Vencida por la necesidad y la tentación
Me gana la tentación y provoco a mi hijo, quien me acaba follando en mi propia cama un poco a la fuerza.
Este relato es fantasía, aunque sí sucedió lo que les cuento, el protagonista no fue el mismo; no fue mi hijo sino un sobrino. Lo escribí así por petición de un lector (Emilio Mosquera emilio.j.m1992@gmail.com) al que le gustan mucho las historias de Amor filial, especialmente entre madre e hijo o padre e hija. Espero lo disfuten.
En vacaciones de verano del año pasado, mi hija se fue de viaje un par de semanas y mi hijo y yo vamos cayendo en la tentación y el deseo. Creo que su morbo hacia mi se dio porque unos meses atrás me vio follando con un vecino poco mayor que él y después tuve algo con un amigo suyo de la universidad, supongo que le contó algo. Empecé a notar que me veía más y de forma diferente, con deseo, con lujuria; al principio me incomodó, pero después yo misma comencé a fantasear con eso; mi hijo hace mucho ejercicio, ya ven cómo las nuevas generaciones son mucho de cuidar su físico, así que tiene muy buen cuerpo además es alto como su papá. Debo confesar que más de una vez me masturbé pensando en eso, en que mi hijo me cogía, imaginé muchos escenarios. Después me decía en ocasiones cosas como “Hace mucho que no te pones tal vestido, se te muy bien”, o esa blusa, esa falda, pero una vez me sorprendió cuando me dijo: “oye, qué bien te ves con esos leggins, pero se verían mejor con unos calzones más pequeños o con una tanga”; me quedé sin habla, pero lo hice caso y me cambié, cosa que él notó (evidentemente) y me dijo: “Ya ves”.
Por supuesto todo eso era sin que su hermana supiera, imagínense, pero cuando en las vacaciones de verano ella se fue unas semanas de viaje, pues jugamos con un poco de más libertad. La verdad me excitaba el morbo de lo prohibido, pero jamás pensé en llegar a nada. Una ocasión fuimos de fin de semana con la familia a Cocoyoc –un fraccionamiento más bien de casas de fin de semana, cerca de la Ciudad de México- y pues como había mucho gente nos comportamos. Pero el domingo que regresábamos, nos invitaron a una comida a Tepoztlán –un pueblo hermoso cerca de Cocoyoc- y fuimos toda la bola. Ya que es un lugar cálido todos íbamos bien vestidos, pero con ropa ligera; yo llevaba un vestido con vuelo, muy delgado y un poco transparente, obvio ropa interior delgada y pequeña. Como íbamos todos, sólo cabíamos si alguien se iba en las piernas de alguien y pues me senté en las piernas de mi hijo, como sugirió una de mis hermanas. Quise aprovechar el momento y me senté sobre él, pero no como normalmente se hace –de lado- sino que le di la espalda para estar como si lo estuviera montando enseñándole mis nalgas; yo creo que el pobre no supo ni qué hacer, pero aprovechando el movimiento del coche, me movía muy rico sobre su paquete, que estaba cada vez más duro. Cuando llegamos, tardó un poco en bajarse del coche, jejeje…pobre.
En la comida, obviamente no pasó nada, pero al volver, teníamos que pasar de nuevo a Cocoyoc a dejar a una prima y de camino de regreso me senté sobre él pero ahora sí de lado, pero esta vez sí sentí cómo discretamente me acariciaba las nalgas, aprovechando la oscuridad de la camioneta y que mis nalgas daban a la puerta de la camioneta. A fin de cuentas decidieron quedarse en Cocoyoc otros primos y tíos, por lo que para el regreso de la Ciudad ya había más espacio, así que mi hijo y yo nos fuimos hasta atrás de la camioneta, solitos. Como ya era algo tarde y estábamos cansados, todos nos dormimos; yo me recosté hacia la puerta poniéndole a mi hijo mi trasero a un lado. Noté cómo me acariciaba las nalgas con la punta de los dedos, me levantaba cada vez más la falda, descubriendo por completo mis nalgas cubiertas sólo por mi pequeña ropa interior, casi tanga. Después de varios minutos toqueteándome, comenzó a acariciarme cerca de mi conchita, ya para entonces yo estaba muy excitada; me moví para que pudiera tocarla un poquito y así lo hizo, me rozaba la conchita sobre mi panty, ya mojada. Movía su dedo sobre mi rajita y yo me mojaba cada vez más, quería que me cogiera en ese momento, quería sentir su verga dentro de mi. Lo había escuchado coger un par de veces y se me antojaba que me hiciera gritar, gemir igual que las chavas con las que lo había escuchado coger. Después de un rato dejó de dedearme, supongo que se masturbó y se vino, porque sentí cómo su verga me acariciaba las nalgas y se sentía mojada…mmmm, ojalá se hubiera venido en mis nalgas!
