Vendedora de seguros

Mientras me preparaba un té por la tarde, escuché como llamaban a la puerta de mi piso.

Mientras me preparaba un té por la tarde, escuché como llamaban a la puerta de mi piso. Lo cierto es que me extrañó mucho ya que no suelo recibir visitas. Supuse que sería algún vecino así que abrí la puerta y me encontré a una mujer de mediana edad sosteniendo una carpeta en la mano.

-          Hola buenas tardes, ¿le interesaría algún seguro de vehículo, hogar o salud?- dijo mientras me sonreía.

Lo cierto es que mi seguro del coche vencía dentro de poco y pensé bueno porque me diga cuánto me va a costar uno nuevo tampoco va a pasar nada, así que la invité a entrar y sentarse en el salón. Como tenía el té a medio preparar le pregunté si quería tomar algo y entramos en el típico rifirrafe de ofrecer y rechazar hasta que ella acabó accediendo a una menta poleo.

Llevando las tazas hasta mesa del salón, me di cuenta que observaba mi entrepierna lo que me extrañó bastante. Dejé las tazas en la mesa y disimuladamente pasé mi mano por la cremallera del pantalón y confirmé lo que sospechaba: tenía la cremallera bajada. Disimuladamente la subí pero de reojo vi como ella se daba cuenta se sonreía y se sonrojaba. Hicimos los dos como que no había pasado nada y nos sentamos a hablar de presupuestos.

Mientras me explicaba me di cuenta que no debía llevar mucho tiempo en ese trabajo porque se trababa muchas veces mientras hablaba conmigo, dejaba las frases a medias y murmuraba por lo bajo retirando la mirada, vamos que se podría decir que no tenía muchas tablas. Empecé además a evaluar su aspecto. Como ya dije era una mujer de mediana edad con el pelo castaño claro recogido en una coleta y flequillo. Llevaba también unas gafas de esas de cristales redondos grandes que están tan de moda entre las mujeres ahora, que encajaban muy bien con la forma de su cara redondita. Iba pintada discreta pero tenía los labios con un cierto tono rojizo aunque no muy intenso. Lo cierto es que su cara junto con su actitud titubeante me resultó bastante morbosa y mi mente empezó a desviarse por otros derroteros…

Sin darme cuenta, de forma casi descuidada empecé a mirarle el escote. Observé que llevaba una blusa azul abotonada y que los botones se encontraban bastante tensos debido al volumen de sus pechos. Noté como mi polla dio un pequeño respingo al imaginar cómo sería ver esas tetas rebotando mientras se empalaba en mi polla, al tiempo que alcé la vista y vi cómo me miraba con cierta reprobación al darse cuenta que la estaba mirando de forma descarada.

-          Perdón –mascullé algo azorado- Aunque supongo que ahora estamos en paz-dije al recordar el incidente de la bragueta y por quitar algo de hierro al asunto.

Lo que no esperaba fue su reacción. Como si fuera una quinceañera se sonrojó hasta la raíz del pelo, agachó la mirada y empezó con una risilla nerviosa como si la hubieran pillado en un momento muy vergonzoso. Yo la verdad es que me quedé un poco descolocado porque al fin y al cabo la vergüenza la debería estar pasando yo que era a quien habían pillado con la bragueta bajada y mirando descaradamente un escote, y sin embargo ahí tenía a una mujer adulta reaccionando como una chiquilla en plena edad del pavo. Lo cierto es que a mí también me dio la risa por la situación y estuvimos los dos un rato, ella con su risilla nerviosa (cada vez algo menos) y yo riéndome porque me hacía gracia verla en esa situación.

Cuando nos calmamos un poco ella me miró a los ojos, se volvió a sonrojar, apartó la mirada, cogió su taza y empezó a moverla entre las manos al tiempo que empezó a hablar.

-          Perdona mi reacción –dijo todavía mirando la taza – lo cierto es que antes te estuve mirando…

-          Ya mujer pero no pasa nada, ninguno somos de piedra jaja

-          Ya pero… una mujer de mi edad… no debería ya hacer esas cosas…

-          Bueno no creo que eso tenga una edad fija, de verdad que no pasa nada. Además que solo ha sido una mirada de refilón y… - al decir esto se puso todavía más colorada si cabe- ¿no ha sido solo una mirada de refilón?

-          Bueno…- estaba roja como la grana- lo cierto… es que desde que has abierto la puerta no he hecho otra cosa que mirarte ahí…-terminó diciéndolo con un hilillo de voz.

No se cómo ni por qué, escucharla decir eso y la forma en que lo dijo, hizo que mi polla empezara a reaccionar y crecer debajo del pantalón.

