Velvet: Control (Capítulo 11)

... Y cuánto más te esfuerces, más te quemarás.

Los ojos verdes del Amo la recorrían con un fuego que podía traspasarla, abrasarla y hacerla caer en un abismo de desesperación y deseo. Todo eso, con sólo una mirada. ¿Cuánto la había observado sin que ella se lo esperaba? Esa Lori tranquila en su mundo perfecto, lejana e intocable. Pero ahora él iba a hacer algo más que tocar. Su polla se endureció ante la caricia de ella, saltando en el interior de sus calzoncillos, y se preguntó cuánto tiempo iba a ser capaz de aguantar antes de tomarla, con toda la ansiedad que desde que había visto la inocencia de esos ojos azules había despertado en él.

No. Tenía que controlarse. Estaba decidido a hacerla esperar tanto como le fuera posible. Tenía la paciencia suficiente para hacerlo. La fría y calculada paciencia que dan los milenios. Y cuándo llegara el momento, la iba a tomar con la fuerza de la tempestad. Con la lujuria elevada a su máximo exponente. De manera tan pecaminosa, que el placer sería infinito.

Bajó su morena cabeza hacia Lorraine, que permanecía arrodillada ante él, examinando su sexo, perfilándolo con sus dedos por encima de la fina tela. Los ojos de la joven se cruzaron con los suyos, su barbilla levantada, sus ojos brillando de manera intermitente con el arrojo y el fuego que él sabía que ocultaba; el que siempre ha admirado en ella.

Sí, la puerta se había abierto y el resultado iba a ser interesante, por no decir más. Oh, sí, él iba a disfrutar enseñando a la princesita a cómo ser su esclava.

-Estoy seguro que antes de que llegaras aquí, deseabas conocer las reglas. Y ahora, simplemente, has elegido ignorar esa parte.

Lorraine se mordió los labios. Aquel hombre parecía ver la guerra que se debatía dentro de ella. Una buena chica, respetable, y ¿por qué no? Admirada por muchos, cediendo el control a un desconocido enmascarado. Y ya había aprendido una lección hoy. Seguramente necesitara más de una. Probablemente varias.

Él sonrió al pensarlo. Desde luego su hobby era el más divertido de toda la existencia humana. Se inclinó hacia ella y le acarició el interior de su muslo con las yemas de sus dedos, ascendiendo hasta su montículo. Lorraine respiró una bocanada pequeña de aire, pero no se movió. Hacía rato que algo en su interior se desvivía porque él no dejara de acariciarla, hasta poseerla, hasta hacerla suya. Su mano viajó lentamente hasta su pliegues, donde ahuecó su coño, presionando sus dedos contra él, hasta deslizar un dedo en su interior, topando con el calor sedoso que lo envolvía por completo. Era tan embriagadora.... Lorraine se estremeció al sentirlo.

-Estas lista para mí, Lori -él acarició su clítoris y la joven dejó escapar un gemido pequeño cuando su humedad recubrió su mano. Era increíble la respuesta de entrega. "

Para que luego digan que las pequeñas vírgenes no tienen nada que ofrecer y son aburridas"

  • ¿Quieres que te folle con mis dedos y correrte conmigo ahora?

La voz de Lorraine apenas alcanzaba la punta de su nariz, de lo baja que resultó ser en su respuesta:

-Sí -jadeó.

-Si, ¿qué? -le dijo él con mortal sensualidad. La pequeña era testaruda y olvidadiza. Eso iba a hacerlo todo más divertido.

-Si, Amo.

El Amo se detuvo un momento, dejando tras su caricia la frustración de la anticipación. Sonrió de manera diavólicamente seductora, peligrosamente perversa.

-No, perrita, no. No creo que te hayas ganado eso.

El hombre sacó los dedos de sus pliegues y se llevó la mano a la nariz para oler el perfume intoxicante de su sexo. Su polla dio una sacudida como respuesta. Toda la eternidad había buscado algo así... un aroma así... unas respuestas como las que obtenía de esa pequeña. Si seguía todo así, él no iba a ser el último en desear el desahogo.

Dio un paso hacia atrás, interponiendo una leve distancia entre ambos. Quería verla, quería admirarla. Ver el deseo en la inmensidad azul de su mirada. Ver la perdición en su piel perlada por el placer insatisfecho.

-Levanta la cabeza.

