Vecinos - joven pareja
Continuacion presentacion vecinos de la peculiar escalera
Maite despertó con los primeros rayos de sol de la estival mañana. Estaba empapada en sudor, con el fino camisón pegado al cuerpo. El ventilador colgado de la pared había ayudado a aliviar un poco el sofocante calor. Parpadeó mirando el despertador de la mesilla, Tardó algo más de un minuto en hacer acopio de la voluntad suficiente para levantarse.
-Mmmmm ¿Que hora es? - dijo Juanma, su marido, despertando por el movimiento de la cama
-Temprano. Sigue durmiendo cariño – contesto ella dándole un beso en la mejilla.
Se quitó el camisón dando la espalda al ropero, admirando el cuerpo de su marido tumbado boca abajo. El cuerpo de Juanma no era para nada espectacular, brazos delgados pero fuertes, espaldas no demasiado anchas, cintura delgada, las caderas eran anchas sin llegar a ser femeninas.
Dando la vuelta se miró a si misma en la luna del armario, tampoco ella era nada espectacular. Con 22 años recién cumplidos aún tenia el cuerpo de casi una adolescente, pecho pequeño pero sensible, el solo roce de la fina tela del camisón al quitárselo le había endurecido los pezones. Sus caderas no eran muy anchas, casi masculinas. Piernas largas y delgadas, Medía lo mismo que su marido 1,75 mts, lo cual la hacia parecer más delgada de lo que realmente era.
La joven esposa miró su propia entrepierna fijándose como, de sus blancas bragas, sobresalían los renegridos pelos de su abultado pubis. Debería cortárselos un poco si quería ir a la playa alguna vez ese año.
En el piso de abajo, Manuel se estaba afeitando cuando percibió el ruido de la ducha de Maite. Mientras se afeitaba, trató de imaginarse como sería su vecina desnuda, desde el día que la joven pareja llegó al vecindario.
-A ti sí, a ti te follaba hasta que se me cayera a cachos... - murmuró para si.
Pero eso no sería muy ético, teniendo en cuenta que acababa de rechazar los mimos de su propia esposa.
El casi cuarentón de Manuel recordó como, un año antes, en pleno verano, había ayudado a Juanma y a su mujer a subir los bártulos hasta el segundo piso de aquella empinada escalera. Recordó la indumentaria de Maite: pantalón corto de deporte y un top blanco, que con el sudor se había vuelto casi transparente, haciendo que mostrara, de forma tremendamente incitante, aquellos duros pezones de color café con leche.
El ruido de la ducha ceso en el momento que Manuel comprobaba su afeitado con satisfacción y mirando sus 25 centímetros de erección pensó en que quizá podría despertar a Carmen, su mujer y darle lo que le había pedido unos minutos antes. Pero haciendo cuentas pensó que su esposa estaba en los “días peligrosos” y que cuatro hijas y dos hijos ya eran suficientes. Se distrajo pensando en la maldita alergia de su mujer a la píldora.
-Y el fin de semana con los niños a la playa – se dijo a si mismo – al menos allí podre ver carne de verdad
Maite entró en el dormitorio conyugal, completamente desnuda, frotándose el cuerpo con una toalla, con otra recogía su rebelde y rizada melena negra. Miró a su marido iluminado por la luz que entraba a raudales por la ventana.
El joven esposo se había dado la vuelta y ahora estaba tumbado de espaldas. La piel de Juanma brillaba perlada de sudor y de la cinturilla del slip negro que empleaba como pijama, sobresalía el glande de un endurecido pene.
-Madre mía... - murmuró la joven
Una de las razones por las que se enamoró de Juanma no se comportó con ella como los otros chavales que había conocido, no se comporto como si lo único que quisiera fuera meterse en sus bragas. Todo había cambiado en el momento que empezaron a vivir juntos, Seguía siendo el hombre atento, siempre pendiente de sus más mínimos caprichos, pero aprovechaba la mínima ocasión para sobarla por todas partes, para espiar su desnudo cuerpo en cualquier situación, incluso cuando ella hacia sus necesidades. Esa actitud la sacaba de quicio y hacía que a ella se le quitaran las ganas.
