Valentina, la chacha desnuda (20)
Continua la larga sesión de tortura de las dos hermanas. Seguidamente serán sometidas a una dolorosa prueba en la que tendrán que demostrar el amor que se profesan la una a la otra.
Bruce, el hermano mayor, era muy hábil trabajando la madera. Tanto era así que había sido capaz de construir un gran potro de tortura que no tenía nada que envidiar a esos ejemplares tan aparatosos de los museos que intentan emular con mayor o menor fortuna ese terrorífico instrumento medieval. El suyo estaba tan bien hecho y pensado que aparte de funcionar a la perfección tenía dos posibles usos. Por un lado podía servir para una sola víctima colocada sobre el mismo con las piernas abiertas al extremo y el sexo expuesto a todo tipo de torturas. También se podía usar con dos víctimas a la vez acostadas una junto a la otra en paralelo sobre la tabla y con las piernas cerradas. Por el momento con las dos hermanas lo usaron de la segunda manera……
Desfallecidas como estaban después del tormento de la rueda, las bellas esclavas no ejercieron ninguna resistencia y en un aménjesús estaban atadas de pies y manos sobre el potro de tortura una al lado de otra. Una vez inmovilizadas las dejaron así y los verdugos fueron a descansar un rato mientras tomaban una segunda cerveza. Sin embargo, antes de eso, procedieron a “premiar” a Ramona por sus servicios atándola en estrapado con los brazos dolorosamente estirados tras su espalda. En esa postura la dócil esclava estaba obligada a inclinar su torso hacia delante y mantenerse de puntillas lo cual le provocaba un intenso dolor en sus hombros, en la parte superior de la espalda y en los dedos de los pies. En esa incómoda postura le colgaron unos enormes pesos de las anillas de los pezones de tal modo que parecía que se los iban a reventar. Como la joven gritaba muy fuerte la amordazaron con una ballgag y le metieron un grueso consolador por el ano.
Mientras tanto, las dos hermanas yacían sobre el potro, inconscientes y aparentemente en paz. Para deleite del público mientras Sam les frotaba todo el cuerpo de aceite corporal, Markus cogió la cámara y grabó esos dos perfectos cuerpos de hembras jóvenes que ahora se alineaban uno junto al otro estirados sobre el potro y ahora brillantes y turgentes por efecto del aceite. Sam se aprovechó de la situación y las sobó a placer con sus manazas de hombre de campo al tiempo que les embadurnaba las carnes con ese ungüento. Finalmente y como no se despertaban por sí solas, los verdugos les pincharon con unos punzones en las plantas de los pies y las dos jóvenes volvieron en sí desorientadas y mirando hacia todos los lados sin entender lo que les pasaba.
Riendo sádicamente y muy excitados de ver a las dos esclavas desnudas dispuestas para el trabajo del carnicero, los cuatro verdugos se pusieron a los mandos del potro de tortura. Los rudos labriegos se aferraron a los mismos con ambas manos y con toda su fuerza empezaron a accionar los dos cilindros que permitían tensar las sogas. Los cilindros se movían gracias a unos largos mangos de madera que los atravesaban de parte a parte y que gracias a su longitud permitían hacer suficiente fuerza para estirar y descoyuntar dos cuerpos humanos sin demasiada dificultad. Sam y Bruce se ocuparon del cilindro superior que tiraba de los brazos mientras Markus y Mike hacían lo mismo con el inferior que sujetaba las piernas de las víctimas.
A medida que pusieron en funcionamiento el siniestro aparato se empezó a oir por toda la cámara el sonido metálido y rítmico de los frenos contra las ruedas dentadas de los cilindros. Éste era un sistema previsto por Bruce para mantener el ingenio tensado incluso aunque se dejara de hacer fuerza.
Ante todo aquello, las dos jóvenes miraban inquietas y nerviosas a todos lados mientras sentían que una fuerza poderosa tiraba de sus cuatro extremidades en direcciones opuestas. Sus cuerpos se fueron adaptando a la tensión creciente hasta un punto en que empezaron a ejercer resistencia y las sogas y maderas del potro crujían como el maderamen de un barco.
