me dijo que hablaríamos mientras cenábamos.

• ¿Qué has averiguado? – pregunto una muy ansiosa Sara.

• Lo primero que Silvia es pasado, lo segundo que se está exponiendo a un peligro muy grande y que voy a protegerla.

Pude ver una sonrisa de tranquilidad en el rostro de Sara, como me gustaba esta mujer. A diferencia de Silvia con Sara podía ver la veracidad de sus sentimientos hacia mí con mirarle a sus ojos, después me puse serio y le conté lo que Silvia había averiguado. Esa organización eran ex militares con buenos contactos en los gobiernos y que podían actuar con total impunidad.

• ¿Qué podemos hacer nosotros Juan?

• Crearemos una empresa paralela y crearemos un polímero mejor que venderemos a los soldados, policías, bomberos y para todo el que lo necesite.

• Bomberos – pregunto Sara extrañada.

• Si, el polímero que conoces es un prototipo, cree otro mucho más resistente y elástico, no me dio tiempo de hacer pruebas, pero estoy seguro de que podría proteger a los bomberos de las altas temperaturas.

• No crees que Rubén y ese otro sujeto no sospecharan nada.

• El purgatorio me ha dado una casa grande y dinero de sobra, a ti te ha dado un piso pequeño, no lo veo justo, ¡maldito trajeado!

• No te preocupes, mis vecinas son mi madre y mi hermana – dijo una sonriente Sara.

• Eso es mucho más importante que el dinero – le dije con una sonrisa.

La hermana de Sara estaba cursando la carrera de químicas. Pude ver sus notas y era realmente buena, podría ayudarnos a poder crear el nuevo polímero y de esa forma serian unas prácticas sin igual para que adquiriera experiencia.

• Mi hermana y mi madre trabajan como burras, para poder pagar el alquiler y la carrera de Isabel, me gustaría ayudarles.

• ¿En qué trabaja tu madre? – pregunte.

• Limpiando escaleras, antes era ama de casa y mi padre no quería que trabajara.

• Bueno, qué tal si la contratamos para que limpie nuestras casas, le pagamos un muy buen sueldo y a tu hermana le pagamos otro por trabajar con nosotros, ¿te parece buena idea?

A Sara le pareció una buena idea y me abrazo, no sé cómo ocurrió. De repente nos estamos besando, deje en todo momento que Sara tomara la iniciativa. Quería que se sintiera lo más cómoda posible ella fue la que me cogió su mano y la puso sobre su sexo, lo tenía ardiendo y muy húmedo. Yo le fui desabrochando la blusa y aparecieron los pechos más hermosos que jamás hubiera visto en mi vida, empecé a mordisquear y a succionar sus grandes pezones. Sara gemía de gusto, después fui descendiendo y me coloqué delante de su sexo.

Tenía las braguitas, pero el olor me indicaba lo excitada que estaba, empecé a bajar sus braguitas, Sara poso sus manos sobre las mías y fue ella quien me fue guiando, poco a poco fue perdiendo el miedo que los abusos reiterados de ese monstruo había causado en ella. Esa noche me esmeraría para que sintiera el mayor placer posible, cuando su coñito quedo libre empecé a jugar con mi lengua en su clítoris. Ella cogió mi cabeza y me apretaba con fuerza contra su coñito, no tardo en correrse. Cuando levante la cabeza y vio mi rostro lleno de sus flujos, se disculpó roja de vergüenza. Yo acerque mis labios a los suyos y la bese, ella vio mi bulto y quiso hacerme una mamada, según me dijo esta era la primera vez que le apetecía de verdad hacerla, libero mi polla y se la metió en la boca. El placer que sentí, no tengo palabras para describirlo, tuve que pararla para no correrme en ese mismo instante.

Cuando vi que estaba lista, ella misma abrió sus piernas para dejarme el paso libre. Fui introduciendo mi polla en su coñito, muy despacio. Mire a Sara y esta lloraba de felicidad, me pedía más y entonces empecé a penetrarla intentando demostrarle en cada penetración lo mucho que la quería, yo también lloraba pues sentía que mis sentimientos eran correspondidos.

Los dos terminamos con un colosal orgasmo, la abracé a mí y nos quedamos tumbados en el sofá. Entonces Sara acerco su boca a mi oreja y me dijo gracias, yo como respuesta la abrace más fuerte y la bese en los labios.

