Vaya con mi hijo

Una madre decide ayudar a su hijo a iniciarse en el sexo

¡VAYA CON MI HIJO!

Soy una mujer de 36 años y siempre me han gustado mucho los hombres.

Tuve varios novios entre el instituto y la universidad. Me acosté también con algún amigo cuando todavía no existía la palabra follamigo. Ahora bien cuando conocí a Ricardo me enamoré perdidamente de él y no quise saber nada de ningún rollo de una noche. Un año después nos casamos y dos años más tarde tuvimos a nuestro hijo. Intentamos tener la pareja pero yo no me volví a quedar embarazada. Seguimos intentándolo pero como no llegaba el segundo hijo decidimos disfrutar del sexo sin esperar más hijos. Aunque quiero mucho a mi marido me gusta sentirme deseada por otros hombres. Un día estaba esperando en el médico con mi hijo. Yo la verdad llevaba un vestido corto y tenía las piernas cruzadas por lo que se veían bastante. Enfrente de mi había un hombre de unos 44 años que no dejaba de mirarme de reojo. Estaba seguro de que desde donde estaba podía verme los muslos y miraba la pantalla de su móvil, por lo que también sabía que seguro estaría haciéndome alguna foto. Empecé a excitarme solo de verlo y pensar en que su pene también estaría creciendo bajo su pantalón a la vista de mis muslos. Mis bragas se humedecían pero en ese momento mi hijo interrumpió mi excitacion diciendo algo estupido y el médico nos llamó. Cuando salimos de la consulta el hombre ya no estaba por lo que imaginé que habría entrado en otra consulta. De camino a casa iba en el coche con mi hijo al lado y no paraba quieto. Me volví a acordar del hombre de la consulta y junté mis muslos intentando frotar mis labios e intentar correrme. Pero fue en vano porque la falda no me dejaba. Al final mi hijo tampoco me dejaba en paz y no pude intentar seguir con la masturbacion. Cuando llegamos a casa me fui directa a la ducha y allí bajo el chorro me masturbé bien a gusto y me corrí más a gusto aún mientras mi hijo merendaba y hacía los deberes después. Unos días después mi hijo volvió del colegio con cara rara. Habían empezado a darles educación sexual y hablaba varias veces del pene y la vagina. Pero lo peor de todo fue cuando se empeñó en decirme que quería ver una vagina. -¿Una vagina? Le pregunté extrañada. ¿Y tu que sabes que es eso? -Quiero ver una vagina. Volvío a insistir. -Una vagina. Bonito vocabulario. Me quede mirándole fijamente. El no me quitaba ojo de encima. Parecía que iba a ponerse a llorar y no se me ocurrió otra cosa que levantarme la falda y enseñarle las bragas -Ahí tienes tu vagina le dije. Me baje el vestido y seguí a lo mío en la cocina. Por ese día no volvió a nombrar la palabra vagina. Error mío. Una semana después volvió a decirme que quería ver una vagina. -¿Y porqué quieres ver una vagina? Le pregunté muy seria. -La señorita nos ha dicho en clase que las chicas tenían que ver un pene y los chicos una vagina. Que clase de educación daban en su colegio? Pensé. -¿No vas a enseñármela? -Ya te la enseñe el otro día. -No. Quiero verla Estaba claro que el jodio sabía que eso eran las bragas y no la vagina. Cuando hablara con su profesora se iba a enterar. Siguió insistiendo y entonces me levanté la falda de nuevo enseñándole otra vez las bragas. Me miro con cara de tonto y no dijo nada. Entonces me giré y le mostré el culo a través de las bragas y salí de la cocina. Esas cosas debía explicárselas su padre pensé mientras salía. Tenía suerte de que trabajara todo el día y tuviera que ser su madre la que apechugara con esas cosas. Creí que todo había pasado y que mi hijo se había olvidado de la dichosa vagina cuando un día que su padre había salido con