VENGANZA CONSUMADA (Capítulo 3)
Estaba rabiosa, dolida, humillada, tras haber visto a mi esposo con aquellas compañeras retozando sobre mi cama, pero lo único que pasaba por mi mente era el deseo de venganza.
VENGANZA CONSUMADA
Capítulo 3. El plan
Tras apagar mi rabia con las almohadas en las que derramé más que un mar de lágrimas y algún que otro puñetazo, recibí un mensaje en mi teléfono móvil. Se trataba del aviso de mi compañía para un vuelo esa misma tarde, porque una compañera había faltado. Al principio pensé que no estaba para nada ni para nadie, solo quería morirme o pensar que todo había sido una pesadilla, pero luego pensé que no era tan mala idea eso de largarme de casa aunque fuera para ir a trabajar, sin duda, me despejaría de esa rabia y esa frustración.
Tras contestar al mensaje afirmativamente, pues lo que necesitaba en ese momento era huir de allí cuanto antes, me di una ducha de agua bien caliente y regresé a mi cuarto para vestirme. Una vez más volví a recordar que las cámaras estarían grabando mis movimientos. No sé por qué, pero mi instinto me llevó a volver a mostrar lo más exhibicionista de mí, a pesar de estar cabreada, pero al mismo tiempo deseosa de ser observada por mi jardinero.
No podía evitarlo, pero estaba ardiendo por dentro, me notaba muy excitada. Me quité la toalla con total naturalidad, como si estuviera sola, pero sabía que no, que alguien había al otro lado de aquellas cámaras disfrutando de mi desnudez y de mi cuerpo. Me sentí más deseada que nunca. Instintivamente llevé mi mano a mi sexo y a mis pechos para acariciarme y dejarme llevar por esa calentura tan extraña y de la que no me había podido librar… tendría que estar enojada con todo y olvidarme del placer en ese momento, sin embargo, no sé muy bien si por las propias escenas, por el hecho de llevar tanto tiempo sin sexo o por haber estado en contacto tan directo con ese chico, pero tuve que masturbarme pensando, una vez más, en Sergio. Mientras una mano pellizcaba y amasaba mis pechos, la otra jugaba con mis labios vaginales e introducía un dedo imaginando cómo sería la verga anhelada del muchacho. Al tocar mi clítoris me corrí enseguida… demasiada tensión acumulada, pero me llegó el orgasmo entre jadeos, espasmos y temblores de todo mi cuerpo.
Me vestí lentamente, recreándome en cada movimiento de mi cuerpo, ofreciendo lo mejor de mí, sintiendo un gusto tremendo, sabiendo todo aquel show era registrado. Incluso sonreí hacia el lugar donde suponía estaba la cámara que momentos antes había ofrecido otra escena bien distinta.
Después mi vista se dirigió a la cama para recordar lo que sobre ella había sucedido con mi marido y sus dos ayudantes. Mis ojos volvieron a llenarse de lágrimas. Le maldije por dentro, llena de rabia.
Llamé a un taxi y salí de casa evitando que Ramiro me encontrara, no podía soportar la idea de encontrarme con él. En ese momento sentía asco y desprecio por el que había sido, hasta entonces, mi amado marido.
Llegué al aeropuerto y me dirigí a la oficina en la que se preparaba el briefing donde estaban todas mis compañeras, con las solía compartir casi todo, aunque evidentemente lo sucedido no lo podría desvelar, al menos no a todas ellas, porque eso podría ir en contra de mí. Llegué a pensar que Ramiro se hubiera podido acostar con cualquiera de ellas. Olga, mi compañera y grandísima amiga fue la que se acercó a mí y acariciando mi hombro me preguntó con cara de preocupación:
̶ ¿Qué te ocurre?, ¿Te encuentras bien?
̶ Sí, sí. - respondí apurada.
̶ Tienes mala cara, Lorena.
̶ Bueno, algo me ha sentado mal. - dije forzando una sonrisa.
