Valeria al Xtremo II
Ya incorporada encaminé mis pasos rumbo a las escaleras que llevaban a la habitación. Ni tiempo me dio de llegar a ellas. Me haló con fuerza hacia su auto, me inclinó sobre el cofre empujándome por la espalda, levantó mi vestido, sacó el hilo de la tanga y colocó su pene entre mis nalgas. El miembro
Ya incorporada encaminé mis pasos rumbo a las escaleras que llevaban a la habitación. Ni tiempo me dio de llegar a ellas. Me haló con fuerza hacia su auto, me inclinó sobre el cofre empujándome por la espalda, levantó mi vestido, sacó el hilo de la tanga y colocó su pene entre mis nalgas. El miembro resbaló entre ellas y la punta tocó el ano. Metió sus manos entre ellas y las abrió, el ano quedó completamente expuesto como si fuera una pequeña boca hambrienta. Acomodó la cabecita en la entrada y fue empujando lenta y decididamente...
Tal y como lo planeamos, había estacionado su auto en el retorno de la avenida. Eran las 14:30 y para ser sabado no había mucha gente en las canchas. Lo que sí había, y no me importó mucho, era un tránsito muy fluído.
El me esperaba fuera del auto recargando los brazos en el toldo. En cuanto me acerqué, nos miramos y nos sonreímos. Me indicó que el seguro de la portezuela no estaba puesto, la abrí y el respaldo del asiento ya estaba reclinado hacia delante. Me introduje en el asiento trasero lo más rápido que pude cerrando tras de mí y en cuanto me acomodé coloqué el seguro de la portezuela, finalmente él retornó el respaldo y me recargué en el asiento para tomar aliento mientras me miraba y sonreía divertido.
-¡Bienvenida putita!- Dijo mirándome maliciosamente.
-¡Gracias papi!- Respondí con voz entrecortada.
-Espero que las sombras que has puesto en todos los cristales de verdad funcionen, no me gustaría sentirme observada por alguien ajeno a tí.- Agregué y ambos reímos al mimso tiempo.
Jamás había salido de día para vestirme y si lo había hecho siempre fue en la soledad de un cuarto de hotel. Igual, él jamás había estado con una chica travesti así que sería la primera vez para ambos. Lo extremo era que yo me vestiría dentro de su auto en plena luz del día y así entraríamos al motel.
Iniciamos una breve conversación hasta que finalmente me sentí repuesta y tranquila, muy a pesar del calor que se sentía dentro del auto.
-¡Bueno papi, deja comienzo a cambiarme para tí!- Dije tomando el morral en el cual traía todos mis accesorios de chica.
Desde la mañana había decidí salir de casa con la tanga, el liguero y las medias puestas. José Alberto me lo había pedido y no me opuse a complacerlo. Ya en el auto completaría mi arreglo. Hasta tuve el atrevimiento de tomarme unas fotos que le envié por correo electrónico mostrándole que había cumplido con su petición.
No podía evitar mirar a través de los cristales con un poco de nerviosismo mientras él se mantenía a la expectativa. Saqué un brassier negro del morral y lo coloqué sobre el mismo; comencé a quitarme mi ropa de trabajo. Primero la camiseta seguida de una playera. Ambas prendas las dejé sobre el asiento. Enseguida desabroché mis zapatos y los quité dejándolos a un lado sobre el piso. Acto seguido el cinturón, y finalmente el pantalón el cual me quité por completo. Estaba desnuda del torso hacia arriba y él estaba concentrado en mirar mis piernas. Tomé el brassier y lo coloqué sobre mi pecho con los broches hacia el frente. Cuando terminé de abrocharlo lo gire sobre mi cuerpo y entonces metí un brazo a traves del tirante, hice lo mismo con el otro brazo y acomodé ambos senos.
-¡Putita, qué rica te ves. Mamacita!- Dijo José Alberto mirándome cada vez con más deseo.
Mire hacia los cristales del auto, quería estar segura de que verdaderamente era imposible que alguien nos pudiera observar desde el exterior. El me tranquilizó diciéndome que había puesto muy bien las sombras y que ya había comprobado la privacidad que éstas daban. Saqué los senos postizos y los acomodé uno a uno. Mi busto creció considerablemente.
