Venganza

Como quise vengarme de una infidelidad de mi novio y termine teniendo una de las mejores noches de mi vida.

El día en que sospeche que mi novio me era infiel, se me vino el mundo abajo.

Lo había enganchado en dos o tres situaciones raras, esas que son 100% sospechosas, pero nunca había podido confirmar nada. La gota que rebalsó el vaso fue el día que una amiga mía se lo cruzo en un bar de capital con una compañera de trabajo. Supuestamente ese día saldría del trabajo y se iría a la facultad.

Si bien no los vio en nada raro, más que compartiendo unas cervezas, yo estaba convencida de que me estaba siendo infiel.

Al principio sentí muchísimo dolor, me la pasaba llorando.. Yo le daba todos los gustos. No tenía necesidad de cagarme.

Obviamente corte con el inmediatamente, sin darle chance a que me explicara nada. Estuve varios días sin atenderle el teléfono, y las veces que vino a casa directamente no lo atendí.

Trataba de contactarme por todos los medios, incluso a través de mis amigas. Pero yo no quería saber nada. Directamente cuando mis amigas me hablaban de él les pedía que dejaran de hacerlo.

Trataba de no salir. Me iba al trabajo, de ahí a la facultad o el gimnasio, y luego a mi casa. No quería ver a nadie. Le había puesto mucho esmero a la relación y esta situación me había devastado.

Con el correr de los días ese dolor se transformó bronca y de a poco empecé a salir un poco más.

Un jueves me llamo Jimena y me dijo que al otro día una de sus compañeras de facultad iba a festejar su cumpleaños en un boliche de Palermo. Si bien yo a su amiga la conocía de haberla cruzado un par de veces, no tenía una relación y menos para ir a su cumpleaños, pero como Jime me insistió después de pensarlo un poco acepte. Total me iba a hacer bien salir un poco después de más de dos semanas con cero vida social.

Le dije a Jime que al otro día la pasaba a buscar, pero ella me insistió y me dijo que iríamos en su auto. Sabía que si yo iba con el mío, tenía muchísimas más chances de irme temprano, y justamente lo que ella quería era que aprovechara a despejarme un poco. A regañadientes acepte y quedamos en que me pasaría a buscar a las 21:30hs.

Al otro día, después de la jornada laboral y del paso obligado por el gimnasio llegue a casa para prepararme.

Después de bañarme estuve un rato largo dudando que ponerme. No tenía ganas de ser muy llamativa porque no conocía el ambiente, y además prefería pasar desapercibida. Así que opte por un jean y una camisa negra. Debajo una musculosa tipo camiseta y una linda tanguita. Cinturón, botas y una colita caballo en el pelo. Un poco de maquillaje, perfume y listo.

Mientras estaba terminando de cambiarme me abren la puerta de la habitación. Era Jime que había llegado hacia un ratito y se había quedado hablando con mis papas esperándome. Como tardaba mucho decidió subir a apurarme.

En cuanto me vio su cara no fue la mejor. Indudablemente no le convencía lo que me había puesto, y era obvio que no combinaba con lo que ella llevaba.

Jime tenía puesto un vestido negro bastante pegado al cuerpo. Al ser de contextura más bien gordita, sus pechos siempre fueron de resaltar, y ese día no era la excepción. El escote del vestido no podía ocultar esos pechos. El vestido era por las rodillas, y debajo llevaba unas botas.

-“Escúchame Nati, si no queres venir no vengas. “ – fue lo primero que me dijo.

“porque me decís eso?.” – le pregunte.

“Mira como estas vestida!!!, ponele un poco más de onda. No te digo que vayas de levante porque sé que no estas de ánimo, pero por lo menos si vas a venir vestite como lo haces siempre que salís. Yo así no te llevo. No te enojes pero así no puedo llevarte.”.

Tenía razón. Le había puesto muy poco esmero. En realidad era un poco por desconocimiento y otro poco voluntad.

“ok”, le dije. “ayúdame a cambiarme”.

