Valentina, la chacha desnuda (y 23)

Los hombres se disfrazan de verdugos para continuar el martirio de Valentina y de su hermana pequeña en la cruz. En medio del tormento y cuando éste es más intenso y cruel, Tom llama por teléfono.

Los aplausos cesaron y entonces dos de los verdugos miraron la mesa para elegir los instrumentos de tortura mientras Markus y Sam preparaban los braseros.

Markus colocó una plancha de metal encima de uno de los braseros y sobre la misma fue colocando radialmente decenas de largas agujas con la punta hacia el interior y los mangos de madera hacia fuera. Así los verdugos no se quemarían los dedos.

Muchos espectadores sonrieron con sadismo al ver eso, pues sabían que las agujas eran para traspasar los pechos de las condenadas. De hecho alguno hizo alusión con gestos al gran tamaño de las mamas de ambas y los demás se rieron muy excitados.

Por su parte, Sam cogió un fuelle para avivar las brasas del otro brasero.

Las dos jóvenes veían todos esos preparativos sudando y temblando de miedo. Valentina estaba hipnotizada contemplando las brasas incandescentes y empezó a negar al ver que Markus introducía en las mismas varios punzones, dildos metálicos y las puntas de tenazas de diferentes tamaños.

Entre tanto Freddy y Mike quedaron de acuerdo sobre el instrumento con el que iban a empezar y los dos lo izaron para que todos los espectadores lo vieran. Un coro de gritos de aprobación, silbidos y aplausos saludaron a los dos verdugos al ver los contundentes instrumentos de tortura. Efectivamente habían escogido sendas tenazas de herrero de mangos como de cincuenta centímetros de largo. Su color negro y las anchas puntas daban un aspecto amenazante pero su efecto era moderado comparado con los hierros al rojo. Esencialmente su función era coger pellizcos sustanciosos de carne y aplastarlos, estirarlos  o retorcerlos.

En el último momento decidieron cambiar de víctima de modo que Freddy se ocupó de Gina y Mike de Valentina y sin decir nada los dos les acercaron las puntas de las tenazas a la cara y las abrieron y cerraron con sonoros chasquidos para provocar su llanto.

Chas, chas

  • Mirad con lo que os vamos a pellizcar zorras, ya veréis cómo duele.

Las dos pobres muchachas miraron las tenazas y lloraron diciendo que no desesperadas y pidiendo piedad.

Los hombres habían conseguido hacerles llorar, así que riendo como diablos tras sus máscaras  empezaron a torturarlas cogiendo pellizcos de aquí y de allá.

Había que ver gritar y retorcerse de dolor a las dos muchachas desnudas cuando las tenazas empezaron a atrapar trozos de carne y los verdugos los estiraban y retorcían entre gritos y alaridos desesperados: las nalgas, el ombligo, los muslos por su cara interna, los bíceps, los costados, los labia vaginales,…. toda la anatomía  de las chicas fue “pellizcada” por esas infernales tenazas sin piedad, sin embargo los verdugos dejaron para el final lo mejor, es decir, los jugosos pechos de las condenadas, y especialmente los de Valentina.

Para torturar los senos con esas tenazas monstruosas los dos verdugos se concentraron a la vez en una sola víctima, así la otra vería los efectos del suplicio antes de que le tocara a ella misma. En primer lugar escogieron a Ginebra.

Freddy se ocupó de la teta derecha de Gina y Mike de la izquierda y ambos se colocaron flanqueando la cruz de la muchacha para que el público viera con claridad el tormento y sus devastadores efectos sobre el rostro de la mujer.

De este modo desoyendo los gritos histéricos de la muchacha, los dos hombres cogieron un seno cada uno por su medio y empezaron a apretar con las tenazas.

  • MMMMMMHHH

A Gina le pareció que se los reventaban y tras berrear con la cara dirigida hacia las nubes volvía a mirárselos  cómo se los deformaban con las puntas de la tenaza hincadas en la carne y cómo salían dos delgados chorros de leche de los mismos. Entonces volvía a aullar a voz en grito con la cara vuelta hacia el cielo como si de allí le pudiera venir la ayuda. La escena parecía uno de esos tétricos retablos góticos que narran el suplicio de una mártir cristiana con ingenua narrativa medieval.

  • MMMMHHH, MMMMMHHH

Gina no paraba de aullar a voz en grito otra vez con el rostro dirigido hacia el cielo y las lágrimas caían a raudales mientras intentaba liberar sus miembros con desesperación.