Al notarlo, Markus hizo una señal y los cuatro hombres se empeñaron en hacer aún más fuerza. Los hermanos tensionaron sus músculos y tendones y bufaron por el esfuerzo. De hecho, Bruce y Sam llegaron incluso a poner un pie sobre la tabla para hacerlo mejor. Gracias a eso consigueron estirar hasta el extremo los cuerpos de las dos muchachas que entonces pudieron comprender en todo su significado la brutalidad de la tortura a la que estaban siendo sometidas.
- AAAAAAYYY, AAAYYYYY, NOOOO, POR FAVOR. NOOO, DIOOS NOOOOO
Como de costumbre fue Valentina la primera en gritar como una loca mientras sentía un dolor agudo y creciente en todas sus extremidades.
Al oír los lamentos de la bella mujer, los verdugos se miraron excitados y se animaron a seguir haciendo fuerza mientras comprobaban que los cuerpos de las dos muchachas parecían estirarse como si fueran de goma.
- AAYYYYY, IIAAAAYYY, MIS BRAZOS, MIS BRAZOS, POR FAVOOOR
Ahora eran las dos las que gritaban y suplicaban totalmente desesperadas
- Eh no tan deprisa, instruyó Markus que ya sudaba y jadeaba, hay que hacerlo más despacio, …..así sufrirán más.
Los crujidos siguieron y ya no estaba claro si provenían de la madera, de las sogas o de las junturas del cuerpo de las jóvenes. En unos minutos Valentina y Gina yacían suspendidas en vilo de muñecas y tobillos a unos centímetros por encima de la tabla aullando de dolor y estiradas al límite. Probablemente tenían todas las vértebras y articulaciones tan forzadas y separadas que sus cuerpos habían crecido varios centímetros amenazando con descoyuntarse. Desde luego a ellas les parecía que les iban a arrancar los brazos de cuajo.
AAAAAYYYY, IIIAAAAYY, PIEDADDD.
SOLTADME, ME VAIS A ROMPER LOS BRAZOS. DIOSSSSS.
Los sádicos verdugos un poco cansados y ya satisfechos del efecto las dejaron un buen rato así sin compadecerse de sus súplicas. Sin embargo, sabían que podían aumentar el sufrimiento de sus víctimas tensando y destensando el potro varias veces así que se pusieron a la labor una y otra vez. Markus soltó el freno del potro y los cuerpos de ellas volvieron lentamente a su ser depositándose sobre la tabla.
- Vamos, otra vez, pero ahora despacio, una, ….dos,…. y tres. Y otra vez estiraron los cuerpos de las pobres muchachas…
Por su parte, los miembros del chat debían estar encantados por lo que veían a juzgar por sus comentarios. De hecho, algunos de ellos confesaron que se habían corrido con la escena mientras se masturbaban o recibían las atenciones orales de sus esclavas en sus respectivos domicilios. Aunque las chachas no lo sabían, en ese momento estaban siendo testigos todos los granjeros del valle, los mismos que habían abusado de ellas el día anterior y que ahora disfrutaban del espectáculo de su cruel suplicio.
Por supuesto, Markus y sus hermanos no se limitaron a estirar la anatomía de las bellas jóvenes, sino que mientras las torturaban sobre el potro recurrieron a otros entretenimientos como echarles cera líquida sobre el torso y luego quitar la cera seca a latigazos o ponerles un trapo sobre la cara y jugar al ahogamiento. Tras esto usaron unas tenazas enormes para cogerles pellizcos de carne y retorcerlos hasta dejarlos rojos y les pasaron unas ruedas erizadas de pinchos por la parte frontal de sus cuerpos una y otra vez. Todo eso contribuyó a que los granjeros recuperaran su erección repetidas veces y como ellas tenían las piernas cerradas y no las podían penetrar a gusto, se encaramaron por turno sobre el potro y les exigieron varias mamadas y rimmings procediendo a eyacularles y mearles directamente sobre la cara.
