Vendiendo mi virgo (5)

"¿Sabes? vamos a montar una fiesta en el piso de Carmen esta tarde, si quieres venir… Mejor pensado: invita a todos los vecinos que conozcas del bloque, será más divertido"

  • Ven, acércate

Don Mario palmeaba su muslo al ver que Carmen acababa de atravesar las imponentes puertas del salón… el mismo collar que le pusieron cuando llegó, del que colgaba una cadena que caía hasta debajo de sus rodillas… y su disfraz de colegiala, tan ridículo como sensual con su falda plisada, arriba, abierta, camisa blanca como los calcetines,encaramados en zapatos de más de 10cm. de altura. Unos coloretes exagerados en las mejillas, labios rojo intenso entre los cuales brillaban sus perlados dientes en una sonrisa indefinida… y el remate de dos coletas recogiendo su pelo a ambos lados… deliciosamente ridícula

  • Ven, niña, ven

Volvió a palmear su ahora dueño. Carmen se acercó despacio, tímidamente, mirándole a los ojos, en una mezcla de ternura y miedo… las manos detrás, cogidas entre sí, como le habian recalcado una y otra vez desde hacía dos días. Ahora no necesitaban ser atadas, de sobras sabía que no podía llevarlas de otro modo.

  • Buenos días, señor

  • Jejeje… ¿quien te ha vestido así? Me gusta verte en bolas, pero he de reconocer que estás muy graciosa, acércate más… ven

Carmen llegó hasta donde pudo alcanzarle Don Mario. Tocó su muslo, se adueñó de él y fue subiendo la mano levantando la pequeña falda para comprobar que no había más prenda debajo, su coño suave, recién depilado y un poco de humedad en su su interior que permitió entrar sin resistencia dos dedos hasta la segunda falange

  • De rodillas

El protocolo era evidente, mientras ella se arrodillaba entre las piernas él se deshacía el cinturón de su bata. Su polla apareció enhiesta, firme… sin mover sus manos de la espald Carmen comenzó a engullirla. Primero limpió con la lengua el líquido blanquecino de la punta y luego fue deslizando entre sus labios el palo de su dueño. Este le tomó por la cabeza, forzándola a entrar más… en ese primer intento no logro que nariz tocara su piel, pero ya habría tiempo para ello

  • Muy bien, putita, vas aprendiendo rápido. Hoy aún no me he corrido, te alimentarás con una buena dosis… mmmmm. Aunque me han dicho que ya has desayunado.

Carmen siguió con la mamada, cada vez más profunda “ayudada” por la presión en su cabeza.

  • Realmente te estás portando mejor de lo que esperaba de tí. Anabel me ha dicho que te has logrado vaciar a Óscar con tu boca sin ningún renuncio… Muy bien.

Y ayer te portaste estupendamente con mis invitados… Estoy pensando comprarte a tu novio para mi uso personal.

Ahora sí que Carmen levantó la cabeza. Una expresión de pánico asomó a su rostro de rimmel y pintalabios corrrido. Mario se rió.

  • Jeje, es broma, sigue chupando

Tomó su cabeza por las coletas para que siguiera con la tarea de engullirse la polla. Pero ahora si que ella procuraba mirar hacia arriba, hacia los ojos de él, intentando… no… no sabía qué.

  • Por ahora no me apetece aumentar mi personal, era una broma, aunque ayer Mister Jan sí que me hizo una oferta por tí… no, no pares… la verdad es que era una cantidad indecente, tu novio no necesitaría volver trabajar en la vida… Pero ¿porqué paras? ¿no sabes chupar y escuchar al mismo tiempo?... Así… No, no te cedería a Jan de ningún modo. Vivirías un par de años como una princesa de cuento, solo follando con él y después tu vida sería un infierno… muy bien, un poco más adentro, ya me has demostrado que puedes… Ya viste a Katia, la compró a sus padres en Lituania … a los 18 la atrajo por primera vez aquí… … era escultural, hermosisima, deslumbrante… ayer… ya viste… su cuerpo cada vez parece menos un ser humano, es un cabrón… ha intentado venderla pero ni siquiera los antros más cutres la quieren por lo cedidos que tiene los agujeros… Sigue, puta, sigue, tu vales mucho para… ufff sigue, sigue. siiiiiiii……. mmmmmm…. toda!, toda!

Carmen aguantó la embestida… incluso una parte llegó a salir por su nariz. Ni siquiera se atrevió a descruzar sus manos para limpiarse, fue Don Mario quien tomó esas gotas con sus dedos y se las dió a comer

. Eres deliciosa. Hoy no, pero si alguna vez te cansas del inútil de tu novio avísame. Si no soy yo seguro que alguno de mis amigos estaría dispuesto a hacerte muy feliz.

Carmen le miraba con los ojos enrojecidos, llorosos, en parte por el esfuerzo, en parte por el susto…

  • Así me gusta. Obediente. La boquita para comer pollas. Había pensado conservarte más tiempo pero he decidido que hoy te dejaré libre.

La cara de agradable sorpresa se tornó en tristeza cuando él siguió.

  • Por supuesto que eso depende de cómo te portes. Como sabrás no he dejado que nadie se hiciera tu culo, ese es solo para mí… ya sé que no es virgen, pero no me importa, seguro que es una delicia. Y para culminar el finde te lo voy a romper en tu propia camita, en tu casa.

  • ¡¡¡NOO!!!

  • Mal, muy mal… No pongas esa cara de susto. Acabo de felicitarte por mantener la boquita cerrada y…

  • No, Don Mario, Señor, Amo… por favor, no…

  • Ya te he dicho que çesto puede acabar cuando quieras. Pillas tus cosas y… oh, es cierto, tu ropa se la llevó tu novio… bueno, te regalo la que llevas puesta. Te puedes ir ahora mismo si quieres

  • Don Mario, se lo suplico…

  • Claro que si eres tú la que decide irse yo decidiré que te corresponde…

  • Don Mario....

