Vamos de boda
¿Existe algo mejor que una familia unida? Alessandra no tenía familia, pero la de su marido la adoptó en todos los sentidos. Guido supo cómo tratar a su cuñada incluso antes de saber que lo era.
Entre en el bar y al atravesar la doble puerta, atrás quedó el ruido de la calle los coches y la gente que caminaba como siempre con prisas para no llegar a ninguna parte, la suave música y la luz difusa es lo que me encanta de ese lugar, me acerque a la barra y vi como el tipo me miraba por el espejo desnudándome con la mirada, me acerque a él y le dije.
—¡Hola guapo! ¿Me invitas a una copa?
Con un gesto hizo que el camarero se aproximara y le dije.
—Vino blanco por favor. El camarero sirvió una copa y se retiró al extremo de la barra para no molestar. Le tendí la mano y le dije.
—Me llamo Madison.¿Vienes mucho por aquí? No te había visto nunca. ¿A qué te dedicas?
Tomo mi mano entre las suyas y sin soltarla respondió Soy Joshua, ejecutivo de una gran empresa y es la primera vez que vengo a la ciudad, estoy alojado en el hotel. Y tú, ¿A qué te dedicas? Eres una mujer preciosa.
—Soy secretaria de dirección y suelo venir los viernes por la noche para relajarme y de ese modo comenzar el fin de semana con energía. Me parece perfecto. ¿Así no te espera nadie en casa? Nadie ¿Y a ti? Tampoco tengo a nadie.
—¿Nos dejamos de tonterías?
El tipo puso unos billetes sobre la barra y con un gesto indicó al camarero que ya estaba bien, el camarero no se movió de su lugar hasta que los vio dirigirse a la puerta que da a la recepción, abrazados por la cintura y acaramelados, estaba claro como continuarían la fiesta; era algo que un camarero veía continuamente.
En el ascensor comenzaron a comerse la boca y al entrar en la habitación la desesperación se apodero de sus jóvenes cuerpos que se entregaron al mejor de los juegos que se ha inventado. Abrazados sobre la moqueta y con la ropa a medio sacar sus cuerpos libraban una incruenta batalla que ninguno pretendía ganar; ella jadeaba en medio de sucesivos orgasmos que no dejaban de golpearla y es que el tipo era un sátiro que no la dejaba acabar y reemprendía sus embestidas convencido de que era lo que ella deseaba, por fin y con un rugido el hombre se vino soltando en ella su esencia.
Permanecieron abrazados un buen rato hasta que ella comenzó a moverse de nuevo llevando la iniciativa en este caso y cabalgándolo de forma salvaje viniéndose en varias ocasiones, hasta conseguir que el hombre se vaciara por segunda vez y que al fin musitara.
Me rindo, has vencido una vez más. Siguieron abrazados hasta que por fin el hombre preguntó
.- Dime Alessandra. ¿Cómo se te ocurrió eso de Madison? Sabes que es un nombre que detesto.
—Bueno, quería saber si sería una buena forma de desanimarte y que me dejaras ir a por otro.
— Eres un diablo pero me encanta, me es indiferente el nombre que emplees, siempre intentaré estar a tu lado.
Fabricio Panniello es un “Adonis” de 35 años, alto, musculoso, con el cabello muy moreno y ensortijado; que no parece darse cuenta del efecto que causa en las mujeres pero Alessandra si supo apreciar que es excepcional. Ambos son profesores en la UCLA y de origen Italiano, él emigró desde Cerdeña hace unos 10 años y Alessandra ya nació en el país, sus padres se divorciaron cuando ella tenía tres años y su padre desapareció; después del tercer divorcio de su madre, cuando tenía quince años se fue a vivir a “Los Ángeles” con una tía que es el único pariente vivo, cursó la carrera de Lengua y Literatura Italianas porque le entusiasmaba todo lo relacionado con Italia, así que cuando conoció a Fabricio se enamoró perdidamente de él y de lo que representaba, poco después su tía marchó con su esposo a Miami para disfrutar plácidamente de la jubilación y solo mantenían contacto telefónico.
