Vampiro

Una joven es asaltada por la calle en plena noche, por una de las criaturas de esta. Ambos descubrirán lo delicioso que es pasar una noche juntos.

La calle vacía, la luna alzándose en su máximo, la leve brisa que corría por la ciudad aquella noche, hacían que lo que en unos minutos iba a ocurrir subiera la temperatura del lugar.

Una joven caminaba sin prisa alguna por la calle, vestía con un body rojo ajustado que marcaba a la perfección sus erectos pezones, puesto que no portaba sujetador. Junto al body una falda de cuero negro y unas botas altas del mismo tejido completaban el conjunto dándole un aire de lo más sensual.

Una cola alta recogiendo su cabello oscuro era el peinado escogido para aquella noche.

La joven deambulaba sin rumbo alguno mientras miraba su teléfono, en él se podía observar como miraba su “feed” de Twitter. En él tan solo había erecciones y diferentes fotos de hombres desnudos.

Así pues, ajena a lo que a su alrededor pasaba, más que fijada en dar me gusta o retweetear publicaciones siguió caminando a paso liguero pero seguro hacia el final de la calle.

Fue entonces que un hombre joven, atractivo y musculoso apareció en escena. El joven portaba unos pantalones de cuero negros que marcaban sus fuertes piernas, unas botas negras le daban un aire de “malote. A ello se le sumaba una camiseta negra fina abierta, la cual dejaba ver sus marcados pectorales, su tez clara y su cabello moreno destacaban a simple vista.

Los ojos grises del chico se fijaron entonces en la preciosa y sexy joven que andaba por la acera contraria. Respiro profundo e inhalo el delicioso aroma de la joven. Aquello hizo que la parte más “viva” de su anatomía despertara de golpe, quedando esta marcada a la perfección en sus pantalones de cuero.

Se agarró el paquete para recolocarlo y acto seguido decidió seguir a la joven, primero empezó a seguirla de lejos, fijándose en cada centímetro del perfecto cuerpo de la joven.

La falda que llevaba la castaña no dejaba mucho a la imaginación, de hecho marcaba con claridad el perfecto, grande y redondo trasero de la joven. Su cuerpo entero era una delicia, puesto que tenía las curvas justas para ser lo más apetecible que llevarse a la boca.

Su cuello descubierto gracias a la coleta alta que se había hecho la joven, hacía que el hombre se relamiera imaginado lo dulce que sería lamer aquella parte del cuerpo de la muchacha.

El desconocido fue acortando más la distancia, de tanto en tanto debía reajustar su erección, puesto que clamaba por escapar de su prisión.

Fue a abordar a la joven cuando de pronto, la joven se agachó de manera muy sensual haciendo que su hermoso trasero quedara justo a la altura de la más que despierta erección del joven.

El de ojos grises se sorprendió ante aquel acto, pero lejos de apartarse o asustarse. La joven se levantó con delicadeza y se giró para quedar cara a cara con el de orbes miel. Lanzó una sonrisa traviesa y bajó su mano hacia la entrepierna del joven donde empezó a acariciarla sobre el pantalón.

—¿Necesitas ayuda, guapo? —susurró la joven acercándose a la oreja del azabache y pronunciando la frase de manera muy pausada y sensual sin dejar de acariciar la erección.

—¿Me estabas esperando pequeña? —respondió el hombre con la voz tomada por la excitación del momento antes de decidir acercarse al cuello de la muchacha y pasar su lengua por toda la zona expuesta.

La castaña dejó ir un suspiro de placer ante aquel acto a la par que notaba como el joven pasaba sus manos por toda su cintura y las subía con tranquilidad hasta sus más que erectos pezones.

—Mmm… esperaba que me abordaras antes guapo, ¿te gusta lo que ves? —preguntó la del body rojo mientras se dejaba hacer entre las manos del joven que jugaba con sus pezones, acariciándolos y pellizcándolos.

—Me encanta, estoy deseando hincarle el diente…

Mientras el mayor pronunciaba aquella frase, la joven se había deshecho del botón del pantalón y con rapidez había liberado la erección del hombre para empezar a masturbarla como se merecía.

Con movimientos lentos la joven procedió a la masturbación del miembro erecto del castaño, el cual se deshacía entre jadeos al notar la experta mano de la muchacha masturbándolo. La chica alternaba los delicados paseos con las yemas de sus dedos por el glande del joven a la par que abarcaba toda la erección en su mano y la masturbaba de arriba a abajo haciendo que el glande se mojara cada vez más.

La experiencia de la joven frente a la masturbación del hombre, era algo que lo encendía ferozmente. Así pues, el chico abrazo con fuerza a ala joven para en un abrir y cerrar de ojos desaparecer de la calle para aparecer en un garaje. Pero antes de que la muchacha pudiera hacer preguntas, el joven arrancó con fuerza el body rojo que portaba y empezó a devorar su cuello para ir bajando poco a poco por su pecho hasta centrarse en lamer, moderar y degustar sus más que erectos pezones.

La pelirroja gozaba con aquello, sus gemidos empezaron a llenar la estancia, la joven se deshacía en un mar de gemidos. Pero aquello no había hecho más que empezar, puesto que con rapidez y cuidado el joven, volteó a la pelirroja para apoyarla contra la pared. Acto seguido subió la falda de esta y procedió a acercar su cara al trasero de la joven, el cual empezó a besar y lamer.

