Vecinos 3.0 Cambio de imagen

Ricardo da un paso mas para ser aceptado como esclavo sexual de un desconocido al mismo tiempo que encuentra forma para no sentir que engaña a su novio

V e cinos - 3.0 Cambio de imagen

Después del segundo encuentro con el desconocido, Ricardo se sintió curiosamente calmado en los próximos días. Esa misma noche Ramiro, su fiel y amado novio, lo cogió con la misma pasión de siempre. Y a Ricardo le gustó. De hecho le gustó más que de costumbre. De cierta manera las sensuales caricias de su novio y sus besos cálidos lo hacían sentir menos puto. Al mismo tiempo, sentía la necesidad de ser usado por el desconocido. Amado por Ramiro, usado por el desconocido. Comenzó a creer que al mantener esas dos sensaciones por separado, en cierto modo no era infiel. Su amor incondicional sería para Ramiro y cuando tuviera la necesidad de ser usado, podria ser puto del extraño de quien sólo conocía su atlético cuerpo, su piel bronceada y su fenomenal falo de 23 cm.

Como ya era costumbre, el anónimo lo texteaba diariamente. También se volvió costumbre mandarle fotos de su culo lleno. Al día siguiente de la segunda cogida, Ricardo recibió un paquete que tenía 5 dildos, de distintos tamaños y formas. El anónimo le ordenaba diariamente una foto con alguno de ellos, en distintas posiciones. Ricardo

Una semana después, Ricardo recibió el usual mensaje del anónimo.

“Puto, hoy tendrás la oportunidad de probar que quieres ser mi esclavo. Te voy a mandar una dirección. Tienes que ir ahi justo a las 2 de la tarde, usando el dildo de plug en tu interior. Pregunta por Alex. Él te dirá el resto”

Ricardo estaba intrigado. Este era un nuevo tipo de actividad. Intentó gogglear la dirección pero la fachada que mostraba parecía un edificio de departamentos cualquiera. Se sentía curioso de lo que ocurriría ahora.

Ricardo llegó al lugar poco antes de las 2. Se sentía excitado. El hecho de tener el culo relleno con un plug, cosa que nunca antes se hubiera atrevido a hacer, contribuía. Tocó un interfón, interior 103. Preguntó por Alex y este le dió entrada. Subió las escaleras. Era un edificio antiguo y solitario. Al llegar al 103, llamó y Alex abrió casi de inmediato. Era un muchacho, tendría unos 16 años, delgado. Sin embargo lo que llamaba la atención era la gran cantidad de piercings que tenía. Orejas, labios, cejas. Tenía algunos tatuajes pequeños en el cuello e incluso en los dedos.

“Pasa por aca” le dijo, amable pero nada mas.

El interior era un departamento común y corriente, quiza descuidado, con pocos muebles. Llegaron a una habitación, donde Ricardo encontró lo que ya sospechaba. Una silla reclinable, instrumentos, luces, tintas, metales. Un taller de piercing y tatuaje. Alex señaló la silla, para que se sentara. En ese momento sonó el celular. Ricardo leyó el mensaje.

“Te pondrá tu primer piercing de esclavo. Desnúdate el torso y deja que haga su trabajo. No tienes que pagar nada. Más te vale que te dejes hacerlo o no serás mi esclavo”

Ricardo estaba dudando. Desde siempre le habían dado miedo las agujas y los piercings le provocaban ansiedad siempre que veía a alguien con uno. Ahora el desconocido le pedía que se enfrentara a esa tortura estúpida como condición para seguir abusando de él. No tenía sentido. No por primera vez, Ricardo volvió a cuestionarse porqué hacía esto. Una contracción involuntaria de su culo le hizo recordar que estaba lleno en ese momento. Y que ese plug no era nada comparado con la verga de su macho. Recordó el placer que había experimentado las dos veces que ese falo lo había penetrado. Recordó sus gemidos. Tragó saliva, tenía que hacerlo. Necesitaba sentir esa verga y ese era el único modo de lograrlo.

Se quitó la camisa y se reclinó en la silla. El chico empezó su trabajo, yendo inmediatamente al objetivo ya definido: La tetilla izquierda. Ricardo sospechaba que sería algo así pero empezó a sudar cuando vio la aguja. El chico le colocó una pinza que realmente no dolía y le dijo que contuviera el aire y no se moviera. Ricardo cerró los ojos. Sintió el fuerte pinchazo pero consiguió no moverse. Casi de inmediato se adormeció el area o al menos así le pareció a él. Sintió unos jalones de piel, movimientos no identificados, presión de unos dedos y de nuevo algunos jalones.