Siempre han mantenido una relación abierta y durante el año que vivieron juntos y hasta unos meses después de la boda tuvieron diversos amantes; con John y Paula que lo eran por la época salieron en varias ocasiones los cuatro; ellos se gustaron al extremo de aceptar un puesto de profesores adjuntos en la Universidad de Notre Dame en Indiana; desde entonces, la pareja dejó de tener amantes pero solo porque no surgió nadie que les atrajera lo suficiente.
.- Alessandra, tendríamos que dormir un rato porque mañana será un día largo y además del jet lack tendrás que prepararte para ser escrutada por mi familia que como te he dicho son muy tradicionales.
Pasar la noche en ese hotel era una forma de despedirse por unos días de su forma alocada de vivir cuando no estaban en clase, donde se comportaban con la mesura que exigía su cargo sin llegar a ser cargantes ni demasiado formales con los alumnos, siendo considerados por estos como algo más que simples profesores; merecedores de respeto y dignos de confianza a pesar de su juventud.
Disponían de unas semanas de vacaciones y asistirían a la boda de una hermana de Fabricio en Cerdeña una semana después, a mediados de agosto; se durmieron abrazados y cuando despertaron mientras él se duchaba, ella guardó la ropa del día anterior en una maleta que dejaron en la recepción del hotel y que recogerían a la vuelta, ella se dio una ducha rápida y desayunaron después de facturar el equipaje mientras esperaban para embarcar. Partieron a las 9, hora local y más de 18 horas después, con una escala de 45 minutos en el aeropuerto de Atlanta y otra de 4.15 en el de Fiumicino llegaron al aeropuerto de Cagliari a las 13.30 del día siguiente.
Les esperaba uno de sus innumerables primos, un tal Tonino que lo abrazó y parecía que lo fuera a estrujar y es que son muy efusivos en la familia, pero cuando le presentó a Alessandra como su esposa, se despojó de la gorra y se deshizo en cumplidos pero de forma muy correcta y solo devolviendo los besos en las mejillas que ella le dio.
Llegaron a la casa familiar donde fue presentada a todos cuantos allí había, pero solo pudo a identificar a los padres y la hermana que se casaba; la madre riñó a Fabricio por haber tardado tanto en traerles a su esposa a quien abrazaba y besaba como si fuera su propia hija, y la joven lo agradecía al saber que lo hacía de corazón.
Después de comer la madre se llevó a la cocina a su recién conocida nuera y le preguntó si Fabricio le había hablado de su hermano mellizo Guido, al responderle que no, la mujer comenzó a llorar y cuando logro hablar le dijo.
• Son un par de cabezotas y uno de los dos ha de ceder o se pasaran toda la vida enfadados y eso no lo quiero ver en mis hijos que siempre estuvieron tan unidos y compartiéndolo todo, llevan diez años sin dirigirse la palabra y ya veremos cómo se comportan el día de la boda, espero que no lo arruinen entre los dos porque me van a matar del disgusto.
Son muy diferentes por fuera, uno es moreno como su padre y el otro rubio como yo, el uno es espigado y el otro robusto, el uno es ideal para los estudios y el otro el mejor trabajador que conozco, pero los dos tienen un gran corazón y la cabeza muy dura y la verdad es que tienen el mismo carácter y los mismos valores.
Al tratar de saber el motivo de la discordia entre los hermanos, la anciana calló y le pidió que no dijera nada a su esposo sobre la conversación, pero Alessandra se quedó pensando en que debía de ser un asunto grave para que durase tanto el enfado.
Alessandra habría preferido ir a un hotel, pero Fabricio ya le advirtió que eso sería del todo imposible sin que sus padres se enfadaran. ¿Cómo irse a un hotel teniendo ahí su casa? Les mostraron su alojamiento; una habitación grande con una cama enorme, solo que muy ruidosa, además de estar justo al lado del salón y al poder oír perfectamente el sonido de la televisión, también se les oiría si hacían el amor, Fabricio comenzó a acariciar a su esposa pero esta con un ataque de risa incontrolable le dijo en susurros.
