Valores

La historia sobre un amor verdadero.

Valores

Mi nombre es Susana y soy la novia de Héctor, un hombre al que no solo amo, sino respeto más que a mi propia vida. Sé perfectamente que ese sentimiento es mutuo, nos conocimos en la facultad de ingeniería, el primer día que nos sentemos el uno al lado del otro.

Desde ese día no nos hemos vuelto a separar, sentíamos un amor por la ingeniería sin igual y a la vez sentía que con una mirada sabia lo que estaba pensando, abecés me parecía que éramos almas gemelas que se reencarnaban para volver a conocerse y enamorarse.

No empezamos a salir enseguida, le costó más de dos años en pedírmelo, yo era uno a los que calificaban en la facultad como una chica quince. Él era un chico normal, pero ese pelo mal peinado, sumado a esa sonrisa picará y esas camisas y vaqueros arrugados que llevaba, le hacían un chico que llamaba la atención.

Yo nunca le di importancia a mi aspecto, sabía que a la larga sería más un impedimento que una ayuda, si conseguía algo quería que fuera por mi valía y no porque era una mujer guapa y con buen cuerpo. Eso era lo que me gustaba de Héctor, él era consciente de que estaba buena, pero tenía siempre en cuenta mi opinión y muchas veces me pedía consejo y ayuda con las materias que se le atragantaban.

Yo hacia lo mismo con él, eso poco a poco nos fue uniendo más, al final preferí quedarme los fines de semana en su casa o en la mía, primero estudiando y después cenando una pizza mientras veíamos una película. Otra cosa que me gustaba de el era, que no le costaba mostrar sus sentimientos y si tenía que llorar lo hacía no se escondía.

Los dos terminamos la carrera con las mejores notas, después nos buscamos unos trabajos de media jornada para poder costearnos unos másters, que nos vendrían muy bien en el futuro. Los dos conseguimos empleo en dos empresas distintas, él en una empresa pequeña y yo entré en la empresa de los padres de mi amiga Lidia.

Intente meter a Héctor en la empresa de Lidia, pero este me dijo que se encontraba a gusto en la empresa donde trabajaba, aunque cobraba menos, le dejaban participar en los proyectos más importantes que tenían.

Lidia no podía ver a Héctor, le veía como un perdedor, un hombre que prefería trabajar que divertirse, nunca entendió lo que yo vi en ese hombre. Una vez le dije que si tenía que explicárselo no merecía la pena decirle nada, la verdad es que No se podían ni ver, una vez esas faltas de respeto de Lidia contra Héctor estuvieron a punto de hacer saltar mi amistad con Lidia.

Le dije que yo había aguantado a toda clase de neandertal con el que ella había salido y nunca me había quejado, sin embargo ella no perdía oportunidad para dejar en mal lugar a Héctor, cosa que no conseguía porque aunque con toda la educación del mundo le solía poner en su sitio un día si y otro también.

Lidia empezó a salir con un hombre que conoció en el gimnasio al que solía ir. Al principio pensamos los dos que sería otro espécimen con mucho músculo en el cuerpo y poco del que de verdad importaba.

Que equivocados estábamos los dos, Carlos era abogado y uno de los mejores de Barcelona, enseguida hizo muy buena amistad con Héctor, a Carlos se le veía un hombre culto y tenía diversos temas de conversación, delante de él aparecía la Lidia que yo conocía, una mujer culta. Demostrando que no era la gerente de la empresa de su padre por ser su hija.

Héctor se apuntó al gimnasio por la insistencia de Carlos, la verdad que las primeras veces se descojonó pero bien de mi pobre novio. Lo más que había corrido el pobre había sido para no perder el autobús o el metro, en el gimnasio poco a poco gracias a la tutela de Carlos empezó a desarropar un bonito cuerpo sin ser nada exagerado.

