Vanessa
El dia que conocí a la famosa amiga de mi marido, entendí porqué era tan famosa....
Hola de nuevo. He revisado los relatos de mi señor marido, y he visto que se le olvido contaros el dia que conocí a la “famosa” Vanessa.
He de reconocer, que tenía bastantes prejucios acerca de ella, ya que a mi marido se le ilumina la cara cuando habla de ella (cosa que no le pasa cuando habla de su ex, Susana), incluso sentía celos. Sabiendo que era una morenaza despampanante, casi diez años mas joven que yo.
Recuerdo que faltaba un tiempo aún para mudarnos a New York, que junto con Mireia y Judith preparamos una noche de chicas. Mireia, sin decirnos nada, se lo contó a Vanessa, que se apuntó rapidamente. Como sabeis vive en Paris, y aunque ya no, estuvo viviendo mucho tiempo con Susana, la ex de Karlo.
Es evidente, que Susana, sabiendo que Karlo tenía una relación seria con otra chica no quiso saber nada del tema, pero la jovencita se apuntó rapidamente.
Fuimos a buscarla al aeropuerto Karlo y yo, un jueves al atardecer. Cuando la vi salir por la puerta de la terminal de llegadas, me enamoré de ella. Tardé tres segundos en entender lo que le pasaba a mi marido con esa joven chica.
A parte de ser increiblemente bonita, con su melena negra, larga, una cara super atractiva, y una boca mas bien grande (su sonrisa me recuerda a Julia Roberts). Piernas super largas, culito duro. Pecho de tamaño perfecto (a mi gusto. A mi marido le gustan mucho más los mios, pues son bastante más grandes).
Es una chica toda ella sensualidad. Cuando camina, mueve las caderas y el cuerpo con una provoación, y una naturalidad difícil de explicar.
Recuero que en aeropuerto, la gente giraba la cabeza al verla pasar, y no solo los homres.
Al vernos, le dio un largo abrazo a mi marido, mientras yo sin saber donde mirar, hacía esfuerzos para no poner cara de envidiosa. Lo bueno del caso, es que me estuvo abrazando más rato a mi.
-no sabes bien las ganas que tenia de conocerte, tu marido me habla maravillas de ti. Tienes que ser una gran chica para aguantarlo.
Justo en ese momento nuestras caras se separaron, y me dedicó una gran sonrisa, que con esa dentadura perfecta, y esos ojos negros, casi se me caen las braguitas.
Nos fuimos los tres para casa (entonces, vivíamos en el piso de Karlo, en la zona alta de Barcelona).
Una vez allí, Vanessa se instaló, y se dio una ducha. Nosotros la esperábamos para salir a cenar.
Salímos los tres, y una vez en el restaurante vino Mireia.
Cenamos los cuatro, de manera informal, eso si, vevíendo un par de botellas de buen vino.
Vanessa, como ya sabreis trabaja de product manajer en una empresa de juguetes eróticos. Incluso tiene una muñeca-maniquí de estas que parecen reales, de la que sacaron el molde de su culo al diseñarla.
Nos tomamos unas copas, al lado del Don Pepito, y al acabar, Mireia se fue para su casa.
Paramos un Taxi, y nos fuimos a nuestra casa. Una vez allí, nos pusímos ropa cómoda. Bueno, Karlo se puso un pantalón corto y una camiseta, yo una camiseta suya, y Vanessa nos apareció con una bata larga, de color negro, completamente transparente. La muy golfa se pintó los labios de color rojo, estaba impresionante.
Me considero una chica satisfecha y orgullosa de mi cuerpo. Se que tengo un cuerpo bonito, porque me cuido, y me lo dicen muy a menudo. Pero Vanessa juega en otra liga, ella acompaña un cuerpo casi perfecto con una sensualidad cautivadora. Nunca he sentido una atracción física con una mujer, como con ella.
Note rapidamente como se humedecia mi entrepierna. La deseaba con toda locura.
A mi marido también se le puso una cara de tontito muy notable.
Se acercó a nosotros, y se abrió ligeramente la bata. Le dió un piquito a Karlo, giro la cabeza hacía mi, y me dedicó otra sonrisa. Se sentó encima mio, abriendo su bata, y eneñándome su cuerpo completamente desnudo.
Nos besamos larga y profundamente, ante la atenta mirada de Karlo.
