Valis y N (3)
N desafía a Kool Giorgio.
3
-Y aquí tenemos a nuestro anfitrión, el hombre que nos suministra nuestras más apoteósicas veladas de sexo competitivo. Mr Axel Reed. Que bueno verte de nuevo Axel, cuéntanos, que vamos a ver esta noche.
-Gracias Greg, gracias de corazón, eres excesivamente amable. El caso es que espero no decepcionaros. Esta noche tenemos a una nueva candidata que aceptó nuestro desafío para derretir a Giorgio, nuestro invencible hombre de hielo. Vamos si te parece a la arena, pues como pueden oír ya hicieron aparición los protagonistas.
La arena del Guerrières es una plataforma rectangular aislada mediante un foso, rodeada de gradas por tres de sus lados, y conectada del lado sin gradas por una pasarela a un escenario por donde han aparecido 3 figuras: un joven moreno muy robusto con una bata brillante hasta los tobillos, un hombre de cierta edad ataviado con rayas horizontales blancas y negras, y una chica alta y delgada de esponjosos rizos dorados. Va descalza, mostrando sus grandes pies blancos, con un vaquero deshilachado y un frágil bikini de punto que envuelve solo los extremos puntiagudos de sus hermosos pechos respingones, ligeramente estrábicos, dejando al descubierto el delicioso vientre terso de cada uno de ellos. Un poco más atrás dos exuberantes negrazas con desproporcionadas tetas de silicona que entrechocan al pavonearse, los escoltan y azuzan al público. Encima del escenario, frente al público, cuelga una pantalla gigante con un marcador digital en su parte inferior. Mientras el ambiente se caldea y los espectadores transportan bebidas del bar a sus localidades la pantalla muestra los mejores momentos de combates anteriores y previews con entrevistas a los contendientes.
Valis se deja guiar por la negra en taparrabos de paja que, al ver su invitación holografiada, lo cogió de la mano y tiró de él escaleras arriba hacia uno de los reservados exclusivos que colgaban sobre la grada central. Dentro Valis vislumbró dos butacas reclinables. La africana, por señas, lo invitó a sentarse y tecleó una combinación en el mueble bar. Al abrirse la luz interior dibujó las exuberantes formas de su hôtesse, seleccionada como las demás del club por satisfacer la rara condición de poseer dos pechos descomunales que a pesar de ello no llegaban a tocarse.
El árbitro coloca a los contendientes frente a frente y les recita las reglas agarrándolos por los antebrazos. Ambos son bastante más altos que él, por lo que tiene que alzar la cara para mirarlos a los ojos mientras los alecciona. Ellos lo ignoran, contemplándose entre desafiantes y curiosos. Él gira en redondo la cabeza, como si tuviese el cuello agarrotado. Ella le aguanta la vista con los labios apretados y las manos juntas escondidas a la espalda, muy estirada, un poco torpe. Al ser presentado Kool Giorgio abre la bata y la deja deslizarse al suelo, infla su poderoso torso esculpido y exhibe su abultada tanga de cuero. Una de las strippers africanas se agacha y le arranca de un tirón el frontal de la tanga. El voluminoso contenido se desploma pesadamente, cabeceando en el vacío. El público femenino murmura admirado clavando los codos en sus acompañantes. Ella se frota los muslos, revelando por primera vez sus manos. Son sorprendentemente largas y fuertes, pulcras, sin ningún anillo, y con las uñas recortadas al estilo masculino.
N se arrodilla, se echa el pelo hacia atrás soplándose el flequillo y ciñe el miembro por el último tercio, la parte más blanda y sensible. Anuda los dedos uno a uno y aprieta hasta que la cabeza que sobresale asfixiada se pone púrpura. Su naricita se arruga. El grueso calibre de Giorgio se resiste, pero los largos dedos de N se anudan como lianas en torno al fuste y lo comprimen hasta que la punta del pulgar asoma triunfante.
-Vaya, Mr Reed, parece que nuestra chica se inclina por un agarre profesional. Es un candado carioca en toda regla. Perdona el chiste fácil pero esta cría sabe lo que se trae entre manos.
