Venganza morbosa 4ª parte

Penúltimo relato de la serie. Se fragua la venganza.

Habían permitido que la familia se asease y esto había aliviado la tensión en todos ellos, ninguno tenía las ideas claras y a todos les dolía cabeza, sumidos en una perseverante migraña que les obligaba a mantenerse en silencio, lo que, por otra parte, les aliviaba. Raúl entró de nuevo en la sala sosteniendo una bandeja con tostadas y un gran vaso de leche blanca. Paula permanecía allí, sobre el sofá, acurrucada y cubriendo su cuerpo con una sedosa manta de pelo azul.

—Vamos pequeña, tomate eso, te sentará bien— se acomodó junto a ella tendiéndole el tazón y ella lo asió con sus manos temblorosas para llevarlo a sus labios —escucha chiquilla, en mi mundo… en el de Twyter y Verónica… —vaciló un instante—  lo que hiciste anoche, con tu hermano y tu familia no es pecado, porque el pecado no existe.

Los ojos de Paula estaban entumecidos y lo observaba temerosa ciñéndose con la máxima presión la manta que le envolvía.

—No es cierto.

—Claro que lo es Paula, el sexo es una pasión, el orgasmo es una placentera meta que puedes obtener de cualquier persona…

La voz del hombre susurrándole al oído mientras acariciaba maternalmente su cabello, hicieron que relajará sus músculos.

—No quiero pasar por esto una vez más, quiero que nos dejéis en libertad. Marcharos y jamás os delataremos.

—Verás, como te dije esperamos a papá, Fernando vendrá aquí y entonces hablaremos de lo que hacemos.

La niña sintió un instante un pequeño escalofrío que recorrió su columna vertebral obnubilándole los sentidos y supo que una vez más había ingerido aquella maldita droga, su voz temblorosa sonó como un suspiro.

—Eres un hijo de puta.

Raúl había introducido su brazo entre la manta arrugada y acariciaba sus senos con la máxima delicadeza.

— ¿Sabes pequeña?, creo que hemos ido demasiado lejos con esto, me gustas, ¿quieres que hagamos un trato?

— ¿Qué me propone?

—Verás, si asientes a todo cuanto te ordene de forma voluntaria, a todo, nos marcharemos de aquí y jamás volverás a oír hablar de nosotros, ¿qué te parece?

Ahora escalofríos intermitentes recorrían su espalda como pequeñas e inocuas descargas eléctricas.

— ¿Me da su palabra de honor?

Raúl esbozo una sonrisa y la miró fijamente,

—Claro pequeña, sólo tienes que hacer lo que te diga sin vacilar.

Paula frotó sus ojos, aún húmedos, con los puños y asintió con la cabeza. Su melena revuelta y su cara angelical excitaron al hombre y este desasió la manta de su torso para lanzarla a unos metros del sofá. Paula solo vestía el grueso camisón de franela abotonado hasta el cuello y el hombre comenzó a desabotonarlo con la máxima parsimonia hasta deslizarlo por los hombros de la niña.

—Recuéstate Paula, deja que me deleite con la visión de tu cuerpo.

Ella obedeció y sin mediar orden alguna llevo su mano a su sexo introduciendo tenuemente el dedo índice entre sus labios vaginales mientras observaba al hombre con un rictus de pasión en su mirada. Lo hizo instintivamente y comprendió de inmediato que algo obnubilaba el mínimo atisbo de racionalidad.

— ¿Te gusta así?

Twyter había entrado discretamente en el salón junto con Pablo. Minutos antes había accedido a la habitación donde él y su hermana dormían profundamente y le había obligado a acompañarle. El muchacho parecía sonámbulo por su paso renqueante y su aspecto adormilado. Sólo vestía el pantalón de un sobrio pijama gris y una camiseta, el hombre sujetaba su nuca con firmeza tras él.

—Hola Twyter, veo que no podías dormir.

—Por lo visto tu tampoco Raúl, ¿qué la pasa a esa niña?

Paula se detuvo paralizada y cubrió su torso desnudo con los brazos y Twyter se acomodó frente a ella en el sofá obligando a Pablo a sentarse junto a él.

—Paula cariño, eso no es lo que me prometiste hace un momento, ya sé que estos desaprensivos han entrado sin llamar y te han interrumpido, pero no importa, deja que disfruten de tu cuerpo, que te deseen.

La niña dibujo un rictus nervioso en sus facciones, pero el mero recuerdo del placer sentido hacía solo unos instantes la sumió en un confuso estado de abnegación y lentamente deslizó su mano entre sus piernas para Habían permitido que la familia se asease y esto había aliviado la tensión en todos ellos, ninguno tenía las ideas claras y a todos les dolía cabeza, sumidos en una perseverante migraña que les obligaba a mantenerse en silencio, lo que, por otra parte, les aliviaba. Raúl entró de nuevo en la sala sosteniendo una bandeja con tostadas y un gran vaso de leche blanca. Paula permanecía allí, sobre el sofá, acurrucada y cubriendo su cuerpo con una sedosa manta de pelo azul.