-¡Uy putita, de verdad que te ves muy rica que ya me dan ganas de cogerte así como estás!- Exclamó José Alberto nuevamente.
-¡No Papi, espera!, te dije que eso te iba a pasar, que en cuanto comenzara a transformarme no te íbas a aguantar las ganas de tenerme. No me equivoqué.- Le guiñé un ojo muy coquetamente y continué con mi transformación. El no perdía detalle de mis movimientos.
-¡Putita, putita, déjame tocarte!- Y sin esperar mi consentimiento estiró su mano y acarició el muslo que le quedaba más cerca. Jugó con el broche del liguero mirándome extasiado. Yo mientras tanto terminaba de sacar cosas de mi morral. Muy a pesar de que el cristal delantero del auto no tenía cubrimiento alguno me animé a complacerlo y me incorporé sobre el asiento ofreciéndole las nalgas. Las acarició un poco hasta que nuevamente me senté. Puse las zapatillas sobre el asiento junto con el minivestido, eso era todo lo que me pondría por el momento.
Comencé a doblar toda la ropa que me había quitado y la acomodé sobre el asiento a un lado del morral. José Alberto no paraba de acariciar mis muslos con delicadeza, la cosquilla era electrizante. La piel de mis nalgas tocaban directamente el material del asiento y la sensación había provocado la erección de mi pene.
Me incliné hacia el frente y me calcé ambas zapatillas, José Alberto aprovechó el momento para acariciar mi espalda desnuda; paseaba sus dedos sobre los tirantes del bassier, estirándose al máximo para alcanzar igual los broches y el liguero.
Me incorporé y le pedí que me tomara algunas fotos mientras me encontraba semidesnuda. El accedió presuroso y le acerqué la cámara indicándole la forma en que ésta funcionaba y cómo deseaba que fueran las fotos.
-¡Listo zorrita! Recuerda que me regalarás copias de las mismas, ¿eh?.- Dijo revisando las tomas.
-¡Cláro Papi! En cuanto edite las fotos las envio a tu correo.- Dije tomando el minivestido. Lo acomodé y comencé a ponérmelo desde la cabeza. Cuando la parte inferior llegó a mis muslos me recargué en el asiento y lo bajé hasta que pude sentarme nuevamente. Mi pose era provocativa, cruce las piernas y lo corto del vestido permitió que éstas lucieran sensualmente.
-¡Listo Papi! ¿Cómo me veo?- Dije recargándo una mano en el asiento.
-¡Te ves espectacular, toda una zorrita para mí! ¡Deja te tomo más fotos! ¡No sabes cómo deseo cogerte aquí mismo putita!- Y me tomó tres fotos más.
La peluca y mi bolsita con accesorios de maquillaje aguardaban en el asiento. No me entretuve mucho en maquillarme, fue algo ligero. Me puse la peluca y la alisé con un cepillo hasta que consideré que el peinado era correcto. Finalmente me puse unos lentes oscuros y volví a esmerarme en el peinado.
-¡Lista Papi! Ya puedes ayudarme a pasarme al frente contigo.- Dije con voz melosa. No podía evitar la excitación y mucho menos la erección que era notoria a pesar de estar sentada. El no espero más, abrió la portezuela del conductor y salió del auto, lo rodeó hasta llegar a la puerta del acompañante, la abrió, inclinó el respaldo del asiento y me ayudó a salir extendiéndome la mano. Mi corazón latía aceleradamente, yo me sentí tan femenina y tan sensual por el gesto de José Alberto, cuando estuve fuera del auto me permití caminar un poco alejándome de él. Los autos pasaban sin cesar. Cerca había unas canchas deportivas y se escuchaban las voces de varios tipos jugando.
-Y bien Papi, ¿qué opinas?¿cómo me veo?- Dije colocando mis manos en la cintura y girando lentamente. No tardé en escuchar silbidos de aprobación procedentes de los autos que transitaban en la avenida. Algunos aminoraban la marcha y a través de sus cristales abiertos me gritaban toda serie de piropos e invitaciones.
