Vecinita despechada 3

Casi sin sostener su cuerpo por el esfuerzo, su culo desnudo y algo rojo por la violencia del sexo y un chorrito de leche y flujo recorriendo la parte interior de sus muslos hacia el suelo.

Esta aventura que había iniciado con la vecinita me estaba sentando genial, por una parte ella estaba aumentando su autoestima y a la vez la mía también se elevaba, no es que tuviese crisis de los 45 años pero poder follar con una treintañera me animaba bastante. E incluso estaba más cachondo a todas horas, y por ello también me acercaba más a mi mujer por las noches. El sexo con mi mujer siempre había sido bueno pero no se puede negar que con los años uno va disminuyendo la actividad, pero el poder disfrutar del cuerpecito de María de vez en cuando me hacía empalmarme a cualquier hora.

Una noche que los niños se fueron a dormir pronto, comencé a meterle mano a mi mujer de forma sensual mientras veíamos un programa en la tv, ella me apartaba riéndose pero no la veía para nada disgustada así que seguí. Las cosas fueron a mayores y al poco ahí estaba yo en el sofá del salón besándo a mi mujer y con una mano dentro de sus bragas masturbándola sentada a mi lado. "subamos arriba" me dijo y nos fuimos al dormitorio. Una vez dentro nos desnudamos y ella se tumbó en la cama con las piernas abiertas esperándome. La verdad a sus 43 años mi mujer estaba bastante buena y deseable, pero por un segundo me cruzó por la mente la imagen de mi vecina y en mi fuero interno deseé que fuera ella la que me esperase abierta de piernas y no mi mujer.

Me sentí algo triste al darme cuenta de mi pensamiento pero no cambié la cara para que no lo notara, gateando por la cama llegué a sus piernas y comencé a lamerlas y morderlas como sé que a ella le gusta. Elena, asi se llama mi mujer es apasionada pero desde el principio le gusta que lleves las riendas en el sexo, ella aceptaba casi todas las posturas y hasta más de una penetración anal  juntos, pero era más pasiva, esperaba que yo la atacase siempre. Salvo alguna chupada de polla por iniciativa propia y alguna postura fuera de lo normal ella siempre se dejaba hacer. Tras lamerle las piernas llegué a su vagina que devoré ferozmente, ella se tapaba la boca con las manos por miedo a que los niños la escuchasen gemir. Cuando ya la noté completamente mojada por sus flujos la cogí de las caderas y la volteé boca abajo para seguir calentándola por detrás.

Me encantaba su culo, más grande que el de María (2 partos no son poca cosa) pero siempre duro y nada caído. Le mordí las nalgas y ella sollozaba con la cabeza sobre la almohada. Mi lengua la volvió a recorrer entera, esta vez dándo pequeñas pasadas por su ano cosa que la electrificaba, para seguir con sus labios vaginales y escurrir sus flujos por mi cara. Le gustaba y yo lo sabía, pero no tenía muchas ganas de seguir en esas índoles y como mi polla ya goteaba dura apuntando a las sábanas decidí que era el momento de penetrarla y hacerla mía.

Así hice, ella boca abajo con las piernas juntas y yo encima con las rodillas abiertas rodeándo sus caderas le introduje la polla en esa vagina que se adivinaba aprisionada entre sus muslos. El mete saca no era rápido para no hacer sonar la cama y estuve así durante bastante tiempo, ella gemía muy bajito y yo le resoplaba al oído. No puedo negar que en mi mente se me aparecía mi vecina desnuda con ese cuerpo fitness y esos tatuajes a los que me había vuelto adicto, lo cierto es que siempre había disfrutado mucho del sexo con Elena pero desde los encuentros con la vecina ahora no sentía la misma pasión con ella que antes. No quise alargar más la follada, podía correrme ya si quería, así que oyendo de fondo el chapoteo de su coño contra mis huevos me dejé ir en una corrida lenta y suave mientras la escuchaba decir cara a la almohada: "si... amor corréte todo...noto como me lo llenas...!" Fue lento y placentero, esta vez más que lechazos separados me dió la sensación de correrme de forma continuada, como si la llenase con un chorrito contínuo de leche caliente despacito.

