Venganza
Una grosera y mal educada ejecutiva paga por ello
Me convertí en lo que soy casi por casualidad. Tenía 24 años, fuerte ya que hacía deporte y acudía a un gimnasio. Por aquella época por mi trabajo, visitaba varios edificios de oficinas. Siempre había trasiego de personas por las zonas comunes, yo me fijaba especialmente en las chicas. No tenía novia ni pareja fija y estaba caliente y salido ya que follaba poco.
En uno de estos edificios coincidí varias veces con una mujer que debía estar cerca de los cuarenta años, pero bien, pero que muy bien llevados. Por su forma de actuar se notaba que era ejecutiva y además acostumbrada a mandar. Siempre vestía con falda o vestidos, nunca la vi con pantalones. No sabía ni su nombre ni donde trabajaba pero me ponía a cien cada vez que la veía. Ella no conocía ni mi existencia.
Un día de forma accidental nos chocamos, se le cayeron unos papeles que llevaba en la mano, la ayude a recogerlos tras disculparme y en lugar de darme las gracias, la tipa me monto una buen bronca, lo único bueno fue la visión que me ofreció de sus pechos cuando nos agachamos a recoger los papeles. Me molesto mucho su actitud grosera.
A pesar del malestar que sufrí cuando recordaba lo sucedido me excitaba pensando en lo bien que lo pasaría con aquella mujer. Me pajee varios días pensado en ella y en su boca, especulando lo agradable que debía ser meterle la polla en ella.
Pasaron par de meses, me cruce con ella en más de una ocasión y ni que decir tiene que no me saludo y mucho menos reconoció.
Una tarde, ya a última hora, la vi que se paro en la recepción del edificio y le oí decir que se marchaba y se dirigió hacia los ascensores, eso era porque tenía el coche en el parking.
Sin pensarlo, baje corriendo por la escalera. Conocía bien el inmueble por mi trabajo. Espere en una esquina de los pasillos por donde yo sabía que pasaría para ir al estacionamiento.
Nada más que paso, me abalance sobre su espalda. Con una mano la tape la boca para que no chillara. Yo deseaba que me hiciera una mamada, pero sabía que no iba a ser fácil. Temía que me viera la cara y pudiera identificarme. La introduje en unos aseos.
Le tape los ojos con su propio pañuelo que llevaba en el cuello y con cinta de embalar que yo tenía le cerré la boca.
La metí en una cabina y mientras que trataba de zafarse, le dije:
-Sabes lo que va a pasar puta, soy más fuerte que tu.
Trato de decir algo, pero la cinta en su boca lo impedía. Saque mi dura polla. Le subí la falda y aparte sus bragas. Comencé a pasarle la verga por las nalgas. Ella trataba de soltarse, me dio una patada. Le agarre un pecho por encima de la blusa, busque el pezón y se lo retorcí todo lo que puede. Le debió doler bastante, trataba de gritar y algún gruñido salió de su boca a pesar de la improvisada mordaza, pero se quedo quieta y comenzó a llorar.
Inicie una tanda de azotes con la mano en su culo, mientras que la decía que era una grosera, mal educada, puta y otras lindezas parecidas. Le puse las nalgas bien coloradas.
Solté a mi presa para quitarme el cinturón. Iba a poner en práctica una cosa que había visto en una película porno. Ajuste el cinto a su cuello, lo apreté pero no mucho ya que solo quería poder controlarla.
Toque su vulva y note que la tenía semi depilada, eso me incendio más si era posible. Aproveche para abrir sus labios vaginales y comprobé que estaba húmeda. Ella intento separarse y yo tire del cinturón. Entendió perfectamente y se quedo quieta.
-Además de zorra –le dije- eres una perra caliente.
Me ti dos dedos en su coño y comencé a follarla con ellos y al mismo tiempo me ocupe de su clítoris. Me importaba un carajo que ella gozara pero eso que estaba haciendo era una de mis fantasías no realizadas y aproveche la ocasión.
Me pareció que dio un gemido o tal vez era mi deseo oírlo, no lo sé, pero sin sacar los dedos pare de follarla.
-Si eres buena –le comente al oído- y no gritas te quito la mordaza. Si eres mala solo tengo que tirar de la correa.
Observe que asintió con la cabeza. Le quite la cinta de embalar con la advertencia de que no hablara ni gritara.
Volví a follarla de nuevo con los dedos. Al momento ella comenzó a gemir de forma discreta.
