Velada inesperada (1ª parte)
A veces un plan para una noche que en principio se presenta insulso y forzado se convierte en la realidad que has fantaseado durante mucho tiempo y que jamás te atreverías a plantear a tu mujer.
Que cierto es que cuanto menos preparas una noche de fiesta mejor te sale. El caso es que ese sábado por la tarde, mientras volvía de jugar un entretenido partido de fútbol para aficionados, llamé a casa para saber que plan teníamos para la noche. Era un sábado de noviembre, estaba llegando el frío e incluso no era descartable un chaparrón, así que supuse que el plan era casa y tele. Sin embargo, mi mujer me dijo que nos habían invitado a cenar en su casa unos amigos argumentando, precisamente, eso de que la noche se presentaba “fea”. Cosa que no fue así como pudimos comprobar. Aunque él y yo nos conocemos desde hace tiempo son ellas las que tienen más nexo de amistad. En fin, no es que a mi me volviera loco la idea de esta velada, pero como tampoco había mucho más donde elegir y a mi mujer le apetecía reirse un rato con su amiga, acepté sin pegas. Al llegar a casa, aunque me había duchado en el campo, me metí en la ducha un rato más. Y ya puestos pues me acicalé bien la zona genital, me rasuré lo justo para darle un aspecto… digamos atractivo… por si a la vuelta de la cena teníamos festival en casita. El caso es que manejando mi polla en la ducha para afeitarme, que si pa´rriba que si pa´bajo se me puso en estado de alerta y al salir de la ducha mi mujer, que se estaba preparando frente al espejo, al verla no dudo en cogerla, sobarla un poquito con delicadeza y darme unos cuantos tironcitos hacia atrás, a modo de masturbación. Sonrió picaramente y la tapo con el albornoz. Me puse unos boxer sexys y me vestí. Quería estar cómodo y como íbamos a estar en una casa y no en la calle, supuse que no hacía falta mucho abrigo, así que con un vaquero y una camisa gordita y arreglada tuve suficiente. Eso sí para salir a la calle me puse una chaqueta abrigadita. Mi mujer se había puesto un traje blanco de cuello vuelto que le llega a medio muslo con un cinturón negro ancho y unas medias negras con unas botas altas del mismo color. Y para salir un abrigo. Todo regado con un perfume que calaba mis sentidos y encendía mi libido con cada inspiración.
No tardamos en salir en dirección a casa de estos amigos. Queríamos llegar pronto con la intención de ayudar a preparar las cosas y por si había que hacer alguna compra de última hora. Llegamos en coche a casa de “Lalo” y “Lola” (que es como llamaré a estos amigos para preservar la intimidad). Ciertamente tengo que reconocer que Lola no es una mujer que disguste ni mucho menos. No es excesivamente guapa pero tiene una cara muy morbosa, un buen cuerpo, con buenas tetas, al menos sobre la ropa así parecía siempre y unas piernas bien torneadas. Lalo era un tío no muy alto, quizá incluso algo más bajo que yo (mido 1.81) pero siempre había echo deporte así que tenía buena constitución atlética y robusta, aunque como yo, la curva de la felicidad y la inactividad comenzaba a notarse más de lo que debiera. Cuando llegamos estaban aún sin arreglar, los dos en chandal, preparando aún la cena que consistiría en un poco de chacina y frituras para picar, pescado en salsa cremosa y una carne a la parrilla para compartir entre los cuatro. Todo ello con mucho vino tinto y cerveza. Tras los preceptivos saludos y risas iniciales, nos pusimos a colaborar, poniendo la mesa a la vez que charlabamos con ellos. La cocina casi se une con el salón por lo que podíamos hablar perfectamente mientras íbamos de un lado hacía otro. No me había fijado al llegar pero nuestros amigos habían hecho algunas reformas en su casa y ahora disponían de una pequeña chimenea en un rincón del salón. Lalo la había encendido poco antes de llegar, pero ya se notaba el agradable calor de leña. La conversación estaba partida en dos, nosotros de fútbol y ellas de sus cosas, pero todos teníamos una copa en la mano. Bueno yo una jarra de cerveza bien fría. Mientras se daba el último toque a la cena, Lalo se fue a la ducha y a vestirse algo más arreglado. Así que estaba yo apoyado en la puerta de la cocina, mi mujer en la encimera de cara a mi y Lola al lado de mi mujer de cara a los fogones porque estaba terminando el pescado. El caso es que me daba la espalda totalmente y no pude evitar el fijarme en su culo. No era un chandall sino unas mallas lo que tenía puesto y le marcaba un culo increible, con la tela incluso introduciéndose entre sus gluteos, lo cual me dió que pensar que o bien no llevaba braguitas o llevaba un finísimo tanga que no se le notaba nada. Mientras se movía al cocinar sus gluteos bien formados se movían de forma sensual. Yo estaba atento por si se volvía para ver su entrepierna y averiguar si era tanga o bien no llevaba nada. Llevaba tanga porque al volverse pude que las mallas no le marcaban bien su coño, se notaba que había algo más. Entre la cerveza, el calorcito y el culo de Lola empezaba a notarme más animado de lo esperado.