Salí de ella y se levantó para limpiarse en el baño del dormitorio. Yo algo pensativo me puse el pantalón del pijama, cogí un cigarro y me salí al balcón de la habitación como hacía normalmente al acabar de follar. Oí como Elena volvía a la cama y se dormía plácidamente. Por supuesto nada más salir miré hacia la ventana de mis vecinos, cuyo dormitorio daba justo enfrente al nuestro y tantas veces en el pasado había llegado a escuchar como mantenían sus relaciones, sobretodo ahora en verano que tenían las ventanas abiertas. En esta ocasión estaba oscuro, aún no parecía que habían subido a dormir. Como yo no tenía sueño bajé a la cocina a beber algo de agua y a través de la ventana vi como apagaban las luces del salón de los vecinos. No cabía duda, yo estaba medio obsesionado con María, así que suponiendo que se subían al dormitorio cerré la nevera y subí yo también. Elena estaba completamente dormida, así que cogí otro cigarro y volví al balcón. Efectivamente la luz de su dormitorio ya estaba encendida y a través de su ventana se veía parte de la habitación pero no la cama. Vi pasar a María que salía del baño en braguitas y se iba a la cama.

Agudicé los oídos, lo bueno que tiene vivir en esta zona residencial de las afueras de la ciudad es que no hay ruido de tráfico por la noche ni nada que moleste. Los oía hablar en la cama pero sin entender sus palabras. Al poco apagaron la luz. Justo cuando iba a apagar el cigarro pensándo que los vecinos sólo iban a dormir escuché en la lejanía una ligera risa del hombre. Eso es bueno, están jugueteando. Me podía el morbo de escucharlos pero por otra parte algo había cambiado, ahora creí sentir celos de Victor que se iba a follar a mi vecina y amante... Enseguida comencé a oir mis queridos gemidos de María, no muy altos, pero sabía que la estaba follando a gusto. Los celos se acrecentaron y de mala leche me metí en mi cuarto de nuevo para dormir.

Al día siguiente yo no hacía más que mirar por las ventanas y salir al jardín a ver si me cruzaba con María, y a la tercera coincidimos.

  • María que tal?

  • Hola Toni, bien, aquí a ver si saco la aspiradora del garaje, que Victor la dejó la semana pasada en un altillo y voy ahora a por la escalera para llegar.

  • ... espera, estás sola??

  • ...sí, Victor se ha ido pronto hoy pero vendrá a comer.

  • tengo una idea, toca a nuestra puerta y pídele a mi mujer si podemos ayudarte a sacar la aspiradora de ese altillo, así me paso a verte con esa excusa.

-...Toni no sé si es buena idea si tienes a Elena en casa...

  • Tú hazlo! va que serán 5 minutos!!.

María asintió y se dirigió a la casa para salir por la entrada principal y tocó a nuestro timbre. Dejé que fuese Elena quien abriera la puerta y tras oírlas hablar me llamó y me explicó que si acompañaba a María un momento a ayudarla sacar algo de su garaje, a lo que accedí con toda la cara inocente que pude poner.

Acompañé a María hacia su casa y entramos en su garaje cerrando la puerta. Estaba preciosa, con una camiseta de tirantes blanca y unos vaqueros excesivamente pegados al cuerpo que moldeaban unas piernas y un culo dignos del mejor escultor renacentista. No tuvo tiempo ni de reaccionar, la cogí de las caderas y pegándole mi paquete a su culo comencé a besarla por el cuello. Enseguida se giró y me correspondió al beso con pasión, éramos como dos jóvenes pasionales que furtivamente se deseaban y se escondían de miradas ajenas.

