Vaya con mi hijo 2ª parte

Continuación de la enseñanza sexual de una madre a su hijo.

VAYA CON MI HIJO 2ª PARTE

Como dije al final del relato anterior, la solución para quedarme a solas con mi hijo vino de la forma mas inesperada.

Mi marido estaba librando y nos propuso ir a la piscina. Mi hijo estaba encantado con la proposición de su padre y no creo que en ese momento pensara en volver a follar conmigo, pero no habría problema porque yo se lo recordaría.

Me puse mi mejor bikini. Uno color rojo intenso que me había regalado mi marido por nuestro aniversario. Recuerdo que esa vez me folló con la braga puesta y lo dejó todo perdido de semen. Menos mal que lo lavamos bien y quedó como nuevo.

Cogimos todo lo necesario, toallas, crema bronceadora, la sombrilla y alguna cosa mas.

Mi hijo llevaba un bañador verde ceñido que marcaba un trasero que ya empezaba a destacar y pronto sería tan hermoso como el de su padre. Ya lo había visto desnudo, pero ceñido por el bañador me dio un no sé qué verlo, que me puso muy a cien.

Llegamos a la piscina que estaba muy tranquila para no ser temprano. Solo un par de parejas jóvenes sin niños y unos tres o cuatro rondando los 60 años.

Mi marido se sentó en una hamaca y se quedó mirando el culo a una de las mujeres de 60 que se había agachado a colocar la toalla.

-Vaya culo tiene para su edad.

-Que cochino eres, le dije sonriendo.

-Qué hijo, ¿Qué te parece el culo de esa señora?

Se quedó callado un momento y al poco respondió:

-No está mal para su edad, pero Olivia tiene mejor culo.

Olivia era una compañera de clase de mi hijo. El no le quitaba ojo de encima cuando se veían al salir de clase. Pero ahora estaba seguro que solo tenía ojos para mi culo. Ya me encargaría yo de recordárselo.

En cuanto mi marido se tiró al agua mi hijo se acercó a mi y me dijo en voz baja:

-Joder mamá, que buena estas con ese bikini rojo. Te destaca las tetas y te hace un culo estupendo. Ya quisiera Olivia tener ese culo.

Ese era mi niño. Estaba segura de que se estaba cortando estando su padre delante y por fin había saltado.

Le agarré de la mano y nos metimos en el agua. Estaba un poco fría para mi gusto, pero no me importaba. Mi hijo acercó la mano a mi vulva y me rozó un segundo disimuladamente. Mi marido estaba cerca pero no se dio cuenta de nada.

Después de una media hora salimos del agua y nos secamos. Entonces me di cuenta de que con el frio mis pezones se habían puesto duros y además se trasparentaban un poco. Miré abajo y mi escaso vello púbico también se marcaba. Mi hijo se relamió al verme así y mi marido ni se enteró porque además se tumbó en la tumbona y se puso a dormir.

Cinco minutos después estaba roncando y entonces se me ocurrió la solución.

Cogí de la mano a mi hijo y lo llevé detrás de la zona de vestuarios. Allí le bajé el bañador y empecé a hacerle una mamada. Se había empalmado con la visión de mis pezones y me vello púbico y enseguida estaba a tono. Mis tetas se bamboleaban con la mamada.

En eso estaba cuando oímos un crujido de hojas. La saqué de mi boca justo a tiempo cuando me giré y vi a un hombre que se acercaba a nosotros como dando tumbos.

Mi hijo se subió el bañador como pudo y también miró hacia él.

-¿Hay alguien ahí? Disculpen, soy ciego y me he dejado el bastón en la hamaca y ahora no encuentro el vestuario. ¿Podrían ayudarme? Mi mujer se empeñó en acompañarme, pero yo le dije que no. Es la primera vez que venimos a esta piscina y…

-No se preocupe, yo le acompaño.

Después de que saliera volví a bajarle el bañador a mi hijo y seguir con la mamada. Esta vez nos internamos más atrás de los vestuarios donde había un pequeño jardín y así evitaríamos miradas inoportunas.

La verdad es que la interrupción de ese hombre me había puesto más cachonda de lo que ya lo estaba y entonces me quité el sujetador del bikini y decidí hacerle una cubana a mi hijo.

Coloqué su polla entre mis tetas y aunque nunca lo había hecho con ningún hombre no se me dio mal del todo.

Mi hijo gemía como loco. Se estaba poniendo rojo como un tomate y estaba a punto de explotar.

-Mami, mami, joder que gusto. Sigue así, sigue así. No me merezco esto, no soy tan bueno y tu te portas tan bieeeennnnnn.

Oírle decir eso me puso tan cachonda que el chocho se me estaba inundando. Una enorme mancha empapaba la braga y se empezaba a escurrir por mis muslos.

Seguí con la cubana hasta que mi niño no pudo más y se corrió en mis tetas.

Un gran chorro de leche saltó a mi barbilla primero y le siguieron dos más que cubrieron mi canalillo y se fueron escurriendo después.

Nos quedamos así en cuclillas. Yo con las tetas al aire y mi hijo con la polla también al aire que ya iba perdiendo su erección.

-Joder mamá. Te he puesto perdida, pero necesita soltar todo eso. Desde que te vi con el bikini me he estado aguantando para no hacerme una paja delante de todo el mundo. Me pones muy bruto.

Me había dado cuenta de que ya no era el mismo que antes cuando me decía que quería ver una vagina como si fuera un bebe que solo supiera balbucear.

