Vecino mirón

Calle y no quise responder, no quise decirle lo que ofrece esos servicios de prostitutas transexuales, pues era lógico lo que encuentras, no vi prudente decirle que una de ellas me vistió de mujer y me hizo su puta, sodomizándome y humillándome a placer.

Vecino mirón

Lo que a continuación os voy a relatar es una experiencia que me ocurrió hace ya unos años, experiencia totalmente cierta y que la verdad me excito muchísimo el recordarla. Es una de esas que no piensas que vaya ocurrir, una que comienza con una simple conversación, donde tu vida cotidiana no deseas trastocarla por nada, no cayendo que las imprudencias o descuidos te puedan afectar. Bueno os la dejo y deseo que disfrutéis con ella…

Todo comenzó a raíz de una reunión de la comunidad, reunión que se celebró en la entrada del bloque, cuyas altas horas de esta se debió por motivo laboral. Reunión que me informaron tres semanas previas, no era persona de las que iba a las reuniones, pues por aquel entonces no tenía responsabilidades ni cargas familiares, simplemente me debía al trabajo. La reunión era para el cambio de presidente cargo que me tocaba a mí y que deseaba delegar, cosa que finalmente no pude por unos estatutos internos.

Era cerca de las once de la noche cuando dimos esta por finalizada, donde me quede firmando unos papeles como cambio de titularidad, quedándome con el administrador y algunos vecinos. Vecinos que tenemos confianza, confianza a modo de amistad como algo normal, cuya conversación es sobre todo trabajo, mujeres y futbol. Pues es a raíz de esta conversación, donde unos de mis nuevos vecinos, vecino que no tenía que haber asistido a la reunión al ser de alquiler, pero aun quiso asistir por conocer al resto.

Nada más finalizar el papeleo, mis amistosos vecinos se marcharon cada uno a sus viviendas, decidiendo irme yo también e invitar al nuevo inquilino a compartir ascensor. Mientras esperábamos a que bajara el ascensor, pues subió este con algunos vecinos incluido el del sexto, comenzó este a preguntarme e indagar sobre mí, como…

  • “Creo que trabajas… no, y en que lo haces si no es mucha indiscreción”.

Respondiéndole y hacerle saber que para nada era una indiscreción, tocándole preguntarle por lo mismo, tras responderle cuál era su profesión. Volvió este a preguntarme, excusándose previamente si la pregunta lo veía muy personal o íntimo…

  • “¿Tienes pareja, compañera o novia?, perdona sí te parece muy personal, pero es como que normalmente te veo solo, por ese motivo lo digo”.

Le conteste…

  • “Si tengo novia, pero nos vemos poco entre semana ya que ella estudia y trabaja, tiempo que solo nos vemos entonces unas horas por la tarde noche, dejándolo mejor para los fines de semanas”.

Dejando la colita de la respuesta…

  • “Ya sabes para conseguir algo más placentero, unos besos… caricias y lo que nos apetezca… ja ja ja”.

Ambos reímos, viendo que poco a poco iba rompiendo hielo y que este se iba soltando. Tras coger el ascensor y pulsar nuestra planta, comenzamos a subir, conversando ya de forma más amistosa e incluso abierta, no viendo nada de malo en ello, conversación que la fue dirigiendo hacia el sexo y que me di cuenta rápidamente. Preguntándome…

  • “Y de putas… vas, o sabes de algún sitio cerca donde pueda visitar a alguna”.

Respondiéndole…

  • “Ir… iba antes, ya la verdad como que no, quizás porque en algunas necesidades estoy cubierto”.

Abriéndose el ascensor, salimos quedándonos en el descansillo, prosiguiendo mi contestación…

  • “Mira conozco varios puticlubs… pero ninguno cerca, aunque por otro lado te podría aconsejar un local de ambiente liberal, pero si buscas prostitutas y de referencias, podría decirte algunas, aunque algunas de estas te pueden dar una sorpresa”.

Como vio la conversación interesante, me invito a su casa a continuarla y de paso invitarme a una cerveza, acabando por dudar si tenía o no, cosa que me dio por invitarle a la mía pues sabía que mi frigorífico si tenía. Tras aceptar y entrar en mi piso, le invite a entrar en el salón mientras iba a la cocina a coger del interior del frigorífico un par de latas, acabando por dársela. Pensé en un momento dado que quizás para ser unos completos desconocidos, nuestra charla quizás sea inapropiada, pero viéndole algo bonachón y que estábamos cómodos, deje que continuara. Continuando este intrigado porque me explicara por lo dicho…

  • “Respondiéndole que conozco varios puticlubs, como un club de intercambio por lo de liberal, como prostitutas, pero en algunas debe de tener mente abierta, pues como me gusta la variedad… algunas de estas son travestis”.

