Vecinos
El verano en que me acerqué a un vecinito; y el se acercó a mi. ¿Sexo que se transforma en amor?
El verano de mi sexto año de medicina, como interno, debí empezar mi práctico en el hospital. EL calor se sentía desde temprano en la mañana hasta que se escondía el sol. No recuerdo un verano más caluroso que aquel.
Mi novia estaba de viaje con amigas, mis colegas de la universidad estaban en otros hospitales, y mis otros amigos estaban en lo suyo. Por eso no me extrañó – de hecho me alegró – cuando el vecinito de uno de los apartamentos de arriba quiso jugar Playstation conmigo. Era un muchacho al que conocí hace 6 años, cuando me mudé solo a mi apartamento. En aquél entonces él tenía alrededor de 11 años, y siempre le gustó jugar videojuegos conmigo.
Todo se originó un día que nos encontramos en el elevador.
- Hola Tomás, que tal? – me preguntó.
- Muy bien Chris, como van las vacaciones? – respondí.
- Aburridas, mis padres y mis hermanos se han ido de viaje, yo me he tenido que quedar en casa porque debo hacer unos talleres de verano para el instituto. – dijo con el tono más desalentador que había escuchado – ni siquiera debo hacerlo, solo lo hago para reunir más créditos antes de la universidad.
- Muy bien – le dije – te servirá mucho cuando dejes el colegio. Si tienes tiempo, anda a mi apartamento un día, podemos probar los últimos videojuegos que compré para la play.
No quedamos en nada específico, yo me bajé en el piso 14, y el continuó hasta el 22, donde estaba su hogar. Desde el piso 18 hasta el 26, solo había un depa por piso. Eran los más lujosos.
Un viernes llegué temprano desde el hospital. Actualicé mi estado de Facebook: “al fin en casa”, e inmediatamente me habla por chat Chris, cobrándome la palabra de jugar al play. Le dije que viniera en unas horas, pues estaba cansado y dormiría una siesta. Me di una ducha, me tendí en la cama y caí dormido desnudo.
Desperté de pronto, medio embriagado por el calor y el sueño, con el timbre de la puerta. Me puse una toalla al cinto y fui a contestar. Era Chris.
- Te he despertado? – preguntó.
- Si, lo siento, me he quedado dormido Tomás. – dije despabilándome – pasa por favor.
Antes de ofrecerle un refresco o nada, sugerí que nos fuéramos a nadar a la piscina, para aprovechar el rato de sol que quedaba del día, y aprovechar de refrescarnos. Así lo hicimos. Chris fue a ponerse un bañador y nos encontramos en la piscina de la azotea, donde no había edificio alguno que nos hiciera sombra.
La piscina estaba vacía. El edificio en que vivíamos era de alta sociedad, por lo que la mayoría de los residentes salían de vacaciones fuera de la ciudad en verano. Nos pusimos a nadar; un par de carreras en el agua. Otro par de juegos. Yo veía a Chris como un hermano pequeño, así lo trataba. Pero luego de jugar un rato a la lucha libre, sentí en Chris una erección. No supe qué decir, así que decidí que mejor nos salíamos del agua. Salí primero.
- Qué va Tomás, si apenas se ha ido el sol – dijo Chris sin salir del agua.
- Estoy agotado, mejor me voy al depa. – repliqué.
- ¿Qué no íbamos a jugar al play? – insistió él.
- Ya es un poco tarde, se preocuparán en tu casa…- antes de que pudiera continuar Chris me interrumpió –
- Estoy solo y mañana es sábado – dijo insistentemente – Vamos Tomás! no seas aburrido.
En ese momento Chris se salió de la piscina. Su pene aún estaba semi erecto, pero a él no parecía importarle. Entonces lo observé. Su cuerpo ya no era el de un prepúber como cuando lo conocí. Había ensanchado sus espaldas, suaves vellos salían de sus axilas, y se asomaban otros alrededor del ombligo. Además tenía un sixpack perfectamente marcado en el abdomen. Titubeé un poco al darme cuenta que lo estaba mirando con esos ojos. Nunca me declaré abiertamente gay, pero sí tuve varias aventuras con hombres durante mi vida. Accedí a ir a jugar videos.
Llegamos a mi depa, encendí la consola y me dirigí a la cocina. Le ofrecí una cerveza. Chris dudó en aceptarla – yo no estaba seguro de que tuviera edad suficiente – pero al fin la tomó. Al pasar por sobre él para destaparle la botella de cerveza, me di cuenta de que aún tenía el bañador mojado. Lo hice notar.
