Vampiresas (0, se inicia: preludio nocturno)

Es la historia de mi vida, la historia de una incestuosa vampiresa.

VAMPIRESAS 0 (Se inicia la historia: preludio nocturno)

INVOCACIÓN DE DESTRUCCIÓN

Si no es lectora sino lector, si es hombre, si es de ese ignorante género masculino, entonces escuche, ya que las poderosas voces de mi venganza atraviesan la quietud del aire y permanecen como monolitos de ira sobre una llanura de serpientes agitadas. Me convierto en una máquina monstruosa de aniquilación para descomponer su cuerpo que me ofende con la simple presencia de sus ojos sobre mi narración. Grandes formas negras y viscosas surgirán de de los pozos más profundos y vomitarán su postulencia en su cerebro. Llamo a los mensajeros de la ruina, a Abaddon, el destructor, a Sekhmet, diosa de la venganza, a Tchort, el dios negro, a Shiva, el destructor, para que hieran con siniestra crueldad esta víctima, este macho que no quiere retirar sus ojos de mi lectura. Silenciosa es esa ave que se alimenta de la pulpa del cerebro de quien me ha atormentado, y la agonía que tendrá lugar se alimentará a sí misma en temblores de dolor, solo para que sirva como señal de advertencia a aquellos machos que quisieran herirme con sus ojos lectores. Se lo ordeno macho ignorante: NO LEA ESTE RELATO, de lo contrario su vara no se volverá a erguir, desgarrare esa lengua y cerraré su garganta, penetraré sus pulmones con aguijones de escorpiones. Arrojaré su sustancia al lúgubre abismo. RETIRESE MACHO NO LEA ESTE RELATO. Tundida, diabla Escandinava, has que todo macho se aleje de mi relato, destrúyelo si no se aparta, te lo imploro y a cambio, en compensación de este deseo que complaces te daré mi voluptuosidad, mi cuerpo, mi fulgor de sabores salados. Canta con migo Tundida, iniciemos una orgía de salados sabores femeninos, vamos en busca de Safo, la cantante lésbica, y Afrodita, nuestra caprichosa, apasionada y sanguinaria diosa lesbiana...

PRELUDIO NOCTURNO

Hay refinamiento, delicadeza, lujo pero más que nada exceso en todo momento. En mi sociedad existen pavorosos secretos. Y las más bellas dicen: "Vampiresas, vampiresas, vampiresas parecemos." Sin duda tienen razón; tributo a lo negro. Sociedad gótica en la que la oscuridad solo era quebrantada por algunas bandas de encaje rojo en las prendas de las mujeres y también por el mismo fulgor escarlata que de sus labios brotaba. Solo lujuria, todas las mujeres eran deseadas. Yo era una flor delicada en busca de placer; placer para mí y para las que me lo provocaban. Éramos artistas, éramos viciosas, eternas obscenas y libidinosas, jóvenes privilegiadas. Jamás éramos vistas en las calles y en tus sueños siempre nos hallabas. Frecuentábamos desfiles de modas en todo el mundo. En Berlín, en Paris, en Londres, en Moscú, algunas veces en Tokio y otras en Roma disfrutábamos con las pasarelas y las mujeres bellas. Comprábamos algunos vestidos y luego nos dirigíamos a cócteles donde música electrónica sonaba, consumíamos drogas y una orgía eterna se desataba. Si no estábamos en un desfile era porque nos encontrábamos en alguna playa en el Caribe disfrutando de días y noches de música, sudor y sexo. Toda mujer sexy que conociéramos o que tan solo se nos atravesara en nuestros paseos por las playas y sus clubes, estaban invitadas a nuestros libertinajes. Pero nuestras participantes favoritas eran las más voluptuosas, las de senos y culos más grandes y firmes, con las que nos íbamos en busca de un lugar privado y allí tomábamos vino, nos acariciamos sudando por el placer y cuando la excitación llegaba a un nivel siniestro, les cortábamos un poco la piel para untarnos sangre, para derramarla en copas con vino y bebérnosla, solo por complacer una excentricidad sexual. También nos fascinaba pasar el tiempo en un spa, descansando y rindiéndole homenaje a nuestra propia belleza, o realizando algún deporte excitante que nos provocara un poco de sudor: natación, equitación o simplemente hacíamos ejercicio en un gimnasio. Placer, placer y mucho furor.

Hace pocos años en Aruba, un día de Junio, me encontraba acostada en la playa disfrutando del sol y de un cóctel, rodeada de mucha gente pero sin compañía y de todas formas tranquila. Era la mañana de un viernes de cielo azul. El lunes anterior mis hijos me habían contado que se irían en dos días a una semana de moda para invierno en Buenos Aires y me propusieron que los acompañara, pero yo tenía ganas de sol ese fin de semana, así que decidí no irme con ellos y viajar el jueves a Aruba con mi hija menor que tan solo tenía 10 meses de nacida. En esas playas del Caribe me encontraba acostada escuchando el sonido de las olas con los ojos cerrados, pensando en asuntos varios de los 34 años que llevaba existiendo, mientras mi nena descansaba en la habitación del hotel. Cualquier mujer que hubiera vivido lo que yo había vivido hasta ese momento seguro se sentiría terriblemente culpable, lacerada, desequilibrada y probablemente la vida le hubiera parecido insoportable, hasta el punto del suicidio; sin embargo como ya lo he dicho yo descansaba tranquila, acostada bocabajo en la playa, sin ningún remordimiento. Pero aún me faltaba algo: salir del silencio y de la hipocresía que de todas formas también eran cadenas que me ataban. Sin embargo no pensaba en eso en ese momento, al contrario me encontraba un tanto excitada por los recuerdos de mi vida escarlata y oscura, sintiendo la brisa que rozaba mi piel, cuando de pronto alguien tapó enérgicamente con sus manos mis ojos, una presencia ardiente que llegó por detrás mió y que se sentó a mi lado, sobre la arena. Empecé a creer que se trataba de una mujer cuando palpé sus manos suaves y ligeras en busca justamente de reconocimiento, y lo confirme cuando en un intento sorpresivo por retirar sus manos de mis ojos, ella soltó una delicada sonrisa de adolescente deleitada. Bajo la seguridad de una presencia femenina, decidí divertirme un poco también, yendo en busca ya no de retirar sus manos de mis ojos sino de intentar tocar sus senos. En primera instancia lo logré, aunque solo por un instante breve y fugaz, en el que de todos modos sentí los pezones duros y protuberantes bajo el bikini. Ella rápidamente estiró sus brazos, en medio de sonrisas, para alejar su cuerpo del mío y apretaba aún con más fuerza mis ojos. Yo seguía intentando tocarla, así que se inicio una pequeña batalla de ofensiva y defensiva en medio de movimientos ágiles y veloces que terminó dejándonos a ambas por triunfadoras, sudadas y agitadas. Yo, encima de ella, estaba un tanto mareada, viendo solo esbozos sin reconocer su figura. Pero cuando por fin tuve nitidez y claridad en lo que veía, la reconocí y me puse rápidamente de pie. ¿Quién hubiera imaginado que sería esta joven la que me quitaría las cadenas del silencio y la hipocresía? Nadie lo sospechaba. Desde el 92 llevaba escribiendo mi vida para mí y mi círculo privado, pero después de ese junio del 94, gracias a ella, decidí escribirlo para todos y vivir abiertamente por el sexo y para el sexo, sin ocultar nada a nadie. Ella era Paula la hija menor de mi mejor amiga, Carolina. A Carolina la veía cada quince días, pero a esta niña y a su hermana llevaba tres años sin verlas, antes de que el esposo de mi amiga me prohibiera la entrada a su casa, pero eso es otra historia.