Su lengua era dominante, me recorria toda la boca, sus labios eran dulces y carnosos. Se me ponía la piel de gallina, y “solo” me estaba besando.
Mi marido no perdía detalle. Vanessa recorrió mi cuerpo, me quité la camiseta, al tiempo que ella me bajaba las braguitas. Paso la punta de su experta lengua entre mis piernas, mi coñito estaba completamente empapado. Al pasar su lengua se dió cuenta, y esbozo otra sonrisa.
Ella sabe lo que hace. Es poderosa, y perfectamente consciente de ello.
-después te vienes a mi cuarto Anna-me susurro al oido-tengo muchas ganas de ti.
Entendí que primero había que “acabar” con Karlo. Asi que nos levantamos las dos, y nos arrodillamos delante suyo. Empezó Vanessa metiendo la punta del pene de mi marido entre sus labios. Yo le lamía los huevos. La tenía muy muy dura. Entonces me la pasó a mi, y me la metí entera en la boca. Karlo enloquecía de placer.
Vanessa nos dejó unos instantes, mientras yo seguía chupándole el pene a Karlo. Apareció con un maletín (entonces entendí la frase que tantas veces había escuchado: el maletín de Vanessa). Lo dejó encima de la mesa, abierto.
Giré mi cabeza un momento, y la vi untando las puntas de un vibrador doble, de estos que usan las lesbianas.
A Karlo se le dibujo una sonrisa en la cara. Sin que nadie dijese nada, se puso de rodillas en el suelo. Vanessa me pidió que hiciese lo mismo.
Mi marido y yo, estábamos culo contra culo. Nos separamos un pelin. Vanessa me paso dos dedos por mi coñito, y metió el vibrador. Lo dejo quieto unos segundos, mientras le metía la otra punta a Karlo. Cuando nos tuvo a los dos preparados, empezó a follarnos a los dos a la vez. No se si escuchaban mas los gemidos de Karlo o los mios. Cambiaba el ritmo de vez en cuando. De repente se paraba uno o dos segundos, y continuaba dándonos caña. No tardé mucho en tener un orgasmo. Entonces me lo quitó, y continuó con Karlo.
Me puse un arnés del maletin, y buscando el coñito de mi nueva amiga, le dediqué unos cuantos besos y lametones. Sabía de maravilla. Los jadeos de Vanessa al notar mi lengua son indescriptibles. Incluso jadeando o gimiendo es sensual.
Karlo se sentó en el sofá de nuevo, y Vanessa se encargó de ponerle el pene duro otra vez, mientras yo con mis dedos no me separaba de aquel increible coñito.
-Siéntate bonita-me dijo.
Me senté en el sofá, y Vanessa volvió a ponerse encima mio. Me pellizcaba los pezones, y rozaba sus perfectos pechos con los mios.
Se sentó encima del vibrador y este desapareció entre sus pernas. Sin dejar de besarnos, noté como Karlo venía por detrás de Vanessa, y evidentemente, le metía su duro pene por el culito. La chica se quedó quieta unos segundos. Cerró los ojos, y empezó una série de diabólicos movimentos. Gemía como una loca, y Karlo ponía cara de no aguantar mucho. Notaba los jadeos de Vanessa en mi cara y en mi cuello, y me excitaba todavía más. Con mis manos agarraba fuerte su culo, abriéndolo, y facilitando así el trabajo de mi marido.
Karlo tardó no aguantó todo lo que hubiese querido, y se corrió en el culete de la chica. Ella pasando su mano por su ano, recogió algun resto de semen y se lo llevo a la boca. Se lamió sus dedos, y se estremeció. Su piel se erizo.
Le dió un señor morreo a mi marido, y otro a mi.
-Buenas noches Karlo-le dijo a mi marido, mientras se levantaba, y cogiéndome de la mano me llevaba a su habitación.
-no me parece justo-protesto Karlo-pero ya me gusta que os conozcais bien.
Vanessa espero en la puerta de la habitación a que yo entrara, y la cerro justo cuando entré.
Una vez dentro, nos soltamos las dos bastante, caimos en la cama, y nos revolcamos en ella durante un buen rato.
Nos sentamos las dos una frente a la otra, e intercalamos nuestras piernas, de manera que nuestros coñitos se frotaban el uno al otro. Nos agarrábamos fuerte con un brazo, y nos moviamos con mucha sensualidad. Menudo orgasmo.