—Dejémoslo para otro momento y lugar. No quiero que nos jaleen cuando aparezcamos por el salón o que tu madre me pregunte otra vez. ¿Cuándo me haréis abuela?
Rieron los dos con ganas y se durmieron ya que durante el trayecto apenas habían echado unas cabezadas, los despertó la llegada del primo Tonino con su voz inconfundible. Se quedó a cenar y comentó con Fabricio que al día siguiente llegaban algunos primos pero que él tenía que ir una finca que tenía en el monte y quería saber si podría ir al aeropuerto a recogerlos, al aceptar el encargo le dio una lista de llegadas y horarios.
Se pasaría todo el día yendo y viniendo de los cuatro aeropuertos, Alghero Arbatax Cagliari y Olbia, en el primero tenía que estar a las diez de la mañana y en el último a las ocho de la noche, además de llevarlos a las casas donde se alojarían pues era una gran falta de respeto ir a un hotel o pensión habiendo casas de la familia.
Lucía, la hermana pequeña que tiene 16 años propuso pasar el día siguiente juntas, por la mañana ir a la playa en Cala Spinosa, en la zona de Santa Teresa de Gallura donde podían ir con el ciclomotor de la chica, después comer en la trattoria de su amiga Margarita que está cerca de la cala y es donde se celebrara el convite de bodas y por la tarde ir a un mercado que suelen poner en la cercana Arzachena.
La madre protestó, pero el padre sentenció como el patriarca que es de esa gran familia.
< Déjalas que disfruten mujer, son jóvenes y además necesitan conocerse como las hermanas que serán a partir de ahora.
La finca estaba a medio camino entre Arzachena y la cala según le explico Fabricio cuando se acostaron, y esa noche tampoco hubo todo el sexo que deseaban y estaban acostumbrados, pero comprendieron que era una situación excepcional y como tal la tomaron.
Desayunaron todos juntos y en cuanto marcharon unos y otros a sus quehaceres Lucía tiró de su cuñada y entregándole un casco partieron en el ciclomotor que hacia un ruido espantoso, pero Lucía iba tan orgullosa como su cuñada divertida por la energía que desprendía la chiquilla. Cuando llegaron a la playa supo porque quiso llevarla, es un rincón de extraordinaria belleza, con el agua cristalina y totalmente plana, tiene unos islotes donde suelen ir los jóvenes a estar solos según le contó Lucía, había algunas personas desperdigadas aquí y allá y justo donde se terminaba la arena un chiringuito que aún no había abierto.
Se dieron un baño vigorizante en las aguas que aún estaban frescas y se tendieron al sol; Lucía permanecía atenta como si esperase a alguien y al parecer apareció pues encarándose a su cuñada le dijo.
• ¿Te importa si te dejo sola un rato? Ese que está junto a la barca roja es Paolo y me gustaría charlar con él pero mi familia no quiere que nos veamos, si te molesta ser mi cómplice le digo que se vaya.
Lo dijo con una voz tan dulce y la mirada tan triste que Alessandra respondió.
—Ve con él, pero ir con mucho cuidado, no me gustaría que te pasara nada estando conmigo.
• Hace más de un año que vamos con “mucho cuidado”. ¿Nos encontramos aquí dentro de un rato?
•Aunque no me veas cuando llegues espera junto a la toalla, puede que esté en el agua o tomando algo en el bar, o quién sabe si corriendo alguna aventura.
La joven la besó en la mejilla y partió corriendo en dirección a donde se encontraba Paolo.
Alessandra siguió dejándose acariciar por el sol y poco después oyó revuelo, miró y en cuanto vio a un hombre enorme que recorría los últimos metros de agua con una criatura en brazos supo que algo no iba bien; una mujer gritaba frases incomprensibles y otras la abrazaban para evitar que entrara en el agua.