Sin duda que ella me conoce bien y se quedó algo mosqueada con mi respuesta pero comenzamos a avanzar por la cinta que nos llevaría a nuestra puerta de embarque. Atendimos a los pasajeros que fueron mostrando sus identificaciones y billetes para acomodarlos posteriormente uno a uno en el avión.
Yo hice maquinalmente la exposición de las medidas de seguridad del vuelo, sin prestar atención a nada, tan solo moverme mecánimamente ante los viajeros.
Me senté en mi asiento y el avión comenzó a rodar por la pista para su despegue. Mi amiga Olga, sentada a mi lado, conociéndome tanto, sabía que algo no iba bien y dándome la mano me preguntó.
̶ ¿Me lo vas a contar?
Tardé un rato en reaccionar y aunque intenté convencerla de que no era nada, ella me imploró con su característico arqueo de cejas y tuve que confesarle con detalle todo lo que había vivido, apenas un par de horas antes. Al fin y al cabo no podía ocultarlo por más tiempo, de hecho necesitaba contárselo a alguien. No le confesé que todo lo de las cámaras fue planeado con mi apuesto jardinero, pues esa parte la omití, no quería que supiera nada de nuestra atracción mutua, pero sí todo lo que pude ver en la grabación con las dos putillas y mi esposo.
Mi compañera se quedó de piedra, pues ni por asomo llegó a pensar que se podía tratar de algo así.
̶ Estoy alucinando, no me lo puedo creer… y menos de Ramiro - añadió mi amiga.
̶ Yo también, Olga. Aun no me lo creo y eso que lo he visto por mí misma y demasiado claramente.
̶ Pero, Lorena, cariño... tu marido… siempre tan educado, correcto, religioso..
̶ Ya ves. La primera sorprendida soy yo. Estoy que ardo por dentro.
̶ No me extraña. ¿Y qué vas a hacer?
̶ No sé. Aun estoy muy confusa, pero desde luego todo se ha acabado. He pasado del amor al odio en un momento. Me siento asqueada por ese hombre. Me siento sobre todo, traicionada.
̶ ¿Y ya está?
̶ ¿Cómo que ya está? - pregunté mirándole a sus ojos inquisitivos.
̶ ¿Pues que todo se queda así?, ¿Sin más?, ¿Él te traiciona de esa manera y tú te limitas a divorciarte y a olvidarle?
̶ No sé qué quieres que haga, Olga.
̶ Hija, ¡pues vengarte!, ¡Está claro!
̶ ¿Vengarme?, ¿Cómo?
̶ No sé, supongo que pagándole con la misma moneda pero multiplicada por diez.
En ese momento me di cuenta de que lo que mi amiga pretendía era que le pusiera los cuernos de igual manera que había hecho él conmigo y desquitarme, pero con eso tampoco lograría sacar esa espina clavada en mi corazón.
̶ Sí, me busco un amante, le echo un par de polvos y así me vengo - dije con sorna.
̶ Bueno, eso siempre, pero me refería a algo más fuerte, algo que le haga el mismo daño o más del que tú has sufrido.
̶ ¿Una paliza? - pregunté sonriente.
̶ No estaría mal. Se la daría yo misma. Si necesitas ayuda no tienes más que decirlo.
̶ Gracias, Olga. - le dije y nos dimos un profundo y largo abrazo de amigas.
Agradecí mucho las palabras de comprensión y de ayuda que me prestaba mi compañera, sin embargo ella iba por otros derroteros.
̶ Creo que Ramiro se merece un golpe de efecto de lo que te ha hecho. - añadió ella justo cuando nos disponíamos a repartir los periódicos y revistas a los pasajeros.
̶ No te entiendo… - dije.
̶ Pues que sea una venganza en “mayúsculas”. Que le suponga un disgusto enorme.
̶ ¿Cómo qué?
̶ Puff, se me ocurren muchas cosas, pero que tal ¿Una violación en vivo y en directo?
̶ ¿Qué le violen…?