Por último, cuando ya llevaban cerca de dos horas con el suplicio del potro de tortura, decidieron llevar a cabo un tétrico juego con ellas. Para ello acercaron el brasero que había preparado Markus horas antes y en el que ya ardían brasas incandescentes. Las dos muchachas levantaron la cabeza al sentir ese calor repentino y se miraron angustiadas creyendo adivinar lo que venía ahora. Mientras Markus avibaba las brasas gracias a un fuelle, se puso a explicarles a ellas y al público en qué iba a consistir el siguiente tormento, eso sí, antes bajaron el volumen de la música para poder oírlo mejor.
- Este juego se llama “la buena hermana”, dijo mostrando unas delgadas agujas de metal con mango de madera que fue introduciendo paulatinamente en las brasas. Tú Valentina, como eres la hermana mayor serás la primera en decidir dónde voy a pinchar con la primera de estas agujas. La primera elección será tocarte y pincharte ligeramente en la planta de tu pie derecho….. o en el coñito de tu hermana Gina,…… tú decides.
Valentina entendió horrorizada el odioso juego y mirando angustiosamente al verdugo dijo que no llorando.
Markus sacó la aguja del brasero y se la mostró. Tenía la punta incandescente.
O te decides ahora mismo u os toco a las dos con esto en medio del coño.
A, a mí, dijo entonces Valentina intentando dominarse.
Eso está mejor, y entonces tocó la planta del pie de Valentina durante unos segundos con el metal caliente hincándosela bien en la piel.
IIIIIIAAAAAAYYY.
Duele, ¿verdad zorra?, dijo metiendo la aguja otra vez en las brasas y cogiendo otra. Pues esto no ha hecho más que empezar. La segunda aguja es para la pantorrilla, nuevamente tú decides si te toco a ti o a tu hermana.
NOOOO, otra vez nooo
Voy a contar hasta tres, si no te decides, os quemamos el coño a las dos. Una, dos y…
A mí a mí, por favor noooo.
Sus deseos son órdenes señora, ¡toma!.
IIIIIIIIIAAAAYYYY. Valentina gritó y se estremeció cuando el metal incandescente le tocó la pierna pero apenas pudo retorcerse pues su cuerpo estaba en tensión por la fuerza del potro. De todos modos se agitó y movió nerviosamente la pierna hasta que asimiló el dolor de la quemadura.
Ja, ja, la tercera aguja te la voy a poner en el costado entre las costillas,…. o si ya no aguantas más se la pondré a tu querida hermanita en el coño, ¿qué me dices? ¿sigues queriendo tanto a tu hermanita?.
¡Cerdos, puercos, sádicos!, torturadme a mí pero dejad en paz a mi hermana. Valentina dijo esto levantando la cabeza y simulando un valor que en realidad no tenía. De hecho en ese emomento dejó caer la cabeza arrepentida de su osadía.
Markus ni siquiera se inmutó por los insultos
Encantado Valentina, tú misma lo has pedido. Ssssshhhhh. Esta vez la aguja siseó contra la piel de la joven.
IIIIAAAAAAYYYY, DIOOOOS QUE DOLOR. JOOOODEERRR PARA DE UNA VEZ HIJODEPUTA
Al contacto de la aguja sobre la piel llegó a ascender un hilillo de humo perfectamente visible mientras la muchacha torturada ponía los ojos en blanco.
- Como ves, Gina, tienes una buena hermana, siempre está dispuesta a protegerte, dijo Markus mientras volvía a introducir las agujas que ya había usado y avivaba las brasas otra vez con el fuelle. Allí en el chalet de Tom aguantó tres días de tormento antes de confesar la clave de su móvil. Tenías que haberla visto aguantando hora tras hora sin rendirse.Y ahora ha soportado varias quemaduras para que tú te veas libre de esto, deberías estarle agradecida.
Entonces intervino Bruce.
