Vecinos 2.0 Infidelidad
Ricardo prosigue en el proceso de convertirse en un fiel y sumiso puto de un desconocido. A pesar de tener novio, sabe que necesita verga y dominio.
Vecinos - 2.0 Infidelidad
Esa noche Ricardo se fue a la cama después de la cena y fingió quedarse dormido. Se sentía culpable de lo sucedido y temía que Ramiro intentara algo y se diera cuenta que había sido recientemente cogido. No sería sospechoso, después de todo no cogían diario, de forma que Ramiro lo dejó ser. La noche para Ricardo fue inquieta y despertó con una mezcla de angustia y excitación, al recordar lo intenso del encuentro con ese tipo misterioso.
La mañana llegó y como cualquier otro dia Ramiro se fue al trabajo no sin antes dar un amoroso beso a su novio. Ricardo se quedó como de costumbre, aseó la casa y fue al gimnasio. Quería seguir una vida normal, tratar de ignorar lo sucedido. Sin embargo, pronto quedó claro que no sería así. A mediodía, un timbre en su celular advirtió de un mensaje. Era una imagen donde se veía esa descomunal y hermosa verga penetrando su palpitante ano. A continuación un texto: “Eres mío, puto. Pronto te veré de nuevo. Hoy quiero que me mandes una foto de tu ano abriéndolo con dos dedos”
Ricardo no sabía qué hacer. La situación estaba cada vez más descontrolada. Mejor dicho, había perdido el control ya. Veía la foto y recordaba el placer de esa gran verga dentro de él. No tuvo más remedio. Sabía que tenía que obedecer.
Pasaron 3 días durante los cuales siguieron llegando mensajes de su macho anónimo en un intercambio de fotos cada vez más morbosas. Entretanto, la rutina diaria no había cambiado en absoluto, al menos para Ramiro. El domingo siguiente ambos salieron al cine y de vuelta cogieron como conejos hasta la madrugada. Ricardo gimió de gusto cuando su novio lo puso piernas arriba y le insertó su verga de golpe. Se besaron. Volvieron a coger. Al final Ramiro se vino en la boca de Ricardo. Eran amantes felices.
El lunes por la mañana Ricardo recibió la llamada que secretamente esperaba.
“Hoy te veré de nuevo, puto. Vas a esperarme a las 12 igual que la otra vez”
Ricardo estuvo tentado a desenmascarar al anónimo. Se dijo a sí mismo que lo esperaría de frente y con los ojos abiertos para enfrentarlo. Como si le leyera el pensamiento, recibió una foto casi en ese momento, con el texto:
“Obedece y no intentes nada valiente o tu novio recibirá esta foto”
La imagen era él, con el antifaz puesta, cuando estaba maniatada y con la verga del anónimo bien dentro en el culo. Se reconocía que era la recámara de los dos novios. Ricardo aceptó con resignación que, una vez más, no podía hacer nada.
Dieron las 12. Al igual que la vez pasada, Ricardo esperaba desnudo, con el antifaz puesto y de espaldas a la puerta de entrada. Esta se abrió con un chirrido. Los pasos sólidos. Una mano acarició suavemente su espalda, desde la nuca, hasta llegar a la división de sus dos firmes nalgas. Apretaron su glúteo derecho con fuerza.
“Manos a la espalda, puto” Ricardo obedeció y le colocaron las esposas.Una vez más estaba indefenso ante el desconocido. Lo siguiente que sintió fue algo alrededor de su cuello, una banda que se cerró con un sonido metálico. Entendió que se trataba de un collar.
“Ahora, sígueme” escuchó mientras lo jalaban. El collar tenía puesta una correa. Literalmente lo trataba como perro. Ricardo fue llevado a su recámara y al igual que la vez anterior, colocado sobre el colchón a medio cuerpo, con las piernas abiertas y el culo expuesto. Pronto sintió la caricia de una lengua voraz humedeciendo su culo y eso bastó para hacerlo gemir. Siempre había disfrutado la sensación de una lengua mojando su orificio.
“Eres todo un puto. No hay forma de complacer este culito, parece” dijo la voz. “Abre la boca”
Le acomodaron algo en la boca.Una esfera, semisólida, como una bola. Con eso Ricardo estaría imposibilitado para hablar.
Sin más preámbulos, el anónimo le acercó su gran falo. Ricardo apenas estaba sintiendo la viscosa cabeza, húmeda de precum, presionando contra su ansioso ano cuando ya ingresaba en su interior. Lanzó un fuerte gemido, apagado por la mordaza, e intentó desasirse. Apenas había lubricación y ese enorme pene ya estaba casi entero adentro. La respuesta del anónimo fue inmediata. Le lanzó dos estruendosas nalgadas en el glúteo derecho y seguidamente le tomó de las caderas para dejarlo firme. La verga ya está totalmente dentro y ahora el anónimo la mueve en círculos. El dolor es intenso. Al igual que la vez pasada, ese macho no tuvo compasión en meterle sus 20 cm casi de golpe pero esta ocasión el hecho de estar amordazado lo vuelve mas frustrante. Ricardo gemía ahogadamente mientra la verga describía circulos en su interior. Luego inicio el bombeo. Adentro y afuera, la verga salía casi completamente para luego entrar hasta lo más profundo de Ricardo, adaptando su culo a su dureza. Era una cogida brutal y despiadada pero lo peor era que, a pesar de dolor, Ricardo comenzaba a sentir placer cuando, en cada embestida, le golpeaba su punto sensible. En cierto momento, el anónimo se detuvo, dejando su verga dentro.