En los sueños de Juanma aparecía su mujer, receptiva a cualquier clase de sexo, a la más compleja de sus fantasías sexuales. La veía desnuda, tirándose de los reactivos pezones, dándose la vuelta para separarse las pequeñas nalgas y así ofrecerle la virginal entrada del femenino ano. La sentaba sobre él, penetrando con su hombría el estrecho canal.
Aquel ano no estaba tan estrecho como esperaba, se sentía húmedo y le succionaba el glande con energía. Algo en su mente vio que aquello era un sueño, que no podía ser. Aquella sensación de irrealidad le fue despertando. La cálida y húmeda sensación de succión no desaparecía, se hacía más intensa, más real.
Aquel cúmulo de sensaciones hizo que Juanma acabara abriendo los ojos. Parpadeó dos veces para que su vista se acostumbrara a la intensa luz, Encontrándose con que Maite le estaba haciendo una de aquellas felaciónes que a él tanto le gustaban.
Maite no tuvo que esforzarse mucho por meterse aquel glande en la boca, lo del resto del pene era otro cantar, solo le cabían cinco centímetros más quedando fuera otros 6, suplia su falta de capacidad bucal acariciando el resto del erecto miembro con tres dedos ensalivados de su mano derecha.
-Buenos días cariño... ufff... - dijo Juanma con voz entrecortada
Maite se sacó el caramelo de la boca y masturbando a su hombre enérgicamente contesto.
-Buenos días cachondon mio. ¿Has dormido bien?
Ni siquiera respiró antes de volver a chupar la tersa verga, de venas bien marcadas.
-Muy biennnn.... aaaahhh... y he despertado aún mejor.
El hombre empezó a acariciar el pelo de su mujer y disimuladamente apretó un poco su cabeza, para hacer que la felación fuera más profunda, el iluso pensó que ella no se daría cuenta.
Maite al notar la presión sobre su cabeza hizo el esfuerzo de meterse más carne en su boquita, ain conseguirlo. Tuvo miedo de que Juanma, en el paroxismo del orgasmo, apretara su cabeza con fuerza.
Con grácil movimiento se sentó a horcajadas sobre el anhelante hombre, guiando con su mano la durísima erección a su intimidad. Se dejó caer con un lento movimiento lanzando un suspiro, tratando de sentir como cada centímetro penetraba en su interior. Cuando ambas pelvis se tocaron se dejo caer hacia delante dándole un profundo beso a su marido. En aquel beso no solo iba todo el deseo de la mujer, iba su alma. Enpezó a cabalgar a su hombre de forma cada vez más acelerada.
Juanma notó contra su pecho los endurecidos pezones en su pecho, los notaba como placenteras agujas de carne, que aumentaban su placer. Con una mano acarició las femeninas nalgas, con la otra uno de los minúsculos senos.
-¡Como.... mmmmm... como estassssss... esta mañannnaaaaaaaah... cariño! Mmmme encant-taaaaahhh mmmm que me desp-despiertes asíííí.. mmmm....!
-Tu si que estás bien..... mmmmmmm... con la chorrraaaaaaaaah... siempre tiesa.... aaaaaaaahh... vas.... vas a coseguir que mmme corraaaaaaaaahhh... mmmmm...
La copula no llevaba más de 5 minutos cuando todos los músculos de la fémina se tensaron, su respiración se debuto, para después estallar en suave aullido.
El orgasmo de su esposa hizo que Juanma contuviera el suyo, le gustaba sentir los abundantes flujos mojando sus testículos, en aquella ocasión los líquidos fueron tan abundantes que incluso llegaron a llegar más abajo, mojando su ano y la sabana.
Su esposa dejó caer su frente sonbre el hombro derecho de Juanma.
-¡Imbécil! - susurró ella al tiempo que su puño se descargaba contra el otro hombro de su marido - ¡Idiota!... ¿Por que no te has corrido conmigo? Me gusta sentir.... que te vienes.... conmigo.
-Porque si me corro se termina la diversión. - respondió Juanma con una sonrisa.
A Carmen no la despertaba nada, ni el beso que le dio su marido en la frente antes de salir al trabajo, ni el ruido de la puerta al cerrarse. Tras 20 años de matrimonio Manuel le seguía siendo fiel a su esposa. Tampoco la despertó el suave chirrido de la cama del piso superior, ruido que Manuel tampoco percibió., si lo hubiera percibido, se habría olvidado de “días peligrosos”, de embarazos y de que llegaría tarde al trabajo.