Empezamos revolver mi placard. La verdad es que ropa nunca me falto y tenía que ponerme para cada ocasión.

Después de revolver durante un rato nos decidimos por un pantalón blanco bastante ajustado, y una musculosa negra mucho más fina y elegante que la anterior. Era un poco transparente, pero igual decidí ponérmela sin corpiño, de noche y dentro del boliche poco se podía ver.

Debajo unas botas y un saquito como abrigo.

Me maquille un poco más, y nos fuimos. Antes de salir me mire en el espejo y si bien no estaba demasiada llamativa, el solo hecho de que se me viera la tanga a través del pantalón ya sabía que acapararía miradas.

Nos subimos al auto y al rato estábamos en el boliche.

Al principio me sentí bastante incomoda, ya que la amiga de Jime tenía un especio en el VIP reservado, por lo que me era difícil pasar desapercibida entre la gente. De todos modos Jime se quedó al lado mío y en breve me encontré conversando con su grupo de amigas.

Comimos pizza, pero yo no tenía mucha hambre por lo que solo comí una porción. Eso sí, aproveche y tome varias cervezas.

Con el correr del tiempo el lugar se empezó a llenar cada vez más, hasta que en un momento decidimos bajar a donde estaba la pista. El lugar estaba llenísimo y en poco tiempo nos mezclamos entre la gente y comenzamos a bailar.

Yo bailaba con Jime, quien se turnaba conmigo y su grupo de amigas. Obviamente no tardaron en aparecer los pesados de siempre que se nos ponían a bailar alrededor tratando de ganarse nuestra atención. De todos modos yo estaba en mi mundo disfrutando y divirtiéndome como había tiempo no lo hacía.

En un momento se nos acercaron 4 amigos, la verdad que bastante lindos todos, y se pusieron a bailar al lado nuestro. No nos decían nada, pero era evidente de que estaban buscando el momento para atacar. Y si, no paso mucho. El que estaba más cerca mío mientras bailaba me pregunto cómo me llamaba. De a poco trataba de armar una conversación aunque el baile y la música lo dificultaban bastante. Se me acercaba como tratando de hablarme al oído por la música. Yo no lo rechazaba y de a poco aceptaba el juego. No había decidido nada. Solo le seguía el juego. El al ver que la conversación fluía aprovechaba y se acercaba más, ya sea para hablar como para bailar. Después de un rato me invita una cerveza, por lo que nos vamos juntos a la barra. En el trayecto de la pista a la barra sentía como sus manos se apoyaban en mi cintura. Cada tanto al frenar para dejar pasar a alguien, el aprovechaba para pegar su cuerpo al mío, lo que en más de una oportunidad me permitió sentir como me apoyaba.

Una vez en la barra, y después de pelear un rato con la gente, logramos comprar las cervezas.

Cada tanto aparecía uno de sus amigos y se quedaba charlando con nosotros, y de la misma manera que él, se me acercaban para hablar tratando de lograr un roce con mi cuerpo. Yo me dejaba, el juego me gustaba y el alcohol y la música me estaban poniendo cachonda.