Se acercó a la línea del agua con una toalla y ayudó a poner al niño de unos seis años encima, se arrodillo a su lado y comenzó a hacerle las maniobras de reanimación hasta que el crio comenzó a toser, lo colocó de lado y le ayudó a expulsar parte del agua que había tragado, entonces llegaron los de la ambulancia y se hicieron cargo de la situación, recogió la toalla y la colocó en su lugar otra vez.
El tipo estaba a su lado y le hablaba aunque ella no oía nada, estaba como despistada.
.- ¿Le sucede algo, se encuentra bien?
Entonces reaccionó.
—A. Sí, sí, estoy bien, es que cuando hay una situación crítica respondo bien bajo presión pero después me pongo muy nerviosa.
.- ¿Quieres tomar algo para tranquilizarte? Podemos ir al bar que ya ha abierto, o a mi casa que es esa de los toldos verdes.
Al cruzar el camino que da acceso a la playa se veía una casa bastante grande con unos toldos verdes y aceptó la invitación diciendo.
—Lo prefiero, es que en el bar me estarán preguntando y no tengo muchas ganas de hablar ni con la madre ni con nadie.
Recogió el bolso y dejo la toalla por si Lucía regresaba antes que ella y marcharon juntos; él le tomo la mano para que no tropezara y ella no la soltó, cruzaron el jardín y entraron en la casa que no tenía la puerta cerrada.
.- ¿Quieres un café o algo más fuerte aunque sea temprano?
La mujer no respondió y al mirarla vio que todo su cuerpo temblaba, se acercó y ella le dijo que la abrazara. Alessandra notaba el bañador de él mojado sobre su piel y él los pezones erizados de ella contra su pecho, a ella le apetecía besarlo y lo hizo, ese beso desencadenó la lujuria que ambos trataban de contener y sujetándola por las nalgas la llevó hasta la habitación.
Lo que comenzó como un ataque desesperado pronto pasó a ser algo mucho más profundo y racional, se compenetraron enseguida y cuando él la llevaba al éxtasis la besaba hasta que comenzaba a bajar de los cielos, la primera vez se sorprendió al verse reflejada en esos profundos ojos que la miraban con deleite, pero supo adaptarse a ser venerada en lugar de solo husada como sucedía con algunos de sus anteriores amantes, solo con Fabricio le pasaba algo semejante y al pensar en él supo de lo que hablarían esa noche.
.- ¿Te puedo preguntar si tienes pareja? No es importante, ahora estamos juntos y eso es lo único importante.
—Estoy casada y llegue ayer con mi marido, pero hoy está ocupado y he venido a la playa con mi cuñada que tenía un asunto que resolver aquí cerca.
.- Me alegra que nos hayamos encontrado, eres preciosa y hacer el amor contigo es una delicia. Que afortunado es tu esposo y que majadero si te deja desatendida, pero también de eso me alegro si puedo verte otra vez. Hoy hay luna llena. ¿Alguna vez te has bañado de noche? Es sensacional, si puedes venir sola estupendo y si es acompañada me resignaré a verte disfrutar en otros brazos, pero a las doce estaré junto a la barca roja y cuando llegues o lleguéis búscame y si vienes acompañada, al menos saludaré a tu esposo y lo felicitaré por estar con tan bella mujer.
—Mi nombre es Alessandra. ¿Cuál es el tuyo? Tampoco es importante pero al menos quiero asociarte con un nombre.
Guido. Guido Panniello //
Sin responder, la mujer comenzó a besarlo otra vez y continuaron haciendo el amor y habrían seguido así hasta quien sabe cuándo, pero Alessandra recordó lo acordado con Lucía y muy a pesar suyo le dijo a Guido que debía marchar, asegurándole que haría lo imposible para acudir esa noche.
Se dio una ducha rápida y se vistió pues no pensaba bañarse más hasta la noche si conseguía convencer a Fabricio de que volvieran a la playa; estaba segura de conseguirlo y en su mente ya comenzaba a brillar una idea.
Al cruzar el camino se encontró de frente a Lucía que le preguntó.