Nos dejaron en casa y nos acostamos enseguida, estábamos muy cansados, aunque yo seguía pensando en lo que había sucedido y moría de ganas de que me cogiera mi hijo. Me quité toda la ropa, me puse un camisón cortito y me acosté a dormir. En la madrugada, entresueños sentí algo detrás de mi, algo duro en mis nalgas, me estaban arrimando un rico paquete bien duro; qué rico!! Desperté y era mi hijo!! Me estaba restregando su verga en mis nalgas!! “Pato, qué haces??!!”; “Terminar lo que iniciamos en el coche”, me dijo excitadísimo, “Qué? De qué hablas?”; “Ya sabes…hasta me pusiste las nalgas”; “Hueles a alcohol, Pato”, él me sostenía con fuerza y seguía tallando su verga en mis nalgas, yo la quería adentro; “Estuve chupando y acordándome de lo rico que te di dedo hace rato, de lo rico que me la jalé”; “No, Pato, soy tu mamá”; “Bien que me pusiste las nalgas para que te dedeara…no te cogí porque había gente, pero ahora sí estamos solos”; “No, Pato, cómo crees??!! No me di cuenta de nada”; “No te hagas, mamita, estás igual de caliente que yo”, me tocó la conchita, “seguro te masturbaste hace rato, ni calzones traes”; “No”; “A güevo que sí, tienes la panocha bien mojada”; “Estás borracho, hijo”; “Sí y bien caliente por tu culpa…ahí te va, mamita”; “No, espera…”, en ese momento me la metió de una embestida; yo estaba boca abajo prácticamente, con el camisón subido hasta la cintura y mi hijo atrás de mi metiéndomela; “Ah, qué ganas de cogerte”, “Ay, ay, ay..mhm…mhm…no, Pato”; “Desde que te escuchaba cómo gemías cuando te cogían se me antojó…luego cuando vi cómo te cogían cuando mi papá no estaba…”; “Qué? No!”; “No te hagas, él es un borracho pendejo y tú una puta calientavergas…hasta amigos míos te han cogido”; “Pero qué dices? No, espera!”, él seguía cogiéndome, metiéndome toda su verga en mi conchita y cada vez más duro, me bajó los tirantes del camisón y me agarró las tetas; “Crees que no sé que se las diste a mis amigos, eh? A Mike y a Rafa?”, me volteó para cogerme de tornillo; “Ay, Pato…espérate…ay, no mames”, me agarraba las tetas y seguía cogiéndome duro, tenía una cara de muchísima calentura; “Hasta se las diste al ex de mi hermana cuando todavía andaban, mamita…eres muy puta…y ahora también serás para mi”, no sabía que él supiera todas esas cosas. Yo estaba súper caliente, lo deseaba mucho, pero no podía decírselo. “No…eres mi hijo…Pato…ay, cabrón…”; “Me vale, estás muy buena…mira nada más qué tetas…además tú también quieres que te coja”, aceleró sus embestidas y eso me calentó más todavía; “Mta madre, me voy a venir…me voy a venir, Pato…aaaayyyy”; “Sí, vente, mami…yo también me voy a venir…”; “No, Pato…espera…espera…aaaaaahhhhhh…mmmmmmm…me vengooooo”, en ese momento sentí cómo me inundaba con su semen; “Aaaaahhhhh…!”; “Me cogiste, Pato”; “No será la última…eres demasiada tentación…”, seguía cogiéndome mientras bajaba lentamente su erección, “estás muy buena…además eres muy caliente y puta”; “No está bien…”; “Tengo muchas ideas para ti…nos vamos a divertir, mamita”.