“Ya puedes abrir los ojos. Terminamos”

Ricardo miró: Una argolla continua y plateada de 2.5mm, un calibre bastante grueso para empezar, adornaba ahora su pezón izquierdo. El chico le dio indicaciones sobre cómo cuidarlo y lo despidió. Ricardo volvió a su departamento deprisa. Al llegar se quitó la camisa y se vio al espejo. Realmente parecía una pieza grande. Era de 2 cm de diámetro y parecía jalar su pezón hacia abajo, aunque quizá esto era más una mera impresión porque no pesaba. Sólo entonces se empezó a preocupar: Esto era algo imposible de ocultar ¿qué le diría a Ramiro?

Sonó el teléfono. Era un mensaje y traía instrucciones. Ricardo leyó con el corazón acelerado. En un instante olvidó a Ramiro y empezó a ejecutar las órdenes. Rápidamente se desnudó. Se quitó el plug que todavía llevaba puesto. Sacó uno de los otros. Era uno que, aunque no era muy grueso, era bastante largo y tenía una especie de base ancha y plana. Ricardo preparó la cámara. Se montó en la cama donde colocó el dildo y se sentó en él hasta la mitad, sintiendo el delicioso temblor de su ano invadido. Asi, de rodillas, volteo a la cámara, lanzando los hombros atrás y bajando la cabeza un poco. La fotografía mostraba claramente el dildo entre sus piernas, entrando por atrás, mostraba su nuevo piercing, mostraba su cara de puto ansioso  y, más importante, mostraba su enorme erección por estar tan excitado.

Ricardo mandó la foto, sintiendose más usado que nunca.

En la noche, Ramiro regresó a casa, besó amorosamente a su novio. Los dos cenaron, hablando de los eventos del dia. Ricardo le comentó sobre como había reiniciado su novela (era cierto) y de los eventos del gym. Hablaron de ir a un concierto de un grupo de rock que ambos gustaban. Luego Ramiro se dio un baño. Salió de la regadera usando sólo su boxer ajustado. La recámara estaba a media. Ricardo llegó suavemente por detrás, tapando sus ojos. Le susurró.

“Tengo una sorpresa para ti. Mantén los ojos cerrados”

Lo llevó a la cama. Se recostaron. Puso a Ramiro boca arriba y él se montó alrededor de su cintura. Llevó la mano de Ramiro, que aun tenía los ojos cerrados, a recorrer suavemente su marcado abdomen y su pecho, del lado derecho. Ramiro alcanzó el pezón y lo apretó suavemente. Adoraba cuando Ricardo se ponía asi. Luego se soltó y pasó al lado izquierdo. Ahi se  sorprendió al sentir la ligera frialdad del metal. Inmediatamente abrió los ojos. Miró atónito el piercing y la sonrisa sensual de su novio.

“Wow…. esto es nuevo”

“Te dije que era una sorpresa. ¿Te gusta?”

“Claro que me gusta!! ¿Puedo tocarlo?”

“Leve. Apenas me lo puse hace rato”

Ramiro tocó delicadamente el pezón de su novio. Lo acarició. Luego lo atrajo a sí mismo y le dio un fuerte beso en la boca. La pareja continuó jugando. Ramiro estaba particularmente excitado y cogió a su novio con gran energía. Ricardo suspiró aliviado.

Al dia siguiente en el desayuno, ya mas relajados, Ramiro hizo la pregunta

“¿Y porque te hiciste el piercing?”

“Ni me reclames, tu siempre quisiste que me hiciera uno… Finalmente me convenciste”

“Gracias, galán. En verdad te ves sensual. Ven acá”

Ramiro atrajo a su chico en un abrazo y volvieron a besarse.