La fecha de nuestra boda estaba escogida para ese año, pero tuvimos que retrasarlo todo porque a mi hermana mayor le diagnosticaron cáncer. Al detectárselo lo tenía en estadio cuatro y como mucho le dieron seis meses de vida, hacía poco que había sido madre. Al enterarse su marido salió a por tabaco y jamás volvió, lo buscamos, pero no volvimos a saber nada de él. A mi hermana no le preocupaba eso, si él había decidido ser un cobarde mejor lejos, lo que le angustiaba era su hija Nadia.

• Laura, a Nadia no le faltará de nada mientras Susana y yo vivamos – le dijo Héctor.

Héctor nunca se separó de mí y de mi hermana Laura, las sesiones de quimioterapia eran duras, nos recomendaron un hospital especializado pero saldría caro. Héctor y yo metimos horas hasta desfallecer, todo por darle una pequeña esperanza a mi hermana. Cuando había que pasar noches las pasábamos juntos, Héctor consiguió lo que jamás pensé que nadie en esa situación trágica pudiera conseguir.

Consiguió que mi hermana y yo sonriéramos, recordáramos los mejores momentos. Laura quería mucho a Héctor, siempre me dijo la suerte que había tenido en conocerlo y que no lo soltara, aunque la vida me fuera en ello.

Lo intentamos todo, pero el cáncer fue demasiado fuerte y se llevó a mi hermana, la última noche me tocaba pasarla a mí, Héctor paso la noche anterior, pero decidió que no me dejaría sola, estaba agotado, pero consiguió que mi hermana sonriera en más de una ocasión, al final Laura murió con los ojos cerrados pero con una sonrisa.

Él se encargó de todo, yo no tenía fuerzas para nada, él fue mi sustento. Jamás podría expresarle con palabras lo mucho que significo lo que Héctor hizo por nosotras. Otro que ayudo y también paso, noches fue Carlos, él nos ayudó con la herencia y diverso papeleo. Me avergüenza decirlo, pero se portó mucho mejor que Lidia que se suponía que era mi mejor amiga.

Nos llevó al notario que solía utilizar él y ellos se encargaron de todo, eso estrecho mucho más nuestra amistad con él y enfrió mucho mi amistad con Lidia. Fue Carlos el que agilizo el papeleo para que pudiéramos adoptar a Nadia, una noche se lo comente a Héctor y este estaba encantado, quería mucho a esa niña.

Las deudas que generaron las facturas de la hospitalización de mi hermana, nos ahogaron mucho. Eso empezó a crear en mí, una irritabilidad que pagaba con Héctor, este como siempre respiraba e intentaba calmarme y calmarse él.

En una ocasión que llevaba falda, me cogió y me subió a la mesa de la cocina. Me arranco las bragas y metió su cabeza entre mis piernas, al principio intenté separarlo de mí. Eso duro lo que mi cuerpo empezó a sentir las oleadas de placer recorrer cada célula de mi cuerpo.

Entonces apretaba más su cabeza contra mi coñito y le decía que siguiera, por el amor de dios. Que legua tenía Héctor, si hubiera sido un cabrón en esos momento hubiera conseguido de mí lo que hubiera querido. Después se enfundaba un condón y me metía la polla, no tenía la polla más grande, ni la más gruesa, pero sabía usarla bien y parecía que era capaz de rozar cada parte interna de mi vagina.

Ese hombre me llevaba a la locura, después de terminar de hacer el amor con él se me olvidaba el porqué estaba enfadada y él me daba un tierno besito en los labios y me abrazaba, como le quería.

Nuestra mayor locura la hicimos en mi despacho, nos pilló lidia y de hay hubo ciertos malentendidos que podían haber acabado muy mal, una de las mañanas que había quedado con Héctor para almorzar, unos cálculos se me estaban atragantando y no había forma de acabarlo para la hora que había quedado con él, entonces lo llame.

• Héctor, llevo toda la mañana con unos cálculos que se me están resistiendo y no me va a dar tiempo de terminar.

• Que te parece si cojo sushi de ese japonés que tanto te gusta y almorzamos en tu despacho.