-¡Eres toda una puta! ¡Mira cómo tienes a todos esos pobres! ¡Sube ya Mamacita! ¡Ardo en deseos de cogerte ya!-
Giré nuevamente el cuerpo de manera rápida. El leve viento que hacía me ayudó a que el vestido se levantara permitiendo que se viera liguero y tanga. La sensación en mis piernas me excitó aún más y entonces me dirigí contoneando mis caderas hacia el auto. José Alberto me tendió la mano y entonces me introduje y me acomodé en el asiento. El cerró la portuezuela y se dirigió a la suya de manera presurosa.
-¡De verdad que te luciste! ¡Pobres tipos, me imagino que ahorita todos la llevan “parada” por tu culpa!Solo espero que no nos sigan.- Y ambos reímos.
Comenzamos el trayecto hacia el motel. Durante el mismo fui acomodando mi postura de acuerdo a sus deseos: Que cruzara una pierna, que subiera el vestido...todo con la finalidad de que los autos que iban a nuestro lado pudieran “darse un taco de ojo” mirándome. El aprovechó igual para tocarme infinidad de veces el muslo que le quedaba cerca. El continuaba manifestando sus deseos: Que me ladeara un poco para que el pusiera su mano en mi nalga, que le mostrara la tanga. Cuando el auto tenía que detenerse por alguna razón, acomodaba ràpidamente mis ropas, lo que menos necesitábamos en ese momento era una infracción de tránsito.
Para continuar con mi emoción me anunció que tendría que pasar a una gasolinera así que me preparé para un disparo más de adrenalina. Llegamos a ésta y se estacionó donde le indicaron. Apagó el motor y descendió del auto para ayudar al despachador con el seguro de la toma. Me dejó sola dentro del auto y yo no hacia mas que mirar a mi alrededor. Mientras cargaban la gasolina, un tipo se acercó al cristal delantero llevando consigo los accesorios para limpiarlo, me quedé pasmada y lo único que se me ocurrió fue voltear hacia un lado. De reojo alcancé mirar cómo el tipo se deleitaba mirando mi escote. Me relajé y entonces decidí mirarlo coquetamente frunciendo mis labios a manera de beso. El me correspondió y se colocó más cerca del cristal con la intención de mirar mis piernas. No lo decepcioné y le ofrecí la vista requerida: Cruce una pierna y subí un poco el vestido de manera que se alcanzaba a ver el broche del liguero y el comienzo de mi media.
Me sobresalté cuando la portezuela se abrió sin esperarlo, acomodé mi vestido y me senté normalmente aparentando que no ocurría nada. José Alberto entró y tan solo se limitó a encender el auto al tiempo que me ofrecía una sonrisa de complicidad.
-¡Pero qué puta eres zorrita, me dí cuenta del coqueteo que le estabas dando al que limpiaba el parabrisas!- Y salimos de la gasolinera.
Al fin llegamos a la entrada del motel. Esperamos a que la puerta se abriera automáticamente y entonces nos enfilamos hacía donde uno de los tipos que asignaban habitación nos hacia señas.
-Buenas tardes joven, la habitación cuesta 300 pesos y en este momento tenemos disponible la que está a su derecha, la número 15.- Dijo el tipo inclinándose para observarme.-¡Buenas tardes Señorita!- Yo no respondí, tan solo me limité a sonreírle guiñándole un ojo.
José Alberto le dió el dinero al tipo y se enfiló hacia la habitación asignada. Cuando el auto entró en ella, el tipo cerró la cortina del garage. Quedamos completamente a oscuras pero segundos después una luz se encendió de manera también automática. José Alberto apagó el motor, abrió la portezuela y salió de manera presurosa. Yo esperaba sentada coquetamente. Entonces llegó a mi portezuela y extendiendo una vez más su mano me ayudó a descender. Apenas me encontré afuera arreglé mis ropas. Ambos miramos los alrededores y al fin respiramos tranquilamente. La habitación estaba en la parte superior del garage y al fondo del mismo estaban las escaleras para entrar en ella.
-¡Bien Papi, pues ya estamos aquí!. Como te dije anteriormente me gustaría que primero me tomaras una sesión de fotos junto a tu auto-
-¡Cláro putita! En eso quedamos. Te tomaré las fotos que quieras, al cabo me regalarás una copia. Ahorita ya estoy que no me aguanto, pero entre más tarde en cogerte más será mi excitación- Y se acercó para abrazarme por la cintura haciendo que su virilidad quedara pegada a la mia.
