Vecinos adolescentes
Lo que voy a contar ocurrió cuando tenía 17 años. Mi vecino, un chico de 15 años con el que me llevaba muy bien me llamó una noche de verano después de cenar para ir al polideportivo donde normalmente él solía estar con sus amigos. Aquella noche él había quedado con otro amigo que se fue al rato de llegar yo y como estaban aburridos se le ocurrió llamarme. Yo había preguntado por él hacía días para interesarme por su vida y fue por esto que decidió llamarme.
El caso es que al llegar allí, él se encontraba sentado en unas escaleras. Estaba escuchando música por su móvil y charlando sobre sus cosas: hablando un poco de todo: (música, motos, tías...). Llevábamos un rato aburridos cuando mi vecino se puso a contarme que se había depilado sus partes, que se había rasurado, mostrándome sus huevos (mi vecino es bastante liberal en temas de sexo y ni tiene vergüenza ni para hablar ni para contar sus intimidades incluso para mostrar sus partes, como en esta ocasión).
A mí esta situación me daba muchísimo morbo y me uní a la conversación diciendo que a mí no me gustaba depilarme y para dar mas morbo a la situación le mostré parte de mi vello púbico como para darle confianza al haberme él enseñado él sus partes. Como no podía ser de otra manera, mi vecino, que estaba obsesionado con el tamaño de su polla no tardó en sacar el tema preguntándome que cuánto me medía. Él comenzó diciendo que a él le medía unos 18 cm cosa que yo no me creí e inmediatamente le dije que eso era imposible. Entonces él enseguida reaccionó enfadado diciendo que era verdad y que le medía eso y que seguro que le medía más que a mí.
Al final, me dijo que qué nos apostábamos. Yo seguí diciéndole que al ser yo más mayor debía tenerla más larga. Entonces dijo: ¡ahora verás!. Y se sacó su polla delante mío para que pudiera observarla. No la tenía muy dura pero estaba algo empalmado. Me la quedé observando porque era bastante larga incluso podría ganarme si se empalmase del todo. Yo para picarle continué diciéndole que yo la tenía mas grande. Fue en ese momento cuando me dijo: ¿si? Pues a ver, sácatela y comparamos. Al principio me hice de rogar para dar más morbo a la situación primero mostrándola a través del calzón, mostrando la silueta de mi verga. Y él me dijo que efectivamente me ganaba tan solo viendo la silueta de mi erección. Estaba empalmado por el morbo de verle la polla y que él me viera la mía.
Él, no quedando conforme, me dijo que me la sacara. Yo estando a mil y muy empalmado ya me la saqué por un lado del calzoncillo quedándome desnudo frente a él. Se quedó un rato observándome la polla y comenta: aunque yo la tengo algo más grande, la tuya es más gorda y está algo torcida. Me pidió que me la agarrase con las dos manos y él hizo lo mismo para ver qué parte del capullo quedaba fuera y ver así cuál era más grande. Yo casi estaba a punto de correrme por la atención con la que
estaba mirando, como analizando mi polla.
Yo le propuse compararlas de cerca así que las juntamos. En ese momento de tener una al lado de la otra y tan cerca fue cuando empezó realmente la parte más morbosa de la experiencia.
Estaban juntas, enfrentadas, y sin quererlo pero de forma intencionada en definitiva, se tocaban. Entonces yo le dije que si realmente la tenía dura y se la toqué. Bueno, se la agarré. Yo esperaba que se molestase y me dijera que parara pero yo viendo sus intenciones supongo que en el fondo lo estaba buscando y podía ser un comienzo para tener sexo. Para mi sorpresa él no se resistió incluso parecía que le gustaba que se la agarrase así que empecé a pajearle lentamente. Él me respondió e hizo lo mismo con la mía. Como si nunca hubiera visto una, comenzó a jugar con mi prepucio viendo si podía cubrirme totalmente mi capullo para luego soltar y dejar que saliera nuevamante. A mí eso me excitaba mucho. Cada vez se iba poniendo más morbosa la situación.
Tomando yo la iniciativa le pregunté que si quería que nos hiciéramos una paja mutua y a la vez ya comencé a pajearle yo. El se reía como contento porque se cumplía un deseo suyo. Desde el principio se notaba que por el hecho de enseñarme la polla y de querer comparalas le ponía eso y quería hacer algo más. Él hizo lo mismo con la mía. Al final acabamos agarrando uno la del otro ya sin timidez como compitiendo por ver quien se correría antes. Yo estaba más empalmado y excitado que él por lo que supuse que me correría primero. Cuando ví que no podía aguantar más deje de pajearle y le dije que ya iba a correrme, que iba a lanzar mi leche. Le agarré su mano que estaba en mi polla y le ayude a acabármela, tirando mi leche al suelo. Luego se la acabé yo. No se corrió mucho de forma que su leche se quedó en mi mano derramándose poco a poco, sin apenas lanzar ningún chorro. Mientras nos limpiábamos seguimos mirándonos la polla el uno al otro y riendo con complicidad por lo que acababa de pasar.
Así acabó la experiencia. A día de hoy nos seguimos viendo aunque no tenemos amigos comunes, ya que en realidad me llevaba bien con él porque éramos vecinos de una comunidad muy pequeña y necesariamente me relaciono con él. Nos seguimos hablando y quedando para charlar de vez en cuando. Nunca hablamos de eso. Ni siquiera en los días siguientes. Fue como un calentón que los dos recordamos pero supongo que por complicidad, y como si leyéndonos la mente, ambos estamos de acuerdo en no contarlo. Ambos somos heterosexuales (o podríamos decir que bisexuales) y eso lo consideramos una noche de morbo en la que dos chavales hormonados decidieron cumplir por una vez el capricho de satisfacer sus necesidades y deseos más escondidos. Es por esto que aunque no tuvimos sexo como tal, sólo por el hecho tan morboso que supone liberar un deseo sexual y encontrar una situación en la que se pudo llevar a cabo, esta experiencia es una de las mejores y más excitantes que me han sucedido.