Después de tomar la cerveza volvemos a la pista, pero no logre encontrar a Jime. Pensando que se habría ido al baño me puse a bailar nuevamente con mi “amigo” y sus amigos. Sabía que en cualquier momento Leandro, así se llamaba, trataría de dar un paso más. La situación era de manual y no era la primera vez que la vivía. Y así fue. En pleno baile se me acerca y en uno de los tantos comentarios me dice, “siempre andas sin corpiño?”. Era evidente que al bailar mis tetas se movían más de lo habitual y ese movimiento había llamado la atención. Obviamente tenía dos opciones, o seguía avanzando, o respondía de manera cortante para enfriar la situación. Lejos de intimidarme decidí avanzar. “por lo general trato de andar sin corpiño, me siento mucho más cómoda y me encanta llamar la atención”, fue mi respuesta. Los ojos de Leandro se iluminaron y no dejo escapar su oportunidad. “también, tenes unas tetas hermosas, haces bien en mostrarlas”. Me robo una sonrisa, espere el beso, pero no vino. Leandro era bastante grandote, en el límite de lo gordito con lo morrudo. De cara era normal, pero había algo que me atraía. Probablemente en otra situación ni siquiera me hubiese fijado en él, pero esa noche fue quien primero apareció y se ganó mi atención. Pero estaba tardando demasiado y ya empezaba a aburrirme. Con la excusa de buscar a mi amiga me disculpe y le dije que volvía enseguida. A Jime la encontré arriba, en el VIP, donde estaban nuestras cosas. Estaba muy acaramelada con un compañero de la facultad, pero al verme me pregunto si me quería ir. No quería ser aguafiestas, así que le pedí que me acompañara al baño. Una vez ahí le deje en claro que cuando quisiera irme me tomaba un taxi, que de despreocupara por mí. No tenía intención de arruinarle la noche. Ella insistió, pero después de un rato entendió que no iba lograr de que cambiara de parecer. Así que con un beso medio que nos despedimos ya que era evidente que ella se iba a ir acompañada de su compañero de facultad y yo me volvería a casa en taxi.

Al salir del baño nos cruzamos con uno de los amigos de Leandro, que no había perdido oportunidad en rozarme o acercarse a hablarme. Jime siguió camino y yo me quede charlando con él. Se llamaba Ezequiel y era evidente de que no me iba a librar tan fácil de él. Se me puso a charlar de cualquier cosa, pero a los pocos minutos empezó a piropearme. Yo agradecía los comentarios, pero disimuladamente trataba de zafar de la situación. No habrá pasado mucho tiempo hasta que trato de darme un beso. Quise tirar la cabeza para atrás, por reflejo, pero la pared no me lo permitió y la boca de Ezequiel termino en mi mejilla. Sin darse por vencido se acomodó, con una mano me agarro por la nuca, y sin yo resistirme mucho, logro besarme. Al principio fue tímidamente de mi parte, pero al poco tiempo comencé a seguirle el ritmo.

Nos besamos con ganas y enseguida su cuerpo se apoyó contra el mío. Podía sentir su pene totalmente erecto apoyarse contra mi pelvis. Con uno de sus brazos envolvió mi cintura, acercándome aún más. Estuvimos en ese lugar varios minutos, pero el ir y venir de la gente ya era molesto. Logre “escapar” y me dirigí para la pista. En realidad no se para que, ya que Jimena estaba arriba, y yo sola abajo. Mientras caminábamos podía sentir como Ezequiel apoyaba una mano en mi culo. Al principio la dejo quieta, pero al ver que yo no le decía nada empezó a apretarla cada vez más. Cuando llegamos al medio de la pista nos pusimos a bailar y enseguida aparecieron sus amigos, entre ellos Leandro. Estuve bailando un rato con ellos, y aprovechando sus bebidas. Se turnaban para bailar conmigo y no perdían oportunidad para apoyarme o incluso manosearme la cola. Yo ya no sabía quién era el que me tocaba, simplemente disfrutaba la situación. Me notaba excitada, y sentía mi tanga bien húmeda.

