Vaya noche de Hotel (1)

Viaje a un hotel para asistir a un desfile, acompañada de mi promiscua hermana, que terminó en un trio de ella, conmigo de testigo en la habitacion.

VAYA NOCHE DE HOTEL (I Parte)

Soy una mujer del interior, de 40 años, divorciada y de buen aspecto a pesar de mi edad. Soy la mayor de 3 hermanas y un hermano. Siempre he sido muy correcta, recatada, discreta y nunca había pensado en el sexo sin mi marido.

Cuando me separé estuve un tiempo algo apática, pero con el tiempo conocí a un hombre que llenó el vacío que durante algún tiempo sufrí. Creo que me enamoré de él, lo pasábamos juntos muy bien, y me conocía casi a la perfección. En la cama descubrí un nuevo mundo, llegando a pensar en obscenidades que antes podían ruborizarme o avergonzarme.

Mi familia tiene negocios del sector textil, y de vez en cuando, mis hermanas y yo, vamos a alguna feria, de las que se celebran anualmente. La verdad es que desde que no vienen nuestros padres, esas ferias son escapadas para soltarse algo el pelo, más bien mis hermanas, porque yo siempre he sido muy reacia a hacer locuras.

Hace unos meses, en el mes de febrero, se planteo un viaje a la costa, para un pase de modelos que ofrecía un proveedor, y por primera vez nos habían invitado a asistir. Lo hacían en un hotel de cierto nivel, pero a sus clientes hacían un precio muy especial. Mi hermana, Rosa, soltera, tres años menor que yo, muy promiscua y casi ninfómana, no se lo pensó, y me insistió en que yo fuera, y saliera de la monotonía de mi vida. Me costó trabajo decidirme, pues mi novio no podía acompañarnos, y me resultaba algo violento no salir con él.

Finalmente, mi novio insistió en que fuera, confiaba mucho en mi, siempre he sido muy fiel, y a pesar de haber tenido alguna oportunidad en el pasado, estando casada, nunca se me había pasado por la cabeza semejante cosa. Así pues, me decidí y reservamos una habitación doble en el hotel.

El día llegó y en mi maleta iba mi mejor traje para la ocasión, y muchos nervios, pues hacía tiempo que no salía sola con mi hermana. No entendía el motivo de los nervios, pero ya soy mayorcita y ya se me pasarían.

Llegamos sobre las cuatro de la tarde al hotel, con mucho lujo por cierto, las habitaciones eran amplias, las camas eran grandes, aunque estaban juntas, daban la sensación de una inmensa cama de matrimonio. Dentro del hotel había una temperatura muy agradable, a pesar de ser invierno, aunque dentro de la habitación hacia más calor. Pensé que durante la noche nos vendría mejor. El desfile se iniciaba a las 19.00, y había una cena a las 21.30.

Nos duchamos, mi hermana primero, estaba impaciente por bajar, fumar y tomarse un whisky. Cuando salí de la ducha, casi me desmayo, iba vestida como para que nadie se fijara en ella. Llevaba un vestido con un escote que solo tapaba los pezones, ceñido, con cierto vuelo, aunque por el tejido tan fino, se le notaba hasta el tanga. El vestido era negro azulado, ligero y muy llamativo, sus pechos estaban apretados dentro del vestido, pidiendo paso, esperando reventar y dejar al aire los pezones. Le dije que iba demasiado provocativa, que si pensaba escandalizar, desde luego lo iba a conseguir. Que a poco que hiciera algo de frío, los pezones le romperían el traje.

Me llamó antigua y beata, y me preguntó por mi vestuario. Le enseñe la vestimenta traída para la ocasión, pantalón negro, una blusa que me parecía elegante y mi chaqueta. Me dijo que con eso no me iban a mirar ni las cámaras del hotel. Me dijo: "Toma esto que te voy a dar, beatona, a ver si le quitas el hipo a alguien".