Quedándole la cara blanca ante mis respuestas, nuevamente pensé que quizás haya dicho algo inapropiado por mi parte, pues lo de ir a una travesti da que pensar en otro rol en referencia al sexo. Tras darle un trago a la lata que se la tomo… entera, me preguntó por los servicios que daban estas últimas y que buscaba yo al buscarlas. Disculpándose al momento por sus preguntas indiscretas, respondiéndole…

  • “No… no te preocupes, me gustan este tipo de preguntas, no soy persona de irme por las ramas, aunque seamos unos desconocidos, pero es bueno tener confianza al menos con algún que otro vecino”.

Dicho esto, proseguí, pero no antes de darme cuenta que mis palabras le estaban excitando, pues se le apreciaba una tremenda erección que este evitaba que se le notara. Continuando yo…

  • “Pues mira… las busque por curiosidad, buscaba algo distinto una experiencia nueva”.

Recuerdo que eran cerca de las doce de la noche, pues este me pidió una nueva lata de cerveza, lata que fui a la cocina y cuando regresé me lo encontré de pie fisgoneando, cortándole el rollo al aparecer por detrás y darle su lata. Ignoro si vio algo que yo hubiera dejado sin querer o simplemente era por nerviosísimo, pero fue abrir la lata y darle un sorbo para soltarme…

  • “Y que… sacio tu curiosidad, encontraste eso nuevo que querías experimentar. Dime… ¿Qué encontraste?”.

Calle y no quise responder, no quise decirle lo que encontré, pues era lógico lo que encuentras, no vi razonable decirle que una de ellas me vistió de mujer y me hizo su puta. Pero ante su insistencia, acabe por soltarle…

  • “Bueno me gusta a veces que me dominen… ya sabes que no sea yo quien lleve la voz cantante, sino que sea la otra persona quien tome el mando, no importando en esos momentos si tiene que utilizar la fuerza. No sé si me comprendes”.

Sin dejarle contestar, cogí y me levanté, intentando dejar por cerrada la conversación, alegando lo tarde que era y que mañana había que madrugar para ir a trabajar, cosa que este se dio cuenta y asumió la verdad. No marchándose hacia su casa sin decirme…

  • “Por cierto dos cosas, veo que tu novia tiene buen gusto por la ropa interior, ¡te ha dejado hay unas prendas femeninas de lo más sugerentes… uuummm!!”.

Confesándole como quien no quiso la cosa…

  • “Gracias… se lo habrá dejado hay sin darse cuenta, además ambos tenemos una gran afición a las prendas femeninas”.

Comentario que te das cuenta tarde que quizás haya sido inapropiado, pues da que pensar mal, aunque a otros lo tomarían como algo normal… pues una mujer con prendas sexy gusta a todos, pero un hombre depende de la persona de enfrente. Acabando este por decir…

  • “Mira no quisiera molestarte más y menos incomodarte con mis preguntas, pero ahora que me fijo bien y no es por el alcohol… pero tienes una buena figura, por no mentar un buen culo… ja ja ja”.

Soltó al tiempo que poso su mano sobre mis nalgas y apretar, apartándola con rapidez al tiempo que le señalaba con un dedo como advertencia. Riéndose por mis formas se dirigió hacia la puerta, acabando por marcharse, viendo este por la mirilla como se dirigía hacia su puerta, finalizando por entrar en su piso. Marchándome hacia el baño más tranquilo, pero debo confesar que al mismo tiempo iba excitado. Me di una ducha y mientras me enjabonaba no pude evitar recordar algunos momentos, momentos como cuando se le notaba el paquete, recuerdos que me puse ‘palote’, no quedándome otra que finalizar con una buena paja, para acabar por acostarme.

Pero bueno la semana comienza, los días pasan como siempre, pensando en más de una ocasión sobre la conversación con mi vecino, pensando sobre todo en las indiscreciones, descuidos por mi parte que lo hice en su momento con una doble intención, pero que la verdad no hubo vez que sorprendiera a mi vecino en la ventana de la cocina mirando hacia la mía. Pero aquí es donde comienza mi verdadera confesión, pues me ocurrió un día de tanto como hoy en día a pesar de estar casado, pues soy persona de ir por la casa y sobre todo en primavera-verano-otoño con tan solo un tanga, prenda que no es mala a no ser que esta era de hilo.