̶ No, hija, que te violen a ti, delante de él.
Creo que en ese momento me quedé muda y petrificada justo cuando me disponía a empujar el carrito con la prensa para los pasajeros. La idea sonaba loca, pero desde luego también intrigante tal y como la planteaba mi compañera.
̶ ¿Cómo sería eso? - le pregunté a mi regreso tratando de adivinar sus oscuras intenciones.
̶ Pues sencillo: buscar a alguien de confianza que llegue una noche a tu casa, asegurándote de que está Ramiro y que se meta como un ladrón nocturno y que aproveche la ocasión para violar a una mujer espectacular como eres tú.
̶ Olga, ¿Pretendes que alguien me viole?
̶ No, mujer. Se trata de fingirlo. Pero que tu marido crea de principio a fin que es todo verdad. ¿No te imaginas la cara de Ramiro?
̶ Estas loca, Olga. - dije al fin golpeando suavemente en su brazo.
̶ Sí, pero tienes que reconocer que la idea no te desagrada. Solo hay que ver tu sonrisa. Si es que te ha cambiado hasta la cara.
Era totalmente cierto, el hecho de pensar en una venganza de ese calibre, me suponía una reconfortante ayuda al daño vivido, sabiendo además que Ramiro sufriría de lo lindo con algo así.
̶ Es una auténtica locura, Olga. - le dije negando con la cabeza.
̶ No digo que no, pero bueno, todo bien planificado supondría un buen palo para el cerdo de tu marido, solo con imaginar su cara, daría algo por verlo. ¿No crees? - apuntó ella.
̶ Ya lo creo, pero no sé… ¿Cómo sería el plan?
̶ Pues sencillo. Buscar a alguien de confianza y sino yo te busco a alguien dispuesto a hacerlo.
̶ ¿No me digas que tienes a alguien dispuesto a hacer tal cosa?
̶ Mi amigo Janis es un gran actor y si le cuento que tiene que fingir una violación contigo, sería el hombre más feliz del mundo. - añadió mi amiga.
̶ Janis, ¿el rubio? - pregunté sorprendida.
̶ El mismo. No está nada mal, por cierto.
̶ Bueno, tiene una cara de bruto...
̶ Jajaja, sí, de cara no es muy agraciado, pero tiene un buen cuerpo y seguro que lo haría encantado. Me ha dicho muchas veces que está loco por tu cuerpito.
̶ ¿De veras?, ¿En serio te ha dicho eso?
̶ Claro, guapa, ya te he dicho siempre que levantas pasiones, pero tú siempre con tu maridito y ahora, ya ves…
̶ Bueno, no digo que no guste a ese amigo tuyo, pero hacer tal cosa...
̶ Estoy segura. Estaría más que complacido a pasar por el trago y lo haría de mil amores. Y no sólo él, encontraría a más de uno dispuesto a hacerlo.
̶ Bueno, tú que eres muy lanzada encuentras voluntarios en cualquier lado.
̶ ¿Acaso no te has fijado en el ejecutivo de la fila 8?
̶ ¿El rubio de barbita?
̶ Veo que tú también. - respondió ella riendo.
̶ Sí, bueno…
̶ Pues él estaría más que dispuesto a echarte un cable y por la forma de mirarte a las tetas y a tu culo, a echarte un buen polvo. Si quieres le comento… y nos ayuda en el plan...
̶ ¡Calla boba! - le dije dándole un codazo.
̶ Bueno, pues entonces se lo digo a Janis.
Negué con la cabeza como si aquello se tratara de una broma, pero mi amiga parecía hablar muy en serio.
Vino a mi mente la cara de Janis, el amigo ruso de Olga, que ciertamente siempre me miraba como si me fuera a devorar. No era muy guapo, pero era un tipo bastante fuerte, con un bonito cuerpo, casi tanto como el de mi... ¡Jardinero! En ese instante pasó la imagen de Sergio por mi mente e inevitablemente empecé a imaginar cómo sería todo si él fuera mi presunto violador. Al hacerlo noté mis bragas humedecerse.
