Valery 3 STUART (El Doc).

A veces lo único que necesitamos para despertar es un empujón.

-Hoy estas más activa de lo normal Vale, ¿hay algo de lo que quieras hablarme?

-No sé, ¿cómo qué? Decía con voz distraída mientras inspeccionaba la oficina del Doc, revisaba su biblioteca, desordenaba el área lúdica, miraba algunos de sus diplomas viejos y hacia alguna pregunta tonta sobre sus estudios tratando de hacerme la interesada mientras decidía donde quería sentarme esta vez.  Era una especie de juego que con el tiempo se convirtió en ritual;  entraba sin saludar ni mirar directamente los ojos de Stuart, el me seguía con ojos dulces y cariñosos y una pequeña sonrisa en sus labios que se asomaba tímida tras una perfecta barba a medio crecer color gris claro.

Mi madre siempre decía que el Doc era un hombre muy atractivo y se ponía muy nerviosa cuando hacíamos sesión familiar, mi padre la molestaba en forma de broma siempre tomándose la situación muy amablemente, pero a ella parecía no gustarle.

Después de pasearme juguetona con mi faldita negra por toda su oficina, inocente del espectáculo que mis tiernas nalguitas le estaban dando al buen Doc, decidí sentarme en el área lúdica, lo cual me causaba mucha gracia ya que el Doc era gigante y nunca lograba acomodarse fácilmente en el puff.  Después de un gran esfuerzo por fin pudo acomodarse y con su rostro aún rojo por el inevitable cardio matutino dijo:

-Vamos Valery, ya sabes cómo es esto, llevamos un año viéndonos y ambos sabemos  que terminarás contándomelo.

-No sé de qué habla “Doctor Stuart”, Decía yo con sarcasmo desviando el tema y olvidándome completamente de la ausencia de shorts bajo mi faldita.

-Jajaja eres increíble Valery, está bien.

-Entonces cuéntame que tal tu semana, ¿pudiste arreglar las cosas con tu madre como lo hablamos? preguntaba Stuart mientras sus ojos a pesar de su profesionalismo y esfuerzo no dejaban de ver el triangulito de tela blanca que se asomaba cuando mi faldita se movía.

En ese momento no le di mayor importancia, además yo solo podía pensar en una cosa.  Como él lo decía, ya hace más de un año que mis padres decidieron traerme a terapia por recomendación de mis maestros, según ellos tenía problemas para interactuar con personas de mi edad, era aislada y siempre buscaba estar cerca de personas mayores.

El Doctor Stuart llevaba 5 años viviendo en esta Ciudad, hablaba bien el  español pero su acento y su físico lo delataban completamente, llevaba siempre unas sandalias de cuero, usaba pantalones de dril de tela muy ligera y casi siempre camisas básicas cuello en v de diferentes colores.  Al principio me parecía extraña su forma de vestir pero mama me explico que de donde el viene las personas no le prestan mucha atención a la forma de vestir, que ellos preferían sentirse cómodos; aquello iba en total discrepancia con su aseo personal, siempre estaba bien motilado, su piel olía a crema de coco y su aliento era fresco con un toque de frutas dulces, sus camisas a pesar de siempre dar la apariencia de ser un poco viejas, olían a flores tropicales.

-Doc, ¿cómo es la relación con sus padres? pregunté haciendo caso omiso de su pregunta.

Stuart sonrió dulcemente viendo el esfuerzo que estaba haciendo para llegar al tema que realmente quería tratar y siguiéndome la corriente dijo:

-Mi madre era la mujer más cariñosa del mundo, atenta y muy dedicada a la familia, mi padre es pensionado, pero nunca ha podido sacar su cabeza de los negocios y lo usa como medio para luchar contra el dolor que le dejo la muerte de mi madre.  Continúo el doc, el cual pareció notar que aclaré mi garganta cuando menciono a su padre, ya que inmediatamente preguntó.

-¿Pasa algo con tu padre nena?

-No, respondí.  Es solo que... mordiendo mis labios y abriendo y cerrando mis piernitas rítmicamente,  dude en hablar, sentía de alguna forma vergüenza y pena por lo que iba a decir.

-Vamos vale, eres una niña muy inteligente, ¿sabes que puedes confiar en mi verdad? Decía el Doc mientras luchaba por mirarme a los ojos cada vez que separaba mis piernas, para mí fue extraño que el Doc estuviese tan distraído, nunca lo había visto así, incluso unas góticas de sudor comenzaron  a hacerse notables en su frente, pero de alguna forma, inconscientemente, podía sentir su mirada libidinosa y ello me llevó a sentirme más cómoda con lo que iba a decir.

-Esta mañana mientras jugaba con mi papi en mi habitación, sentí algo diferente.  Sentí las cosquillas de mi pancita en otras partes del cuerpo.

  • ¿Era una sensación agradable o molesta? Pregunto el Doc mostrando ya más interés.

-Era....

-No sé....

-Se sentía bien, pero al mismo tiempo... mal.