Tras un rato de apretar con toda la fuerza ambos senos los verdugos le abrían las tenazas y le aplastaban sus carnosas tetas en otra dirección mientras ella daba cabezazos en la cruz con la esperanza de perder el sentido. Unos minutos después los verdugos no se conformaron con apretarle los senos sino que los agitaban y retorcían en todas direcciones. Por supuesto ya no salía leche de ellos pues se los habían exprimido.

Además de soltar lágrimas gritar y golpearse la cabeza contra la cruz cuanto más se movía y se agitaba por el tormento más se sodomizaba a sí misma. Si seguían así mucho ratomás es posible que la pobre Gina perdiera el sentido.

A pocos metros Valentina veía toda la escena desde su cruz e intentaba apartar el rostro y cerrar los ojos pero no podía evitar oír los lamentos desesperados de su hermana.

Tras seguir con esa tortura un buen rato los dos verdugos cambiaron la manera de aplicarla y entonces decidieron atrapar sólo la punta de sus pechos de Gina incluidos por supuesto sus sensibles pezones.

Ahora Gina gritaba aún más fuerte aullando con la cara vuelta hacia el cielo y sin parar de temblar  pues los dos verdugos empezaron a estirar la punta de los senos hacia delante, hacia abajo y en direcciones opuestas.

En otro momento además de estirarselos se los empezaron a retorcer sobre sí mismos como si fueran sacacorchos. Creyendo que se los arrancaba de cuajo Gina se orinó y tras poner los ojos en blanco se desmayó y su cabeza cayó por fin sobre el pecho.

Freddy y Mike se miraron impotentes cuando dejaronde oír los gritos de la condenada.

  • ¡Qué torpes sois!, dijo Markus, reconviniendo a los  dos verdugos. Si se desmaya se acaba fiesta, ¿és que no lo entendéis?

  • Bueno, aún nos queda la otra, contestó Freddy encogiéndose de hombros

Y viendo que se les había acabado la diversión con la hermana pequeña los sádicos verdugos dirigieron la punta de sus tenazas hacia la mayor que viendo la que le venía encima aupó su cuerpo sobre sus pies con la vana esperanza de alejar sus delicados senos de la mordedura de las tenazas. Hasta tanto fue así que la mujer consiguió desclavarse el cornu del ano.

  • MMMMH, MMMMH, decía ella negando nerviosamente con su cabeza al ver los hierros a pocos centímetros de sus pechos.

  • Vamos, vuelve a metértelo, zorra, le dijo Mike amenazándola con las tenazas.

Pero ella dijo que no desesperadamente con la cabeza.

  • Vamos, hazlo o será peor. Y entonces Markus sacó otras tenazas del brasero que ya tenían las puntas al rojo. Venga, zorra, obedece o te toco con esto.

Sólo eso hizo que Valentina obedeciera y se dejara encular otra vez por el doloroso cuerno.

  • MMMMMHH

Al sodomizarse otra vez, la joven gritó de dolor entre las risas de todos y gritó más aún cuando le atraparon las dos tetas a la vez con esas espantosas tenazas y las apretaron hasta que parecían dos hamburguesas.

  • MMMMHHHHH

El rostro de la bella joven se desfiguró hasta el punto de hacerse irreconocible mientras pegaba unos gritos que ponían los pelos como escarpias. Los dos verdugos le torturon los senos con más saña aún que a su hermana Gina. Además estuvieron más tiempo con ella aprovechando que los tenía más grandes y carnosos, los tíos no pararon hasta que dejó de salir leche a presión. Luego la tomaron con sus tiernos pezones y Valentina que los tenía tan sensibles como su hermana pequeña también perdió la consciencia tras más de diez minutos de estirárselos y retorcelos con las tenazas.

Finalmente con las dos muchachas colgando de la cruz inconscientes los verdugos se resignaron y entre los aplausos del público dejaron los horrendos instrumentos ahora inútiles sobre la mesa e hicieron unas reverencias como signo de agradecimiento.

Esta vez no despertaron a las dos crucificadas inmediatamente, sino que permitieron que volvieran en sí por sí mismas mientras iban preparando la siguiente tortura: el tremendo suplicio de las avispas.

Para ello Markus trajo unos succionadores de vidrio largos de unos cinco centímetros de diámetro y dotados de  ventosas en el lado abierto.

Las avispas llevaban horas revoloteando nerviosas en la gran campana de cristal que había sobre la mesa y no parecían calmarse, era evidente que estaban rabiosas por el encierro.

  • Estas avispas son muy fieras así habrá que tener cuidado con ellas, advirtió  Markus, y para manipularlas con tranquilidad levantó un poco la campana, lo justo para evitar que huyeran. Entonces inyectó un poco de humo de un cigarro. Esto calmó e incluso adormeció a los insectos hasta tal punto que se quedaron inmóviles.