Me sacó un vestido que antes de verlo puesto ya me había sonrojado. Era un vestido corto, de un precioso color rojo, con un impresionante escote, atado al cuello, con un tejido casi transparente, muy ligero, con una cintura hecha del mismo tejido, en tono algo mas claro, ciñendo la cintura, la falda acababa de forma irregular, y tenía una abertura en el muslo que casi llegaba a la cintura. Era precioso, pero me escandalicé. En mi vida me había puesto algo así. Me tiró de la toalla, me sacó el tanga mas pequeño que encontró en nuestras maletas, y me lo tiró a la cara diciéndome: "Ponte esto, que hoy vas a poner pollas tiesas". Mi hermana es incorregible, solo piensa en sexo.

Tanto insistió que no me quedó más remedio que probar. Cuando estuve vestida y me vi, me flojearon las piernas. Estaba espectacular, mi hermana tiene el pecho algo más voluminoso que el mió, aunque yo lo tengo mejor puesto, y mis pechos bailaban algo dentro del vestidito. El conjunto con mis zapatos rojos de tacón, hacían un conjunto muy sexy. La verdad es que estaba deslumbrante, era una autentica mujer de rojo, se transparentaban mis pechos, se marcaban mis pezones, se me notaba el culo tras la falda, y entre el peinado y el maquillaje, lo cierto es que podría ligar con quien me propusiera, aunque esa no era mi intención. Pero ya puestas, que te miren y te admiren de vez en cuando tampoco está mal.

Bajamos al desfile, y desde el principio, no dejaron de mirarnos tanto hombres con parejas, como solitarios. Mi hermana, no perdía oportunidad de sonreír a quien la miraba. Cuando terminamos el desfile, antes de la cena, en la copa previa, no dejaron de acercarse empleados y dueños de la empresa, y unos cuantos clientes, que también quisieron conocernos. Nos sentamos en mesas redondas de diez personas, elegantemente adornadas y montadas.

Mi hermana se sentó a mi lado, y nos flanqueaban un representante de la firma, y otro empleado de la empresa organizadora, el resto de la mesa la componían otros clientes, en pareja y también de edades similares a la nuestra.

La cena discurría entretenida, como había un menú muy copioso, la bebida también era muy copiosa. Yo no suelo beber, aunque una copa de vino si me gusta. La cuestión, es que no fue una sola copa, y el efecto se hizo sentir antes de llegar a los postres. Yo aun conseguía disimularlo, pero mi hermana, ya comenzaba a dar muestras de exceso. Durante la comida, estuvo tonteando con el representante, y su conversación fue subiendo de tono con él. Mi compañero, un chico de unos treinta y largos años, agradable, era algo gordo, pero tenía buena planta aunque de cara no era mi tipo.

Antes de los postres ya notaba ciertos movimientos raros de mi hermana en la mesa, pero mientras conversaba con mi compañero de mesa, no me di cuenta de lo que podía ser. Me subieron los colores, cuando observé como metía su tanga en el bolso. Se lo había quitado en la mesa, sin que nadie se diera cuenta! Lo peor es que el representante debía saberlo, y disimuladamente le intentaba subir la falda, para tocarle el sexo.

Me sentí incomoda y a la vez algo excitada, no quería mirar pero a la vez no podía dejar de hacerlo. Las parejas de la mesa, ya se habían puesto algo melosas, y ya se besaban sin ningún pudor. Mi compañero, intentaba darme conversación, y se acercaba cada vez más a mí para hablar, pero yo no podía dejar de mirar de reojo a mi hermana. Sentía que mi tanga se humedecía por momentos, y que mis pezones se ponían duros. Trataba de taparlos con el chal del vestido, porque todos los hombres de la mesa los miraban de forma poco disimulada. Estaba muy violenta, mi hermana ya había abierto las piernas debajo de la mesa, deslizando su culo hasta el borde de la silla, que quedaba tapado por la ropa de la mesa. Sus ojos estaban ya cristalinos, sus labios se habían enrojecido, y su boca pedía sexo. El representante, Pablo, disimuladamente metía su mano bajo la mesa, y el movimiento de su mano, delataba que paseaba sus dedos por el sexo de mi hermana. Yo no se como estaría el suyo, pero el mío ardía, lo notaba muy húmedo, pensé que debía levantarme, porque podría traspasar el minúsculo tanga, y dejar huella en mi vestido.