  • ¿Vas a llorar? No mujer, sólo has de aguantar este día, solo te quedan unas horas… vamos a tu casa, me hago tu culo, quizás juguemos un rato y.... mañana por la mañana Hugo te acercará un sobre con 15.000€… quizás más, porque ayer mis invitados me dieron unas propinas para tí por lo bien que te habías portado con ellos… Tú decides

Ahora sí que Carmen se había llevado las manos a la cara, lloraba desconsolada, de rodillas, mientras Mario se levantaba y limpiaba los restos de leche de su polla en una de sus coletas para luego emprender la marcha hacia la puerta.

  • Piénsatelo, a las cuatro quiero salir para tu casa… si he de cambiar de planes ya supondrás que me sentará muy mal, pero bueno, tú decides.

Ya en la puerta se giró

  • Ah! y si decides continuar con mi plan, aprovecha hasta la hora de comer para despedirte de todo el personal, como ya sabes… quizás no les vuelvas a ver. Pero que no te den mucha caña que te necesito bien fresca para esta tarde.

===

  • ¿Aquí vives?

El coche se detuvo en la acera de enfrente del bloque de edificios, cuatro torres pegadas entre sí y de considerable altura.

  • Si, en el 12

  • ¿En qué piso?

  • 8

  • Vaya, un poco más y te quedas fuera, jeje… bueno, vamos a conocer tu casa

  • ¿Puedo quitarme el collar hasta llegar a casa?

  • Sabes la respuesta, no eres estúpida. No te colgaré la cadena pero el collar…. además está de moda, muchas chicas lo llevan

  • Me verán como una puta

  • Es que lo eres, preciosa. Cobras por sexo. Esa es la definición exacta de puta. Vamos, aprovecha ahora que apenas hay nadie por la calle. Me gusta exhibirte pero supongo que a tí no…

Salieron del coche, Carmen ni se atrevió a alzar la mirada. su vestido no era exageradamente provocativo aunque mirado de cerca podían descubrirse los pezones anillados marcados en la camisa traslucida. Poco más de 10 metros hasta alcanzar el portal que para ella fueron eternos, en parte por esos tacones que no le permitían andar rápido o el azote en el culo con la manaza de Hugo que le recordó que Don Mario quería verle mover ostensiblemente las caderas….

Atravesar el portal, sentir el fresco de su interior fue un alivio para ella… momentáneo pues ante su ojos, junto la puerta de los ascensores, un vecino esperaba… ¡Dios!, le conocía… vive justo debajo de ella, bastante mayor, le incomodaban sus miradas de reojo cuando coincidían en el ascensor o las reuniones de la comunidad. Y ahora, además, con esta pinta…

Este vió venir a la comitiva, al “Buenas tardes” de Don Mario le correspondió con un similar saludo mientras escaneaba de arriba a abajo a su vecina… ¡Caray con la vecinita, como viene! Ella no se atrevió a mover la cabeza, fijó su mirada en la pantalla que iba mostrando los números en descenso.

Del ascensor salió un joven concentrado en su móvil… pero unos pasos adelante se movió, asombrado, viendo la escena: dos personas mayores, una joven cuyos tacones y minifalda resaltaban sus estupendas piernas y dos pedazos de armario, serios, con el perfil de porteros de discoteca. Karl se quedó fuera, esperaría el siguiente ascensor. Su mirada fue suficiente para que el chico se volviera y acelerara el paso para salir del edificio.

El tipo miraba de reojo a su vecina, cabizbaja y al altivo Don Mario, hasta que la voz de éste le sobresaltó

  • Esta buena, ¿eh?

  • Eh, eh… ¿perdón?

  • Digo que tu vecina está bien buena ¿no crees? ¿os conocéis?

El vecino alucinaba, tembloroso, sonrojado, sorprendido

  • Si… si… bueno…

  • ¿Tú le conoces, Carmen?

  • Si… es el vecino de abajo - musitó sin levantar la vista

  • ¿nada más que el vecino? ¿ni siquiera sabes su nombre?

  • Le-leandro, - contestó él, azorado

  • Ok, yo soy Mario, este Hugo y, por si no lo sabías ella se llama Carmen

  • Sí, sí … lo sabía - Más descarado en el mirar sus ojos se fijaron en los bultos de la camisa que no acababa de reconocer, aunque… le excitaba, a juzgar por la prominencia que comenzaba a destacar en su entrepierna

  • Eres una desconsiderada ¿ni siquiera le saludas?

  • Ho - hola, Lean…

  • ¿Qué forma de saludar es esa? dale dos besos, mujer ¿cuánto hace que no os veis?

Carmen alzó la mirada lo justo para ver el rostro divertido de Don Mario, en su semblante se mezclaba el sonrojo y la rabia cuando acerco las mejillas a las de su vecino.

Leandro estaba en un sueño, alargó su mano para posarla en la cadera de su vecina, suave, deliciosa, su tacto enfureció más al animal que le dominaba los bajos. Ella se apartó rápidamente.

El choque emocional se produjo cuando Mario pulso el botón de Stop. Ambos vecinos le miraron, el asombrado, ella asustada.

  • Tsss, tsss. Vamos a hacer las cosas bien. Te he preguntado antes si ves que está bien buena tu vecina.

  • S-sí… claro…

  • ¿cuantas pajas te has hecho pensando en ella?

Con los ojos como platos, Leandro ni siquiera logró articular palabra

  • Vale, no es necesario que contestes. Hoy Leandro, es tu dia de suerte.