• ¿De dónde vienes? ¿Pensaba que habíamos quedado junto a la toalla? ¿Sabes que mi hermano Guido vive cerca de aquí? Podemos pasar a saludarlo si te parece.
—Preferiría no hacerlo, tu madre me dijo ayer que los hermanos están enfadados y no quiero empeorar las cosas. ¿Sabes porque fue el enfado?
• La verdad es que lo ignoro, solo tenía seis años cuando pasó lo que fuera y nunca se habla de eso en la familia, él viene mucho a casa desde que regresó de Roma y vive aquí, mamá confía que la boda consiga reconciliarlos. ¿Pero dónde estabas, y con quién?
—Espero que sepas guardar un secreto y que lo hagas de verdad; estoy poniendo mi futuro en tus manos. También yo he tenido “mucho cuidado,” varias veces con un desconocido que me ha parecido muy apuesto. ¿Qué tal te ha ido a ti?
• Puedo decir que muy bien; Paolo es una gran persona y espero que algún día mis padres lo acepten o al menos lo toleren. Así, que también tú tienes secretos. Tranquila porque no soy dada a los cotilleos, me alegra que a pesar de mi juventud me tengas confianza.
Marcharon a la trattoria de Margarita y mientras comían, las dos mujeres se sonreían sin causa aparente pero las dos tenían motivos de sobras para hacerlo, como hacía mucho sol, se instalaron en unas tumbonas que hay a la sombra en la parte de atrás de la trattoria que es donde está la vivienda y dormitaron hasta que el sol comenzó a aflojar un poco, entonces fueron al mercado y después de comprar algunos recuerdos para los amigos de Alessandra regresaron a la gran casa donde la mamá les peguntó si habían pasado un buen día.
Ambas afirmaron sin mentir y enseguida llegó Fabricio que ya había repartido a todos los parientes según la lista que le había facilitado Tonino y mientras esperaban que fuera la hora de cenar, la pareja dio un paseo por la huerta y ella le preguntó sin ninguna delicadeza.
—¿Por qué estáis enfadados tu hermano Guido y tú? ¿Tan grave fue lo que pasó que después de diez años no lo habéis solucionado? Pienso que ya es hora de que os veáis y lo aclaréis. ¿Qué paso?
Con el rostro muy serio le respondió.
.- En parte fue por mi culpa. Él tenía una novia y en varias ocasiones le comenté que no era buena y que se veía con otros, me constaba y ya me había peleado con alguno de nuestros amigos, por fin decidí que lo mejor era que lo comprobara por sí mismo y me enrollé con ella; un día, nos encontramos después de que el la dejara en casa como otras veces, le dije a Guido que acudiera una hora más tarde al lugar donde solíamos hacerlo con la intención de que nos sorprendiera y eso fue lo que pasó.
.- Se quedó pasmado mientras ella le decía que como no le daba suficiente tenía que buscarlo por otra parte y marchó dejándonos allí, cuando Guido reaccionó me dijo que eso no se le hacía a un hermano y fue la última vez que hablamos, por la mañana marchó a Roma y unos meses después me confirmaron la plaza en la UCLA. No sé qué pasará si coincidimos en la boda, me gustaría arreglarlo pero el ofendido sigue siendo él aunque tengo la conciencia tranquila ya que lo hice por su bien.
—Ahora ya conozco el gran secreto, tu madre me comentó que estabais enfadados pero no quiso decirme porque. Tu hermana es un diablillo, hemos estado en la playa esta mañana y me ha dicho que bañarse de noche es una delicia. ¿Me llevaras? Dice que hay luna llena y me gustaría disfrutar de esa experiencia.
.- Podemos ir después de cenar y allí tendremos la suficiente intimidad, tengo ganas de hacerte el amor en condiciones y sin pensar si nos oirán.
