Valentina, la chacha desnuda (17)

Tras ser uncidas al arado y arar el campo de Matías, las dos hermanas le hacen una doble fellatio al granjero y a su caballo. Como premio por sus servicios las chachas reciben una larga tanda de latigazos al aire libre.

El jaco tenía una polla como un brazo de largo y las dos chicas se tuvieron que poner en cuclillas bajo el vientre del animal. Como ni siquiera les liberaron las manos las dos tuvieron que hacer todo el trabajo con la boca. De esta manera Gina y Valentina se turnaron en chuparle esa enorme polla lo mejor que pudieron.

Lógicamente el caballo se empezó a encabritar cuando sintió las primeras lamidas pues era la primera vez que le hacían una fellatio, pero Matías lo mantuvo quieto.

  • Tranquilo, tranquilo bonito, mira qué trabajito te están haciendo estas dos guarras, ya verás qué bien te quedas, a mí ya me lo han hecho.

  • Cuando se corra, ya podéis tragaros todo lo que salga, no dejéis que caiga una gota de esperma en el suelo u  os daremos unos latigazos, ¿está claro?, dijo Markus blandiendo un largo látigo de cuero.

Ellas afirmaron con la cabeza y siguieron con su trabajo  sin desfallecer. De hecho, sin ayuda de las manos les costó un triunfo que el caballo se corriera en sus bocas pero al final ocurrió.

  • Mira, mira, ahí viene, joder, ¡qué chorro!.

Valentina hizo todo lo que pudo por tragar pero los chorros de esperma parecían salir del animal como si fuera una manguera.

La joven tragó todo lo que pudo y en el último momento fue Gina la que acudió en su ayuda pero ninguna de las dos pudo evitar que esa cascada de semen de caballo les cayeran de la boca y les mancharan todo el cuerpo.

Entonces, para librarse del castigo, las dos hermanas hicieron desesperadamente lo único que podían hacer, que era lamerse la una a la otra con la lengua. Así se lamieron nerviosmente todo el cuerpo recogiendo la lefa con la lengua y rezando porque el esperma del animal no cayera al suelo.

  • Pero ¡mira qué putas son!, dijo Matías disfrutando de cómo las dos se lamían ávidamente   sus cuerpos desnudos para quitar todo el esperma de la piel.

Cuando terminaron las jovenes se pusieron de pie y bajaron la cabeza esperando haberse librado del castigo.

Desgraciadamente para ellas no fue así, pues había restos de esperma encima de la paja y al caballo le continuaban cayendo gotas de la punta del pene. Valentina se dio cuenta y se apresuró a meterse otra vez la punta de la polla y succionó y lamió todo lo que pudo pero era inútil.

  • Os lo he advertido, estúpidas, dijo Markus dándoles puntapies, ahora os tenemos que azotar por inútiles, venga a ese árbol…

Las chicas obedecieron sin protestar, aquello era muy injusto, pues habían obedecido en todo, pero esos hombres no tenían ninguna piedad.

Para flagelarlas, Sam y él les soltaron las ataduras pero sólo para colgarlas de la rama de un grueso árbol con  los brazos por encima de su cabeza. Con sumo cuidado les ataron tobillos y rodillas para que no se pudieran defender y tras amordazarlas con ballgags desenrollaron un par de bullwhip y los hicieron zumbar en el aire.

Matías estaba encantado con la visión de esas dos preciosidades completamente desnudas, maniatadas y amordazadas que miraban cómo sus verdugos manejaban los látigos muertas de terror. A pesar de su edad, el hombre había recuperado la erección y se sacó el miembro para masturbarse despacio y disfrutar del castigo.

Los otros dos hombres estuvieron un rato haciendo zumbar los látigos contra el aire y cuando menos se lo esperaban   empezaron a darles los latigazos. Markus a Gina y Sam a Valentina.

SSSSSSSHHHH

SSSSSSSHHHH

  • MMMMMMHHH

  • MMMMMMHHH

Las dos jóvenes pusieron los ojos en blanco y cimbrearon sus cuerpos de puro dolor al recibir los primeros latigazos. El cuero se enroscaba en sus cuerpos como una serpiente y golpeaba con la punta provocándoles un sobresalto en todo su cuerpo como si les picara un gigantesco mosquito.