Lorraine obedeció sin entender muy bien que pasaba por la mente de aquel Amo que se adueñaba de sus sentidos y su razón. Nunca le había pasado nada igual. Nunca se había sentido cómo en manos de aquel hombre. Porque estaba claro que el Amo no era como ninguno de los muchachos que la acompañaban en el instituto. Tampoco como ninguno de los chicos con los que había acudido a los bailes del instituto. Él era... él era... ¿qué diablos era? Lori forzó hacia fuera sus pechos de manera inconsciente al incorporarse para alzar el rostro hacia él, exhibiéndolos de una manera más tentadora aún, sobresaliendo sus pezones entre sus cabellos dorados.

El deseo chamuscó las venas de la chica cuando el Amo empujó su cabello detrás de sus hombros. Quería verla en todo su esplendor. Después de todo, un ángel cómo aquél no se ofrecía todos los días... Notó cómo el coño de Lorraine aún sentía un hormigueo adictivo dónde él lo había acariciado, y ella reventaba de ganas de tener un orgasmo. Aquella noches estaban siendo muchas emociones... Desde luego, ni la bruja más libidinosa había soñado con un comienzo al nuevo despertar como aquel.

Lorraine aspiró el aroma de él. Olía tan bien... A almizcle sazonado con especias, a la loción para después de afeitarse, a su colonia... y a virilidad en el estado más puro.

Después de empujar hacia atrás su pelo, el Amo usó las yemas de sus dedos para acariciarle la parte superior del torso femenino, acariciando los rosados y oscuros botones de sus pezones. Ella miraba a hurtadillas.

-Preciosos -murmuró, frotando de un pezón tenso hacia el otro. Agachó la cabeza y le dio un golpecito con su lengua sobre cada pezón. Lorraine pensó que no podrían estar más duros de lo que ya se encontraban, pero para su propia sorpresa, se tensaron y endurecieron tanto como diamantes.

Lorraine no pudo evitar soltar un gemido suave, derramado a través de sus labios, provocado por el simple contacto de aquella lengua cálida.

-Vamos a pasarlo bien... -apresó uno de los pezones femeninos entre sus labios y tiró hacia él- Vamos a disfrutarlo... a gozarlo... Te prometo que te encantará...-le prestó la misma atención y un gemido profundo escapó de su garganta.

Aquello estaba siendo una tortura. Necesitaba desahogarse. Necesitaba que le placer la arrasara. La invadiera. Explotara dentro de ella. Pero el Amo parecía estar divirtiéndose con su perverso juego, que sólo él era capaz de comprender.

-Quitame la ropa interior -otra orden más que el Amo le dio volviendo a incorporarse.

Otra orden que Lorraine obedeció, bajando la mirada con timidez. Cómo iba a disfrutar arrancando esa inocencia tímida de su rostro angelical.

Los dedos femeninos se aferraron temblorosos al elástico del calzoncillo, negro al igual que el resto de la ropa, y tiraron de ellos hacia abajo. La excitación era mucho mayor de lo que se había imaginado.

-Ahora, acariciala.

La chica lo miró dubitativa, totalmente sonrojada, con el corazón martilleándole fuerte en el pecho. El Amo sonrió complacido. No hacía falta ser un genio para saber que era la primera vez que veía una polla tan de cerca.

Lorraine se encontró durante unos instantes absorta, observando el inhiesto miembro que se encontraba ante ella. Aria se las había descrito mil millones de veces, cada vez que que una nueva conquista había caído entre sus brazos; también había visto algunas en películas.... Claro que ninguna era como aquella. Así, tan de cerca... dura por y para ella, expectante por ella. Jamás había visto nada igual.

Deslizó sus dedos desde la base de la polla hasta el capullo, explorando primero, acariciando después. Con cierta incredulidad la notaba más dura con sus caricias. Caliente. Se sorprendió por el calor que desprendía. Parecía desafiarla, pedir que la toca más, queriendo abrasarle la mano. Tan irresistible...

  • ¿Te gusta? -preguntó el Amo, siempre con esa seguridad tras la que ocultaba el placer que aquella tímida caricia le hacía sentir.

Lorraine se mordió el labio antes de responder, sin dejar de acariciarle. Primero con las yemas de sus dedos. Después con el filo de sus uñas. Abrazándola por completo con su mano. Arriba y abajo. Perdida por su grosos, su longitud...

-Está muy caliente, Amo -sus manos se volvían cada vez más audaces con sus caricias.