Cuando estuvo todo casi preparado, solo faltaban 15 minutos de horno, Lola se fue también a la ducha. Aproveché nuestra soledad momentánea para acercarme a mi mujer y darle un buen morreo al mismo tiempo que me pegaba a ella y le pasaba la mano por sus tetas. Ella también esta un poco turbada por las dos copas de tinto que llevaba y el calorcito que la habitacion iba alcanzando asi que me devolvio el beso introduciendo su lengua hasta casi mi garganta mientras con su mano libre agarraba mi culo. En ese momento entro Lalo en la cocina y dandome una palmada en las espalda me dijo:
Quillo, aguantarse hombre, que puede entrar cualquiera… dejar algo para el postre.
Joe, Lalo que susto me has dado. Ya no puede uno ni darse un refregón.
Hijo, solo es un poco de vitamina para el cuerpo, jaja- rio mi mujer.
Lalo había salido con una camiseta interior blanca muy ajustada y el pantalón del pijama, pero algo raro notaría mi mujer al mirarlo porque las pupilas se le abrieron más de lo normal. A los pocos minutos salieron los dos de la habitación. Lalo llevaba una camisa blanca ajustadita, lo que marcaba bien su anchura de espalda, y un pantalón chino beig, bien peinadito y con colonia masculina en abundancia. Pero yo me fije mejor en Lola que apareció rompedora, con unos pantalones de cuero negro ceñidísimos, que le hacía un espectacular culo y torneaba a la perfección sus piernas, una camisa también negra entallada, pero suelta por delante, unos zapatos de tacón de aguja y un perfume que turbaba. Después de los lógicos cumplidos nos sentamos a cenar. De conversaciones triviales pasamos, ya casi al final, a conversaciones subidas de tono hablando de gustos a la hora de vestir sexy, preferencias de ropa interior, juegos sensuales … etc. Terminamos de cenar y recogimos la mesa. En uno de los viajes a la cocina coincidí detrás de Lola y ésta al entrar en la cocina y agacharse a colocar unas copas me regaló una preciosa visión de su tanga de encajes rosa pálido, introduciéndose sensualmente entre sus nalgas. Visión que me produjo un empujón en los sentidos.
Nos sentamos en dos sofás, uno para cada pareja con un buen cubata cada uno y seguimos charlando, obviamente de temas picantes. Depués de servir otro cubata más, Lalo puso la televisión de fondo pero en un cambio de canal encontró una película porno. Despues de los típicos comentarios se disponía cambiar de canal y Lola le quitó el mando y dijo:
- Déjala, total no hay nada mejor y le viene bien a la conversación, jaja-
En la película una pareja muy arreglada aparecía en un palco de un teatro. El de pie y ella sentada en un sillón dorado y de terciopelo rojo le había sacado la polla por la cremallera y le brindaba una mamada increible a la vez que había abierto su vestido largo por una raja lateral, apartado el tanga de raso morado con encajes negros y con las piernas abiertas se tocaba el coño, separando sus labios con los dedos y presionando el clítoris.
