Vaya noche

Una abogada llega tarde a casa, su marido Jonás la está esperando y tras acusarla de serle infiel, la castiga sexualmente.

VAYA NOCHE.

Llevó unos dos años casada con Jonás, un guapo hombre con el que siempre he tenido una buena relación y en el aspecto sexual todo marchaba divinamente. Jonás era muy dulce conmigo en la cama, hasta que hace unas semanas sucedió lo que os voy a contar.

Era una noche en que me tuve que quedar hasta tarde en el despacho, soy abogada y al día siguiente tenía un juicio importante, y lo estuve preparando hasta las 12 de la noche.

Evidentemente había llamado a mi marido, para decirle que iba a llegar tarde.

Así cuando llegué y tras abrir la puerta, vi a Jonás en el sofá sentado frente al televisor.

¡Hola cariño! – le saludé.

Entonces él se levantó del sofá y mirándome dijo:

Ya era hora.

Pero si sólo es la una, y además ya te he llamado para decirte que llegaría tarde.

Bueno, pero seguro que has estado follando con tu ayudante.

Hasta ese momento mi marido nunca se había mostrado celoso, por lo que aquel comentario me molestó y no pude evitar abofetearle. Entonces él me devolvió la bofetada y cuando me puse la mano sobre la mejilla para aliviar el dolor, Jonás dijo:

Lo siento, perdóname – se acercó a mí, me abrazó y me besó en la dolorida mejilla. – Estoy un poco nervioso, lo siento mucho.

Vale – acepté.

Nos abrazamos y entonces me arrodillé frente a su sexo, le desabroché los pantalones y empecé a chupar su sexo, mientras él me cogía del pelo y decía:

Vamos, chupa, vamos.

Yo chupaba y masajeaba aquella polla que poco a poco crecía, mientras él se quitaba la camisa;

Te gusta ¿eh, zorra? Eres una zorra – me dijo.

Entonces me hizo poner en pie tirando de mi pelo y me gritó:

Vete a la cama, zorra.

Entré en la habitación y me eché sobre la cama, me quité la ropa mientras el se quitaba los pantalones y los calzoncillos; me estaba quitando las bragas cuando tirando de ellas bruscamente me las acabó de quitar y dijo:

Te voy a follar puta, vamos, ábrete – me abrió de piernas y se puso encima.

Yo estaba un poco asustada por su actitud, pero a la vez me excitaba su prepotencia. Jonás guió su sexo hasta él mío y me penetró e inmediatamente comenzó a moverse velozmente, lo que hizo que mi cuerpo se estremeciera.

Entonces acercó su boca a mi oído y murmuró:

Eres una puta ¿te gusta mi polla, eh?

Sí, sí – gemí yo excitada, mientras él arremetía sin parar.

A continuación se puso de rodillas, sujetándome por los muslos y siguió moviéndose torturadoramente haciéndome vibrar de placer con su veloz mete-saca. Repentinamente y cogiendo mi pierna izquierda la pasó por delante de él haciéndome poner boca-abajo, me tiró fuertemente del pelo y me ordenó:

Cállate – ya que yo no podía dejar de emitir grititos de aprobación y placer.

Me hizo poner a cuatro patas y sin soltar mi pelo siguió empujando a aquel ritmo enloquecedor.

¡Ah, ah, ah! – gritaba yo mientras él empujaba sin parar - ¡Ah, ay, ah!

Sí vamos, folla, puta – me insistía él sin disminuir el ritmo. Yo estaba a punto de alcanzar el orgasmo, cuando repentinamente disminuyó el ritmo y sus acometidas se hicieron más lentas, pero enseguida volvió a la rápida vorágine del principio haciendo que mi cuerpo se estremeciera y convulsionara de placer haciendo que me corriera en un maravilloso torrente de placer, él siguió empujando un poco más hasta lograr correrse también dentro de mí, cuando terminó, se abalanzó sobre mi espalda, me tiró del pelo y dando un fuerte empujón dijo en mi oído:

¡Eres una puta!