SSSSSSSHHHH

SSSSSSSHHHH

  • MMMMMMHHH

  • MMMMMMHHH

  • ¿Cuántos latigazos les damos Matías?

  • No sé yo creo que con cincuenta bastará, dijo mientras se acariciaba su polla dura, así aprenderán a no desperdiciar la nutritiva lefa de un caballo.

Las dos chicas pusieron gesto de angustia al oír la cifra

  • Como tú digas, ¿cuántos llevamos?, y Sam se encogió d ehombros mientras seguía dando latigazos. Venga empezamos a contar cincuenta desde ahora.

SSSSSSSHHHH

SSSSSSSHHHH

  • MMMMMMHHH

  • MMMMMMHHH

Y las dos chicas bailaron bajo el látigo desesperadas durante un cuarto de hora mientras los hombres reían de gozo…..

Cuando terminaron con los latigazos Sam y Markus estaban también empalmados de verlas “danzar” así desnudas y se fueron hasta ellas. Ni siquiera se tomaron el trabajo de desatarlas, se pusieron al lado de Valentina para ver el efecto de los latigazos sobre su piel. La chica tenía marcas rojas aquí y allá e incluso pequeños verdugones de piel rojiza y amoratada. Valentina tenía la cara llena de lágrimas y la piel le brillaba de transpiración, lágrimas y babas.

  • ¿Te duele preciosa?, le dijo Markus compadecido.

Ella le sdijo que sí con la cabeza aunque sabía que esa compasión era completamente falsa.

  • Vamos a liviarle un poco con la lengua Sam, y los dos a la vez comenzaron a comerle ambas tetas mientras se masturbaban y le masturbaban a ella.

La joven chacha puso los ojos en blanco y volvió a gemir pero ahora de placer.

Envidioso por lo que veía, Matías hizo lo propio con Gina, se acercó a ella y agarrándola de uno de sus cachetes se metió toda la punta de su pecho en la boca succionando y mordiendo medio loco de deseo. Las dos chicas sólo tardaron unos minutos en tener un delicioso orgasmo mientras los hermanos les pringaban las caderas de esperma.

  • Serán cerdas, qué fácil se corren, les dijo Markus  y decidió  continuar un poco más el castigo, así decidieron volver a fustigarlas, pero  esta vez dejaron los látigos y lo hicieron con las ramas de espinos.

Estos tenían decenas de puntas que se clavaban al golpear la piel y había que hacer fuerza para desclavarlas. Los hombres empezaron por las nalgas y los muslos pero luego pasaron al ombligo, la espalda, los costados y las tetas. Las dos jóvenes gritaran aún más fuerte que antes y se agitaban impotentes en sus ataduras venga a llorar y pedir piedad. Matías volvió a recuperar la erección por tercera vez y se animó a flagelarlas él mismo con ramas de espinos.

Tras un buen rato a las dos chicas les caían gotitas de sangre aquí y allá y los hombres decidieron dejarlas por fin.

Entonces Matías invitó a los dos hermanos a entrar en casa y tomar algo mientras las dos muchachas quedaron afuera colgadas de la rama del árbol.

Los hombres estuvieron algo más de una hora dentro de manera que empezó a anochecer y pronto aparecieron los primeros mosquitos que lógicamente picaron a placer a las dos chicas indefensas y desnudas.

Media hora después las descolgaron de los árboles y volvieron a atarlas como estaban detrás del coche. Los hermanos  se despidieron de Matías  y las dos muchachas volvieron a andar tras el vehículo otra vez amordazadas por el palo y con las manos atadas a la espalda.

El coche iba ahora un poco más rápido de modo que las dos caminaban a toda prisa llorando y babeando preguntándose cuándo iba a acabar ese infierno. En ese momento tenían el cuerpo cosido a latigazos y heriditas de los pinchos y como ya era de noche los mosquitos siguieron cebándose en ellas durante los tres kilómetros que tuvieron que cubrir hasta la granja de cerdas de Markus y sus hermanos.