-          ¿Y te gustó lo que mirabas? – como respuesta ella agachó aún más la mirada pero noté como cruzaba sus piernas y se le empezaban a marcar los pezones bajo la blusa.- ¿No me vas a responder?

-          Creo que debería irme…-se levantó bruscamente y al hacerlo cayó la taza al suelo que se rompió – ¡Joder mierda!, lo siento.

Se agachó a recogerla y yo me levanté de la silla para buscar una escoba pero coincidió que mientras ella levantaba la cabeza para dejar los trozos grandes en la mesa, encontró mi entrepierna a la altura de sus ojos con una erección incipiente que se marcaba debajo de mi pantalón. Se quedó ojiplática y con lo boca abierta mirando mi paquete.

-          Supongo que eso responde a mi pregunta –ella seguía mirando fijamente mi polla marcada.- ¿Te gustaría tocarla? – como en una especie de trance empezó a tocarme la polla a través del pantalón, primero con timidez pero poco a poco empezó a hacerlo con más fuerza.

-          Buf, ¡Qué ganas tenía de tocar una!- empezó a murmurar por lo bajo.

Con delicadeza le cogí la mano y se la aparté para poderme desabrochar el pantalón y bajarme los calzoncillos. Al ver mi polla aparecer en todo su esplendor se mordió el labio, la agarró con una mano y empezó a pajearla despacio. Poco a poco empezó a pegar pequeños lametones a la punta, para luego empezar a metérsela en la boca, rodeando mi capullo con los labios mientras movía la lengua.

-          No recordaba lo bien que sabían –dijo aprovechando el momento justo entre respirar y volver a meterse la polla en la boca, imprimiéndole todavía más ritmo a la mamada.

La verdad es que yo estaba en la gloria porque le ponía muchas ganas. Lamía la polla desde los huevos hasta el capullo, se la introducía en la boca hasta el fondo una y otra vez, volvía a lamer del capullo hasta los huevos sin parar. Mientras, ella había empezado a acariciarse las tetas por encima de la blusa.

-          No era ¡churp!, consciente ¡churp!, de lo mucho que ¡Churp, churp!, necesitaba esto – empezó a decir mientras me miraba a los ojos chupándole los huevos y pajeándome.

Mientras ella seguía jugando con mi polla, yo me las ingenié para desabrocharle la camisa, sacarle las tetas por encima del sujetador y empezar a magreárselas y pellizcarle con delicadeza los pezones. Ella respondió incrementando el ritmo de la comida, lo que interpreté como que le gustaba.Tirándole un poco de los pezones hacia arriba hice que dejara de succionarme los huevos y me mirara a los ojos. La imagen era para enmarcar: mi polla a la altura de sus ojos, que estaban todavía detrás de sus gafas, con su pelo recogido ya no tan impecable, su blusa desabrochada y sus tetas fuera… lo cierto es que me costó no agarrarle la cabeza y follarme su boca hasta correrme ahí mismo, sin embargo le dije:

-          Vámonos a mi habitación que quiero follarte como mereces- por toda respuesta ella se mordió el labio y asintió con la cabeza.

Se levantó, me quité los pantalones y me acerqué por detrás. Le pegué mi polla a su culo que todavía llevaba el pantalón puesto y le agarré las tetas que empecé otra vez a magrear mientras le comía y mordía el cuello al tiempo que la iba dirigiendo hacia mi dormitorio. Sus pezones reaccionaron poniéndose duros como piedras mientras ella suspiraba y ronroneaba ante mis caricias. Al llegar al dormitorio le di la vuelta y la empujé contra la cama de forma que cayó bocarriba.

-          Quítate el pantalón y las bragas –le ordené al tiempo que yo me quitaba la camiseta.

Sin acercarme pude ver como su coño estaba brillante de sus fluidos así que no puede resistirme a probarlos. Me agaché y recorrí con mi lengua toda su raja, a lo que ella respondió con un gemido prolongado.

-          Mmm riquísimo –dije y acto seguido me puse a la grata tarea de comerle el coño.

Con mis dientes rozaba su clítoris mientras con mi lengua recorría y lamía su raja, saboreando sus jugos. El olor a coño me encendía, lo que hacía que mis lamidas fueran cada vez más insistentes sobre su clítoris, pasando la lengua una y otra y otra vez, cada vez con más insistencia. Con mis manos apretaba sus muslos contra mi boca, estaba fuera de mí y el escucharla gritar pidiendo más provocaba que lamiera con más ansias, lo que hacía que ella gritara aún más en un ciclo infinito hasta que…

-          DIII…OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOSSSSSS – noté como se corría en mi boca y sus piernas empezaban a temblar cuando alcanzó el orgasmo.

Me retiré de entre sus piernas dejándola disfrutar y recuperarse al tiempo que iba a la mesilla de noche a buscar un preservativo.