Tres días después, Ricardo recibió nuevas instrucciones. Una nueva dirección. Una vez más, la incógnita, al llegar a un local que parecía un spa. Se entrevistó con Teo, quien resultó ser un hombre alto y fornido de unos 30 años, vestido de blanco. Lo llevó al interior, a una sala pequeña y cómoda, con una suave música, y le pidió desnudarse por completo. Ricardo se sorprendió… no lo esperaba. Pero su anónimo le había dicho que siguiera las instrucciones. Se sorprendió aun más cuando, ya desnudo, ingresó una joven chica. Ricardo, aun siendo gay, sentía bastante azoro por las mujeres y se apenó bastante de que lo viera sin ropa pero la chica pareció ignorar el hecho. Lo hizo recostarse en la cama boca arriba y cerrar los ojos. Le colocó una toalla en el rostro. Luego sintió algo, algo suave y tibio, cremoso. Le estaba untando algo en el cuerpo. En todo el cuerpo pero especialmente en las piernas brazos axilas y en la entrepierna. No tuvo reparos en tocar sus genitales. A continuación, una sensación y un ruido familiares en su brazo derecho… desde el codo hasta la muñeca y de nuevo… Lo estaba rasurando… Rasuró sus brazos, piernas, axilas, su entrepierna. Tuvo gran cuidado con los testículos. Cuando terminó, le aplicó una loción o algo similar para enjuagar la crema. Ricardo estaba ansioso cuando se levantó y se miró en el espejo. Realmente él no era tan velludo pero verse sin vello en las piernas y en la verga era algo inusual… Teo volvió y le ordenó pasar al siguiente cuarto, donde habia una tina o tanque o jacuzzi o algo intermedio. Le hizo sumergirse y le dijo que el tratamiento duraría media hora. Cuando terminara, se apagaría una luz indicadora y él podría vestirse. Salió sin hacer comentarios. Ricardo permaneció en la tina el tiempo requerido. Se vistió. Salió y regresó a casa… Era una experiencia rara pero al menos no dolorosa como con el piercing.

En la tarde, el anónimo le pidió mandarle fotos. Ricardo le mandó toda una serie de su nuevo cuerpo depilado, especialmente acercamientos de su culo. Ricardo no era velludo pero sí tenía algo de pelo en el abdomen, una gran mata en los genitales (si bien siempre se la recortada) y su culo era especialmente velludo. Depilado en cambio, su pequeño hoyito se veía rosado y casi virginal. Ricardo no pudo menos que reconocer que era algo sensual.

Esa noche, de nueva cuenta, Ricardo tuvo la intención de preparar a Ramiro para la “sorpresa”. Al igual que la vez anterior, pretendía atraparlo cuando saliera de bañarse. Se acercó al cuarto de baño y escuchó la regadera. SE puso detrás de la puerta, ya desnudo y esperó. Al cabo de unos minutos, sin embargo, le pareció raro… el sonido del agua era muy regular. No era el usual chapoteo que se oye cuando el agua choca contra el cuerpo y salpica. Abrió la puerta para ver. Estaba vacío. En ese momento unos brazos lo rodearon por detrás.

“Me querías sorprender de nuevo, galán? Ahora me adelanté” dijo Ramiro con voz juguetona. “Ahora soy yo quien te dará la sorpresa. Date vuelta”

Ricardo se volteó y miró el cuerpo desnudo y moreno de su amante, sus musculos firmes y tensos. Y ahi, en el pectoral izquierdo, del mismo modo que él, un piercing plateado adornaba ahora su pezón al igual que el suyo

“Wow, Ramiro. Tu tambien te pusiste uno…” atinó a decir.

Ramiro lo veía de arriba a abajo, con picardía. Ricardo se percató porqué. Ramiro acercó su mano y la pasó por la suave piel que ahora tenía sobre la verga depilada.

“Vaya… parece que hay muchas sorpresas ultimamente… Que suave se siente” dijo, abrazando a su novio y pasando la mano por sus nalgas. Rápidamente encontró camino por la raja del culo. “Y que rico ha de saber asi…” susurró a su oido.

Los dos amantes se apresuraron a la cama, calientes como adolescentes, Ramiro disfrutando del cuerpo depilado y sensual de Ricardo y este feliz de que nuevamente había podido satisfacer a su “master” y al mismo tiempo a Ramiro.

A la mañana siguiente, Ricardo recibió un aviso del anónimo

“Hoy iré a cogerte, puto. Ahh y cómo te has portado bien, vas a conocerme”

Ricardo tragó saliva, mientras leía las instrucciones que le había indicado el desconocido…


Espero les guste este tercer episodio. A partir de ahora las cosas se pondrán más intensas, cuando se revele la identidad del desconocido. Por favor, manden críticas y sugerencias.