En realidad aún quedaban vecinos por conocer pero para eso tendrían  muchos días.

Nada más llegar alguien les dio la bienvenida.

  • Hombre, ya era hora, ¿dónde habéis estado?, dijo un tipo embutido en un mono que en ese momento estaba descortezando un gran listón de madera con un cuchillo muy afilado.

Y de la misma al ver a las dos mujeres se acercó a ellas con  el cuchillo en la mano.

  • ¿De modo que están son las hermanitas?, les dijo enfocándoles con una lámpara que tenía, son más guapas al natural. Hola, me llamo Bruce y soy el hermano mayor.

El tío tenía una cicatriz en un carrillo y eso le acentuaba una cara de sádico que daba miedo. Como bienvenida Bruce les empezó a pasear el cuchillo por la piel mientras reía sádicamente.

  • MMMhhmmm

  • MMMHHH

Lógicamente las dos chicas recularon aterrorizadas al sentir el frío metal sobre su piel desnuda.

  • No tengáis miedo, preciosas, no os voy a hacer daño todavía, y el tipo siguió pinchándoles con la punta del cuchillo en las tetas.

  • Vamos Bruce, sé un buen anfitrión y dales la bienvenida como merecen.

  • Por supuesto,¡qué bruto soy! y clavando el cuchillo en la madera que estaba desbastando se puso a soltarles el yugo de la boca y las sogas del coño.

Las chicas tenían la entrepierna en carne viva y sintieron un agudo dolor cuando les retiró la áspera soga de su delicada piel.

  • Hola ¿Cómo te llamas tú?, le dijo a Ginebra cogiéndola del cachete del culo

  • Lechoncita, contestó ella que ya se lo había aprendido.

  • Encantado lechoncita, dale un beso a papá Bruce.

Y muerta de asco Gina tuvo que morrearse con ese cerdo al que le olía la boca a vino.

  • Mmmmh. Qué bien besas lechoncita, ¿Cuántos añitos tienes?.

  • El otro día cumplí 18.

  • La edad perfecta para mí, yo sólo tengo 54, luego te voy a meter en la camita y vamos a tener una noche de bodas tú y yo, ¿a que sí?.

Y Gina afirmó muerta de asco.

En esas apareció el cuarto hermano, Mike con su esclava Ramona.

Al verla, las dos hermanas se quedaron de una pieza. Los largos años de esclavitud habían dejado una marca indeleble en el cuerpo de la joven Ramona pues aunque no tenía más que veinticinco años estaba tan trabajada que aparentaba diez más.

Mike la traía desnuda como estaba siempre y cargada de pesados grilletes en cuello, muñecas y tobillos. La joven llevaba la cabeza totalmente calva y la entrepierna y los sobacos afeitados. Además tenía anillado el clítoris y los pezones por unos pesados anillos de metal. Sin embargo, lo que más impresionó a Valentina fue el grueso anillo que tenía la joven esclava perforando el tabique de su nariz como si fuera una vaca.

De hecho Mike la traía con una cadena de gruesos eslabones conectada a la nariz.

Cuando estaba más cerca pudieron advertir horrorizadas que la joven Ramona  había sido repetidamente marcada con varios hierros al rojo que indicaban que era propiedad de sus amos. Así se podía leer perfectamente sobre su piel los nombres completos de los cuatro hermanos.

  • Ven vaquita, ven, y dales un beso de bienvenida a las nuevas chachas.

La chica era tan sumisa que ni se lo pensó y besó en los labios a Valentina y luego a Ginebra.

  • Así me gusta, muy bien, y ahora os vamos a enseñar todo mientras la vaquita nos prepara la cena.

Los cuatro hermanos no empezaron por la casa pues antes querían mostrar a las nuevas otra cosa.

  • De hecho se las llevaron a la parte trasera de la casa donde los hermanos tenían su zona de juegos.

  • Mirad, este es uno de los sitios donde seréis castigadas cuando hagáis las cosas mal.

  • O cuando nos de la gana, dijo Bruce, no encanta hacer cosquillas a niñas malas como vosotras

  • NO, NO.

Valentina reculó aterrorizada al ver  lo que había allí.