-¿Doloroso?

-No, como si papá se fuese a enojar conmigo.

-¿Porque lo dices nena?

-Porque cuando sintió que estaba durito, se detuvo al instante y nos quedamos mirándonos por unos segundos, papa tenía la cara muy roja, finalmente sonrió y salió de mi cuarto diciendo que siempre iba a ser su chiquita, pero caminaba un poco encorvado como si le doliera la espalda por haber jugado conmigo.

Stuart no cambio su actitud, se quitó las sandalias y cruzo las piernas sentándose sobre ellas para evitar que su creciente erección se notase y con mirada más seria y atenta me dijo:

-¿Que se puso durito?

Me dio vergüenza en ese instante poner un nombre a mis diminutas teticas, así que me reí pícaramente, bajé la mirada sin dejar de sonreír y con la punta de mis dedos toque en forma circular por encima de mi blusita un pezón y después el otro con la otra mano, estos no se hicieron esperar y comenzaron a endurecerse inmediatamente,  con la misma sonrisa que baje la cabeza la volví a levantar y dije:

-aquí y aquí. Dije susurrando.

Stuart se quedó en silencio unos segundos sin levantar la mirada de los dos botoncitos duritos que se paraban bajo la delicada tela de la infantil prenda, finalmente se encontró con un rostro que lo miraba inocentemente desde abajo.

Noté como el rostro del Doc estaba rojo igual que el de mi papito esa mañana, pero solo volví a sonreír y no dije nada más mientras separaba un poco más mis piernitas, esta vez con un toque de intención.

Stuart se acomodó nuevamente en le puff aclaro la garganta respiro un poco y dijo tratando de sonar lo más normal posible.

-No te preocupes por tu papi Vale. él va a estar bien, solo tuvo una erección.

-¿Erección? Pregunte rápidamente.

-Sí, los seres humanos cuando compartimos sentimientos y emociones, también los expresamos físicamente.  Cuando estas triste lloras, cuando tienes miedo gritas, cuando estas feliz ríes, de igual manera funciona para las emociones afectivas, cuando sientes mucho cariño o atracción hacia alguien puedes tener una respuesta fisiológica que se traduce en una erección.

-¿Y eso es malo? – pregunte con preocupación.

-Para nada chiquita, al contrario, es la más bella expresión de amor en los seres humanos, al igual que tú, cuando tus pezones se pusieron “duritos”.

-¿No te gusto como se sintió? Pregunto Stuart mirándolos fijamente.

-Sí, no…es decir, es una sensación muy extraña pero de alguna manera deseo volverla a sentirla.

-No te preocupes nena, esas emociones nuevas y esas sensaciones son parte de crecer, significa que ya estas empezando a entrar a una etapa más madura de tu vida.

Mi rostro se llenó finos hilos de lágrimas que salían por mis ojos en un remolino de emociones confusas y corrí a los brazos del Doc, este me acogió entre sus brazos y acomodándome entre sus piernas me dijo con voz suave y calmada:

-no te preocupes Valery, no estás sola, conmigo puedes hablar de cualquier cosa, de lo que sea y me pego fuerte a su pecho.

En ese momento me sentí protegida entre sus grandes brazos y sentía que su respiración se hacía cada vez más profunda, mis pezoncitos se ponían duros de nuevo y comencé a sentir otra vez esa sensación

que hacía salir chorritos de mi cuquita y mojaba mis tanguitas, esta vez no tuve miedo, me pegué más a él y comencé a seguir su respiración, de repente sentí algo duro moviéndose entre mis nalguitas, el Doc me abrazaba cada vez más fuerte y movía sus grandes brazos alrededor de mi espalda, cada vez bajando más hacia mi culito.

Yo seguía feliz e inmóvil en sus brazos, cada vez sentía más duro y caliente aquel bulto en el que estaba sentada y en medio del placer que me producía estar así, caí en cuenta….el Doc tenía una erección, al igual que mi padre esta mañana, no sé porque empecé a mover despacio mis nalguitas sobre su erección, pero se sintió tan bien que continúe moviéndolas lentamente, mientras Stuart me abrazaba más fuerte y trataba de sentarme más duro sobre él.

El claxon del carro de mi madre hizo que todo acabara y Stuart abrió los ojos exaltado, como si volviera de un sueño, aclaró su garganta y dijo:

-Bueno la hora paso volando Valery, tu mamá espera afuera, dame un abrazo y nos vemos la otra semana, ¿está bien?

-Sonriendo lo abracé y al despedirme noté que su erección no había bajado y que el pantalón de el Doc estaba mojado con mis flujitos, no dije nada y me quede mirando sin disimulo.

-¡Ha! y Valery, no se te olvide que todo lo que hablamos acá está bajo secreto profesional y ni tus padres tienen que saberlo si no quieres, ahora corre que tu mami espera.

No te pierdas la próxima entrega de Valery y por fa no te olvides de valorar, Besos.

Valery.