Este hecho llamo muchísimo la atención de mi vecino, atención que yo no vi, pues no queriendo a parcelar mis inclinaciones, ignoré este hecho como tantos. Ignorancia que se convierte en descuidos, cuya negligencia por mi parte e imprudencia, hizo que este me cazara vestido de mujer, cuyas prendas en uno de ese día fueron medias de ligas, ligero, sujetador, zapatos… mmm!!. Pero mi mayor imprudencia en verdad no era el ir vestido de mujer… que ya por si lo es, sino que era de esos días que estaba tan caliente y salido, día que no te acuerdas y menos cae de que tienes a un mirón por vecino. Día que, tras colocarme estas prendas, me iba a la cocina llevando en las manos mi bote de popper y vaselina, iba preparado pues en mis pezones tenia puesto pinzas. Fue llegar a la cocina, soltar los botes sobre la encimera de granito, abrir el frigorífico y sacando del interior un pepino, vegetal comprado para estas ocasiones. Vegetal cuya dimensión es de veinticuatro centímetros y cuatro de grosor, vegetal que le puse un condón más por seguridad. Pues cogí y me unte vaselina y esnife un poco de popper, coloque el pepino sobre unos de los tiradores de un cajón y echando el hilo de mi tanga aun lado, retrocedí hasta sentir como este grueso vegetal presionaba mi orificio… ooohhh!!. Soltando…

  • “Que gustazo… uuuffff!!”.

Mi cuerpo inclinado hacia delante emulando la postura de penetración, cuyas brazos estirados y manos apoyadas en los azulejos, mientras mis pies los mantengo retrasados, pies en los cuales llevo mis zapatos con tacones de aguja. Voy moviéndome lentamente, disfrutando de como ese vegetal entra en mi cuerpo, cuyos dieciocho o vente centímetros se alojan dentro de mí… ooohhh!!. Pero llevado por el placer… busco más, mas como cuando cojo una vela y tras encenderla, echo la cera en mis pezones, pecho e incluso en mi miembro… ooohhh!!. Volviendo a abrir el frigorífico, mirando con desesperación y encontrando otro vegetal, no siendo este otro que un calabacín, cuya dimensión es de menor tamaño pero su grosor es tres veces el del pepino… uuummm!!.

Vuelvo a esnifar no una sino hasta tres veces el popper, untando mas vaselina a mi abierto orificio y a ese vegetal, colocándolo donde antes estaba el pepino, tomando posiciones y volver a emular la penetración. Empujé una, dos y hasta tres veces, pero aquello no me entraba… al menos tan fácil como el pepino, volví a esnifar popper y poner más vaselina, volviendo a emular la penetración. Sintiendo con dolor como eso me entraba, llegándome a introducir lo que yo considero que es su glande, mientras soltaba gemidos. No tuve erección alguna pues la jaula de castidad que llevaba evitaba esto, aunque me corrí antes de comenzar, corrida que recogí con mi lengua y la saboree al completo… uuuffff!!.

Pues estaba en lo mejor cuando un grito me alerto, quitándome con rapidez mi instrumento de placer, dándome cuenta que, aun tenido las cortinas de la ventana echada, no en cambio la persiana. Estas permitieron que mi nuevo vecino no perdiera detalle, vecino que aún estaba en la ventana, cuyos ojos cerrado tenia y fijarme en las manchas blanquecina que se deslizaba por el cristal de su ventana. Luego me aparté y con rapidez fui a cambiarme, limpiando y recogiendo algún rastro de todo, esperando la visita de este vecino que no llego finalmente. Visita que tras haber pasado una semana pensé que aquello se le habría olvidado, quizás más ante los encuentros que tuvimos y que no me menciono nada de lo sucedido. Luego cierto día me lo encontré cuando entraba en el portal, subimos juntos y este dirigiéndose con rapidez, me pregunta…

  • “Me dejaste intrigado, no llegando a explicar que servicios de los que te ofrece te gusta más, teniendo que informarme por mi cuenta”.

Calla y prosigue, pues callado y avergonzado me quede yo y sobre todo más quieto que una piedra, viendo como me come con los ojos, soltando…

  • “Mi intriga es… cuando vas a estas ‘señoritas’, busca que te violen bien duro con sus pollas de 24x6cm, ya sabes que te maltraten sexualmente boca y culo, sumisión total o…”.

