Venganza de Hermanita
La envidia me llevó a querer vengarme de mi dulce y bella hermana, quitándole lo que más quería y a cambio recibí una sorpresa .
Te odio!!!Te odio Gisella, odio tu belleza, tu bondad, odio que seas perfecta, un día podre lastimarte como tu lo haces conmigo, te cobraré cada lagrima, me vengaré de ti hermanita,…y Rafael es mio lo entiendes!!
Con tristeza doble el papel ya casi descolorido, aquel que años atrás no me atreví a entregar y que escondía mis garabatos mal grafiados cargados de toda la rabia que siendo una jovencita sentía en contra de mi hermana, por haberme robarme mi primera ilusión. No se porque guardaba esa nota en el bolsillo secreto de mi billetera, quizá porque en el fondo pese al paso del tiempo habían cosas que no le perdonaba y que aun dejaban una arruga de dolor en mis recuerdos.
Gisella ahora tiene 30, los cinco años que me lleva casi no se le notan, es hermosa, tiene unos bellos ojos claros, la tez blanca sonrosada, herencia de la línea paterna y una cabello castaño que enmarca su carita de porcelana, aquella por la que infinidad de veces sentí verdadera envidia. En contraste yo soy trigueña como mi madre, con ojos café y rasgos mas bien comunes, de sonrisa graciosa y rostro pilluelo, con una larga cabellera ondulada que se mueve al paso de mis caderas, dándome un aire de sensualidad, al que por cierto he sacado buen provecho, pero aún así, no hay punto de comparación entre ambas, ella es bellísima y yo, simplemente atractiva.
Desde la infancia las diferencias fueron crueles, bastaba una sonrisa suya para que cautivara a todos. Era el orgullo de la simiente de mi padre, no solo por lo linda, sino también por lo dulce y buena, mientras yo era una niña timorata que crecía a la sombra de su belleza y de sus virtudes.
La etapa de la juventud fue aun mas dolorosa, no había fiesta a la que no fuera invitada, ni chico que no quisiera conquistarla, y odiosamente a demás de todo era una encantadora hermana, por lo que manteníamos una relación normal pese a mi envidia secreta.
Nadie imaginaba el dolor de sentirme desplazada, simplemente Gisella me ganaba en todo. Así que, como no podía competir contra ella, decidí no parecerme en nada, opté crear mi propio estilo y ser la otra cara de la moneda, rebelde, libre, atrevida, irreverente, y todo lo que no me recordara su repulsiva perfección.
De esa forma terminé con la tortura de mis propias comparaciones y aunque ella siempre fue vista como la mejor, había algo en lo que yo le llevaba ventaja, algo en lo que nunca me ganaría, ella no tenia el alma rencorosa, ni podía ser vengativa como yo.
El tiempo había pasado, las heridas parecían haber sido sanadas, sin embargo incomprensiblemente me encontraba allí releyendo aquella nota una vez mas y como si quisiera soplar para que se aleje el pasado, me dije: bahh tonterías, solo éramos unas niñas ya es hora de dejar esos recuerdos en el olvido…
_Cuales recuerdos cuñadita?, que es lo que quieres dejar en el olvido?
No podía creerlo me había sumido tanto en mis pensamientos, al punto de no haber sentido a Rafael cruzar la puerta de la habitación de huéspedes, en la cual estaba instalada desde hace un par de días.
Ahh … este… tonterías…tonterías mías.
_No deben ser tonterías puesto que estas muy nerviosa, y sentándose en la cama junto a mi murmuró: haber cual es el misterio de mi cuñadita y que es eso tan grave que la acaba de dejar así de pálida.
Rápidamente guarde la nota en la billetera como si ocultara un secreto.
Me avergonzaba que Rafael descubriera aquel rencor contra mi hermana y que uno de los motivos hubiera sido él, de nada serviría que lo supiera ahora que llevaban varios años de casados, así que procurando cambiar de tema me levanté y dando una vuelta pregunté:
Estoy lista para la invitación….Que tal me ves?
Me miro de pies a cabeza, deteniéndose en el escote que terminaba en V y que llegaba casi hasta la cintura, por lo que mis senos aparecían coquetos con la arrogancia de la juventud; no estaban sujetos por un brasier sino tan solo por un par de tiritas atadas tras el cuello, convirtiéndose mis pezones en el mejor adorno de aquella tela plateada. La falda negra totalmente ceñida semejaba una piel que marcaba el trasero, empuntado por altos tacones que alargaban un par de muslos, sinvergüenzamente desnudos.
