Vecinos molestos
Mi marido roncando y mi hijo llorando, al final tendre que subir para suplicar que se callen...
Después de llamar tres veces, aparecieron los municipales… eran casi la una de la madrugada y en el piso de arriba no había parado la fiesta, mi hijo pequeño de casi un año, no ha dejado de llorar desde que esa cuadrilla de impresentables lo han despertado y mi marido sigue roncando como si nada...
Soy Raquel, una chica de 33 años que lleva casada desde hace siete con Julio, mi novio de toda la vida. Tenemos dos hijos, un niño de un año y una niña de casi cinco. Cuando nos casamos compramos un piso en una zona cercana a la universidad, era una zona muy tranquila y con muchas zonas verdes, la verdad es que el piso nos encantó desde la primera vez que lo vimos y no lo pensamos.
Tenemos unos buenos vecinos y la convivencia hasta hace poco ha sido fenomenal, la mayoría tenemos hijos pequeños y hemos hecho amistad con varios de ellos. Cuando decía hasta hace poco, me refiero a septiembre, en esa fecha empezaron nuestros problemas… el vecino que vive justo encima nuestra fue trasladado por su empresa a otra ciudad y puso el piso a la venta, con eso de la crisis inmobiliaria no pudo venderlo y optó por dejar que una agencia lo alquilara.
Esa agencia se lo alquiló a tres estudiantes de derecho que empezaban la universidad en septiembre y ahí fue cuando empezaron nuestros problemas… todos los jueves, montan fiestones en casa, viven justo encima nuestro y la música se escucha como si estuvieran en nuestra habitación. Normalmente suelen ser reuniones de amigos con la música y hablando en voz alta, pero esa noche era casi imposible pegar ojo así que tras mucho tiempo intentando dormir, opté por llamar a los municipales…
Tras varias llamadas se presentaron, los escuché llamar al timbre y hablar con los chicos, parece ser que reconocían que habían hablado un pelín fuerte y prometían a los municipales que no iba a volver a suceder, tras diez minutos de charla la pareja de municipales abandonaron el portal y la cosa quedó en calma.
Después de un rato intentando dormir al peque, lo conseguí y la tranquilidad volvió a reinar, mientras mi marido Julio continuaba roncando como si nada, ajeno al ruido de discoteca que habíamos tenido encima.
No había pasado ni media hora cuando los llantos de peque me volvieron a despertar… por lo visto, la fiesta de arriba se había reanudado y el ruido volvía a ser atronador. En esta ocasión hice que Julio se despertara…
- Esos chavales de arriba han vuelto a despertar al peque, ya estoy harta!! Intenta tu dormirlo, que yo voy a subir, son mas de las 2 de la madrugada y estos cabrones se van a enterar…
Mi pijama era solo un pantalón corto con un top de raso, así que me puse una bata y subí como alma que lleva el diablo, ya frente a la puerta se podía escuchar el jaleo ensordecedor del interior, la verdad es que me extrañaba que el resto de vecinos no estuvieran llamando también. Tras tocar varias veces el timbre alguien abrió y desapareció, el piso era exactamente igual al nuestro así que me decidí a entrar.
Había un pequeño hall y a mano izquierda estaba la cocina y dentro había una pareja hablando el uno frente al otro, parecían enfadados e imaginé que era la típica pelea de adolescentes agravada por las copas de mas, seguidamente miré a mi izquierda y allí había un salón igual al mio pero sin apenas muebles. Allí tenían montada la discoteca ya que había unos 15 o 20 chicos y chicas bailando y charlando, habían puesto una cadena musical vieja y las luces las habían tapado con telas de colores, por lo que se me hacía difícil ver algo en un principio.
Tras unos segundos en el hall fijé la vista en uno de los chicos que parecían de los menos influenciados y le pregunté…
- Quien es el que tiene alquilado el piso??
El chaval se me quedo mirando con cara de incredulidad, me miro de arriba abajo intentando adivinar que hacia una mujer con bata en mitad de una fiesta adolescente y tras unos segundos de lapsus, parece que se le iluminó la mente…
- Ahh Sergi!!
Tras despertar de su letargo hizo el típico gesto de “no tengo ni p idea” y continuó a lo suyo dándose media vuelta. Yo no estaba dispuesta a que me tomaran por el pito de un sereno y volví a preguntarle…
- ¿Donde esta Sergi?
- No tengo ni idea! Me imagino que andará por ahí dentro…
Señaló hacia la zona donde se encuentran las habitaciones…Nada mas terminar de escuchar sus palabras salí del salón y me dirigí hacia las habitaciones, de camino por el pasillo, estaba la puerta del baño abierta y me acerqué a preguntar, dentro había tres chavales, dos chicos y una chica que estaban preparando sendas rayas de lo que fuera encima de la taza del w.c.
- ¿Alguno de vosotros es Sergi?
