Ven a hacer el amor
Y, por fin, te recuesto sobre el sofá juntando nuestros cuerpos excitados, abro tus piernas, abro tus muslos: te abro.
Aunque sea en la imaginación te voy a hacer el amor. Voy a soñar que estoy contigo aquí y mientras te escribo te pones detrás mío y me besas el cuello, la cara y la boca; me acaricias el pelo, y bajas tus manos hasta mi pecho que aprietas con deseo.
Estoy completamente desnudo. Deslizas una mano por mi cuerpo acariciándome el vientre y enredando tus dedos entre el vello de mi sexo. Después me agarras el pene que esta ya duro y caliente moviéndolo con tu mano adelante y atrás.
Mojas con saliva la palma y me acaricias el glande. Luego juegas con mis bolas, apretándolas, mientras acercas tu boca a la mi y nos besamos con deseo.
Dejo de escribir, me levanto, me pongo pie, frente a ti, te quito la camisa mirándote a los ojos, el sujetador también cae y tus hermosas tetas deslumbran mis ojos.
Te desabrocho el pantalón, bajo la cremallera, y tiro de ellos hasta los muslos. Te acaricio el monte de venus por encimas de las bragas negras que llevas puestas. Me arrodillo y sigo quitándote los pantalones y los zapatos.
Así, frente a ti, te bajo las bragas, contemplando con emoción tu sexo que me expresa su deseo. Lo beso; primero el pubis con los labios, y abriéndote los muslos mi lengua excava en tu interior bebiendo el elixir de tu locura.
Te empujo suavemente hasta el sofá y te sientas, levanto tus piernas hasta mis hombros, dejando todo tu coñito dispuesto para mi boca; lo abro con mis dedos y mi lengua lo recorre de abajo a arriba deteniéndose en el clítoris para apretarlo con mis labios mientras lo chupo con la intensidad que me pides.
A la vez, dos de mis dedos exploran tu cueva entrando y saliendo con el ritmo del placer. Te corres en mi boca, en mi cara y en mi mano.
Entonces te bajo las piernas y empiezo a escalarte por la barriga, el ombligo, los senos que chupo con frenesí. Te lamo los pezones hasta ponerlos duros. Subo hasta tu cuello, lo muerdo y te hago cosquillas.
Beso tu cara, tus labios. Nuestras lenguas se juntan, primero en tu boca y después en la mía, mientras me siento encima tuya. Te beso la frente y mi sexo acaricia tu vientre.
Subo más y aprieto los huevos contra tu pecho. Coloco la polla entre tus tetas que tú juntas con tus manos para rodearla y con un suave vaivén me masturbo entre ellas.
Luego me pongo de pie, dejando frente a tus ojos mi sexo excitado. Lo coges con tus manos, rodeando los testículos. Me besas el glande, tu lengua recorre todo mi pene.
Me lames las bolas metiéndolas en tu boca de una en una. Después introduces mi miembro en ella y lo chupas con pasión, lo succionas tan bien que me vuelo loco de placer.
Y, por fin, te recuesto sobre el sofá juntando nuestros cuerpos excitados, abro tus piernas, abro tus muslos: te abro.
Te paso el glande por toda la raja, primero suave y luego cada vez aprieto más. Lo subo y lo restriego contra tu clítoris y tu me pides que te folle, que ya no aguantas más, bajo la polla hasta tu entrada que se abre para recibirla, te la meto entera pero despacito, la saco y te la vuelvo a meter, esta vez más fuerte.
Y entro en ti, y tú entras en mí. Nos movemos cada vez más rápidos mientras nos miramos. Jodemos hasta alcanzar el orgasmo. Te corres y me corro. Te inundo tu chochito de mi leche desnatada y tus fluidos vaginales resbalan por mi picha y me mojan los huevos.
Entre gemidos de deseo nos hacemos uno y la vida cobra algún sentido. Nos mezclamos, nos fundimos en una sola carne por un instante y para siempre.
Nuestras miradas se encuentran y el placer que sentimos supera todas nuestras vidas. Entre suspiros descansamos, pegados uno contra otro, deseando que ese momento no acabara nunca.