No tardó mucho en estar a punto de caramelo por lo que saque mis dedos de su vagina dejándola con la miel en los labios. Hice que chupara mis dedos.
-¿Te gusta tu flujo?
No dijo nada, la di un par de azotes en el culo, fuertes.
Asintió de nuevo con la cabeza, no se atrevió a hablar.
Mi verga estaba dura como nunca. Pensé que no iba aguantar mucho, así que decidí follarla despacio. Primero le abrí la blusa y le sobe las tetas, luego se las saque del sujetador y volví a tocárselas y a jugar con los pezones, los pellizque y retorcí pero no demasiado fuerte no quería que se enfriara por el dolor. No lo sabía en aquella época pero luego comprobé que si la mujer estaba caliente me resultaba mucho más satisfactorio. También aproveche para hacerle alguna foto con mi móvil.
Le metí la polla de un solo golpe y ella gimió. Me resulto agradable, pero no tanto como había supuesto follarla despacio. La puta se movía cada vez más rápido, supuse que estaba ya excitada.
Cuando note que me faltaba poco para correrme, se la saque y la obligue a que se arrodillara. Le apreté la cara para que abriera la boca y se la metí.
-Haz que me corra si no quieres que te de una paliza que te mande al hospital, guarra.
Comenzó a comerme la polla con ansia, creo que quería que fuera lo más rápido posible. Y lo consiguió. Volví a hacerle alguna foto más que aunque con los ojos vendados yo pensaba que se la podía identificar perfectamente.
Apreté su cabeza contra mí y le obligue a que se tragara mi semen. Luego hice que me limpiara la verga de los restos de mi leche.
Con cuidado registre su bolso, cogí una tarjeta profesional y en su documentación comprobé su dirección particular. Le quite la correa del cuello.
-Puta –le dije- sé dónde vives, donde trabajas y te he sacado algunas fotos, así que ten cuidado con lo que haces y dices.
Antes de salir y pensando en humillarla más agregue:
-Ya que te arreglas los pelos del coño es mucho más excitante si lo tienes depilado del todo.
Salí rápidamente del aseo y me marche de allí, dejándola llorando sobre la taza del inodoro.
En los días posteriores, cada vez que pensaba en lo ocurrido tenía una fuerte erección. Cuando me masturbaba recreaba la situación logrando un placer como nunca.
Habían pasado ya tres meses desde el incidente de garaje pero yo no me quitaba de la cabeza a Carmen, que por cierto así se llama. Pensé en repetir con ella pero quería mas no me bastaba con un polvo como en la ocasión anterior. Fui pensando opciones y comencé a vigilarla para ver cómo podía llevar a cabo mis deseos.
Un viernes salió del trabajo y en lugar de ir a casa tomo la carretera de la sierra. Me intrigo y decidí seguirla. Me llevo a un pueblo, típico para pasar el fin de semana en la media montaña. Se paro ante un chalet situado en las afueras y bastante discreto. Abrió la verja y llevo el coche al garaje. Fue a la puerta de entrada llevando las llaves en la mano pero antes llegar miro en una especie de escondite donde comprobó que había otras llaves, supuse que eran unas de repuesto por si pasaba algo.
Espere un par de horas y no recibió ninguna visita por lo que me volví a la ciudad. Pensé que se habían abiertos nuevas posibilidades.
Elucubre un plan y decidí llevarlo a cabo un fin de semana. Antes comprobé que las llaves escondidas eran de la casa.
Lo intente un par de veces pero no pude llevarlo a cabo por circunstancias. Me dije que a la tercera seria la buena.
Ese viernes la espere en el garaje cerca de su coche, por fin no había nadie como en las ocasiones anteriores.
Cuando abrió las puertas del auto, me acerque por detrás y la deje sin sentido. La introduje en el maletero y con cinta ate sus manos por la espalda y también sus tobillos. La metí un trapo en boca y lo fije también con cinta. Arranque el coche y lo dirigí hacia la casa de fin de semana.
Al llegar guarde el coche en el garaje para que no se viera no fuera que algún vecino pasara a saludar.
Me puse un pasamontañas para que no viera la cara y abrí el maletero. La ayude a salir. Estaba muy nerviosa, la verdad era que yo también estaba nervioso, era mi primer secuestro.
Era digno de verse la cara que puso cuando se dio cuenta donde estábamos. Subimos al salón, costo un poco de tiempo ya que ella tenía los pies atados por los tobillos.