̶ Mejor no, Olga, es una barbaridad… además no me parece tan sencillo. - dije descartando esa atrocidad
̶ Según se mire. Yo lo veo clarísimo.
̶ No creo que me atrevería… menos él, que casi no me conoce.
̶ Pues por eso. Puede ser otro ¿eh?, ¿No conoces a alguien de confianza que se pueda hacer pasar por ladrón violador? - preguntó de sopetón.
Naturalmente mi mente volvió a recordar a Sergio, que casi con total seguridad, estaría más que dispuesto a ofrecerse como primer actor en una representación de venganza, primero por su fidelidad hacia mí, por sus ganas de ayudarme y supongo que de alguna manera para resarcirse con mi esposo, con el que nunca tuvo mucha química. Pero desde luego, era algo difícil de asimilar, de hecho, a pesar de gustarme, seguía viéndolo como algo descabellado y luego, evidentemente que él accediera.
̶ No conozco a nadie - respondí a mi compañera, pues no quise hacerle mención de mi atractivo jardinero. Era mi secreto inconfesable.
̶ Pues hija, alguien habrá que te pueda ayudar. Y lo dicho, si no encuentras a nadie, estoy segura de que Janis estaría encantado y lo hace genial. Te viola y hasta te gustaría.
̶ ¡Qué bruta eres!
̶ Sabes que soy muy retorcida, pero el hecho de fingir ese juego de violación, hace que me ponga cachonda.
A mí me costaba reconocerle que sentía lo mismo.
̶ Pero yo no sé si sabría hacer algo como eso. - le dije.
̶ ¿No serías capaz de fingir ser una víctima de un violador? Solo tendrías que gritar… o gemir si viene al caso, seguro que eso le duele hasta el tuétano al hijo puta de tu marido… y perdona que sea tan directa, pero es que estoy muy dolida por tí.
̶ No pasa nada, gracias, es la verdad, es un hijo de puta y se merece eso y más, no digo que no, pero no sé...
Olga y yo permanecimos calladas durante un rato mientras preparábamos el carrito para pasar con las bebidas para el pasaje. Luego servimos unos refrescos a los pilotos y comenzamos a recoger todo. Por mi cabeza no dejaba de pasar la idea que me proponía mi amiga, una locura total, pero en el fondo me atraía bastante, porque sin duda, sería el castigo merecido, más que ganado por el canalla de Ramiro. Además, el hecho de imaginar su cara al ver como me violan conseguía excitarme extrañamente.
̶ Suponiendo que me diera por aceptar tu idea, ¿cómo sería la estrategia? - pregunté al fin a Olga, una vez que ambas estábamos solas en la pequeña cocina.
̶ Veo que no te va pareciendo tanta locura… - añadió ella con una gran sonrisa.
̶ No, solo estoy diciendo que cómo sería tu plan. No digo que lo vaya a hacer.
̶ Pues mira, para mí está claro. Tienes que medir todo pormenorizadamente y buscar el momento propicio para hacerlo, ese justo momento que nadie se espera y que puede resultar bestial, ¿te imaginas?
̶ Pero Ramiro es muy listo y podría descubrir la trampa. Entonces, además de cornuda y apaleada, quedaré como una idiota. Incluso podría denunciarme por eso, sabes el poder que tiene.
̶ ¿Tienes miedo, Lorena?
̶ Sí, la verdad.
̶ ¿Y estás furiosa?
̶ Más todavía.
̶ Pues eso. Usa tu miedo y tu furia para llevar a cabo tu plan. De esa forma no se te escapará nada. Ese cabrón se lo merece.
̶ No sé ni como planearlo… - dije apesadumbrada mientras metía las bandejas en el armario.
̶ Mira, es muy sencillo: Primero busca el momento idóneo en el que sepas que vais a estar solos en casa. Luego quedas con el presunto violador y le dejas un acceso a la casa. ¿Hay algún momento idóneo en el que estéis solos en casa?