Mientras montábamos nuestra nueva empresa seguimos haciendo el paripé en la empresa de Rubén y Silvia, uno de los días me quede hasta tarde con unos cálculos que no me cuadraban. Los revisé mil veces y lo que me indicaban era que los chalecos que estaban vendiendo al ejército no tenían la resistencia que indicaban sus especificaciones, pensé que me encontraba solo en la empresa y decidí dejarle los cálculos a Silvia en su despacho con una nota, en ella le decía que me llamara que era urgente.

Al acercarme al despacho empecé a escuchar los sonidos de dos personas cuando estaban follando, lo peor fue que reconocí la voz de la mujer que estaba follando. Entre en el despacho con toda la intención de cortarle el rollo a la parejita, al entrar mis sospechas se hicieron ciertas, era Nora, la mujer del superior de mi difunto hermano y su mejor amigo. Mientras su marido estaba arriesgando su vida con equitación defectuosa. Ella se estaba dejando dar por el culo por Rubén, por suerte Nora no me reconoció o por lo menos no me dijo nada.

Mire muy seriamente a Rubén y me di media vuelta, no iba a dejar semejante prueba en manos de ese desalmado. Sabía que dejárselo a Silvia también era un riesgo, pero creo que en ese aspecto podía fiarme de ella. Salí del despacho cerrando la puerta mientras Rubén me gritaba, salió detrás de mí, me alcanzo y me agarro de la pechera.

• ¿Tú quien te has creído para mirarme así? – dijo un Rubén fuera de sí.

• Yo no me creo nada, ahora te recomiendo que me sueltes – le dije mirándole fijamente a los ojos.

• ¿Y si no me da la gana que? – dijo de forma chulesca.

Agarre una de sus manos y empecé a estrujársela, el crujido se escuchó en toda la oficina y el grito que pego él también, cuando ya lo tenía de rodillas.

• Que sea la última vez que me pones la mano encima, ¿te ha quedado claro?

• Sí.

• No te he escuchado, !dilo más fuerte¡

• He dicho que si – dijo Rubén entre lágrimas.

Lo solté y me di media vuelta, podría haberlo destrozado en ese mismo momento, pero ahora tenía un futuro que se llamaba Sara y no quería perderlo. Si me dejaba llevar por mi ira, Rubén podría terminar muy malamente. Entonces Rubén me grito que podría despedirme por esto.

• Despídeme si quieres, pero, uno quien te mejorara el polímero y dos, ¿qué le parecerá al capitán Castillo que te estés follando a su mujer?

Rubén se quedó blanco, lo que menos se imaginaba era que yo conociera al marido de la mujer que se estaba follando, había metido la pata. Me había dejado llevar por mi rencor y no había medido mis palabras, Silvia sabia que conocía al capitán Castillo, porque era el mejor amigo de mi hermano. Decidí irme y meterme pronto a la cama, mañana sería otro día.

Cuando llegue a casa, mire el móvil y vi que Sara tenía el WhatsApp activo, le mande un mensaje y se lo conté todo. Me llamo de todo, no sabíamos como actuaría el hombre trajeado si alguien descubría quienes éramos. Sara tenía miedo que les hiciera daño a su hermana y a su madre, tenía razón, Silvia me había hecho mucho daño, pero no era plan de que le hicieran daño.

Al día siguiente Sara vino a recogerme y fuimos juntos a la empresa, al entrar no parecía que la gente se comportara de forma extraña, cuando cogimos el ascensor para subir a nuestra planta al abrirse la puerta dentro se encontraba Rubén, este me miro con una cara llena de terror. Creo que se le hicieron los segundos más largos de su vida, cuando llegamos a la planta y la puerta se abrió, Rubén salió del ascensor como alma que lleva el diablo.

• Has dejado huella en ese hombre cariño – dijo una sonriente Sara.

• ¿Cariño?, me gusta como suena eso.

Sara me dio una palmadita en el culo y se fue a su despacho riéndose, pude observar que Silvia nos estaba mirando y no puso buena cara. La sorpresa me la lleve cuando entre en mi despacho, allí se encontraba Nora.

• ¿De qué conoce usted a mi marido? – pregunto una muy nerviosa Nora.

• De amigos en común – le dije.