Poco después de cenar salieron todos a tomar el fresco, la luna llena se veía tan cercana que parecía que alargando la mano se podía tocar, tomaron unas copas de Grappa casera y rieron cuando Alessandra se atragantó; acostumbrada a la que se compra en las licorerías con apenas 30 grados; esa casera cercana a los 60 a pesar de las hiervas que le daban un agradable sabor le quemaba mientras bajaba por su garganta.
Antes de las doce se despidieron de los demás y dijeron que marchaban a tomar un baño nocturno, Lucía preguntó si podía acompañarlos y el padre le dijo que ya iría de día si se podía pero que la pareja necesitaba estar sola algún rato, dando así por cerrada la discusión y por sentado que sabía a qué iban a la playa además de a tomar un baño.
En el coche que había conducido todo el día marcharon y al llegar ella dejó la ropa en el coche; en biquini y con la toalla en una mano y con su marido de la otra se dirigieron al agua acercándose a la barca roja; vieron la silueta que se apoyaba en ella, al reconocerse los hermanos comenzaron a vocear y se aproximaron tanto que se hablaban directamente a la cara a menos de un palmo un rostro del otro.
—¡CHICOS! ¡CHICOS!
Cuando prestaron atención, Alessandra hizo una pausa que aprovecho para despojarse del biquini, y apoyando su cuerpo con el de los dos hombres y pasando los brazos por la cintura dijo.
—¡VAMOS! Hay que recuperar las buenas costumbres. Dejaros de tonterías. Parece que habéis compartido mucho durante tiempo pues haced lo que siempre habéis hecho, compartir lo bueno y lo malo, esta noche lo bueno espero ser yo para los dos, quiero que dejéis de ser tan cabezones y seáis para mí lo mejor de la isla.
Se miraron y comenzaron a reír, ella esperó a que reaccionaran o que alguno de los dos dijera algo pero entre carcajadas y caminando al unísono entraron en el agua sin haberse desnudado, no era la primera vez que se encontraba entre dos hombres, pero si la primera en que deseaba que no parasen de hacerle perrerías.Al rato salieron del agua y Guido les dijo de ir a su casa.
En el dormitorio que ella ya conocía continuaron la fiesta hasta la madrugada y cuando agotados solo tenían fuerza para hablar Guido preguntó si aceptarían trasladarse a su casa aunque pasaran el día en la casa familiar.
.- Lo que tienes que hacer, es venir mañana a comer a casa y que mamá nos vea juntos, ella es la que más ha sufrido por nuestra culpa.
Acordaron hacerlo y Fabricio se quedó dormido y agotado; Guido murmuró en mi oído mientras me acariciaba la espalda.
¿Nos seguiremos viendo, o solo ha sido una generosa maniobra para que recobremos el trato?
—Nos seguiremos viendo mientras tú me lo permitas. Físicamente no te pareces en nada a tu hermano y Lucía no me habló de ti; si ayer estuve contigo es porque me gustas; me alegra mucho que se haya solucionado el asunto entre vosotros, pero de no haber resultado habría querido verte más veces aunque fuera a solas.
Alessandra se irguió y se ensartó en su cuñado teniendo a su esposo al lado y es que no hay nada como la confianza en la familia.
Al día siguiente comenzaron las alegrías en la gran casa, la pareja se instaló con Guido y alargaron las vacaciones otras tres semanas, siendo la mejor época que pasaron los tres en mucho tiempo; Guido se encargó, a instancias de Alessandra de traer a Paolo a casa e interceder por él delante de sus padres haciéndole de valedor pero prometiéndole “
La venganza catalana
” si le hacía daño a su hermana.
La boda fue perfecta y Lucía prometió fidelidad a Paolo delante de su cuñada, que en un aparte le contó “su secreto” ante la mirada incrédula de la chiquilla que al recapacitar sobre lo oído y como se habían desarrollado los acontecimientos comprendió que eran ciertos.
Desde ese verano, volvían cada año para pasar algunos días con la familia, también solía visitarlos en algunas ocasiones Guido que tampoco se alojaba en hotel cuando lo hacía, y era Fabricio quien le cedía su lugar en la cama para que se sintiera cómodo.
©PobreCain
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