̶ Pues este viernes es nuestro aniversario. Pero no sé si Ramiro...
̶ ¡Perfecto! - dijo ella aplaudiendo nerviosamente.
̶ Anda muy liado y quizás ni pueda cenar a solas conmigo. - respondí apesadumbrada.
̶ Convéncele, es vuestro aniversario. Prepáralo todo… y disfrutarás de una dulce venganza. Hazme caso.
̶ No sé, Olga...
̶ Es fácil. Lo planeas con tiempo, por donde va a entrar, donde vais a estar… Lo primero es que en cuando llegue el tipo, atar a Ramiro en algún sitio, en el salón por ejemplo y el tío te lleve a la cocina arrancándote la ropa ante tu aparente resistencia y allí mientras tu amado esposo permanece atado, vosotros fingís que el tío te está follando y tu gritas o dices las barbaridades que te vengan a la mente…
En mi cabeza veía la imagen de Ramiro atado en una silla del comedor, mientras Sergio me desnudaba y fingíamos follar sobre la mesa de la cocina. Aquello me excitó, pude notar como se me endurecían los pezones. Mi amiga seguía contando cada detalle y yo veía en cada escena a mi jardinero sobre mi cuerpo.
̶ Pero si Ramiro se resiste. - dije calibrando pros y contras.
̶ ¿Ante un arma? - añadió Olga ladeando su cabeza.
La idea era cada vez más alocada, pero era cierto que bien planeada, podría ser contundente. Estaba segura de que Sergio era mucho más fuerte que mi marido y este no se enfrentaría a él.
̶ Pero luego Ramiro denunciaría la violación y eso es un delito, aunque sólo sea fingido.
̶ Pero el tipo iría con el rostro cubierto y nadie le reconocería.
̶ ¿Y la voz?
̶ Que la finja también, que ponga otro acento o hable susurrando…
̶ ¿Y si aun así nos descubre? - seguía yo preguntando nerviosa y excitada al mismo tiempo.
̶ ¿Ves? Veo que piensas en todo, por eso que nada tiene por qué salir mal. Seguro que se te ocurre algo para eso.
En ese instante sonó el timbre interrumpiendo el plan de Olga. Uno de los pasajeros reclamaba alguna cosa y fui a atenderle. Por el pasillo notaba como mi sexo estaba mojado, imaginando las escenas que tan sibilinamente me estaba indicando mi compañera. La sola idea de fingir con mi cuerpo desnudo una presunta violación por parte de Sergio, me encendía cada vez más. Cuando llegué a la altura de la pasajera que reclamaba mi atención, supe que aquello además de locura era tremendamente excitante, tanto, que no había más que ver el temblor de mis piernas y que casi no pude prestar atención de lo que me pedía la mujer.
Regresé a la pequeña cocina del avión agarrándome a cada cabecera de los asientos, pues no era el aparato el que se movía sino el mareo de mi cuerpo sin dejar de imaginar aquella representación tan jodidamente cachonda.
̶ Ya sé la manera de evitar la denuncia. - dijo mi amiga sonriente en cuanto llegué hasta ella.
̶ ¿Cómo?
̶ ¿No me has dicho que Ramiro guarda documentos muy sensibles del partido y todo ese dinero negro en la caja fuerte?
̶ Sí, en esos papeles anda él metido también por un asunto algo oscuro, pero nunca he sabido hasta qué punto. Tampoco sé ni cuánto dinero guarda.
̶ Pues eso. Que el tío se lleve los documentos comprometidos y otro día os repartís la pasta.
̶ Ya, pero eso lo lleva Ramiro muy en privado. Ni siquiera yo sé la combinación de la caja.
̶ Pero tu maridito atenderá a las peticiones del atracador. Si le amenaza con violarte, ¿no crees que cederá a sus órdenes?
̶ Es decir, que aparte de violarme, ¿también va a robarnos?