Fue más de una veintena de fotos las que me tomó. Di rienda suelta a mis deseos y me coloqué en todos los lugares posibles posando siempre de manera muy provocativa. Hubo algunas fotos en las que salimos ambos gracias a la toma automática que poseía la cámara.
Sin embargo la excitación de ambos llegó a un punto incontrolable y justo después de tomar una foto más José Alberto se alejó, abrió la portezuela del acompañante y dejó la cámara en el tablero del auto. Acto seguido se dirigió hacia mí y cuando me tuvo junto a él me abrazó nuevamente rodeándome la cintura, yo eché la cabeza hacia atrás y el presuroso comenzó a pasear sus labios sobre mi cuello, llegando poco a poco hasta uno de mis hombros desnudos. Ambas virilidades estaban una encima de la otra. Sus manos bajaron hacia la parte inferior del vestido y se posaron sobre los muslos. Acariciaba con muchas ansias, halando los tirantes del liguero y soltándolos de manera que se escuchaba el chasquido sobre la pierna. Llevó una mano hacia la mitad de mis nalgas y la metió entre ellas tocando el hilo de la tanga.
-¡Putita, no sabes las ganas que ya tenía de tenerte así, para mí...zorra!-
Llevé mis manos a su cintura y lo empujé, él me soltó de igual manera y me alejé con dirección al auto, apoyé las manos en el cofre y me incliné invitándolo a que pegara su cuerpo detrás de mí.
José Alberto se acercó y se detuvo antes de llegar a mí. Tomó la parte inferior del vestido y lo levantó extasiándose mirando mis nalgas descubiertas.
-¡Qué culote tan rico tienes putita...y usando la ropa que te pedí te ves más puta aún!-Y sin esperarlo azotó una de mis nalgas.
-¡Ay Papi, mmmmm nos van a escuchar afuera Papi!- Dije sintiendo que las piernas se me doblaban de tanta excitación.
-¡Está bien puta, dejaré de azotarte, lo haré en la habitación!- Y entonces pegó su virilidad en mis nalgas. Con sus manos en mis caderas comenzó a moverme sobre su pene. Yo alcanzaba a sentir su erección sobre el pantalón. Por momentos dejaba de moverme y entonces el se empujaba hacia delante simulando una penetración. Era un rico cachondeo.
-¡Ya no puedo más puta...haré que tu culote me conozca!- Y entonces se acuclilló detrás de mí, acercó su rostro y mordió con sus labios ambas nalgas, luego fueron sus dientes los que sentí. Su respiración hacía que sintiera fresco donde iba dejando rastros de saliva. Se ayudó con las manos y abrió mis nalgas, ladeó su rostro y con su lengua recorrió una y otra vez el hilo de la tanga.
-Papi, ¡tómame una foto así como estoy empinada!- Dije suplicante.
-¡Cláro putita, le voy a tomar una foto al culote que se te ve así empinada!-
En vez de una toma fueron varias. Cuando terminó de hacerlo le pedí que se sentara a la orilla del asiento del conductor pero que antes pusiera un tapete o un cartón en el cual yo pudiera estar de rodillas frente a él.
-¿Me vas a mamar la verga puta?- Dijo encaminándose a buscar lo solicitado.
-¡Sí Papi, ardo en deseos de mamárte la verga como te mereces! Igual quiero que me tomes fotos y video de cómo te lo hago.-
Afortunadamente encontró un tapete de alfombra suave y limpio. Abrió la portezuela y antes de sentarse le pedí que me dejara bajar su pantalón. Puse el tapete cerca de él, me hinqué y desabroché su cinturón. Enseguida desabroché el pantalón y éste cayo al suelo. Mi mirada se clavó en el bulto de su pene. Todo estaba bañado de sus líquidos en el frente. Hice lo mismo con el boxer que llevaba y su pene brincó salpicando mi pecho. Se acomodó en el asiento y me hizo algunas tomas en esa posición hasta que finalmente me invitó a devorar su miembro.
-¡Vámos puta, quiero ver mi verga en tu boca!-
Me acerqué y lo complací sin miramientos. Su miembro desapareció por completo en mi boca. Lo succioné con fuerza tragando todos sus líquidos. Apoyé mis manos en sus muslos y comencé un movimiento frenético con la cabeza. El comenzó a gemir placenteramente.