Hola Hulla, ¿no te alegra verme?

Yo me había puesto de pie rápidamente por que amaba a Carolina y no podía creer que su hija me pareciera tan sensual. Era una escultura. Tenía dieciséis años y su cuerpo ya estaba completamente desarrollado. Llevaba un bikini del color de la arena que lucia oscurecido por causa del contacto previo con el agua. Era de baja estatura, sus senos y sus nalgas eran muy voluminosos pero su vientre era plano y su cintura estrecha. Aún tenía cara de niña.

No es eso, es que has cambiado mucho. Te me haces casi irreconocible, pero me fascina verte – intenté disculparme

Entonces ven y dame un abrazo – Me lo dijo acercándose a mí. Nos miramos con una sonrisa y nos abrazamos. Sentí entusiasmada su cuerpo y sin duda ella sintió el mío.

Has crecido mucho Paula, estás hermosa – fui sincera

Si, pero todavía soy una niña caprichosa y consentida. Llevamos mucho tiempo sin vernos, tenemos mucho tiempo sin hablar, ¿que tal si te invito a un jugo y charlamos?

Yo acepté y caminamos hasta un bar cercano a la playa. Allí charlamos durante un par de horas. Ella ni si quiera sospechaba de lo mío con su mamá, así que yo aproveché esa ventaja para informarme de cosas que Carolina no me contaba. Paula por su parte me preguntó por mis hijos y yo le conté que ya era abuela y que además había vuelto a ser madre, prometiéndole que un día cercano les presentaría a mis nietas a ella y a su familia y le dije que mi nena estaba durmiendo en el hotel. Le propuse que me acompañara hasta allí para que conociera a mi nena, pero me dijo que había quedado de encontrarse con su hermana en 40 minutos y justo eso era lo que más o menos nos gastábamos hasta el hotel. Yo ya debía irme precisamente a ver si mi nena se encontraba bien pero me pidió que me quedara unos minutos más. Hubo un silencio cómodo en el que observé su rostro infantil y esbelto, sus brillantes ojos de un amarillo oscuro y la cola de su liso y brillante cabello castaño. Le dije algo que sin duda ella sabia, le dije que era hermosa y que seguramente tendría muchos admiradores, así que le pregunté por su novio. Me comentó que solamente, más o menos hace unos tres años había tenido una relación con un chico que no llegó a la consumación sexual. Yo le dije que me tenía que ir y ella quería que me quedara a ver a su hermana, le dije que ya había dejado a mi nena por mucho tiempo sola y que definitivamente me tenía que ir, así que me hizo hacerle una promesa. Me comentó que asistiría en la noche con su hermana a una fiesta de mar y arena en un club de la playa que yo conocía, de manera que me hizo jurar que llegaría esa noche al lugar y las buscaría para compartir un tiempo junto a ellas. Yo se lo juré. Me dijo que no le contaría nada a su hermana para darle la sorpresa y así nos despedimos.