Giré despacio regalándole el perfil de mis pechos que le mostraban que no hace falta un brasier de copas para que se encumbre mi blusa, y bastaba un pedazo de tela ajustando mi cola para extraviar su mirada.
Tomándome de la mano me hizo dar un giro completo: Vaya, cuñadita, lo único que puedo decir es que me encantaría ser tu acompañante, volverás loco a mi amigo, solo espera a que te conozca
Sonreí, me pareció gracioso su sutil comentario cuando sus miradas fueron mas bien atrevidas, en fin que se puede esperar de un hombre, cuando tiene enfrente un buen culo.
Satisfecha por sus halagos visuales, me entretuve en el closet seleccionando una cartera que combinara con mi atuendo…
_Anda, vamos ya estas linda, Gisella está abajo entreteniendo a David, me mataran si demoras mas
_Espera, espera solo falta la cartera, al poco rato voltee, y en ese instante acabó mi momento de alegría…
Aprovechando mi distracción Rafael había abierto la billetera y sostenía mi nota en sus manos…
_Rafael, que Rafael?, acaso yo????
_No, desde luego que no!! …No eres el único Rafael en la ciudad
_Hey, no sabia que sentías algo por mi…siempre te vi como...como…
_No lo digas, ya lo sé,…como la hermanita pequeña de Gisella
Latigueándome con la mirada respondió
_En realidad no, siendo honesto, mas bien no resistía compararlas, ella blanca tu morena, ella delgada tu curveada, ella dócil, tu rebelde, ella dulce tu sensual, ella preciosa tu…. preciosa…solo en eso coincidían, y ahora que nos vemos después de tanto tiempo, sigues confundiéndome con antes….
Reí ante su descaro, vaya joyita que resulto mi cuñado por lo visto no perdía oportunidad de un ligue…
Me le arrimé coqueta, zafando un par de botones de su camisa, jugueteé con el vello rizado que escapaba de su torso y acercando mis labios casi a la comisura de los suyos susurré:
_Vamos…dijiste que nos esperan, no?
Inmediatamente noté como ante mi contacto crecia el bulto en su bragueta, sentía como se desperezaba y se ponía fuerte, duro, palpitante; atrevida me acerque un poquito mas dejando que mis pechos raspen sobre su camisa, despertando sus tetillas y haciendo que su pene punzara aun mas contra el pantalón…
_Bueeeno, en realidad ahora que recuerdo bien, dijeron que podíamos tomarnos todo el tiempo del mundo, para nada hay prisa…murmuró mientras su mano me apretaba de la cintura haciendo que su bulto encajara entre mis piernas y dejándome palpar la tamaña erección, que provocó que mi orificio empezara a humedecerse como si se preparara para ser pillado.
Me sobajeé contra su pelvis, consintiendo que su pija chocara contra mi cola y queriendo dejarlo con todo levantado, meneando mis caderas me encaminé hacia el salón principal donde nos esperaban... Sabía que desde ese instante, era muy probable que me convirtiera en la dueña de sus fantasías, mas aun cuando vería mi cuerpecito deambulando en su residencia por al menos un par de semanas, puesto que acababa de instalarme en la ciudad y hasta ubicarme, mi hermanita me había ofrecido hospedaje.
Desde el umbral pude ver a David, el amigo de Rafael, bebía una copa con Gisella mientras charlaban animadamente. Era alto, de contextura media, no pasaba de 35 años, puesto que era contemporáneo de Rafael. Tenia cara de chico bueno, e indumentaria también, incluso el reloj que usaba era del tipo clásico; peinado hacia atrás, cuidadosamente afeitado, eso me hacia suponer que quizá también se depilaba las bolas y eso si que es algo fascinante.
Definitivamente era atractivo el ejemplar con el que mi hermanita me quería emparejar, porque de seguro era su idea, además encajaba perfectamente en sus gustos, un hombre pulcro, atractivo, caballeroso, pero esa facha de chico bueno no terminaba de convencerme mmmm, seguro era de los que no les gustaba besar el cul… diablos, que cosas estaba especulando, si que andaba con los pensamientos muy crudos.
