Venganza morbosa (final)
Último capitulo de la serie. Ya nada importa.
Raúl había hablado con el marido de María en varias ocasiones y este había dicho que acudiría con el dinero a las once y media de aquel domingo de abril. La familia parecía transar entre lapsos de ofuscada clarividencia y episodios de completa sumisión. Era como si aquella situación hubiese transformado sus mentes y nada se les antojase obsceno o inadecuado de forma que su cerebro no estableciese barrera alguna entre el deseo y el acto. Andaban desnudos sin inhibición alguna, se diría que con absoluta naturalidad, Carla y Paula aprovechaban cualquier situación para besarse y acariciarse, como buscando nuevas sensaciones que saciasen sus más bajos instintos, mientras Fernando sodomizaba a María con su absoluta aquiescencia en presencia de Pablo que trataba de complacer a Verónica y a Raúl. Twyter no había dejado de grabar en ningún momento y ahora tenían en su poder largas horas de ensayada escenografía.
A las diez, Raúl, hizo que todos se vistieran y los reunió en el salón, parecían cómodos y receptivos a las palabras del hombre.
—Estoy orgulloso de vosotros, ahora quiero que veáis algo.
A una orden escueta Twyter conecto el video y la gran pantalla de plasma se encendió. Imágenes desoladoras de niños muy jóvenes copulando frenéticamente entre sí, niñas salvajemente violadas por hombres si escrúpulos que ocultaban sus rostros con pasamontañas negros…
—Eso es Starkwin, la organización que he construido Fernando Díaz, el emblemático empresario, el insigne benefactor…
Las escenas se sucedían ante las consternadas miradas de todos y la expresión unánime de asco y repulsión. La cámara encuadro la habitación de lo que parecía un lujoso hotel y enfocó el cuerpo desnudo de una niña de no más de diez años, un hombre de aspecto oriental y oronda figura se situó sobre ella y dio comienzo a una sádica violación entre espeluznantes gritos de dolor de la chiquilla. Todos giraron sus cabezas entre expresiones de absoluta represión y Raúl ordeno a Twyter que suspendiera la proyección.
—Esa era mi hija— una lagrima se deslizó por su mejilla ante la estupefacción de todos y Carla fue hasta el para abrazarle fraternalmente.
—Mi marido es un absoluto hijo de puta.
—Lo se María, eso es solo una muestra de las actividades de la organización, actúan con bebes, tienen perros entrenados para violar a personas…
Juan abrazaba a Paula y esta lloraba copiosamente.
—Si mi hermano hace esto…
— ¿Qué tío Juan?
—No debería estar vivo.
Verónica y su hermano Raúl se cruzaron una mirada cómplice y María observó fijamente a Raúl. Cualquier atisbo de la química inyectada en sus cuerpos se había desvanecido y ahora la clarividencia era absoluta.
—Pienso como tú Juan, Fernando tiene que pagar por ello.
Cuándo a las once y treinta y cinco sonó el timbre de la puerta y Pablo la abrió todos estaban cómodamente sentados en el salón de la estancia. Fernando vestía un impoluto traje gris y corbata a juego, parecía inquieto y muy nervioso y llevaba un grueso maletín de lo que pareció piel de cocodrilo. No hubo palabras, entró en la sala y quedo inerte frente a ellos. Raúl sostenía entre sus manos el fusil de asalto apuntándole directamente a la sien.
—Ya tienes el dinero, ahora marcharos.
Nadie movió un solo dedo permaneciendo en silencio.
—… ¿Qué os pasa…? ¿estáis locos? ¿qué os han hecho?— entonces comprendió que el dinero no importaba, aquel hombre quería matarle, —tengo el dinero, está aquí.
Ante la aturdida mirada de su esposo, María se levantó y se situó a la espalda de Raúl.
—Eso es cariño, quítale el arma, es un asesino…
María besó a Raúl tenuemente en su cuello y este le ofreció el arma a la mujer.
—Muy bien querida, ya es tuya…—parecía nervioso y las piernas le temblaban.
La mujer apuntó el arma a su frente y oprimió el gatillo una vez. Todos observaron el cuerpo del fantoche arrugándose para acabar en el suelo mientras un hilillo de sangre surcaba su tez.
Para aquella gente, a partir de entonces sus vidas fueron otras, Starkwin fue desmantelada y muchos ignotos millonarios dieron con sus huesos en la cárcel, Twyter, Verónica y Raúl desaparecieron para siempre y jamás volvieron a oír hablar de ellos, pero aquellas sensaciones…, aquellas emociones vacilantes y lejanas, perduraron para siempre en sus recuerdos hasta el punto de desear revivirlas una vez más en lo más profundo de su ser.
FIN