La idea de rumba en la noche me hizo poner un tanto entusiasta y excéntrica, así que decidí tinturar mi cabello temporalmente de un intenso azul y ponerme lentes negros, el cambió fue radical porque yo soy rubia y de ojos claros. Luego compré un pequeño bikini en cuero del color más parecido que encontré al de mi nuevo cabello azul intenso. El resto de la tarde la pasé mimándome en un spa. Eran las diez de la noche y yo estaba intentando hacer que mi nena se quedara dormida, lo logré unos minutos después y me dispuse a arreglarme. El negro y el azul oscuro dominaron mi maquillaje. Sombras negras con un matiz azulado, delineador oscuro y los labios negros y brillantes. Un violeta tenue y pálido en mis mejillas que se difuminaba en el blanco macabro del resto de mi rostro. Mi cabello largo, liso y artificialmente azul brillante e intenso. Sobre el bikini llevaba un velo excesivamente ceñido de transparencia negra que se anudaba en mi nuca y llegaba hasta la mitad de mis muslos. Me extasió ver mi aspecto gótico y voluptuoso. Cuando llegué por fin al club iban a ser casi las once. Allí me di cuenta que iba a ser muy difícil encontrar al par de hermanitas pues no quedé con Paula de encontrarnos en un lugar especial del club, que era demasiado grande, y en el cual además había bastante gente, todos en ropa de playa y todos de pie bebiendo y bailando. Fui directo a la barra donde bebí un par de mojitos, intentando ubicar a Paula y Alejandra, pero después de media hora sentada me canse, así que decidí ir en su búsqueda. Di una vuelta de más o menos otra media hora por todo el club en la que tanto hombres como mujeres intentaban cautivarme para que me quedara bailando con ellos. A ellos los ignoraba, pero con algunas de ellas, las más bellas, compartía unos minutos de baile y sensual roce en el que me deleitaba. Disfrute el ir caminando por ese lugar dejándome llevar por la música, como un pequeño planeta capaz de viajar a diferentes soles y alrededor de cada uno de ellos, disfrutar sus calores y sus diferentes bellezas. Fue una voluptuosa pelinegra alemana quien me tomo de la mano y me subió por unas pequeñas escalerillas muy empinadas a uno de los pequeños palcos que estaban diseñados para que precisamente sólo parejas bailaran. Fue el sol que impuso con mayor intensidad su atracción hacia mí. Allí casi se adueño de mi cuerpo, manipulándome con sutileza en medio de la música electrónica. Se me hizo detrás y puso sus manos con suavidad sobre mi cadera, acercándome hacia ella. Yo hacía suaves círculos con mi cadera y sentía como mis nalgas rozaban a veces la parte superior de sus muslos, a veces la parte baja de su vientre, que también hacia círculos. Sus pechos se clavaban en mi espalda y yo disfrutaba su gran volumen y su firmeza. Ambas sudábamos excesivamente por la cantidad de gente en el lugar, por las luces, por nuestros movimientos y por nuestra cercanía. Tomó mis manos húmedas por la transpiración y las puso en sus nalgas sudorosas, nalgas que no eran tan firmes como sus senos pero sí muy voluminosas, yo sentía como el hilo de su tanga se perdía entre esas lindas nalgas húmedas. Llevaba un bikini blanco que contrastaba con el negro brillante de su cabello liso. Respiraba excitada en mi oído y después de un tiempo me empezó a susurrar: "Leidenschaftlicher Frauenvampir gibt mir Ihr blaues Schwitzen", su voz era suave y reflejaba su estado de excitación, excitación que sin duda hace ya un buen tiempo me había transmitido. Me dio la vuelta y mis ojos quedaron fijos frente a los suyos, muy cerca de ella, sintiendo su calor. Puso de nuevo mis manos en sus nalgas y ella hizo lo mismo con las mías y entonces le dije: "nun, Spiel mit mir das Spiel des Spiegels", y así iniciamos la actividad del mimo. Subí mi mano derecha y con mi índice toqué sus labios, ella hizo exactamente lo mismo y abrió su boca para lamer mi dedo, yo me vi obligada a hacer lo mismo. Subió su mano izquierda, acarició mis senos e intentó atrapar uno de mis pezones, yo hice lo mismo y disfrute el tacto de esas hermosas tetas alemanas. A mi se me facilitó atrapar sus pezones no muy protuberantes, mientras que a ella se le dificultó atrapar los míos porque mi bikini era de cuero grueso y más que nada por el velo de transparencia negra. Al verse frustrada en su intento de atrapar mis pezones, decidió quitarme el velo que estaba completamente mojado por mi sudor y lo dejó en el suelo. Se excitó al ver que a pesar del grosor de mi sostén de cuero de todas formas mis pezones resaltaban abultados, así que sin duda envió sus manos hacia ellos; yo continué haciéndolo igual y estuvimos así por unos minutos. Después bajé mi mano derecha y empecé a rozar de adelante hacia atrás su tanga blanca, ella hizo lo mismo con migo; yo estaba muy arrecha y sin duda ella también, así que mirándola a los ojos metí mi mano entre sus nalgas mojadas por el sudor y hundí mi dedo corazón en su ano por encima del hilo de la tanga, observando el gesto de sorpresa y placer en su cara; ella se vio obligada a hacer lo mismo, y cuando su dedo llegó a mi ano sentí una descarga que nos unió aún más, dejando a nuestras bocas en un roce sutil. Nos besamos con pasión, mientras subíamos y bajábamos el dedo corazón para golpear nuestros anos por encima de las tangas y con la mano libre acariciábamos nuestros senos, todo esto sin dejar de bailar. Estábamos bañadas en sudor y completamente excitadas y la misma excitación me trajo a la mente a Paula, así que dejé de besar a la alemana, eche un vistazo de pie en ese palco y me puse nerviosa al ver que desde abajo todo el mundo en el club nos observaba. Sentí que un silencio místico se apoderaba de aquel lugar, pero algún entusiasta dio un aplauso y después todo el mundo celebró con gritos, chiflidos y con algarabía nuestro sexy espectáculo. Me agaché para recoger mi velo y con él me limpie la transpiración, le puse a ella el velo mojado por mi sudor y me despedí diciéndole: "Ich gebe Ihnen das blaue Schwitzen von einem Leidenschaftlicher Frauenvampir". La gente retomó la bebida y el baile, esta vez completamente subidos de tono por el espectáculo que esta alemana y yo acabábamos de darles, todos bailaban excitados y las chicas se movían con erotismo, inspiradas por nosotras, en lo que parecía el inicio de una fantástica orgía. Al bajar por las escalerillas que me habían conducido al palco me encontré a Paula esperándome abajo. Sin duda había llamado suficientemente la atención como para que ella me ubicara:

Hola Hulla creí que no ibas a cumplirme pero en realidad me has sorprendido – lo dijo con un tono irónico que me agradó. Se lanzó a abrazarme con un gesto de felicidad en su rostro, luego me tomó de la mano y me llevo caminando hacia un lugar distante y un poco menos estridente.

Hola preciosa, te juro que llevo mucho tiempo buscándote y mientras lo hacia esa mujer me llevó a bailar y pues ya viste lo que sucedió – Paula mantenía ese gesto pícaro e irónico y a la vez tierno. Estaba hermosa con su cabello liso en capas y vistiendo un diminuto bikini rojo.

No te preocupes, la culpa es mía por no decirte exactamente donde encontrarnos – hizo un silencio y dijo con una sonrisa llena de travesura – Aunque la verdad no me siento muy culpable, pues al parecer la estabas pasando bastante bien – yo imité sin querer su sonrisa traviesa, ella me volvió a abrazar y luego me dijo – Al principio no estaba muy segura de que fueras tú. Esta mañana eras una mujer completamente diferente, eras una rubia

Bien, el espíritu de fiesta me invadió y decidí sorprenderte un poco – le dije.

Un poco, más bien demasiado. Igual me alegra encontrarte por fin, entre otras cosas por que mi hermana tiene muchas ganas de verte.

¿No se supone que no le ibas a contar que te habías encontrado con migo para darle una sorpresa? – pregunté sorprendida yo a cambio.

Precisamente estoy aquí hablando con tigo a solas por que quiero divertirme un rato con mi hermana, pero te necesito antes como cómplice – dejó de abrazarme bajando sus manos para tomar las mías, y aún así, sin pretender iniciar una charla seria.

Cómplice para qué o porqué, no te entiendo – en realidad estaba confundida.

Bueno Hulla, te cuento pero prométeme que me vas a ayudar – hice un gesto afirmativo de sincero compromiso y ella continuó – Estaba bailando con mi hermana y una amiga de ella, cuando vimos una mujer de pelo azul que nos daba la espalda, obviamente aquí no es que abunden las cabelleras azules, se trataba de ti pero yo en ese momento ni si quiera lo imaginé, y menos dándome la espalda. Las tres empezamos a hacer comentarios acerca de ti, que estabas muy buena, que qué culo tan precioso, que debías saber deli, que parecías una vampiresa, etc. – yo me puse nerviosa y me sonrojé un poco, al ver mi reacción Paula me dijo – lo siento pero es que no sabia que eras tú.

Igual lo pensaste – afirme yo

Si pero de eso hablamos después – ambas sonreímos y ella continuó – La cosa llegó a que mi hermana y su amiga terminaron por apostarte, espero no te ofendas, por eso te soy sincera. La apuesta fue que la que se acueste con tigo hoy tendrá a la otra por esclava durante una semana. – yo lejos de estar ofendida me estaba divirtiendo mucho y se lo hice saber a Paula con un burlesco gesto lujurioso – Sólo fue cerrada la apuesta, dejándome a mi por testigo (te recuerdo que no sabia que eras tu), cuando nuestra amiga alemana ya estaba bailando con tigo en ese palco.