-¡Aaaaaaah puta, qué rica boca tienes también, mámalo, mámalo sin detenerte!.-
Estuve así por varios minutos hasta que finalmente me detuve. Me retiré lentamente y su pene fue saliendo de mi boca, tragué la saliva acumulada. Tomé su miembro con una mano contemplándolo golosamente, él estaba a la expectativa, acerqué mis labios a la punta de su pene y saqué mi lengua para acariciarla lentamente. Ambos nos miramos a los ojos y sin que yo lo pidiera me tomó varias fotos haciendo ese movimiento. Incliné mi rostro y pase la lengua en todo el tronco de su miembro de arriba abajo.
-¡Qué rico lo mamas puta! ¡Retírate que voy a bombear tu boca golosa!- Dijo pasados varios minutos.
Hice lo que me pidió y descanse mis nalgas sobre los talones, se levantó y se colocó justo frente a mí, tomó su pene y golpeço mi rostro con rapidez. Mis mejillas y mis labios sintieron los golpecitos; puso su miembro en los orificios de mi nariz, su aroma era delicioso.
-¡Abre la boca putita, voy coger en tu boca!-
Abri mi boca y amoldé mis labios sobre su miembro, me tomó por la nuca para inmovilizarme y comenzó un movimiento frenético de sus caderas. El pene entraba y salía con una gran rapidez, él gemía fuertemente. De repente se detuvo y sacó el miembro de mi boca.
-¡Ahora sí puta, voy a perforar tu culo, levántate!-Y se hizo a un lado extendiéndome una mano para ayudarme. Se deshizo del pantalón después de quitarse los zapatos.
Ya incorporada encaminé mis pasos rumbo a las escaleras que llevaban a la habitación. Ni tiempo me dio de llegar a ellas. Me haló con fuerza hacia su auto, me inclinó sobre el cofre empujándome por la espalda, levantó mi vestido, sacó el hilo de la tanga y colocó su pene entre mis nalgas. El miembro resbaló entre ellas y la punta tocó el ano. Metió sus manos entre ellas y las abrió, el ano quedó completamente expuesto como si fuera una pequeña boca hambrienta. Acomodó la cabecita en la entrada y fue empujando lenta y decididamente. No hubo problemas en la penetración, llegó hasta el fondo del conducto, me percaté de ello al sentir sus vellos haciendo cosquilla en mis nalgas. Soltó ambas nalgas y se aferró a mis caderas.
Mi vientre estaba sobre el cofre y mantenía mis codos en escuadra, mis manos igual se apoyaban en el metal.
-¡A ver putita, toma tu cámara y así como estás trata de tomar una foto de ambos!¡No, mejor un video, quiero verme cogiendo tu culote!- Tomé la cámara y él comenzó a bombearme lentamente.
-¡Espera Papi! Deja hago una prueba para ver si así como estamos logro tomar el video- Después de algunas pruebas al fin quedó un video que nos dejó satisfechos.
-¡Bien perrita, no muevas la cámara, ahora sí te voy a coger en serio!- Y comenzó a bombearme nuevamente pero ahora más rapidamente.
-¡Ay Papi, qué rico me coges mmmmmmm si, me encanta tu verga dentro de mí!-
-¡Toma perra, ya tenía unas ganas inmensas de hacer mío tu culote!- Y golpeó mis caderas con ambas manos.
-¡Qué culote tan rico tienes perra, se mueve bien rico con los golpes, tus nalgas tiemblan rico!- Y continuó los golpes deleitándose.
Decidí colocar mis brazos sobre el cofre y me recosté sobre ellos. Los embates eran fuertes al grado de que el auto se movía junto con nosotros. El choque de sus muslos con mis nalgas también se escuchaba fuerte. Sentía un poco de dolor en el conducto anal pero éste desapareció después de algunos minutos de furioso embate.
-¡Papi, me coges bien rico pero quiero que subamos a la habitación!-
-¡Está bien perra, ahí podré cogerte hasta vaciarme dentro de tí!- Y muy a mi pesar sacó su miembro. Me incorporé y arreglé un poco mis ropas. Caminé delante de él en dirección a las escaleras y comencé a subirlas.