“Ahora sigue tu, puto. Quiero que te claves solito en mi verga” dijo la voz en su oído, cargada de autoridad
Ricardo movió hacia adelante la cadera, provocando que la verga saliera despacio. Fue una sensación sublime sentir el gran glande vibrante empujar su próstata. Al momento se movió para atrás, para volver a meterla. Lanzó un gemido de placer. Repitió el movimiento, sacando y metiendo la verga. Cada vez sentía el falo invadiendolo y el placer aumentaba. Aun así, recibió una sonora nalgada en el glúteo derecho a las cuarta o quinta vez.
“Así no, perro. Más rápido. Que se vea cuanto la quieres!” ordenó su macho
Ricardo aumentó el ritmo de las estocadas. Ciego, atado, amordazado, la privación de sentidos le ayudaba a concentrarse en clavarse en ese delicioso falo, llevándolo a un paraíso de gozo.
Finalmente, la gran verga se agitó en el dilatado culo de Ricardo y empezó a descargar su leche de macho. Ricardo apenas y fue consciente de eso pues seguía clavándose como le habían ordenado. El anónimo le ordenó detenerse con otra fuerte nalgada. Le retiró la verga, que fue sustituida casi de inmediato por un par de dedos. Mientras le sacaba la leche recién ordeñada, con la otra mano le desató la mordaza de la nuca. Cuando le salió de la boca, un mar de saliva la acompañó, así como un gemido del recién cogido puto. El anónimo le acercó la leche a su boca y se la dió a comer, como la primera vez. Ricardo lamió los dedos con gula, saboreando el delicioso semen de su macho con sabor a su propio culo.
Le ordenaron levantarse de la cama. Lo desataron y lo hicieron ponerse en 4 sobre la alfombra.
“Escuchame bien, puto. Esta es la segunda vez que te dejo disfrutar de un macho de verdad. Ya probaste lo que es bueno. Ahora debes decidir y quiero que me responda ahora mismo si estás dispuesto a convertirte en MI puto. Si aceptas, tendrás que hacer todo lo que te ordene y a cambio te llenaré el culo como tanto te gusta. Dime, ahora perro”
Ricardo se quedó callado un momento. La situación era extrema. Había llegado demasiado lejos pero ese hombre lo seguía presionando más y más. Su culo, ahora vacío, seguía pulsando. Su verga, totalmente erecta, derramaba un hilillo de precum en la alfombra. Necesitaba un orgasmo. Necesitaba una verga. Un macho como ese. Lo necesitaba y lo sabía. ¿Cómo contestar? Instintivamente lo supo. Asi como estaba en cuatro, agachó la cabeza hasta tocar el suelo con la frente, la levantó y dijo:
“Por favor, permítame ser su puto. Le prometo que obedeceré todas sus órdenes y trabajaré para complacerlo si acepta convertirse en mi Amo”
Al parecer lo hizo bien, porque el otro se rió con sorna y le tocó la cabeza
“Bien dicho, putito. Te salió natural. Pues bien. Pensaré tu petición. Pronto te diré si mereces ser mi puto. Me voy. Quédate en cuatro hasta que oigas la puerta cerrarse”
Se escuchó ruido de ropas y de pasos. La puerta se abrió y se cerró. Por unos segundos sólo se escuchó el lejano rumor de los autos allá abajo. Unas gotas de semen salieron del culo de Ricardo, deslizándose por su escroto y quedaron colgando de sus huevos. Cuando finalmente cayeron, Ricardo se puso en pie. Se quitó el antifaz.
Sonó su celular. Un mensaje de video. Estaba hecho.... Ahora no tendría salida. El video era él, desnudo, cegado, en cuatro patas sobre la alfombra de su recámara, tenía el culo y la verga chorreantes de semen y de precum respectivamente, diciendo claramente:
“Por favor, permítame ser su puto. Le prometo que obedeceré todas sus órdenes y trabajaré para complacerlo si acepta convertirse en mi Amo”
A pesar de la ansiedad que sintió al ver el video o quizá azuzado por la misma, sacó un dildo, el mismo que el anónimo le había mandado, se lo colocó precipitadamente en el culo, ya lubricado y abierto, y echándose en la cama, se masturbó frenéticamente hasta que, unos segundos después, se vino en un gemido de cansancio y placer.
“Por favor, permítame ser su puto. Le prometo que obedeceré todas sus órdenes y trabajaré para complacerlo si acepta convertirse en mi Amo” volvió a sonar el video...
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Espero les haya gustado esta segunda entrega y perdón por la tardanza. Si tienen sugerencias sobre cómo debe continuar, por favor, háganmelas saber.