Vendedores

Unos chicos se acercan a mi casa....

VENDEDORES

Estaba poniendo en orden algunas cosas de la casa. Era pasado el mediodía y la primavera apuntaba a llegar sin sobresaltos. Andaba cómodo con una remera musculosa y un pantalón suelto de verano casi.

Ese día me encontraba solo ya que mi esposa se había ido a  casa de su madre a visitarla y no volvería hasta la noche.

De pronto sonó el timbre de calle. Me asome por la ventana sin que nadie me viera y vi a dos jovencitos riendo y hablando entre ellos.

Uno era morochito y alto, el otro tenía la tez clara sin llegar a ser rubio. Uno era flaco, el otro era regordete, sin llegar a ser obeso, era mas bien robusto, pero se veían jóvenes  y sanos.

Abrí con cierta reticencia la puerta de calle y avance hacia la reja. Ellos me miraron y yo los salude levantando la mano

__¡Señor, buenas, estamos vendiendo!__ dijo el morochito

__¿Y que venden?__ pregunté

__¡Estamos rematando lo último, último, vendemos toallones!!!

__¡Son los últimos !

__¿Y cuanto valen?

__¡Usted haga una oferta!!__ abrí la reja mirando los toallones.

__¡Señor le tengo que pedir un favor!!__ dijo el robusto

__¿Qué pasa?

__¡Necesito pasar al baño!__ lo pensé dudando, con todas las cosas que pasan, pero decidí confiar así que los hice pasar a los dos. Entraron a la casa y lo guie hasta el baño que estaba ahí nomás de la entrada.

__¡Siempre le pasa, toma mates y después no aguanta!__ comentó el otro morochito. Yo seguí mirando la mercadería y de paso pispiaba los músculos tonificados y marcados del jovencito morocho y ahí fue que se me ocurrió.

__¡Tengo una propuesta!__ dije sonriendo

__¡Dígame!__ contestó el chico.

__¡Que les parece si me chupan la verga y les compro todo!__ dije sin vueltas. El chico por el contrario no se sorprendió en lo mas mínimo, quizá, como si le gustara o estaba esperando dicha propuesta. En ese momento venís el otro del baño.

__¿Qué pasa?__ preguntó desorientado mientras veía al compañero poniéndose de rodillas. Rápido me tiraba el pantalón para abajo apretando mis huevos y sacando mi verga semi dormida.

__¡Que linda poronga!!__ dijo el chico morocho y el regordete lo imito. Ya la lengua de los chicos invadían mi pija que se ponía dura como roca. El elástico del pantalón hacían explotar mis bolas y el regordete les pasaba la lengua como si fuera un helado. La boca del otro se tragaba la cabeza del garrote que se erguía, que se ponía de pie, levantándose al recibir la chupada que me comenzaba a brindar aquel chico morocho de ojitos negros y chispeantes. Su boca tragaba glotonamente sabiendo lo que hacía y demostrando experiencia en tales hechos.

__¡Ohh así, así, que bien lo hacen!!

__¡Una  promesa es una promesa!

__¿Nos va a comprar todo?__ preguntó el robusto chico lamiendo las bolas una y otra una y otra, lamiendo y mojando los huevos. Chorreándolos de saliva. Ellos a su vez se bajaban sus pantalones y masajeaban sus vergas que se habían parado. Se masturbaban furiosos, yo los miraba y mi calentura crecía.

Uno de las manos del morochito se aferró a  mis nalgas, pellizcándolas, y de pronto hurgando entre los cachetes y acariciando al momento mi anillo. Lo fue hundiendo despacio y notando que me estaba gustando. De pronto me vi asaltado en el culito, baboso, dilatado, abierto, y mi poronga cada vez más caliente.

El robusto chico se tragó mi verga hasta el fondo, ahogándose, en tanto el otro se iba por detrás y abriendo mis nalgas metió sin pensarlo la lengua en el anillo. El hoyito se abrió como flor, sintiendo las caricias ardientes.

__¡Ohh, Uhhh, me estas dando mas de lo que pedí!!__ aclaré caliente y bufando como caballo.

El morochito escarbaba sin descanso mi agujero volcánico. La saliva lo dilataba, lo agrandaba. El otro chico se metía los dedos en su cola. Notaba que gemía cada vez más aceleradamente. Ardiendo los cuerpos. No dejaba de succionar y tragar el sable que se había puesto ya como mármol.

__¿Quieres que entre, y tu le das verga a mi amiguito?__ preguntó gimiendo el chico morocho, y volvía a meter su babosa lengua en mi ojete ardiendo.

__¡Ohh si cariño, hagámoslo, si, a ver quiero sentir tu pija dentro!!__ dije completamente alzado y salvaje. Con mi verga rocosa y dura corrí a buscar unas frazadas y las coloqué en el piso haciendo tipo de colchón, me acosté y detrás se tiro el morochito rozando con su garrote mis nalgas y delante se colocó el otro chico robusto, guindo mi verga a su agujerito.

Entré veloz y el chico empezó a moverse tragando con su cola mi pija ardida. El otro fue entrando en mi ojete, los suspiros y la locura nos iba ganando. Entramos en un ritmo parejo y sincronizado. Los gemidos empezaron a cundir por el ambiente fresco.

Alcancé la verga del chico robusto y o masajeaba, apretando sus huevos, redondos y llenos, pellizcaba sus tetillas, igual que el chico morocho hacía conmigo. Nos prodigábamos caricias calientes, el chico mordía mi cuello. Yo mordía el cuello del otro chico al cual penetraba. Mis bolas golpeaban en sus cachetes sabrosos. El morocho hacía lo mismo golpeando las mías, éramos tres seres gozando plenos, sin esperar nada.

Sentí los chorros en mi cola, que se llenaba de semen, apuré los empujones y largue mis fluidos en el culito del otro chico robusto, y a la vez el largaba su simiente sobre las frazadas.

Quedamos enganchados unos momentos, acariciándonos. Tocándonos. Luego, los miembros fueron saliendo de los orificios penetrados.

Nos recompusimos un poco, pero no todo terminó allí. Seguimos haciendo cositas hasta entrada la tarde, luego se bañaron, nos bañamos juntos, le compre lo prometido y quedamos en que pasarían un día de estos con más mercadería.-