Entonces, aprovechando la circunstancia, volvió a levantar la campana y gracias a unas pinzas cogió la primera avispa y se acercó con ella a Gina que nuevamente iba a ser la primera en saborear el espeluznante suplicio.

La chica se fue despertando justo cuando Markus colocaba delante de su cara el infernal insecto de modo que ella se asustó momentáneamente ante lo que le pareció un monstruo.

La avispa era amarilla y negra y tenía una cabeza triangular con unos enormes ojos negros y brillantes. Al estar adormecida movía lentamente sus antenas negras, sus patas amarillas y abría y cerraba su boca como si estuviera libando un inexistente trozo de carne.

Al verla tan de cerca Gina pudo ver hasta los pelos del animal y empezó a negar aterrorizada. Markus soltó una carcajada e  introdujo la avispa dentro del cilindro de  vidrio.

Entonces mojando la ventosa con las propias babas que caian de la mordaza de la muchacha le encajó el cilindro en la punta del pecho derecho de la joven de manera que el pezón y la aureola quedaran dentro.

El enorme insecto parecía dormido y quieto en el fondo del cilindro mientras Gina lo miraba muerta de terror y gimiendo piedad por su mordaza. De pronto lentamente el animal empezó a caminar hacia el pezón y ella gritó aún más fuerte pidiendo auxilio, pero Markus se puso a accionar la pera del succionador aspirando a la avispa hacia atrás. Al mismo tiempo que succionaba al insecto, el castigazo pezón de Gina penetraba en el cilindro varios milímetros creciendo y encajándose más aún en él. De pronto empezó a manar otra gota de leche del pezón de la muchacha y la avispa intentó caminar hacia delante pero Markus la volvió a succionar con la pera.

Cuando juzgó que había colocado perfectamente el primer cilindro, Markus sacó otra avispa e hizo lo mismo con el pezón izquierdo de la chica.

Gina sudaba por todos sus poros pero había dejado de gritar pues a pesar de tener los dos pezones estirados y atrapados en los cilindros y volviendo a manar gotitas de leche, los animales parecían medio dormidos e inofensivos.

La tercera avispa se la colocaron a la víctima en el clítoris por medio de un tercer cilindro.

Valentina también se había despertado y miraba todos estos preparativos aterrorizada y luego miraba a todos pidiendo, de hecho, rogando piedad pues sabía que la siguiente era ella.

Entre tanto todos los espectadores estaban sobrecogidos y callados comentando la jugada en voz baja. A alguno se le oyó decir que esta vez las avispas eran especialmente grandes y preguntaron dónde las habían encontrado.

Otro comentó que por propia experiencia sabía lo que dolían las picaduras de las avispas y que no le gustaría estar en la piel de las dos muchachas.

Entonces Markus  cogió una brasa incandescente con unas pinzas y acercándose a Gina le dijo.

  • Reza lo que sepas, esclava, y sin más le colocó la brasa en contacto con el vidrio.

Fue solo cuestión de unos segundos que la avispa despertara de su letargo y pronto se puso a aletear nerviosa dentro del tubo. En su afán de buscar una salida y escapar de ese calor insoportable el animal se fue directamente a por la carne del pezón de Gina.

  • MMMMMMMHHHHH

La joven metió un espeluznante aullido cuando la avispa le picó no una sino dos, tres, cuatro veces aleteando histérica contra el sensible pezón de la muchacha y picando y mordiendo desesperada pues Markus le acercó aún más la brasa.

Sonriendo como un diablo Markus colocó la brasa en el otro cilindro consiguiendo resultados similares y dejó para lo último el clítoris.

Esta vez fue Gina la que se desclavó el cornu del ano pues el tormento era tan intenso que intentó desesperadamente desatarse de la cruz aullando y aupándose sobre sus pies. La chica gritaba desesperada e intentaba soltarse esos cilindros infernales agitando su torso mientras las avispas no paraban de picarle en las partes más sensibles de sus pechos.

Los espectadores sonreían sádicamente en tensión ante la brutal escena mientras las esclavas se protegían involuntariamente con las manos su sexo y sus senos aterrorizadas de que les pudiera pasar a ellas.

Nuevamente tras varios minutos gritando como una loca, el sistema nervioso de Ginebra se saturó y ella se derrumbó en la cruz totalmente inconsciente.

Sólo entonces Markus le sacó los cilindros y las avispas salieron volando.

Entonces el sádico verdugo miró a Valentina como diciéndole, “ahora te toca a ti”, y de la misma se fue a buscar la primera avispa, mientras Valentina gritaba histérica haciendo lo imposible por desatarse. Evidentemente no pudo hacerlo.