Los chicos se dieron la vuelta y me miraron mitad con sorpresa y mitad con miedo, una desconocida con bata y zapatillas de casa estaba ante ellos viendo cómo se preparaban una raya, me sentí un poco mayor al sentirme escandalizada al ver a la chica que apenas llegaría a la mayoría de edad, era una situación un tanto incomoda y enseguida contestaron…
- Anda por una de las habitaciones, no me digas cual, porque no la se
Habían convertido el piso en una discoteca y lo malo era que debajo vivía mi familia, conforme pasaban los segundos y no encontraba al responsable se me iba hinchado mas y mas la vena.
Abrí dos de las habitaciones pero solo encontré cuartos revueltos con ropa y libros esparcidos por la cama, se notaba que aquellos chicos eran de todo menos ordenados. Al llegar a la tercera habitación fue cuando lo encontré…
Aquel chico estaba echando un polvo con su novia o lo que fuera, cuando entre los sorprendí y en un primer momento sentí el impulso de volver a cerrar la puerta y desaparecer, pero ya estaba cansada, necesitaba hablar con él y no estaba dispuesta a esperar ni un segundo mas… necesitaba que de una vez por todas terminara con la fiestecita y comprendieran que el respeto es algo básico para poder convivir.
Lo primero que vi cuando entre en aquella habitación fue aquel chaval de espaldas follándose a una chica jovencita, ella estaba a cuatro patas encima de la cama y el la embestía por atrás como un auténtico toro bravo. Ellos también se sorprendieron al ver que alguien abría la puerta, fue verme y ella se separó e intentó cubrirse con las sábanas, era una chica muy bonita que andaría rondando los 18. Por lo poco que había visto tenía un cuerpito delgado y bien definido con unas tetas firmes y pezones pequeños. Me miraba con cara de terror, como si yo fuera un fantasma que fuera a llevarse su alma pecadora.
Sin embargo el que yo imaginaba que sería Sergi se levantó de la cama tal y como estaba, caminó hacia mí, mientras lo hacía no pude evitar fijarme en su “aparato” estaba completamente erecto, era una polla gruesa y grande completamente depilada que se movía a derecha e izquierda a la vez que daba una zancada.
- ¿¿Qué coño pasa??
Pregunto el cuándo estaba a mi altura. Mientras se acercaba no había podido evitar fijarme en ese cuerpo joven, fibrado y sin un gramo de grasa, tenía dos tatuajes, uno en bíceps y el otro justo en el lugar donde debía de estar la mata de pelo que rodea el pene.
- Eso pregunto yo, son las 2 de la madrugada y no podéis estar haciendo ruido.
Intenté poner la mayor cara de indignación de la que fui capaz…
- Y tú quién eres?
- Soy la vecina del piso de abajo y tengo dos niños que no pueden dormir porque esto parece un puticlub!
- Y a ti te gustaría que me colara en tu habitación en mitad de la noche?
Sabía que tenía razón no había excusa posible a lo que había hecho, pero las circunstancias del momento me habían hecho actuar así. Aun así intenté excusarme…
- Yo nunca montaría una fiesta a las 2 de la mañana cuando todo el mundo tiene que ir a trabajar.
- Está bien, ahora bajamos la música, pero solo si me lo pides amablemente…
Aquel chico con un cuerpo perfecto permanecía frente a mí a menos de un metro y con tu pene completamente empalmado, me costaba respirar y mis piernas comenzaban a temblarme ante lo embarazoso de la situación.
- Te lo pido por favor… ¿podéis bajar la música?
- Bueno si me lo pides así… la bajaremos.
Me di la vuelta y me encaminé a la puerta de salida, las piernas me temblaban y el corazón golpeaba contra el pecho, latía con tanta fuerza que pensaba que en cualquier momento lo podría escuchar.
- Por cierto… ¿cómo te llamas?
- Soy Raquel, tu vecina de arriba.
- Pues bueno Raquel, la próxima vez que entres en mi habitación, que sea por un buen motivo, ya me entiendes… jajaja
Ni siquiera contesté a su bravuconería, seguí mi camino y salí de aquel piso.
No tardaron ni un minuto en bajar la música, cuando llegue a casa ya estaban todos durmiendo otra vez, Julio como siempre roncando y los peques soñando con los angelitos. Entre en el baño, y me lavé la cara con un poco de agua, todavía me temblaban las piernas al recordar mi viaje al piso de arriba.