Como es lógico mi erección fue lenta pero firme, así que acomode mejor en el sofá al tiempo que le puse una mano a mi mujer en el muslo y apretando suavemente subí levemente el vestido. Ella reaccionó como quien quiere ponerse el vestido bien, pero yo sabía que ese movimiento significaba que comenzaba a estar húmeda. Con disimulo apartó mi mano y me señaló con la vista a nuestros amigos, a modo de advertencia que nos podían ver. Al mirarlos vi que Lalo se había acomodado más que yo en el sofá, con las piernas semi-abiertas y pasado su brazo izquierdo por detrás de Lola le acariciaba su brazo de arriba abajo. Lola había descruzado sus piernas y se pegaba a Lalo. Se estaba poniendo cachonda porque tenía los pezones marcando su camisa de seda entallada. Miré a mi mujer y vi que estaba observando la postura de Lalo, que ya mostraba una erección considerable debido a la estrechez de su pantalón. Volví a poner la mano en el muslo de mi mujer que ya esta vez no la rechazó y le pase mi brazo derecho por encima para buscar sus tetas con disimulo. Estaba excitándose porque me clavé los pezones en la mano.
No hablaba nadie. Seguiamos viendo la película y observándonos en silencio. La tercera pareja de la noche, la televisiva, estaba follando. El se había sentado en el sillon, ahora ya desnudo. Ella solo vestida con unas medias oscuras, el ligero a juego con el tanga que ya no llevaba y un collar de perlas enorme, de dos vueltas, adornando su cuello y cayéndole entres sus perfectas tetas que estaban semi-tapadas por una melena negra ondulada preciosa, botaba con firmeza sobre su polla, clavándosela entera, desde la punta hasta los huevos. Tenía unos pezones no muy grandes, pero marcadísimos y un coño totalmente rasurado a excepción de una fina línea que dividía en dos su monte de venus. No tardo en sacarse la polla de su coño, totalmente bañada en los flujos de su orgasmo, y sentada encima de él lo masturbó unas cuantas veces hasta que los primeros chorros de leche fluyeron hasta su abdomen, callendo hasta su monte de venus, mientras que las sobras iban rebosando en su mano, que aún agarraba con ganas ese enorme trozo de carne.
El ambiente pasó el límite permitido. Entre el calorcito agradable de la chimenea, las copas que acumulábamos y la visión de la película se hizo la mezcla imposible de evitar. Yo había subido mi mano poco a poco por el muslo de mi mujer y me había percatado que las medias eran de liga, llegué a su entrepierna y note su tanga de encaje que supuse el negro, lo aparte e introduje mi dedo corazón en su coño y entró a la perfección, entre un mar de flujo. Lo saqué y disimuladamente me lo lleve a la boca para saborear la miel con que me deleita en cada sesión de sexo. Lalo pasaba su mano por las tetas de su mujer, deteniéndose en sus pezones que se salían de la camisa. Lola dejo el cubata en la mesa y dijo:
- Vamos a ver. Ya somos todos mayorcitos. Yo estoy cachondísima y estoy deseando meterme la polla de mi marido en la boca y se que vosotros tres estais igual de calientes que yo, así que cada uno haga lo que crea.-
Y dicho esto desabrochó el pantalón de Lalo, apartó el boxer y le saco la polla. La verdad tenía una buena polla, no la del nota de la peli, pero considerable. Lola comenzó a masturbarla suavemente, acariciando sus huevos y despues de humedecerse los labios comenzó a besar a su marido. Tras un buen beso de pasión se agachó y se la metió hasta la garganta, comenzando un sube y baja acompasando su cabeza y su mano. Lalo se estiró hacia atrás en el sofa, estremeciéndose por la chupada. El espectáculo era tremendo. Yo había metido ya la mano entre los muslos de mi mujer sin disimulo y la estaba masturbando, tocando su clítoris y metiendo un par de dedos en su empapadísimo coño. Lola se puso más cómoda y apoyo una pierna en el