Tras la espeluznante tortura de las avispas las dos muchachas tenían sus pezones y clítoris hinchados e irritados por efecto de las picaduras de manera que cualquier otra tortura adicional en esos lugares tendría efectos devastadores.

Nuevamente las dejaron descansar otra hora, ¡y era la octava!, si es que permanecer colgando de las cruces en esa postura forzada y con el ano empalado en el cornu se puede considerar descansar.

Ya  llevaban ocho horas crucificadas y empezaba a anochecer. Juzgando que habría que hidratarlas de alguna manera los verdugos les quitaron la mordaza y les dieron de beber con un biberón enorme con la tetina en forma de pene de perro.

Con la boca seca, las dos jóvenes bebieron ávidamente sin sospechar que habían disuelto unas drogas estimulantes en el agua para que ellas pudieran seguir soportando conscientes las torturas que aún les aguardaban. Como decimos, las dos chicas bebieron y dieron las gracias a sus verdugos tras lo cual volvieron a amordazarlas.

Como les anunció Markus, el  siguiente tormento se centró dentro de la vagina de las esclavas. Entre los lloros desesperados de ellas, los verdugos estuvieron discutiendo un buen rato sobre el instrumento que iban a utilizar. Freddy propuso utilizar la pera de la angustia y una vez introducida abrirla todo lo que pudieran aguantar y después calentarla con tenazas candentes.

  • No, contestó Markus, eso es demasiado contundente, seguro que no aguantan ni dos minutos despiertas.

Por su parte, Bruce apostó por unos consoladores llenos de protuberancias y pinchos y follarlas con ellos. Por supuesto esta conversación la tuvieron en alto para que ellas oyeran todo lo que decían.

Al final fue Markus el que decidió usar unas peras de goma  erizadas de diminutos pinchos en toda su cara externa como si fueran un cactus. Nuevamente todos se fiaron de su experiencia y le dejaron hacer. Así pues Markus se la introdujo a Gina mientras que Freddy fue encargado de hacérselo a Gina con cuidado de no pincharlas demasiado.

Esta peras eran en realidad una variante moderna de la pera de la angustia medieval, pues en lugar de aumentar su tamaño gracias a un tornillo, las peras llenaban la vagina por dentro simplemente hinchándolas de aire gracias a una perilla de goma. Lógicamente el aire hacía presión sobre las paredes de la vagina lo cual terminaba siendo muy doloroso. Pero es que además al estar erizadas de  decenas de pequeños pinchos la experiencia de estas peras podía ser como visitar el infierno para  las pobres muchachas.

Markus propuso no apresurarse en absoluto sino  hacerlo muy despacio para que  las esclavas sufrieran más.

De este modo fueron insuflando aire poco a  poco y mientras veían el rostro desfigurado y angustiado de las dos jóvenes, Sam y Bruce cogieron las tenazas candentes y atraparon con ellas el vástago conectado al cornu anal.  Lógicamente las chicas intentaban escapar desesperadas de esto último aupándose y desclavandose del cornu, pero entonces Markus les amenazaba con tenazas candentes para que se volvieran a sodomizar cuando los cuernos estaban algo más fríos.

Por si esta danza infernal  fuera poco, de vez en cuando los verdugos dejaban lo que estaban haciendo y lo alternaban dándoles toques de picana por todo el cuerpo o pinchándoles con pinwheels y alfileres los pezones y sus aureolas ya irritados por las picaduras de las avispas.

Esta vez la tortura duró casi una hora y las dos jóvenes pedían piedad desesperadas entre lloros y lamentos rogando perder el sentido aunque sólo fuera un momento y escapar así de ese sufrimiento.  Sin embargo la droga que les habían administrado lo impedía esta vez.

Cuando acabaron con la picana les pasaron un par de rastrillos para arañar la piel por los costados, el ombligo, las nalgas y los muslos y luego les huntaron la piel con una solución de  vinagre y agua salada. Con la pera en forma de cactus totalmente hinchada y metida en la vagina y ese fuego en el cuerpo las dos muchachas se debatían desesperadamente en las cruces mientras todos esos sádicos sonreían perversamente.

Otra hora más y a pesar de los estimulantes, las dos chicas no soportaron mucho más todos esos tormentos de modo que  los verdugos no tuvieron más remedio que dejarles descansar otra hora más y para eso les deshincharon las peras vaginales y por fin se las sacaron.