̶ No, al que va a robar es a tu esposo y a dejarle acojonado de por vida para que no se desvelen los malditos papeles. ¿No te parece genial? Luego os repartís el botín, bueno, tú te llevas todo y luego le das una parte merecida a tu actor. De esa forma, te vengas doblemente de tu marido, viendo como violan a su esposa y luego le dejan desplumado y despojado de un material que no puede desvelarse a la prensa ni a la policía.
Permanecí callada unos minutos más, dándole vueltas a los detalles, intentando ser consecuente, medir cada paso, sin dejarme nada al azar. La locura era máxima y mi amiga parecía disfrutar con ese juego de venganza. Desde luego, tenía que estar todo bien calculado y ella parecía ponerme fácil cualquier contratiempo, pues el plan sonaba redondo.
̶ ¿Y bien?, ¿Cómo lo ves? - me apremió Olga viendo que yo no podía negar a su perfecto plan.
̶ No sé…
̶ No se hable más. Este viernes prepárate para ser violada.
̶ Bueno, tengo que pensarlo… es descabellado, Olga. - dije al fin, aunque no le dije un “no” rotundo como cabía esperar ante una barbaridad como aquella.
Preparamos al pasaje para el aterrizaje y Olga no dejaba de consolarme cada vez que coincidíamos, dándome una caricia en mi brazo, guiñandome un ojo e incluso abrazándome cuando quedamos a solas tras las cortinas.
̶ Gracias Olga. Me ha servido de mucho tu ayuda y tu comprensión. - comenté a mi compañera.
̶ De nada, Lorena, sabes que mi ayuda no es solo para consolarte, quiero ayudarte en todo lo que necesites. Soy tu amiga.
̶ Lo sé. - respondí y nos fundimos en un abrazo con el que no pudimos evitar las lágrimas.
̶ Y lo de la violación espero que siga en pie… y si hay paliza mejor. - añadió mirándome fijamente a los ojos y ambas echamos a reír con cierto nerviosismo.
Desde luego que Ramiro se merecía eso y mucho más. La sola idea de plantear algo tan fuerte, me hacía sentir mejor pero al mismo tiempo estaba llena de temores. Tras preparar al pasaje para abandonar el avión, nos dirigimos a la terminal. Justo allí me despedí de mi amiga en otro profundo y sentido abrazo.
̶ Recuerda, Lorena. Este viernes. Dale duro a ese cabrón. - añadió Olga agarrándome fuerte de la mano.
Solo contesté con una sonrisa, pero en el fondo, a pesar de mis temores, la idea me estaba gustando cada vez más, incluso el reto en sí, además de excitante, era tan morboso y crearía la atmósfera de venganza que tanto ansiaba, teniendo yo el control en todo momento. ¿Era una locura? Seguramente sí, pero tal y como decía ella ¿Qué podría salir mal?
Llegué a casa y Ramiro dormitaba sobre el sofá. Mi primera idea era la de ahogarle con la almohada mientras roncaba plácidamente, pero pensé que debía pensar con mente fría, calculadora y sobre todo coherente.
Me acerqué al jardín en busca de Sergio al que encontré cortando el seto subido en una escalera. Estaba imponente como siempre, pero además de mostrar su torso desnudo tan perfecto, al estar sudoroso se veía todavía más deseable y atrayente, si a eso le sumábamos la calentura que traía yo del aeropuerto, era todo increíblemente placentero.
̶ Sergio, quiero hablar contigo. - le dije.
̶ ¿Ahora? - preguntó él desde lo alto de la escalera observando mi cuerpo que se dibujaba ceñido con mi uniforme.
̶ Sí, baja un poco.
El chico obedeció poniéndose a mi altura. Así quedamos unos instantes sin hablar, seguramente pensando cada uno en el otro, con ese deseo implícito que ninguno nombrábamos, pero tampoco hacía falta. Le dije que fuéramos a la caseta de herramientas, la misma que utilizamos para observar el vídeo de mi esposo y sus fechorías con las fulanas.