Me quité la bata y él pijama y quedé desnuda frente al espejo… mi cuerpo no era como el de la jovencita que había visto hacía un rato… sin embargo, aún me sentía deseable, mis pechos eran grandes, en forma de gota, caían ligeramente sobre mi torso, los pezones no eran muy grandes y con facilidad solían tender a endurecerse, la verdad sea dicha que en esos instantes lo estaban…
Siempre he sido delgada pero mis caderas eran un poco mas pronunciadas que los de aquella chica, se podía decir que mi cuerpo era el de una mujer y el de ella era el de una adolescente a punto de serlo. Había una cosa que me llamo la atención durante el escaso segundo que la observé desnuda, su coñito estaba completamente rasurado, tan solo dejaba un fino hilo de pelitos. Yo me solía depilar pero mi coñito mantenía gran parte de la mata de vello todavía, sin tan siquiera saber porque, cogí una cuchilla y comencé a rasurarme…
Lo dejé exactamente como el de aquella chica, me miré en el espejo y sonreí, la verdad es que así quedaba mucho más apetecible he higiénico.
Seguía en el baño con la puerta cerrada, en mi mente seguía viéndolos en aquella habitación, recordaba el cuerpo desnudo de Sergi embistiendo a aquella chica, recordaba su musculatura tensándose con cada sacudida y como se había acercado a mí con la polla erecta y se había colocado a menos de un metro de mí.
Tenía la garganta seca, sentía como mi coñito se había llenado de fluidos viendo primero y después recordándolo, la experiencia me había puesto como una autentica perrita en celo y comencé a acariciarme delante del espejo…
Mi mano recorría el pecho y lo presionaba, los dedos pellizcaban los duros pezones a la vez que levantaba el pecho hasta llegar a lamerlo con la lengua, mi otra mano no dejaba de jugar con mi hinchado coñito, los fluidos se impregnaban entra mis dedos y comencé a gemir al ritmo de las caricias.
Lo recordaba a él una y otra vez, fantaseaba en que era yo la chica que se encontraba allí a cuatro patas siendo embestida por aquel chico, en apenas unos minutos, se había convertido en mi deseo más oculto.
No tarde mucho en sentir las maravillosas oleadas de placer del orgasmo, mi cuerpo se tensó y varios espasmos recorrieron mis entrañas dejándome jadeando frente al espejo durante unos segundos.
Me vestí y volví a la cama, intenté conciliar el sueño de nuevo pero todavía estaba agitada y me costó lo suyo volver a dormir.
Mi vida no era muy diferente a la de la mayoría de la gente, los años de matrimonio habían hecho que la monotonía se posara en la pareja y aunque nunca en la vida me había planteado una infidelidad, si es cierto que últimamente solía hacerme un dedito que otro, pensando en algún amigo común. Nuestras relaciones sexuales eran más de lo mismo, y cada día con más frecuencia tenía que fingir mis orgasmos y después hacerme un apaño yo sola con un juguetito que me había comprado a sus espaldas.
Esa noche mientras intentaba conciliar el sueño, me venía una y otra vez la imagen de aquel muchacho haciendo el amor, no podía dejar de apartar de mi mente aquel cuerpo fibrado y sudoroso, embistiendo una y otra vez. Terminé durmiendo con mi cosita otra vez empapada…
Los días pasaron y durante una temporada no volví a ver a aquel chico, tampoco lo meses anteriores a mi visita los había visto por lo que me imaginé que tendríamos diferentes horarios.
Un día volvió a aparecer, o mejor dicho, volvieron a aparecer… eran las 7 de la tarde y coincidimos en la puerta del ascensor para subir a cada, eran tres chicos que rondaban los 20 años entre los que se encontraba Sergi. Uno de los chicos era más bien regordete y el otro-----
Yo venía de recoger a mi hija del baloncesto y los cinco entramos en el ascensor… ellos se miraban y cuchicheaban cosas al oído para luego soltar una sonrisa cómplice, me miraban de arriba abajo a la vez que me desnudaban con los ojos. Cuando paré en mi piso y tuvimos que bajar, ellos no parecían tener la mas mínima intención de apartarse de la salida por lo que sin ser capaz de decir una palabra tuve que pasar por el estrecho hueco que había entre un chico y la salida, por lo que mis pechos tuvieron que frotarse contra él mientras intentaba pasar.
En cualquier otro momento le hubiera dicho algo, pero lo único que me pasaba por la cabeza era poder salir de ahí, lo único que quería era que terminara aquella situación tan embarazosa delante de mi hija. Conseguí salir después de tener que apretar todo mi cuerpo contra él y cuando ya estaba fuera habló…
- Bueno vecina… mañana tenemos fiestecilla, ¿te vas a apuntar?
Puse la mayor cara de asco de la que fui capaz y no contesté, los tres chicos reían en el interior del ascensor mientras se cerraban las puertas.
- Mama porque te ha dicho eso es chico?
- Nada hija son los vecinos y están todos tontos…
Sus palabras me pusieron muy nerviosa, al llegar a casa apenas pude abrir la puerta. Durante toda la semana me habían acompañado las imágenes de la noche pasada, no entendía como había pasado, pero en mi interior había algo que se había despertado…
Era la primera vez que veía a los otros dos chicos, no me sonaban de haberlos visto la noche pasada en la fiesta, la verdad es que no se parecían en nada a Sergi, uno era mas bien regordete y con cara de vicioso, era el que me estaba desnudando con los ojos, el otro igual de alto que Sergi pero más delgado y con pelo y barba desaliñado, tenía el típico aspecto de chico dejado y un poco guarrete. La verdad es que viendo el estado en el que se encontraba su piso, no me extrañaba en lo más mínimo.