Milagrosamente abrieron la barra, y una orquesta que amenizaba la noche, incitó a los asistentes a llenar la pista del salón del hotel. Mi compañero de mesa, Alfonso, se ofreció a acompañarme, para tomarnos una copa en la barra. Me notaba algo mareada, y por que no reconocerlo, algo excitada.

Pedimos una copa en la barra, mi hermana flirteaba con los dos acompañantes, con Pablo y Alfonso, se rozaba con ellos, dejaba que la cogieran por la cintura, y que la apretaran contra ellos. Yo tenía una especie de sentimientos encontrados. Por un lado me sentía incomoda por la situación, me sentía un poco infiel. Por otro, me apetecía mucho que me apretaran contra ellos también, que me acosaran y me sintiera deseada.

Bajaron la intensidad de la luz, y el conjunto tocaba baladas para bailar en pareja. Alfonso, visiblemente afectado por el alcohol, me invitó a bailar, y no me pareció oportuno negarme. Me apretó contra el, mis pechos se salían, y con la ligereza de mi vestido, notaba perfectamente como su miembro se hincaba en mi bajo su pantalón. Mi primera reacción fue separarme algo de su cuerpo, pero el seguía apretando, impidiendo que se me separara ni un centímetro. Incluso, fue bajando su mano por la cintura, para apretar mi cuerpo contra el suyo, en la zona dura. Yo suelo llevar muy rapadito mi sexo, y tenía la sensación que su miembro se colocaba sobre la raja de mi coño. Dios! Me bombeaban los labios, todos los labios, los de mi cara, y los de mi entrepierna.

Me susurraba cosas al oído, me decía que estaba muy bien, que mi pareja tenía mucha suerte, y que no le importaría tener una aventura conmigo. Mientras me contaba sus imaginaciones, no dejaba de apretar mi culo, de apretar su pecho contra mis tetas. Nunca me había sentido tan caliente con un extraño.

La música volvió a cambiar, y de vuelta a la barra, mi hermana y Pablo, ya estaban en los besos y resto de apretones por todos lados. La acaparadora de mi hermana, llamó a Alfonso también, y lo colocó tras ella, mientras se besaba con Pablo, apretaba su culo contra Alfonso. Sabía que mi hermana era una promiscua, y casi ninfómana, pero nunca había imaginado que era así de guarra. Cuando mire a mí alrededor, la verdad es que no desentonaban, el resto del público bailaba desenfrenado, y la gente de la barra, seguía el ejemplo de los besos. Me sentía fuera de lugar.

Ambos la emparedaron, Pablo la besaba y con la mano que tenia pegada a la barra, le levantaba la falda, accediendo a su coño, que lo tenía casi rasurado, moviendo sus dedos dentro de su coño. Los dedos de Pablo brillaban con la luz, por el líquido que salía del sexo de Rosa. Alfonso restregaba la parte abultada de su pantalón contra el culo de Rosa. Se la veía muy excitada, se sentía guarra entre los dos hombres. Con una mano, le tocaba el paquete a Alfonso, y este metía su mano por debajo del brazo de ella, cogiéndole un pecho, que apretaba sin disimulo. Se estaba derritiendo, parecía que le fallaban las piernas. Se dio la vuelta, y se agarró al cuello de Alfonso, mordisqueando sus labios, desesperadamente, apretando su cintura contra el. Pablo, le mordía el cuello, se restregaba contra su culo, y le levantaba el vestido para tocarle el culo, y meter los dedos hasta llegar a su raja. Ella movía su cintura para que la mano de Pablo, frotara su chocho, estaba muy caliente, nunca había visto a nadie así.