sus amigos a jugar al tenis, volvió a sacar el tema. -Quiero ver una vagina. -Joder que pesado con la vagina, pensé. -Vagina, vagina, vagina. Empezó a repetir. Nada, que no se cansa. Como no paraba de repetirlo, me quite el pantalón y ni corta ni perezosa me baje las bragas y me puse frente a él. Me abrí la vulva y le mostré los labios y el clitoris. -¿Mira ves? Esto es el coño y aquí dentro está la vagina. Ya tienes tu dichosa vagina. Ahora dile a la profesora que ya sabes lo que es. Se quedó pálido. Más que pálido blanco. Creía que se había atragantado pero no podía ser porque no estaba comiendo nada. Me acerqué a él y no me di cuenta de que mi vulva estaba a menos de un palmo de su cara. Empezó a tragar saliva y se puso colorado como un tomate después de haberse puesto pálido. Entonces me fijé en que su pantalón se abultaba. Se estaba empalmando. No tenía ni idea de la actividad sexual de mi hijo pero tampoco podía dejarle así. Me puse las bragas y el pantalón, le cogí de la mano y le lleve al baño. Le saque el pene a través del pantalón y después de levantar la tapa del vater me arrodillé detrás de él. -Tu mamá te hará sentirte bien no te preocupes, le dije para tranquilizarle. Como vi que no salía su pene del todo, le desabroche el pantalón y la saque entera. Me acerqué a él y empecé a menearsela como tantas veces se lo había hecho a mi marido. Él empezó a gemir y al oírle y encima estar pegada a su espalda mi coño palpitaba y me estaba mojando entera. Aceleré el movimiento egoístamente. Quería sacarle la leche a mi hijo. Todos los hombres son casi iguales a la hora de correrse pero mi hijo era especial porque era mi sangre y quería ver cómo se corria delante mío y por mi paja. Joder me estaba poniendo súper cachonda. Las bragas estaban empapadas y tendría que lavarlas luego. No tuve que seguir mucho más porque se corrió enseguida. Empezó con un pequeño gemido y luego subió de intensidad hasta que lo soltó todo. Puso toda la taza perdida. Cuando termino de eyacular empezó a respirar más fuerte como si todavía siguiera corriéndose. -Tranquilo mi niño le dije. Ya está. Ya te has corrido. Tranquilo, tranquilo. ¿Te ha gustado? -Si mamá. Joder que gusto. Que era todo eso? -Se llama semen. Y es lo que va la vagina de la mujer. La famosa vagina pensé. Le limpie lo que le quedaba de semen en el pene y la taza. Nos incorporamos y le acompañe hasta la cocina donde le preparé un cola cao. Por su expresión estuve segura que era la primera vez que se corría. Más tarde llegó mi marido y le pregunté que tal el partido. -He perdido con Javier. Menudos mantas. -Tranquilo que esta noche tendrás tu recompensa. Mi hijo estaba dando cabezadas en la mesa y aproveché para acostarle. Nos fuimos a la h habitación. Nos tumbamos en la cama y nos desnudamos mutuamente. Me puse encima de mi marido y le comí la polla con ardor. Ya sabéis que estaba muy caliente. Cuando estuvo empalmado me coloqué encima de él y me la clavé. Empecé a cabalgarle ansiosamente, con mucho deseo. -¿Que te ha dado? Me preguntó mi marido. No lo dije que hacerle una paja a mi hijo me había puesto muy cachonda. No me quite de encima en todo el rato. Me corri dos veces antes que mi marido . Aquello era lo más. El estaba asombrado pero disfrutando como loco. Cuando acabamos me quede sobre el. Su polla recién corrida aún conservaba algo de dureza. -Me ha encantado cariño. Empecemos a hacerlo así todas las veces. No es que fuéramos poco apasionados en la cama pero es cierto que la rutina acaba con la pasión. Nos quedamos acurrucados y oí como mi hijo roncaba al lado Paso una semana y mi hijo volvió de la escuela repitiendo la cantinela de