Ya era noche cerrada así que encendieron unas antorchas y algunos empezaron a acercarse a los braseros para calentarse pues la temperatura empezaba a disminuir apreciablemente. Incluso a las esclavas se les permitió ponerse alguna prenda para luchar contra el frío. No así a Valentina y Ginebra que totalmente densudas empezaban a tiritar de frío.  Las dos mujeres llevaban crucificadas cerca de diez horas por lo que como rasgo de piedad decidieron por fin quitarles los cornu anales y ponerles en su lugar un sedile en forma de cuña. Cierto que las dos pudieron descansar sus brazos y espalda que para ese momento estaban dormidos y hormigueaban entre terribles calambres, pero ahora el tormento se trasladó a su sexo pues toda su anatomía descansaba ahora sobre él.

Huelga decir que hacía mucho tiempo que eran incapaces de incorporar su cuerpo sobre las piernas que también  estaban totalmente agarrotadas.

Entre tanto, a los cazadores les sirvieron una suculenta cena que degustaron a la luz de las velas y las antorchas.  Al terminar la misma algunos empezaron a golpear sobre la mesa pidiendo rítmicamente que comenzara la tortura de las agujas.

Esta vez Markus se hizo de rogar un rato,… pero no demasiado. No tenía muy claro que a esas alturas las dos hermanas fueran capaces de soportar más torturas, y ya había decidido dejarlas allí toda la noche a ver qué tal estaban por la mañana. Sin embargo, presionado por su público al final accedió a seguir el suplicio en ese momento. De este modo, tras darles de beber un poco más de la droga de la tortura, indicó a Sam que avivara las brasas con un fuelle. Mientras tanto él y Bruce colocaban unos alambres finos en la base de los senos de las dos mujeres. Una vez rodeados con un solo alambre se los pasaron por la espalda y gracias a un torniquete se los empezaron a apretar.

Eso en sí mismo ya fue una salvaje tortura pues la piel de los senos quedó tan apretada que se restringió la circulación de la sangre y las mamas de las dos muchachas quedaron deformadas como globos azulados, y turgentes. Las dos jóvenes  volvieron a gritar de dolor pensando que se los amputaban, mientras sus pezones se ponían duros y turgentes y de ellos no paraban de manar gotitas de leche. Eso les dolía aún más pues sus pezones ya tenían casi el doble de tamaño y palpitaban y quemaban dolorosamente por efecto de las picaduras de las avispas.

Las jóvenes crucificadas lloraban desesperadas por la nueva tortura en sus pechos y ansiaban que ese infierno interminable pasara de una vez pero para su desgracia no iba a ocurrir así.

Freddy cogió con sus dedos la primera aguja candente y se la mostró al público y luego a las muchachas. Era de unos quince centímetros de larga y como decimos tenía un mango de madera para que los verdugos pudieran cogerla sin quemarse los dedos.

  • Mira puta, le dijo a Valentina, ésta es mi tortura favorita,  con una de éstas te voy a traspasar el seno de parte a parte, prepárate soy un experto.

La aguja estaba de color rojo todo lo largo, pero no tardó en enfriarse de manera que él la volvió a colocar sobre la chapa incandescente.

Desoyendo los lamentos de las víctimas, los verdugos les frotaron la piel de los senos con alcohol de manera que ahora los pechos brillaban turgentes a la luz de las antorchas.

Finalmente cuando estaban preparadas comenzó la tortura en sí. Los verdugos cogerían una aguja por turno y les traspasarían las tetas de parte a parte lo más despacio posible.

La primera en experimentar ese suplicio espantoso fue Valentina. La aguja se la puso Freddy que como le había prometido se la clavó por el centro del seno de arriba abajo.

  • MMMMMHHH, MMMMH

La joven gritó histérica temblando y retorciéndose con el rostro desfigurado y los tendones del cuello en tensión. La aguja dejó escapar un hilo de humo blanquecino a medida que penetraba en el mullido seno y fue penetrando lentamente mientras Freddy apretaba los dientes con sadismo.  Al notar la resistencia de la carne a la punta de acero del objeto el hombre siguió haciendo fuerza y abriéndose paso. Por fin entre interminables berridos de agonía, la punta de la aguja abultó la piel inferior del seno y asomó por la misma sin que saliera casi nada de sangre.

La joven dejó de gritar pero miró a su verdugo respirando desesperada y con todo el cuerpo en un baño de sudor.

Este le acarició el rostro y fue a buscar la segunda aguja. La muchacha volvió a rogar y sus ruegos se convirtieron en alaridos cuando la segunda aguja empezó a traspasar su seno izquierdo también de arriba abajo.

La tercera aguja se la pusieron también a Valentina y la cuarta también mientras ella rogaba a voz en grito que la dejaran un momento y se lo hicieran a su hermana que aún no había saboreado el “placer” de las agujas candentes.