¡Esa alemana es amiga tuya! – ahora si estaba realmente sorprendida

Si, se llama Alexa, pero ni ella ni mi hermana saben quien eres y menos que Aleja y yo te conocemos. Cuando empezaron a bailar comencé a sospechar que se trataba de ti. Yo estaba bailando con mi hermana y la mire para ver si ella hacia un gesto que indicara que te había reconocido, pero más bien estaba extasiada viéndote bailar junto a Alexa; así que decidí acercarme un poco junto a ella para confirmar mi sospecha. Aleja bailaba detrás de mí, así como al principio Alexa bailaba detrás de ti. Al estar cien por ciento segura de que eras tú, me di la vuelta para ver si mi hermana también te había reconocido, pero ella aún en este momento ni se lo imagina si quiera, te lo aseguro por que realmente te vimos de muy cerca. Ya que lo pienso es natural por que ella lleva tres años sin verte y además ahora tienes un hermoso cabello azul y unos lindos ojos negros que inclusive a mí, que te vi esta mañana, me dejaron muy confundida.

Bueno y en qué quieres que sea tu cómplice – se lo dije expresándole una intriga amable y natural.

Después del aplauso que todos, incluyéndonos a nosotras, te dimos, le dije a mi hermana que Alexa era una ventajosa, y que quería que las cosas se balancearan un poco, así que te llevaría al lugar donde estábamos bebiendo y bailando nosotras para que ella también te conociera. Ella me preguntó que cómo iba a hacer y yo le dije que simplemente te diría que mi hermana mayor quería conocerte y que te preguntaría si aceptabas estar con nosotras. Aleja, que es un tanto orgullosa, me hizo prometerle que en ningún momento debía decirte que ella y yo éramos hermanas sino que simplemente las tres, junto con Alexa, éramos buenas amigas, pues le parecía ridícula la idea de enviar a la hermanita menor a hacer lo que ella podía, y así se lo juré. Y en eso estoy, llevándote a la mesa donde estamos nosotras, que dices ¿aceptas?

Obvio que si preciosa – hice la afirmación con una inevitable excitación.

¿Le diste tu nombre a Alexa?

No

Entonces tendremos que bautizarte, ¿cómo has querido llamarte o que nombre te gusta?

Mmmm, ¡Valentina!

Entonces recuérdalo. Y recuerda también que no nos conocemos y que Aleja y yo no somos hermanas.

Llegamos al lugar donde estaban ellas caminando cogidas de la mano. Alejandra bailaba con Alexa muy sensualmente y sostenían una conversación muy cercana debido al alto volumen de la música. El ambiente de este lugar tenía excitado a todo el mundo. Me di cuenta por primera vez de la fiesta orgiástica que yo había iniciado cuando vi a estas dos chicas moviéndose una frente a la otra. Los ojos eran utilizados con fines casi táctiles y las manos eran utilizadas para la exposición. Competían entre ellas con gráciles movimientos de cadera para mostrar la una a la otra cual tenía mayor agilidad sexual y, así mismo, provocar. La alemana exponía su fuerza y su voluptuosidad con elegancia, Alejandra exponía su delicadeza y su sensualidad con apetito. Entre hermanas compartían características de un árbol común, y sin embargo eran ramas completamente diferentes; como si una hubiese tenido mayor provecho de la tierra y la otra mayor provecho del sol. Imagine usted una mujer hermosa y elegante de cabello castaño, tez clara, atlética y estatura media. Ahora imagine que esta mujer es llevada a dos puntos extremos y físicamente opuestos, pero que sin embargo es la misma mujer, ese es el caso de Paula y Alejandra. Paula tenía un rostro angelical, tierno; Alejandra tenía siempre un gesto perverso y tentador. A pesar de su rostro angelical, Paula tenía un cuerpo extremadamente voluptuoso y demoníaco; por su parte Alejandra tenía unos senos redondos y firmes, pero pequeños, eso si, bajo el negro sostén se veían lindas protuberancias que me cautivaron. Alejandra siempre había sido delgada y ahora lucia como si se hubiera mandado a quitar las costillas falsas para verse aún más delgada. Esto hacia que sus caderas naturalmente anchas lucieran provocativas. Las nalgas, al igual que los senos, no eran voluminosas, pero si firmes y redondas, y además escondían un hermoso hilo negro que me atrajo. Paula y Alejandra eran versiones contrarias de lo que antes había sido una misma mujer y por lo tanto compartían rasgos comunes: la piel blanca, el cabello liso y castaño, los ojos amarillos oscuros, la nariz levantada y los labios rosados y protuberantes. Podrían haber pasado como hermanas de la misma forma como habrían podido pasar como solo amigas. Al vernos a mi y a su hermana, Alejandra, creyendo que yo no sabía alemán, le dijo a su amiga en este idioma: "la apuesta sigue en pie pero olvida que Paula y yo somos hermanas". Alexa se sonrojó un poco al veme, no solo por lo que había hecho conmigo en el palco, sino también por que sabía que yo hablaba alemán y no estaba segura si yo había escuchado o no lo que su amiga Alejandra le acababa de decir. Paula nos presentó:

Hola, les presento a Valentina, aunque una de nosotras ya la conoce bastante bien – miró con picardía a Alexa

Hola me llamo Alejandra – la hija mayor de mi amiga Carolina se me acercó y me dio un beso en los labios. Paula sonrió totalmente segura de que su hermana no sospechaba quien era yo.

Gute Nacht, me llamo Alexa – la alemana me picó un ojo y me acaricio mis nalgas.

Bailas muy bien para ser europea, y ese acento extranjero le queda muy bien a tu español – conociendo la apuesta quería poner en apuros a Alejandra para saber hasta que punto era capaz de llegar.

Siendo así la próxima vez que bailemos prometo susurrarte en español – me volvió a picar el ojo y sonrió – Me agradó mucho tu regalo, huele bien.

Y se te ve bastante bien – le dije con un gesto travieso.

Valentina ¿quieres un ron? – Alejandra me lo ofreció con la intensión sin duda de acabar mi conversación con su amiga. Se estaba sintiendo en apuros para ganar la apuesta.

Sólo si todas me acompañan con uno también – respondí con placidez. Todas tomaron una copa – Propongo un brindis por el hecho de conocerlas – sonrieron, servimos una nueva ronda y bebieron sus tragos. Alejandra sirvió otra ronda.

Brindo por la belleza de esta vampiresa – Alejandra al igual que su amiga Alexa, se encontraba completamente excitada. Después bebimos todas la tercera ronda de ron

Las vampiresas somos peligrosas, bebemos sangre – le dije a Alejandra con malicia fingida

Entonces te gustará la mía – me respondió mirándome con lascivia, yo le sonreí.