Mi expectación era total, me sorprendí tocándome la entrepierna, me sentía muy caliente, excitada, mis labios estaban hinchados. Me había metido en su pellejo, y casi sentía las manos y los cuerpos de aquellos dos hombres.

Por un momento estuve tentada de meterme entre ellos, pero la imagen de mi novio, me hizo desistir. Un sentimiento de culpabilidad me invadió, y luchaba por retirarme o continuar viendo el espectáculo de erotismo que me ofrecía la guarra de mi hermana.

Por fin, decidí marcharme, me fui retirando sin que se percataran de mi ausencia. Creo que no se hubieran dado cuenta en la vida, mi hermana, había girado a Pablo contra la barra, y por el movimiento de su mano, le había sacado la polla, y le estaba haciendo una paja. Increíble, que falta de pudor, y que inmensa calentura me llevaba para la habitación.

Entré en la habitación, y deje caer el vestido, y tal como estaba, con el tanga empapado, y mi sexo completamente marcado, me metí en la cama. El calor de mi habitación y el de mi cuerpo, me hacían sudar.

Daba vueltas en la cama, el alcohol, y la excitación no me dejaban dormir. El recuerdo de mi novio, me hacía perder la tranquilidad, pero no podía dejar de recordar el espectáculo de esa noche. En realidad envidiaba a mi hermana, yo nunca sería capaz de eso, aunque imaginaba el placer de ella. Dios que tormento! Necesitaba correrme, necesitaba coger una polla, notar su calor, dejar que me penetrara, que me rompiera el culo, dejar que entrara en mi boca y tragarme todo el semen caliente y sabroso que derramara. Lentamente, me tumbé boca abajo, y metiendo una mano bajo mi cuerpo, deslicé los dedos hasta mi húmeda raja. Chorreaba como nunca, mis dedos se hundía en el, resbalaban con pasmosa facilidad, mi vulva bombeaba de ardor. Imaginaba la escena de mi hermana, imaginaba a mi novio siendo uno de ellos, y notando sus pollas duras contra mí. Imaginaba que sacaba sus trancas duras de los pantalones, y bajo la barra, las besaba, las mordía, las chupaba, me las metía hasta la garganta. Me sentía borracha de deseo. Imaginaba que me levantaban el vestido, y me follaban a la vez, de pie, en la barra, me levantaban en el aire, suspendida de sus duras pollas, una rompiéndome el culo y la otra atravesando mi hinchado coño.

Estaba tan sumamente excitada, que me llegó un orgasmo que me hizo soltar un grito, algo que nunca me había pasado. Fue corto, pero tan intenso que me dejó floja. Solo habrían pasado diez minutos, pero no podía aguantar más. Creo que me quedé dormida.

Me despertaron los ruidos de la puerta de la habitación. Sería mi hermanita, que vendría con los deberes hechos. Y suerte si no venía completamente borracha. No quise hacer caso, pero no se oía solo su voz, había murmullos de alguien más. Eran risas de borrachos, e imaginé que vendría con Pablo, que no habría tenido suficiente con tirarse a los dos, y que ahora seguiría con él. Supuse que vendría a coger ropa para irse a la habitación de Pablo.

Me hice la dormida, y seguí en mi posición, boca abajo, con la cabeza de lado mirando hacia la cama de ella, tapada con la sábana, cubriendo parte de mi cara.

No eran ellos dos, eran los tres! Y lejos de marcharse, se estaban desnudando! Hablaban en voz baja, con voz de borrachos.

-Shhhhh, silencio, no despertéis a mi hermana, que no quiero

que me vea desnuda…. (Y se reía tapándose la boca).

-Pobrecita, la hemos dejado sin pollas esta noche, nos la

follamos, Rosa?? – decía con voz sibilina Pablo – (Y risa

ahogada.

-De eso nada, primero me la tiro yo, que la he visto primero

(más risas del beodo de Alfonso).

-Aquí la que folla soy yo, salidos, venga a mi cama. ...

No me lo podía creer, después del espectáculo, se venían a follar a mi habitación. No habían tenido suficiente antes, que tenían que hacerlo en mis narices.

