Valery 6 Los Secretos de mi Madre Segunda parte

- ¡Eso es!, ¡Así!, ¡Uuff! por Dios que calientica boquita tienes mi vida. Decía Sofía casi susurrando mientras la hábil niñera daba pequeños chupetones alrededor de su vagina en forma provocativa sin llegar al centro, aumentando aún más la ansiedad de Sofía por lengua.

Los Secretos de mi Madre “Segunda parte"

Sofía se puso un vestido veraniego azul de una tela muy fina ajustado a su cintura con una correa ancha de cuero negro y una hebilla dorada, unos tacones negros de ocho cms. que hacían ver su culo firme, unas medias de nailon color piel hasta el muslo, sujetadas solo por unos elásticos siliconados.  Además de eso... estaba completamente desnuda, no llevaba bragas ni sujetador, sus hermosas tetas blancas y sus pezones oscuros se dejaban entrever por la fina tela de su vestido.

Isabela corrió a la ducha emocionada por la llamada de su amante, cuidadosamente lavó cada uno de los rincones de su cuerpo, cubrió su piel con cremas humectantes, se vistió con un jogger y un hoodie negro de su banda favorita Misfits, un outfit muy adecuado para una niñera; pero debajo de su jogger vestía un conjunto diminuto de lencería blanca perlada semitransparente que dejaba entrever su vagina, recogió su cabello dorado en una cola de caballo y salió corriendo con sus libros en la mano.

Isa, como le decían cariñosamente sus amigos, era una chica de las cercanías que estaba en segundo año de derecho y ofrecía sus servicios como niñera para subsidiar parte de sus estudios.  A pesar de tener una relación estable con un chico de la facultad no le faltaban pretendientes, era una nena hermosa de un metro 65 de estatura, piel canela, un cabello rubio hasta la mitad de la espalda y unos ojos color azul oscuro que endulzaban a quien los mirase; no era muy voluptuosa, pero todo su cuerpo tenía la armonía perfecta para ser la paja enfermiza de chicos y nenitas golosas.

Sofía se adelantó a abrir la puerta antes que Isabela tocase.

-Pasa. Le dijo en voz baja haciendo una señal de silencio.

Isabela entró a la casa reservadamente y antes de darse cuenta, unos brazos la rodearon por la cintura y le susurraron al oído:

-La nena está en el cuarto concentrada en sus tareas. Mientras con una mano le agarraba el culo dándole pequeños apretones.

-Ven, vamos a mi habitación, no aguanto más.

Ambas mujeres se precipitaron a entrar al cuarto mientras se cogían de la mano y se miraban a los ojos sonriendo.

  • ¿Qué le dijiste a tus padres? Preguntaba Sofía con voz entrecortada mientras besaba a Isabela con pasión.

-Que venía a encargarme de la nena un rato, que tú, debías hacer una diligencia. Respondió Isa jadeando dentro de la boca de Sofía que buscaba su húmeda lengua con desespero.

-Entonces… ¿a qué esperas? Encárgate de la nena. Respondió Sofía sentándose en la cama de matrimonio y abriendo las piernas de un tirón, señaló su coño con una sonrisa perversa en su rostro.

Isabela obedeció sin dudarlo devolviendo las miradas lascivas a su impaciente amante.

Se puso de rodillas sobre la alfombra directamente entre las piernas de Sofía y con ambas manos recorrió sus piernas, pasando sus uñas por las sexys medias de nailon lentamente, comenzando por los tobillos hasta sus muslos sin dejar de mirarse mutuamente a los ojos.

Sofía parecía estremecerse más fuerte a medida que las cálidas manos de su amante se acercaban a su entrepierna. Al llegar al final de las medias Isabela se detuvo, comenzó por abrir dos botones del vestido que se encontraban por debajo del cinturón de Sofía, dejando al descubierto un suculento y húmedo manjar, el cual Isa no se imaginaba encontrar totalmente descubierto.

  • ¡Ohh! por Dios señora Sofía, que puta está usted hoy, le dijo Isabela mirándola a los ojos.

-Y llevo mojadita una eternidad esperando por ti. Dijo Sofía con voz seductora y con delicadeza guio la cabeza de Isa hasta su brillante coño.

  • ¡Eso es!, ¡Así!, ¡Uuff! por Dios que calientica boquita tienes mi vida. Decía Sofía casi susurrando mientras la hábil niñera daba pequeños chupetones alrededor de su vagina en forma provocativa sin llegar al centro, aumentando aún más la ansiedad de Sofía por lengua.

Isabela recorría despacio los húmedos pliegues de la vulva, saboreando los jugos calientes de Sofía, haciendo que esta apretara sus puños en el tendido matrimonial y separara aún más sus piernas logrando que los labios de su raja se abrieran, dejando al descubierto un palpitante y brillante clítoris.