-Te voy a quitar la mordaza –dije- pero ya sabes que no quiero que grites, me molesta y tendría consecuencias nada agradables para ti ¿Entendido?
Contesto con la cabeza y procedí a quitarle el trapo de la boca. Se quedó callada mirándome como si sopesara algo, al fin hablo.
-Eres el mismo que me violo en los aseos –afirmo-
-Pues sí, eres lista –me burle-
-¿Por qué me has secuestrado? ¿No fue suficiente con la otra vez?
-Porque me gusto y no fue suficiente para mí y tal vez para ti tampoco.
-Seguro que cuando avisen a la policía de mi desaparición vendrán por aquí.
-Buen intento –le respondí- hasta el lunes no te echarían en falta pero eso no sucederá porque estarás en tu oficina.
Me acerque a ella quitándome el cinturón y se lo puse en el cuello. Le solté las ataduras e los tobillos y de las manos.
-Desnúdate –ordene-
-No –contesto-
Mi respuesta fue darle una bofetada y un tirón a la correa.
-Animal –me insulto-
Otra bofetada con toda la fuerza. Le deje marcados los dedos en la cara. Se le saltaron las lágrimas y comenzó a desnudarse.
Observe que llevaba el coño completamente rasurado. Me gusto pero no la dije nada.
Cuando termino le metí dos dedos en el coño, húmedo como pensaba. Hice que los chupara.
-Ves como eres una guarra que se calienta con nada.
Me senté en un sillón y la tumbe sobre mis rodillas. Conoce a acariciarle las nalgas, recorriéndolas con la yema de los dedos. Cuando más confiada estaba le solté varios azotes, no muy fuertes. No era un castigo, quería comprobar su respuesta. Se mojo el todo.
Inicie a tocarle el clítoris y dos dedos dentro de su vagina. Se fue excitando, primero suspiraba y luego gemía sin cortarse. Cuando pensé que estaba cerca de llegar al orgasmo pare.
“Oh no pares” oí que decía.
-Te correrás cuando yo quiera, me pedirás permiso ¿Entendido?
-Si –dijo en un susurro-
-No te oigo.
-Siiiiii –grito-
Le di cinco o seis azotes en su redondo culo, esta vez fuerte, para que se diera cuenta que era un castigo, entre gritos de la que no le pegara. Cuando termine le dije:
-De ti depende que se repitan los castigos.
La baje de mis rodillas y me saque la verga. Tire de la correa y su cabeza se fue acercando a mi polla. Supo perfectamente lo que deseaba y no debí decírselo. Cuando estaba a su alcance se metió en la boca mi pene. Me la mamaba con decisión pero lentamente. La puta lo hacía bien, a saber cuántas se había comido anteriormente.
Estaba a punto de correrme, saque mi polla y termine en su cara. Le pillo por sorpresa. Salto hasta su pelo. La verdad era que preparándome para el fin de semana, llevaba desde el domingo anterior sin vaciarme así que imaginar la cantidad de semen que solté. Por cierto también reserva de cierta pastillita azul.
-¡Pero qué guarra eres! –le grite- Estas pringosa, cerda.
-No es culpa mía –me contesto-
-Claro que es tu culpa, no abriste la boca.
-No lo sabía, joder.
Me levante y de la correa la lleve a cuatro patas hasta el baño. Hice que se metiera en el plato de ducha. Viéndola allí se me ocurrió cumplir otra fantasía.
Comencé a mearme sobre su cuerpo, especialmente en la cara y pelo.
-No, no, cabrón –dijo-no, no, cabrónnnnnn.
-Y tu una guarra, seguro que tienes el coño empapado, cerda.
Termine de orinar.
-Ahora me vas a limpiar la polla con tu lengua.
No hizo ningún movimiento por lo que me vi obligado a retorcerle un pezón y a tirar de la correa. Fue suficiente, Cuanto término de limpiarme la verga, estaba reluciente, como nunca lo había estado.
La incorpore tirándole el pelo. La acaricie los pechos, bueno mas bien se los sobe. Los pezones están duros como piedras.
-Estas muy excitada –le susurre-
Fui bajando mis dedos hasta que llegue a su vagina, le metí dos de golpe. Comencé a follarla con ellos. Directamente comenzó a gemir, aumente el ritmo e introduje otro dedo. Se retorcía de placer, vicio y calentura.
Opte por apoyarla sobre mi cuerpo y al tiempo que la sujetaba con el brazo libre con la mano le trabaja las tetas.