Con la luz apagada, al principio solo podía distinguir las siluetas, pero con la luz que entraba a través de las cortinas, veía con cierta claridad sus cuerpos, sus caras. Estaba tan cerca de ellos, que podía olerlos, el olor a sexo inundaba la habitación. No evitaban ahogar sus jadeos, casi sentía el aliento de ellos.

Rosa los puso de pié junto a la cama, les daba la luz de frente, veía los gestos de sus caras, sus ojos se cerraban, a veces sus cuerpos se convulsionaban. Mi hermana les estaba haciendo una mamada a los dos. Debe ser una experta, porque ellos le decían con voz entrecortada – Dios que gusto!, como comes la polla, so puta!-

Mientras se tragaba una polla, seguía pajeando con la otra mano el otro cipotón. No imaginaba que mi hermanita tuviera tal habilidad. Ver la escena, oír sus gemidos, los movimientos de Rosa, volvieron a excitarme. Tenía que seguir mirando. Mi hermana juntaba los penes de los dos, y los pajeaba apretando con las dos manos juntas, nunca había visto hacer nada igual. En la oscuridad se percibían tiesas, duras, con los capullos brillantes de la saliva de Rosa. Cogió con sus manos la polla de cada uno, y haciéndoles una paja, con los capullos apuntado a su boca, les dijo – quiero que me llenéis de leche la boca, la cara, que me chorreé hasta mis tetas, vamos, cerdos.-

Sus brazos no dejaban de moverse, las convulsiones de los chicos eran cada vez más fuertes, ponían sus manos contra sus pubis, dejando que su pene sobresaliera entre ellas. Alfonso, jadeaba, murmuraba - me voy guarra, me voy….- Un chorro de semen salió de su punta, cayendo en la boca de Rosa, que sacaba la lengua para saborear el semen en sus labios, un hilo de semen caía por su barbilla. Ella le invitaba a que echara más, que quería más, mas leche. Oír a Rosa con ese tono de puta, y el movimiento de su hábil mano, provocó que Pablo expulsara un caño de líquido blanco saltara de su polla por encima de la cabeza de mi hermana. Rosa movía su cabeza de lado a lado, frotando la polla de Pablo en su cara, y podía ver el reguero de semen que caía desde su pelo por toda la cara. Ella se recogía el semen de la cara para metérselo en la boca, chupándose los dedos y volviendo a chupar las pollas de ambos, que ya habían disminuido de tamaño, parecía una posesa.

Yo nunca he sido muy aficionada a las felaciones, pero en esta ocasión, al ver a mi hermana, sentí placer, ganas de beberme el semen de los dos folladores. Ver el entusiasmo de mi hermana tragando la leche derramada, me incitaba. Otra vez estaba muy excitada, la visión de las corridas había animado mi coño.

Ahora – dijo Rosa – a comerme el coño, folladores, meterme la lengua hasta el fondo, chuparme las tetas, tocarme todo

Nunca pensé que mi hermana fuera así, mandaba, dominaba, ordenaba, …, los ponía a mil. En verdad a mi me estaba poniendo a diez mil, creo que de oírla me podría correr. Aun tenía mi mano bajo mi cuerpo, y suavemente volvía a rozar con mis dedos la grieta de mi coño.

Pablo le mordía los pezones, le chupaba las tetas como un loco, se las apretaba con la mano, mientras ella le apretaba la cabeza contra sus pechos, le manejaba la cabeza para que su lengua no parara de añadir saliva a su cuerpo. Mientras, abría y cerraba las piernas, apretando la cabeza de Alfonso, que movía su lengua en el coño de Rosa, de arriba abajo.

Percibía el olor a alcohol de su aliento, mezclado con olor a semen. No me atrevía a moverme no quería perderme ni un detalle, mi respiración cada vez era mas rápida y profunda, casi jadeante. No podía dejar que me descubrieran, y parar esa orgía de sexo.