Nos incorporamos y le dije de darnos una ducha ya que estábamos manchados de arena y yo necesitaba limpiar mi barbilla y mi canalillo de la corrida de mi querido hijo.

Aunque no llevábamos toalla ya nos secaríamos con el sol en la tumbona.

Salimos unos minutos después y volvimos a la zona de la piscina. Mi marido seguía durmiendo boca arriba y una de las parejas de unos 60 años se estaban metiendo mano disimuladamente.

Le toqué a mi marido en el hombro y este se despertó de repente.

-¿Qué? ¿Qué ha pasado? ¿Esta lloviendo?

No, pensé, pero nuestro hijo me acaba de mojar toda entera.

-Anda despierta, que llevas un buen rato durmiendo.

-Ni me había enterado cariño. Esta noche te lo compensaré, me dijo acercándose a mi oído.

Nos dimos crema solar y nos dispusimos a tumbarnos un rato cuando empezó a sonar un teléfono.

Era el móvil de mi marido.

-¿Te lo has traído a la piscina? Le pregunté.

-Perdona cariño. Es deformación profesional. Me dijo como disculpa.

-Anda contesta, le dije.

Colgó enseguida y me dijo que era del trabajo y que lo sentía, pero que tendría que dejarnos, le necesitaban de manera urgente los compañeros.

No me importó la verdad. Estaba deseando seguir con mi hijo. Ahora quería sentir su polla muy dentro de mi.

En cuanto mi marido desapareció por la puerta de la piscina, nos levantamos de la hamaca y nos fuimos despacio hacia la parte de atrás.

Me acerqué al señor invidente que nos había interrumpido anteriormente y muy amablemente me ofrecí a acompañarle hasta el vestuario. Su mujer dijo que como iba a molestarme, que era cosa suya acompañar a su marido y finalmente accedí.

Así tendría una excusa para desaparecer con mi hijo a la parte de atrás de los vestuarios.

La pareja entró en los vestuarios y mi hijo me dio un tirón de la muñeca y me empujó hasta la pared. Así, de espaldas a él, me inclinó hacia delante y bajándome la braga del bikini, me abrió las piernas en un ángulo de no sé cuantos grados y me metió su dedo índice mojado en el coño y comenzó a masturbarme.

Yo estaba a cien y deseando que me la metiera. No tuve que esperar mucho más. Con la braga del bikini por los tobillos me penetró con fuerza.

Ya no era el niño que me había follado esa primera vez sin tener ni idea de como hacerlo.

Su polla entraba y salía con fuerza de mi. Agarrado a mis caderas me taladraba con ganas. Sentía su polla joven penetrar hasta lo mas profundo de mi vagina y luego salir un momento para volver a empujar con fuerza.

Me estaba escurriendo apoyada con las manos en la pared y mis manos se estaban arañando con el roce del ladrillo gris. Pero no me importaba porque mi hijo me estaba dando un placer enorme.

-Aaaaah, aaaah, gemía él. No me importaba que pudieran oírnos. Mi coño estaba a cien y mi hijo por sus gemidos no tardaría mucho en correrse.

-Mamá que bien que tomes la píldora, me dijo. Así puedo sentirte sin goma y correrme dentro de tiiiiiiiii. Uuuuuuhhhhg, estoy a punto.

-¿Quién te ha dicho lo de sentirme sin goma?

-Una vez, una vez, me dijo con un hilo de voz, papá me dijo que era lo más correrse dentro de una mujer sin nada.

-Vamos mi niño, le animé, córrete.

-Mamá, no puedo más, me corrooooooooooo.

Sentí las contracciones de su polla dentro de mi y como me inundaba con su semen. Yo todavía no me había corrido, pero era feliz de sentir como mi hijo se iba dentro de mi.

Dio unos espasmos más y terminó de correrse. Ya aflojó el ritmo hasta que terminó.

Me incliné, me di la vuelta y le besé como desesperada. Seguía con la braga del bikini por los tobillos.

-Mamá, siento que no te hayas llegado a correr, no he durado lo suficiente.

-No te preocupes mi niño, le dije acercando la cabeza a mi pecho.

-No, mamá, te lo mereces.

Entonces me volvió a besar apasionadamente, me quitó la parte de arriba del bikini y comenzó a comerme las tetas. Me chupaba los pezones y volvía comerme las tetas.

Yo estaba húmeda de nuevo y mi niño empalmado y listo para volverme a penetrar.

Me agarró las piernas y las subió de forma que le rodeara con mis muslos. Entonces me penetró y comenzó de nuevo a bombear.

No tardé mucho en correrme, como el acababa de irse, aguantaba bien y en pocos minutos tuve un segundo orgasmo. Me agarraba a sus hombros mientras me penetraba y entonces se fijó en que mis manos estaban un poco raspadas por lo de antes. Me besó las manos y siguió follándome. Éramos dos cuerpos entrelazados en uno solo, un mar de pasión, de deseo, de sexo, éramos carne y sudor, éramos madre e hijo entregados al pecado, aquello era incesto, yo ya no podía más y acabé corriéndome una tercera vez.

Mi hijo se corrió poco después. Ya no podíamos más, estábamos agotados y terminamos escurriéndonos hasta el suelo.

Como pudimos entramos en los vestuarios, en este caso los dos entramos en el de hombres, no nos importaba que pudieran vernos y nos duchamos juntos.

Volvimos a casa cogidos de la mano como dos amantes. Nos daba igual que supiéramos que éramos madre e hijo.

No sabía si debería contárselo a mi marido.

Si os ha gustado y queréis comentar escribidme a:  predicador111@hotmail.com