Brindo por el cabello azul de Valentina – dijo Paula mirándome con complicidad y haciéndonos beber una cuarta ronda de ron

Me siento comprometida a brindar también, así que lo hago por el ron, la música y las mujeres latinas

La alemana nos hizo beber una quinta ronda y en seguida se ubicó detrás de mí tomándome de la cintura e inició un baile junto a mí. Por su parte Paula se ubicó detrás de su hermana Alejandra y empezó a bailar igual que lo estábamos haciendo nosotras dos. Entonces Alexa empezó a susurrarme: "¿Así que te gusta mi acento europeo?" yo le respondí que me parecía sexy. Después me susurró de nuevo: "y también te gustan los juegos", yo le pregunté que si lo decía por lo del juego del espejo, ella me dijo que si y me volvió a susurrar: "Te tengo una propuesta", le pregunté que cual era y ella me dijo que esta vez hiciéramos el juego en parejas, ella con migo y Paula con Alejandra, yo me excite pues tanto ella como yo sabíamos que ellas eran hermanas, aunque yo estaba segura de que Alexa lo sabía, Alexa por su parte no estaba segura de que yo lo supiera, y al parecer ya había olvidado la escena en que las encontré cuando Paula llegó a presentarme. Me pidió que yo fuera la que se lo propusiera a ellas ya que no se vería mal en mí pues yo era una desconocida, me pareció lógico; sin embargo consideré que esta alemana era muy maliciosa pues quería jugar con el orgullo de Alejandra, ya que ésta se encontraba en el plan de hacerme creer que Paula era también su amiga y la alemana, que sabia perfectamente que eran hermanas, las quería obligar a juegos incestuosos.

Los secretos en público son mala educación – Alejandra excitada quería parar nuestra conversación. Alexa me apretó incógnitamente una nalga para animarme a lanzar la proposición

Es que le estaba haciendo una proposición a Alexa pero en realidad es una proposición para todas

De que se trata preciosa – me dijo Paula

¿Entendieron lo que Alexa y yo estábamos haciendo en el palco?

Si, se estaban manoseando – Paula respondió de esta forma y todas nos reímos

Bueno más allá de eso se trataba de un juego – respondí después de las risas

Al parecer lo que tu le hacías a ella, ella te lo hacia a ti y viceversa – dijo Alejandra sorprendiéndome con su perspicacia y sensibilidad

Exacto pero ahora lo propongo con un orden especial que implica la creatividad de cada una de nosotras. Yo le hago algo a Alexa, tú le haces lo mismo a Paula. Tú le haces algo distinto a Paula, yo le hago lo mismo a Alexa. Y así. – la idea era que Alexa me hiciera algo distinto a mí, Paula lo imitara con Alejandra. Paula le hiciera algo distinto a Alejandra, Alexa lo imitara con migo. Yo le hiciera algo a Alexa, Paula se lo hiciera a Alejandra. Alejandra le hiciera algo distinto a Paula, Alexa me lo hiciera a mí. Alexa me hiciera algo distinto a mí, Alejandra se lo hiciera a Paula. Paula le hiciera algo distinto a Alejandra y yo se lo hiciera a Alexa. E inclusive si la cosa estaba bien podríamos cambiar de parejas. Observé durante todo mi discurso el rostro de Paula que era la única que me preocupaba pues no quería que creyera que yo me estaba aprovechando de la situación, pero para mi sorpresa ella me escuchó con entusiasmo y con una sonrisa picara de aprobación, esto me dejo completamente arrecha.

Me parece una propuesta muy caliente, pero para iniciar debemos estar todas en igualdad de condiciones – dijo la pequeña Paula

¿Por qué lo dices? – le preguntó Alejandra mirándola hacia atrás

¿Acaso no viste el problema que ese velo le causo a Alexa? Recomiendo que se lo quitemos – respondió Paula acercándose a su amiga, mirándola a los ojos y dejándome a mí en medio de las dos

Entonces quítamelo tu – la incitó Alexa

Paula se agachó quedando en cuclillas justo debajo mío. Ella y Alexa se miraban a los ojos. Paula puso sus manos sobre la mitad de los muslos de Alexa, lugar donde terminaba mi ajustado velo, y cogió con sus dedos el borde del mismo. Lo que me excitó es que a pesar de que la cosa era con Alexa ella había sacado su lengua y la apoyaba en mi cadera, pues yo me encontraba entre estas dos jóvenes. Empezó a subir para quitarle el velo desde abajo sin quitarle la mirada y sin embargo lamiendo todo mi costado. Que criatura tan sensual y tan solo con dieciséis años. Terminó de subir quitándole el velo a su amiga y retirando su lengua de mi mejilla. Alejandra por su parte observaba atentamente y en la cara no ocultaba el estado de lujuria en que estaba su alma. La escena le subió la temperatura y la piel en su cuerpo brillaba un poco por el sudor. Paula notó el estado húmedo de su hermana mayor y con mi velo, el que le acababa de quitar a Alexa, limpió el sudor de ella, empezando desde los pies y subiendo lentamente en medio de un baile suave hasta terminar en su cuello. Paula prestó una atención especial en la limpieza del sudor de las piernas y las nalgas de su hermana, mientras lo hacia, yo, que estaba bailando con Alexa, me pude dar cuenta que Paula tenía los ojos cerrados y que acercaba de manera descarada su nariz a la intimidad de su propia hermana inhalando despacio pero con profundidad, sintiendo el perfume sexual de Alejandra. Definitivamente empecé a sospechar de la relación entre estas dos hermanas.

Después de terminar ella me escuchó decir a mí: "Creó que este velo debe tener el sudor de todas nosotras" y en seguida vio como le quite el velo de sus manos y realicé en su cuerpo la misma operación que ella había realizado con Alejandra, procuré imitarla de la mejor forma posible, pero lo hice ante todo con la intensión de hacerla consiente a ella, a Paula, de las sensaciones que había despertado en su propia hermana y para hacérselo entender cuando terminé le dije suavemente al oído, por su puesto sin que Alexa y Aleja me escucharan: "Así como acabo de dejarte excitada, así mismo tu acabas de dejar a tu propia hermana. No creas que lo he olvidado", y ella un tanto indiscreta me respondió en voz alta "Esta noche te será imposible de olvidar" y después de pronunciar esta frase acercó con un poco de violencia su boca hacia la mía, evitando el contacto y respirando agitadamente por la boca, mirándome con seriedad directamente a los ojos. Yo no pude evitar fijar mi mirada en sus protuberantes labios tan cerca de mi rostro y cuando creí que el contacto de nuestros labios era inevitable ella giro su cabeza y le dijo a sus amigas. "Ya he elegido pareja". Tomó el velo y cubrió nuestras cabezas, me besó con una pasión desbordadota y mi velo se convirtió en una prenda de fetiche en la que confluían los aromas de cada uno de nuestros perfumes y las fragancias de nuestro sudor, y, más tarde en la madrugada, sería el portador de la esencia más íntima de cada uno de nuestros sexos. Alejandra esperaba junto a Alexa con una sensación de necesidad desesperada y caprichosa por poseerme. Observaba con confusión a su hermana, pero fue Alexa la que rompió el silencio y se dirigió a Paula:

– Pensé que era yo la que iba a tener como pareja a Valentina.