• Me parece una idea genial, así podrías echarles un vistazo.

En eso quedamos, Héctor trajo el sushi que a mí más me gustaba, él no era un enamorado de esta comida, pero viendo lo que yo disfrutaba comiéndola le valía. Yo después de degustar semejante manjar y después de repasar los cálculos junto a él, decidí tomarme mi postre.

Me metí debajo de mi mesa y empecé a desabrochar el cinturón del pantalón de Héctor, después deslice ese pantalón más el slip hacia abajo dejando libre la polla que tanto me gustaba, la olí y empecé a lamérsela desde la base hasta la punta. Todo el cuerpo de Héctor se estremeció.

Tuvo que meterse la mano dentro de la boca para no gritar, me esmere en hacerle la mejor de las mamadas, incluso llegue a incrustármela hasta el fondo de mi garganta. Tenía a Héctor al borde a correrse y me lo hizo saber, siempre hacia lo mismo. Cuando estaba a punto quitaba las manos de mi cabeza y me dejaba a mí que tomara la decisión de donde terminaría su corrida.

Esa vez me incruste la polla den la garganta y me trague todo lo que salió de ella, creo que incluso Héctor tuvo que oír el sonido que hizo mi garganta al tragármelo todo. Estábamos tan ensimismados en las sensaciones que nos estábamos dando el uno al otro que olvide cerrar las persianas de mi despacho.

Cosa que Lidia aprovecho para grabar toda la escena con su móvil, después utilizaría ese video, no para chantajearme, pero si para obligarme a hacer algo que no quería hacer. Como he dicho antes la crisis estaba pegando fuerte y cada empresa sobrevivía como podía, la empresa de Héctor era pequeña, pero tenía a gente muy capaz y preparaban proyectos sólidos y muy atractivos.

Lidia decidió que la mejor manera de ganarse a los clientes era usando las armas femeninas, se empezó a rumorear que algunas de las trabajadoras de la empresa se habían acostado con algunos clientes que después habían firmado un contrato con la empresa.

No había pruebas de eso, además los proyectos que se presentaron eran muy buenos, yo había supervisado un par de ellos y la verdad que podían competir incluso con los que habían presentado la empresa de Héctor. Yo por aquel entonces viendo como se estaba poniendo la cosa y que en cualquier momento nos podíamos ver en la calle, Héctor me paso un proyecto para una mujer que quería hacer una reforma en su caserón para convertirlo en una casa rural.

La verdad que la idea me pareció estupenda, fuera de las horas de trabajo y con algo de ayuda de Héctor fui perfilando el proyecto. Una de esas noches que me quede repasando los cálculos Héctor me dio un beso en la frente y me dijo que me esperaba en la cama leyendo un libro, al llegar me miro y me dijo.

• Que te parecería si montáramos un pequeño estudio entre los dos.

• Pues la idea me parece estupenda, pero necesitaríamos capital.

• A ver si el proyecto que estás haciendo para la señora le gusta, el boca a boca hace mucho.

• La verdad que me gusta trabajar contigo, ya lo sabes.

Nos dimos un beso en la boca y nos pusimos a dormir, la verdad que la idea me atraía mucho, las cosas en la empresa estaban tomando un cáliz que no me gustaban nada. A la mañana siguiente después de desayunar, Héctor me dejo en la puerta de mi empresa y nada más entrar me paro Lidia.

• Susana, tenemos dos clientes que si aceptan nuestro proyecto nos salvan el año.

• Me parece muy bien, ¿qué proyecto es?

• El de la construcción del puente.

• Ese proyecto es muy solidó, la verdad que no deberíamos tener ningún problema en que firmaran con nosotros.

• Para eso te he abordado, me han pedido que se lo expongas tú, pero prefieren que lo hagamos en una cena, no en una fría sala de reuniones.

• Lidia, el sitio idóneo es la sala de reuniones, yo no tengo porque salía a cenar con ningún cliente, solo soy la ingeniera.