Por lo visto al día siguiente tenían pensado montar una fiesta de las suyas… no sabía realmente si sentirme indignada por la desfachatez y falta de educación de aquellos chavales o por el contrario sentir un cierto hormigueo en mi estómago al fantasear con sueños inconfesables…
Esa noche a mi maridó le dio por estar juguetón… hacía mucho tiempo que nuestras relaciones eran de todo menos satisfactorias… por lo que cerré los ojos e imaginé que era mi vecinito el que se movía en mi interior y la verdad que por una vez y sin que sirviera de precedente, volví a sentir…
Al día siguiente a eso de las nueve y media ya tenía acostados a los peques y mientras estábamos viendo la tele comenzó a escucharse música arriba, no era ni mucho menos el escándalo de la semana anterior pero yo me hice la indignada ante mi marido.
- Ya han empezado a montarla los impresentables esos de arriba otra vez!
- Hombre chica… ahora no es para tanto, solo se escucha si apagas la tele.
Julio tenía razón, simplemente era la música un poco alta que solo molestaría a aquellos que fueran un poco raros, pero yo tenía que protestar y sentirme indignada
- A ti no te molesta porque duermes como un tronco… pero no se puede poner la música tan alta a estas horas…
- Anda chica no seas rara que parece mentira que tengas 33 años, hace cuatro días tú también hubieras estado ahí…
No dije nada, sabía de sobra que Julio tenía toda la razón del mundo, seguimos viendo la tele hasta que a eso de las once nos fuimos a la cama.
Como siempre Julio no tardó ni dos minutos en dormir, cuando todo quedó en calma se pudo escuchar con más claridad la música en el piso de arriba, para nada era lo que se había montado la semana anterior, se escuchaba música, pero no era el follón y las risas de decenas de chicos de fiesta como el otro día. No podía dormir, el motivo no era para nada la música sino la amalgama de imágenes que se habían amontonado en mi cabeza la semana anterior en la habitación de aquel chico, los tres chicos mirándome y cuchicheando en el ascensor…
A eso de las doce no pude mas, me levanté sin hacer ruido y salí del piso, como solo llevaba un fino picardía blanco de seda sin nada debajo, me puse una bata de andar por casa, subí las escaleras con el corazón en un puño y latiendo con tanta fuerza que pensaba que de un momento a otro se iba a salir.
Me planté delante de la puerta y estuve durante varios segundos sin atreverme a llamar, en el interior volví a escuchar música y eso me dio fuerzas para tocar el timbre…
Al otro lado de la puerta estaba el compañero de piso gordito que me miraba con cara de asombro.
- ¡¡¡Ya está bien!!! Los vecinos tenemos que levantarnos temprano, si no apagáis la música llamaré a los municipales…
Eh eh, no te amontones que yo no soy el de la música.
Y haciendo un gesto con el dedo gordo señaló al final del pasillo y sin apenas prestarme atención se volvió hacia el salón donde tenían la televisión.
Entre en el piso y caminé con el corazón en un puño, los 10 o 12 metros que separaban la entrada de la habitación de Sergi, quedé petrificada frente a la puerta que se encontraba entreabierta y a través de la cual, ahora si se podía escuchar la música con mayor claridad. Durante unos segundos dudé frente a la puerta, pero ya había hecho lo más difícil y sabía que lo de la música era una buena excusa y entré.
- Mis hijos se han vuelto a despertar por culpa de la música… ¿podías hacer el favor de bajar eso??
No esperaba que nadie entrara en la habitación así que Sergi se levantó sobresaltado y se incorporó con unas hojas de apuntes en la mano. Estaba semidesnudo tan solo llevaba puestos unos calzoncillos estilo bóxer de color blanco que dejaban apreciar el abultamiento de su paquete.
Durante un par de segundos pareció desconcertado, su mirada era de incredulidad hasta que pareció comprender…
- ¡Joder vecina… que susto me has dado! ¿Tienes por costumbre entrar en todos los sitios así?
Intenté mantener la mirada de indignación tanto como fui capaz…
- Déjate de chorradas y baja la música, intenta respetar a los demás.
- Si cada vez que tengo la música alta voy a verte aparecer por aquí, me parece que voy a estar con música todos los días vecina jajajaja
Aquel chaval había cruzado la distancia de seguridad y se encontraba hablándome a la cara a menos de 30 centímetros, su mirada se había cargado de lujuria y yo sentía que me estaban empezando a temblar las piernas.
Sin darme cuenta cambié el tono de mi voz pasando a ser una súplica.