De todos modos yo enfocaba más en Ezequiel y en Leandro, dejando un poco relegados al resto quienes empezaron a dispersarse en busca de nuevos horizontes. En un momento se me acerca al oído Leandro y me dice, siempre si dejar de bailar, “viste lo que te dije de las tetas?, bueno, la luz violeta me está matando”. No entendí el comentario hasta que me percate que la luz violeta me estaba jugando una mala pasada. Se me veía todo. Mi estado no hizo que me tapara, sino tan solo que me riera y acercándome al oído le dijera, “espero que no te mueras y las puedas seguir disfrutando”. Nos miramos y comenzamos a besarnos. Me sentía mareada, las luces, el calor, y el encierro me estaban haciendo sentir mal. Pero disfrutaba del juego, del beso. Pude sentir nuevamente una mano en mi cola, pero no sabía si era Ezequiel o Leandro. De pronto pude sentir como otro cuerpo me apoyaba por detrás. Era Ezequiel que no quería quedarse afuera. Sentía su pene incrustarse en mi cola. Me lo frotaba y mientras trataba de tocarme las tetas. Me di vuelta y comencé a besarlo, mientras Leandro fue quien comenzó a apoyarme. No sé si paso una hora o solo unos minutos, pero yo estaba entregada. De pronto logro abrir los ojos y veo que había varias personas mirándonos a nuestro alrededor. Esto me hizo volver a la realidad y disculpándome me aleje de ambos. Si bien me gustaba la situación y me sentía extremadamente excitada, no daba dar un show gratis en medio de un boliche sin saber con quién me podía cruzar. Bailamos un poco más donde ellos intentaron volver al ataque ya sin éxito. En un momento se me acerca Leandro, y comenzó a besarme, pero cuando volvió a tratar de tocarme disimuladamente lo frene y le dije, “acá no, hay mucha gente y no sé quién me puede ver”. Lo entendió perfectamente pero en ningún momento me dijo de irnos a otro lado. Esto me dejo media descolocada, y seguí bailando como si nada. Ezequiel, que en ese momento había ido al baño, llego con dos cervezas más. Yo no quería seguir tomando, ya que no solo estaba mareada, sino que también sabía que el alcohol me desinhibía aún más. Ezequiel cruzo unas palabras con Leandro, y al poco tiempo se me acerco y me pregunto al oído si quería ir a otro lugar. La verdad es que el clímax daba para seguir todo en otro lado, pero también tenía mis dudas sobre si avanzar o no. En principio acepte salir del boliche. Tenía mucho calor, estaba mareada y necesitaba aire. Fui arriba a buscar mis cosas y solo quedaban algunas amigas de Jime. A ella no la vi y tampoco estaban sus cosas, por lo que deduje que ya se había ido con su amigo. Leandro y Ezequiel me estaba esperando en la puerta. Una vez afuera el aire fresco me despabilo un poco. Quise prenderme un cigarrillo pero no tenía encendedor, y los chicos tampoco, pero Leandro gentilmente le pidió uno a los de seguridad y me ayudo a prenderlo. Nos quedamos charlando un poco en la puerta mientras yo fumaba mi cigarrillo. Me puse mi abrigo porque afuera estaba fresco y mis pezones se notaban más que nunca, y note en dos o tres oportunidades como me los miraban tratando de disimular. Al ponerme el abrigo me hicieron un comentario en desaprobación, y los tres nos reímos.

Como no avanzaban y yo no estaba segura de querer avanzar, les dije que me iba a tomar un taxi, momento en el que ellos se ofrecieron a llevarme a casa. Dude, pero daba la casualidad de que vivían relativamente cerca. Jamás me subí al auto de un extraño, y menos con dos hombres, pero no sé qué me paso ese día y acepte.

Caminamos unas dos cuadras hasta el auto, y durante el camino Leandro me abrazo de manera tierna. De los dos, Leandro parecía ser el que apostaba a algo más que sexo de una noche. Ezequiel siempre me dio la sensación de que lo único que le interesaba era terminar en la cama conmigo. Caminamos de esa forma hasta que llegamos al estacionamiento, y mientras Ezequiel buscaba el auto, Leandro aprovecho para besarme nuevamente. No me resistí y estuvimos de esa manera hasta que llego Ezequiel con el auto.

Leandro me pregunto si quería ir adelante, a lo que me negué y me senté atrás del acompañante. Ellos dos iban delante. En el trayecto Ezequiel me pregunto dónde vivía, y enfilo para el lado de mi casa. No se dé que hablaban entre ellos porque poco los escuchaba, y no sé qué se me cruzo por la cabeza en ese momento, pero de la nada les pregunte si no preferían ir a otro lado. “chicos, son las 3 AM, si quieren podemos ir a otro lado, todavía es temprano”. Ni bien termine de decirlo, sentí que me arrepentía. Pude ver como se agrandaban los ojos de Ezequiel por el espejo retrovisor. A Leandro no lo podía ver, pero cuando se dio vuelta para mirarme, pude ver una sonrisa dibujada en su rostro. Se hizo un silencio de unos segundos que parecieron una eternidad.

