Valery 4 (Los secretos de mi Madre)

Nuestro padres tambien tienen secretos....

Valery 4 (los secretos de mi Madre)

La puerta cerró y Sofía se quedó recostada en ella con las tijeras aún en sus manos, su respiración era extremadamente agitada, suspiró profundo y trató de reponer su compostura, estaba fuera de sí.

-Contrólate Sofía, decía para sí misma en voz baja, enderezando su espalda y arreglando su cabello se dirigió a su habitación con pasos lentos pero elegantes.

Sofía, era la  personificación de la elegancia, refinada en todos los aspectos, aunque un poco controladora, su esposo a menudo decía que podría ser modelo si lo quisiera, a lo cual ella siempre respondía con una mueca no muy simpática.

Se dirigió a su habitación y Marcó de memoria los números de un teléfono que el caller ID identificó como Isabela.

El teléfono repicó dos veces.

-¿Diga? una voz delicada y juvenil contestó al otro lado.

-¡Hoo! por Dios, que bueno que eres tú Amor.

-¡Sofía!, perdón señora Sofía. Respondió la voz con nerviosismo evidente mientras dos figuras sentadas en la sala frente al tv se dieron vuelta al escuchar el nombre del interlocutor.

  • ¿Están tus padres ahí?

-Escucha cielo, necesito verte de inmediato, inventa lo que quieras a tus padres, diles que es solo por un corto tiempo, que debo hacer algo y necesito que le eches un ojo a la nena… y que te pago doble por la urgencia, de verdad necesito verte.

-Está bien Señora Sofía, en 15 minutos me aseo, llevo unos libros para estudiar y ahí estaré.

El teléfono emitió el último tono de apagado e Isabela dijo a sus padres que la miraban con curiosidad:

-Era la señora Sofía dice que tiene una emergencia y que necesita que vaya a cuidar a Valery por un momento.  ¿Está bien que vaya?

-Pues claro Hija, esa mujer prácticamente ha pagado tus estudios y ha sido más que generosa con nosotros, sólo asegúrate de llevar tus libros por si tienes tiempo de estudiar, como siempre.

Isabela hacía dos años que trabajaba como niñera en la casa de los Vega, cuando apenas recién terminaba el cole. Su conexión con Valery era excelente, la nena pasaba casi todo el tiempo en su cuarto haciendo sus tareas lo que le dejaba mucho tiempo libre, pero la diferencia de edad hacía que la viese aún como una niña.

Por otra parte, se interesaba mucho en las cosas de Sofía, parecía poner más atención a la madre que a la hija.  Le llamaba mucho la atención su elegancia, su forma de vestir y su carácter fuerte. Sofía no era indiferente a las atenciones de la joven y lentamente empezó a fijarse en ella de otra forma.

Comenzó por requerir sus servicios más seguido, incluso si no tenía que estar fuera de casa, con la disculpa que el cuidado de la nena la alejaba de otras responsabilidades, a lo que Ignacio no veía gran inconveniente, él estaba ausente la mayor parte del tiempo y el dinero no suponía mayor problema.

Así las dos mujeres pasaban las tardes conversando la una con la otra; solían mirarse a los ojos mientras reían, ignorando el fuego intenso que consumía sus entrañas.

Sofía no aguantaba la tensión sexual, cada vez que solicitaba sus servicios, se masturbaba enérgicamente en su sofá media hora antes para poder controlarse delante de Isabela, su imagen de la chica era la de una estudiante dedicada, y una fiel novia heterosexual, en sus conversaciones nunca se vio un atisbo de bisexualidad, aunque sus miradas y roces en las manos, confundían mucho a Sofía.

Un Lunes a mediados de abril Sofía se sentía sola, la nena estaba dormida y sentía muchas ganas de ver a Isabela, así que cogió el teléfono e inventó una de sus disculpas acostumbradas para atraer a Isabela a su casa. Como de costumbre Sofía se vestía más casual para tratar de bajar unos años su look, bajó a la sala y pasó los siguientes minutos tratando de correrse mientras se imaginaba a Isabela completamente desnuda a su lado masturbándose al unísono.

Lo que no se esperaba era abrir los ojos y encontrarse a Isabela frente suyo.

¡Aaahhh!  Por Dios Isa. Exclamó Sofía sacando rápidamente su mano de los  jeans completamente mojada.

-¿Qué haces ahí parada? casi me matas de un susto y ¿porque estás empapada? dijo Sofía mientras trataba de disimular lo evidente, los dedos llenos de flujos y sus jeans desabrochados la delataban.

-Lo siento señora Sofía. Dijo Isabela con el rostro completamente ruborizado y sus ropas empapadas.

-Toqué la puerta del frente pero nadie respondía, así que fui por el jardín y entré para refugiarme de la tormenta.

Sofía había perdido por completo la noción de la realidad una vez sus dedos tocaban su coño, ni siquiera había notado el aguacero que caía sobre su Ciudad.

-Lo siento mucho, no pretendí ser imprudente, es solo que...

-Basta ya mujer, que no pasa nada, somos amigas ¿no?  Y... tú  ya debes saber de estas cosas.  Decía Sofía ya más calmada y tratando de restarle importancia al asunto.

