Valentina, la chacha desnuda (16)
Tom recibe una inesperada llamada que le obliga a ausentarse en el extranjero y entrega a Valentina a Markus y sus hermanos. Las dos hermanas son conducidas a la granja pero ya en el viaje tienen que servir a sus amos de diferentes maneras.
- Ya has oído Valentina, dijo Tom, irás a la granja y allí harás de chacha junto a tu hermana
De repente un escalofrío de terror recorrió el cuerpo de Valentina mientras Markus la miraba sonriendo con sádica lujuria.
Pero, pero,….la joven enseño sus dientecillos de conejo como cada que vez que se ponía nerviosa.
No pasa nada, no seas imbécil, sólo serán dos semanas, luego iré a buscarte a la granja y en paz.
Pero, pero, señor, puede dejarme aquí entre tanto,…..yo le cuidaré la casa.
¿Dejarte aquí sola?, ni pensarlo, conociéndote igual me quemas el chalet. No. Te irás con Markus y sus hermanos a su granja y así ayudas a tu hermana Gina en sus tareas, seguro que tenéis mucho trabajo allí.
Valentina sudaba de miedo recordando las tremendas sesiones de tortura en las garras de Markus.
Pero señor, esta casa también precisa mucho trabajo.
No, si no estoy yo en ella. Dejaré a los perros sueltos y Jimmy se pasará un rato todos los días, no te preocupes más por la casa.
Valentina se arrodilló rogando y llorando.
No te canses Valentina, está decidido.
Pues me iré de aquí ahora mismo,….. no puede obligarme, dijo a la desesperada.
Ja, ja, sí que puedo, has firmado un contrato, ¿acaso lo has olvidado?
Buuuuaaa, lleveme con usted a Japón, no deje que me lleven con ellos, se lo suplico. La chica lloraba desconsoladamente mientras Sam y Markus se daban palmadas y reían de su buena suerte.
Y Valentina siguió llorando, pero eso no le sirvió de nada pues los granjeros no le hicieron ni caso, la agarraron de los brazos y se la llevaron a rastras entre lloros desesperados….
El caso es que el maletero era demasiado pequeño para que entraran las dos hermanas por lo que al final decidieron llevarlas sentadas detrás. Así pues, al de una hora y ya más resignada, Valentina se montó en el asiento trasero del coche de Sam junto a su hermana Gina.
Tampoco podían llevarlas desnudas por si les paraba alguien así que a las dos les pusieron unas ropas de deporte viejas y medio rotas que tenían en el coche: unos pantaloncitos cortos de deporte color azul eléctrico y unas camisetas amarillas chillón de tirantes medio rotas y que recortaron a toda prisa con unas tijeras para que hicieran de tops. Los pantaloncitos eran tan cortos que dejaban fuera la mitad de las nalgas y las camisetas les quedaban tan pequeñas que parecía que los senos les iban a explotar dentro.
Ja, ja, qué pinta de putas tienen, dijo Tom sacándoles unas fotos con su móvil y compartiéndolas con los invitados.
Si nos para la poli decís que nos conocimos ayer en la playa nudista, que hemos pasado la noche por ahí y seguimos de juerga, ¿estamos?
No se lo creerán, las tomarán por dos putillas, dijo Tom mientras recibía las respuestas de sus amigos en el whatsapp.
Eso es precisamente lo que quiero, así no sospecharán nada raro.
Aún con lágrimas en los ojos Valentina se despidió de Tom y acompañó a su hermana a su nuevo destino en manos de los dos granjeros depravados. El coche emprendió su ruta y Tom se despidió de ellos saludándoles con la mano.
La granja de cerdas estaba situada a unos cuatrocientos kilómetros de viaje en una zona boscosa y muy apartada entre montañas. En principio el coche se dirigió hacia el interior del país rodando por una autovía. Fue un largo trayecto de tres horas en el que cruzaron un par de estados. Posteriormente tomó una carretera nacional y siguió por ella durante otra hora y por último cogió un desvío y siguió por una calzada comarcal estrecha y en mal estado. En otra hora de viaje por esa carretera parcheada y llena de baches sólo se cruzaron con un par de vehículos lo cual indicaba que era una zona bastante solitaria.