Bebimos cocteles hasta muy tarde, fue una noche de gloria para mí, con un acompañante de lujo que pese a que procuraba mirarme a los ojos, no podía evitar arropar con sus miradas mis friolentos pezones, y un cuñado que se descontrolaba examinando mis muslos. Ya no me sentía la hermanita fea, creo que por primera vez era el centro de atención aún estando mi hermana, me había convertido en una mujer con la suficiente seguridad y sensualidad como para competir incluso contra su belleza.
Durante la siguiente semana salí un par de veces con David, podía resultar un buen partido o almenos una buena diversión, pero no podía dejar de pensar en mi cuñadito, no se si había despertado la atracción que antes generaba en mí, o tan solo era el medio para un desquite pendiente.
Lo cierto es que fantaseaba, seguido con él, los coqueteos y los roces disimulados empezaban a dar fruto, y al saberme bien dotada en carnes me permitia el lujo de dejarme ver en prendas sugestivas, que continamente lo tenían agarrando su pieza.
No puedo negar que también me calentaba, ansiaba su cuerpo, su lengua en mis pezones y su saliva en mi sexo. Estaba decidido no me reprimiría ante ese capricho, lo quería en mi cama y lo tendría para mi y fue precisamente Gisella quien lo puso en mis manos.
Había transcurrido mas de una semana desde que me mudé con ellos, tiempo en el cual hallé un departamento acorde a mis necesidades, así que tendría que viajar para realizarlos los tramites fastidiosos que implican la contratación del servicio de mudanza, y siendo que el traslado y las adecuaciones las realizaría aquel fin de semana a mi dulce hermanita se le ocurrió que su Rafa podría acompañarme. Las fichas se movían a mi favor, y conste que no fue mi idea, el destino mismo se estaba encargando de crearme las circunstancias para que me quitara aquella espina del pasado.
A Gisella no le pareció mal que los dos viajáramos el viernes en la tarde de forma que pudiéramos descansar para el arduo trabajo del fin de semana, ya después ella me ayudaría con la decoración.
Durante el trayecto se sentía el olor a pecado, las ganas que teníamos de intercambiar fluidos que se hacia evidente en mi mano descansando en su entrepierna y la suya rozando cerca de mis pechos.
A eso de las nueve ya estábamos instalados en la habitación del hotel, mientras él se duchaba yo me ponía una blusilla y un cachetero que me producía un cosquilleo al rozar mis labios, lo cual hacia que empezara a apretar las piernas no se si para calmar o para producir mas ganas, pero en cuestión de breves minutos estaba totalmente mojada. Separando mis mulos, acaricie mi clítoris como diciéndole estas a punto de recibir lo quieres…
Escuché abrirse la puerta del baño y rápido retire mis dedos de donde los tenía metidos, dicen que para las venganzas hay que tener la cabeza fría pero yo la tenía caliente muy caliente y no solo la cabeza.
Salió como le imaginé con el torso desnudo, secándose el cabello, estaba envuelto en una toalla que al ajustarse sobre la cadera hacia que el bulto mostrara una buena magnitud aun estando en reposo, todo pronosticaba un gran festín.
Se sentó en el filo de la cama, me miro...le mire…sonrio…sonreí…y terminamos riendo estrepitosamente, ambos sabimos lo que querimos y estabamos alli fingiendo ingenuidad. Subió su mano por mi muslo, hasta encontrarse con la parte baja de mis glúteos, e instantanemente la toalla que lo cubria se elevo producto de la ereccion, su mano zarandeaba por dentro del cachetero, agarrando de lleno mi trasero, palpando mis carnes hasta hacerme jadear.
Mientras lo hacia, nuestros labios se apresaban y a medida que jugaba a penetrarme con su lengua sus dedos exploraban mi orifico, ingresaban y salían al ritmo de su lengua en mi garganta, y así como abría mi boca dándole espacio para que me llenara, desesperada abría también mis piernas.