Mi hermana se estaba retorciendo de placer, ya había dejado de hablar susurrando, aunque seguían hablando bajito. Su gemidos eran cada vez mas fuertes, mas rápidos, mas profundos, imploraba – no paréis, no paréis, no paréis… -. La cabeza de Alfonso se movía con mucha rapidez, mi hermana apretaba con fuerza las piernas contra su cabeza. Pablo mordía sus labios, apretaba sus pechos, lamía todo su cuerpo. Ella movía su cabeza de un lado a otro como una poseída, levantaba el culo, para que Alfonso apretara más su boca contra su coño, que estaba completamente abierto. Un aullido leve empezó a llenar la habitación, el orgasmo de Rosa llegaba, subía de tono, aumentaba su volumen, sus movimientos eran espasmódicos, se revolvía en la cama como queriendo escapar, sin dejar de apretar las piernas, sin dejar de coger el cuello de Pablo. Este le decía – córrete guarra, córrete en la boca de Alfonso, so puta, llénale la boca de tu corrida- El orgasmo debía ser tan fuerte, que el propio Pablo le tuvo que tapar la boca. Echó la cabeza hacia atrás, y pude ver como se le salían los ojos de placer, como apretaba sus tetas con las manos, ocultando unos pezones que se habían vuelto enormes, mientras levantaba su barriga para dejar que Alfonso terminara de beberse los líquidos de su corrida. Se hizo un silencio, que llenó de los jadeos de Rosa toda la habitación. Creo que tuve un orgasmo a la par de ella. Era como si me hubieran comido el coño a mí, mis tetas estaban duras como piedras, mis pezones eran gomas de borrar. Mi tanga no podía absorber mas humedad.

No quise moverme, aunque no podía dejar de respirar aceleradamente. La respiración de ellos ahogaba la mía.

Debieron pasar unos minutos, solo se acariciaban, no hablaban. Por un momento supuse que habían acabado. Me apetecía correrme otra vez, no me reconocía, últimamente era mucho mas ardiente y activa que en tiempos atrás, pero lo de esta noche se salía de todo lo que conocía de mi.

Alfonso se levanto, y giró el cuerpo de Rosa sobre la cama, situándolo a lo largo de la cama. Le abrió las piernas, y frotando su polla entre las manos, se la metió en el coño, que no ofreció resistencia alguna al erecto pene. Gimió al sentir su polla dura dentro, sintiendo el calor de su tronco, abriendo su vagina, dilatada, enrojecida por el placer. Susurraba – mete tu polla, fóllame, vamos fóllame…- Pablo se acercó al cabecero de la cama, y con el cipote en la mano, le giró la cabeza a mi hermana, se la introdujo de golpe en la boca. – Calla, y chupa, zorra…, que te vas a hinchar de polla esta noche.-

No la rechazó en absoluto, se la metió hasta los huevos, sus testículos golpeaban la barbilla de mi hermana, que agarraba el culo de Pablo, para que le metiera su pene mas adentro. La cama se movía con el movimiento de los golpes que Alfonso daba mientras se la follaba, el movimiento daba en mi cama, que seguía el ritmo de sus embestidas.

Parecían ajenos a mí, absorbidos por la sexualidad de la situación. Yo estaba allí desde el principio y no reparaban en mí. No me importaba estaba disfrutando como una guarra, me sentía salvaje aunque no participara.

Alfonso, levantó a Rosa, y le dijo – levanta calentona, que ahora vamos a despertar al hotel – Se tumbó boca arriba, y puso a mi hermana sobre el, sentándola sobre su polla, que miraba al cielo. Acercó a mi hermana a su cara, besándola, lamiéndole la cara, - sabes a leche, puta, quieres mas leche? quieres que te rajemos el cuerpo con nuestras trancas?- Ella babeaba, los podía ver perfectamente, sus caras estaban a la altura de mis ojos, tenía deseos de meter la lengua entre ellos, aunque fuera mi hermana, estaba ardiendo, no podía soportar tanta excitación dentro de mí.