- Por favor baja la música. ¿Cómo quieres que te lo pida?
- Ummm pues no sé… dentro de mi cama no estaría mal…
Justo en ese momento, alargo su mano y con toda la desvergüenza del mundo la posó sobre uno de mis pechos, sentí una ligera presión y me retire de él por instinto.
- ¡Como te atreves niñato de mierda! No vuelvas a hacerlo o llamare a mi marido !
- Bueno pues llámalo, aunque estoy seguro que vas a tener muy difícil explicarle que haces aquí, en mi habitación a estas horas…jajajaja.
Tras sus palabras las dudas se apoderaron de mí, él también se percató y desde ese mismo instante, supe que estaba perdida…
Intenté apartarme de su alcance, todavía me quedaba intacto el decoro de una mujer casada que hasta ahora había sido siempre fiel, intentaba disimular las ganas que tenía de que aquel chico, mi coñito se humedecía solo con imaginarlo, me moría de ganas por sentir a aquel chaval me poseyera como si fuera alguna de las jovencitas que frecuentaba, como si fuera una vulgar putilla, quería saborear, tocar y lamer cada centímetro de su piel… a pesar de mis ganas tenía que disimular.
Paso a paso me echaba hacia atrás intentando alejarme de mi propia perdición, intentaba dejarlo tras mía, pero sabía que no tenía salida, el me miraba y se acercaba a mí sonriendo con la seguridad de saberse vencedor de la batalla.
En ese instante sentí como unos brazos me rodeaban por detrás y me susurraban al oído… “ya sabíamos que ibas a volver vecinita, si en el fondo lo estás deseando”. Mi corazón dio un golpe con fuerza contra mi pecho al sentirme atrapada por alguien que no era quien yo esperaba.
Esta vez sí intenté zafarme con fuerza, no sabía bien quien era pero me imaginaba que sería el seboso compañero de Sergi que me había abierto la puerta. Me movía a derecha e izquierda intentando soltarme pero aquel muchacho me tenía bien sujeta y todos mis intentos fueron en vano.
- No te hagas la durita que los dos sabemos que estas deseando que alguien te haga ver las estrellas vecinita.
Las palabras de Sergi consiguieron hacer que volviera a resistirme intentando escapar de la llave que me presionaba.
- Suéltame cabrón!!
- Vamos a ver cómo está la vecinita…
Mi bata apenas cumplía el cometido de ocultar mi cuerpo a su mirada… su mano se coló fácilmente por debajo de mi picardía y tras retirar el tanguita, la sentí como un escalofrío sobre mi cálido sexo.
- Joder como está la vecinita!
- Si te estas derritiendo! Jajaja
Sentí mucha vergüenza, mi cuerpo me había traicionado y no podía dominarlo, realmente estaba cachonda como no lo había estado nunca, mi respiración ya no solo estaba acelerada por la situación, jadeaba sin atreverme a mirarlo a los ojos. Él no había retirado la mano de mi sexo, mas al contrario sus dedos habían comenzado a juguetear con mi hinchado coñito.
No podía consentirlo… eso no era ni mucho menos lo que en mis sueños prohibidos había imaginado y sin embargo… no podía evitar dejarme llevar, parte de mi me pedía a gritos que gritara, que luchara por escapar de ahí, pero otra parte, la más fuerte quizás… me pedía a gritos que cerrase los ojos y me dejara arrastrar por aquello, que me dejara llevar por él húmedo deseo.
Por supuesto Sergi no se contentó con eso, su otra mano rápidamente se posó con fuerza sobre uno de mis pechos que por aquel entonces ya estaban como piedras, mis pezones hacía tiempo que se habían endurecido y asomaban firmes por debajo del fino picardía de seda. Presiono con firmeza sobre uno de mis senos a la vez que se acercaba a mi oído.
-Joder vecina que tetas más guapas tienes… me gustan así, que no me quepan en la mano…
Estaba perdida, desde ese momento me dejé llevar por completo, mi cuerpo dejo de resistirse y permanecí con los ojos cerrados mientras aquel chico recorría los rincones más íntimos de mí ser.
Entre jadeos seguía pidiendo que me soltaran, eran una autentica suplica que no hacía más que excitar mas y mas aquellos chicos.
-No por favor os lo suplico, dejadme… no por favor….Vale yaa
El amigo que me sujetaba con fuerza, notó mi falta de resistencia y dejó de sujetarme para unirse a la fiesta… me sobaba con avidez mientras sus manos no daban abasto en quitarme con torpeza la bata de casa.