Luego se levantó y se fue al salón mientras yo me quedaba acostada en la cama.

Cuando desperté unas horas más tarde me encontré atada de pies y manos a los barrotes de la cama totalmente desnuda, aún. Jonás no estaba a mi lado, traté de desatarme, y conseguí que una de las cuerdas que aprisionaba mis manos se rompiera y dejara libre mi mano izquierda.

¡Hola pequeña! – dijo Jonás entrando en la habitación - ¿Qué es lo que pasa? – preguntó acercándose a mí – ¿Estas confundida?

Llevaba un cinturón en la mano y lo pasó por encima de mi vientre y mis pechos con suavidad. Entretanto yo me desaté la otra mano.

No lo estés – añadió Jonás – Verás como disfrutas con este placer.

¿Qué es lo que quieres? – le preguntó confusa.

Disfrutar – respondió él, acariciando mi seno con el cinturón, gemí entonces – así.

Mientras él pasaba el cinturón por mi sexo.

Estoy un poco deprimido, cansado. Vas a frotarte el coño, vamos hazlo – me ordenó.

Así que con mi mano derecha empecé a acariciarme un seno, mientras con la otra me frotaba el sexo.

No entiendo – protesté un poco asustada.

¿No entiendes lo que te digo? Simplemente tienes que hacer lo que yo te diga. Eres mía ¿Entiendes eso?- dijo sin parar de moverse alrededor de la cama. – Voy a hacer que lo pases bien. Vamos, excítate – me ordenó mientras pasaba el cinturón por mis piernas.

Yo seguí frotándome el sexo. Entonces, Jonás cogió mi pezón y lo acarició y estiró diciendo:

Te gusta que te toque ¿eh?. Así apretando un poco. ¿Te gusta ser poseída?

¡Ah! – gemí empezando a excitarme a pesar de sentirme confundida por la situación – Sí, me gusta .

¿Harás lo que yo te diga?

Sí. – le respondí mientras él acariciaba mi pezón con el cinturón.

Muy bien – luego acarició el otro haciendo que ambos se pusieran duros y se erizaran – tus pezones reaccionan muy bien.

Tras eso pasó el cinturón por mi sexo haciendo que todo mi cuerpo se erizara.

Eso es – y mientras me torturaba preguntó: - ¿Harás todo lo que yo te diga?.

Si, haré todo lo que tu me digas – accedí nerviosa.

¿Todo, todo lo que te diga?

¡Uhm! – gemí como respuesta.

Comienza frotarte el coño – me ordenó – Vamos está muy caliente.

Entonces puso su mano sobre mi sexo y lo apretó haciéndome estremecer:

Esta muy caliente – lo masajeó y luego volvió a pasar el cinturón sobre él mientras yo me acariciaba los senos.

Te gusta ¿eh?

Sí.

Entonces me desató las piernas y se quitó los calzoncillos y acercándose a mi dijo:

Ahora quiero que me la chupes.

Acerqué mi boca a su pene y lo besé:

Eso es, pequeña, tómala – me animó él. Así que asiéndola con una mano comencé a chuparla despacio con delicadeza.

Eso es, así – dijo él – me encanta.

Lamí el tronco de arriba abajo, me la introduje en la boca y la chupé.

Vamos, pídemelo – dijo él alejando su pene de mi boca.

Quiero tu polla – dije yo.

Sí – dijo él acercándola de nuevo y dejando que volviera a chuparla, pero volvió a alejarla y cuando traté de acercar mi boca a ella, él la alejó.

Pídemelo – dijo.

Por favor, dame tu polla – le rogué – dame tu polla.

Yo trataba de acercarme a ella pero Jonás la alejaba.

Por favor, quiero tu polla, dámela – le rogaba yo.

Estás caliente ¿eh?

Finalmente dejó que la chupara de nuevo:

Eso es – me animó él mientras yo la chupaba y lamía con deleite. Él empezó a excitarse.