Las dos chicas se preguntaban inquietas a dónde diablos las llevaban. Gina seguía muy excitada pero como veía a su hermana mayor tan aterrorizada, le cogió de la mano para tranquilizarla.
- Poned las manos a la espalda si no queréis que os ponga las esposas, dijo Markus al verlas por el retrovisor. Ellas obedecieron inmediatamente y bajaron la mirada avergonzadas.
Tras largas horas de viaje había llegado la hora de comer así que Sam paró el coche en un bar de carretera.
Aparcadas fuera del bar había como treinta motos de una cuadrilla de moteros.
Oye ¿tú tienes pasta?, preguntó Markus.
Cinco pavos, pero tenemos a éstas.
Es verdad, tienes razón, venga vosotras salid del coche que tenéis faena, e hizo salir a sus dos zorras así como estaban vestidas. Las chicas se sentían desnudas así al aire libre y estiraban la tela del top hacia abajo muy incómodas. Las dos tenían la mitad inferior de las tetas al aire pero no conseguían tapar ni un centímetro de piel por más que lo intentaban.
Markus les pasó revista comprobando que esos pantaloncitos tan cortos se les metían por la raja del culo como si fueran tangas.
- Ja, ja, le dijo a Valentina subiéndole un poco más los shorts por delante, con esa pinta vais a gustar mucho a la peña, ¡venga, para dentro!
Aparte de los moteros, el bar en cuestión estaba en ese momento lleno de paletos, agricultores y granjeros de los alrededores. Podemos imaginarnos la reacción de todos esos garrulos cuando vieron entrar en ese sitio mugriento y lleno de humo a esas dos macizas semidesnudas de largas piernas y pechos tiesos como si fueran de mármol.
En cuanto las vieron aparecer, muchos aplaudieron y silbaron haciendo que las chicas se estremecieran de miedo y de vergüenza.
Los hermanos pidieron en la barra y luego se metieron en el despacho del dueño dejando a las dos chicas solas a merced de toda esa chusma.
Valentina y Gina se sentaron en dos taburetes de la barra un tanto acojonadas pues todos esos tipos se callaron de repente y se les quedaron mirando descaradamente. Tras unos momentos de indecisión empezaron a decirles cosas obscenas y algunos de ellos llegaron incluso a acercarse a ellas. Las dos chicas intentaron protegerse la una a la otra venga a estirarse los pantaloncitos hacia abajo y con cuidado de que no se les salieran los pezones del top. Los más osados fueron los moteros, un montón de viejos barbudos, gordos, llenos de tatuajes y piercings y vestidos de cuero y cadenas.
Eh ¿de dónde salis vosotras dos?, dijeron un par de ellos que venían con sus cervezas en la mano. Y sin pedir permiso les pasaron los dedos por los muslos.
Déjenos, dijo Valentina acojonada intentando apartar las piernas, mi marido va a salir en cualquier momento y…
¿Tu marido?, ja, ja, no me hagas reir, no tienes pinta de ser su mujercita sino una puta de gasolinera, ¿Cuánto cobras por chuparla bonita?.
Las chicas se las vieron y desearon para quitárselos de encima, pues tras ellos se animaron a acercarse otros cuatro moteros y ya las rodeaban venga a tocarlas sin su permiso.
Oye estas dos parecen casi gemelas.
Sí, y están muy buenas, dan mucho morbo.
Que pasa ¿es que sois hermanas?, ja, ja.
Venga enrollate y dame un beso preciosa, ja, ja.
Al final les salvaron los hermanos que al de un rato salieron por fin del despacho con el dueño del local, un tío gordo y calvo bastante vulgar que salía con una especie de calzoncillos largos, una camiseta de tirantes llena de lamparones, camisa abierta y fumando un puro.
- ¡A ver la puta!, dijo el tío, acercándose a ellas.
Los moteros se retiraron unos metros, pero no por eso dejaron de mirar la escena.
