Vapor en primavera

El 21 de marzo inició la Primavera en el Hemisferio Norte... calor, bochorno, Sol, un aroma excitante en el ambiente.... y yo, para variar, deseoso de desahogar mi calentura..... fue delicioso.

VAPOR EN PRIMAVERA

Este 21 de marzo, cansado del trabajo, deseoso de un rato de esparcimiento y una oportunidad para desahogar mi calentura, después de muchos días de satisfacerme sólo con tremendas puñetas en solitario, decidí escapar al paraíso gay regiomontano: los Baños Capri.

A diferencia de lo que muchas personas opinan, dado que el lugar no es abiertamente gay, yo siempre encuentro lo que busco.... será la experiencia, la fuerza de la mirada, la energía que se irradia, el caso es que esta visita, no fue la excepción.

Alrededor de las diez de la mañana me vestí con una bermuda, huaraches y una playera, abordé un taxi y llegué a mi destino. Cuando dí el domicilio, el taxista curioso me comentó si iba a los baños de vapor, que él "había escuchado" que allí van muchos putos. Le contesté que era la primera vez que iba, que no podía asegurarle.

Entré al local y seguí mi rutina habitual: elegí mi vestidor personal, pedí una lata de cerveza, encendí un cigarro y empecé a hacer mi recorrido por los pasillos mientras consumía el cigarrillo.

Encontré puertas abiertas y puertas cerradas... en las puertas abiertas pude saludar con un "Hola" a algunas personas, pero algunos ya estaban materialmente listos para coger, o tenían sus vergas en plena erección o recreaban su lengua alrededor de sus labios o mostraban sus nalgas abiertas para ofrecer un "caliente y profundo producto".

Como es mi costumbre, terminé el cigarrillo, entré a las salas de vapor y allí el panorama era asombroso: Tal parecía que el calorcito natural y el Sol de primavera inyectaba ánimo a los corazones y a las vergas, porque cinco, ocho o más hombres, paseaban o estaban recostados o sentados, pero todos con sendas erecciones. Yo no fui la excepción.

Pasé a otra sala y el espectáculo era muy similar, sólo que en ésta, Uriel me miró profundamente, era un tipo moreno, bigotón, alto, fornido, pelo en pecho, con una tranca hermosa y sin circuncidar, tal como me los ha recetado el doctor. Le saludé con un guiño y enseguida se acercó a preguntarme si deseaba beber algo. Le contesté que me apetecía una cerveza y me invitó a ir al bar. Acepté y así en pelotas, caminamos los dos apuntando al frente con nuestras duras vergas. Debo aclarar que allí nadie se asombra, eso es pan de todos los días.

Recibimos las latas de cerveza y Uriel me dijo que un cigarro sería el complemento ideal, así que lo seguí a su cubículo, situado en el último pasillo, cercano al ventanal del fondo, un sitio poco frecuentado por los curiosos y calientes parroquianos. Abrió, sacó los cigarros y se sentó en la banqueta adosada al reducido espacio. Yo permanecí de pie, él encendió mi cigarro y como al descuido rozó la cabezota de mi verga.

Después de una breve plática de todo y de nada, me comentó que andaba muy caliente y que tenía ganas de coger, que estaba tan ganoso que le daría igual coger o ser cogido, mamar o ser mamado, pero que ya quería aventar la leche acumulada. Yo le confesé que andaba en las mismas condiciones.

Sin decir más, hizo ademán de que pasara al interior, incómodamente, pero cerramos la puerta, corrió el cerrojo y fue cuando se desató la apoteosis.: Me tomó por la cadera, se levantó y me dio un beso furioso, como si su boca quisiera engullir a la mía en ese solo acto, como si quisiera tragarme por completo

De repente, empezó a bajar por mi pecho lamiendo mis tetas y saboreando con su lengua la pelambre espesa, llegando a mi ombligo y yendo hasta más allá hasta aprisionar la cabeza de mi verga con su boca caliente y húmeda.... está por demás decir que yo estaba a punto de explotar.

Se sentó de nuevo, me dio vuelta y su lengua inició ahora otra exploración: abrió mis nalgas, buscó el hoyo oscuro de mi peludo culo y empezó a lamer desesperado mientras con una mano intentaba masturbarme a lo que yo le indicaba a media voz que parara porque estaba a punto de venirme.

Se levantó, se dio vuelta, apoyó sus codos en la banqueta de granito y me mostró su culo ansioso de recibir mi verga... yo ni tardo ni perezoso, escupí en su agujero, esparcí mi propia saliva con los dedos, introduje primero uno y luego dos en aquel pocito y sin más, acomodé la cabeza de mi verga en la entrada y de un solo golpe se la enterré hasta el fondo.

Uriel gemía a la vez que me alentaba a seguirlo penetrando: "Más, papito, quiero más, dame verga..... máaaas".... "Dame verga, mi culo te necesita, papito, papacito, cógeme, así, así, ay papacito, como me haces gozar"....

Hubo un momento en que permanecí quieto y Uriel también, luego me urgió a sacarle toda la verga y volvérsela a propinar de un golpe...... Su culo me apretaba como queriendo ahorcar mi tranca y yo gozaba viendo como entraba y salía y escuchando el chasquido que hacían mis huevos al estrellarse en sus nalgas..... fue una cogida fantástica, disfrutable, de esas que uno no quiere que terminen. Pero terminó y yo solté mares de calientes mecos.

Obvio que usé condón y fue cuando le saqué la reata que su culo se quedó con el condón dentro, entonces, suavemente lo tomé por el borde, le estiré despacio y al sacarlo, el condón estaba cargadito de mi leche y en el exterior, algunos hilillos de sangre.... disfruté tremendamente el espectáculo.

Él me pidió que le ayudara a terminar y encantado lo hice, no hizo intento de penetrarme, sólo me rogó que lo masturbara, estando yo sentado y él de pie; de vez en cuando le daba yo unos lametones en el glande, hasta que esa rica y antojable verga fue presa de fuertes convulsiones y escupió furiosa su savia blanca, cremosa, abundante y de un olor riquísimo.

Sus mecos me bañaron el rostro, el pecho y mi pubis. Creí que todo había terminado allí, pero Uriel me lamió todo hasta engullir totalmente su propia leche.

Yo sentía que mis piernas flaqueaban. Uriel me dio su tarjeta, es abogado y dijo que le encantó la cogida. Me dijo que le llamase el próximo viernes..... Esperaré.