Valentina ya tenía cuatro agujas que formaban sendas cruces en ambos pechos y solo entonces los verdugos procedieron con los pechos de Gina. Esta soportó al principio la primera aguja con cierta dignidad y mantuvo los labios apretados sin gritar mientras las lágrimas se deslizaban por su bello rostro, sin embargo, con la segunda aguja perdió el control y volvió a aullar y a golpearse la cabeza con la vana esperanza de quedar inconsciente.

La tortura de las agujas fue bestial y muy larga pues les clavaron cuatro agujas a cada una en cada uno de sus senos y tras desclavárselas las volvieron a calentar al rojo y vuelta a empezar.

La segunda vez que tenían las agujas clavadas, Freddy cogió otra aguja más y apuntando con la punta el frente del pezón derecho de Valentina le dijo.

  • Esta te la voy a meter directamente por la punta hacia dentro. Lo haré con mucho cuidado de no tocar ningún órgano importante. Reza lo que sepas.

Y a punto de introducirle la aguja por el centro de su abultado pezón, de repente alguien llamó por teléfono a Markus y Freddy dejó la aguja para depositarla sobre la chapa.

  • ¿Sí?,……….. ah eres tú,…..siempre tan inoportuno….. Eh conejita, es tu amo, pide que le pongamos un  skype que quiere ver cómo te torturan.

En medio de sus sufrimientos Valentina oyó eso lo cual le dio una pequeña esperanza. Seguramente no recordaba que había sido Tom el que había sugerido su dolorosa sesión de tortura en la mina e ingenuamente pensaba que iba a sacarle de ésta. Avidamente la chica miró el ordenador que colocaron delante de la mesa y pudo ver a su dueño que en ese momento parecía estar cómodamente sentado en una butaca.

  • Vamos, vamos, seguid, no quería interrumpir.

Sonriendo Freddy volvió a coger la aguja  otra vez candente y prosiguió con lo que estaba haciendo. Así entre los gritos desesperados de Valentina acercó la punta de la aguja al pezón de la muchacha que estaba ya enrojecido y duro como una piedra y se lo pinchó haciendo penetrar la punta en la carne muy despacio.

Para deleite de Tom, Valentina puso los ojos en blanco y se retorció de dolor aullando y berreando más fuerte que antes. La chica estuvo a punto de perder el sentido y  por fin cuando se recuperó pudo ver la cabeza de la aguja sólidamente clavada en su seno.

Entonces le tocó el turno a su pecho izquierdo y ella volvió a lanzar aullidos desesperada mientras un chorro de orina salía de su entrepierna.

  • MMMMMMMMH, MMMMMMMHH

Nuevamente Valentina estuvo a punto de quedarse incosciente pero cuando volvió a su ser, se miró con pena sus dos pechos azulados y erizados de agujas y miró a la pantalla del ordenador con cara de cordero degollado.

  • Hola Valentina, dijo Tom mientras veía los dos reguerillos de sangre deslizándose desde los pezones de su sirvienta. ¿Lo pasas bien?.

Ella negó sin parar de llorar.

  • Pues yo lo estoy pasando de primera, qué pena no haberme conectado antes.

Los demás no lo vieron pues la cámara sólo enfocaba su cabeza pero en ese momento dos japonesitas desnudas y arrodilladas le estaban haciendo una doble mamada mientras él veía el sádico espectáculo on-line.

Mientras le clavaban  dos agujas más a Gina en la punta de sus pezones, los verdugos la enfocaron con la cámara para que Tom pudiera verla también y entonces  acabaron por fin con lo de las agujas y tras sacárselas a ella  decidieron llevar a cabo sus últimas torturas, es decir, el anillamiento de sus pezones y  su  clítoris y la aplicación de la primera de las marcas candentes sobre su piel.

Para anillarle a Gina le pusieron unos estiradores de pezones que eran unos instrumentos que a primera vista parecían sacacorchos. En realidad eran unas pinzas dentadas conectadas por su lado proximal a un tornillo y enfundadas en un tope que se aplicaba sobre la aureola del pezón. Una vez pellizcado el pezón con la pinza sólo había que ir apretando el tornillo y el miembro femenino se podía estirar hasta varios centímetros su tamaño original con el consiguiente sufrimiento para la víctima.

  • MMMMMHHH, MMMMMMHH

Gina cerraba los ojos aullando como una loca mientras el verdugo le estiraba de los castigados pezones más de lo que ella creía humanamente posible. Cuando se los estiró cerca de dos centímetros parecían pellejos de chicle y entonces se los perforó directamente con agujas calentadas en una vela.

Como decimos la chica ya tenía los pezones dañados de las picaduras de las avispas, las tenazas y las agujas candentes por lo no pudo soportar más y se desmayó durante su anillamiento. No obstante los verdugos no se querían perder la diversión de modo que la despertaron con un frasco de sales antes de anillarle el segundo pezón.