Carmen pegó sus labios al oído de Don Mario suplicante

  • No, por favor, vámonos… se lo suplico - Mario la apartó

  • Vamos, vamos, Carmen… ¿o prefieres que te llame putita? Mira el empalme que lleva este pobre hombre. De vez en cuando hay que ser generosa y atenta con los vecinos, ¿no crees? ¿Te gustaría tocarle las tetas?

La proposición no se hizo esperar, Leandro alargó sus manos… pero Carmen se retiró profiriendo un seco ¡NO!

Ahora fue Mario quien susurró al oído de una llorosa Carmen

  • Mira zorrita, ya sabes lo mucho que me disgusta que me lleven la contraria… sígueme el rollo y esto acabará pronto. De lo contrario para conseguir tu dinero me tendrás que enviar cien fotos de cien mamadas a hombres diferentes… ¿que quieres hacer?

Carmen, llorosa, cabizbaja, se acercó a su vecino, se puso frente a él… pero éste no se atrevió a alzar las manos, así que fue ella quien tomó su mano derecha para llevarla a su pecho… en el otro no fue necesario, ya Leandro se ocupó de apoderarse de él.

  • Mejor sin camisa, no? Desabotónatela, anda

Su resistencia estaba vencida abrió completamente su camisa para que las manos de su vecino se posasen sobre sus firmes tetas y jugasen con los aros que colgaban

  • Los aros se los pusimos ayer, creo que mola, ¿no? Carmen, no seas así, él te está tocando deberías hacer lo mismo

No demoró la propuesta/orden, la mano de ella se posó sobre el bulto de su vecino lo apretó, lo sobó… no era eso solo lo que quería Don Mario

  • Deberías meter la mano por dentro, No creo que le importe mucho a Leandro que le bajes la bragueta ¿puede, Leandro, le permites?

  • Si-si… cla-claro

Un sueño. No, ni en sus más lúbricos sueños hubiese imaginado algo así… esas tetas al alcance de sus manos, su vecina bajándole la cremallera de la bragueta e introduciendo su mano en ella, apartando los calzoncillos y.. empapándoselas de la tremenda corrida que se produjo cuando contactaron ambas pieles. Las caras de todos eran expresivas, hasta Hugo esbozó una sonrisa

  • ¿has visto como era para tanto, chiquilla? Anda dale un beso - Carmen y Leandro iban a acerca sus mejillas cuando - No, no un buen beso, un beso en condiciones, ¿después de ésto venis con remilgos?

El ascensor retomó su marcha cuando ambas bocas se entrelazaron. Leandro “aprovechó” para posar sus manos en el culo de la vecina que le había provocado tan extraordinario placer… Carmen no hizo el más mínimo movimiento para evitarlo.

El timbre anunció la llegada a la planta de Leandro.

  • Vamos, Carmen, límpiate la mano en la camisa y dásela a Leandro

  • ¿QUÉ? Pero…

  • ¿Qué te he dicho de rechistarme? Vamos, seguro que tu vecino no le importará que esté manchada para guardarla de recuerdo.

Hugo mantenía abierta la puerta de la planta mientras la chica quedaba desnuda de cintura arriba.

  • ¿Sabes? vamos a montar una fiesta en el piso de Carmen esta tarde, si quieres venir…

  • Por favor… - la mirada lastimera de Carmen al pronunciar esta palabras no ablandó a Mario, al contrario, la recibió con un rostro duro

  • Mejor pensado: invita a todos los vecinos que conozcas del bloque, así será más divertido. Os espero a partir de las… ¿qué hora es? Ah! bien, a las 7 esta bien… ¿hace?

  • Claro, claro

  • ¿Te encargas tú de avisar a los vecinos? Ya sabes que tipo de fiesta es ¿no? la fiesta es... ¡ella!

  • Por favor-porfavor-porfa…

  • Vamos, vamos, niña… Despídete de tu vecino e invitale a tu fiesta…

  • Nooooo - su rostro suplicante no logró conmover a Don Mario, más bien al contrario le arrancó una sonrisa condescendiente

  • Carmen, Carmen… ya sabes que no me gus…

  • Por favor, Leandro, ven a mi fiesta… - las lágrimas comenzaban de nuevo a aflorar en la chica

  • Y que traiga amigos…

  • Y traete…

  • Y vecinos - cortó Leandro, que también comenzaba a divertirse con la propuesta

  • ...amigos… y vecinos

  • Ale, ale, niña… dale otro morreo y vamos que aún tengo que hacerme tu culo antes de que vengan.

Hubo de ser Mario quien tirase de ella para sacarla del ascensor pues el vecino no parecía tener intención de acabar con el beso, aprisionçandola por la nuca y con la otra mano sobre tu pecho.

Eran pocos metros pero ni siquiera hizo ademán de acelerar el paso ni, por supuesto, cubrirse los pechos… se limitó a agachar la cabeza para evitar el cruce de miradas si otro vecino apareciese en el rellano o hurgaba por la mirilla. Hugo ya tenía la puerta abierta cuando llegaron a la casa… El otro ascensor se abría en ese momento pero, por fortuna, era Karl quien llegaba en él.

  • Muy bien putita, tienes muy arregladita la casa… no se si es por tí o que tu noviete nos la ha preparado a conciencia para recibirnos. Le he dicho que no aparezca por aquí antes de las diez y media, con lo cual a esa hora ya deberá haber acabado todo y volveréis a vuestra vida normal… o no, pero eso ya es cosa vuestra

Carmen, cabizbaja, se detuvo en la entrada del salón. Desorientada, sin saber que hacer hasta que Don Mario le diera sus instrucciones … u órdenes.