-          Pff… ha sido increíble, hacía mucho tiempo que no me lo comían así.- dijo con un hilillo de voz.

Yo mientras me tumbé a su lado y empecé a acariciarle los pechos y el cuerpo recorriéndolo con mis dedos. Aunque mi polla estaba para reventar y me la habría follado en ese mismo momento, sabía que ella necesitaba un par de minutos para recobrarse. Poco a poco pasé de las caricias con los dedos a besarla por el cuerpo para acabar centrándome en sus tetas. Empecé a recorrer sus aureolas con mi lengua y a lamer sus pezones, succionándolos con delicadeza contra mi paladar. Al poco tiempo ella empezó a responder a mis caricias y llevó sus manos a mi polla.

-          Necesito sentirla dentro de mí – me susurró al oído.

Por toda respuesta yo le di el preservativo que había cogido antes y se lo di. Ella se levantó de la cama se puso de rodillas y me puso el preservativo. Después se levantó, se dio la vuelta y de espaldas empezó a introducirse mi polla en su coño, subiendo y bajando su rotundo culo en una especie de sentadillas improvisadas. Reflejada en el espejo de enfrente veía su cara sonrosada por el esfuerzo y sus ojos cerrados concentrada en sentir mi polla. Con su mano empezó a magrearse las tetas y pellizcarse los pezones al tiempo que se clavaba hasta mis huevos.

-          Me encanta la cara de zorra que pones mientras te empalas- le dije al tiempo que azotaba su culo, lo que hizo que abriera los ojos y se viera reflejada en el espejo.

Al verse reflejada, con la cara encendida, su pelo antes recogido en una cola impecable algo despeinado, las gafas todavía puestas, con sus tetas moviéndose mientras se empalaba y mi polla desapareciendo entre los muslos, su reacción fue la siguiente:

-          ¡Joder! ¡Qué puta soy!- y empezó a mover el culo más rápido y clavarse con más fuerza al tiempo que comenzó a machacarse el clítoris con la mano.

Yo por mi parte le azotaba el culo lo que hacía que ella gimiera cada vez más alto y se moviera más rápido.La agarré de las tetas y usándolas como palanca empecé a mover mi polla y clavársela hasta los huevos.

-          ¿Te gusta que te follen así zorra? – le decía mientras le tiraba de la cola del pelo y le mordía y besaba el cuello.

-          ¡Sí, joder! Sííííííííí. ¡Me encanta sentirme así de puta, jodeeer! ¡Dame fuerte que me corroooooooo! – mientras decía esto empezó a prácticamente saltar sobre mi polla clavándosela hasta el fondo una y otra vez, sus tetas rebotaban sin control mientras se masturbaba el clítoris con frenesí.

-          ¿Ves esa puta en el espejo empalándose en mi polla? –jadeé ante el ritmo frenético que imprimía a la cabalgada - Pues eres tú.

Verse de esa forma reflejada fue el detonante que necesitaba. De repente arqueó su espalda se clavó hasta el fondo una última vez y empezó a convulsionar de forma descontrolada mientras de su garganta subía un gemido prolongado.

Yo por mi parte pensé que ya estaba bien andarse con remilgos así que mientras se recuperaba de su segundo orgasmo, con mi polla todavía clavada, la giré sobre la cama y empecé a follarla con todas mis ganas acumuladas. Notaba como mis huevos rebotaban con sus muslos a cada una de mis embestidas, cada vez más fuertes. Ella estaba como ida en un gemido prolongado en el que de vez en cuando se le entendía alguna palabra afirmativa. Poco a poco noté como mi corrida se acercaba. Mi polla entraba y salía de su coño desde la punta hasta los huevos una y otra vez, notaba su culo aplastarse contra mí y mis huevos chocar contras sus muslos. Sus tetas se movían cada vez que mi polla la embestía. En un momento, ella volvió su cara buscando mi mirada, al tiempo que mi polla se clavaba una vez más, provocando que pusiera los ojos en blanco, lo que provocó que empezara a correrme.

-          ¡Joder me corro! ¡Toma mi corrida zorra! – grité mientras descargaba dentro del preservativo.

-          Mmmm sí córrete. ¡Puf! Menuda follada…

Me tumbé en la cama para recuperarme y estuvimos charlando un rato. Me contó que no llevaba mucho en este trabajo porque antes no trabajaba, se dedicaba a cuidar de la casa y de los niños mientras su marido era el que llevaba el sueldo a la casa. Pero hacía relativamente poco tiempo se había divorciado por lo que había tenido que empezar a trabajar y lo que había encontrado era esto por mediación de una amiga.

-          Al final no me has dicho si te vas a cambiar a de seguro – me dijo riendo.

-          Vuelve otro día y lo hablamos más… en profundidad – le contesté guiñándole un ojo.