Vaya, exclamó sorprendido el dueño, menudo par de cerdas habéis traido esta vez, dijo mirándolas de arriba a abajo.
Venga, poneos de pie que os vea bien, ordenó Sam…..ahora daos la vuelta, que os vea el culo.
Al parecer Markus y su hermano habían negociado con el dueño un par de comidas y llenar el depósito gratis a cambio de pasar un buen rato con una de las dos hermanas en su despacho.
Qué, ¿a cuál de las dos escoges?
A ver enséñamelas mejor, dijo el dueño poniéndose las manos huecas delante de su pecho y moviéndolas como si estuviera sosteniendo un par de tetas.
Markus le levantó el top a las dos para que pudiera verles los senos y el dueño del local tras palpárselas con los dedos eligió a Valentina que las tenía un poco más grandes.
Resignada, la chica entró con él moviendo el culo delante del dueño y dejando sola a su hermana que creía haber tenido suerte de librarse de follar con semejante adefesio. Sin embargo, Gina no se quedó ociosa pues cuando se bajó otra vez el top y ya se creía a salvo, los hermanos se la llevaron al cuarto de baño de hombres.
Al entrar allí la chica arrugó la nariz pues olía fatal a meados y a cañerías atascadas, además había un charco amarillento en medio.
- Desnúdate, le dijo Markus de repente.
Tras sentir un escalofrío y con aprensión, la joven estuvo a punto de decir que no, pero al final lo hizo y se despojó de sus breves ropas en un santiamén.
Entonces Markus sacó unas esposas y llevándola a una pared la hizo ponerse en cuclillas entre dos urinarios y obligándola a subir sus brazos por encima de la cabeza se los esposó a una tubería.La chica quedó en esa incómoda y humillante postura a merced de ellos. Entonces Markus se sacó su polla del pantalón y la colocó delante de la cara.
- Abre la boca, voy a mear.
A la joven Gina eso le daba un asco infinito pero igualmente aceptó abrir la boca y cerrar los ojos. Sólo fueron unos segundos de espera pero de pronto le impactó en la cara un líquido cálido de sabor asqueroso que ella procuró expulsar de dentro de su boca.
- Traga puta, traga o tendrás que lamerlo del suelo.
Y la pobre Gina tuvo que tragar los orines de Markus.
Cuando terminó de mear, el muy cerdo le metió la polla en la boca para que ella se la limpiara e incluso llegó a hacerle un amago de felación.
- ¡Quita coño!, le dijo entonces Sam y sustituyó a su hermano en el toilet humano. AAAAH qué gusto, tenía la vejiga llena, dijo el tío meándole en la boca durante un largísimo minuto y medio que a ella le pareció un siglo. Y cuando terminó le metió una hostia en la cara. Toma esclava, para que vayas aprendiendo.
Al de un rato salieron los dos hombres satisfechos subiéndose las cremalleras del pantalón y con las pocas ropas de la chica en la mano.
Ahí os la dejamos por si la queréis usar, les dijeron a un grupo de moteros que estaban sentados en una mesa al lado del baño.
Si no obedece la puta o hace asquitos nos llamáis y la ponemos firme, y Markus y su hermano se fueron a comer.
Los tíos de la mesa se quedaron mirándose unos a otros y lógicamente entraron de la misma en el cuarto de baño a ver de qué iba todo eso. De hecho se llevaron una gran sorpresa. Allí les esperaba Gina, desnuda y encadenada a los urinarios, dispuesta a ser usada como toilet. Por si no quedaba claro, el cabrón de Markus le había pintado el torso con un rotulador: “Mear aquí” y una flecha que apuntaba directamente a su boca.
Ja, ja mira lo que tenemos aquí, dijo uno de ellos sacándose la polla mientras le tocaba en medio del coño con la punta de la bota.
De modo que esos dos eran vuestros mariditos ¿eh?,…. venga puta mentirosa, abre la boca que quiero mear.
Gina obedeció y el tío que se había tomado unas cuantas cañas no tardó nada en echarle su líquido apestoso dentro.