- También tú podrías decir algo, ella se está sacrificando por ti y tú ahí callada como una puta.
De pronto las dos hermanas se miraron entre sí.
Bueno, vamos a seguir con el juego, Valentina. Con la cuarta aguja te voy a tocar en el ombligo, venga conejita, ya conoces el juego, tu bonito ombligo o el sexo de tu hermanita, tú decides.
NO, POR FAVOR, NO PUEDO MAS, NO PUEDO MAS
Bueno, pues entonces lo tienes fácil, escoge el coño de tu hermana y así tú te libras esta vez.
NOOOOO, no quiero…… ¿y tú zorra, no tienes nada que decir?, le dijo de repente a su hermana pequeña.
Tiene razón, ya ha sufrido bastante, pinchadme a mí ahora.
No, eso no vale, tiene que decirlo Valentina, vamos, decídete, conejita, tu ombligo o su coño.
Mi ombligo, mi ombligo, quémamelo de una vez hijoputa y no me preguntes más.
Ja, ja, toma zorra
AAAAAYYYYYYYY
Valentina se agitó de dolor totalmente inerme mientras la aguja le quemaba en el ombligo y un delgado hilo de humo volvía a ascender hacia la bóveda de la mina. Cuando Markus quitó el hierro quedó una pequeña marca roja al lado del sumidero del ombligo.
La pobre muchacha brillaba por efecto del aceite corporal y de su propia transpiración y respiraba agitada y profundamente. Valentina lloraba desesperada con las lágrimas recorriendo su bello rostro y a punto de claudicar y dejar que le chamuscaran el sexo a su querida hermana. Realmente ya no podía soportar ni una quemadura más pero para su desgracia Markus sacó otra aguja dándole a entender que el juego no iba a parar hasta que no cediera.
NOOOO, más no, os lo ruego. La chica lloró desconsoladamente y tiró de sus muñecas en un intento vano por liberarse.
Bueno preciosa, esta es la quinta aguja, con ella te voy a pinchar tu pecho izquierdo justo aquí, le dijo tocándole la piel con el dedo.
NOOOO, POR FAVOR, NOOOO.
¿Se lo hago a tu hermana?
Esta vez Valentina dudó un momento antes de contestar.
- Parece que se lo está pensando, dijo Bruce acariciando las piernas de Gina, igual tu hermana ha dejado de quererte, lechoncita.
La mujer cerró los ojos.
Vamos, hazlo de una vez.
¿A ti?
Sí, a mí, cerdo, ya lo sabes, no la traicionaré.
Bueno, si eso es lo que quieres.
Ssssssshhhh IIIAAAAAAYYYYY
Markus le aplicó la punta de la aguja candente en el seno apretando un poco hacia dentro, nuevamente Valentina gritó como una loca maldiciendo a los cuatro hermanos mientras le quemaban la delicada piel de su pecho.
Cuando se recuperó, Valentina levantó la cabeza y mirando a la cámara dijo llorando.
Por favor, mi amo, por favor, ya he aprendido la lección, que no me torturen más,……. si me escuchas sálvame de estos salvajes, por favor, no puedo más, te lo ruego.
Ja, ja,. Tu amo no te puede ayudar ahora, y además sospecho que no quiere, dijo Markus sacando una sexta aguja incandescente.
Valentina volvió a negar desesperada ¿cuándo terminaría ese suplicio sin fin?
- Con ésta te voy a tocar en la aureola de tu pezón derecho, ¿te imaginas qué dolor?..... Valentina cerró los ojos y se puso a temblar mientras esperaba el doloroso contacto del hierro candente. Bueno como veo que no contestas supongo que te escoges a ti misma, prepárate.
Pero cuando Markus acercó la aguja al pecho de Valentina ésta sintió el tremendo calor y se rindió al fin.
