Valery 2 TIEMPO PASADO...

El inicio, el despertar, una madre, un padre y una estructura psíquica en formación de la mano de influencias muy interesantes.

TIEMPO PASADO.......

-Valery hija, baja a desayunar son casi las 8,

Escuchaba a mi madre llamar desde la cocina en el primer piso con su voz característica, mi madre era atenta, inteligente, hermosa y comprensiva pero en cuanto a cariño, a veces era difícil llegar a ella.

Mi padre, por otro lado, era un dulce, completamente cariñoso, complaciente, yo soy su niña mimada y la luz de sus ojos, su chiquita.  Tenía un olor natural que nunca pude comprender, pero me hacía sentir que nada malo podía pasar si él estaba a mi lado.

Vivíamos en una casa bastante grande, no éramos millonarios pero mis padres tenían buenos empleos y mi papito heredó de su familia suficiente para asegurarnos lo básico y un poco más.

-Odio madrugar, odio que los días tengan que empezar tan temprano. Decía a mí misma mientras luchaba por liberarme de una cobija más grande que mi propia voluntad.

La puerta de mi habitación se entre abrió, aun con la cabeza entre las cobijas miro por una pequeña abertura y mi cuerpo no puede contener la alegría de ver a mi padre.

-¡DONDE! ¡ESTA! ¡MI CHIQUITA! ¡HERMOSAAAAAAAAA!    ¡FI! ¡FAI!  ¡¡¡FUUUUI!!! - se acercaba despacio con sus manos en alto y sus dedos amenazantes.

Unas carcajadas de alegría y nervios se apoderaban de mí, sabía que seguía a continuación...mi rutina favorita de los sábados en la mañana, cosquillas con barba y mano de monstruo peluda.

-MAMAAAAAA, MAMAAAAA AYUDAAAAA...HAAAAAAAA…….

Gritaba mientras reía y lloraba al mismo tiempo.

-¡NADIE VA A VENIR EN TU AYUDAAAAAAA!  ¡JUAA JUA JUAAAA!

Vociferaba mi papito penetrando ya las defensas de mi cobija y mi pijamita para meter su cara en mi panza, y resoplar mientras gruñía como monstruo.

-TE VOY A COMER LA PANCITAAAAAAA GRUGHHHHH.

-Nooo, no, no papa por favor, le gritaba al mismo tiempo que trataba de mantenerlo dentro de la cobija agarrándole su cabello con fuerza. Al tratar de usar su mano para aumentar las cosquillas, accidentalmente rozo uno de mis pezoncitos repetidamente hasta que se puso durito; ambos nos quedamos callados al mismo tiempo, mi padre se apresuró a salir debajo de la cobija.  No sé por qué sentí tanto miedo, me miro fijo a los ojos por unos segundos con su rostro ruborizado y esbozo una tierna sonrisa, me abrazó, me besó en la frente y salió de mi habitación caminando un poco encorvado y antes de cerrar la puerta se volvió y me dijo.

-Siempre vas a ser mi chiquita hermosa –

Sentada en la cama aun tratando de salir de la mezcla de emociones que sentía.  Volví a tocar mis pezones, lentamente regresaban a la normalidad, mi sorpresa fue mayor al ver como de mis cuquitos salían chorritos de babitas transparentes.

-¿qué me está pasando? - ya era la segunda vez que salían babitas de mi zonita.

Me puse mis sandalias y me fui al lavado del segundo piso, deje caer mi pijamita y me quite las braguitas para verlas de cerca.  Estaban totalmente empapadas, sin saber porque, lamí la parte de la tela que daba directamente a mi cuquita, sabia rico, era un sabor muy neutro pero con un toquecito ácido que disfrute mucho, después las lleve hasta mi cara para olerlas, el aroma que desprendían se metió hasta dentro mis entrañas e hizo que respirara profundo una y otra vez sobre aquella prenda y sin darme cuenta empecé a mojar de nuevo mi coñito.

Un poco asustada por mi reacción, entre en la ducha y lavé rápidamente mi vaginita y mis tanguitas para que nadie las viera. Eran mis favoritas, fueron las primeras que mamita me dejo escoger a mi sola después de mucho insistir, recuerdo que me decía con su voz siempre muy seria:

-Que te digo Vale, estas muy niña aun para usar pantis tan chicos.

