Valis y N, 4

Se suelta el sujetador y se refresca la cara y el pecho. Lo logró, pasó el casting y Axel Reed la acoge en su harem. Pero falta algo igual de difícil, convencer Valis.

De rodillas y con el brazo izquierdo alrededor de su muslo, N insiste en un movimiento de rotación que ha hecho temblar la gruesa nuez de Axel. Cruzada de brazos y recostada contra una de las columnas de espejo de los bajos del local, la robusta mujer madura de ojos azul metálico vestida con la americana oficial del club se sonríe.

-Es buena, eh Reed?

El gigantón rubio agarra del pelo a N y la aparta con un tirón.

- ok, enough. You are in.

La mujer se acerca a N y la ayuda a levantarse, devolviéndole su ropa e indicándole los vestuarios.

…….

Se suelta el sujetador y se refresca la cara y el pecho. Lo logró, pero falta algo igual de difícil, convencer  Valis. Mientras se peina frente al espejo, luchando con un rizo que le hace cosquillas entre los ojos, se escuchan unos nudillos contra la puerta. Es Axel, que entra en el pequeño baño, cierra detrás de él y habla con los labios apretados.

-Te acerco a casa?

-No gracias, prefiero caminar. Hace un día excelente. Me ayudas a abrochar esto? contesta N ofreciendo su espalda. El sujetador no tiene tiras por los hombros y al levantar los brazos sus pechos brincan y muestran fugazmente la parte de arriba de las aureolas.

Los gruesos dedos de Axel se afanan con el cierre.

-Mmm, quieres que nos acerquemos a la costa? Conozco un pub sobre el acantilado...

-Otro día quizá. Entonces estoy dentro, eh?

-Si te gusta andar hay una senda sobre las rocas con una puesta de sol impresionante.

Axel logra por fin abrochar el cierre y N se pone la blusa sobre los hombros redondos sin abotonarla. Chascando la lengua roza su musculoso costado al salir.

-Prometí a Valis que sería puntual para la cena, hoy cocina él- añade entusiasmada, como si fuese la mejor noticia del año.


Trece bloques más abajo Valis, sentado ante la web cam con su monoauricular puesto y la bola negra del micro ante los labios, discute con Greg, el representante de Bizarre TV, las condiciones económicas del rematch de N contra Giorgio, mientras en el horno se dora una lubina salvaje, el pescado favorito de N. Habla por el auricular sin convicción, con la desagradable impresión de que todo aquello se le ha ido de las manos. Me voy a entrenar, le dijo N al salir. Su chica se iba a menearle la polla a un desconocido. Eso era "entrenar". Ya no le bastaba hacérselo a él. Necesitaba experimentar con otras pollas que al parecer tendrían otros puntos débiles distintos. Cada polla es un mundo, le había dicho poco antes de marcharse, tan seria, tan en su lugar que parecía estar citando a Sócrates. Ya desde los antiguos griegos se sabe, al parecer. La ley de la palanca, el principio de Arquímedes y la individualidad sensorial de las pollas. No hay dos pollas iguales. Por enunciar esta proposición fue expulsado Sócrates al destierro. La cara de niña lista, de empollona de N así parecía asumirlo. Por la noche habían estado algo mecánicos. Luego N se había sentado sobre su espalda, colocada al revés que él, mirando hacia sus pies y pasándole las manos por debajo de las caderas lo trabajó a ciegas sin darle opción, sin dejarle darse la vuelta, hasta vaciarlo por completo. Se vistió en el baño mientras él dormitaba y al salir le suelta: me voy a entrenar, como si hiciese atletismo.

El olor a quemado lo arranca de sus meditaciones. Al abrir el horno un chorro de humo negro hace saltar la alarma de incendios. Justo entonces suena el portero automático.

Al abrir N se cuelga de su cuello y le estampa un beso más doloroso que una sesión de dentista. Valis se disculpa por el fiasco culinario. No te inquietes, no tengo ese tipo de hambre, y zancadilleándolo lo tumba sobre la alfombra aterrizando encima. Ambos se exprimen furiosamente sin emitir sonido comprensible alguno.

....

Al día siguiente Axel guía a N al pequeño apartamento duplex en el ático del edificio del club y comienzan la sesión sin mediar palabra. Enfundada en la tanga de purpurina dorada con el logo del Guerrières, N es presentada ante gruesos cirios de cera, que debe asir con una mano y frotar con la otra hasta derretir por completo. Axel produce cirios cada vez más gruesos y compactos hasta que N se rinde. Le duelen tanto los dedos que no puede ni siquiera vestirse. Cuando parece que va a despedirla, Axel desabrocha su bragueta y ofrece un enemigo de carne a su aturdida pupila. N la atrapa entre sus largos antebrazos y rechinando los dientes la tritura con la sensible piel de la cara interna de las muñecas hasta obligarla a escupir. Él la levanta por la barbilla y le acerca la boca, sobre la que N posa dos dedos.

-Somos profesionales, recuerdas, nada de implicación emocional, nada de contacto de cintura para arriba.

Al día siguiente Axel indica a N que no debe desvestirse, le ofrece una bebida y la conduce a una sala del local con apartos de proyección para mostrarle videos de los campeonatos de tekoki. Bien avanzada la proyección el zumbido del timbre los interrumpe. Axel se estira hasta uno de los telecomandos, interrumpe el video y acciona la apertura eléctrica. Invita a N a seguirlo y suben al duplex del último piso. Enseguida una gran figura ensombrece todo el dintel de la puerta. N lo observa de abajo a arriba. Luce una melena grasa hasta los hombros, los huesos de las cejas sobresalientes y la barba mal afeitada. Para entrar en el cuarto casi tiene que ponerse de lado. Axel va a la cocina y vuelve con una bandeja sobre la que hay perfectamente dobladas y perfumadas una toalla, un albornoz de algodón, y la tanga de lentejuelas doradas de N.

-Te presento a Boris, tu nuevo sparring. Tomen sus atuendos y procedan.

N se enfunda en su microuniforme de combate, hace un gesto a Boris para que se acerque al lecho y sin darle tiempo a reaccionar con un tirón brusco le desabrocha el tejano. Lo contempla y suspira. El grueso bicho de Boris, áspero y venoso, se protege con un anillo retardante en la base y un grueso y aparatoso vendaje alrededor de la cabeza.

Axel choca palmas con el gigantesco y huraño recién llegado y lo invita a tomar su puesto encima de N, el velludo púbis a la altura de las cejas de ella.

-Recuerda el trato, si te tumba no cobras.

Luego toma asiento para contemplar.