NO, NO, NO LO HAGAS, NO LO HAGAS, OTRA VEZ NO, OS LO RUEGO, A MÍ NO, HACÉDSELO A GINA, A GINA. Y de la misma se echó a llorar desconsolada
Vaya, parece que de repente habéis dejado de ser buenas hermanas. Y mirándole a Gina le dijo. Ya la has oído prepárate zorra, ahora te toca a ti.
Perdóname, perdóname, es que no puedo más dijo gimoteando Valentina a su querida hermana.
Y acercando a su cuerpo la aguja al rojo, Markus separó lentamente con los dedos la delicada piel entre los muslos de Gina y le colocó la aguja muy cerca de los labia.
El sádico granjero sonrió sádicamente esperando el inevitable alarido de su víctima pero increíblemente Gina soportó el dolor y se limitó a mirar temblando y angustiada a su verdugo mientras la aguja le provocaba una pequeña quemadura.
Este separó la aguja de la blanquecina piel de la joven dejando una pequeña marca rojiza.
- Caramba ¡qué dura eres!,…… vamos a ver si soportas también esto, la séptima aguja es para la aureola de tu pezón, lechoncita, a no ser claro que quieras que le toque a tu hermana en el coño.
Esta vez las tornas habían cambiado y la víctima era Ginebra, pero Gina pudo soportar que le pincharan hasta cuatro veces en sus delicados pezones con pequeñas agujas con la punta incandescente, eso sí, ahora sin parar de aullar ni berrear.
Finalmente cuando Markus le acercaba ya la quinta aguja a su pecho, la chica no pudo soportarla y pidió a gritos que se la hincaran a su hermana Valentina en su coño.
Markus obedeció sonriendo del perverso juego y tal y como le había hecho antes a Gina, le abrió los labia con los dedos y le pinchó dentro de la vagina a la chacha de Tom que gritó y aulló aún más fuerte que antes.
Ahora le volvía a tocar a Valentina, pero ésta que ya no podía soportar más la tortura rogó a su verdugo que a su hermana Gina le hicieran lo mismo que le acababan de hacer a ella.
- Ja, ja, lo que yo decía, de pronto se les ha pasado el amor fraternal, vamos Gina, prepárate, te toca a ti.
Y mientras le pinchaban con la aguja candente en su sexo Ginebra se puso a gritar e insultar a su hermana a voz en grito.
- IIIIIIAAAYYYY, ZORRA,……………. PUTA MAS QUE PUTA, NO AGUANTAS NADA, AYYYYYYY, JODERRRRR, AHORA VERÁS,….. y cuando Markus le acercó la siguiente aguja candente ella volvió a gritar. QUEMADLE QUEMADLE A ELLA EN MEDIO DEL COÑO, ES SOLO UNA PUTA.
Los verdugos reían encantados por el sesgo que había tomado de repente todo aquello y Markus volvió a avivar las brasas con el fuelle y colocó una plancha de metal encima del brasero. Entonces tranquilamente fue colocando varias agujas encima de la chapa para que se calentaran pues preveía que el suplicio de las agujas aún iba a dura un buen rato.
A partir de ese momento las hermanas dejaron de sacrificarse una por la otra y no dejaban de insultarse mutuamente mientras gritaban y suplicaban a los verdugos para que dejaran de torturarlas de una vez.
Markus y sus hermanos no pararon de pincharles con las agujas hasta que se aburrieron y entonces decidieron darse un descanso. Las dos mujeres quedaron atadas al potro llorando desconsoladamente no sólo por los padecimientos de la tortura sino también por la humillación y la culpa de haber sido tan débiles y de haberse traicionado la una a la otra.
Al principio no se atrevían a mirarse a la cara pero poco a poco lo hicieron y se pidieron perdón mutuamente. Incluso como les habían aflojado el potro tuvieron la posibilidad de levantar la cabeza y besarse una a la otra.
Entre tanto los cuatro hermanos habían pillado una tercera cerveza y se la estaban tomando tranquilamente mientras conversaban entre sí y miraban la pantalla del ordenador.