̶ Pero… el señor… - comentó nervioso.
̶ ¡Sergio, ahora! - añadí autoritaria.
Avanzamos hasta la casita y él mismo abrió la puerta para dejarme pasar por delante. Nada más entrar en aquel reducido espacio pude ver el monitor encendido y una imagen en pausa. Me reconocí enseguida, era una de las veces que había aparecido desnuda, deambulando por mi habitación y en ese instante mi cuerpo se veía claramente con la imagen congelada. Mis pechos aparecían realzados debido a que yo debía estar secándome el pelo con una pequeña toalla y mis curvas se dibujaban claramente, descubriendo el vello que cubría mi sexo y mis piernas ligeramente abiertas. Sergio debía haber estado estudiando aquella foto a fondo y eso me excitó.
El chico, apuradamente, se adelantó y apagó la pantalla disimulando e intentando disculparse, pero yo le puse mi dedo índice en sus labios e invitándole para que nos sentáramos en el pequeño banco.
̶ Señora yo… - dijo él con su cabeza gacha pero observando como la falda de tubo ofrecía una buena porción de mis muslos.
̶ Sergio, tengo un plan para vengarme de Ramiro. - le interrumpí.
̶ ¿Un plan? - preguntó confuso alzando su vista a mis ojos.
̶ Sí, creo que tenías razón, no puedo hacer nada en caliente contra él, porque seguramente se volvería contra mí. Lo he meditado mucho en este viaje y tenemos todo a favor en algo que será su castigo merecido.
̶ ¿Tenemos? - preguntó confundido.
̶ Sí, Sergio. Quisiera contar con tu ayuda.
El chico me miró a los ojos y yo solo me limité a sonreírle.
̶ Me gustaría ayudarla pero ¿Cómo puedo hacerlo yo? - dijo al fin.
̶ ¡Violándome! - respondí sin pudor agrandando mi sonrisa que era, sin duda, mi signo de la victoria.
Sergio se puso de pie inmediatamente intentando calibrar lo que acaba de soltarle de sopetón. Sin duda, no se esperaba algo así.
̶ No, tranquilo, sólo tendremos que fingirlo. - dije sosteniendo su mano entre las mías.
̶ ¿Pero..?
Mi jardinero se sentó de nuevo a mi lado en el banco y comencé a relatarle los planes previstos, tal y como me los había ido indicando mi amiga Olga en aquel vuelo con todo lujo de detalles. El chico me escuchaba en silencio, sin poder creerse lo que le iba relatando y sin tiempo a calibrar cierta racionalidad. Le comenté que tendría que ser el viernes, en nuestro aniversario de boda. Mi esposo y yo estaríamos en el salón celebrándolo con una cena para los dos solos, momento propicio para ser “sorprendidos”. Le indiqué cómo tendría que entrar en la casa por la puerta de atrás, forzando la cerradura. Yo habría desconectado la alarma previamente. Estaría atenta a cualquier imprevisto y cuidaría de cada detalle. Después Sergio irrumpiría en el salón con su rostro oculto, dejándonos en plena confusión a mi esposo y a mí, apuntándonos con un arma a ambos, haciendo creer que era un vulgar ladrón. Lo primero sería atar a Ramiro a una silla y pedirle la combinación de la caja fuerte donde guarda celosamente dinero y documentos “altamente sensibles”. Él posiblemente se negaría, pero el presunto ladrón le apuntaría con el arma y comenzaría a desnudarme con la amenaza de violarme. Podríamos fingir que me arrastraba hasta la cocina y allí yo gritaba mientras él intentaba “forzarme”, para que Ramiro sintiese el miedo y al final tuviese que ceder a su petición. Después de disfrutar de esa venganza y de la cara de miedo de mi esposo, nos repartiríamos el botín y habríamos vengado a aquel cabrón.
Sergio se levantó de nuevo y soltando su mano que en todo momento estuvo entre las mías, hasta que me dijo secamente.
