Vamos a confesarnos....

•Lucas tiene un cuerpo para devorarlo. Que era lo que hacía, de arriba abajo. Y dejaba que se corriera sin condón ni ostias porque llegó un momento en que me parecía s tan mierda, que me hubiera encantado que criaras al hijo de otro. ¿Sabes que hacía?...¿lo sabes?.

  • ¡Eres un sin nervio, un destemplado, un hundido!.

Dieciocho años suman mucho.

  • ¡Si!. ¡No eres más que un parado, un soso, un vacío!.

Limando pacientemente hasta dejar el amor, la compañía, el deseo, el cariño o la amistad en números rojos.

  • ¡Como me abuuuurro contigo! ¡Como me aburro!.

Y el aburrido, soso, parado, destemplado y sin nervio no era otro más que yo.

  • ¿Sabes que Pedro? ¿Sabes que?.

Callaba, achantado, remachado contra aquel sofá que cascaba los mismos dieciocho que nosotros llevábamos declinando.

  • ¡Que eres un cornudo!...!Siiiii! – que teatrera podía llegar a ser - ¡Un jodido, enoooorme y desgraciado cornudo!.

No me extraña que permaneciera hierático, mudo, sin demostrar ni tesón ni rabia frente a una ella histérica y en pie, destilando por cada poro, toda la ponzoña que llevaba durante sus cuarenta y cuatro inviernos acumulando.

  • Si, COR-NU-DO – recalcó con los dedos juntos -  Eso es lo que eres.

Tampoco me extrañaba que este humilde no reaccionara como en los manuales se escribe, levantándose, estampándole un guantazo en toda su ofensora jeta para luego marchar, regalando uno de esos portazos que retumban más en la conciencia que en el rellano.

  • Juan. Tu mejor amigo, si…ese que te llena la boca, con quien te tomas dos cervezas al día que alargas para no volver a casa y aguantarme. Si imbecil, ese con el que nunca te aburres. Pues él tampoco se aburre conmigo gilipollas.

Juan, mi gran compañero, alma común desde que nos salieron los primeros dientes en el barrio, el tío que me defendía de los abusones de recreo a cambio de clases gratis de matemáticas, el que me pasaba las chicas que no quería, el que compartió conmigo las primeras vacaciones nadando en pelotas en una playa donde no había curas ni padres.

  • Cinco años – enseñó la manita para recalcarlo – Cinco llevó follándomelo. ¿Y sabes donde me ha echado los mejores polvos?. Pues en ese sofá donde ahora mismo te sientas. Oh si, cinco años abierta de piernas, dejando que me bombee, que me haga hembra para solucionar mi mayor problema: que eres un mierda. Porque las mierdas no follan como Juan, metiéndola con los dientes apretados, tocándote con la polla los ovarios.

Mi señora siempre tuvo un carácter complicado.

O al menos bipolar.

Desde la guardería públicamente apocada, era sin embargo insoportable con quienes, de puerta a dentro, sufrían de sus confianzas.

Su madre que al expirar creo pudo descansar de semejante martirio, su hermana que al casarse marchó a vivir al extrarradio solo para vernos cuando se desempolvan los turrones e incluso el perro, un pekines negro brillante que un día, más que perderse, se fugó, harto de que le echaran las broncas por tenerlo todo el día encerrado y no saber utilizar papel higiénico.

  • Dios como me hacía correr. Me relame el coño con hambre de quinceañero, me hinca como si no hubiera mañana. No como tu cacho flojo, que acabas antes de bajarte los gayumbos.

Tras la muerte de unos y la fuga de otros, terminé siendo yo quien pagaba sus inseguridades en la oficina, en las reuniones de antiguas alumnas, en los retos que dia a dia todos los seres comunes afrontamos…..un cliente complicado, una factura difícil de asumir, un ascenso que se escapa, una subida de impuestos.

  • Y Andrés…si el securata del supermercado. Si, adonde te mando a hacer la compra todos los sábados. Ese que dices te saluda con una sonrisa de oreja a oreja llueva o haga sol.

Andrés es un buen tipo.

Algo gordo, algo calvo, pero eficiente y simpático, capaz de perder una costilla por ayudar a una anciana que hubiera comprado más bolsas que manos.

Llevaba doce años en el puesto y todo apuntaba a que se pasaría otros doce, cobrando poco y soportando niñatos de mirada nerviosa, con una litrona escondida bajo el sobaco.

  • Pues se la comía como si fuera una piruleta en el cuarto de baño del hiper mientras tu, gilipollas, ordenabas la comprita en el auto.

Me gritaba por casi todo lo que se puede gritar a un ser humano….y por lo que no también.