• Le pido, mejor le ruego de que no le diga nada de lo que vio.

• Eso queda entre usted y él, pero le aviso de que su marido no es tonto, aunque abecés parezca que no se entera de nada.

• Gracias por su discreción – dijo una más tranquila Nora.

• Me deja darle un consejo.

• Sí.

• Deje de quedar con mi jefe, no es un buen hombre y no dudará en echarle a los lobos si con eso salva su pellejo.

• Lo tendré en cuenta.

Sabía perfectamente que Nora no dejaría a Rubén, tenía la misma mirada que tenía Silvia en los recuerdos que pude ver de ella. Lo que Nora no era consciente es de que su marido terminaría descubriendo el pastel tarde o temprano. Si el karma no se daba prisa yo me encargaría de darle un empujón, fui a tomar un café, allí me esperaba Sara para preguntarme que es lo que quería esa mujer. Se lo conté y le expliqué la conversación que tuvimos los dos.

• ¿Crees que dejara de verle? – pregunto Sara.

• No, se lo he visto en los ojos.

• Que piensas hacer, no serías un buen amigo si te quedaras de brazos cruzados – dijo Sara.

• Estoy muerto recuerdas, que le digo que le he mandado un email del más haya.

La cabrona de Sara se empezó a reír, la verdad es que algo se me ocurriría, el capitán castillo salvo la vida a mi hermano innumerables veces y el día que murió fue el único que intento rescatarlo de la emboscada en la que había caído. Era un hombre que siempre había respetado, siempre me dijo que inteligencia necesitaba a gente con mi inteligencia. Yo me hacía el tonto y le contestaba con evasivas, cosa que siempre le hacía gracia.

Entonces ocurrió lo que no tendría que haber ocurrido, yo estaba tan absorto con la visita de Nora que no me di cuenta de que Silvia nos estaba espiando. Tampoco que se escondió en el despacho que estaba pegando a la sala de descanso donde Sara y yo acabábamos de tener una conversación donde reconocía quien era yo en realidad.

Yo estaba de espaldas a la puerta y no pude ver a Silvia, pero Sara si y esta de repente se quedó blanca como el papel. Me preocupe y le pregunte, que es lo que le pasaba, ella solo señalaba a la entrada de la sala de descanso y entonces me di la vuelta con una muy mala sensación en el estómago. Mis miedos se hicieron realidad, Silvia acababa de descubrir quien era yo en realidad.

• ¿Juan eres tu en realidad verdad? – pregunto con miedo a la respuesta.

• Tu ex está muerto, ¿cómo voy a ser yo? – conteste lo más seguro de mí que pude.

• Te he escuchado y no solamente eso, gestos, forma de hablar, esas cosas salen de forma natural y no se pueden disimular – dijo Silvia enfadada.

Que podía hacer, me había pillado. Podría protegerla de los enemigos humanos, un rotundo sí. Podría protegerla de nuestro amigo sobrenatural, me daba a mí que no, únicamente esperaba que el hombre trajeado no estuviera espiándonos, porque si no habría metido la para hasta el cuello.

• Si Silvia soy yo, no sabría explicarte, pero me han dado una segunda oportunidad, nadie puede saberlo ¿entendido?

• Joder estás vivo, no me lo puedo creer, estás vivo – mientras se sentaba a punto de darle un ataque a Silvia.

Yo miré a Sara y esta también estaba preocupada, llevaba algún tiempo sintiendo que su madre y hermana sospechaban algo, ella también estaba preocupada por si en algún momento la descubrían de verdad y de las acciones que pudieran tomas desde el purgatorio. Silvia estaba catatónica, únicamente decía estás vivo, estás vivo, Sara intento tranquilizarla. Mientras yo le conseguía una tila para calmar sus nervios.

De repente una luz cegadora se abrió delante de nosotros y el tiempo se detuvo menos Sara, Silvia y yo. Cuando la luz se desvaneció apareció el hombre trajeado y traía a la madre y hermana de Sara. Los dos nos pusimos en guardia, sabíamos que tendríamos pocas posibilidades de sobrevivir contra el que parecía el jefe y señor del purgatorio.

Yo me puse en frente de Silvia y cogiendo de la mano a Sara nos armamos de valor y fuimos a atacar al hombre trajeado para darles tiempo a las tres para que pudieran escapar.

Continuará.