No era la primera vez que iba a estar con dos hombres, pero si la primera vez que lo iba a hacer con dos desconocidos.

Ezequiel fue quien primero rompió el silencio, y me pregunto si quería ir a la casa. “No”, respondí a secas, “hay un telo cerca, te dejan entrar de a más de dos personas”. Ezequiel me pregunto la dirección, pero no la sabia, solo sabía cómo llegar. A duras penas pude indicarle, sabia el recorrido desde mi casa, por lo que sin decirles nada los hice pasar por la puerta.- Al llegar los tres estábamos nerviosos. Entramos con el auto y Ezequiel pidió una habitación para tres, tal como indicaba el cartel que había detrás de quien nos atendía. Enfilamos con el auto y subimos por la escalera, a la habitación. Una vez dentro, me disculpe y me dirigí al baño. Mientras me lavaba la cara y me miraba al espejo, estuve a punto de arrepentirme. Pero la verdad es que estaba excitada, y ya no había margen para echarme atrás. Me ate el pelo y salí de la habitación. Detrás mío entro Leandro al baño. Me quede sola con Ezequiel. Ya habían puesto música y habían pedido unas cervezas que estaban sobre la mesa de luz. Ezequiel abrió una y me ofreció un poco.

No quise tomar, pero lo que si acepte fue el beso que me dio. Empezamos a besarnos tan apasionadamente como en el boliche. En eso escucho que Leandro sale del baño y se acerca detrás mío. Comienza a manosearme la cola, y como puede las tetas. Trato de darme vuelta, pero Ezequiel no me deja. Seguimos así un rato hasta que siento que empiezan a levantarme la musculosa. Enseguida mis tetas quedan al aire, y varias manos empiezan a masajeármelas. Ezequiel se siente en la cama y empieza a chupármelas. Leandro da la vuelta y es el quien me besa ahora. Mientras Ezequiel me chupa las tetas, siento como trata de desabrocharme el pantalón. Al no poder lo ayudo. Me lo baja dejándome en tanga. Las manos ahora recorren mi cola y mis tetas. Yo ya estoy entregada. Me muevo para acostarme sobre la cama, por lo que me ayudan a sacarme las botas y el pantalón que había quedado sobre los tobillos. Ezequiel se acuesta al lado mío y comienza a besarme las tetas. Leandro se arrodilla en el piso, y aprovechando que mis piernas casi están colgando sobre la cama y mi vagina en el borde de la misma, me corre la tanga y empieza a chupármela. Yo con mi mano derecha trato de agarrar el bulto de Ezequiel, pero no llego, así que con mi otra mano agarro la cabeza de Leandro hundiéndola aún más en mi entrepierna. Ezequiel se levanta y comienza a sacarse la ropa, quedando solo con un bóxer que no podía ocultar la erección. Se acerca arrodillado en la cama de manera que mi mano logre entrar por el agujero del bóxer y dejar su pene al aire. No era ni muy grande ni muy chico, normal. Pero brillaba producto de que ya había desprendido algo de semen. Como puedo lo acerco y comiendo a chuparlo. La cabeza estaba dura, parecía que en cualquier momento explotaba. Ezequiel comenzó a decirme de todo, que era una bestia, que la chupaba muy bien, que tenía un lomazo, unas tetas bárbaras, etc. Mientras Leandro seguía dándome una lección de sexo oral. Como pude me erguí un poco y gire sobre el pene de Ezequiel para poder chuparlo mejor. No pude aguantar mucho ya que enseguida se me canso el brazo y tuve que volver a acostarme. Ezequiel lo entendió, y parándose se sacó el bóxer quedando completamente desnudo.