suelo y otra en el sofá, con lo que nos puso el culo en pompa para nosotros y con el tanga asomando por su filo. Mi polla estaba ya a reventar lo cual notaba a la perfección mi mujer porque la sobaba con ganas por encima del pantalón. Yo le subí el vestido hasta la cintura y le abrí las piernas para hacerle la paja mejor lo cual hizo que Lalo tuviera una visión del coño de mi mujer perfecta. Lola se levantó, se desabrochó el pantalón y comenzó a deslizarlo poco a poco por sus preciosas piernas y se lo sacó muy sensualmente, ofreciéndonos una magnífica visión de su coño encerrado en tan preciosa y precisa prenda a través de sus muslos cerrados. Se desabrochó su camisa dandole a su marido un espectáculo de semi-striptease y la dejo caer al suelo. El sujetador era igualmente rosa pálido. También cayo al suelo. Se colocó entre las piernas de Lalo y le sacó su pantalón y su boxer, quedándose solo con la camisa que él mismo ya había abierto. Pude entonces ver los pechos de Lola, que lo estaba deseando. No eran tan grandes como los de mi mujer, pero eran redonditos y firmes, con sus pezones apuntando “hacia arriba”. Mi mujer ya me había desabrochado el pantalón y me estaba haciendo una suave paja que yo lubricaba de vez en cuando con sus propios jugos que extraía con mis dedos de su coño. La cogí y la senté a horcajadas encima mía, besándola con lujuria y subiéndole el vestido hasta la cintura y agarrándole el culo, separándole las nalgas, así que ahora eran Lalo y Lola los que podrían apreciar sus abultados labios que apenas se podían mantener dentro del tanga. Como no podía comerle los pechos, le saqué el vestido y la deje en botas, medias, liguero, tanga y sujetador. Le saqué esas enormes y preciosas tetas que tiene mi mujer del sujetador para meter mi boca y mi lengua en la inmensidad. Ella se quitó el sujetador para estar más cómoda. Todos eramos conscientes de la situación que estábamos viviendo, que nos excitaba que nos vieran … y ver … y lo mejor era que estabamos disfrutando como posesos. El grado de excitación y éxtasis que tenían nuestras mujeres era impresionante. Nosotros también, pero supongo que ellas fantasean menos que nosotros en estas situaciones o las ven como algo más pudoroso y el hecho de vivirla de pleno estaba siendo el detonante del mejor sexo posible.
“Si cariño, si, chúpame las tetas, muérdeme los pezones … ummmmm, que gustazo, joder” – gemía mi mujer mientras me acariciaba la polla entre sus calientes muslos.
“Umm, que polla tienes Lalo, me encanta tragármela hasta la garganta” – decía Lola mientras lo miraba a los ojos y se tocaba su coño chorreante sin quitarse el tanga.
Yo liberado ya de toda la ropa, senté a mi mujer encima de mi polla. Comenzó una suave cabalgada primero, sintiéndo bien la penetración, recreándose en cada centimetro de carne que la penetraba. Yo notaba el torrente de manjar exquisito que bañaba mi polla. Pasó a un ritmo más alto, las tetas ya botaban libremente desafiando a la gravedad. De vez en cuando paraba y frotaba su clítoris contra mi pelvis. Luego, en lugar de a horcajadas se puso de cuclillas en el sofa, por lo que la penetración le llegó al fondo de la vagina. Además, así tenía todo su coño abierto para mi, para ir pasándole los dedos por su clítoris a la vez que chupaba sus tetas. El torrente de flujo era increible por lo que sabía que su primera corrida de la noche estaba a las puertas y así fue. Lanzó un gemido tremendo.
“Meeee corroooooooo, uaggggg, …, joder me corro, me corrooo” .
“Y yoooooo, y yooooooo ” – le escuché a Lola, que ahora estaba tumbada en el sofá con las piernas en alto (y con los tacones de aguja puestos) y con la cabeza de Lalo entre ellas, comiéndole el tremendo coño que vi por primera vez y que brillaba igualmente que el de mi mujer por la cantidad de flujo que manaba.