¡Ah! ¡Sí! – gimió mientras yo chupeteaba sus huevos y volvía a chuparla.

¡Pónmela bien grande! – me alentó él empujando, follándome la boca. – Eso es.

Repentinamente hizo que me pusiera en pie diciendo.

Ahora voy a comerte los pezones.

Y con ímpetu mordió mi pezón derecho y luego el izquierdo entreteniéndose en él y haciéndome vibrar de deseo.

¡Uhm, ah, ah!

Date la vuelta – me ordenó – quiero verte el culo y el coño.

Así que me giré y me agaché, Jonás me besó la nalga y luego me pegó, me dio unas cuantas palmadas en las nalgas que no me desagradaron y luego empezó a lamer mi sexo haciéndome vibrar.

Te gusta ¿eh?

Sí, sí – gemí yo.

Eres una perra – sentenció y siguió lamiéndome.

Me gusta mucho, sigue – le animé yo.

Te meteré dos dedos – anunció y sentí como los introducía y empezaba a moverlos con rapidez dentro y fuera de mí.

¿Te gustan mis dedos o prefieres una polla? – me preguntó.

Sí, sí – gemía yo.

Vamos, contesta – me ordenó.

Prefiera una polla – dije yo siguiendole el juego.

¿Sí? Pues tendrás que esperar – sentenció – tendrás que esperar hasta que yo te diga ¿entendido?

¡Oh, sí, sí! – gemía yo mientras él movía sus dedos.

Vamos, vamos ¿te gusta joder, eh? ¿Te gusta que te meta los dedos, eh?

Sí, me gusta – respondí excitada mientras los movía sin parar.

Pídeme que quieres follar – me ordenó de nuevo.

Quiero follar – dije.

Pídemelo mejor.

¡Ah, ah! – gemí – Quiero follar con tu polla, quiero que me folles, que me folles muy fuerte – dije yo.

Jonás siguió jugueteando con sus dedos, además de pellizcar mis pezones.

¡Sigue pidiéndolo! – me ordenó.

¡Oh, fóllame! – le supliqué con la voz entrecortada por el placer que sentía.

Finalmente Jonás me hizo acostar sobre la cama y me mandó:

Vamos, tócate – hice lo que me ordenaba y esperé, entonces él se puso de rodillas frente a mi sexo, me hizo poner de lado y sin más preámbulos me penetró, empezó a moverse y dijo:

Te gusta que te folle, puta.

¡Oh, sí, sí! – le respondí yo mientras él empujaba con rapidez.

¡Sí, fóllame, me encanta que me folles, soy una cerda! – gritaba yo como él me indicaba.

Bien, muy bien, eres una cerda! – decía él – muy bien. – Sin dejar de arremeter una y otra vez – Toma mi polla, toma.

¡Oh, sí!

La excitación iba en aumento y poco y poco mi cuerpo se derretía de placer mientras él empujaba sin parar.

¡Oh, métemela hasta el fondo! – supliqué.

¡Ven, vamos! – dijo él sacando su sexo de mí - ¡Ábrete bien!

Me hizo poner acostada con las piernas bien abiertas, guió su sexo hasta el mío y volvió a penetrarme.

Siguió moviéndose mientras yo gemía y suspiraba.

Vamos ¿quieres que te folle? – preguntó.

Sí, sigue, sigue.

Él cada vez empujaba con más fuerza mientras yo le animaba:

¡Fóllame, fóllame! ¡Fóllame fuerte!

Jonás empujaba cada vez con más fuerza:

¡Pídemelo, por favor! – decía.

¡Sí, por favor! – repetía yo - ¡Sigue follando, por favor!

Así me gusta – decía él sin dejar de arremeter un solo segundo - ¡Di que es la mejor polla del mundo!

Es la mejor polla del mundo – repetí yo.

Jonás se movía con rapidez y mi cuerpo estaba a punto de alcanzar el orgasmo.