Los anillos eran como los de Ramona bastante gruesos y de un diámetro de casi dos centímetros para que sirvieran de efectivos instrumentos de tortura. En el futuro sería muy sencillo aplicarle descargas eléctricas, calentar los anillos con soldadores o tenazas candentes, colgar pesos enormes o retorcerle los pezones con facilidad. Para demostrárselo Markus le colocó un palo grueso en cada anillo y simplemente con los dedos le retorció los dos pezones 360 º mientras ella volvía a aullar de dolor.

Por supuesto tras los pezones le tocó el turno al clítoris en cuyo proceso de anillado la joven se volvió a desmayar.

A la joven masoquista le esperaba un infierno de dolor y sufrimiento en manos de sus nuevos amos. Así,  más adelante en las próximas semanas Markus tenía planeado crucificarla una vez cada fin de semana con asistencia de sus vecinos. En cada una de esas sesiones le seguirían anillando. También le colocarían una anilla en el tabique nasal y probablemente le cortarían el pelo al cero como a Ramona mientras le iban poniendo marcas de propiedad con hierros candentes poco a poco por todo el cuerpo.

Por supuesto antes de marcar a Gina con el hierro al rojo la volvieron a despertar mientras introducían el hierro directamente entre en las brasas y volvían a avivarlas con el fuelle.

En tanto preparaban los hierros de marcar, Tom pidió  que acercaran el portátil a Valentina pues quería conversar con ella.

A la joven le quitaron la mordaza y empezó a rogar llorando.

  • Mi señor, mi señor, ¿cuándo vas a venir a buscarme?, por favor, mira lo que me han hecho, dijo señalando sus pechos aún perforados por las agujas, me han torturado brutalmente, por favor ayudame, que alguien me baje de la cruz por Dioooos, y se echó a llorar.

  • Callate y no seas estúpida, aguanta como tu hermana….

La joven obedeció y ocnsiguió dominarse.

  • Mi señor, no sabes lo que te echo de menos, ven a buscarme, por favor, seré buena, limpiaré mejor la casa y te cuidaré bien, además te obedeceré en todo sin dudar, por favor, señor.....

  • Mira Valentina, lo siento pero por el momento no voy a poder ir a buscarte.

A la joven casi se le salieron los ojos de las órbitas.

  • ¿Qué?

  • Será cosa de seis meses,….. quizá un año. Mira,…. aún sigo en Japón muy ocupado, las cosas se han torcido y no tengo otro remedio que quedarme aquí…..por cierto, te alegrará saber que estoy muy bien atendido,...... esta gente sí que sabe. Viendo que me tenía que instalar aquí, mis socios japoneses me han proporcionado cuatro chachas en lugar de una, ¿te lo puedes creer?

Y de la misma giró su portátil enfocando a las dos muchachitas que le estaban haciendo la felación.

Las dos debían ser muy tímidas pues al ver que las enfocaban se taparon los pechos con las manos y se quedaron mirando a cámara con las bocas entreabiertas y brillantes de babas. Las dos japonesitas parecían dos muñequitas de porcelana, eran pequeñas y delgadas y tenían una piel blanquecina y el pelo oscuro, liso y perfectamente peinado. A pesar de ese aspecto infantil tenían unas tetas un tanto abultadas y los pezones gruesos como dedos pulgares. Aparte de unas ardientes amantes eran masoquistas vocacionales y se dejaban hacer de todo por su dueño. Evidentemente sus socios japoneses querían que Tom estuviera muy contento.

Tom les dijo a las chicas algo en japonés y ellas saludaron muy educadas con un tono cantarín.

Entonces el hombre se levantó de su sillón e hizo un tour por su apartamento enfocando a otra chica desnuda que estaba preparando la comida en la cocina. También esta chica hizo ademán de taparse al ver que le enfocaban pero al mismo tiempo se rió y saludó con repetidas inclinaciones de cabeza.

  • Son guapas, ¿verdad?, y además son muy serviciales y sumisas, mucho más que tú Valentina y Tom siguió por su piso hasta que llegó al cuarto de baño, donde una cuarta chica desnuda y con un pañuelo en la cabeza limpiaba agachada el inodoro con su propia lengua.

Al ver a Tom se quitó rápidamente el pañuelo, se arrodilló en frente de él y poniendo las manos en la nuca abrió la boca todo lo que pudo y dejó que Tom le meara dentro con toda naturalidad.

Tras mostrar cómo le echaba el primer chorro dentro sin que ella se inmutara, el hombre volvió  el portátil para enfocarse a sí mismo.