Los espectadores parecían insaciables pues a pesar de que ya llevaban unas cuantas horas disfrutando del espectáculo, siguieron dando perversas ideas y reclamaron que las dos hermanas siguieran sufriendo diferentes torturas.
De repente Sam señaló hacia el potro.
Mirad, mirad a esas dos guarras.
Joder si se están morreando las muy cerdas, no te puedes descuidar ni un momento.
Que ¿ya habéis hecho las paces hermanitas?, dijo Bruce acercándose hacia ellas con una cerveza y recorriendo la pierna de Valentina con su mano llena de callos.
Al verse sorprendidas Gina y su hermana dejaron de besarse y apartaron la mirada avergonzadas.
Me parece que estas dos putas están pidiendo más castigos, ¿qué les hacemos ahora?
A ver Bruce suelta a la mayor, dijo Markus que siempre parecía el jefe, tú lechoncita te quedas por el momento en el potro que ahora mismo vamos a hacerte crecer unos centímetros.
Efectivamente los granjeros soltaron a Valentina del potro y ella se incorporó por su propio pie contenta de abandonar ese odioso artilugio. La pobre muchacha tenía las muñecas y tobillos resentidos a causa de las restricciones e intentó aliviarse los pocos minutos que la dejaron libre. Rápidamente volvieron a cruzarle los brazos a la espalda y le pusieron grilletes en muñecas y codos de manera que se los dejaron dolorosamente inmovilizados y alineados detrás de la espalda.
Ya indefensa Bruce la cogió con sus manazas y se puso a besarse con ella y magrearla hasta que la obligó a arrodillarse para chuparle la polla. Valentina se dejó hacer y no se resistió al magreo no fuera que volvieran a someterla al tormento del potro.
Por su parte a Gina le soltaron las piernas pero sólo para colocar en la base del potro un cepo largo de metal en el que volvieron a encajar sus tobillos. De este modo, la joven quedó con las piernas abiertas hasta un extremo doloroso y en una postura bastante grotesca. Asimismo le colocaron bajo la espalda una superficie curva de madera erizada de pinchos.
-AAAAYYYY
Gina gritó de dolor cuando tuvo que posar su espalda y trasero sobre los pinchos, pero el tormento de verdad empezó cuando se pusieron a estirar otra vez su cuerpo accionando solamente el cilindro que tiraba de sus brazos. Sam y Mike se pusieron a los mandos y empezaron a hacer fuerza.
- AAAAAAAYYYY, IIIIIAAAAA SOCORRO POR FAVOR, OTRA VEZ NOOOOO
Valentina ni siquiera dejó de chupar al oír los desesperados lamentos de su hermana y se felicitó de que esta vez no siguieran torturándola a ella.
Cuando ya tenían totalmente estirada a Gina, acallaron momentáneamente sus gritos metiéndole una pera bucal en la boca con cierta violencia y luego fueron abriéndola gracias a un tornillo de manera que consiguieron separar sus muelas y mandíbulas impidiéndole articular palabra. Acto seguido Markus cogió una cámara y metiéndose entre las piernas de la chica hizo un primer plano de su sexo para que los espectadores pudieran verlo bien.
- Mirad que coño tan bonito tiene lechoncita dijo haciendo un plano detalle y toqueteándolo con los dedos. Hace solo unos días era virgen…, se nota, ¿no?. Mirad, mirad que tieso tiene todo esto, y mientras hablaba, Markus acariciaba con sus dedos regordetes los pliegues de piel rosada del sexo de Gina. La chica lo tenía totalmente depilado y lentamente el hombre fue separando sus labia con los dedos. Mientras lo hacía se oían los suspiros de la muchacha que a pesar del dolor se estaba poniendo cachonda con tanto tocamiento.
Tras jugar un poco con el coñito y los aledaños del sexo de la chica Markus decidió profundizar más y con la ayuda de Sam le abrió los labia con una pinzas sujetapapeles a las que ató unas cuerdas muy tirantes que terminó anudando en los pulgares de los pies. El coño de Gina quedó así expuesto como si fuera una rosa que hubiera abierto sus pétalos de modo que se podía apreciar con toda nitidez la pared interna de su vagina, su uretra totalmente relajada y el clítoris algo crecido y endurecido. Aquello parecía un tutorial de ginecología más que otra cosa.