Isabela contempló por unos segundos la belleza de tan suculenta vista y entrelazó su lengua con el clítoris de Sofía como si se estuviese besando con su vagina.

Sofía miraba hacia arriba tratando de ahogar sus gemidos, pero a estas alturas sus piernas temblaban rápidamente y sus jugos caían humedeciendo sus medias; dando paso a un explosivo orgasmo que solo pudo ser acallar hacia atrás en la cama y poniendo una almohada sobre su rostro.

La perversa joven sonreía con carita demoníaca mientras lamía cada vez más despacio el coño de Sofía sin dejar escapar una sola gota del resultado de sus contracciones, llevándola lenta y delicadamente al final de su estado de trance sexual.

Isabela se unió a Sofía en la cama y quitándole la almohada de la cara se miraron sonriendo, terminaron entrelazando sus cuerpos en un tierno beso lleno de saliva y jugos vaginales.

-Te tengo una sorpresa. dijo Isabela con entusiasmo, después de unos segundos.

  • ¿En serio? ya me has dado más de lo necesario nena. Contestó Sofía aún con voz jadeante.

Isabela se puso de pie tomando a Sofía de la mano para que se uniera a ella.  Desajustó los cordones que sujetaban su jogger, dejando ante los ojos de Sofía unas tanguitas semitransparentes evidentemente húmedas que dejaban ver una hambrienta y sexy rajita.

  • ¡Ohhh! nena, ven aquí déjame verte. Dijo Sofía con ojos lujuriosos a medida que daba vuelta a su amante para contemplar la delicadeza de la prenda, que combinaba perfecta con su piel canela.

-Sabía que te iban a quedar divinas amor.

-Fue un lindo regalo de su parte señora Sofía, me recordaron la primera vez que sentí un orgasmo, fueron dos horas inolvidables acompañadas por el poder sexual que traen consigo las tormentas, ¿lo recuerdas?

-Que perrita eres nena, sabes que cuando me hablas así no respondo de mis actos.

Isa se puso sobre sus rodillas en el borde de la cama parando su culito lo más arriba posible hundiendo su cara de ángel en el colchón en forma retadora y expresó juguetonamente:

  • ¡Y sí!, soy perrita, pero mi dueña me quiere así ¿verdad? dijo mientras miraba a Sofía de reojo haciendo un pequeño esfuerzo para mirar hacia atrás.

Sofía se puso de rodillas frente al erguido culo de Isa, acariciando sus muslos y sus caderas, sintiendo la suave textura de su piel.  Unos diminutos vellitos dorados se erizaban al roce de sus manos, que a su paso liberaban el dulce aroma de la joven que se estremecía de placer.

Sofía acompañó el roce de sus manos con profundas lamidas, saboreando sus muslos y acercándose más al delgado hilo que con dificultad alcanzaba a cubrir el virginal anito de Isabela, lamió con delicadeza la prenda desde el pubis, pasando por el clítoris hasta el culo de isa, haciendo que sus piernas temblaran al llegar a su ojete. Sabía que ésa parte era especialmente sensible en Isabela y disfrutaba sobremanera viéndola jadear.

Sofía bajo los pantis de Isa un poco solo lo justo para dejar la tela del panti un poco suelta y poder alcanzar un poco más de piel, dejando al descubierto el coño de Isa y un clítoris hinchado de placer.

Hundió su cara fuertemente entre los labios de Isabela, buscando con su lengua el origen del húmedo néctar que brotaba de su vagina y dejando su nariz pegada al aroma hipnotizante de su culo, aspiró fuertemente con los ojos cerrados dejando que su exhalación revelara sus verdaderos pensamientos.

  • ¡HOOO! VALERY…

Un corto silencio se hizo en el cuarto.

Ambas mujeres se sentaron en la cama a medio vestir, mirándose mutuamente por unos segundos en silencio.

-Humm… será mejor que me vaya, le dije a mis padres que solo era por una hora y de verdad tengo que estudiar, ¿hablamos luego?  Dijo Isabela mientras subía y sujetaba su jogger con el cordón.  Sin esperar una respuesta salió silenciosamente de la habitación y de la casa.

Sofía estaba sentada en su habitación con el rostro aún lleno de flujos y su coño humeante, preguntándose qué había pasado. ¿En verdad había dicho el nombre de su hija?

Después de unos segundos, se paró, abotonó su vestido, organizó su cabello, sacó unos pantis del cajón superior de la cómoda, se los puso y salió de la habitación.

Al pasar por la habitación de Valery, vio como la puerta entreabierta se cerraba sin hacer ruido.

.

.

.

Al otro lado de la puerta estaba yo, bastante confundida.