—Vamos pequeña, tomate eso, te sentará bien— se acomodó junto a ella tendiéndole el tazón y ella lo asió con sus manos temblorosas para llevarlo a sus labios —escucha chiquilla, en mi mundo… en el de Twyter proseguir aquella masturbación.

Su hermano la observaba obligado por Twyter, mientras este acariciaba su entrepierna sobre la tela susurrándole al oído.

—Vamos chico, ¿crees que no sé qué Paula te excita?,  ¿que no la has deseado siempre?

El muchacho negó con la cabeza, intentando vanamente zafarse de las caricias obscenas de aquel hombre, pero sabía que aquella visión le excitaba y muy a su pesar su flácido pene pareció despertar a aquellos gestos pausados que rozaban su entrepierna. Twyter sonrió mientras incrementaba gradualmente las caricias.

—Lo ves Pablito, es natural que sientas atracción— le obligó a levantarse y a situarse frente a él, las piernas le temblaban y parecía a punto de desfallecer, —vamos, déjate llevar, vas a disfrutar, te lo aseguro.

Muy lentamente asió el elástico de su pijama y lo deslizó por sus caderas mostrando su más obscena desnudez. Ahora su pene se erguía en la máxima expresión mientras Paula emitía entrecortados gemidos de placer a tan sólo unos metros de él.

—Que grande la tienes— asió sus caderas para rozar el prepucio con sus labios, —quiero que me ruegues que la introduzca en mi boca, que me supliques.

Pablo parecía ignorar aquellas palabras soeces, pero no hacía gesto alguno por impedir lo que pretendía aquel hombre hasta el punto de desear que lo hiciese desde lo más profundo de su ser.

—Vamos a hacer una cosa chico, te daré placer, pero tienes que avisarme antes de eyacular, ¿has comprendido?

Pablo asintió con el cabeza, compungido y Twyter introdujo su pene entre sus labios realizándole una sostenida felación. Llevado por un impulso sobrenatural el chico asió con firmeza la nuca del hombre y alzó el rostro  tensando su torso. La maestría de Twyter le hizo predecir que el  chico estaba a punto de estallar y se detuvo de improviso evitando el orgasmo.

—Mira a tu hermanita.

Pablo estaba fuera de sí y no dio crédito a la escena. Raúl hurgaba con sus dedos en el sexo de su hermana y lubricaba su ano con algún líquido oleoso provocando que  contorsionase su cintura entre hilarantes gemidos de placer.

— ¿Te lo traigo ya Raúl?

—Si Twyter, la princesa está ansiosa y parece desesperada.

Situó a la chica en posición canina sobre su vientre  obligándola a separar sus rodillas mientras presionaba sus glúteos a fin de que se abriera por completo.

—Venga muchacho, es tu momento de gloria, esa es una fantasía que seguro que nunca habías tenido.

El joven se situó tras su hermana y su pene erecto pareció buscar su sexo pero Twyter asió el miembro para redirigirlo hacia el ano de su hermana.

—Por ahí no muchacho, eso ya lo has probado antes, ahora buscamos nuevas experiencias.

Por un instante le pareció imposible poderla penetrar de ese modo, pero sintió como su glande se introducía en el ano de la chica y este parecía acomodarse, aún sin la holgura necesaria para penetrar del todo. Paula tenía la mirada perdida y torneaba lentamente la cadera. Aun sintiendo cierto dolor, deseaba sentir aquella poya en sus entrañas.

—Vamos Pablito— jadeaba y sus palabras se hacían incomprensibles, —tienes que hacerlo, quiero sentirte dentro de mí.

Aquello duró unos segundos eternos, pero ambos parecían víctimas del furor más lascivo, sólo unos instantes después el muchacho cabalgaba sobre ella mientras esta se retorcía de placer hasta vaciarse por completo entre alaridos de gozo.

—Bueno Twyter, creo que estos dos están domesticados, despierta al resto y dile a María que prepare un desayuno copioso, nuestro amigo Fernando llegará sobre las doce y hasta entonces aleccionaremos al resto.

— ¿Y si no trae el dinero?

—Te garantizo que lo traerá, es una cuestión de subsistencia para él.

—Pero tú no buscas solo eso ¿no Raúl?

—Me conoces muy bien amigo… pagará todas y cada una de sus maldades.

Pablo y Paula se habían sentado en el sofá y observaban a los hombres, por primera vez no sentían vergüenza alguna de su completa desnudez y el chico abrazaba a su hermana con el brazo sobre el hombro, mientras esta recostaba la cabeza en su regazo. Raúl se dirigió a ellos en voz baja.

— ¿Qué tal chicos?, ¿Os ha gustado?

Ambos esbozaron una sonrisa siniestra y asintieron sin proferir palabra alguna.

— ¿Entonces a que esperáis para besaros?

Paula observó a su hermano fijamente y unió sus labios a los de él haciendo que sus lenguas se rozaran. Era un sentimiento encontrado entre deseo y gratitud.

CONTINUARÁ