Mirad aquí, observad qué guarra es lechoncita dijo Markus abriendo los labia y entonces se deslizó por el perineo una gota blanquecina de flujo vaginal. Parece que le pone cachonda que la torturen. Y entonces como para probar lo que era recogió una gota del mismo con el índice y se puso a jugar con ella con sus dedos para terminar limpiandose en su clítoris mientras se lo acariciaba suavemente.
Mmmmmmhh.
Esta vez el gemido de Gina no fue de dolor.
Ja, ja, pero qué zorra es mi lechoncita, ahora que tiene todo esto tan sensible nos vamos a divertir de verdad, y mientras Markus esgrimía un pinwheel, Sam cogió otra cámara y enfocó a la joven a la cara. La pantalla de televisión se subdividió en dos pantallas más pequeñas para que todos pudieran ver las reacciones de la esclava a la tortura. Así pues Markus empezó a hacer rodar la rueda erizada de pinchos por los labia pero lo hizo lentamente para que ella sintiera los pinchazos con más intensidad.
MMMMMMHHH
La mujer puso en tensión cada fibra de su cuerpo y lanzó un agudo grito de dolor.
Muy satisfecho por el efecto y totalmente empalmado, Markus siguió y siguió pasando la ruedita de pinchos por todo el sexo hasta que terminó en el medio mismo del coño desde el perineo hasta el clítoris aprentando un poco más fuerte una y otra vez.
- MMMMMMM, MMMMMHHHH
La reacción de ella fue aún más fuerte tensionando todos sus músculos mientras su rostro reflejaba una tremenda angustia. Los ojos de Gina parecían salirse de las órbitas e incluso en un momento dado se pusieron en blanco mientras el verdugo la torturaba sin piedad.
Entre tanto Valentina seguía y seguía dando placer a Bruce sin dejar de chuparle la polla pues ni siquiera quería mirar cómo hacían sufrir a su hermana de esa forma tan perversa. El chat ardía con más y más intervenciones. Los espectadores mostraban su aprobación por el tipo de tortura bestial al que estaban sometiendo a Gina pero aún querían más. Algunos sugirieron que después de terminar con la rueda, Markus usara en el interior de su sexo las agujas con la punta incandescente y efectivamente así fue.
Efectivamente tras hacerle gritar como loca un rato más con el pinwheel, Markus cogió la primera aguja y se puso a pincharle aquí y allá.
- MMMMMMMHH
Esta vez consiguió que Gina aullara y berreara aun más fuerte y no parara de agitarse intentando soltarse desesperada. En una de las pantallas se veía al verdugo pinchando y pinchando aquí y allá y cambiando una aguja por otra caliente de cuando en cuando. Mientras tanto en la otra pantalla se veía debatirse a Ginebra a voz en grito con la cara enrojecida y los tendones del cuello en tensión.
Markus siguió y siguió torturándola y cambiando de tercio, así tras las agujas le echó cerá caliente dentro del coño y luego volvió a la agujas.
Cuando terminó con ella, Gina lloraba desconsoladamente literalmente agotada y al punto del colapso y entonces Bruce se corrió bramando de placer sobre la cara de Valentina. Esta última acabó con toda la cara llena de esperma pero cuando Sam se disponía a reclamar una segunda felación, Markus la cogió del cuello.
- Ven conejita, Gina está a punto de quedarse incosciente así que vamos a dejarla descansar. Ven pues a aliviar a tu hermana que le duele mucho, y obligándola a arrodillarse entra las piernas de Gina le forzó a hacerle un largo y dulce cunnilingus.