  • Se me corría en la boca ummm-se relamía – Me encantaba sentir su semen deshaciéndose por mis labios. Y luego, al llegar a casa te daba un beso con sabor a lefa y ni te enterabas. Hace falta ser calzonazos – se reía con cara de máscara griega.

Por no fregar de izquierda a derecha, por ir calzado en el salón, por ir descalzo en el salón, por no comprar yogures desnatados, porque los desnatados sabían a aire sin oxígeno, por conducir despacio, por conducir a cien por hora, por llegar tarde del trabajo, por llegar pronto al trabajo, por poner el despertador a las seis, por dejarlo hasta las ocho, por ver un documental de historia, por ver solo programas chorras, por pedir la cerveza sin alcohol, por pedirla negra irlandesa.

  • Y Lucas, si Lucas tu profesor de Informática – se burlaba.

Lucas era joven, universitario sobradamente preparado, capaz de decir hola en seis idiomas y dota con una soberbia y bíblica paciente.

Hace falta serlo cuando tu oficio es enseñar teclas a la generación del boli Bic para casi todo.

  • Lucas tiene un cuerpo para devorarlo. Que era lo que hacía, de arriba abajo. Y dejaba que se corriera sin condón ni ostias porque llegó un momento en que me parecía s tan mierda, que me hubiera encantado que criaras al hijo de otro. ¿Sabes que hacía?...¿lo sabes?.

Luego los niños nos fueron llegando uno, dos, sin llegar nunca a conseguir la parejita, lo que terminó por frustrar más aun a una mujer que se frustraba hasta cuando perdía el urbano.

  • Me daba por culo, sin vaselina, porque me encantaba sentirla hasta el intestino, tan laaaarga, tan gooorda – escenificaba el tamaño componiendo un círculo con los dedos – No como eso – señalaba la entrepierna propia - Y me dolía, me dolía hasta matarme pero me encantaba saber que eras como un rebaño de ciervos.

Precisamente vería a Lucas esa misma tarde, para que me explicara, por enésima , como coño funcionan las formulitas del Excel 2008.

  • ¿Y sabes quien ha sido el último, tío mierda?. El último fue tu primo Alberto. Si tu primo hermano, ese que aseguras es más hermano que primo y en la cama no tiene tus genes desde luego. Que manera de clavar, de tratarme como una golfa mientras tu hablabas con su mujer en el piso de abajo sobre lo bien que cuida las macetas…el comiéndome la chirla y tu podando rosales…!cornudo!.

Pero supongo que uno tiene un aguante.

Uno resiste por los hijos, por la hipoteca, por las costumbres, por miedo a la soledad, por

amor, por el plan de pensiones, por los suegros, los sábados solitarios, la incidencia creciente de singles, el costoso ritmo de un soltero o por un compendio de todo.

  • Si, si…pero – objeté usando un tono de voz falsamente hundido que iba de menos a más - ¿sabías que Juan tiene complejo de peludo y que cuando te la chupa siempre se te deja algún pelillo de la barba en la entrepierna?. Si, de esos rizaditos y pelirrojos que de vez en cuando encuentras en mis calzoncillos.

Y mi paciencia, sobreexplotada…..

  • ¿Y que a Andrés le gusta que le aprieten el cuello mientras se la meten bien lubricada?…porque le gusta duro y a lo bestia. Nada de debilidades. Si se es maricón pasivo, se es hasta el fondo y hasta las últimas. Por eso un día encontraste moratones cuando lo vimos en el paseo dominical y a el no se lo ocurrió otra que guiñarme un ojo y decirte que se había caído escaleras abajo.

… era ya como una mina de carbón sin veta…

  • ¿Y que Lucas la tiene así de gorda porque con dieciséis se metió testosterona hasta en el café?...porque le cuesta asumir que a la hora de elegir, por muy goooorda que la tenga, entre tú y un barbudo, preferiría lo segundo. Lo que pasa es que su madre es una beatona para lo que quiere, porque por un lado le daría un rictus si supiera que su hijo tiene Chueca por referencia, pero por otro, le encanta santiguarse cuando se despatarra delante de una polla en el suelo de su cocina.

…y total si nos ahogamos, pues nos tiramos de cabeza…

  • Y que al primo Alberto tiene que meterle la polla en la boca a su mujer mientras otro se la zumba a cuatro desde atrás porque cuando hace un trío y te llama para quedar en ese hotelito de la M45, ella se pone tan cachonda que grita como si la estuvieran degollando y claro, hay que taparla con alguna cosa.

…..y ya era hora….

  • Pero ¿tu como coño sabes esas cosas?.
  • Pues que tu también eres una cornuda!...!Siiiii!. ¡Una jodida, enoooorme y desgraciada cornuda!.

…de confesarlo.