Lo que más destacaba era una cruz de madera en forma de tau que no mediría ni dos metros y que se erigía a su vez sobre un patíbulo de un metro de altura. Probablemente lo que más aterrorizó a la muchacha fue los dos enormes falos curvos erizados de protuberancias que emergían de una especie de apoyo colocado a mitad del palo vertical. No hacía falta tener mucha imaginación para entender su función.

A unos metros detrás de la cruz había una estructura de tres postes similar a las porterías de Tom con grilletes colgados de la parte superior. De un travesaño cercano colgaban diferentes tipos de látigos o varas signo de que la usaban para flagelar a las esclavas antes de crucificarlas.

  • Mira preciosa, le dijo Mike colocándose detrás de Valentina y sobándole las tetas, ahí es donde crucificamos cada semana a Ramona, cada vez que lo hacemos vienen los vecinos y traen a sus esclavas. Les excita mucho verlo.

  • Algunas veces uno de ellos se anima y le hace lo mismo a alguna d esus esclavas.

  • Sí, pero vosotras sois dos, añadió Bruce, por eso estaba fabricando otra cruz cuando habéis llegado, así os crucificaremos juntas una al lado de la otra.

  • NOO; NOOO por favor.

Valentina ya había experimentado los “placeres” de la crucifixión en sus propias carnes y no tenía ninguna gana de volver a sufrir ese suplicio brutal. La joven se atrevió a hablar.

  • Mi, mi dueño vendrá buscarme en cualquier momento y ha prohibido que me crucifiquéis.

  • ¿Quién es su dueño?, preguntó Bruce.

  • Es Tom, ¿no te acuerdas?

  • Ah sí, la sesión del otro día, es verdad.

  • No mientas conejita, añadió Sam tu dueño nos deja que te crucifiquemos, él ya lo ha hecho.

  • No, no es cierto.

  • En realidad no ha dicho lo contrario, añadió Markus y nosotros tampoco pensamos preguntarle, así que…. .

  • Lo único que no podemos hacerte es anillarte ni ponerte marcas candentes aunque a tu hermanita sí se lo vamos a hacer.

  • ¿Y tú?, ¿qué dices a eso? dijo Bruce acariciando a Gina entre las piernas.

A la joven el corazón le latía muy deprisa y más que en la cruz  se fijó en una panoplia de la que colgaban diferentes instrumentos de tortura.

  • Escuchad, esta tía está toda cachonda y mojada, igual le gusta y todo.

  • Sí que le gusta, dijo Markus, es una masoca de primera.

  • Bueno eso lo veremos y le dio un cachetazo en las nalgas.

Tras ver la zona de juegos, los hombres llevaron a las mujeres hacia la jaula donde tenían a los perros.

Valentina vio consternada cómo los cuatro hermanos tenían también una jauría de perros, como Tom, sólo que éstos eran pit bull, perros de presa con un instinto asesino.

Los perros se pusieron a ladrar ante la presencia de las desconocidas y Sam sacó a uno de ellos bien agarrado con una correa y lo azuzó contra las jóvenes.

El salvaje animal se tiró a por ellas y sólo las salvó que lo tuviera bien agarrado.

Los hombres rieron viendo a las dos muchachas aterrorizadas gritando y llorando.

  • Ja, ja, son perros de caza, preciosas, y están muy bien entrenados, sobre todo para cazar niñas desnudas como vosotras, ja, ja.

Las dos jóvenes miraron inquietas al chucho  y entonces empezaron a comprender la alusión que  había hecho a la cacería el guardia forestal del puente de tablas. Efectivamente iban a cazarlas con perros como si fueran jabalíes. Valentina creía estar en el infierno y ansiaba que Tom la sacara de alli….

Por último, tras jugar un poco más con los perros, llevaron a las dos mujeres a la casa para cenar.

  • Oye, dijo Mike. ¿no les vamos a enseñar lo otro?, dijo haciendo un gesto de cabeza.

Markus estaba ya un poco cansado.

  • Bah, por hoy ya han tneido bastante y Sam y yo estamos agotados, mañana será otro día.

La casa de los granjeros era un lugar deprimente, viejo, oscuro y mugriento, muy distinto al elegante chalet de Tom.