  • Vamos, enséñame la cama donde te voy a romper el culo, mi polla se impacienta… aunque aún la haré esperar…. Oh! magnífico!. Me gusta ese balcón, sino fuese porque prefiero la comodidad de la cama me haría tu culo ahí, para deleite de mirones… pero no… De todos modos… Hugo, çabrelo de par en par que entre una buena luz… quizás algún afortunado vecino de enfrente pueda también pajearse contemplar la escena.

En la mente de Carmen los sentimiento se agolpaban… faltaba ya poco para que todo terminara pero… acababa con Don Mario ¿hasta cuándo seguiría entre sus vecinos? los que la viesen desde enfrente.... o los que la iban a follar más tarde, en su misma casa. La congoja atrapó de nuevo sus ojos pero ni siquiera hizo el amago de mirar a Don Mario, de implorarle, darle pena… sabía que era inútil… sabía que haría todo lo que ese hombre quisiese… En estos momentos sentía que su cuerpo le pertenecía, que era su dueño.

  • Bueno, vamos al salón. Me apetece tomar algo para calmar mi entrepierna hasta que llegue el momento… mientras yo me hago un whiskyto se la vas a comer a Hugo y Karl y te masturbas… quiero un poquito de ambiente antes de… vaya mierda: ¿“William Lawson”? ¿solo esto? Tendríamos que haber traído el whisky de casa… un fallo. Te regalaré algunas botellas cuando vengan a traerte el dinero… espero que al menos tengas hielo para que pase el trago. Vale, desnúdate, ponte la correita y arrodíllate frente al sillón

Obediencia ciega… siquiera un amago de queja cuando vio el trípode con la cámara que Hugo colocaba enfocándole, ajustando el ángulo de visión para no perder detalle de la mamada a Karl que se iba posicionando en el sillón.

En dos días ya había aprendido la rutina, se hizo una coleta para que su cara quedara despejada, bien visible a la cámara, y que el hombre pudiese tomarla del pelo si le apetecía marcar el ritmo. Las manos a la espalda, esta vez no necesitó abrirle la bragueta, Karl ya le mostraba su enhiesto miembro listo para ser engullido. La única, casi, sorpresa fue que Hugo se posicionó tras ella ¿no iban a ser dos mamadas?

Lo serían. Lo pudo comprobar más tarde, tras correrse en su coño tuvo que conseguir que la polla de Hugo llenase también su garganta de leche… tardó algo más que su compañero, la mandíbula ya le molestaba pero, en compensación fueron tres orgasmos, dos de ellos con la polla de Hugo en su interior.

===

  • Te juro que me va a dar mucha pena separarme de tí… he pasado un fin de semana estupendo. Sinceramente espero que te vaya muy mal para que pueda volver a alquilarte. Vamos, vamos… más adentro, mi polla es más pequeña que la de Karl y se la has comido entera… Si… bien… mantenla… bien.

Carmen estaba arrodillada frente la cama donde se sentaba Mario, se esforzaba en abarcar más parte de su miembro… pero era difícil sin ayuda. Karl le había tomado por la cabeza, se había follado apretando hasta dejarla sin poder respirar… pero Don Mario quería que el trabajo lo hiciera ella sola… era más complicado.

  • Pónmela bien dura, putita, te quiero romper el culo con ella, te dolerá como nunca… sin más lubricante que la saliva que dejes ahora… Hugo acercame las bolas.

La chica notó como aquel hombre tomaba su mano y depositaba en ella un esfera… no osó mirar, ni detener la mamada

  • Ve metiéndote bolas en el coño, todas las que te quepan… está bien lubricado, entrarán bien… procura que no caigan… eso cerrará aún más tu culito para parecer más virgen de lo que es

Ahora sí que el miedo comenzó invadirle, rememoró el dolor del desvirgamiento con Oscar, los azotes, el anillado… pero intuía que esto aún podía ser peor, a medida que una nueva bola entrada en coño.

  • No creo que haga falta atarte, ¿verdad? Tu mismita vas a abrirme el culito con tu manitas para que te lo pueda reventar y me lo vas a pedir mirando a cámara. Después podrás morder la almohada para evitar escandalizar a todo el vecindario… el balcón está abierto y algunos de tus invitados han llegado ya…

Mario tomó fuertemente del pelo a la chica y la encaró a sus ojos.

  • ¿Es necesario que te ate?

  • No… No, Don Mario

  • ¿Sabes que te va a doler… mucho?

  • S-si… Don Mario… lo aguantaré

  • ¿Gritarás?

  • No se si… no, Don Mario, aguantaré… ni gritaré.

  • Buena chica, vamos, sube a la cama que tus vecinos se van a impacientar

Solo un leve grumo de semen desvelaba que esa zona había sido usada… eso y el color rojo de la bola que dejaba ver escasamente el agujero de su coño… Mario se recreaba en la visión acariciándose lentamente el miembro.

  • Vamos, chiquilla, ¿necesitas que te recuer…?

No acabó la frase, las pequeñas manos de la chica tomaron los mofletes del culo y los tensaron hasta que se veía perfectamente su pequeño agujero gris.

Giró su cara hacia el hombro, le sorprendió lo cerca que estaba el objetivo de la cámara de Hugo… tras él, el trípode junto a Mario, enfocando sus manos abriéndose el culo

  • Fólleme el culo

  • Mmmm… no, eso no me pone, ha de sonar más convincente… ¿y esa cara de vinagre? ¿es que no quieres que te rompa el culo? - el comentario de Mario lo hizo mientras la punta de su capullo rozaba la entrada de su orificio y sus manos se asían fuertemente a las caderas de la chica.