Estuvímos un buen rato, horas diría yo. No sabría deciros cuandos orgasmos tuve. Jugamos con nuestras lenguas, nos rozábamos con nuestros pechos. Vanessa se volvía loca con ellos, me mordía los pezones con tacto, me encanta....
También usámos el vibrador doble, y todo tipo de juguetes.
Hasta entonces, había tenido bastantes relaciones lésbicas, pero ninguna como aquella noche, incluso a partir de aquella noche, las que he tenido ya han sido mucho mejores. Ella me enseño a disfrutar y hacer disfrutar del sexo femenino. Pienso que todas las mujeres del mundo deberían probarlo, al menos una vez....
A la mañana siguiente, me desperté sola en la cama. Eran las ocho y media, y me levanté con la idea de comerme viva a mi nueva amiga.
Fui a la habitación de Karlo, y tal como me imaginaba, Vanessa estava allí.
Estaban haciendo un 69. Al verme asomar por la puerta, me dijeron un buenos dias, y siguieron a lo suyo.
Pensé en apuntarme, pero era justo que Karlo disfrutase de su amiga especial.
Poco tardo Vanessa en ponerse a cuatro patas en la cama, y mi querido marido follarla por detrás. No sabría deciros con certeza, pero estoy practicamente segura que se la metía por el culito.
Me fui al baño de la habitación de Vanessa, y me preparé una ducha.
Justo al entrar en ella, apareció la chica, corriendo, y me plantó un morreo. Llevaba el “premio” de Karlo entre los labios. Lo compartimos, y nos duchamos, frotándonos la una a la otra. Tuve otro orgasmo, provocado por la masturbación que aquella preciosidad me estava dedicando.
Cuando salimos de la ducha, mi marido ya estaba con el traje puesto, y la chica del servicio ya nos había preparado el desayuno.
Nos fuimos los tres cada uno a lo suyo. Karlo a su despacho, yo al mio (justo en piso de al lado) y Vanessa fue a ver a sus padres.
Al llegar a mi despacho, vino Mireia rapidamente.
-Nos tomamos un café?-me preguntó la compañera de mi marido.
Bajámos a la cafeteria de Conchi, y la puse al día. Mireia coincidía conmigo, Vanessa era una de las personas más sexuales que había conocido.
-y no la has visto con varios chicos-me explicaba-es una pasada. Tiene un “savoir-faire” brutal.
A Mireia se le iluminaban los ojos hablándo de la morenaza. Y después de la noche que había tenido yo, a mi también.
-te has acostado con ella muchas veces??-le pregunté.
-bueno, creo que bastantes si, aunque solas, solo una vez, y estuvimos horas.
Igual que yo la noche anterior.
-la Susana de los cojones se lo debe pasar en grande-dije pensando en voz alta.
-bueno, a Susana le va mucho la variedad....pero sus momentos habran tenido, seguro...
Es divertido, porqué en esa cafeteria, nos sentimos super observadas. Conchi nos observa....lo presiento....
Al llegar al despacho, Karlo salía por la puerta, ya que tenía una visita no recuerdo donde.
Yo esperaba unas chicas más tarde, y no tenía mucho trabajo, revisar los perfiles de mis clientas y clientes, y poca cosa más.
-te bienes a mi despacho un momento?-me preguntó Mireia.
Ella sentía lo mismo que yo, una calentura interna fuera de toda duda, al estar tanto rato hablando de Vanessa.
Entré en su despacho, y sin decirle nada, me bajé los vaqueros y los dejé encima de la mesa para visitas. Mireia me esperaba al otro lado de la mesa, con la falda subida hasta la cintura, y las piernas completamente abiertas.
Le aparté el tanga a un lado, y empecé a lamer su precioso y delicado coñito, para notar, poquito a poco como se iba humedeciendo.
Una vez Mireia tuvo su orgasmo, la besé, y me senté encima de su mesa, ya sin braguitas. Mireia sacó un consolador del cajón, y me masturbo de lo lindo, usando su lengua y el dildo. Mi excitación era tal, que no tardé mucho en correrme yo tambíen.
Después de comer, decidí bajar al despacho (en aquellos tiempos trabajaba desde casa por las tardes). Bajé con mi coche, y me llevé un cabreo de mil demonios al ver el coche de Roger en mi plaza del despacho. Es en pleno centro, y aparcar en la calle es poco menos que imposible.