Bruce se llevó directamente a Gina escaleras arriba hacia su habitación mientras los otros tres entraron con Valentina en la cocina donde Ramona estaba terminando de preparar la cena. Las escaleras de madera crujían ante el peso de Bruce. Gina arrugó el morro al ver que todo estaba muy sucio y que unas arañas negras y enormes permanecían inmóviles en sus telas.

Cuando entraron en la habitación de Bruce, Gina creyó ver algo que se movía por el suelo y se escondía lo cual hizo que se asustara.

  • Bah, será una rata, dijo el hombre, ya te acostumbrarás.

La habitación de Bruce era tabién un lugar asqueroso y deprimente, en él sólo destacaba una cama de hierro medio oxidado. Encima había un colchón reventado por un lateral del que se escapaban mechones de lana. Sobre el colchón se desparramaban en desorden unas sábanas arrugadas y llenas de lamparones que tenían pinta de que nadie las había cambiado durante meses.

  • Túmbate ahí, le dijo con un empujón, y tras obligarla a tumbarse sobre las mugrientas sábanas, el viejo granjero la ató a los barrotes de la cama de brazos y piernas dejándoselos estirados y completamente indefensa.

Para amordazarla el muy cerdo utilizó unos calzoncillos sucios y mugrientos que había tirados por el piso. Brutalmente le obligó a abrir la boca y se los metió dentro sellando los labios con cinta aislante.

Gina tembló y gimió de grima sin parar de mover la cabeza, pero no pudo hacer nada por sacárselos

  • Bueno preciosa, y ahora descansa que voy a cenar. Luego volveré y haremos el  amor hasta que nos pille el sueño.

Gina se quedó pues medio a oscuras atada desnuda a esa cama asquerosa y saboreando esos calzoncillos repugnantes.

De pronto cuando todo se quedó en silencio creyó oír algo que correteaba por el suelo y el miedo y el asco se apoderaron de ella…

Entre tanto a Valentina la habían metido en una especie de escobero que había en la cocina. Era un cuchitril tan pequeño que tuvieron que meterla con las piernas dobladas en posición fetal y cerrar la puerta a presión.

La joven protestó de la incómoda postura pero los hombres la amenazaron con llevarla a  dormir con los perros si no se callaba.

De este modo los cuatro hermanos se sentaron en la mesa de la cocina mientras Ramona les servía la cena.

La mujer se portaba con ellos sumisamente mientras ellos le tocaban y decían todo tipo de obscenidades.

  • No sé, voy a echar de menos a esta zorra, ¿eh Ramona?, ¿con lo bien que lo pasabamos?

  • Sí, sí señor.

  • Dentro de unos días te vamos a vender a esos, igual tienes suerte y te compra alguien con la polla tan larga como la nuestra, ¿verdad Ramona?, le dijo Mike tocándole una teta.

  • Sí, sí señor, ojalá.

Y cuando terminó de servirles, ella misma se puso una escudilla en el suelo y poniéndose de rodillas comió en el piso sin siquiera usar las manos, como una perra.

Durante la sobremesa, Ramona recogió la mesa y como ya sabía lo que tenía que hacer, se dispuso a arrodillarse para chupársela a esos cuatro mientras fumaban y se emborrachaban.

  • No estúpida, tú estás muy estropeada, trae a la nueva, que tiene las carnes más prietas que tú, le dijo Mike rechazándola.

  • Sí aún no tiene las tetas caídas como tú.

Ramona aceptó el desprecio y la humillación resignada y fue liberar a Valentina de su cautiverio. La chica gritó de dolor cuando sus piernas se desentumecieron  y obligándola a caminar de rodillas Ramona la llevó hasta donde estaba Mike que se sacó su polla.

  • Ven aquí preciosa, le dijo atrapándola entre sus garras y sobándole todo el cuerpo.

  • No, NO, déjeme, déjeme.

  • Vamos preciosa, eres muy arisca, no te resistas, y diciéndole esto la sentó en sus rodillas y acariciando uno de sus pechos empezó a chuparle y succionarle el pezón. MMMMhhh, esta zorra tiene unas tetas frescas y firmes.