Tenía un buen lomo. Se notaba que lo trabajaba en el gimnasio. Se acercó, paso una pierna por encima mío casi sentándose sobre mi pecho, y me dejo su pene a la altura de mi cara. Como pude volví a chupárselo. La posición me causaba gracia ya que no me dejaba moverme. Solo era abrir la boca para que él se moviera. Me estaba cogiendo la boca literalmente hablando.

En un momento, sin poder verlo, siento como Leandro comienza a sacarme la tanga. Como puedo muevo las piernas para tratar de ayudarlo. Al ver mi pelvis completamente depilada largo un comentario. “hermosa Nati, toda depilada como me gusta”. Mientras tanto comenzó a penetrarme con varios dedos. Desde donde estaba podía escuchar el ruido que hacían mis fluidos con el entrar y salir de sus dedos. Yo sentía que en cualquier momento iba a acabar. Y así fue, mientras Leandro me masturbaba, y Ezequiel me cogía por la boca, tuve uno de los mejores orgasmos que recuerde. Mis gritos fueron fuertes, porque me lo hicieron notar con un comentario. Ni bien termine de acabar y de un movimiento, le indique a Ezequiel que se levantara y acostara tal como estaba yo. Con una mano agarre a Leandro y lo acomode al lado de su amigo. Todavía tenía la ropa puesta, por lo que le pedí que se sacara todo. No tardo mucho. Su cuerpo era notablemente diferente al de Ezequiel. Se notaba más gordito, pero mi sorpresa fue cuando se sacó el bóxer. Tenía un pene que era el doble que el de Ezequiel. Y estaba tan erecto que parecía tener un ángulo positivo de 45 grados. Leandro se acomodó al lado de Ezequiel, y yo arrodillándome en el piso comencé a chupársela a los dos. Mientras se la chupaba a uno masturbaba al otro. Y así sucesivamente. Estuve de esa manera un buen rato, pero me llamaba la atención el pene de Leandro. Cuando lo masturbaba, mi mano cubría bastante menos que la mitad. Y cuando me lo ponía en la boca, en más de una ocasión me genero una ahorcada. De todos modos trataba de ser equitativa.

En eso siento que Ezequiel se pone más tenso que lo normal, en señal de que estaba por acabar. Me ayudo con la mano a aumentar el ritmo y con mi mejor cara de puta empiezo a pedirle que acabe. No se resiste, y su semen empieza a salpicar para todos lados. Gran parte termina en mi pelo y cara. Ahora estoy lista para abocarme a Leandro. Me levanto del piso y me acuesto arriba de él, dejándole mis tetas a la altura de la cara. No pierde tiempo y comienza a chupármelas. Yo me froto contra ese pene enorme. En eso siento como con una mano trata de penetrarme. Solo dejo que entre la cabeza. Me roba un gemido. Pero vuelvo de mi éxtasis y le pido que se ponga un preservativo. Se levanta de un salto y agarra el que está sobre la mesa de luz. Yo aprovecho y me acuesto boca abajo en la cama, dejándole mi culo a la vista. Leandro se pone el preservativo y se acuesta sobre mí. Yo saco la cola y el arrodillándose comienza a penetrarme. Primero la cabeza, donde con mi mano lo freno para que se quede quieto. Es grande y si bien no me duele, lo disfruto a full. Saco un poco más la cola, en señal de que me penetre lentamente. De a poco comienza a entrar y yo a gemir mas fuerte. Siento que voy a explotar. Leandro empuja pero ya no hay lugar donde empujar. La estoy disfrutando a full, en ese momento pienso en Julian y me da aún más ganas de seguir disfrutando. Todos los gustos le di. Lo acompañe a todos lados, hice lo que quería, me acosté son sus amigos, viaje donde me pedía, etc. Y el muy hijo de puta me lo pago siéndome infiel. Ya había pasado el duelo, ahora era el momento de disfrutar. Me imaginaba su cara el día que le contara que me había acostado con dos flacos. Lo quería hacer y lo iba a disfrutar. Saco más la cola y empieza a dolerme. Mi vagina no aguanta más, pero semejante pene me roba un nuevo orgasmo. Grito de placer y siento como Leandro apura el ritmo ya que él también está por acabar. Cuando me doy cuenta de que esta en el clímax máximo, salgo, me doy vuelta y con una mano le saco el preservativo. Sigo masturbándolo mirándolo a los ojos. Cada tanto chupo la cabeza de ese pene hermoso que comienza a desprender semen para todos lados. La gran mayoría termina en mis tetas. No dejo de masturbarlo hasta que noto que ya no sale una gota más. Y empiezo a limpiarlo con mi boca. No me gusta el sabor del semen, pero cuando estoy tan excitada no tengo drama en tragarlo. El pene de Leandro va perdiendo rigidez, pero aun así sigue siendo enorme.