Paula no puso atención en el comentario de la alemana y continuaba besándome. El velo, por los movimientos que hacíamos al besarnos, resbaló y cayó. Pensé que Alejandra y Alexa se calentarían al vernos tan arrechas, mas a pesar de que Alexa si gozaba, Alejandra estaba enfurecida. No se trataba de celos o de algún capricho sino de una extraña sensación producida por el hecho de que Paula y ella lo habían compartido todo en la vida. Siempre habían dormido juntas en el mismo cuarto, aunque en camas separadas. Ambas sabían que lo que había de la puerta de este cuarto hacia adentro pertenecía indistintamente a las dos. Compartían películas, música, libros, absolutamente toda la ropa y lo que sirviera como accesorio para vestir y, cuando Paula tenía 13 y Alejandra 14, compartieron una pasión que en ambas se despertaba virginalmente hacia los hombres, llegando a compartir accidentalmente algo que nunca quisieron compartir: novio. Alejandra conoció a un primo de una amiga del colegio, rápidamente entablando con sencillez una mistad con él. Él empezó a influir en la personalidad de ella e indirectamente en la de Paula. Le prestaba cine-arte gótico y de terror; black, gothic metal y todo tipo de música macabra; relatos y cuentos de terror: El Castillo de Otranto de Horace Walpole, Edgar Allan Poe y E. T. A. Hoffmann, Frankenstein de Mary Wollstonecraft Shelley, Drácula de Bram Stoker y ante todo filosofía atea de Nietzsche y el Marqués de Sade. Cuando entre Alejandra y él solo existía una amistad ella lo llevó a su casa y su hermana lo conoció. Paula poco después le confesó a su hermana el gusto que le había despertado este joven. Pero como era de esperar él y Alejandra terminaron en el noviazgo y esta, por no herir a su hermana, dejó de llevarlo a casa e hizo creer a su hermana que la amistad entre ellos dos no había continuado. Sin embargo, argumentando que iba a hacer trabajos a las casas de sus amigas, Alejandra pasaba el tiempo en la casa de él y en su cama se hizo mujer. En una ocasión Alejandra quedó de llegar a casa de él después del colegio ya que iba a recogerle unos equipos de reproducción gráfica que le iban a enviar, él no estaría a tiempo en la casa porque tenía un seminario de arte fotográfico y prometió dejarle las llaves de la casa en la portería del conjunto.

A Alejandra le pareció excitante tener las llaves de la casa de su novio y se dirigió a una cerrería para sacarles copia, guardo secretamente una copia en su maleta y las otras se las entregó a su novio. En las noches observaba las llaves con lujuria y con ellas acariciaba su suave piel y fantaseaba en las excitantes posibilidades que estas llaves le podrían ofrecer e intentaba imaginar cual era la sorpresa más apasionante que le podía dar a su novio. Vivía pegada a ese falo que le hacia experimentar sensaciones extremadamente placenteras, mas resultaba que ese falo se aburría con el mismo coño y no soportaba un mes entrando en la misma caverna. Resultó que a este hombre le fascinó la linda e inocente hermanita de su novia y maquinó un plan que fue su condena. Alejandra salía del colegio a la casa de él, pasaban juntos toda la tarde y ella se iba para su casa aproximadamente a las 6:30 de la tarde.

¿Qué hacían? Primero realizaban una sesión fotográfica y después disfrutaban de los placeres carnales. Él la hacia lucir ropa gótica muy insinuante y le tomaba fotos en todas las posiciones posibles en escenarios oscuros que él mismo creaba en su casa. Luego se la llevaba al cuarto de él donde había una cámara escondida que gravaba toda la sesión de sexo y todos los gemidos de esta niña sin que ella se diera cuenta por un buen tiempo. Después ella se iba saciada para su hogar. El camino en taxi de la casa de él a la de Alejandra era de unos cuarenta minutos, así que apenas ella salía él llamaba a su casa para hablar con Paula. Él sabia perfectamente que Alejandra le había dicho a Paula que la amistad entre ellos dos supuestamente había terminado y lo que hizo él fue inventar una historia que explicara la razón por la cual habían terminado la amistad. Le comentó a Paula que Alejandra le había dicho a él que le gustaba mucho y quería iniciar una relación más fuerte con él, pero él le había confesado que apenas había visto a su hermana (Paula) se había despertado un deseo sorpresivo por esta pequeña y le era imposible entablar en estas condiciones una relación con ella (Alejandra). Esto fue lo que este muchacho le inventó telefónicamente a Paula y le solicitó silencio, le hizo prometer a Paula que no le diría nada a su hermana, más que nada por que la apreciaba y de todas formas no quería herirla.

De esta manera iniciaron una larga aventura telefónica todas las tardes, después de que Alejandra salía de la casa de este joven. Después de algunos meses empezaron a encontrarse en centros comerciales y a verse en cines. A medida que el tiempo iba pasando Paula iba cediendo en su entrega, primero inocentes besos, luego unos más enérgicos, los roces y las caricias prohibidas. Pasó mucho tiempo en el que él intentó convencer a Paula de tomarle una sesión fotográfica y tener relaciones sexuales y solo después de casi un año de la primera llamada por teléfono ella decidió pasar todo un sábado junto a él. Por su parte Alejandra seguía extasiada con ese falo. Sucedió que en el colegio habían organizado una excursión de tres días para las chicas de su curso, sábado, domingo y lunes festivo. Convenció a sus padres, a su hermana Paula y a su novio de que pasaría el fin de semana en este lugar. Pero lo que realmente quería hacer era darle por fin la sorpresa a su novio, una sorpresa que ideó con esmero. Tuvo como cómplices a una tía y a su prima. En la mañana salió normalmente como si se fuera de excursión, pero lo que realmente hizo fue irse a la casa de su tía. Allí ésta, haciéndose pasar por la mamá de Alejandra, la excusó diciendo que había amanecido enferma y que no podía ir a la excursión.

En la tarde se fue de compras con su prima. Compraron ropa muy sugestiva, diminutas prendas interiores de látex y de encaje, juguetes sexuales, aceites, velas aromatizantes, etc. Al iniciar la noche se fue a una sala de belleza donde exigió que la maquillaran con negro, que era el color que a su novio le gustaba y al terminar quedó como una hermosa y sensual princesa gótica. Quería llegar a media noche a la casa de su novio y despertarlo con un mordisco en el cuello, simulando a una vampiresa sedienta de sangre y de sexo. Por otra parte Paula les dijo a sus padres que se sentiría muy sola el fin de semana sin su hermana así que iría a quedarse a casa de una amiga del colegio. A ellos les pareció natural así que el permiso fue concedido. Paula también tenía sus cómplices, una amiga del colegio y la mamá de ella. El mismo padre de Paula fue a llevarla a casa de su amiguita y se la dejó recomendada a la mamá de esta. Entre la amiguita y la mamá la vistieron y la maquillaron, y a la una de la tarde tomó un taxi para la casa de su novio.