Fue a acercarse a la entrada de la joven, pero algo le molestaba. Así que hizo crecer sus afilados colmillos y de un mordisco rompió la pequeña y fina tela del tanga que portaba la joven. Para ahora sí sin impedimentos separar las nalgas e introducir su húmeda lengua.

Aquello hizo que la joven gritara de placer, la experta lengua del chico hacía y deshacía lo que quería con la rosada entrada de la joven. El castaño besaba, succionaba, mordía lamía y comía sin compasión la entrada de la pelirroja que debido al placer que sentía ante aquello había cogido del pelo al castaño y lo empujaba más hacía su trasero para que no cesara aquel placer.

Y aunque el joven se dejó hacer por unos segundos, pronto se deshizo del agarre de la joven y posicionó su más que urgida erección frente al rosado y lubricado agujero de la joven.

Se escupió en la erección, se masturbó un poco con su propia saliva y sin preguntar entró de una en el interior más que necesitado de la pelirroja que soltó un grito de placer que se escuchó en toda la ciudad.

Unidos por la zona más intima de ambos, el castaño acercó su boca a la oreja de la joven.

—Pienso preñarte, así que se una buena chica y no dejes de gemir pequeña —susurró el castaño mientras pasaba sus labios por la oreja de la joven y lamía el cuello de esta a la par que empezaba a embestir el interior de esta.

La larga y gruesa erección del mayor entraba y salía con velocidad y fuerza del interior de la pelirroja que se deshacía en un mar de gemidos al notar las certeras embestidas en su interior, cosa que iba a catapultarla hacía el más delicioso de los orgasmos.

Mientras esté arremetía en el interior con fuerza en busca de su también ansiado orgasmo, el joven decidió pasar una de sus manos por la cadera de la joven para bajar hacia el sur y agarrar la erección de la joven. La cual desprendía pre-semen en cantidades elevadas debido a lo cachonda que estaba y la cercanía a su orgasmo.

Notando aquella humedad y la necesidad por finalizar, el castaño arremetió con más fuerza en el interior de la pelirroja a la par que la masturbaba. Aquello era una delicia ambos gemían y disfrutaban de aquel pecado tan delicioso como prohibido que era el sexo.

Fue así que notando como su erección palpitaba por la necesidad de acabar pronto, el castaño dejó crecer nuevamente sus colmillos y acercando de nuevo la boca al cuello desnudo y salpicado de lunares de la pelirroja la mordió. Rasgo la perfecta piel de esta para dejar salir el delicioso y rosado néctar portador de vida. Así pues con el joven degustando sus sangre, la joven se corrió con fuerza en la mano del mayor.

Al notar su mano impregnada de la esencia de la joven y el sabor tan dulce de la sangre de la pelirroja, el castaño hizo exactamente lo mismo y se corrió con fuerza y cantidad en el interior de esta.

La joven notaba a la perfección como los chorros de semen del castaño la llenaban por completo, sentía su calidez y su espesa textura en su interior colmándola por completo de la semilla del vampiro.

Así pues tras dejar de beber de la joven y sellando las heridas con su más que habilidosa lengua, salió de la pelirroja con cuidado mientras la abrazaba con fuerza para que no cayera, puesto que las piernas le temblaban después de aquel pedazo de orgasmo.

El castaño acercó la mano en la que tenía la corrida de la joven a su boca y la degusto como había hecho con anterioridad con la sangre de la joven.

Acto seguido y con delicadeza sacó la erección del interior de esta, nada más sacar la ya por fin relajada erección del interior de la joven, una gran cantidad de la semilla del vampiro cayó al suelo, dejando así una espectacular visión del usado agujero de la pelirroja con su corrida cayendo a borbotones del interior.

Una visión de lo más sensual, tanto, que el vampiro lanzó un gruñido de placer antes de arrodillarse de nuevo para sacar a pasear su lengua y lamer a conciencia toda la zona sucia, para así dejarla bien reluciente.

Tras acabar de degustar aquel delicioso manjar bañado por su propio sabor, giró a la joven y con lo que quedaba de su semilla, la beso. Un beso sucio y apasionado que hizo que ambos volvieran a encenderse nuevamente por degustar la corrida entre sus labios.

—Sigues igual de deliciosa como de costumbre pequeña —pronunció el vampiro tras finalizar el beso.

—Sabes que me gusta probar cosas nuevas Klaus, además tú tampoco estás mal —respondió la joven mientras se relamía de una manera muy sensual, puesto que en el beso había decidió morder un poco el labio del mayor para saborear también la sangre de este.

— Joder Kate, como me estás poniendo… —gruñó de placer el vampiro.

— Eso espero guapo, porque no pienso parar hasta dejarte vació —dejó la joven antes de abalanzarse con rapidez a la nuevamente despierta entrepierna del vampiro para otorgarle una mamada de campeonato.

No iban a aparar de practicar aquello que tanto les gustaba en toda la noche, deseaban unir sus cuerpos todo lo posible y llenar la noche de gritos de placer.

Sus almas ya las tenía el mismísimo diablo, así que no iban a dejar de pecar jamás, puesto que yacían condenados desde la primera vez que sus miradas se cruzaron.