Ezequiel sigue acostado en la cama, y yo me tiro ala lado. Leandro me sigue. Los tres quedamos acostado mirando el techo. Nadie dice nada y soy yo quien primero rompe el silencio.

Nos ponemos a charlar como grandes amigos. En realidad nos estamos conociendo. En el boliche habíamos hablado de boludeces, y ahora era el momento de conocernos mejor.

Leandro no tenía novia. Ezequiel sí. Ambos eran amigos desde la infancia, y vivían uno cerca del otro. La casualidad hizo que vivieran cerca de mi casa, y para terror mío teníamos algunos conocidos en común. Es más, en un momento sospeche que Ezequiel conociera a Julian. Obviamente en ese momento establecimos una especie de pacto de silencio. Continuamos charlando un rato más, siempre en la cama, aunque los chicos turnándose habían pasado por el baño. Yo todavía sentía el gusto a semen en mi boca. Los dientes estaban pegoteados. Sentía que el pelo lo tenía en algunos lugares duro, y la piel tirante. Leandro estaba sentado en la cama, con la espalda contra el respaldo. Ya eran las 5 AM, y un buen momento para ir a casa. Me levante para ir al baño, y los comentarios de los chicos no se hicieron esperar. Me lave un poco y aproveche para lavarme los dientes con el cepillo descartable que había en el baño. Cuando salí, con intensión de empezar vestirme, veo que Ezequiel estaba de nuevo masturbándose, y su pene ya bastante erecto. Me sonrió y me dice que el todavía no me había cogido, que no lo podía dejar así. Bromeando le digo que eso era porque él había acabado muy rápido, y los tres empezamos a reírnos. Me acerco y me siento arriba de él. Comenzamos a besarnos y el con sus manos a recorrer todo mi cuerpo. Trata de penetrarme, pero no lo dejo y le pido que se ponga un preservativo. Sin decirle nada noto como Leandro le tira uno al que abre con la boca y aun conmigo arriba, empieza a colocarse. Una vez que termina de ponérselo, y haciendo un poco de fuerza con las piernas, me levanto para que logre penetrarme. Su pene casi no se siente al lado del de Leandro, pero el roce y la posición me excitan y enseguida agarro ritmo. Ezequiel me muerde y pellizca los pezones, y hasta con un dedo empieza a jugar con mi culo. Yo salto arriba de esa pija decidida a sacarle de nuevo su leche. Y juego con el ritmo para hacerlo durar un poco más. En eso digo, “veni Lean”, quien se para y se acerca al lado mío dejando su pene flácido a la altura de mi mano, por lo que enseguida comienzo a masturbarlo. Necesito que se endurezca, quiero sentirlo una vez más. Sin dejar de cabalgar arriba de Ezequiel, trato de acomodarme para chupársela a Leandro. En poco tiempo empieza a endurecerse. Me levanto, me doy vuelta, y me vuelvo a sentar arriba de Ezequiel. Pero ahora tengo a Leandro enfrente de mí lo que me permite chupárselo mejor. Se lo chupo con ganas. El objetivo es endurecérselo de nuevo. Por un momento me olvido de Ezequiel, aunque no dejo de subir y bajar. Estoy esperando ansiosa a contarles a mis amigas mi venganza. Me animare a contárselas?. No lo sé.