̶ Señora, yo no puedo hacer algo como eso. De ninguna manera.
̶ ¿Cómo? - pregunté.
̶ Olvídelo. No puedo hacerlo.
̶ Pero Sergio… tú...
Estaba confusa, primero por su rechazo, porque no me esperaba esa reacción, al contrario, me había hecho a la idea que todo le parecería genial, aunque francamente, entendía sus miedos porque incluso a mí me costó asimilarlo cuando me lo propuso mi amiga Olga.
̶ Tranquilo, lo tengo todo pensado. Ramiro no se resistirá, sé que no moverá un dedo, además no hablará ni denunciará a nadie, porque los papeles que guarda en la caja fuerte comprometen al partido y a él personalmente. Sólo tendrías que hacerte pasar por ladrón y violador. De lo demás me encargo yo. Nadie sufrirá un rasguño. Te lo prometo.
̶ ¿Se da cuenta de lo que me está proponiendo? Podria ir a la cárcel por eso e incluso usted por planearlo - me comentó el chico realmente alterado.
Cerré los ojos, intentando serenarme, pues su negativa era algo que no entraba en mis planes y buscaba la manera de poder convencerle.
̶ Podrás verme desnuda… en vivo. - dije volviendo a sonreir y mirando a la pantalla que en ese momento estaba apagada y donde segundos antes yo había aparecido en pelotas. Ese nuevo as no me podía fallar.
Sergio guardó silencio. Se le veía tenso, preocupado, aunque estaba segura de que también excitado
̶ ¿Acaso no te gusta verme en el monitor sin nada de ropa y disfrutar de mi cuerpo? Pues ahora tendrás la ocasión de verme desnuda, o de hacerlo tú mismo, si prefieres y ¡En vivo!- añadí provocadoramente.
̶ Yo… - intentaba él intervenir pero me levanté poniéndome frente a él, desafiante.
̶ Sergio, podrás tocarme, acariciar mi cuerpo desnudo, decir que me deseas, llevarme a la cocina y allí hacer que me fuerzas… sólo es eso. Hacerle creer a Ramiro que me vas a violar. Es solo una pantomima, pero si lo hacemos bien, haremos que ese cerdo sufra de lo lindo.
Acerqué mi boca a la suya y le besé suavemente en los labios, pero mi jardinero se vió atrapado y retiró su cara asustado.
̶ ¡Señora, por favor!
̶ Sergio ¿No querrás ayudarme a vengarme del canalla de mi esposo?
El muchacho miró al suelo, confuso. Por dentro, yo estaba segura de que deseaba echarme un cable, pero sobre todo sabiendo que me tendría a su disposición, completamente desnuda, cumpliendo su sueño y por qué no decirlo, también el mío.
̶ Piénsalo al menos. - le rogué con los ojos llorosos.
Dejé su respuesta en el aire, saliendo de aquella casita con la convicción de que el chico no podría negarse a esa oportunidad de tenerme tan cerca, dispuesta a fingir aquella representación que además serviría para complacernos mutuamente. Era imposible que se negara...
Nada más salir de la casita de mi empleado y ver a mi esposo, sentí un nerviosismo en la boca del estómago y empecé a entender los miedos de mi jardinero. Aquello, sin género de dudas, era una auténtica locura, pero tendría que intentarlo, quería vengarme.
̶ Ramiro. Este viernes es nuestro aniversario. Me gustaría celebrarlo con una cena los dos solos. Hace mucho que no tenemos un tiempo para nosotros. - le dije poniéndome melosa.
̶ Sabes que ando muy liado. - respondió intentando excusarse.
̶ Solo te pido una cena….
Al ver mi cara compungida y auténticas ganas de llorar, pareció darse cuenta de que era importante para mí y tuvo que acabar cediendo.
El primer paso estaba hecho, ahora quedaba el más difícil, pero sin duda el más alucinante.
Juliaki
CONTINUARÁ...