En pocos segundos estaba semidesnuda de pie y entre los dos, solo habían dejado el tanguita mientras que el picardía tan solo se sujetaba por uno de los brazos. Sentía tras de mí los jadeos de aquel otro chico, notaba como el bulto de la entrepierna de su pantalón presionaba sobre mi culo y en ese momento, Sergi se recostó sobre la cama completamente desnudo, el pene endurecido miraba al techo, su capullo rojizo y brillante asomaba orgulloso por encima de aquel miembro duro y repleto de venas hinchadas. Sentí la necesidad de acercarme a él, mi cuerpo me arrastraba hacia él como si de un fino hilo invisible se tratara, me recosté sobre la cama mientras mi mano se posaba con delicadeza sobre su polla, era bastante mayor que la de mi marido y también la sentía más dura, como si de una estaca caliente se tratara.
Nunca lo había hecho, era algo que mi marido me había pedido en muchas ocasiones, pero yo me había negado en redondo, siempre había pensado que la práctica del sexo oral era una práctica asquerosa reservada para putas y fulanas… pero en ese momento no podía dejar de pensar en cómo sería el sabor de aquella polla juvenil en mi boca.
No tenía experiencia, así que empecé por besar muy despacio el capullo con los labios entreabiertos, después mi lengua comenzó a recorrerlo como si fuera una piruleta, subía y bajaba sobre el muy despacio y mientras lo hacía comencé a notar como Sergi comenzaba a estremecerse y a gemir.
Quise ir mas allá, la verdad es que lo necesitaba, necesitaba sentir como aquella polla llenaba por completo mi boca, introduje el capullo y mi lengua comenzó a lamerlo una y otra vez, era un gusto diferente a todo lo que hasta ahora había probado, pero era algo que me excitaba, sentir aquel miembro en mi boca, sentir como aquel chico se derretía a mí merced solo con el poder de mi lengua, era algo que me volvía loca.
Poco a poco fue entrando en mí, poco a poco se iba perdiendo casi por completo en el interior de mi húmeda boca, mientras entraba le hacía el vacío y la lamía, con mi mano acariciaba sus huevos y comencé a sentir su cuerpo subiendo y bajando intentando seguir el compás de mis lamidas.
Había quedado recostada sobre la cama, estaba semidesnuda con parte de mi picardía de noche levantado hasta la altura de la cintura cubierta parcialmente con el tanguita de hilo, mi culito estaba casi al descubierto, por lo que no tarde mucho en sentir las manos del otro chico bajando el tanga, hasta que queda anclado a la altura de los muslos, en ese momento comencé a sentir como el otro chaval comenzaba a lamer mi parte trasera, estaba completamente fuera de sí, lo magreaba y besaba una y otra vez, sentí como una lengua se introducía tras de mí, fue una sensación extraña, se movía arriba y abajo explorando mis más íntimos lugares, he de reconocer que el movimiento de su lengua en los rincones más sensuales empezó a volverme loca… no pensé en la persona que lo hacía, no pensé en el momento ni en el lugar, mi mente quedó en blanco dejándome llevar y concentrándome en las sensaciones que recorrían mi espalda, terminaban en mi nuca y estaban comenzando a provocarme unos pequeños espasmos de placer.
Abrí las piernas para facilitarle su labor y el aprovechó para hundir su lengua en mi coñito a la vez que con uno de sus dedos presionaba ligeramente sobre mi clítoris, aquel chico tan desagradable me estaba comiendo el coño como nunca nadie lo había hecho, mis fluidos se escapaban una y otra vez mientras su lengua los esparcía por todo mi sexo hasta llegar a mi ano.
Mi culo en pompa se movía arriba y abajo sin control, aquel chico desagradable y seboso me estaba haciendo gozar como una autentica perra, tanto era así que por un momento, perdí la noción de lo que hacía y en uno de mis gemidos mordí ligeramente a Sergi que por un momento se sobresaltó.
Sentía mis fluidos resbalar hasta caer sobre las sábanas, apenas podía concentrarme en lo que tenía entre manos por lo que dejé de mamársela a Sergi, sujetaba con la mano su polla moviéndola torpemente arriba y abajo, me resultaba imposible concentrarme, imposible hacer nada que no fuera disfrutar.
Estaba a punto de explotar, apunto de llegar al punto de no retorno… mi hinchado coñito estaba a punto de decir basta y arrastrarme a un maravilloso orgasmo, cuando de repente dejé de sentir el roce, durante unos segundos mi culito tembloroso permaneció esperando sus lamidas, pero en vez de su lengua sentí como su polla dura rozaba mis labios vaginales y se deslizaba una y otra vez de la misma forma que anteriormente había hecho su lengua.
Su capullo se deslizaba una y otra vez sobre mi sexo, estaba a punto de ser penetrada por aquel horrible chico y sin embargo no había nada que deseara más… sentí como lo colocaba a la entrada de mi cálida vagina, y tras un instante de espera, mi cuerpo se estremeció al sentir aquel trozo de carne cálida entrando en mis entrañas y llenándome por completo. Escuché los bufidos en mi espalda, comenzó a moverse mientras una y otra vez su polla entraba y salía resbalando por las paredes de mi vagina, se podía escuchar el chasquido del pene entrando y saliendo mientras resbalaba por mis fluidos, gemía ahogadamente cada vez que su cuerpo chocaba contra mi culo, no pude resistir mas… sentí el chorro de semen inundando mi interior... su cuerpo se tensaba y sus movimientos se volvían frenéticos, mi cabeza quedó recostada sobre el colchón, mis manos se aferraban con fuerza a las sabanas mientras soportaba sus embestidas y un maravilloso orgasmo comenzó a recorrerme apoderándose de cada rincón de mi cuerpo.