Tenía poco tiempo, mi mujer estaba en casa y si tardábamos demasiado sospecharía. No hablamos. No había nada que decir. Volví a darle la vuelta y en un baúl que había pegado a una de las paredes la empujé quedándo ella boca abajo, sus tetas sobre el baúl y culo en pompa con los pies en el suelo. Ni lo pensé, con varios tirones le bajé los vaqueros junto con unas bragas rosas preciosas que se enrrollaron en sus pantalones al caer al suelo. Con una mano mantenía su cabeza pegada al baúl y con la otra me bajaba mis pantalones cortos, mi polla salía ya conquistadora sabiendo lo que venía.

  • ¡Toni!!....ahhhh.... espera más despacio...!!!ahhhhh!!!!.

No le hice caso, en cuanto mis pantalones cayeron al suelo cogí mi polla e intenté penetrarla a lo bestia. Demasiado rápido, su vagina estaba algo húmeda pero no lo suficiente aún para poder atravesarla... me agaché metiendo mi cara en su culo y le escupí en el coño un par de veces como un poseído. Ella suspiraba fuerte y se sobresaltó  al sentir mi saliva en sus partes más íntimas de repente. Me incorporé de nuevo y ahora sí, con mi polla en la mano empujé tan fuerte que la atravesé de un golpe.

María se sobresaltó y dió un grito que podía haber escuchado prácticamente todo el vecindario. Me quedé quieto saboreando esa sensación de su chochito recién reventado aprisionando mi polla...delicioso.

El tiempo corría, así que en cuanto ví que ella se adaptó al intruso que había invadido su cuerpecito empecé a moverme como un animal, mientras la penetraba me agachaba hacia su cabeza y le mordía el cuello, le susurraba en la oreja que era mía y que aunque su novio la follase de vez en cuando era yo el que lo permitía, que ese coñito mojado era mío y que lo iba a usar cuando me apeteciera. Ella sólo suspiraba fuerte y la notaba como iba calentándose más con cada palabra mía.

Le metía la polla todo lo fuerte que podía, hasta el baúl sobre el que estábamos se movía ligeramente con mis embites. Mis caderas la golpeaban muy fuerte, no había motivo para decelerar, no podíamos deleitarnos en una follada más tranquila y duradera. Mis huevos embestían contra sus piernas mientras mi polla desaparecía totalmente dentro de ella. No me retuve y en cuanto noté que mis huevos se endurecían un poco le solté toda mi leche dentro, bien fuerte, muy diferente a lo que le había hecho a mi mujer la noche anterior. Pasión desenfrenada. Quería llenarla entera, que sintiese que su amo la estaba haciéndo suya y llenando con su semen.

En cuanto el nabo aflojó su dureza y tras soltar las últimas gotas la saqué. Me alejé un poco para ver la escena y sólo con lo que veía podía tener una erección de nuevo. María aún apoyada sobre el baúl con las piernas temblando, casi sin sostener su cuerpo por el esfuerzo, su culo desnudo y algo rojo por la violencia del sexo y un chorrito de leche y flujo recorriendo la parte interior de sus muslos hacia el suelo. Qué piernas!, con esos lacitos tatuados en la parte posterior y con ese hilito de semen cayendo... Me subí los pantalones y la ayudé a incorporarse. De pie se subió los pantalones y mirándome a los ojos con una sonrisa pícara se volvió a colocar las bragas sin limpiarse siquiera.

  • Eres un bestia...pero me ha encantado!. ahora llevaré tu semen en las bragas hasta que venga mi marido, para que lo sepas y me recuerdes.

  • María me tienes loco, no hago más que pensar en cada oportunidad para tenerte...

  • shhhhh!!! va bájame el aspirador ese de ahí arriba y salgamos que tu mujer va a pensarse algo.

Ya saliendo no podía darle un pico ni nada por si nos veían, ya ibamos a separarnos cuando ella me dijo:

  • espera!, dame tu numéro de teléfono que tengo el de tu mujer pero no el tuyo, así nos podemos escribir este finde que no podremos vernos porque Victor no saldrá de casa hasta el lunes.

Se lo dí y lo apuntó en su móvil. Me alegró que me lo pidiera, la verdad que iba a ser buena herramienta para planificar futuros escarceos...

Continuará.