  • “Busca… o te gusta que te vistan de mujer y te conviertes en su puta, donde cedes a todo las vejaciones y humillaciones que te digan”.

Finalizando…

  • “Bueno supongo que ya me lo dirás cuando tengas más confianza, quizás con dos o más latas de cerveza en mano y te puedas desmelenar a gusto”.

Fue decir eso y marcharse, donde te relajas y bajas la guardia, volviendo a mis quehaceres de este tipo, sintiéndome nuevamente bien puta y más después de diez días de abstinencia, volví a colocarme mis prendas, no sin antes hacerme una buena lavativa. Iba preparado hacia la cocina, lugar que en esa ocasión baje la persiana lo suficiente para no ser visto. Preparado para el placer estaba cuando sonó el timbre de la puerta, no mirando de primera pues con rapidez fui a ponerme una bata, intentando ocultarme. El sonido del timbre de la puerta se hizo enardecedor, finalmente me dirigí hacia la puerta, miré por la mirilla y ahí estaba mi vecino. Sonriente me dijo…

  • “Sé que estás ahí vecino, he visto como bajabas la persiana de la cocina para hacer seguro tus guarradas”.

Suelta y prosigue…

  • “Además he visto que la luz proveniente de la mirilla ha desaparecido, cosa que me hace pensar que me estas observando desde el otro lado”.

Finalmente abrí la puerta lo justo que deja la cadena, mirando a mi vecino con cara avergonzada, mientras este volvía a decirme…

  • “Supongo que te he cogido en mal momento, supongo que bajo esa bata llevas tu conjunto de puta y que deseo ver, no sé si te ha dado tiempo para meterte el pepino…”.

Volviendo a hacer un receso para volverme a decir…

  • “Te interesa que sigamos hablando aquí o me dejaras entrar”.

Tras retirar la cadena de seguridad, deje que entrara en mi piso, caminando este hacia el interior, no dejando de mirar de un lado hacia el otro, girándose hacia mí y decirme…

  • “Entonces que… me vas enseñar que llevas puesto hoy”.

Soltándole por supuesto un ‘no’ rotundo con una mala cara, ante mi respuesta, este me pregunto…

  • “Saben algún vecino tu afición por vestirte de puta, bueno eso y por no decir los jueguecitos sexuales que tienes”.

No respondí, pues pensé en no echar más ramas al fuego, calle y dejé que este hablara. Soltándome…

  • “Eres virgen ante un macho o ya se la has mamado a alguno y te han roto el culo, bueno supongo que al ser la reina de la casa esas cosas debes de haberla hecho ya”.

Acabe por preguntarle qué era lo que deseaba, pues no tenía todo el día para él, quería saber que tenía en mente y si con toda esa información pensaba hacer algo. Cosa que finalmente me dijo…

  • “Mira podemos hacerlo por las buenas o por las malas, bien sabes que yo estoy de paso, ya que vivo de alquiler por motivos laborales, dependiendo de cómo vaya la obra”.

Continuando…

  • “Conozco a poca gente, pero menos amistad tengo con mujeres y más las cuales me tengan que satisfacer, no teniendo ganas de gastarme el sueldo en una de ellas”.

  • “Aunque me tentaste con el club de intercambio y sobre todo con las prostitutas, ¡bueno en verdad con las que eran travestis y que he imaginado como estas con sus pollones te insertaban… uuuffff!!”.

Siguiendo…

  • “Debo decirte que yo soy un cabron, me gusta un buen culo y la verdad me fije en el tuyo nada más verte en tu casa, culo que se te bien redondeado sobre todo con los vaqueros”.

  • “Ignoro si eres gay o bisexual, no se sí te gustan los hombres o simplemente eres un afeminado, ¡pero tu curiosidad por experimentar me pone… uuummm!!”.

  • “Creo que eres uno de esos que tienen miedo a salir del armario, uno que se contenta con lo poco que te hará tu novia y te da el gran placer solo, sobre todo cuando en casa estas en plan de closet… putita maricona”.

Camina hacia mí, tira del cordón de la bata deshaciendo el nudo, intentando abrirla… cosa que evito, golpeando este mis manos con las suyas, molesto porque no le he dejado. Una fuerte bofetada en mi mejilla no solo me ha dejado un fuerte dolor o un pitido en mi oído, sino sea echo con mi voluntad, pues coge y acaba por abrirme la bata, observando cómo me queda las prendas que llevo, sonriente desliza la bata por mis hombros hasta dejarla caer al suelo. Camina por mi alrededor sin dejar de mirarme, posando una de sus manos en mis nalgas, tirando de esta y soltarme…

  • “Ya te has follado algún pepino”.