¡Ah, ah, ah! – grité.

Pero entonces Jonás se detuvo, dio un par de fuertes y profundas embestidas, haciéndome vibrar.

Suplícalo – dijo en tono bajo y al no obtener respuesta gritó - ¡Suplícamelo! – y volvió a empujar con rapidez.

Mi cuerpo vibraba a detenerse y sacó su sexo de mí, entonces yo me puse a cuatro patas diciendo:

¡Házmelo por detrás!

A lo que él añadió:

Enséñame el culo, perra.

A continuación acercó su erecto pene a mí y lo introdujo en mi vagina, empezó a empujar con fuerza y gritó:

¡Vamos, vamos, pídemelo otra vez!.

¡Fóllame, vamos fóllame fuerte!

No te oigo – gritó él.

Vamos, cabalga sobre mí, fuerte.

El gritaba y me instigaba sin dejar de empujar con fuerza:

¡Vamos! ¡Eso es, vamos!

¡Oh, sí, sí! – gritaba yo sintiendo como su sexo entraba y salía de mi sin parar.

Tienes un bonito culo – dijo acariciando mis nalgas.

¡Ah, oh, ah! – gemía yo placenteramente a punto de alcanzar el orgasmo.

Vamos – me instigó él.

¡Ah, ah, me corro! – gemí - ¡Aaaaahhhh!

Jonás siguió empujando con fuerza mientras yo gemía y mi cuerpo explotaba en un demoledor orgasmo. Cuando dejé de correrme, Jonás sacó su sexo de mí y dijo:

Te estás portando bien, te voy a dar por el culo.

¡Oh, sí, por el culo, lo necesito! – le supliqué en mi papel de esclava.

Tócate – me ordenó, a lo que yo empecé a acariciarme el sexo y el ano – mete un dedo – dijo él, así que lo hice – así.

Seguí tocándome mientras él me observaba y se meneaba el aparato diciendo:

Bien, bien. Vamos, tócate, ponte cachonda.

Entonces se acercó a mí y metió su falo en mi vagina:

Te volví a engañar, perra – sentenció moviéndose sin parar, empujando.

¡Ah, ah! – grité yo loca de deseo - ¡Me estás volviendo loca, necesito tu polla!

¿Sí? Tendrás que esperar – dijo cínicamente arremetiendo sin parar una y otra vez.

¡Quiero que me la metas... en el culo! – supliqué mientras él empujaba y me metía un dedo en el ano.

¡Ah, ah!- gemí.

Notas mi dedo ¿Eh?

Sí, silo noto. Como me excita, me gusta.... me encanta.

Vamos excítate, excítate – me instigaba él arremetiendo.

¡Oh, sí, estoy cachonda! – decía yo- ¡Sí, sí, no puedo más!

¡Quiero que me lo pidas! – me ordenó.

¡Oh, oh, oh! – gemía yo excitada - ¡Métemela en el culo! ¡En el culo! – suplicaba mientras él embestía una y otra vez, una y otra vez, cada vez más fuerte, haciéndome estremecer de placer.

¡Métemela en el culo! ¡Oh, ah! ¡Ah!, ¡Lo deseo mucho! – supliqué.

Él empujaba con fuerza, cada vez más rápidamente.

Tranquila muñeca, todo llegará, vamos – dijo empujando rápida y fuertemente, haciéndome volver loca de deseo.

Por favor, por favor – gritaba yo.

Así, así, me gusta como gritas – sentenció él.

¡Aaaaahhhh! – grité al sentir un nuevo orgasmo en mi cuerpo también Jonás explotó en un maravilloso orgasmo llenándome con su semen.

Cuando ambos dejamos de convulsionarnos él dijo:

Yo mando, muñeca.

Entonces nos acostamos sobre la cama, Jonás me besó y nos quedamos dormidos. A partir de aquel día nuestra relación cambió, sobre todo en el aspecto sexual.