• Venga, yo pude enseñar este video a mi padre y no lo hice, hazme este favor y te deberé una gorda.

De repente en el video del móvil aparecía yo haciéndole una mamada a Héctor, eso hubiera sido suficiente para que me despidieran, pero esa forma de pedírmelo no me gusto nada. No me quedo más remedio que aceptar.

Lidia me llevo a su despacho donde esperaban dos hombres, un político de urbanismo y un constructor, enseguida me di cuenta de que iban estos dos. Las únicas especificaciones que querían eran mis medidas y la única negociación que quedan hacer era la que se hace con su polla metida en mi coño.

No escondí mi desapruebo ante Lidia, pero sabía que si su padre veía ese video, me costaría volver a encontrar otro trabajo de ingeniera en la ciudad. Salí muy contrariada del despacho de Lidia ella salió detrás de mí.

• ¿Qué te ocurre Susana?, pareces contrariada.

• A esos dos les importa una mierda las especificaciones del puente.

• Vale, la verdad que se han encaprichado de ti en cuanto te han visto, pero no estás obligada a hacer nada, solo será una cena.

• ¡Solo una cena!

• Como si sería una tortura follar con estos dos, están buenos y son guapos.

La deje con la palabra en la boca y me fui a llamar a Héctor, él me dijo que en principio iría a la cena, si la cosa se ponía fea le llamara y él iría a recogerme. Héctor estaba muy enfadado pero no conmigo sino con Lidia.

Me puse un vestido elegante, pero discreto para la cena, cuando Lidia paso a recogerme no puso muy buena cara, pero no dijo nada. Al llegar al restaurante, me dispuse a explicarles las especificaciones del proyecto del puente, los dos enseguida cambiaron de tema, se notaba que a ellos les internaba otra cosa y no miraron con buenos ojos mi vestido.

Sin embargo no podían dejar de mirar el escotazo que llevaba Lidia, nos dijeron que habían alquilado una habitación de hotel por si la noche se alargaba mucho, yo les dije que por mí no se preocuparan, pues después de cenar me volvería a mi casa. Los dos hombres miraron a Lidia y le comentaron algo, yo me levanté y me dirigí al servicio, no quería escuchar como mi supuesta amiga me vendía a esos dos.

Volví a la mesa, parecía que las cosas se habían calmado, la verdad que mientras cenamos nadie insinuó nada y sí que se habló sobre el proyecto, fue después de terminar de cenar mientras nos servían los cafés, cuando pude notar una mano que subía de mi muslo hacia mi entrepierna. Le pare en seco y le mire muy seria.

• ¿Qué crees que haces?

• Venga, que todos sabemos a lo que hemos venido hacer aquí.

• No te confundas, yo he venido a hablar sobre un proyecto de ingeniería que parece que solo me interesa a mí.

• Venga no te hagas la estrecha, ya verás como terminas gritando de placer.

• Claro que esta noche gritaré de placer, pero no será con ninguno de vosotros dos.

El tío sé mal entono y se levantó de malas formas, le di un tortazo que le hizo retroceder. El camarero sé hacerlo para preguntar si todo iba bien, yo le dije que si no le importaba llamarme a un taxi, el camarero llamo amablemente.

Yo lo esperé fuera entonces salió Lidia hecha una fiera.

• Joder Susana, lo has jodido todo, solo iba a ser un polvo y mañana seguirías igual con Héctor como siempre.

• Tú no entiendes nada Lidia, Héctor ha estado a mi lado en los peores momentos de mi vida, cuando Laura enfermo, fue él, el que nos dio fuerzas a las dos, consiguió que mi hermana sonriera en los momentos más duros de la quimioterapia y de no ser por él me hubiera hundido.

Lidia agachó la cabeza y no decía nada, entonces le dije.

• Sabes Lidia me voy al lado de Héctor, porque es el único hombre de este mundo que hace que me ponga como una moto solo con mirarle, esos dos de allí lo único que han provocado en mí es repulsión.