Callo y siento como sus dedos los desliza entre mis glúteos, trago saliva al tiempo que siento como un escalofrío recorre mi piel, pues me he dado cuenta como este ha descubierto que llevo puesto un plug. Titubea unos minutos y suelta finalmente…

  • “Mira como veo que tu estas necesitado de un buen macho y que yo necesito a una puta que me satisfaga, vamos a hacer a una cosa…”.

Ríe y continua…

  • “Desde hoy y hasta que me vaya… vas a hacer mi putita, mi polla va a sustituir a ese pepino que tienes, voy a follarte tantas veces y ganas tenga y por supuesto lo que yo quiera, puedes negarte si quieres…”.

Suelta con retintín, pero sin dejarme contestar, dice…

  • “Pero también está la opción hacerlo a las malas, donde en la próxima reunión de la comunidad digo las inclinaciones del presidente, donde con pruebas o no… quedaras entre dicho. Bueno tú dirás…”.

Acabando por aceptar sus pretensiones, cojo y e ingenuamente le digo…

  • “Bueno vale… acepto, ya me dirás el cuándo…”.

Cortándome este con…

  • “Bueno ya que estamos aquí, no vamos a perder el tiempo, vamos a tu dormitorio que te voy a follar, quiero probar la mercancía”.

Pues fue eso… me vi como una mercancía, caminé en dirección a mi dormitorio mientras este venía detrás de mí, caminaba sobre mis tacones de aguja enfundada en un corpiño con ligas, ligas que sujetaba las medias de rejilla. Fue llegara mi dormitorio y este empujarme hacia mi cama, no golpeándome con el colchón al tender los brazos, pero justo esa postura la que me hizo tener, pues quede a cuatro. Vino por detrás y de malas maneras me saco el plug, sacándose su polla del interior de su pantalón, polla que pensó en penetrarme de primera, pero finalmente me la puso en la boca. Soltándome…

  • “Vamos… chúpala, ¡ponga preparada para tu coñito… uuummm!!”.

Fue lamer y poco me falto para que vomitara, aquella polla sabia y apestaba a orín y semen, no me quedo otra que chupársela mientras me tomaba de los pelos. No dejando de decir…

  • “Uuuffff!!... como la comes… eeehhh!!, veo que no es la primera polla que te comes… ooohhh!!”.

Entre tantos malos modos, me dijo…

  • “Sabes una cosa, nunca me habían gustado las mariconas, ni afeminados, ni los que tenéis pluma o los travestis, ¡pero en cambio follarme un buen culo me importa poco de quien sea… aaahhh!!”.

Fue sacármela de la boca, colocarse un condón y metérmela de un tirón, dando por penetrarme por no más de diez minutos y correrse, asegurándome que la próxima vez duraría más pues no tendría que cascársela solo… ooohhh!!. Pero bueno, nada más finalizar, tocándome limpiarle nuevamente, notando como se le endurecía y rodeándome con su brazo mi cabeza, acabo por presionar su mano en mi nuca a modo de no quitarme. Pues al rato comenzó a descargar nuevamente, no quedándome otra que tragar toda su corrida, mientras sonriente me veía como una puta. Luego y como tal, acabe por acompañarle hacia la puerta, mientras este me decía…

  • “Miras me vas a dar el número de tu móvil, bueno eso y una copia de tu piso, no te preocupes no te voy a robar nada, no me interesa nada… solo que vendré a hacerte una visita cuando me apetezca”.

  • “Además quiero que nada más venga de trabajar te cambies y te conviertas en la zorra que eres, ¡ya sea con ese tanga de hilo… como con medias y ligueros… uuummm!!”.

Y desde este día, raro fue el día en que no venía a saldar sus palabras, comenzó este a acosarme… como aquel día que recibí un sms de lo que deseaba, pues no era otra cosa que le esperara en el descansillo que da a las escaleras de acceso a la azotea. La parte humillante no era que acudiera, sino como debía de ir, pues me especifico que llevara camisón negro de encajes, braguitas, medias de liga y zapatos de tacón. Accedí más por morbo que por miedo, tras prepararme subí no sin antes cerciorarme que no había nadie, aunque también es cierto que lleve una bolsa con prendas por si acaso. Espere unos cinco minutos de más a la hora fijada, apareciendo este que, tras quitarse el pantalón corto y calzoncillo, acabo por sentarse sobre los escalones de la escalera. Soltándome…

  • “Bueno zorra, ya sabes que hacer, necesito una buena mamada”.