  • ¿Crees que dará leche?.

  • Seguro que sí, Ramona enséñale a esta furcia cómo das leche y dale de beber, no ha tomado nada en  todo el día aparte de la lefa del caballo.

Ramona ni siquiera esperó a que  se lo repitieran y con los dedos de ambas manos se presionó el seno derecho.

Para sorpresa de Valentina empezaron a manar unas gotas de leche blanquecina del grueso pezón derecho de Ramona.

  • Vamos chupa puta, seguro que tienes hambre.

Era cierto, así que Valentina empezó a lamer el pecho de Ramona, y lo mismo hizo con el otro. Aunque la nueva no se dio cuenta ramona cerró los ojos y suspiró quedamente al sentir esas amorosas atenciones de esa chica tan guapa.

  • ¿Lo ves?, en tres o cuatro meses de tratamiento tú también darás leche.

La joven dejó de lamer unos momentos.

  • No estaré tanto tiempo, mi amo va a venir a buscarme.

  • Yo no estaría tan seguro, igual se olvida de ti y te deja aquí para siempre.

  • NO, ha dicho que va a venir, lo ha prometido.

  • Me parece muy bien, pero entre tanto, serás nuestra esclava, venga y ahora arrodíllate que ahora vas a tragar otro tipo de leche.

Y Mike obligó a Valentina a arrodillarse a pocos centímetros de su asquerosa polla.

  • ¡Huele muy mal!, ¡qué asco!, dijo ella torciendo la cara.

Eso le valió recibir una hostia.

  • ¿Cómo te atreves?, puta, chúpala, chúpala o te muelo a palos.

Y con lágrimas en los ojos Valentina tuvo que hacerle la felación a ese hombre sólo interrumpiéndose para escupir restos sólidos de algo que no conseguía identificar.

  • Por favor, qué asco, dijo ella sin parar de escupir, pero Mike no se lo permitió y le hizo meterse otra vez la polla en la boca hasta la garganta.

En ese momento ella notó cómo Bruce la cogía por detrás de ambos pechos y sintió su polla dura en el trasero.

  • Vamos, no la querrás sólo para ti, ¿verdad?, y tras separarle las nalgas la penetró por su sexo.

  • MMMMMMHHH

Valentina gritó de dolor pues el muy bestia la penetró de una sóla embestida y se puso a follarla con rudeza.

De este modo, valentina fue penetrada por delante y por detrás por dos de los hermanos que se la follaron brutalmente hasta eyacularle dentro.

  • Vamos, dijo Markus, al ver cómo Bruce se corría dentro de ella, a ver si tenéis cuidado, la vais a preñar el primer día.

Valentina miró alarmada al hombre pero Mike no le dejaba sacar la boca de su polla mientras ésta se iba relajando.

  • Sí pequeña, a Ramona la hemos preñado un par de veces y ya tiene dos hijos que andarán por ahí.

  • Vete a saber quién es el padre, puede ser cualquiera de nosotros o cualquier vecino del valle, y ahora ven aquí que me toca a mí.

Sam arrebató a la muchacha y le obligó a inclinar la cara contra el suelo y el culo en pompa con intención de darle por el culo.

Sin embargo en el último minuto tuvo la idea de que Ramona le facilitara el trabajo.

  • Vamos Ramona, hazle un beso negro a la nueva que la voy a sodomizar.

Y sin siquiera resistirse Ramona metió la cara entre las nalgas y le hizo un cunnilingus y un rimjob durante varios minutos con tanta intensidad que Valentina tuvo un orgasmo brutal.

  • Venga déjala de una vez que ya está toda mojada, y el bestia de él la enculó con su gruesa polla arrancándole un alarido de dolor.

Mientras se la follaban de esa forma tan bestia los cuatro hermanos siguieron bebiendo y emborrachándose pero no por eso parecían perder su capacidad de empalmarse. Al de media hora Valentina estaba siendo triplemente penetrada por Markus, Sam y Mike a la vez. Viéndoles, Bruce decidió que ya había tenido bastante y se acordó que tenía a su “novia” esperándole en la habitación.