-Mastúrbate –le ordene-
Al poco rato comenzó como a tener espasmos.
-Me corro, me corro –decía-
Afloje un poco con mis dedos, quería prolongar los máximo posible, mi polla se había puesto dura de nuevo.
Los espasmos se hicieron más intensos. Al momento se corrió en mis dedos.
-Si, si, asiiiiiiiii.
Quedo descansando sobre mi cuerpo. Cuando se recupero se dio la vuelta y me dio un beso que pensé que quería operarme de anginas con su lengua.
-Ahora nos vamos a duchar que tienes que preparar la cena, perra.
Volvió a besarme
-¿Por qué? –le pregunte-
-No sé porque pero me pone que me insultes.
Estaba domada. Nos duchamos sin novedad aunque no fue por falta de ganas pero en mi plan ahora venia recuperar fuerzas.
La deje en la cocina preparando algo de comer y yo me puse a ver la televisión. Al rato la oí decir que la cena ya estaba. Fui a la cocina, había puesto la mesa con dos platos, en el centro había una fuente pasta y otra con algo de pescado que me había ocupado de llevar previamente.
Me senté y agarre la correa que colgaba de su cuello.
-Arrodíllate a mis pies –le orden-
Me fulmino con la mirada pero no dijo nada.
Comencé a comer la pasta ignorándola completamente. Cuando me canse puse la fuente con las sobras en el suelo.
-Come –le dije-
Fue a coger con los dedos y acto seguido le di varios azotes en sus nalgas. Ya no me cortaba y le daba fuerte.
-Las perras no usan las manos para comer –le indique-
Tragándose su orgullo, hundió la cara en el plato y fue comiendo la pasta. De vez en cuando le daba en mi mano un trozo de pescado.
Entonces se me ocurrió una cosa nueva. Le enseñe un trozo de pescado y se lo tire al suelo. Entendió lo que pretendía y lo engullo. Esta acción la repetí y cada vez se lo tiraba a sitios diferentes, más cerca o máslejos, ella se movía a cuatro patas.
Terminamos de cenar y le ordene que recogiera todo.
-Y lávate la cara que pareces una cerda.
Me fui a ver la tele otra vez.
Una vez que termino se presento en el salón, quedándose a cuatro patas en la puerta. Di una palmada en el sofá para que se acercara y se sentara.
-Me lo estoy pasando genial, puta.
-Sabes que ya he claudicado y que hare lo que quieras ¿Por qué me tratas así?
-Una vez me humillaste sin motivo y yo te voy a humillar todas las veces que me apetezca.
No dijo nada pero me miro de forma patética, me dio un poco de pena, pero lo tenía merecido.
-Ahora te vas tumbar y me vas a comer la polla, muy despacito. No quiero correrme.
Obedeció. Lo que realmente quería es que tuviera la boca llena de verga.
Estuvo en esta situación durante una media hora. Mientras tanto le fui acariciando por todos los sitios a los que llegaba cómodamente. Al final lleve mi mano a la vagina de la perra. Estaba completamente mojada.
La coloque en el sofá y se la metí de un solo envite. Gimió la muy puta. Más o menos estábamos en la posición del misionero. Comencé a follarla lentamente, gradualmente fui aumentado el ritmo hasta que comencé a darle fuerte, bien fuerte.
Gritaba, suspiraba, gemía incluso resoplaba pero encontró el momento para decirme una cosa.
-No te corras dentro que no tomo nada.
Pare un segundo.
-Me correré donde quiera –le dije mirándole fijamente a los ojos- y si te preñas te aguantas. ¿Algún problema?
-Sigue follándome –fue su respuesta-
-Pero que gran puta eres.
-Sigue, no pares
La tía estaba completamente entregada o loca, no sé. Al poco comenzó a convulsionar y a correrse, yo no aguante mucho más y también me vacié.
Quedamos rendidos en el sillón. Empezamos a recuperarnos lentamente. Ella se incorporó un poco y me beso en la cara, pensé en apartarla pero la deje ya que me gusto que lo hiciera.
-¿Por qué me violas cabrón? Sabes que ya no te hace falta.
-Porque nos gusta a los dos, puta.
Calló pero su silencio fue una afirmación.
Me levante para ir al baño y a tomar una bonita pastilla azul.
-Ni se te ocurra moverte.
Volví con una botella de agua que le ofrecí. Vimos un poco la tele. Al rato la empuje al suelo.
-Perra –le dije- ponme la polla dura.