Intentó una sonrisa, sabía lo que quería él, lo que esperaba de ella… y también que el dolor sería insoportable.

  • Por favor, Don Mario, rómpame el culo…. AAAAGGHHmmmmmmmmm

Fue un grito intenso pero breve. La almohada sirvió de desquite del dolor, para amortiguar las ganas de gritar la mordía con ganas, con muchas ganas… El miembro de Don Mario había entrado hasta el fondo, sin la preparación previa como cuando lo hacía con Sergio, como incluso cuando se lo hicieron por primera vez: un dedo, dos dedos… para ir abriendo…

Ahora no. Sin previa. A la primera embestida chocaron las caderas. Mario se recreó tres veces… dentro-fuera… la sacaba hasta que apenas quedaba parte del capullo dentro y vuelta al fondo. Pero sabía que no aguantaría… las bolas del coño hacían su papel y el no haber sido usado en días también ayudaba a esa estupenda sensación que sentía… Al tercer envite comenzó un bombeo acelerado, intenso…

Ni siquiera se detuvo cuando sus pelotas expulsaron todo el semen acumulado, siguió hasta que el cansancio pudo con la firmeza de su miembro… y comenzaba el dolor. Del placer al dolor puede haber un trecho muy corto, como al contrario…

Se dejó caer sobre su espalda, esa espalda suave que le acunaba con una respiración acelerada. Sus manos transitaron por el cuerpo de la jóven, por sus caderas, se enredaron en su pelo… el llanto de ella se tornó ahogado, se sentía asfixiada pero no osaba quejarse.

Se acostó a su lado, giró su rostro. vio los ojos enrojecidos, como las mejillas que ya no tenían ese pálido rubor que tanto le agradaba, ahora era un rojo intenso, el del esfuerzo… le dió un beso en la frente al tiempo que decía “buena chica”. No esperaba su reacción pero se dejó hacer… como si esas palabras hubiesen sido la insinuación de una orden, Carmen se incorporó, se deslizó hasta el miembro fláccido y se lo llevó a la boca, sin siquiera detenerse a pensar en el sabor.

Mario sonreía satisfecho… era difícil que su miembro retornase tan pronto a la “vida” pero se dejó lamer, no podía ver su cara, pero ya recordaría ese momento en el primer plano que Hugo tomaba del momento.

===

  • Excelente, muy adecuado.

  • Por favor, Don Mario, ¿no podíamos dejarlo?

  • ¿Y desairar a tus vecinos? eso quedaría muy mal. No sé cuántos han venido pero como buena anfitriona… No, mejor desabotónate la camisa, anúdatela por debajo de tus pechos, tienes unas tetas estupendas, es una pena ocultarlas.

  • Me conocen… ¿qué pasará luego?

  • Claro que te conocen… y seguro que más de uno se la habrá cascado pensando en tí. estás muy apetitosa, nena… A ver

Mario levantó la falda e introdujo dos dedos en la vagina…

  • Muy bien, sigue lubricada y las bolas no parecen haberla ensanchado apenas… Pensar que hace 3 días no había entrado una polla y ahora ¿cuantas lleva ya?

  • No… no se

  • Era una pregunta retórica, guapísima.

El atuendo era el que llevaba todo el día: una lolita, una colegiala con su camisa blanca -menos ceñida, la suya se la quedó Leandro-, su falda tableada de cuadros, calcetines blancos, altos… y sin zapatos. Ninguno convenció a Mario. Y un collar de metal, ceñido al cuello, con un candadito difícil de sacar sin la llave (“pídesela a Hugo cuando acabe todo”).

En realidad era algo más que un collar: aseguraba la capucha que Hugo estaba colocándole en la cabeza. Una capucha ciega, que dejaba al aire la nariz, la boca y las orejas… y una coleta hecha con su pelo, como la crin de un caballo.

  • Ellos saben quién eres pero tú no lo sabrás, así quizás te sientas menos incómoda cuando os crucéis por la escalera… Bueno, a Leandro sí, pero parece un buen tipo, seguro que se desvivirá por servirte si algún día necesitas sal, jeje.

Los labios recién pintados de Carmen no hicieron ningún movimiento ante las palabras de Mario, permanecían impasibles.

  • Ahora te explico lo que va a pasar. Son las 7 y cuarto. Hasta las 10 los señores que hay en tu salón van a poder disfrutar de tu cuerpo sin limitaciones. Para tí no existe la palabra “No”, esa que ya sabes que me fastidia tanto oirte. Tampoco te preocupes mucho pues Hugo y Karl estarán velando porque tus vecinos disfruten pero sin pasarse.

Hugo comenzó a atar las manos en la espalda de Carmen. Era un bondage firme, con los brazos cruzados, imposible alcanzar su cintura ni subir más allá de los omóplatos.

  • Es tu última prueba. No me decepciones. He pasado un fin de semana genial contigo, por eso he adelantado mis planes de soltarte, te lo mereces, así que espero no tener queja de tí en estas dos horas y media que faltan. Te hago notar que estás inmovilizada y a oscuras… con una mordaza en la boca Hugo y Karle te pueden devolver rápidamente a la caseta de Oscar a pasar la noche y ni se sabe cuantos días más. Creo que me explicado he bien.

El cuerpo temblaba, los labios también, pero ni una sola palabra salió de ellos

  • Contesta. ¿lo has entendido?

  • Sí…. Si, Don Mario

  • Pues vamos, seguro que tus vecinos están impacientes… y empalmados, jeje

===

El murmullo enmudeció de repente. Al aparecer Mario llevando de la cadena a Carmen se hizo un silencio absoluto… incluso su “buenas noches” se respondió con unos inaudibles balbuceos.