El tío cogió una botella y una vela y se fue para arriba sin siquiera ponerse los pantalones.

  • ¡Lechoncita!,…….. ¿estás lista?,…………  allá va tu tío Bruce, le gritó de forma cantarina subiendo las escaleras haciéndoas crujir y lanzando un sonoro eructo.

Cuando abrió la puerta de sopetón no menos de tres ratas salieron corriendo y se ocultaron tras los agujeros de la pared. En el largo rato que había pasado, los roedores habían sido cada vez más osados e incluso llegaron a corretear sobre el cuerpo desnudo de Gina que intentaba sacudírselos gritando y agitando su cuerpo.

  • ¿Te han mordido cariño?, ja, ja. Conmigo no se atreven pues ronco muy fuerte.

Gina temblaba de grima y le gritó cabreada a Bruce levantando la cabeza, pero sin hacerle caso el hombre se sonrió, dejó la vela en la mesilla de noche y para sorpresa de la muchacha se desnudó completamente para gozar más de su cuerpo.

Eso hizo que la joven quedara paralizada de terror ante la vista de semejante adefesio.

Aparte de viejo y gordo, Bruce era repugnante, olía a rayos y tenía el cuerpo lleno de pelo. Encima tenía una pollita minúscula que apenas le sobresalía de la pelambrera del pubis y de los enormes michelines del tripón, era del tipo de Markus pero aún más repugnante.

Gina advirtió para su pesar que el tío venía medio borracho, a pesar de lo cual se pudo encaramar en la cama y amenazó con sentarse encima de su cara.

Al ver los huevos de ese cerdo colgando y acercándose a su cara la mujer empezó a negar desesperada, pero no pudo evitarlo y finalmente él le posó su apestoso culo y sus huevos en plena cara.

  • MMMMFFGG

A la pobre Gina casi le ahogó mientras el tío se reía y masturbaba para recuperar la erección.

Casi un minuto la tuvo así y ella agitaba la cara desesperada lo cual parecía darle un gran placer. Finalmente el tío levantó su entrepierna y le soltó un asqueroso pedo en plena cara mientras ella hacía desesperados esfuerzos por tomar aire.

Entonces volvió a colocar su entrepierna a milímetros y le arrancó la cinta aislante de la boca.

  • MMMMMMH

Gina gritó de dolor y empezó a expulsar el asqueroso calzoncillo de ese cerdo venga a escupir. Inmediatamente cuando se libró de él Bruce volvió a posar su culazo en la cara de la chica

  • Chupame el ojete, puta, le dijo él como última orden.

Pero sólo oyó los gemidos apagados por su propio cuerpo.

  • Te he dicho que chupes, joder, le dijo retorciéndole los pezones, pero Gina siguió resistiéndose un rato hasta que tras mucho torturarla accedió a sacar su lenguita y hacerle un rimjob.

  • Eso está mejor lechoncita, tienes que aprender a limpiarle el culo a tu dueño, esclava.

Y así la tuvo un buen rato, pero no contento con eso cogió la vela y empezó a verterle gotas de cera hirviendo en los pechos y en el ombligo.

  • AAAAYY,, AAAYYY, gritaba la joven por las gotas que le quemaban el torso, pero no por ello dejó de lamer.

Cuando el tío se canso del rimming se dio la vuelta y sentándose en sus tetas le colocó la polla a pocos centímetros de la boca. Esta vez Gina ni se lo pensó y se puso a lamerle el prepucio. El tío le pesaba tanto en las tetas que apenas le dejaba respirar.

Finalmente tras dejar que se la chupara despacio unos minutos se levantó de ella y se la folló a lo misionero durante todo el rato que sus fuerzas le aguantaron. Sin embargo, ni siquiera pudo terminar sino que bastante beodo se le derrumbó encima y se durmió. La pobre Gina tuvo que pasar toda la noche con ese enorme cerdo borracho encima de su cuerpo y su babilla deslizándose por el carrillo y cayéndole en la cara.

Al día siguiente Markus tenía planeado llevar a sus nuevas chachas por todas las granjas del valle para que los vecinos las conocieran y disfrutaran de sus servicios……

Continuará