siempre. -Quiero ver una vagina. Quiero ver una vagina. Y quien era yo para negársela? Me baje la ropa y le mostré la vulva. Mi hijo sonrió. Me siguió hasta el baño. Le desnude y también me desnude yo. Me agache detrás de él y comencé a menearsela. El echaba la cabeza hacia atrás. Estaba disfrutando mucho. Entonces se me ocurrió algo. Me incorporé y roce mi vulva contra su culo. Baje hasta su muslo pero no me excitaba lo suficiente, así que cogí un dedo de su mano izquierda y lo llevé hasta mi clitoris masturbandome con el. Por un lado estaba haciéndole una paja a mi hijo y por otro estaba haciéndomela a mi. Aquello era lo más. Estaba pervirtiendo a mi hijo pero me daba igual. No tuvimos que seguir mucho como la primera vez. Mi hijo volvió a correrse con fuerza. No pensé que tuviera tanto ardor. Llevaba desde la otra vez sin correrse y eyaculo varios chorros dejándolo todo perdido. Al ver todo ese semen me corri yo también. Gemí como loca y acabé de rodillas en el suelo del baño con mi hijo desnudo y su culo rozando mis tetas. Me agarre a sus caderas y por un momento pensé en follarmelo allí mismo. Pero no podía hacerlo. Era mi hijo y una cosa era hacerle una paja y otra follarmelo. Con estas cosas en mi mente metí la cabeza bajo la ducha y me pegue un remojon. Cuando salí mi hijo seguía mirando la taza del vater. Imagine que miraba su semen y pensaria como podía tener tanto dentro. Le toque suavemente en el hombro y reaccionó mirándome las tetas. Joder con el niño como se las gastaba , seguro que se había quedado con ganas de más. Le vestí y me vestí yo y volvimos a la cocina donde le preparé una buena cena después de lavarme bien las manos. También hice una pequeña lasaña para mi que devoré con ganas. Mi marido me había dejado un mensaje diciéndome que llegaría más tarde. Así tendría a mi hijo solo para mi un poco más de tiempo. Sobre las 11 de la noche llegó mi marido. Estaba cansado y yo también pero me apetecía hacerlo con el. Le comenté que me apetecía hacer la cucharita y el aceptó encantado. Se acopló detrás mío y después de penetrarme con sus dedos y calentarme bien , aunque no necesitaba mucho para ello, me penetró. No se que me paso que cuando me la metió vi la cara de mi hijo después de que le hiciera la paja en el lavabo. En lugar de mi marido imaginaba que era mi hijo el que me follaba. -Ah, ah, ah empecé a gemir bien fuerte mientras mi marido me follaba . Pero era a mi hijo a quien sentía dentro de mi . Incluso su aliento me parecía el suyo . No podía creer lo que me estaba pasando . Mi marido gemía, era su voz pero yo solo escuchaba a mi hijo. Dio unos empujones más y se corrió. Yo me quede parada sintiendo como eyaculaba dentro de mi. Un tremendo orgasmo me invadió de arriba a abajo. Después dé relajarme, me volví de cara a mi marido y le besé en la boca imaginando que era mi hijo. Lo había decidido. Haría todo lo que fuera por follarme a mi hijo. No sabía aún como afrontarlo, mi hijo siempre me pedía una paja cuando venía del colegio con la excusa de que quería ver una vagina y yo claro se le daba pero quería ver esa polla dentro de mi y no solo en mi mano. Pensé como podría pedírselo y le estuve dando vueltas toda la tarde. Al final se me ocurrió una cosa. Cuando llegó del colegio me volvió a decir lo de la vagina y yo le dije si quieres ver una vagina de verdad realmente no la vas a ver como no seas ginecólogo pero podrías entrar dentro de una. -¿Entrar dentro? -Si. Entrar dentro. -¿Mi pene? -Si. Tu pene dentro de la vagina de mamá. Así te hicimos tu padre y yo. Se quedó mudo. Seguro que pensaba de verdad mi madre quiere que me la folle aunque con sus palabras claro. Hizo intención