- ¡¡¡¡Ahhhh me corro ummmmmm!!!!
Nada más escuchar sus palabras sentí como un cálido líquido se colaba en mi interior a la vez que notaba como sus manos apretaban con fuerza contra mis caderas a la vez que las embestidas se hacían descontroladas.
- ¡¡¡¡Joder que bien follas vecina!!!! Ha sido el mejor polvo de mi vida bufff
Tuve un intenso orgasmo, cientos de espasmos recorrieron mi interior, pero mi boca quedó sellada, intente reprimir las ganas de chillar y permanecí tumbada boca abajo mientras un hilo de semen salía de mi coñito resbalaba por las caderas y caía gota a gota sobre las sabanas. Permanecí con los ojos cerrados mientras escuchaba la conversación de los dos chicos.
- Bueno chicos me marcho a la cama… hoy voy a dormir como un lirón!!!
- Oye vecina, no te olvides de venir mañana jajaja
Yo permanecí recostada mientras aquel horrible chico desaparecía por la puerta y me dejaba a solas con Sergi, me sentía sucia, con la respiración todavía acelerada y con un líquido viscoso saliendo de mi sexo. Me sentía incapaz de levantar la cabeza, sabía que sobre esa misma cama se encontraba Sergi, notaba su respiración y su presencia pero me sentía demasiado avergonzada para levantar la cabeza.
- No sé si te has dado cuenta pero el único que se ha quedado a medias he sido yo…
Las palabras de Sergi resonaron en la habitación, me hicieron despertar de mi letargo, sin tan siquiera mirarlo me levante y cubrí mi piel desnuda de la mejor forma que pude, busque el tanguita y salí de forma apresurada sin tan siquiera mirar atrás.
- ¡¡Espera!! ¿¿Me vas a dejar así??
Esas fueron las últimas palabras que escuché antes de salir de allí. Una vez en la escalera aminoré el paso mientras intentaba adecentar mi aspecto, me coloque la ropa, me puse la bata e intente peinarme con las manos, los nervios me atenazaban y no dejaba de pensar infinidad de excusas creíbles, cualquier pretexto que pudieran explicar mi ausencia de casa a esas horas de la madrugada. Permanecí frente a la puerta de casa mientras recobraba el aliento, antes de abrir escuche si había algún ruido que delatara que alguien se había despertado y tras unos instantes abrí…Todo estaba oscuro y en silencio, entre aliviada y me dispuse a cerrar cuando… alguien sujetó la puerta y me impidió cerrar, estuve tentada a gritar pero me contuve al ver quien era… entre la oscuridad del interior y la tenue luz de fuera, pude distinguir la presencia de Sergi que se colaba en mi casa sin que yo pudiera hacer nada.
- ¿¿¿Que estás haciendo???¡¡¡ Todos están durmiendo!!!
- Por favor vete de aquí… ¡¡¡mi marido va a salir!!!
Cerró la puerta tras de sí sin hacer caso de mis palabras, mi corazón estaba a punto de desbocarse, el miedo se apoderó de mí y me sentí incapaz de decir nada.
- ¿¿¿Pensabas que me ibas a dejar a medias vecina???
Se encontraba tras de mi cuando escuché sus palabras, sus manos retiraban mi bata y magreaban mis pechos…
- ¡¡¡Buf…como me pones vecina!!!¡¡¡ Tienes unas tetas impresionantes!!!
Tan solo el fino picardía de noche negro me separaba de él, incapaz de moverme, atenazada por el miedo, mi cuerpo estaba a su merced mientras sus manos se colaban por dentro acariciando cada rincón de mi cuerpo.
Mis susurros eran una pura súplica…
- No por favor… déjame ya… puede salir en cualquier momento…
Poco le importaba ya, poco a poco me fue empujando hasta el único lugar en el que se podía apreciar algo de luz… la cocina, la persiana estaba abierta y una tenue luz de las farolas se colaba en su interior, me sujetó con fuerza y me levantó dejándome sentada sobre la encimera, mi corazón latía desesperado, miraba hacia la puerta esperando que en cualquier momento apareciera mi marido o uno de mis hijos, pero eso poco le importaba… Arrancó uno de los tirantes y dejo uno de mis pechos al descubierto, los pezones estaban duros y sus labios comenzaron a mordisquearlos mientras sus manos los presionaban ligeramente.