El tío debía tener también la vejiga llena pues tardó en miccionar casi un minuto. Sin embargo no se conformó con eso y luego le exigió una larga mamada y un beso negro. Cuando se corrió en la cara de Gina fue sustituido por otro de ellos que hizo lo mismo, y luego otro y otro.
Justo cuando los cuatro salieron riendo y satisfechos entraba otro tipo a mear.
Por supuesto en poco tiempo la gente del bar se dio cuenta de la movida y los clientes que eran todos hombres fueron desfilando por los baños para orinar o simplemente para que la chica les hiciera una felación. La pobre Gina pudo ver en poco tiempo más de treinta pollas distintas
Entre tanto, Markus y Sam seguían comiendo como cerdos mientras todos esos tipejos se aprovechaban de Gina de esa manera tan asquerosa.
- Ja, ja, así se irá haciendo idea de lo que le espera, dijo Sam.
De pronto cuando estaban por las copas, se presentó el dueño del bar que venía con una grapadora en la mano.
- Oye, ¿puedo usar esto con la puta?
Markus y Sam se miraron y encogiéndose de hombros le dijeron que sí, pero le advirtieron que no se pasara mucho.
- De acuerdo, descuidad,….. os la devolveré entera… y el tipo se metió para dentro.
Entonces se acercó otro grupo de moteros.
- Oye, quisieranos follarnos a la del baño, ¿cuánto cobra?.
Los dos hermanos les miraron.
No es una puta, es nuestra esclava.
Bueno…. Pues…. ¿cuánto cobráis?.
Depende, ¿cuántos os la queréis tirar?.
Todos. Somos treinta.
Sam hizo un rápido cálculo.
- Cinco pavos por cabeza.
El motero se mesó la barba y decidió regatear.
- Cien pavos entre todos, le dijo enseñándole el dinero.
Sam miró a Markus como para acordarlo y sólo vaciló unos segundos.
- Venga, …..cien pavos,…. trae aquí, pero daros prisa, y a cambio de los billetes le dio las llaves de las esposas y otro juego de esposas más.
Ya se iba el motero para el baño cuando Markus volvió a llamarle.
Eh tú.
¿Qué pasa?
Toma, le dijo ofreciéndole las pinzas de garra de águila, por si se resiste.
El motero cogió las pinzas y tras entender cómo funcionaban hizo que salieran las pequeñas garritas.
Gracias, les dijo a los hermanos sonriendo sádicamente.
Cuando termines me las devuelves.
Los moteros entraron otra vez en el baño y echaron a los últimos aldeanos que se estaban meando en la cara de Gina.
Esta estaba pringada de meados y de lefa pero pudo ver perfectamente a los moteros que se acercaban a ella y un escalofrío de terror recorrío su cuerpo.
Al de unos minutos, Markus y Sam oyeron un espeluznante grito de mujer que venía desde dentro del cuarto de baño y tras oír los ruegos y lloros de Gina otro alarido que puso a todos los pelos de punta.
Sam y Markus se sonrieron sin dejar de comer mientras notaban una fuerte erección.
Tras terminar su comida se tomaron un par de chupitos por gentileza de la casa y entonces los dos hombres fueron al despacho del dueño a ver lo que le estaba haciendo a Valentina.
Toc, toc
¿Se puede?
Adelante.
Markus abrió la puerta y se encontró que el tipo tenía a Valentina desnuda inclinada hacia delante sobre una mesa, con las piernas abiertas y atada de tobillos y muñecas a las patas. Mientras se la follaba por los dos orificios el muy hijoputa le estaba clavando grapas en el culo.
La chica les miró llorando como si Markus y Sam fueran sus salvadores, pero en realidad sólo venían a mirar y disfrutar así que dejaron que el cerdo del dueño siguiera atormentándola y follándosela a placer durante un buen rato.
Mientras tanto Gina no lo pasaba mucho mejor en el baño, pues se la estaban follando todos esos moteros por turno, unos por delante y otros por el culo. Esos tipos no eran precisamente monaguillos ni chicos de instituto sino unos auténticos sádicos que se lo hicieron pasar realmente mal. Para follársela a gusto le pusieron a Gina dos juegos de esposas en los brazos, uno en las muñecas y otro en los codos de manera que ella quedó con los brazos alineados a la espalda y totalmente indefensa.