Alejandra se tomó unos vinos con su prima, salió a tomar un taxi cuando la noche ya estaba bien entrada y poco antes de las doce silenciosamente entraba a la casa de su novio. Dejó en un sofá la maleta donde traía todo lo que había comprado y se quitó la ropa en la sala y se quedo con juego interior de encaje negro, medias veladas, liguero, tanga, sujetador. Sus cejas negras, sus pestañas negras, sus ojos delineados en negro, sus labios negros, sus uñas largas y negras, su cabello largo y liso y su piel pálida. Era la más sexual de las hembras del infierno, una vampiresa ávida de sangre. Vio en el comedor un reguero de fotos esparcido por toda la mesa y la cámara fotográfica de su novio tirada sobre un grupo de estas. Luego el mundo terrorífico de los vampiros se le hizo realidad. Caminó con una curiosidad felina hacia la mesa, tomó las fotos entre sus manos y en su alma hubo un relámpago eterno, catastrófico y desolador como infinitos flash de cámara. Vio a su inocente hermana como jamás creyó verla, bajo el filtro erótico de la cámara de su propio novio. Su hermanita menor, la que había sido casi su otro yo, completamente excitada en un corsé y un hilo de encaje negro y rojo, con los pezones endurecidos y empinados, con el cabello tinturado de rojo y un maquillaje entre naranja y negro. Se sentó en el sofá completamente indignada y destruida, por primera vez sentía el verdadero odio en su corazón. Contuvo las lágrimas con la fuerza que le daba el odio e hizo un pacto con Satanás. Satanás le prometió venganza y mayor poder de odio para no llorar y la convirtió en una sensual mujer de hielo. Completamente fría con todos los hombres.

El pacto fue sellado y enseguida Alejandra puso atención en el cuarto de su novio. La puerta estaba entre abierta, camino con silencio sepulcral, sin miedo y a través de ella vio la espalda desnuda de su hermana, la escuchaba llorar, mientras su novio, sentado junto a Paula, dándole también la espalda a la puerta, intentaba consolarla y Alejandra igual que su hermana quería llorar. Entre sollozos Paula decía que se sentía extraña sabiendo que él había rechazado a Alejandra, que se sentía extraña sabiendo que él le había negado su amor a Alejandra y que lo peor era que había sido por ella, decía entre lamentos desgarrados que se sentía rompiéndole el corazón a su propia hermana. Alejandra escuchó por un buen momento a su hermana sin que ella se diera cuenta y empezó a comprender algo de la situación. Fue aquí cuando observó sobre una repisa de madera una cámara de video mal cubierta por un pedazo de tela. Asqueada sospechó de esa cámara. Se devolvió en silencio a la sala, se vistió, tomó la maleta que había dejado en el sofá, salió y tomó un taxi hacia la casa de su tía. Paula pasó la noche en la cama de su novio y del de su hermana sin saberlo, él pasó la noche en otro cuarto y no pudo dormir durante toda la noche lanzando de vez en cuando fervientes groserías. En la mañana la aún virgen Paula tomó un taxi para la casa de su amiguita.

Durante el fin de semana en la casa de su tía, con el corazón lleno de odio, Alejandra empezó a maquinar toda su venganza. Lo primero era hablar con su hermana. Cuando llegó el lunes festivo en la noche a su casa, Alejandra se lo contó todo a su hermana. En la cena los papas le hacían mil preguntas sobre la excursión y ella respondía evasivas y decía que había llegado muy cansada. Pero Paula sabía que estaba realmente extraña. Ya en la madrugada, cerca de la una de la mañana Alejandra se puso de pie, encendió la lámpara de la cama de su hermana y se le sentó al lado, la despertó retirándole suavemente el cabello de la cara y dándole tibias caricias. Paula se despertó un poco perdida pero al reconocer a su hermana en seguida apoyó su cabeza entre los muslos de ella. Alejandra contó toda la historia acariciando la cara de su hermana entre sus muslos. Y sintió todas las lágrimas que salieron silenciosamente de sus ojos, la sintió ausente. Después todo fue silencio. Cada lágrima era un pedazo destruido de alma. Pero Paula tenía la misma fuerza demoníaca de su hermana y con un esfuerzo escapó de su estado ausente para contarle su propia historia con ese hombre. Ambas tenían sed de venganza y sin duda la saciaron. Cada una le terminó por su lado. Alejandra fue la que primero lo hizo argumentándole que en la supuesta excursión había conocido a otra persona y Paula un mes y medio después argumentándole que creía que ella no lo podía satisfacer a él.

Después, sabiendo que él no se encontraba en casa, fueron en busca de todo lo relacionado con ellas que aún quedaba en casa de este hombre y, ante todo, de algo que Alejandra sospechaba que existía. Saltaron las rejas del conjunto en una madrugada y en la casa de su ex encontraron no solo las muchas fotos que ella se había dejado tomar, las pocas fotos que Paula se dejó tomar en esa tarde y ropa de ellas, sino también videos donde él había grabado cada relación que tuvo no solo con Alejandra sino con otras mujeres. Alejandra se llenó de más odio al verse a sí misma completamente excitada y entregada. No se llevaron solamente cosas que las implicaban a ellas, sino también las de otras jóvenes y para simular un robo se llevaron equipos fotográficos, de grabación y también los discos del computador, donde él también guardaba fotos. Saltaron la reja y escaparon cada una con dos maletas llenas. El 31 de Octubre siguiente las hermanitas se encontraban en una fiesta de Halloween, luciendo disfraces perfectos de Gatubelas, con maquillaje oscuro, el cabello tinturado, y completamente irreconocibles con las máscaras cubriéndoles el rostro. Lo que pasó fue que la prima de él comentó en un receso en el colegio que de pronto iría con su primo a esa fiesta, que él iría seguro por que el dueño del bar era amigo, pero que ella no estaba segura pues sus padres aún no le daban permiso. El lunes antes de la fiesta comentó para su grupo de amigas, en el que estaba por su puesto Alejandra, que definitivamente no iba a acompañar a su primo. Así que durante toda la semana Alejandra puso a trabajar junto con su hermana su venganza.

Compraron los trajes, maquinaron cada detalle, compraron todos los accesorios que necesitaban y se armaron de valor. Lo reconocieron disfrazado de El Cuervo y no tuvieron que mover un dedo para que él pusiera su atención en ellas. Se sentaron juntas en una mesa y pidieron una botella de vodka. Mientras esperaban lo miraban tentadoramente para que se acercara y lo consiguieron. En la madrugada iban juntos camino a un motel. Allí Alejandra hizo el sacrificio más enorme de su vida y se sintió asquerosa al darle por última vez una sesión de sexo a este hombre. Aún así era una excelente actriz, se movía como la puta más arrecha del universo y mientras tanto su hermana le puso todos los accesorios a él. Lo esposó a la cama, le dio más alcohol a pesar de que ya estaba completamente ebrio y luego le puso un tapabocas para que no hablara. En ningún momento lo besaron, en ningún momento se dejaron reconocer. Hablaban poco y no se quitaron los trajes. Alejandra había puesto una cremallera a la altura de la vulva y no se colocó ropa interior precisamente para evitar desnudarse y por su puesto hizo que su hermana le pusiera el condón antes de iniciar el sexo. Él se acercó al orgasmo porque vio algo que no había visto en toda la noche. Alejandra llamó con un dedo a Paula y le dio un beso en los labios.