-pero mamá, mira tienen a Sailor Moon en el frente, decía yo con tono mimado.

-Basta ya vale, que sabes que no me gusta que me hables así, si quieres bragas de señorita tendrás que hablarme como tal.

La miré a los ojos y cambiando mi expresión por completo le dije:

-Madre, si me dejas ponerme estos pantis, te prometo...me detuve un poco para pensar y dije:

-que nunca más te hablare como niña chiquita y te demostraré que puedo ser toda una mujercita.

Al escuchar esto mi madre sonrió un poco y me dijo;

-está bien, pero en cuanto lleguemos a casa te las pones y si no me gusta como se ve, cambiaré de opinión.

Llegando a casa, subí despacio las escaleras tratando de disimular mi emoción infantil, apenas llegue a mi habitación cerré la puerta y comencé a desnudarme desasiéndome de mis cuquitos infantiles para darle paso a mis primeras bragas de mujercita; la tela era suave de algodón y muy pequeña, más pequeña aún era la parte de atrás, recuerdo que al subirla por mis piernas y meterlas entre mi culito, me sentí toda una señorita; no pude resistir mirarme al espejo, me gustaba lo que veía, mi cuerpo ya comenzaba a tomar curvas y unos delgados pelitos rojos se asomaban por los lados de mis tanguitas.

Mi madre toco a la puerta de mi habitación no sin antes preguntar:

-¿Valery, se puede?

Me demore unos segundos en contestar mientras buscaba algo para cubrirme.

-Pasa mamá.

-Bueno niña, déjame ver.

Con algo de vergüenza deje caer el pequeño sweater con el que me había cubierto y deje mi cuerpo semidesnudo a la vista de mi madre que ya estaba sentada en el borde de mi cama.

-Jumm... expresaba repetidamente mientras me observaba pausadamente.

Se puso de pie y  comenzó a dar vueltas a mí alrededor mirándome de arriba abajo con un brazo cruzado y el otro llevando un dedo a la mejilla en una actitud pensativa, me dijo:

-humm, no sé, están algo pequeñas.

-camina un poco alrededor para verte mejor.

La voz de mi madre cambio de repente, nunca había escuchado ese tono antes, no era algo cariñoso, era el mismo tono autoritario de siempre, pero cuando terminaba las frases  su voz sonaba algo melodiosa como placentera.

Yo, como  siempre muy obediente con ella, comencé a caminar por mi cuarto en tanguitas, tratando de cubrir mis aun pequeñas téticas, me daba vergüenza ver las tetas enormes de mi madre y pensaba que nunca iban a ser tan grandes.

-¿así está bien madre? - pregunté con algo de pena.

-Ponte un poco más erguida cariño, baja los brazos y camina en puntas un momento. - La voz de mi madre se ponía cada vez más pasiva y su respiración un poco agitada.

Me puse de puntitas, quite las manos de mis téticas y decidida camine como toda una modelo de la de la tv, mientras miraba de reojo vi como mamá había vuelto de nuevo a sentarse en la cama, esta vez abandonó un poco su conocida rigidez y  con las piernas un poco entreabiertas apretaba sus manos en mis cobijas. Me miraba con ojos de placer y una sonrisa que no había visto antes y me gustaba, me sentía querida por mi madre.

  • Separa un poco las piernas vale, dijo mi madre sin mucho misterio, lo cual me pareció un poco extraño pero ya estaba cada vez más disfrutando de la atención que mami me estaba poniendo, algo así no se ve todos los días.  Separe las piernas y dije:

-¿así mami? ... perdón  "Madre" - aclaré.

-Está bien amor, puedes decirme como quieras

Aquello ya era demasiado extraño, pero yo  seguía ahí obedeciendo a mi mamita.

-Ahora quiero que toques la punta del suelo con tus manos.

-Pero mama, ¿qué más quieres ver?

-Ya he caminado como me dijiste, ¿me vas a dejar conservarlas o no?

-Si haces lo que diga, si - dijo ya con voz más sería y algo de agresividad.

-Está bien mamita - dije bajando la cabeza.