Sin que se moviera un centímetro, Pablo se colocó detrás de ella, y con una polla que ahora parecía muy gorda, se la puso en la entrada de su culo, la frotó de arriba abajo, recogiendo los flujos de su coño, para suavizar la entrada en su ano. No lo pensó más, sin contemplaciones, la hundió en el culo de Rosa, que emitió un gruñido de dolor, mezclado con placer. Que estaría sintiendo con dos pollas en su cuerpo. Apretando tus entrañas, desgarrando tus intestinos, presionando tu vagina. Casi podía sentir la sensación. Nada comparable a lo que sin duda estaba sintiendo ella, que se movía sin parar,

  • partirme el culo y abridme el coño, maricones, meterme esas pollas, so cabrones, correros si os queda leche en los huevos-.

Veía sus ojos desencajados, su labios rojos, hinchados, su lengua descontrolada, besando el cuello de Alfonso, clavando las uñas en sus hombros, gimiendo como una perra, resistiendo el embate de una polla que partía su culo, dando con sus tiesos pezones en la boca de Alfonso, mientras sus pechos hinchados se movían descontroladamente con los golpes de polla en su culo y su sexo.

Los movimientos de los sementales, desplazaban las camas, aunque la zorra de mi hermana se agarraba al cabecero, impidiendo que las camas se desplazaran más. Eso me permitía ver la cara de los tres, estaban sudorosos, brillantes, respiraban profundamente, jadeaban sin parar, no podía ver sus pollas entrando y saliendo del culo y coño de mi hermana, pero se escuchaba un chapoteo de los flujos de sus sexos cuando se golpeaban entre sí.

El ritmo de sus golpes movía mi cama, haciendo q mi cuerpo experimentara un movimiento acompasado, los dedos metidos en mi empapado chocho, rozaban mi abultado clítoris, dándome un placer inmenso, que combinado con las imágenes de la bestialidad de mis acompañantes, me embriagaba. Mi hermana estaba a punto de repetir su aullido orgásmico, yo estaba a punto de sentir que me llegaba otro, que se me iba la vida. La mire una vez más, ahora me miraba a mí, creí ver una sonrisa en su cara, parecía saber qué me pasaba, le costaba mantener la compostura, le costaba respirar.

Levantó su cabeza, dejando que Pablo le mordiera el cuello, para decir, - mamones, correros conmigo, llenarme de leche el cuerpo, hacer que sienta vuestro chorro en mi, … me voy a correr, me voy a correr …-

Vi como ellos aceleraban sus movimientos, como resoplaban más fuerte, empezaban a aullar como animales, mi hermana levantó su cabeza por última vez, sus parpados temblaban, su garganta se hinchaba, un grito comenzó a arrancar de su garganta, que se perdía con los aullidos de los perros que la empalaban. La habitación parecía dar vueltas. Ver sus caras y oír cómo les invadía su superorgasmo, me nublaba la vista, notaba que perdía el sentido, que se me iba la vida entre las piernas, las apreté y ya no pude reprimir un gemido profundo, que nacía de alguna parte de mi, que me vaciaba de flujo. Un caudal de líquido salió de mi vagina, espeso, caliente, parecía semen.

Cerré los ojos, mientras Rosa se desmoronaba sobre Alfonso, que respiraba con dificultad por el peso de Rosa, y el de Pablo, que caía sobre ella, henchido de placer. Cerré los ojos, y me dejé ir, el orgasmo había sido tan intenso, que perdía la conciencia por momentos, lentamente. Lo último que recuerdo de ese instante, son sus ojos entreabiertos, con una sensual sonrisa en sus labios, mirándome sin verme.

Mi satisfacción me hacía flotar, me hacía perder la conciencia por segundos. Qué le diría a mi novio, como le iba a explicar aquella situación, nadie se lo creería, estar allí y no haber participado. Era imposible que alguien en su sano juicio pensara que no había intervenido en semejante orgía.

Y la verdad, es que no era verdad, algo mas ocurrió, pero lo dejamos para el próximo relato. No dejéis de leerlo.