Me quité la blusa dejando mis pechos protegidos tan solo por mi cabello que semejaba una cortina que los cubría a medias, orgullosa de su rigidez levante mi pelo en una coleta, y arrastré mis senos por su rostro, dejando que su lengua se engolosine en mis pezones, y sus labios los succionen hasta agotarse, bajé por su pecho, dejando el brillo de mi saliva hasta llegar a su pubis, retiré la toalla, y se disparó su pene, en una magnifica erección, no podía menos que contemplar morbosa las venas marcadas y el tono rojizo, recordando cuantas veces había deslizado mi mirada por su entrepierna, sin haber siquiera percibido ese olor indefinible, me incliné y absorbí con mis labios las primeras poluciones de su sexo que tienen aquel sabor que es capaz de convertirme en una cualquiera.
Tomé su pene de la base y realicé movimientos ascendente que lo hacían expulsar su cadera, y aplastar su antebrazo sobre su frente, pase mi lengua sobre su capullo, lamiendo sobre el frenillo, succionándolo suave, poco a poco me lo fui introduciendo cada vez mas profundo hasta llenar mi boca con toda su herramienta, bajé hasta sus testículos, intentando metérmelos totalmente, mientras hacia que mis manos se balancearan sobre su erección.
Me recosté sobre su cuerpo ubicándome casi en cuatro sin abandonar la succión, me agarró por los muslos y me empujó hacia su cara de forma que a medida que yo se la mamaba, él se estrellaba sobre mi vulva introduciéndome su lengua. Sus dedos jugaban en mi orificio al ritmo que yo me la introducía en la boca. Mordía mis muslos, separaba mi glúteo hundiendo su cara en mi coño, llenándose de todo mi olor, su lengua se agitaba desde mis labios hacia mi cola, embadurnándome de su saliva que se mezclaba con mi lubricación, la bebía con fascinación.
Separó mis labios y atrapó mi clítoris succionando sin consideración, los movimientos de ambos se hacian mas intensos, las palpitaciones en mi sexo me anticipaban una buena corrida, y me abría mas exponiendo mis orificios para ser llenados de sus besos. Mi pelvis se contrajo, y exploté en un mar de pulsaciones, que como un oleaje mojó su rostro, mientras mi boca aguantando los azotes, recibió el disparo de un gran chorro lechoso. Permanecimos un par de minutos lamiéndonos, limpiándonos dejándonos secos de todos aquellos fluidos que nos arrancaron gemidos de gozo.
Tumbados en la cama, pícaramente le señale el reloj, y rio a carcajadas, habían trascurrido apenas unos pocos minutos y así tan fácilmente nos habíamos corrido de una manera espectacular.
Al poco rato bajé, deslizándome entre las sabanas, encontré su pene a un descansando, y me lo introduje en la boca con muchísima más facilidad, era sensacional irlo levantando a punta de besos, a medida que lo succionaba iba tomando cuerpo y alistándose para una nueva batalla, tenia ganas de ser cogida como se debe, con furia, con energía, esta vez no se me antojaban los besos dulces, ni las caricias tiernas, quería ser embestida como una perra, con deseo, sin miedos, sin contemplaciones, codiciaba el vaivén de cadera estrellándose en mis sexo sin la menor piedad, sin la suavidad que seguramente le recordaría a mi hermana.
Mientras chupaba mis pechos su glande punzaba en mi pubis, sentía la humedad y los suaves movimientos que pretendían alcanzar mi orifico, alcé la pierna por encima de su cadera, y tomándolo, hacía que me rozara mientras su boca continuaba haciéndome gemir con las succiones. Su glande encontró el camino, penetró rozando mis paredes, empujando suave, apartando mis carnes, y cuando mas ansiosa me mostraba de golpe me lo empujo hasta al fondo, haciéndome gemir. Se subió sobre mí acomodando mis piernas sobre sus hombros, y me azotó con una metida de profundidad, una dos tres veces. Y paraba cuando yo le suplicaba por más, nuevamente ingresaba, dándome una pocas metidas, estaba cerca de alcanzar un nuevo orgasmo y necesitaba que me la clave con mas duración, pero parecía negarse a ello así que levanté un poco mi cadera y lo apreté con mis piernas sin dejarlo escapar, varias punzadas, otra, otra mas, y cuando estaba cerca de correrme, sentí la presión de su cadera empujando contra mi sexo, se detuvo el balaceo, sus jadeos se desproporcionaron, sus puños se apretaron y me llenó de la típica sensación de ser invadida de leche … se había corrido antes que yo!!