Mientras se reponía del orgasmo sentada en el sofa, mi mujer a la vista del espectáculo del sofa de enfrente se agachó y se metió mi polla en la boca, dándome una mamada genial. Se nota cuando está muy caliente porque la chupa con unas ganas fuera de lo normal. A la vez abrió las piernas y su coño con dos dedos, invitándome a terminar la paja que había empezado. Cosa que hice gustosamente. Nosotros en un sofa, mi mujer semitumbada chupándome la polla y con las piernas abiertas, con liguero y medias pero sin tanga, yo tocándole el coño y ambos mirándo a Lalo y Lola. Ellos, él de pie de perfil a nosotros y Lola comiéndole la polla mientras se giraba levemente para enseñarnos su coñito depilado mientras seguía manando flujo despues de la comida de su marido. Al poco tiempo cambiamos de postura. Ahora yo había tumbado a mi mujer en la mesa que tenía una buena altura y con sus piernas en mis hombros la embestía con firmeza y con ritmo. Sus tetas se movían libremente hacia arriba, hacia abajo, en círculos, … era un espetáculo precioso. En algunos momentos paraba, sacaba mi polla casi entera, solo dejando el glande a las puertas de su preciosa rajita y se la clavaba con un fuerte movimiento de pelvis. Esto hizo que se corriera de nuevo mientras que ella misma pellizcaba sus pezones. Por el contrario, Lola y Lalo habían adoptado la postura de la película porno de antes, él sentado en el sofa y ella de cara a nosotros cabalgándo sobre su maridito. La cara de morbo que nos ponía Lola hacía que la excitación de nosotros dos fuera otra vez máxima. Cuando nos miraba ralentizaba su penetración, casi se suspendía en el aire para dejar casi libre la polla de Lalo que reflejaba la viscosidad de las corridas de ella y poco a poco bajaba, mostrándonos como lentamente se la clavaba mientras se apretaba las tetas y se mordía el labio. Pero lo mejor estaba por llegar. Nuevo cambio de posición. Pero ahora coincidimos en la postura, ambas mujeres estaban de pie, apoyadas en la mesa y nostros las follábamos desde atrás. Y he aquí que Lola comienza a acariciar, primero con dulzura y luego con lujuria, las tetas de mi mujer, que colgaban y se movían a ritmo de las embestidas, pellízcando sus pezones.
- “Ummmm, siempre he deseado tocartelas, cariño. Que tetas tienes, da gusto amasarlas con las manos. Y que pezones, duros y grandes. Déjame que me las coma” – dijo Lola
Y se agachó un poco más, metiéndo su cara bajo las tetas de mi mujer y jugando con su lengua pasando de un pezón a otro e incluso mordiéndolos. Mi mujer se quedó entre la perplejidad y el placer, totalmente en estado de shock. Que su amiga le estuviera comiendo las tetas tan divinamente, con tanta pasión mientras veía a su amigo follársela y sintiendo mi polla embestirla no era el cuadro imaginado al principio de la noche. No sabía si empujarme a mi con su culo para que se la clavara más fuerte, si parar y entregarse a la boca de Lola … Lola levantó su cabeza y mi mujer instintivamente le puso la mano en la nuca, la atrajo para sí y la besó en los labios. Esto fue demasiado para nosotros dos. Empezamos a acerlerar el ritmo. Sabíamos que esa escena era el detonante de la corrida … una buena corrida. Cuando Lola se dio cuenta que ibamos a terminar dijo:
- “Espera, cariño, todavía no correros, por favor. Tenemos que disfrutar un poquito más esas preciosidades”- dijo señalando nuestros miembros.
Se dió la vuelta y se sentó en la mesa e hizo que mi mujer hiciera lo mismo. Ambas estaban frente a nosotros con sus cuerpos brillantes por el sudor sus piernas abiertas ofreciéndonos el esplendor de su sexo, tanto en visión como en olor, ya que olían a mujer, a hormonas, … a gloria. Comenzaron a meterse un dedo cada una, mientras nosotros simplemente las mirábamos. Nos colocamos cada uno entre las piernas de nuestra pareja y ellas se agacharon y comenzaron a darnos una mamada al unísono, mirándose una a la otra. Cuando ya estábamos a punto volvieron a sentarse en la mesa y comenzaron a hacernos la paja de finitiva. No tardamos apenas nada en corrernos sobre su abdomen, sus ingles, sus muslos y sus manos. Me abracé con mi mujer y la bese con una pasión tremenda. Lola fue a por toallas para limpiarnos todos. Nos sentamos en el sofá y desnudos todavía Lalo nos sirvió una nueva copa. Yo tenía a mi mujer abrazada a mi lado y cuando Lalo se acercó a ofrecerle el cubata ella no pudo evitar observar su polla todavía semierecta y brillante.
“Voy al servicio” – dijo mientras se levantaba del sofa desnuda de cintura para arriba.
“Te acompaño” – dijo Lola que igualmente solo tenía medias y tacones.
Yo intuí que la noche no había acabado, …, pero por este relato ya está bien, … creo que eso lo contaré en el siguiente.