-Ven Isa, vamos a cambiarte esa ropa que te vas a resfriar, cogió a la hermosa niñera de la mano olvidando los restos de flujos en sus dedos, pero para Isabela no pasó inadvertido, apretó aún más su mano a la de Sofía quién la dirigía a su alcoba.

-Voy a buscarte algo de mi ropa Isa, espero que no te importe, desnúdate y dame la ropa mujer la pongo en la secadora.

Isabela titubeante se dio la vuelta y se quitó los jeans y su chompa quedando en unos delicados cacheteros que hacían ver su culito como un perfecto durazno, mientras cubría sus pechos con timidez escondidos bajo un sostén semi-deportivo.

-No seas tímida Isa, que somos mujeres dame esos pantis y ese top, que están empapados y saca lo que quieras del cajón de abajo de mi cómoda.

Sofía se dirigió al cuarto de la secadora con la ropa mojada de Isabela, dejándola desnudita en su habitación.

Isabela, se secó con una diminuta toalla que Sofía le había suministrado, se dirigió al cajón de la ropa íntima y comenzó a escoger algo para ella;  a medida que sacaba pantis del cajón solo encontraba diminutas tangas todas ellas muy sexys y delicadas, no pudo resistir y comenzó a olerlas y acariciar su rostro con ellas, olían a Sofía, su olor estaba impregnada en toda su ropa, toda su esencia de mujer corría por los finos hilos que formaban la prenda.

Notó en el fondo unas tanguitas negras muy finas,  la tela que cubría la rajita era totalmente transparente, y tenían un broche dorado a cada lado que se abrían con facilidad; no era lo que tenía en mente para vestir, pero sucumbió al deseo de verse por primera vez en una prenda tan sexy y poder sentir su sexo pegado a las bragas de Sofía.

Se miró al espejo empinándose un poco de lado para admirar su culito, lucía hermoso y perfecto, se puso de frente, podía ver su cuquita a través de la tela, comenzó a mojarse rápidamente por lo que se apresuró a quitarse las bragas.

Listo Isa, en un rato tienes tu ropa seca... dijo Sofía entrando al cuarto de imprevisto.

Isabela se sobresaltó al ver de repente a Sofía y trató de cubrirse con las manos.

-¡Vaya vaya!, qué buen gusto tienes, has escogido mis bragas favoritas.

-Ooh, señora Sofía, lo siento no sabía que escoger, es solo que no suelo usar tanguitas tan sexys y todas están divinas. Decía Isabela con sus tetas aún descubiertas.

-Que no pasa nada, si te quedan mejor que a mí. Dijo Sofía mientras recorría a la chica con los ojos de arriba abajo dejando ver una sonrisa lujuriosa.

-¡Ja ja ja! estás loquita Sofía, dijo Isa sintiéndose un poco eufórica y llevándose las manos al pecho desnudo.

-Pero bueno, ya que te quedan tan bien debes probarte el conjunto entero ¿no?

Sofía metió sus manos dentro de su blusa desabrochando su sostén, quitándoselo con increíble facilidad dejando sus pechos en libertad, era la parte de arriba correspondiente a los pantis negros.

-¿QUUEE? no me van a servir, tus tetas son mucho más grandes que las mías, sin mencionar... hermosas.

Ambas mujeres sonrieron mirándose a los ojos con respiración agitada.

-No sé si más grandes, pero definitivamente las tuyas son…PERFECTAS.

Los pezones de Isabela respondieron inmediatamente a sus halagos poniéndose duritos, su aureola se tensionó dejando ver la piel erizada a su alrededor, Sofía los miraba fijamente notando el obvio aumento en la libido de su joven empleada.

-Isabela se percató de los jugos que goteaban por sus piernas,  completamente en evidencia e  incapaz de ocultar su excitación, con el rostro ruborizado, mirando a sus pies y una actitud un poco infantil dijo:

-Le pido excusas señora Sofía, pero hay una prenda más que va a tener que meter en la secadora.

Sofía la miró a los ojos y delicadamente se acercó a ella, dejando sus labios a unos escasos centímetros de los temblorosos labios de Isabela... entrelazaron sus manos y se dejaron llevar por un cálido beso que hacía mucho ambas estaban deseando.

Sentían mutuamente su respiración jadeante mientras sus lenguas parecían fundirse en una sensual batalla por absorber sus almas.

Pasaron las siguientes dos horas comiéndose mutuamente, saciando el hambre que deja meses de deseo silencioso, mezclando el aroma de sus cuerpos, bebiendo néctar de sus bocas, fusionando la humedad de sus coños en una sola,  se aseguraron de guardar en el recuerdo cada caricia, cada beso, cada zona de piel erizada; no querían que esto acabará, no tenían que decírselo, las miradas y las caricias incansables eran más que suficiente.  Pero la tormenta cesaba....y la tarde moría.

Se despidieron sin mediar palabra, solo un profundo beso, de esos que se sienten más en el alma que en los labios y hacen aún más dura la partida.

Hola, Gracias por leerme.