Los delgados brazos de Juanma sostenían su cuerpo sobre el de su esposa. Ella tumbada, mirando al techo, se sostenía sus rodillas con las manos, mientras su esposo la taladraba frenéticamente, solo aminoraba sus envites cuando Maite se retorcía con su propio orgasmo.
-No sigas... mmmm... me vas a dejjj..... guauuuuu.... dejar secaaaahjjj.... goauuuuuuu....
-Correté para mi cariño.... me encanta como teeeeehhh... mmmmm... te retuerrrrrrrrrrrces...... mmmmm...
-¡Sal de encima, cabrón! ¡Aaaaaaaahhh...! - dijo sin resuello Maite empujando por los hombros a su marido.
Juanma no discutió, simplemente se arrodilló en la cama, admirando el cuerpo de su mujer mientras esta se daba la vuelta poniéndose a gatas, mostrandole sus pequeñas nalgas a su hombre. A Juanma le encantaba aquella posición. Ella confiaba que así su amante esposo terminaria de una vez.
-Hola Manuel
El aludido miró la procedencia de la voz, mientras cerraba la puerta de su domicilio.
-Buenos días Señor Juan... ¿Que? ¿Al trabajo?
-Si, lo que queda de semana, vacaciones y la jubilación. Pero Manuel, una cosa ¿cuando vas a dejar lo de señor a un lado?
-Lo siento Juan pero es que, verá, me enseñaron así
-¿Tienes tiempo para un café?
-Si, claro – dijo Manuel pensando en que realmente no tenia mucho tiempo, pero aquel hombre estaba solo.
A Juan la cara de Manuel siempre le confirmaba las leyes de la evolución. Neandertal, esa era la palabra. Manuel era un hombre bajo (1,50 mts), pero muy robusto, sus brazos eran muy peludos, ligera inclinación de la frente, pequeño menton. Si, neandertal, definitivamente, afable neandertal.
A Juanma su propio pene, sujetado por la base, le daba la sensación de ser un bate de béisbol, en comparación con las nalgas de su esposa. Apuntó el henchido glande a la vagina de su esposa, la humedad de los orgasmos previos hizo que la penetración fuera rápida. Nada más tener toda su hombría dentro de ella empezó con un frenético movimiento.
A Maite el rápido ataque la situó al borde de un nuevo orgasmo. “¿Como es posible que con el siempre me pase igual? ¡Nunca había sido multi-orgásmica!.
-Oooohj... hijo de puta.... que pollon te.... aaaaaaaaaaaahhj cargas – dijo alcanzando con su mano uno de los muslos de el hombre que la penetraba
-¡Correte! - grito Juanma, sintiéndose más hombre que nunca - ¡Correte otra vez para mi! ¡Mmmmm... aaaaaah!
Maite tensó nuevamente cada uno de sus músculos, lanzando al mismo tiempo todo el aire de sus tensos pulmones. Los líquidos escurriéndose por el interior de sus muslos la hicieron creer que se había orinado.
Al notar aquel chorro de líquidos, Juanma, abrio las nalguitas contundente mente, lo que le permitió ver las contracciones del cerrado esfinter, pasando la yema de su dedo indice por aquel prieto agujero liberó su propio orgasmo, sintiéndolo como si el esperma saliera de su alma, de lo más intimo de él.
-Aquí viene... TOMA... GAAAAAAHHH... GAAAAH... GUOOOO... TOMA LECHE... AAAAAAAHHH...
-Mmmmmmm... que calentita... mmmmm... aaaaaaa....
-¡Joder! - dijo Juanma sin recuperar del todo la respiración - ¡Llego tarde!
Jaunma salto como un resorte de la cama, besando antes la nuca de su esposa. Su paso por la ducha fue un mero remojón, se tomó el café de un solo trago, sin que su cara manifestara el desagrado que le producía el que estuviera frío, de vuelta en el dormitorio perdió más de 5 minutos despidiéndose de su amada. Salió de su domicilio bajando los escalones de dos en dos, mientras Maite, se volvió a recostar en la cama, aún faltaban un par de horas tener que ir a la universidad y ella se sentía tan cansada.
FIN