Tocando el suelo con mis manos y mis piernas separadas, le deje todo mi culito de frente a mi madre para que lo mirara.

Pasaban los segundos y mi madre no decía nada, volviendo la cabeza un poco para mirarla, vi que estaba totalmente inmóvil con su mirada concentrada en mi culito y respirando muy fuerte.

-Mamá, mamá ¿estás bien?

Saliendo de su repentino letargo dijo:

-Si nena, la verdad te quedan muy bien, no me había percatado que ya tu cuerpo es el de una señorita, solo nos queda una última cosa.

Mi madre salió de la habitación no sin antes detenerse para mirarme nuevamente por completo, volvió a los pocos segundos con unas tijeritas muy pequeñas entre sus dedos, y cerrando la puerta tras de sí dijo:

-Acuéstate en la cama y separa las piernitas amor; hacía tiempo mi mamita no me trataba con tanto cariño, estaba feliz.

-Tu piel es muy sensible aun para depilarte con cera, pero las señoritas siempre andamos bien depiladitas - Me dijo con una delicadeza muy maternal.

Sin decir ni una palabra obedecí sin hacerme esperar, comenzaba a sentir una mezcla de emociones que  nunca había sentido. Me acosté en la cama boca arriba y separé mis piernas mientras mamita me enseñaba a cortar mis delgados pelitos rojizos con unas tijeras, sin separar la mirada de mi coñito y respirando aceleradamente muy cerca de él.  Corrió la escasa tela de mis tanguitas nuevas para hacer más espacio dejando al descubierto un pequeño y rosadito  pliegue vaginal y con mano un poco temblorosa corto mis pelitos dejándolos corticos como al principio cuando estaban creciendo.

Nunca la había visto de esta manera, se notaba algo nerviosa y había empezado a respirar con la boca medio abierta, sentía su aliento jadeante en mi chochito.  No lo podía creer, sentía muchas cosquillas, pero en lugar de reírme, mi cuerpo aceleraba su respiración y las cosquillas cada vez se sentían más abajo y más profundas.

Cada vez que movía la mano para cambiar la tijera de posición, rosaba uno de los labiecitos  de mi chochito el cual se ponía mas rosadito por el roce de la suave piel de sus manos y la sensación se hacía cada vez más fuerte.  De repente nos miramos a los ojo, mi madre notó en mí la mirada perdida y placentera, dio dos pasos atrás un poco asustada y disimulando sus emociones dijo con su acostumbrada voz seca.

-Creó que así está bien Valery.

-espero hayas aprendido, la próxima vez lo debes hacer tú sola.

-Entonces… ¿las puedo conservar? - conteste dudosamente apenas reponiéndome de aquella sensación desconocida para mí.

-Está bien, dijo mi madre ya un poco más relajada.

Tratando de no saltar de alegría, me sobrepuse, me acerque despacio hacia ella y la bese tiernamente en la comisura de los labios, para luego pegarme a ella con mi cuerpo semidesnudo, se sentía un calor rico, que inspiraba amor y ternura, ella correspondió mi abrazo por unos segundos y dijo alejándose hacia atrás nuevamente sobresaltada.

-Está bien de tanta melosería ya Valery, me dijo saliendo rápidamente de mi habitación sin mirarme a los ojos.

Me quede unos segundos asombrada por los cambios de actitud que mostro mi madre, pero seguí contemplando mi nuevo "look" en el espejo, estaba hipnotizada por el reflejo.

....

al salir de la ducha me vestí rápidamente cogiendo otra tanga de mi cajón, una faldita negra, cuatro dedos arriba de la rodilla prensada de pliegues verticales  con unas medias al tobillo rosadas y unas zapatillas Skechers blancas que me trajo el papito más lindo del mundo a su chiquita especial de California en un viaje de negocios.

Salí corriendo al escuchar a mi madre hacer su característico toque de claxon, eran tres toques, dos cortos y el último largo, cuanto más afán tenía, más largo era el último toque. Al llegar a la parte baja noté que no llevaba shorts bajo la falda, a mama no le iba a gustar, pero al escuchar de nuevo la bocina salí corriendo olvidándome de los shorts.  Ya era hora de ver...al DOC.

Próxima entrega “STUART” el doc…