Se posicionaron en el centro, Eran 9, un amplio abanico de edades, pero ninguno podría ser considerado adolescente. Las miradas de lujuria eran evidentes, el escaneo del cuerpo de Carmen era abrumador, de haber podido verlo quizás se hubiese puesto más nerviosa aún… aunque ya lo estaba bastante, sobre todo cuando tocando su hombro entendió que Don Mario la quería arrodillada.

  • Muy bien, Leandro, no imaginaba que pudieses ser tan rápido corriendo la voz. La mala noticia, o no, es que sois más a repartir el tiempo. Tenéis exactamente hasta las 10 de la noche para disfrutar de vuestra vecina. Está a vuestra entera disposición… ella y su agujeros, claro. ¿verdad Carmen?

La chica movió la cabeza afirmativamente

  • Creo que no te han oído bien ¿qué pueden hacer contigo esta noche?

  • Si… lo… lo que quieran

  • ¿Follarte?... ¿y qué más?

La voz sonaba trémula, pero implacable, no era la primera humillación que sufría en estas largas jornadas, ni siquiera en su vida…

  • Fo...llarme, mamarla… darme por culo.

Más de uno ya acariciaba su miembro por encim del pantalón… las erecciones de todos los presentes eran todas evidentes.

  • ¿Cual es la palabra prohibida esta noche?

  • No

  • Es decir que podéis hacer lo que queráis pero sin pasaros, un poco de agresividad, dadas las circunstancias, unos azotes, algún tirón de esa insinuante coleta, es comprensible, pero si alguien se pasa un pelo aquí mis dos amigos darán por acabada la sesión de inmediato.

¿Estás de acuerdo Carmen?

  • Si… pero…

  • ¿Pero…?

  • No, nada, pueden hacerme lo que quieran para disfrutar.

  • Estupendo. Unas últimas reglas. La cámara está grabando. No os preocupeis porque nunca llegarán a internet, es solo una garantía más de que o portareis bien.

Segundo, la primera corrida de la noche ha de ser en el interior de su coño. Está en sus días fértiles y… no se si mañana tomará la pastilla del día después pero quizás el vecinito ese que corretee por este edificio dentro de un par de años pudiese contener vuestra semillita.

Y, por último, un aviso serio: Esto acaba aquí. A las 10 de la noche no habrá en este piso ninguno de vosotros y, a partir de ese momento, esta señorita va a ser la más respetada del edificio. Ni una insinuación, ni un tocamiento disimulado en el ascensor, ni un piropo, ni un cotilleo de lo que aquí ha pasado pues, si me entero, os comeréis los huevos. Y yo no suelo hablar en sentido figurado: estos dos armarios que tengo como amigos vendrán os cortarán las bolitas y os las harán tragar una a una. Más claro no puedo ser, disfrutadla y quedaros con el recuerdo… Carmen, el tipo que tienes enfrente se ha sacado ya la polla, deberías ir a probarla, ¿no?

Andando, de rodillas, la chica recorrió lentamente el metro y medio que le separaba de su primera polla… ayudado por el tipo que tiraba de la correa que mario le había cedido. Cuando comenzó la mamada el vecino miró a Mario, no se atrevía a tomarla de la cabeza, hasta que notó en este una cara de consentimiento de complicidad y comenzó a moverla a su antojo.

Hugo se acercó a colocar unos auriculares en los oídos.

  • Es para que no oiga vuestros comentarios, ella no sabe quienes sois… Y recuerda, la primera corrida en su coño. Disfrutad, chicos

===

No acertaba a entender que pasaba, seguía moviendo su cabeza arriba y abajo de aquella polla, la mandíbula ya adormecida ¿cuánto tiempo, cuántas veces habían usado su cuerpo, su boca, sentía la piel embadurnada de semen, la garganta con esa mezcla de semen y vómito… no pudo evitarlo, era demasiado larga… temía que la obligaran a lamer su propio vómito del suelo pero por fortuna no fue así, no hubiese podido negarse, era el acuerdo con Don Mario. Pero ahora era una sensación muy extraña, la música rock había desaparecido de sus oídos, costó un poco acostumbrarse a ello, parecía una discusión entre Hugo y otra voz desconocida… pronto entendió qué pasaba

  • A ella no le parece mal, ¿verdad Carmen?

Sintió que la tomaban de la cola, su boca se liberó de polla… no sabía…

  • Eh? Qué…?

  • Ya estaba bien de rock duro, no, chica… así pueden descansar tus oídos ¿te parece mal?

  • No - “¡Dios, la palabra prohibida!”.. - Si… no… lo que quiera

  • Muy bien, puta… ¿ves? ella está de acuerdo - un tirón de la coleta le hizo engullir de nuevo el miembro- Así podemos mantener una conversación… siempre que no tenga un polla en la boca, jajaja. Vamos puta, esta noche te has comido pollas más grandes, quiero que la mía desaparezca en tus labios.

De nuevo la sensaciòn de vómito, la mandíbula dolía, parecía ir a desencajarse de un momento a otro… y la raíz del pelo… Aguantar… un poco más, pero cuánto… y la axfisia: el tipo había conseguido enterrarle toda la polla en su boca, la notaba en la garganta, le taponaba la respiración… y el cabrón mantenía su cabeza firmemente, sus manos eran inútiles, no podía soltarse.

  • No te muevas tanto puta, que harás que me corra y aun no lo he hecho en tu puto coño.

  • Tio!!

Reconoció la voz de Hugo, el tipo soltó la cabeza y pudo respirar, toser

  • ¡Qué ganas te tenía puta!, esos pantaloncitos, los pezones que te traspasan hasta el sujetador y el bendito día que se estropeó el ascensor y subías delante de mí… ¿cuántas veces he soñado con romperte ese culito… y hoy es mío.