de acercarse a mi pero se quedó quieto. Yo me había preparado por si acaso. Llevaba un vestido que se abría por el centro y lencería sexy. Estaba claro que con eso no podría resistirse. Al verme así cambio de actitud y se abalanzó sobre mi. -¡Alto! Le dije. Primero tienes que excitar a tu madre. A una mujer no puedes metérsela así sin más. -¿Y que hay que hacer? -Lo primero bésame. El muy inocente me beso en la mejilla.No tonto, en la boca. Me beso en la boca pero castamente. -Ahora más fuerte y mete la lengua también. Obedeció y me beso con más ganas metiéndome la lengua. Seguimos besándonos con ganas y yo agarré su culo. Le bajé los pantalones mientras seguíamos besándonos y luego el calzoncillo. Para entonces su pene estaba empalmado. Me agaché y se la chupe con ganas. Después me incorporé y le empujé a mí para que me chupara las tetas. Lo hizo torpemente pero no me importó. Lleve su dedo índice a mi coño y me masturbe con el hasta que estuve bien mojada. -Ahora ya puedes metérmela. Le dije. La cogió con su mano derecha y me la metió rápido. -Despacio hijo. No tengas prisa. La sacó un poco y luego volvió a meterla lento hasta que entró toda. -Ahora debes empezar a entrar y salir. Obedeció. No te apresures mi niño o te correras pronto. Le ayude empujando agarrando su culo. Entraba y salía con ritmo. -Así mi niño. Así, así, asiiiiiii. Joder que gusto me daba con el ritmo que llevaba. Me mordía el labio inferior. Estaba disfrutando como una loca. -Sigue así, así, así. A tu mami le gusta mucho. Así mi niño, asiii, asíiiiiii. Iba a correrme enseguida. -Aguanta, aguanta, aguanta un poco más, le dije. Aguantaaaa. -Me corrooooooooo! No podía más y estallé. -Aaaaaaaaah. -¿Ya mami? -Siiii, pero tú sigue, sigue, córrete. Siguió con el mismo ritmo y unos minutos después se corrió. Su leche caliente inundó mi coño y eso me hizo correrme por segunda vez. Que gusto por dios. Que dos orgasmos acababa de tener. Mi coño ardía con la leche de mi niño dentro. El se quedó dentro de mi como si le quedara algo por soltar. Me miró con pasión. Estaba rojo del polvazo que acababa de echarme. Le dije que ya podía salirse de mi. Me obedeció y acabo sentado en el suelo. Estábamos agotados y yo también me senté en el suelo frente a él. -¿Que? Que te ha parecido? Te ha gustado? J-oder mamá. Me dijo. Esto es mejor que una paja. -A mi también me ha encantado y eso era que era tu primera vez. Pero de verdad lo era mi niño? -Si mamá. Ha sido mi primera vez. Y que primera vez. Quiero volver a follar contigo. -¿De verdad? Tu padre está a punto de volver y querrá follarme. Puede pillarnos y además necesito recuperarme para el. -Lo entiendo mamá. Me dijo mirándome triste. -Mañana podremos volver a hacerlo cariño. Le dije sonriendo. El me devolvió la sonrisa y me ayudó a levantarme. Nos duchamos y nos vestimos. Unos minutos después mi marido volvió del trabajo. Cenamos juntos y mientras recogíamos la mesa le hice un gesto a mi hijo diciéndole que tendría que acostarse enseguida porque mi marido y yo íbamos a hacerlo. Él lo entendió. Follamos como dos amantes. Mi marido estaba muy caliente y me lo hizo a cuatro patas primero y luego le monté yo y finalmente acabamos haciendo en la postura del misionero. Se corrió dos veces y terminamos agotados. Aunque había disfrutado un montón, no podía olvidar el polvo que me había echado mi hijo y su cara después de terminar. Llegó el día siguiente y yo no sabía cómo quedarme sola con mi hijo ya que ese día mi marido estaba en casa porque libraba y al otro también. La solución vendría de la manera más inesperada. si os ha gustado y quereis comentar, escribidme a: predicador111@hotmail.com