  • Como ves, no te mentía, Valentina, teniendo a estas cuatro preciosidades aquí no te necesito para nada.

  • Señor, por favor, sácame de aquí, te lo ruego.

  • No Valentina, no lo voy a hacer, a partir de ahora considérate esclava de Markus y de sus hermanos. Yo seguiré conectándome para disfrutar de tu vida de esclavitud allí…… Ha sido bonito ser tu dueño durante estos meses pero ahora tengo que despedirme,….. un beso,….. adios.

Y la pantalla se apagó de repente.

Sam le quitó el portátil de delante y lo cerró.

  • Bueno, preciosa, dijo Markus, ya has oído a tu dueño, ahoras eres nuestra por completo,  así que ahora mismo vamos a anillarte y a marcarte a ti también.

Justo en ese momento Gina aullaba con la cabeza dirigida hacia el cielo, mientras le aplicaban el primer hierro candente en la parte interna de su muslo izquierdo.

Markus colocó tres anillos en una bandeja y se los mostró a Valentina con un gesto de sadismo. Entonces ella comprendió.

  • NO, NO POR FAVOR, NO, NO, PIEDAAAADD.

Fin.

Epílogo

El mismo día de la crucifixión de Valentina y su hermana, pero unas horas antes, Tom había recibido una llamada telefónica desde América.

  • ¿Tom Smith?

  • El mismo, dígame.

  • Le llamo de la Agencia de Servicio a Domicilio, hemos recibido estos dos últimos meses dos pagos a su cargo por unos servicios que supuestamente le hemos proporcionado. ¿Es correcto?

  • Sí,… así es.

  • Debe haber algún error, señor, no nos consta que hallamos enviado ninguna empleada del hogar a su vivienda.

  • ¿Cómo puede ser? Desde hace dos meses trabaja para mí una mujer y me dijo que venía de su agencia…sus papeles estaban,….bueno, parecían en regla.

  • ¿Me puede decir el nombre de esa mujer?

  • Sí, Valentina Sánchez.

  • Espere un momento…… se oyó cómo la chica tecleaba en su ordenador……Señor, no figura ninguna empleada con ese nombre en nuestra base de datos.

  • No lo entiendo.

  • Dice que está trabajando para usted desde hace dos meses…¿y no ha notado nada raro?

  • Pues….no, ¿por qué lo dice?

  • Se lo digo porque no es la primera vez que ocurre algo así. Al parecer la policía  nos advirtió que una mujer se estaba haciendo pasar por sirvienta de diferentes agencias con papeles falsos y una vez se había hecho con la confianza de los dueños de la casa aprovechaba una ausencia temporal y entonces perpetraba el  robo y luego desaparecía sin dejar rastro. Esto ha ocurrido especialmente en casas de lujo. Digame señor, ¿su vivienda se ajusta a este tipo?

  • Sí,….. podríamos decir que sí.

  • ¿Y no ha sufrido ningún robo por parte de esa mujer?

  • No…. Dígame,…. esa mujer, ¿tiene algún rasgo físico que la pueda identificar?.

  • Poco me ha dicho la policía, al parecer es como de veinte años, morena, muy atractiva,….. ah sí, me dijeron que tiene unos curiosos dientecillos como de conejo, pero no sé nada más.

  • Ya.

  • ¿Es ella?

  • No,…. no es ella, además seguro que su nombre tampoco es Valentina,…. seguramente me dio nombre falso.

  • Puede ser, de todos modos debería llamar a la policía, señor, yo misma me encargo de llamar a una patrulla para que la detengan, compréndalo a nosotros también nos afecta.

  • No, no hace falta. El caso es que esa mujer desapareció hace una semana y no he vuelto a saber nada de ella.

  • Está bien. ¿Quiere que le mandemos una empleada de hogar?

  • No, el caso es que voy a pasar una larga temporada fuera y he ordenado cerrar la casa.

  • Está bien, entonces nos ocuparemos de reembolsarle el cargo, buenos días señor y disculpe las molestias.

  • Nada, nada, no se preocupe, adios.

Tom se quedó pensando. Al principio no entendía bien. No tenía claro si el comportamiento de Valentina con él había sido sincero o sólo había pretendido….¿y su hermana?,….bah, esa sí que parecía una masoquista de verdad.

  • Bueno, se dijo, si Valentina era al final sólo una timadora ahora estaba redimiendo sus culpas con creces, pues en ninguna prisión del mundo viviría una condena tan dura como la cadena perpetua que iba a vivir en la granja de Markus y de sus hermanos.  "Adios Valentina", se dijo para sí, lanzando un beso al aire, quizá algún día vaya a visitarte allí en la granja.

Fin (ahora sí)