Era diferente. El temor le invadió. Los otros no se habían portado muy mal. Le dolía el culo pero era porque Don Mario se lo había dejado el rojo, azotes con la mano, tirones de pelo, dolor de mandíbula, el vómito, estrujones y pellizcos en las tetas y pezones… uno le pellizcó el clítoris… pero intuía que este iba a ser el peor de todos… ¿Cuanto faltaba para las 10? ¡Por Dios!

  • Es una lástima que no puedas ver mi cara, me encantaría ver tus ojos de puta mientras me la comes, esos ojos que nunca se han fijado en mí… pero bueno, en las próximas reuniones de la comunidad espero que al oír mi voz rememores el sabor de esta polla que te estás comiendo… ¿Ya has vuelto?

  • Joder, tío, tenía que mear

  • Déjalo ahí en la mesa

  • ¿Para que és? - la voz de Hugo era la única que podía reconocer Carmen

  • Es un juego, no te agobies

  • No te pases, ya te he advertido

Un nuevo tirón de la coleta, un breve descanso de la mandíbula

  • ¿A qué quieres jugar con nosotros, puta?

  • S...Sí

  • Ya la has oído, está a nuestra disposición, no le dejaremos marcas, tranquilo,... pero ella quiere que le hagamos lo que nos apetezca ¿verdad, Carmen? ¿te gusta, puta?

Ahora Carmen, antes puta… debía responder, no lo que hubiese querido, solo lo que podía.

  • Si… si podéis hacer…

  • Va, calla ya, esa puta boca como mejor esáa es llena de polla… Estás empalmao, Luis, ¿te la vas a follar otra vez?

  • ¡No digas mi nombre!

  • Si la puta esta no conoce a los vecinos, ¿crees que se acordará de tu nombre? Es más fácil que se acuerde de tu polla, por lo torcida, jaja

  • Joder, tío!

  • vamos. dale caña, que luego voy a reventarle el ojete… y tú pajillero, no te corras ¿eh? Como ya has pasado por su coño ahora podrás llenarle el estómago de leche, ¿no prefieres eso a correrte en tu mano?

  • Cla… claro, señor.

  • “Señor”? Serás idiota, no digas eso que me hace sentir más viejo. Somos colegas de puta, como vuelvas a decirme señor no te dejo su boca.

De nuevo a dos puntas… Las embestidas del tal Luis le empujaban a tragar la polla del otro tío. Luis la movía a su antojo, aprisionando sus caderas, un movimiento le hizo perder al invasor de su boca… Un doloroso tirón de la coleta y dos tortazos estampados en su mejilla.

  • TÍO!! - El grito de Hugo no sirvió para detener un nuevo tortazo en su mejilla.

  • Coño, tío, que ha soltado mi polla!, hay que enseñar modales a la puta ésta.

  • Te estás pasando…

Seguía el dolor del pelo, el tirón que no podía aflojar porque el que la taladraba desde atrás la mantenía firmemente cogida de las caderas.

  • ¡Qué va. hombre! Su amo nos ha dado permiso para hacer lo que queramos… no pasa nada… a ella le gusta ser obediente ¿a que sí, puta?

No sabía si responder, qué responder, solo apretaba los dientes para soportar el dolor que sentía

  • Contesta, puta, ¿a qué quieres hacer lo que te ha pedido tu amo?

  • S--s-i

  • Así que… ¿te puedo dar de ostias?

La capucha hacía imposible ver la cara de humillación y las lágrimas, pero sí notar los labios balbuceantes, quizás el nudo de la garganta al responder

  • Si… puedes darme bofetadas

  • Uy, que fina! Yo lo que quiero es cruzarte la cara a ostias, díselo a tu amigo…. y pídemelo como se piden las cosas, ¿no te han enseñado modales?

Un breve silencio solo interrumpido por los jadeos de Luis que aceleraba sus embestidas

  • Sí… por favor, dame… ostias

Era como un puchingball, colgada de la cola, los tortazos se sucedían en ambos mofletes, 4, 6… solo pararon cuando volvió a tener la boca llena

  • A ver si aprendes, boca vacía ostias que te llevas… esmérate en hacerlo mejor

  • ME corrooooo!!!

  • Ya??? Yo esperaba que duraras más, cabrón, me vas a hacer dejar la mamada… ¡uuuf! vamos tío, rellénala bien a ver si le hacemos un hijo de puta… porque lo que salga de ese coño de puta solo puede ser un hijo de puta, jajaja… ¿Cuantos hijos de puta quieres tener, Carmen?

Aunque Luis abandonó el coño la humillación de su vecino no cesó”¿y si es chica le enseñaras a mamarla también como su madre?? Cuando quieras desvirgarla cuenta conmigo”... y algunos tortazos más con tirones de pelo “ya se que no se te ha escapado pero es que me gusta darte de ostias… venga, pídeme que te dé más fuerte”

  • Joder tío, que te vas a correr antes de que te llegue… ¿te cambias ya por mí?

Además de Hugo y Karl solo quedaban tres vecinos con Carmen, los tres se habían vaciado ya en su coño, Luis dos veces. El que llevaba la voz cantante casi había echado a los demás una vez desfogados… alguno salió avergonzado, Leandro que llegó envalentonado, después de follarsela parecía arrepentido de haber ayudado a esta movida, le daba mucha lástima el trato que estaba recibiendo su vecina, fue quien puso una almohada bajo sus rodillas y quien intentó convencer al resto para dejarlo estar cuando ya todos se habían vaciado en el coño de la chica… más de dos horas de boca llena de polla, los que tiraban de las anillas de sus tetas, azotaban sus nalgas o palmeaban su coño mientras le daban por el culo, tirones de pelo… Don Mario ya lo pronosticó: con la polla tiesa se puede perder el respeto.