-¡Espera putita! Voy a tomar algunas fotos así subiendo la escalera, ¡desde aquí tu culote se ve más riquísimo! Solo acomoda tus ropas-
Hice lo indicado y cuando el hilo de la tanga toco mi ano la sensación en él era indescriptible. No supe cuántas tomas fueron pero ya no pude esperar más y continue subiendo las escaleras hasta adentrarme en la habitación.
Encendí las luces. De camino a la espaciosa cama estaba el baño y a un lado, afuera del mismo, el lavamanos y un espejo grande. Aproveché para mejorar mi aspecto y el de mis ropas. Llegué a la cama y me senté en la orilla. Segundos después José Albertó entró en la habitación y cerró la puerta. Le pedí que se recostara en la cama y cuando lo hizo de inmediato me subí en él, de frente, sentándome en sus piernas. Mi culo se abrió y pude sentir su pene entre mis nalgas. Estuve moviendo mis caderas disfrutando el roce de su miembro erecto.
-¡Mámamela!- Me pedió mientras acompañaba mis movimientos con caricias en mis nalgas.
Lo miré coquetamente y me fuí retirando poco a poco hacia atrás. Llegué el final de la cama, bajé de ellas y me hinqué en el piso. Le pedí que se acercara y cuando lo tuve frente bajé su boxer hasta la mitad de sus muslos. Sin hacerle esperar más besé sus testículos una y otra vez. Aspiré su aroma y mojé mis labios para que el beso fuera húmedo. El suspiró y me dediqué a morder con los labios todo su tronco y su entrepierna. Minutos después tomé su miembro con la mano para evitar que se moviera y lo engullí por completo, lo mamé vigorosamente disfrutando sus gemidos y palabras obscenas dirigidas hacia mí.
-¡Aaaaaaahhhhh puta!¡Qué bien lo mamas, sí sabes hacerlo!- Y comenzó a mover sus caderas.
La cámara estaba a un lado de él y yo con los ojos cerrados, concentrada en la tarea de mamársela rico, me dí cuenta de las tomas que hizo por la luz del flash. Abrí mis ojos y me encontré con los de él. Lo provoqué sacando el miembro de mi boca sin dejar de mirarlo y enseguida lo engullí lentamente, hasta que mis labios tocaron su cuerpo. El sabor de su pene me enardecía, tanto que comencé a succionarlo mientras lo iba sacando nuevamente.
-¡Ven perrita, te voy a coger como has querido!-
Saqué todo el miembro y éste se miraba chorreante de saliva. Se levantó y me voltié hacia él, aún permacía hincada y su miembro estaba a mi alcance, sin dudarlo coloqué mis manos en sus muslos y lo engullí nuevamente. El obtuvo más fotos.
-Acuéstate de nuevo Papi-
Subió en la cama y se acostó, yo subí también en la cama dándole la espalda, me fui acuclillando hasta que sentí su pene entre mis nalgas, él las abrió y yo tome su miembro apuntándolo en la entrada de mi ano. Comencé a bajar sintiendo y disfrutando cómo el miembro se abría paso. Solté el pene y él me sostuvo por las caderas para evitar que me cayera. Sentí sus vellos en las nalgas y él comenzó a brincar en la cama empujándome con los muslos. La cabalgata duró solo unos cuantos minutos.
Me desensarté de él y de inmediato me coloqué en la orilla de la cama, me puse en cuatro manos y le ofrecí mi culo abierto. El bajó de la cama y se acercó por detrás decididamente, me tomó de las caderas y empujó su miembro entre mis nalgas buscando el ano.
-¡Papi, por favor házlo con cuidado, no te apresures!-
-¿Ahí estoy?-
-¡Sí Papi, estás en mi ano!-
Empujó su miembro pero éste no logró penetrarme. Después de algunos intentos más escuché que escupia directamente entre mis nalgas, colocó nuevamente el miembro y empujó, gemí cuando sentí que la cabecita logró traspasarme.
-¡Perrita, estás apretadita, qué rico se siente!-
-¡Aaaahhh Papi, espera, espera, yo te digo cuando puedas meterme más tu rica cosita!-
Nos quedamos unos momentos sin movernos, sentía una ligera molestia pero ésta era soportable.