Sus dedos buscaron rápidamente mi sexo, metiéndomelos con la furia que yo necesitaba, ingresando una y otra vez, luego queriendo provocarme mas sensaciones desparramó mis labios para chupar la sonrozada piel de mis pliegues, brillantes de tanta humedad, magreaba mis pechos a la vez que se zambullia sobre mi abertura estirando mi clítoris, sus dedos abandonando mis pezones se concentraron en deslizarse por mi cola, haciendo círculos sobre mi anillo, y llevando hacia atrás mis liquidos se deleitaba en lubricar la estrechez de mi conducto, me exitaba tanto esa sensación de ser invadida con su dedo, lo sentía agitarse por dentro, abriendo espacio, mientras yo pasaba mis dedos por mi vulva, estrujando mi clítoris lo cual inefablemente me llevó a lograr un orgasmo que me hizo gritar de placer.
Nos besamos nuevamente, y quedé recostada en su pecho satisfecha, pero sumida en mis pensamientos.
Que noche!!, deliciosa, no podía negarlo, dos intensos orgasmos, pero algo me dejaba confundida, me parecía insólito que siendo multiorgasmica, y teniendo mucha facilidad para conseguir orgasmos, él se hubiera venido antes que yo. Eso si era extraño, al disimulo mire nuevamene el reloj y confirme que definitimamente era muy extraño….
En la mañana salimos a hacer los trámites de mudanza, habíamos planeado, pasar el dia juntos y realizar el traslado el domingo, de forma que pudiéramos aprovechar al máximo el fin de semana.
Lamentablemente se nos pasó un pequeño detalle, las empresas de traslado que visitamos no laboraban los domingos, asi que nuestro planes se hecharon por los suelos y teníamos que volver ese mismo dia, en fin al menos podía adelantar las adecuaciones.
A eso de las cuatro de la tarde llegamos a nuestro destino, había que aprovechar al máximo, a los trabajadores, asi que no nos quedó más remedio que echarle manos a la obra. Nos hicieron falta unas herramientas, por lo que Rafael me indicó en que lugar de la bodega las guardaba y me dirigí hacia su casa.
Abri la puerta, parecía no haber nadie, quizá mi hermana descansaba en su habitación y caminé hacia alla, quería ver si su carita se veía mas linda con el par de cuernos que le habíamos montado, sonreí malévola, no es que la odiara, ni le deseara el mal, solo que la quería a mi manera, abri despacito para no asustarla puesto que nos esperaba al dia siguiente.
La imagen que vi, no se si me produjo, sorpresa, risa, enojo, envidia, pero allí estaba ella, con su presiosa cabello castaño agitándose, con la carita dulce trasformada en una mueca, y su cuerpo casi convulsionado….
Estaba ubicada en cuatro, con sus senos bambolenadose al ritmo de las arremetidas que recibia, con su trasero levantado, por la ubicación de perra, y delirante por aquella pieza que le taladraba el coño, que puta era!!, jajaja, mi dulce hermanita resultó más traicionera que yo, sí, doblemente traicionera, zorra!!! Nos daba una puñalada por detrás, porque quien se la estaba cogiendo era David, el amigo de Rafa y el hombre con el que supuestamente yo empezaba a salir.
Vaya venganza la mia, me reproché, acostarme con su esposo que resultó demasiado “rápido” y que por lo visto a ella le importaba un carajo!! puesto que allí estaba disfrutando de una buena cogida… él la sujetaba por las caderas, y sus movientos profundos la hacían gritar hasta contorsionarse. Aquel cuerpo atlético, aquellos muslos fuertes, aquel…aquel…intrumento bien dotado, no hicieron sinó que mojara mis bragas. Cómo no noté lo que había bajo esa carita de niño bueno.
Su cadera se agitaba, sobre aquel coño mojado, resbalaba y cada dos o tres metidas golpeaba con profundidad haciéndola gemir, sus manos la sujetaban de sus pechos y ella expulsaba su cola hacia atrás como clara muestra de que queria mas, y el se lo daba, se lo daba todo….
Un calor intenso empezó a calentarme las piernas, pasé mis manos por encima del jen, pero la tela gruesa no me dejaba acariciarme como yo quería, bajé el cierre, metí mis dedos por dentro de mi panti y a medida que él la penetraba yo procuraba hacer lo mismo con mis dedos…
Definitivamente mi hermanita me obligaba a replantear mi venganza…