Lo bueno, es que mientras iba andando por la calle, hacía el despacho, me encontré con Vanessa, que ni corta ni perezosa, en medio de la calle, me plantó un señor beso en la boca. Sentí vergüenza unos segundos, y después me la hubiese comido allí en medio de Paseo de Grácia.
-Karlo está reunido con Roger-le dije.
-reunidos? estarán follando-me dijo ella, plenamente convenzida-ese capullo siempre que tiene ganas de sexo viene a ver a Karlo.
La verdad, es que yo pensaba lo mismo.
En efecto, cuando subímos, Karlo estaba encima de su mesa, y Roger le estaba dando por detrás.
Al vernos entrar, nos miraron, y Karlo me hizo una mueca para que nos juntaramos con ellos.
Mireia salió de su despacho al oirnos entrar, y vino junto con nosotras dos al despacho de mi marido.
Karlo se incorporó, y se puso de rodillas en el sofá. Mireia se volvió a su despacho, y Vanessa y yo nos quedamos mirándolos.
Me encanta ver como se follan a mi marido.
Me bajé un pelín el pantalón, lo justo para poderme meter mano en mi coñito. Vanessa se sentó en una butaca, y se abrió bien de piernas. Nos masturbamos la una a la otra mientras los mirábamos follar.
Cuando Roger se corrió en el culete de mi marido, Vanessa se acercó y lo lamió durante un rato. Roger se apartó y se subió los pantalones. Entonces me arrodillé en frente de mi marido, y le chupe la polla que rapidamente se había puesto bien dura. Estuve chupando ante la atenta mirada de Vanessa, que no dejaba de masturbarse. Tuvo un orgasmo antes que yo consiguiera que Karlo se corriera.
Cuando tuve mi premio, bese a Vanessa, que estaba sediente de leche, y no dejaba de pedírmelo.
-me tienes que enseñar a chupar pollas-me dijo la chica justo al separar nuestros labios-tienes un dominio extremo.
-estoy deacuerdo-dijo mi marido.
Siempre me dice que la chupo muy bien, le gusta porque le hago las mamadas con la boca y los labios, sin usar apenas las manos. Tardo más rato, pero el orgasmo es mejor para ellos. Bueno, al fin y al cabo, fue Karlo quien me enseño a hacerlo, y creo que el entiende bastante del tema.
Nosotras dos, nos fuimos para casa, a prepararnos para salir. Aquella noche, habíamos quedado las dos con Mireia y Judith, y la cosa se presentaba caliente.
Como teníamos bastante tiempo, Vanessa empezó a ponerme modelitos de los suyos de ropa interior. A mi me encanta llevar ropa interior bonita, y a mi marido le vuelve loco, cuando me desnuda, y me quedo en tanga ligueros y sujetador.
Me gustaron tooooodos los modelos que me puse, y aprovechando que tengo la Visa de mi marido....pues ya os podéis imaginar.....
En el apartado de juguetes, también me dio un curso intensivo. Las dos nos estábamos calentando bastante. En un momento, Vanessa cogío unas bolas chinas y me las enseño. No hizo falta decir nada. Me bajé los shorts, y después de tocarme un poco mirándola fijamente a los ojos, se me acercó y me las puso dentro de mi coñito.
Seguímos hablándo como si tal cosa, yo notaba las bolas en mi interior, mis pezones se ponian duros por momentos, me estremecía toda yo.
Esta vez, fui yo, en medio de la cocina, la que me acerqué a ella y le comí la boca.
La empujé hasta que se sentó en el marmol de la cocina. Le cogía sus pechos, los apretaba, le lamía sus pezones, que se ponían duros con el tacto de mi lengua.
Me estuve un buen rato jugando con ellos, y con su ombligo. En un momento, me apartó, y cogiéndome de la mano, me llevo hasta el sofá del comedor. Allí se quedó completamente desnuda, y se puso de espaldas en el sofá.
Al igual que yo, llevaba unas bolas chinas puestas, asi que mientras con mis dedos le masturbaba el clitoris, con un pequeño dildo le follaba el culito, no sin antes haberlo lamido durante un rato. Sus nalgas son perfectas, te quedas atontada mirándolas.
Estuve un buen rato disfrutando de sus sexos, tuvo varios orgasmos, y yo no quería parar.
Entonces, con un arnés, me penetró ella a mi, haciéndome el amor durante mucho rato. También tuve unos cuantos orgasmos.
La noche se presentaba bien.