Sentía en mí su sexo hinchado y duro a través de su única prenda… los calzoncillos, estaba como los locos, sabía que no me iba a dejar escapar, sus labios recorrían torpemente mi cuerpo desde mi cuello a mis pechos, mientras sus manos se aferraban a mis caderas y me llevaban a él sin parar.
- No te vas a escapar vecina, te voy a hacer lo que tu marido ya no te hace…
Volvió a susurrarme al oído.
En ese momento se bajó los calzoncillos y colocó su polla a la entrada de mi coñito, arranco de un tirón mi tanga de hilo y después comenzó a dirigir su capullo, abriéndose paso por mis labios vaginales, durante unos segundos todo fue delicadeza hasta que… de una rápida embestida me penetró hasta el fondo. No pude evitar gemir, una mezcla de impresión y placer se apoderó de mí, sus musculosos brazos pararon por debajo de mis piernas y me levantaron dejando mi coñito mucho mas a su alcance, sentía como sus tremendas embestidas me llenaban una y otra vez, no podía gritar, no podía gemir, sentía la necesidad de dejarme ir, abandonar mi cuerpo al deseo y dejarme llevar, pero de sobra sabía que era imposible.
- ¿¿Te hace esto tu marido?? ¿¿Dime vecinita, te lo hace??
Continuaba susurrándome mientras sus palabras cada vez eran más entrecortadas. Cada vez me costaba mas dominarme, cada vez me costaba mas no gemir como una autentica perra en celo.
- No pares por favor, sigue, sigue…
Mis palabras eran susurros.
Su joven y dura polla entraba y salía de mí como el cuchillo en la mantequilla, mis tetas iban de un sitio a otro con cada embestida, no podía reprimir un ligero gemido, casi inapreciable al principio pero ya se había vuelto imposible disimular
No tardó mucho en comenzar a convulsionar, sus músculos se tensaron y sus embestidas se volvieron frenéticas. Mis ojos quedaron clavados en la televisión que reflejaba la imagen de su culo castigándome una y otra vez.
-No aguanto mas joderr…me corrooo... ahhh, ahhhh
Sentí varios chorros de su semen golpeando contra las paredes de mi vagina por segunda vez en la misma noche. Tras su orgasmo se detuvo por completo y comenzó a recuperar el aliento, pero yo no había tenido nada, a esas alturas había llegado a un punto en el que todo me daba igual, se subía los calzoncillos satisfecho, pero eso no iba a quedar así y esta vez fui yo la que hable…
- Ahora no me vas a dejar a medias niñato de mierda…
Baje de la encimera y volví a bajar sus calzoncillos, su pene ya no estaba del todo duro y sin tan siquiera pensarlo me arrodille sujetándolo con una mano e introduciéndolo en mi boca, sentía todavía el sabor de los restos de semen que habían quedado en él, mi lengua comenzó a rozarlo y una y otra vez, con mi mano dejaba al descubierto el capullo y con la lengua lo recorría como si fuera el manjar más maravilloso, no tardó mucho en endurecerse de nuevo, poco a poco mis labios comenzaron a sentir las curvas que producen las venas hinchadas de su pene.
Esta vez fui yo la que lo empujó a la silla haciéndole sentarse en ella, me coloqué encima suya, deseaba volver a sentir el calor de su miembro duro en mi interior, quería correrme como una perra, ya no era yo… poco a poco fue entrando en mí, muy despacio al principio, yo chorreaba en mi interior y aquel pedazo de carne entro sin ninguna dificultad, tras unos instantes sintiéndola dentro de mí por completo, comencé a cabalgar sobre él, me sujeté a la silla y comencé a follármelo como una loca, su polla aparecía y desaparecía en mi interior, mi culito chocaba contra sus muslos produciendo un ligero chasquido que parecía un ruido atronador en el silencio de la noche.
- Sigue, Sigue, no pares no aguanto mas…
Un gusto maravilloso comenzó a atenazarme, hundí mi cabeza en su cuello para evitar gritar, gemía ahogadamente intentando taparme con su piel, mientras, los espasmos recorrían mi cuerpo y toda mi piel se erizaba, durante unos segundos mi cuerpo me abandonó, trasladándome al país del éxtasis.
- Me corro, me corro… ahhhh ahhhh
Desperté sobre el con el pulso acelerado y la boca seca, todavía tenía clavada su polla en mí, de repente volví a darme cuenta de la situación, rápidamente me incorporé y comencé a vestirme, Sergi hizo lo propio mientras me miraba con una sonrisa y se despedía desapareciendo tal y como había llegado.
Fui al baño, mi piel sabía a pecado y mi cuerpo estaba impregnado de deseo, me di una ducha intentado limpiar también el remordimiento… al entrar en la cama mi corazón dio un salto.
- ¿ No podías dormir?
- No, he salido a tomarme una manzanilla.
- Dulces sueños .
Ya lo creo pensé, ya lo creo…