Caliente y excitado obedecí, asumiendo mi papel de zorra, arrodillándome al tiempo que se la sujetaba con una de mis manos, lamiendo sus genitales mientras lo pajeaba. Acariciándole con mi otra mano, piernas, vientre y pecho, acabando este por quitarse la camiseta, quedándose totalmente desnudo. Aplicándome durante al menos cinco minutos, cuya polla para esos momentos la tenía súper dura, este gemía y suspiraba mientras me masajeaba mi nuca, oprimiendo de vez en cuando a modo de hacérmela tragar al completo. Acabando por hacerme levantar, diciéndome…

  • “Vienes preparada como te he dicho”.

Dice al tiempo que me toma por mis caderas y hacerme girar sobre mis propios pies, introduciendo una de sus manos bajo el camisón e introducirlo en mis braguitas, quitándomelas de un tirón, rompiéndolas. Palpando mis nalgas y deslizando su mano entre mis glúteos, ¡introduciendo dos de sus dedos en mi orificio… ooohhh!!, mostrándose basto y sin escrúpulos. Tras comprobar lo listo que estoy, saca sus dedos del interior de mi orificio, tirando de mi hasta que me hace inclinar, sintiendo su glande presionar mi orificio y con su mano en mi hombro… presiona… aaahhh!!. Soltándome nuevamente…

  • “Muévete puta, cabalga como a ti te gusta, ¡bien sabes que no es un pepino… eeehhh!!”.

Sujetándome como bien puedo con las palmas de las manos a las paredes, moviéndome de arriba hacia abajo, cabalgando sobre su polla dura y tiesa… aaahhh!!. ¡Sintiendo como entra y sale de mí… ooohhh!!, mientras él me tenía sujeto por mis caderas… aaahhh!!, no dejando de gemir, suspirar, insultar y humillar. Acabado por hacerme levantar, aludiendo…

  • “Así no me voy a correr zorra, quiero preñarte bien preñada”.

Fue decir eso y tras volverme a girar, me indica que me ponga a cuatro sobre los escalones, empinando mi trasero y mostrándole mi abierto orificio. Note una de sus manos apoyarse sobre mis glúteos al tiempo que su glande lo hacía entre mis glúteos, comenzando a presionar y su glande introducirse en mi orificio… ooohhh!!. Comenzando a embestirme, teniéndome cogido con ambas manos por la cintura mientras me penetraba, no dejando de gemir al tiempo que el suspiraba. Embestidas profundas y violentas, penetraciones que estuvimos como diez o quince minutos más, acelerando de una forma violenta entre gemidos. Acabando por por una fuerte culeada, mientras siento como se viene en mi interior, sacándola con fuerza al tiempo que me dice…

  • “Ven zorra, toma chúpala, ¡límpiamela bien cabrona… ooohhh!!”.

Me vi darme la vuelta, sentarme sobre un peldaño, tomar su empapada polla con mi mano, llevándomela a la boca, chuparla y lamerla, limpiándosela de restos de su corrida, mientras este sonreía y no dejaba de soltar…

  • “Uuuffff!!... maricon que bien la chupas, tienes el cielo cogido puta… aaahhh!!”.

Luego bajaba el primero, no importándole que me pudiera sorprender de semejante manera, pero su aprovechamiento fue a más, quizás sea por aquello que dicen que cuanto tienes más quieres. Lo digo por aquel día en que llegas a casa de trabajar, encontrándote sentados en el sofá de mi salón y encima tomando unas latas de cerveza… a mi vecino con compañía, compañía que no era otra persona que un compañero del trabajo. Compañero al cual le había contado lo nuestro, no creyéndoselo este como era lógico y que este le había invitado a demostrárselo, aquello me pareció muy fuerte e irreal, pero que no me quedo más remedio que aceptarlo. Ese día fui la maricona de dos hombres, hombres rudos e insaciables, quizás más cuando te encuentras sobre la mesa junto a las latas de cerveza una caja de viagra. Bueno dicho esto y por no alargar aún más, os dejo y espero que os haya gustado, deseando recibir vuestros comentarios, ya sea a este portal como a mi correo. Claro está, mi email es: jhosua 1974 @ gmail. com (obviamente… todo junto).