El tercero era el más jóven. El típico friky que se siente tan feucho que jamás hubiese podido vaciar su miembro en una mujer tan estupenda… ¡Y hoy podría hacerlo dos veces!

  • No, no te muevas, ella ya sabe caminar a dos patas ¿verdad que sí, puta? ¿que puedes alcanzar solita la polla que tienes al lado?

  • ¡No seas cabrón! - De nuevo la voz de Hugo, irritado ¿qué pasaba ahora? ¿cuanto faltaba? ¿porque no hacían nada Hugo y Karl por acabar el tormento? Pero… ¿qué pasaba ahora? ¿de que se quejaba Hugo? ya sabía que no iban a volver a poner la almohada bajo las rodillas, pero no imaginaba que iba a ser mucho peor

  • AAAAGGGH!

El dolor era intenso, mucho, ¿que había bajo sus rodillas?

  • ¡Quita eso!

  • No tío, seguro que puede aguantarlo, son solo unos granos de arroz, no le van a joder las rodillas, solo…

  • Que lo quites

  • Si es un momento… Tu tio, métele la polla en la boca para que se calle y no le sueltes la cabeza… si pronto se acostumbrará, verás.

No, imposible acostumbrarse. El dolor era tan agudo que incluso su quejido asomaba por los huecos que dejaba la polla del joven. Intentaba mover las rodillas, pero no encontraba un hueco liso, además parecía que algunos gramos se habían quedado pegados, incrustados… ¡Que acabe pronto! ¿porque nadie hace nada para ayudarla?

  • ¿A que está de puta madre, chaval? Tú procura no soltarle la cabeza, ella solita lo hace todo, moviendo la cabeza para todos lados… De todos modos ya sabes… si se te escapa, un par de ostias y vuelta a chupar

  • JODER

El chico obedeció sin dudar. Tenía atenazada con sus manos la cabeza de Carmen. Eran como zarpas, no hizo el más mínimo movimiento de caderas ni de mover arriba y abajo la cabeza, Carmen lo hacía todo, movía frenéticamente todo el cuerpo intentando encontrar un punto sin dolor, pero ya su peor verdugo la había tomado por las caderas, presionando más hacia abajo su grupa para que se incrustaran más los granos en sus rodillas…. y un dedo en su culo anunciaba lo que vendría de inmediato

  • Vamos chaval, ahora viene lo bueno, en cuanto le pete el culo se va a remover mucho más… aguanta lo que puedas, no te corras pronto sino…

Un segundo dedo forzando a abrir el agujero, lo soltaron y… en otro momento quizás no hubiese sido tan doloroso, pero tras la enculada salvaje de Don Mario y los cuatro vecinos que le siguieron escaldando el agujero… el dolor del culo por la taladrada brutal hasta el fondo reemplazó al de las rodillas, pero hubo más… el cabrón que tenía detrás se apoyó sobre su espalda mientras aumentaba el ritmo de la enculada, con el antebrazo inmovilizaba su cuerpo y la otra mano buscaba su clítoris… no para aliviarle un poco sino… para pinzarlo con sus uñas, como queriendo arrancárselo.

  • Me corro… - fue un murmullo, casi avergonzado del chico - era evidente que no podía aguantar mucho más la presión

  • Enfúndasela hasta la garganta, que se lo trague todo, no sueltes la cabeza hasta que te deje vacío

Ahora la axfisia. Crispando sus dedos Carmen intentaba alertar su destroza. No podía respirar, sentía que de un momento a otro se ahogaria… Ni siquiera notaba que su culo también era inundado de leche.

De pronto todo paró. ya no sentía la presión en la cabeza ni en la cadera, se echó al suelo, de lado, echa un ovillo, llorando desconsoladamente aunque no pudiesen verla, ni siquiera se movió para evitar los granos de arroz que se le incrustaban ahora en la cadera.

  • ¡Qué de puta madre! Estos hay que repetirlo. ¿cuánto decís que os ha cobrado esta puta? Yo creo que podemos hacer una colecta…

  • Ya vale, es hora que os largéis.

  • Eh, cuidado, que aún no son las 10, dejadme que la lleve a asearse un poco, es lo menos que puedo hacer

No. No era amabilidad. No puede serlo cuando te pide que te levantes tirándote del pelo, te lleva de las anillas hasta la ducha… y te hace arrodillar para mearte

  • Abre la boca puta

Pero era el final. La manaza de Karl agarró el cuello del tipo casi levantandolo del suelo.

  • Ya está bien…

  • ¡Pero si aún faltan..!

  • El tiempo justo para que os vistáis y salgáis cagando leches… ¿o te lo explico de otro modo?

Karl soltó su presa, que no tardó en abandonar el aseo, seguido del mismo Karl.

Hugo se acercó a Carmen para quitarle el collar, la capucha… y ver su cara demoledora: sus ojos irritados, lagrimas, algun moraton en la mejilla… llorando se aferró a él

  • Calma chiquilla, calma… debería haberlo parado antes pero… ya está, ya ha pasado todo.

Mientras la sostenía con el brazo la otra mano abría el grifo de la ducha, cuando ya la notó tibia comenzó a pasarlo por el cuerpo de la chica. Como a su jefe y muchos de sus invitados, le gustaba el sexo duro, pero también cuidar de que no hubieran desfases... Y en ese momento, ante el desplome de esta chiquilla, se sintió mal, arrepentido.

El dinero era importante. sabía que sería mucho más del acordado, pero también dudaba de que sirviera de gran alivio para mitigar los recuerdos dolorosos que seguro reviviría muchas veces. Puto dinero.