Era una señal. Alejandra encima de él, que estaba boca arriba, empezó a mover más rápido el culo. Paula vendó los ojos del hombre. Sacó unas tijeras enormes y afiladas de su bolso. En un momento en que lo tenía completamente adentro Alejandra recostó su pecho contra el de él y puso con poderío una mano en la garganta de él y la otra también en su boca. Paula cerró con una fuerza siniestra las tijeras. Alejandra estiró el condón, lo anudó y se dejó metido el miembro dentro de su cuca. En un taxi iban las dos en la madrugada. Alejandra llevaba su trofeo aún entre la vulva. Disimuló la sangre con toallas higiénicas. Se dirigían hacia afueras de la ciudad. Cuando se bajaron caminaron hasta un bosque solitario. Allí se cambiaron. Caminaron otro tanto y tomaron otro taxi que las llevó hasta el centro de la ciudad. Y allí tomaron otro que las llevara hasta su casa. Cuando llegaron a su cuarto Paula desnudó a su hermana, le extrajo el miembro de la cuca, le quitó el condón, lo disecó y lo cogieron de consolador para ambas.

Todo esto las unió en un profundo dolor. En las noches Paula lloraba y Alejandra iba hasta la cama de su hermana para consentirla y consolarla, Paula recostaba su cabeza sobre los muslos de su hermana. A veces a Alejandra también se le escapaban unas lágrimas de sus ojos y en ese momento Paula, con unas lágrimas frescas y con otras secas en sus mejillas, se sentaba en frente de su hermana, la miraba a los ojos en silencio, limpiaba con sus manos las mejillas húmedas de su hermana y luego se abrazaban, acariciándose la espalda durante largos minutos. Todo esto las unió en un profundo dolor. Su cuarto se hizo oscuro, su ropa se hizo oscura, evitaban la luz. Hablaban poco con otras personas pero entre ellas hablaban mucho, era casi imposible verlas sonreír pero entre ellas se entendían con sonrisas melancólicas. Leían mucho, escuchaban música y veían películas juntas. Todo esto las unió en un dolor profundo, estaban completamente deprimidas.

Esta tragedia me la contaron en el camino al lugar donde fuimos a dormir esa noche después del bar, pero falta más.

Fue una de esas noches en que a Alejandra también se le escaparon unas lágrimas de sus ojos. Como siempre Paula se sentó al lado, pero esta vez se demoró bastante mirándola a los ojos y en vez de limpiar las lágrimas de su hermana con las manos, cerró los ojos y lo hizo con la lengua. Alejandra se quedó paralizada, le fue imposible cualquier movimiento. Paula deslizaba con lentitud la lengua sobre las mejillas de su hermana. Se separó para ver el rostro asombrado de su hermana y se lanzó a besarla en los labios. Alejandra parecía paralizada pero inconcientemente dejó entreabiertos los labios para permitir la entrada de la lengua de su hermana. Paula acariciaba su cuello y pronto Alejandra perdió el terror y se halló sobre su hermana besando desesperadamente todo su cuerpo, indecisa entre besar sus senos, su abdomen, su espalda, sus piernas o sus nalgas. Paula la detuvo, se puso de pie y busco un momento dentro del armario, en una maleta enorme donde se encontraban todos los objetos relacionados a su historia sexual, desde los artefactos que había comprado Alejandra para dar la susodicha sorpresa a su capado ex, hasta todo el material que obtuvieron al robar su casa; esta maleta ya nunca más las abandonaría, esta maleta y su contenido serían sus ídolos, sus objetos de culto a los que les atribuirían poderes sobrenaturales y oscuros; no olviden esta maleta. Cuando terminó de revolver, Paula mostraba con entusiasmo la verga disecada en una mano y en la otra un condón. Y le dijo con una sonrisa de picardía a su hermana: "No hemos estrenado juntas nuestro trofeo." Alejandra sonrió también con picardía y le quitó la verga disecada a su hermana, le puso el condón, tiró a su hermana a la cama, besó por un largo tiempo su coño y después le clavo el trofeo. Así fue como Alejandra hizo mujer a su propia hermana, haciéndole sentir una sensación de placer infinita y deliciosa y Paula se lo agradeció con la entrega completa de su alma y de su cuerpo, intentando devolver a su hermana el placer que ella le había dado. Así fue como salieron de la depresión en que se encontraban. Así fue como surgieron estas paganas, adoradoras de dioses antiguos, hijas de Caligula, amorales e irracionales, vampiresas en pacto con Satán, amantes de la sangre y esclavas del placer.

Pero todo esto me lo contaron fue a la salida del bar, camino a una mayor satisfacción de las necesidades, y por ahora aún estábamos bailando en ese lugar.

Paula aún me besaba en el bar, movía su cuerpo y hacía mover el mío con lentitud y sensualidad acariciaba mi cintura y me excitaba con su lengua y Alejandra aún observaba enfurecida. La alemana viendo el estado de Alejandra se hecho un ron a la boca y, sin tragarlo, la tomó de la quijada y le pasó el licor boca a boca, besándola para cambiar su ánimo. Luego la alemana interrumpió el beso que Paula y yo todavía nos dábamos y le pasó un ron de la misma forma a Paula. Alejandra hizo lo mismo con migo. Yo no lo podía creer. En una misma noche había besado a las hijas de mi amante y ambas me dejaban completamente excitada. Alejandra me besó con más violencia, con más lujuria, quería hacerme suya y yo ya quería entregármele, yo ya quería gozar completamente de su cuerpo juvenil. De nuevo Alexa interrumpió el beso, esta vez porque la única que faltaba por recibir un ron de la forma especial en que ella los estaba entregando era yo; y la alemana incitó a Alejandra para que le diera un ron de la misma forma a Paula. No podía decir yo que era la primera vez que me enfrentaba al incesto, pero fue un espectacular cuadro incestuoso porque estas niñas realmente se amaban, se deseaban con lascivia y no se esforzaban por ocultarlo. Paula me dejó sorprendida pues sabía perfectamente que yo las estaba observando y que por su puesto sabía lo que eran: hermanas. Una confianza especial que existía entre la alemana y yo permitía que nos manoseáramos con descaro, sin embargo ambas observábamos excitadas el sensual beso y las pasionales caricias que estas hermanas se brindaban. Entonces se me ocurrió decir:

No hemos seguido el orden de nuestro jueguito del espejo, ¿qué tal si lo jugamos en un lugar privado?

Vamos al condominio.

Fue allí donde me hice una verdadera vampiresa, fue allí donde empecé a maquinar lo que sería mi nueva vida de mujer inmortal y adinerada, fue allí donde excitada les conté toda mi historia a este trío de mujeres demoníacas. Pero creo que una historia no puede estar completa si no se cuenta la historia de por lo menos uno de sus antepasados, así que mi historia comienza con la historia de mi madre. Espero lean excitadas mi próximo relato.