- Me prestas un bañador? – dijo de inmediato – me da pereza subir a mi depa a buscar uno, y no quiero arruinar tu sofá.
- Claro – respondí – voy a por uno.
Fui a mi habitación por un bañador seco, al tiempo que cambiaba el mio por un short. Volví aun sin camiseta, pues el calor no se iba del apartamento. Le extendí el bañador, y antes de que le pudiera indicar dónde podía cambiarse, Chris se quitó la ropa mojada sin tapujos frente a mi, y se dispuso a ponerse el seco. Quedé boquiabierto mirando. Tenía un buen pedazo de pene colgando; estaba flácido, pero el efecto del calor lo hacía estar relajado. Pude ver claramente el vello púbico que lo rodeaba, no muy abundante, y de color claro, apenas un poco más oscuro que su cabellera rubia. Se puso el bañador y me preguntó si me importaba que se quedara sin camiseta, ya que hacía calor. Por supuesto que dije que no me importaba, al fin y al cabo yo me quedaría así.
Nos pusimos a jugar playstation en mi sofá frente al TV. Estabamos uno al lado del otro, y de a poco nos fuimos acercando. No se si intencionalmente, o ayudados por el par de cervezas que bebimos, terminamos sentados muy cerca, y mi brazo derecho, con el que sostenía el control del videojuego, rozaba constantemente su brazo izquierdo. En un momento, en que él al fin me derrotó en el videojuego, golpeé suavemente su pierna en señal de felicitaciones. Fue ahí cuando nuevamente ví que su miembro se erectaba de apoco. Esta vez no disimulé ni un poco y lo miré como crecía entre sus piernas.
Chris me acarició el brazo, y nos miramos. Muy de a poco acercamos nuestras caras, hasta juntar los labios. Mi mano se desplazó hasta su entrepierna y sentí el pene totalmente duro. Nos abrazamos y nos besamos.
Para ese entonces no estaba pensando en lo que estaba haciendo. Yo tenía novia, y ese chico era mi vecino, conocía a sus padres y sus hermanos, había estado en su casa. Pero nada de eso me impidió fundirnos en ese beso interminable, sentir con mis manos el torso desnudo de Chris, su espalda, el movimiento de sus homóplatos mientras él sentía con sus manos mi propio torso.
Volví a tocar su pene, seguía duro como roca. Metí la mano debajo del bañador y me encontré directamente con el miembro erecto. Abrí el cierre del bañador y liberé a la bestia. En un par de movimientos ya le había bajado la prenda de ropa hasta los tobillos. Él se apartó un poco de mi y observó mi cuerpo. Mi abdomen muy trabajado en el gimnasio, moreno, depilado para que se notaran los músculos. Me desabrochó los pantalones y me los quitó. Mi propio pene dio un latido y saltó a la vista de Chris, el que hizo una leve sonrisa de sorpresa. Sin ánimo de exagerar, mi pene era bastante grande, y se veía aún mayor porque recortaba mi vello púbico.
Estábamos de pie, desnudos, abrazados y besándonos. Nuestros penes chocaban y se movían. El de Chris era bastante largo, de piel muy clara; contrastaba con el mío oscuro, grueso, quizás tan largo como el de él.
Recosté a Chris sobre el sillón y comencé a masturbarlo. Desde un principio sentí las contracciones de placer en su abdomen, así que continué mientras con mi otra mano recorría su torso, sus brazos, su cara, y lo besaba fuertemente, introduciendo mi lengua hasta su garganta. Sin preguntarle si era o no virgen, lo que de hecho yo dudaba, fui bajando con mis besos lentamente. Me detuve en su pecho, luego en sus abdominales bien marcados, hasta llegar a su falo duro y largo, que me invitaba a chuparlo.
Pasé mi lengua por todo lo largo de su verga, masajeando el glande con movimientos circulares. Luego, mientras la lengua se movía por la cabeza de ese pico, posé mis labios y apreté suavemente. Estuve así un par de minutos, y sin aviso previo introduje todo ese miembro bien largo en mi boca. Apenas cabía en mi cavidad bucal, pero mis labios, mi saliva y la lengua campeona estaban disfrutando de aquel pene juvenil, con sabor a virgen. No duró mucho antes de sentir los espasmos. Chris gimió levemente, y eyaculó en mi boca. Continué con la fellatio hasta que el último chorro de semen tocó mi lengua, y con el fluido en mi boca, subí hasta la suya para besarlo, y mezclar con nuestras lenguas su semen y nuestras salivas.
Quedó bastante agitado, pero su verga continuaba dura.
- Me toca a mi… - dijo Chris acariciando mi pecho. Pero eso, es otra historia.
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