-Hmmm, te dije que no te decepcionaría, Greg... esta chica es dinamita, créeme, lo se por experiencia.
-No quiero saber nada más, maldita sea, hombre de suerte. De todos modos pon mi dinero en Giorgio, hace falta algo más que una rubia novata con un buen agarre para derretir al hombre de hielo.
...
-Ha vuelto a cambiar de ritmo, otra vez, y van cuatro. No veo su mano, créanme, ya no puedo verla. Ha desaparecido. Oigo claramente los topetazos, el sonido me recuerda la carnicería de mi barrio, pero la mano no se ve. Ha vuelto a cambiar de nuevo. Pensaba que ya estaba a tope pero no. Ahora esta bombeando aun más rápido. Y a juzgar por su expresión creo que Giorgio tampoco se lo esperaba. Dios mio, Axel, ha vuelto a hacerlo. Y ahora está girándosela, sí, está girándola en círculos mientras bombea. Sus tetitas se bambolean como flanes, van a desprenderse del pecho. Está sudando, no son las luces, le brilla le frente y el cuello, está rompiendo a sudar. Con esa batidora no me extraña.
-Giorgio está pasándolo realmente mal, su rostro es un poema. Es increíble, Axel, lo tiene. La novata tiene al gran Giorgio arrinconado y amedrentado como un conejito. Parecía que no podría cerrar la mano y lo está despellejando.
-Si Greg, pero es un gran campeón, y ella también está sudando. Tiene que tener el brazo destrozado, no podrá mantener ese ritmo. Aquí aún hay pelea Greg, yo no daría tu dinero por perdido todavía.
La africana, sentada al lado de Valis, le desabrocha el pantalón y libera su enrojecida verga sin tocarla, frunciendo sus carnosos labios a modo de sonrisa. Remueve las pajas de su taparrabos y le muestra incitante, sin sombra de pudor, su frondoso sexo, de labios igual de gruesos y sonrosados.
Tras el corte publicitario la pantalla se llena con el rostro crispado de N, sus rizos pegados a la frente y dos filas de dientes blancos atrapando la punta de la lengua. Las repeticiones a cámara de alta definición permiten recrearse en su técnica de bombeo, desvelando un metódico y relampagueante giro de muñeca al final de cada tirón. El cronómetro sobre impresionado en al ángulo inferior izquierdo rebasa la barrera de los 9 min y aunque las venas de Giorgio están infladas como las de un caballo de carreras parece que de nuevo va a aguantar.
El gemido de Giorgio ahoga la sirena. N apunta al suelo y lo ametralla con el chorreo del hombre de hielo. Las seguidoras del divo chillan histéricas y la rubia reclama asintiendo con la cabeza, sin dejar de bombear. Desencajado, Giorgio se gira al árbitro mientras apretando el culo se desliza fuera del puño de ella. N se pone la mano delante de la cara, como si quisiese degustar la espuma que burbujea en su palma. El árbitro se reúne con el juez de video y pide una repetición. En 9:59:90 el puño de la rubia tapa la cabeza del miembro, y en 10:00:10 la cabeza surge, colorada, y un esputo cremoso se forma en su comisura. Al ver el video tanto Giorgio como la chica levantan los brazos considerándose vencedores.
Se forma un revuelo, los jueces se reúnen y reaparecen con un veredicto. N lo acepta deportivamente y saluda poniendo la mano en el pecho e inclinándose ante sus seguidores. En su reservado Valis exprime a la africana hasta que sus pies, mitad café mitad marfil, se encogen en forma de bola, como un erizo. Bajo los focos N se observa los largos dedos doloridos de su mano derecha y luego se los ofrece a Giorgo, que los cubre con un beso. Él le levanta la mano ante el público, felicitándola y prometiéndole una segunda oportunidad. Se miran titubeantes, sus cuerpos desprendiendo aún vapor, y finalmente se funden en un abrazo. Enlazados por las caderas despachan al reportero de Bizarre TV y desaparecen por el túnel de vestuarios.