-¡Sígue Papi!-
Empujó de nuevo y un trozo más de su miembro me traspasó. Ya no se detuvo ni esperó a que me acostumbrara a su grosor. Su pene estaba completamente dentro de mí. Azotó mis nalgas una y otra vez. Mientras tanto yo apretaba el esfinter dándole a su cosita una rica bienvenida.
-mmmmm ¿sientes cómo estoy mordiendo tu cosita Papi?-
-¡Sí perrita, siento cómo la estás mordiendo!- Y me diste un rico azote en cada nalga.
-¡Tóma la cámara! Quiero recordar este delicioso momento contigo-
Fueron varias tomas las que hizo hasta que finalmente dejó la cámara sobre la cama, comenzó a bombear mi culo con más fuerza. Yo estaba relajada y el pene se abría paso sin problemas. Su pelvis chocaba en mis nalgas y no pude evitar gemir de placer, abrí más el compás de mis piernas. Estaba aferrado a mis caderas, tomé la cámara, la preparé para toma de video y después que la encendí la dirigí hacia él, sin proponérmelo la toma fue perfecta.
-¡mmmmmmm aaaahhhhh papi, al fin , al fin, el culote que tanto ansiabas es tuyo!-
Solo escuchaba el esfuerzo que estaba realizando. Sus embestidas eran fuertes y profundas, su pelvis chocaba en mis nalgas produciendo un golpe duerte y seco. En uno de los lados de la cama había un espejo tan grande como la pared, en él pude observar con toda claridad los embates a los que estaba siendo sometida.
-¿Quieres que me venga en tu culo puta?-
-¡Sí Papi, sí, quiero tu semen en mi culo!-
Los embates se hicieron aún más profundos y rápidos, su respiración agitada anunciaba su ya próxima eyaculación. Mis nalgas recibieron un sinfin de azotes. Llevé mi mano a mi pene por encima de la tanga y comencé a restregarla con fuerza deseando venirme al mismo tiempo que él. De repente empujó todo su miembro, aprisionó mis caderas y dejo escapar una gran cantidad de semen seguida de un largo gemido. Sentía los espasmos de su miembro dentro de mí. Sentía un gran pellizco en mis caderas y comencé a apretar mi esfinter, decidida a exprimir hasta la última gota de su semen.
-¡Siente Papi cómo muerdo tu rica verga!-
Las piernas me temblaban y la posición en la que me encontraba ya me era incómoda. El soltó mis caderas y al sentirme libre me hice hacia el frente hasta que su miembro salió chorreante de semen.
-¡Ah Papi, qué rica cogida me has dado, toma una foto de mi culito lleno de tu semen!-
El me complació y tomó una foto más antes de que me dejara caer por completo en la cama.
-¡Caray putita, qué culote tan rico tienes!-
Nos dedicamos a descansar y conversamos unos minutos hasta que finalmente decidimos irnos. El tomó un baño, se arregló y salió de la habitación. Yo lo despedí desde el quicio de la puerta con mis ropas de nena, como si fuera la Esposa despidiendo al Esposo.
Cuando escuché que encendía el auto y abría el garage para salir de él, oí que el tipo que nos había asignado la habitación le preguntaba si iba a regresar, José Alberto le dijo que no, que aún había una persona ocupándola. Yo respiré tranquila.
En cuanto éste se fue, escuché que cerraban nuevamente la cortina del garage, sin embargo escuché pasos dirigiéndose hacia las escaleras de la habitación, nuevamente mi corazón se aceleró pues no creía que fuera José Alberto regresando. Me quedé en silencio hasta que me percaté que se trataba del mismo tipo asegurándose de que la habitación estaba aún ocupada.
-¡Buenas tardes Señorita! ¿Se encuentra usted bien?-
-Ups, entonces sí recuerda que en el auto venía una mujer- Pensé. No me quedo de otra más que reponder con voz melosa y lo más femenina que pude que sí, que me encontraba bien y que en unos minutos también dejaría la habitación. ¿Me habrá creído que era mujer?.
Estuve unos minutos más mirando las fotos y videos que tomamos, rememorando todo lo acontecido mientras mi ano comenzaba a sentir ese rico dolor posterior a la penetración. Después tomé un baño, me arreglé nuevamente con mi ropa de chico y anuncié que dejaba la habitación. Salí de ella y me encaminé a mi siguiente aventura.