Se la metió en la boca y como si fuera un helado comenzó a lamerla, aunque no tarde mucho en tenerla a punto, la deje que siguiera ya que me estaba poniendo muy cachondo, la cerda la mamaba bastante bien.
Cuando me canse, le saque la verga de la boca y cogiéndola de la barbilla la incorpore un poco.
-Ahora es cuando me voy a vengar de lo que hicístes.
-Pero es que yo no sé que fue –respondió-
-Aunque te lo diga no te acordaras, tu una ejecutiva soberbia y yo un mequetrefe.
-Me has forzado varias veces ¿no es suficiente?
-No.
-¿Qué me vas hacer?
-Te voy a follar el culo.
-Noooo por favor, duele y soy virgen.
-Mejor, quiero que lo pases mal, que te duela y mucho.
No era cierto, solo quería asustarla pero seguro que no iba a ser un camino de rosas.
-Por favor no lo hagas, dame una oportunidad de resarcirte e otra forma.
-La primera vez te lo dije, sabes que va a pasar y no lo puedes evitar. Solo un consejo, relaja el culo y no trates de resistirte a la penetración, será más fácil.
Estaba nerviosa, casi histérica. Fui jugando en los alrededores de su ano, de su vagina, masturbaba su clítoris un poco y volvía a las caricias. Poco a poco se fue tranquilizando. Aunque quería que lo pasara mal tampoco pretendía romperla. Carmen ya se había entregado y era mía.
Fui preparándola, le metí un dedo y digamos que le “folle el ano”, luego dos. Entraron cómodamente. De vez en cuando le palmeaba las nalgas. La mujer suspiraba. Al intentar meterle tres dedos note resistencia y me pareció oír un pequeño grito.
Tenía una botella de lubrificante y la use. Mis dedos penetraron con mucha más facilidad. Los movía dentro de ella y no se quejaba. No hablábamos, solo actuábamos ya que ambos sabíamos lo que iba a pasar y creo que de diferente forma también lo deseábamos.
Después de un buen rato considere que estaba lo suficientemente abierta. Lubrifique mi pene y puse una buena cantidad en la entrada que iba a inaugurar. Apoye el glande en su ano. Al notarlo se estremeció.
-Con cuidado, con cuidado –suplicó-
Como respuesta le di varios azotes en su culo en pompa.
Empecé a presionar, la punta entro bien. Luego fui introduciendo entre uno y dos centímetros y paraba para que su recto se acomodara a lo que le estaba entrado. Me despiste un poco al final y le introduje todo lo que daba de glande de golpe.
-¡Para!, ¡Sácala! –Grito desesperada- me duele.
Solo le hice caso a medias, es decir, solo pare. Le estaba doliendo. Espere a que se le pasara para seguir empujando y penetrando en ese espacio virgen.
Una vez que tenida toda la polla dentro, me separe un poco y di un golpe de riñones para que mis testículos chocaran contra sus carnes. Lo repetí dos o tres veces más.
-Bueno zorra, la tienes toda dentro, ¿has notado mis huevos chocando en tus nalgas?
No dijo nada, solo suspiraba y gemía.
La bombee lentamente al tiempo que masturbaba su clítoris. Fui aumentando el ritmo a medida que nos íbamos excitando, si los dos, no sé si a ella le gustaba, pero que se estaba calentando era un hecho.
Gracias a la pastillita azul y a las descargas previas aguante bastante tiempo follando ese culo, maravilloso culo. Termino corriéndose con mi masturbación clitoriana. Me pareció que fue intenso y desfalleció sobre la cama lo que hizo que se me saliera la verga de su caliente alojamiento.
La agarre del pelo y girándole la cabeza se la metí en la boca. Puso cara de asco al ver el estado de suciedad del pene, pero no dudo en comérmela. Me hizo la mejor mamada de todas. Me separe de ella y me corrí en su cara y pelo.
Caímos sobre la cama derrengados. Descansamos unos minutos. Yo estaba bastante satisfecho.
-Tu culo –le dije- ha pagado la grosería.
No contesto, por lo que proseguí.
-Si quieres nos volvemos a la ciudad ya que tu deuda esta saldada o si quieres nos quedamos hasta el domingo con el mismo plan.
Se incorporó de la cama dirigiéndose al baño, Oí como se aseaba. Seguía sin decir ni pio.
Volvió a la habitación, la mire con cara de interrogación.
-Haz lo que quieras conmigo, pero nos quedamos, cabrón.