Por el momento me enfoco en disfrutar. Después de un rato siento que Ezequiel me agarra de los hombros como no queriéndome dejar escapar y por su cara me doy cuenta de que comienza a acabar. Con cuidado me levanto, tratando de que el preservativo no se salga y sin dejar escapar el pene de Leandro de mi boca. Ya está duro, no como antes, pero si duro. Sigo chupándolo pero él me corre y me pone en cuatro patas en la cama. Él se queda parado en el piso y empieza a penetrarme. Quiero salir porque sé que no tiene preservativo, pero no quiero cortar el momento.

Me olvido y me entrego al placer. Disfruto cada embestida con ganas, hasta que sospecho que esta por acabar. La rutina es la misma, salgo, me doy vuelta y me acuesto pidiéndole sus jugos. Lo masturbo con ganas y no dejo de chupársela en ningún momento. Cuando siento que se pone más rígido de lo normal, en señal de que va a acabar, aceleró mi ritmo. Siento el primer lechazo en mi garganta, y la saco de mi boca mientras sigo masturbándolo y chupándole los huevos y el tronco. La cantidad de leche es menor a la vez anterior, pero no es poca. Se la recorro totalmente con mi lengua y labios, dejándola sin una gota de semen en ningún lado.

Así como termine me levante y volví al baño. Necesitaba tomar agua. El gusto a semen, más el alcohol me hacían sentir la boca totalmente pastosa.

Al salir los chicos ya estaban vistiéndose. Yo empecé a hacer lo mismo. Obviamente me pidieron el teléfono. Querían volver a verme. Yo no. Tenía en claro que había sido aventura y locura de una noche. Mitad por despecho y venganza, mitad por excitación. Así se los hice saber. Les blanquee la situación y parecieron entender. De todos modos insistieron.

Nos quedamos conversando un rato más mientras ellos se tomaban las cervezas, calientes después de tanto tiempo, y yo me fumaba un cigarrillo. Pero ya eran las 06:00 AM y me quería ir a mi casa.

No querían que supieran donde vivía, por lo que les pedí que me dejaran en un lugar donde pudiera tomarme un taxi.

Antes de bajarme del auto me despedí de ambos con un beso, y les agradecí por la gran noche que me habían hecho pasar. Volvieron a insistir en vernos, pero me aleje con una sonrisa.

Ya en el taxi me puse a pensar en lo que había hecho, y en cómo iba a disfrutar cuando Julian se enterara.

Una semana después, y cuando ya me sentía mejor anímicamente para enfrentarlo, acepte ir a tomar algo con Julian. Mientras manejaba al lugar donde nos íbamos a encontrar, repasaba una y otra vez como iba a contarle a mi novio, o ex novio, de que en venganza me había acostado con dos desconocidos.

Cuando estuvimos sentados frente a frente sentí como las piernas se me aflojaban. Era evidente que por más bronca que tuviese, lo amaba con toda mi alma. Y lo peor es que después de la charla llegue a la conclusión de que en ningún momento me había sido infiel. Todo había sido un mal entendido. Por suerte en la conversación no tuve o encontré el momento de contarle lo que había hecho, y a medida de que avanzaba la charla me convencí de que no tenía motivo para contárselo. Me fui de esa charla con una sensación ambigua. Por un lado el sentimiento de culpa por haber hecho lo que había hecho, y por el otro el saber que había pasado una de las mejores noches en materia sexual hasta ese momento.

A los pocos días volví con Julian, y un tiempo después me atreví a contarle lo que había hecho cuando estuvimos distanciados.

A Ezequiel no lo volví a ver jamás. A Leandro me lo cruce varias veces por el barrio, y siempre nos saludamos con una sonrisa.