El Amo sonrió complacido con su pequeña zorrita. La bella princesa del upper side, Lorraine Velvet; la hija perfecta; la buena chica;... de rodillas ante él, a punto de entrar en su nueva vida. Aceptando de buen grado una parte de ella lo que le estaba por venir. Cómo iba a disfrutar sometiéndola, sintiendo cómo iba a chuparle la polla hasta que no pudiera más, hasta derramarse en ella, cómo se iba a estremecer bajo su poder...

-Enfríala con tu saliva -le sugirió con suavidad, a pesar de que su tono autoritario nunca lo abandonase.

Lorraine dirigió sus ojos azules hacia él. Esa mirada casi lo hizo conmoverse. Tan llena de timidez e inocencia.

"Bendita inocencia, ¡cómo te voy a echar de menos cuando te quedes sin ella!"

, se dijo para sí con humor.

  • ¿Cómo? Yo... nunca... -vaciló.

Él sonrió divertido, mientras sus ojos verdes brillaban cada vez con más deseo.

"Venga, cariño, no esperarás que te dé todo hecho. Sé que puedes hacerlo mejor".

-Se imaginativa.

La joven se mantuvo de rodillas, a la altura de aquella enorme erección. Observándola durante un instante. Firme. Inhiesta. Dura. Caliente. <<

¿De verdad tengo que...?>>

Contuvo el aliento y volvió a levantar sus ojos hacia el rostro del Amo. Él la miraba tan expectante como su polla.

Arqueó su morena ceja, esperando que ella se pusiera en funcionamiento.

"Vaya, ahora no vengas con remilgos...".

-Estoy esperando, princesa. Si haces que me impaciente, hoy recibirás un segundo castigo.

Lorraine se armó de valor tras la amenaza de aquella voz, y comenzó a perfilarla con su lengua. Con suavidad. Toques suaves. Delicados. Como la primera vez que tomas un helado y buscas definir su sabor. Ni dulce ni amargo, ni agrio ni salado... Era indescriptible... pero a pesar de ello, era agradable.

Poco

a poco, la exploración fue aumentado. Su lengua dejó de ser tímida para recorrerlo sin pudor alguno, sus manos acariciaban su abdomen, sus costados, sus caderas...

El Amo le acarició el pelo mientras lo hacía, guiándola con suavidad.. Cuando la boca femenina comenzó a cubrir su polla, él comenzó a marcar el ritmo con embistes de sus caderas, guiándola con mano. El Amo sonrió de manera deslumbrante, controlando el placer que todo aquello le estaba proporcionando. La primera boca virgen en mucho tiempo. ¡Qué maravilla! Estaba seguro que en poco tiempo su nueva putita sería una experta.

  • ¿Te gusta su sabor? -inquirió él. Sabía que le gustaba. Estaba creada para la adicción. Lorraine Velvet no iba a escapar de ella. No podía. No quería. Eso, también lo sabía.

Lorraine separó su lengua de la polla y lo miró. Sus ojos azules iban adquiriendo nuevos matices. Chispas brillantes en un planteado incandescente. Sombras oscuras por un placer que ni ella misma sabría describir.

-Es un sabor... raro -una sonrisa preciosa y picara asomó a su carita de ángel- Me gusta -confesó- pero aún sigue caliente. Más caliente que antes.

Él sonrió complacido con su observación. "

Claro que sí, y cuánto más te esfuerces, más te quemarás".

-Esfuérzate más, princesa.

Lorraine volvió a ponerse manos a la obra. Sus lamidas eran cada vez más profundas, cada vez más continuas, hasta introducir la polla en su boca todo lo que era capaz.

El Amo dejó escapar un gemido. No sabía por qué se sentía tan bien viéndolo disfrutar. Pero sus gemidos la estaba estimulando. La calentaban casi tanto o más que el jengibre con la que él la había castigado. Aumentó el ritmo de su caricia, pasando el filo de sus dientes por él, sin lastimarlo, sólo queriendo amplificar su placer. Queriendo que disfrute más. ¿Cómo sabía ella que disfrutaría así? ¿Cómo podía estar segura que era eso lo que quería? Porque la voz de su cabeza se lo decía. Una voz como la del Amo. Igual de peligrosa. Igual de exigente. Igual de viril. Igual de seductora. Era... era su voz. ¿Cómo había llegado hasta allí?

El hombre ahogó varios gemidos. Su climax estaba demasiado cerca. Peligrosamente cerca...

-Creo que ha llegado el momento –anunció, sujetándole la cabeza por los cabellos, haciendo que se separase de su sexo.