Por supuesto también le pusieron las garras de águila en los pezones de manera que la joven pudo experimentar por segunda vez esa odiosa tortura en sus sensibles senos. Esa fue suficiente persuasión para conseguir de ella todo lo que se antojaron.
De este modo y lejos de conformarse con follarla por la boca, por vagina o por el culo, a la chica la degradaron de una forma perversa, así le obligaron a limpiar uno de esos asquerosos urinarios con la lengua y después se la follaron con la cabeza metida dentro de la taza de uno de esos repugnantes retretes dejándole respirar sólo de cuando en cuando.
Tres horas duró el infierno del bar de carretera para las dos hermanas que encima de todo no pudieron ni probar bocado como no fuera el semen y los orines de los hombres.
Cuando terminaron de comer, los hermanos se despidieron de los moteros y del dueño amigablemente y se llevaron a la llorosas hermanitas al coche. Sólo entonces les volvieron a poner sus ropitas y las metieron otra vez en el asiento trasero. Esta vez les esposaron las manos y los codos a la espalda pues por allí no parecía que hubiera polis.
Las dos chicas estaban humilladas por la salvaje experiencia del bar, y eso que aún no había acabado el día. ¿Qué era lo siguiente que se proponían hacer esos tipos con ellas?.
Aún continuaron media hora por esa carretera tan poco concurrida. En ese trayecto tampoco se cruzaron con nadie y finalmente llegaron a una pista forestal lateral.
“Prohibido el paso. Propiedad particular”, ponía en una valla de madera.
Markus se bajó del coche, abrió la valla y tras pasar el vehículo volvió a cerrarla tras de sí. El hombre volvió a subir al coche y se pusieron nuevamente en marcha.
El vehículo rodó otras dos horas lentamente por una pista forestal cubierta de árboles, tan tupidos que ya no se veía el sol.
Las dos hermanas estaban cada vez más inquietas pues se internaban en un sitio muy solitario y salvaje. Nuevamente en esas dos horas no se cruzaron absolutamente con nadie.
En un momento dado Markus se volvió y sonrió.
- Ya falta poco zorras, les dijo sonriendo con lujuria, como veis es un sitio muy tranquilo y nunca viene nadie de fuera. Quiero advertiros por si no os habéis dado cuenta que ya no sois libres, ahora sois nuestras esclavas y nadie sabe que estáis aquí menos Tom. Ni se os ocurra intentar huir pues aunque quisierais no podríais escapar, ¿está claro?
Las dos chicas dijeron que sí con la cabeza y luego se quedaron mirando al suelo humilladas.
De pronto llegaron a un río bastante caudaloso de aguas limpias y corriente rápida y el coche cruzó lentamente un viejo puente de aspecto bastante frágil haciendo vibrar y bailar las tablas del mismo.
Este puente debe tener más de cien años, comentó Sam, cualquier día se hunde por el peso del coche.
Ya, pero es el único camino para salir del valle, ya puede durar.
Al otro lado había una cabaña con una bandera y un tipo uniformado salió de allí a saludarles.
Hola Freddy, ¿cómo va eso?
Hola Markus, aquí aburrido.
Mira lo que traemos.
Y tras bajar del coche Sam y Markus hicieron salir a las dos mujeres.
Hostias, menudas tías, ¿se puede saber de dónde salen?.
Son las nuevas chicas de la limpieza se burló Markus. Os presento a Freddy, es el representante de la ley en el valle, ja,ja.
Efectivamente el tío estaba vestido de guarda forestal e incluso tenía una estrella dorada de sheriff, pero eso no le impidió irse hasta ellas y meterles mano bajo la camiseta.
Mmmmh, qué tetas tan suaves, dijo toqueteándolas bien. Qué bonitas y qué jóvenes parecen, ¿tienen la edad legal?
Por eso no tienes que preocuparte, Freddy ésta tiene dieciocho recién cumplidos y su hermana mayor veinte y las dos están aquí por su propia voluntad ¿a qué sí putitas?