El taxi llegó y desde él le dije a Héctor que me esperara en casa que al final había decidido coger un taxi. Al llegar a casa lo abracé y le conté lo que había pasado, también le dije que el mismo lunes entregaría la carta de dimisión de esa empresa, no había estudiado durante años para terminar siendo la prostituta de dos hombres corruptos.

Al rato de estar hablando el móvil sonó, en él salía un texto que decía “mira lo que te estás perdiendo”

En el video salía Lidia a cuatro patas siendo follada desde atrás y comiéndole la polla al otro que era el que estaba grabando el video, durante las horas siguientes llegaron más videos. En uno de ellos aparecía Lidia haciendo una doble penetración mientras bramaba de placer.

Los dos nos miramos y pensamos lo mismo, Carlos no se merecía esto, decidimos llamarlo y que viniera a casa, cuando llego estaba preocupado pensando que le había pasado algo a Nadia, al ver nuestras caras se dio cuenta enseguida que Nadia estaba bien, pero que lo que le íbamos a contar no le iba a gustar. Héctor le entrego el móvil con el video en la pantalla.

Carlos se derrumbó y nosotros con él, ver llorar a un hombreton como Carlos le ablanda el corazón a cualquiera. Prepare unas copas y empezamos a hablar de nuestro futuro, Carlos nos contó que le habían hecho una oferta de un bufete de Venecia, la verdad que no sabía como proponérselo a Lidia, pero después de lo visto, pensaba aceptar el trabajo.

• Pues ya puedes aprender a nadar, dicen que Venecia se está hundiendo – dijo Héctor.

• Por suerte mis mejores amigos son unos grandes ingenieros y algo se les ocurrirá para que no me ahogue.

• ¿Qué vas a hacer?

• Si acepto, no tengo que presentarme hasta dentro de una semana, me cogeré una habitación de hotel.

• De eso nada, tenemos una habitación de invitados, no es muy grande, pero servirá – dijo Héctor.

Esa noche fuimos con Carlos a recoger las cosas que tenía en casa de Lidia, paso la semana en casa y el siguiente lunes le acompañamos al aeropuerto, nos despedimos con la promesa de vernos pronto. Después de dejar a Carlos en el aeropuerto, yo me presente en la empresa y deje mi carta de dimisión sobre la mesa de Lidia, no la volví a ver más, para tener amigas así, son mejores tener enemigos.

EPILOGO

El proyecto que prepare para reformar ese caserón en una casa rural, le encanto a esa señora y como dijo Héctor el boca a boca funciono muy bien, no tenemos proyectos de gran envergadura, pero nos permite pagar el alquiler del pequeño estudio donde trabajamos los dos y pagar el alquiler de una casa más pequeña que cogimos encima del estudio.

Estamos en el ginecólogo, estamos a punto de saber el sexo de nuestro hijo/a y estamos muy nerviosos los dos, con su nacimiento seremos cuatro en casa, Nadia está encantada de tener una hermanita/o.

Hablamos con Carlos todas las semanas, se adaptó a las mil maravillas y lleva unos meses saliendo con una compañera de trabajo llamada Antonella, he hablado un par de veces con ella por teléfono y parece una mujer muy agradable, tengo ganas de conocerla.

Lidia lo perdió todo, la empresa de su padre se fue a pique, esos dos indeseables compartieron los videos con conocidos y se hicieron virales. Hoy en día sigue llamando al teléfono de Carlos, pero este le contesta que está apagado o fuera de cobertura, nunca supo que cambio de número el mismo momento que decidió cortar con ella.

Yo estoy vestida de blanco caminando en dirección al altar donde me espera un guapísimo Héctor escoltado por Carlos, por fin conocí a Antonella que es mi dama de honor, por fin he conocido lo que es tener una amiga de verdad, alguien que te ayuda sin pedirte nada a cambio.

Me acabo de casar con el hombre de mi vida y esto es de lo único que estaré segura en toda mi vida.

FIN.