En cierto modo, Valentina entendió que esa era una manera de compensarla por estar sufriendo de esa manera mientras ella descansaba, así que se empeñó con Gina y, lame que te lame, consiguió aliviar algo la quemazón de su sexo. Poco a poco Gina fue relajando la crispación de su bello rostro y sus suspiros indicaron que su hermana la estaba llevando con su lengua hasta el séptimo cielo.
Mientras se lo lamía despacio y con dulzura, Valentina notó perfectamente cómo el sexo de su hermana se endurecía y se le iban tensando el clítoris y los labios vaginales lo cual le llevó a empeñarse más aún y lamerla no sólo con lengua sino también con los labios e incluso acariciarle el sexo con la nariz y con la barbilla.
Fue solo cuestión de unos minutos que los crecientes suspiros de Gina terminaran en un profundo orgasmo e incluso un involuntario chorro de pis que impactó en la cara de Valentina.
- Puuuaff
Esta apartó la cara de la impresión pero Markus le obligó a volver a pegarla al sexo de la joven.
- Vamos, sigue chupándole zorra, a ver si enlaza un segundo orgasmo.
Y así fue, Valentina le limpió de orina todo el sexo a lametazos y en pocos minutos Gina volvió a correrse de placer en su cara.
- Ja, ja, ja, pero qué lengua tienes conejita y como premio le obligó a incorporarse tirando del pelo y le dio unos puñetazos en las tetas.
La siguiente tortura de Gina fue sugerida por el propio Tom y fue enormemente perversa. Pues en parte también la sufrió su hermana.
Siguiendo las instrucciones de aquél le pusieron un arnés de cuero a Valentina y conectaron a él un doble dildo con protuberancias. Uno de los dildos se lo encajaron a la propia Valentina dentro de su sexo mientras el otro que era más largo y más grande lo embadurnaron bien de tabasco y dirigiéndolo a la cavidad vaginal de Gina obligaron a su hermana a follársela con él.
Cuando el abrasador dildo penetró la sensible mucosa de la vagina de la muchacha ésta volvió a berrear y casi enloqueció al sentir que el sexo le ardía como si le hubieran metido carbones encendidos. Además les colocaron a ambas esclavas pinzas de mariposa en sus pezones y las unieron con cuerdas muy tirantes.
Hecho esto obligaron a Valentina a follarse animosamente a su hermana y para ello le dieron de latigazos y toque de picana.
Lógicamente forzada de eta manera, Valentina no paró ni un momento de follarse a Gina para la que tal penetración lejos de ser una fuente de placer fue causa de un indescriptible dolor como rebelaban sus incesantes aullidos y lloros. La cosa no paró hasta que Gina dejó de gritar y viendo que por fin había perdido el sentido y que no podían reanimarla, los hombres decidieron dar por finalizada la larga sesión de tortura.
Entre más gritos le soltaron las pinzas a Valentina y luego le sacaron el arnés maltratándola a tortazos y echándole la culpa de que su hermana se hubiera desmayado. Por su parte a Gina la desataron del potro y medio desfallecida metieron a las dos hermanas en una jaula vertical y estrecha que estaba diseñada para una sola persona y en las que casi no cabían.
Las dos quedaron ahí dentro apretujadas piel contra piel y para que tuvieran algo para entretenerse dejaron a Ramona en la dolorosa postura de estrapado en la que ya se encontraba. Además le colocaron bajo las piernas un caballete español con cuña de madera y le pusieron unos electrodos en los anillos de los pezones. Los cables de los electrodos los conectaron a un transformador y a un despertador de esos viejos de manecillas. El caso es que el minutero del despertador estaba conectado a uno de los polos mientras que cuatro tornillos situados en el 3, el 6, el 9 y el 12 se conectaban al otro polo. Dicho de otra manera, era un dispositivo casero preparado para que la mujer recibiera una dolorosa descarga eléctrica cada quince minutos y de un minuto de duración cada una.
Un tanto cansados los cuatro hermanos apagaron por fin la música y abandonaron la cámara de tortura. De este modo dejaron solas a las tres mujeres que ahora sólo escuchaban con el corazón en un puño el tic tac del reloj…….
Continuará