Y las dos dijeron que sí un poco acojonadas al verle el revolver en el cinto.
- ¿Son hermanas?, ya decía yo que se parecían, joder,…. hermanas y así de guapas, qué morbo me dan ¿las desnudamos ya?
Y diciendo esto se puso a bajarles los pantalones sin más.
Las chicas se sorprendieron pero no se resistieron a que esa especie de policía las desnudara.
Por su parte Sam sacó una navaja y tras hacer jirones las camisetas se las arrancó dejándolas completamente desnudas.
Joder qué buenas están, que cuerpos y qué tetas, dijo el tío sin parar de tocarlas por todas partes, os lo vais a pasar en grande los cuatro hermanos allí arriba.
Bueno ya sabes que puedes visitarnos siempre que quieras y pasar un buen rato con ellas, dijo Markus guiñando un ojo. Además dentro de unos días vamos a celebrar una fiesta con todos los granjeros del valle, por supuesto estás invitado.
¿Una fiesta romana?
Sí, se puede decir que sí, y con cacería incluida, ja, ja.
Las muchachas oían esta conversación sin entender nada pero estaban manifiestamente alarmadas mientras ese tipo no dejaba de tocarlas aprovechando que estaban maniatadas
¡Qué divertido!, dijo mirándolas con sadismo mal reprimido, no faltaré.
Bueno Freddy tenemos que irnos que hay que presentárselas a los vecinos antes de que anochezca.
Al oír eso las chicas hicieron ademán de volver a entrar en el coche.
- Eh, ¿a dónde creeis que vais?. Vosotras vais a pata y Markus le hizo un gesto a Sam.
Este fue a buscar una rama fina de avellano como de dos centímetros de diámetro y dos metros de largo. Una vez con ella la puso en horizontal y obligó a las dos mujeres a morder la rama a una distancia de un metro una de la otra. Una vez amordazadas con ella les ató la barra a la nuca con unas cintas de cuero de modo que las dos quedaron como bueyes uncidos a un yugo. Luego con sendas cuerdas ataron los extremos de la rama a la baca del coche.
Lo siguiente fue atarles las manos que tenían esposadas a la espalda, para eso Freddy sugirió usar soga de cáñamo muy áspero que tenía en su cabaña y antes de usarla con ellas la untó bien con hortigas. Entonces ató las manos de cada una de ellas y pasando las sogas entre las piernas las ató al parachoques trasero.
Al contacto de sus delicadas entrepiernas con el cáñamo impregnado de hortigas las dos chicas se quejaron y se pusieron de puntillas para evitarlo.
Freddy se rió con ganas mientras se calzaba unos guantes de jardinero y entonces cogió una rama de espino y cortándola se acercó a ellas y con una sonrisa diabólica empezó a frotarles con ella diferentes partes del cuerpo: los costados, el ombligo, la espalda, las nalgas y finalmente las tetas. La rama debía pinchar mucho pues las chicas empezaron a gritar y quejarse completamente histéricas.
Ja, ja, qué gusto da oirles gritar a estas putas, dijo Freddy con una erección más que evidente. Estoy impaciente por ir a la granja y jugar con ellas.
Bueno Freddy ya te damos un toque y quedamos, dijo Markus.
Subiéndose al coche éste arrancó tirando de las dos chicas que al dar el primer paso dieron un traspiés y estuvieron a punto de caerse al suelo.
Aunque el coche iba muy despacio por la pista forestal las chicas se dieron cuenta de que tenían que apurar el paso para no caerse y verse arrastradas. De este modo ambas se encorvaron instintivamente y aceleraron el paso moviendo rápida y ridículamente sus piernas desnudas. Menos mal que les dejaron puestas sus zapatillas de deporte pues si no se habrían descarnado los pies. Además al primer tirón del coche la soga se les clavó profundamente entre las nalgas y los labia y eso hizo que las dos muchachas gimieran incluso más alto sufriendo una ardiente tortura allí donde la piel es más delicada.
Por si eso fuera poco, Freddy les siguió los primeros metros metiéndoles las ramas de espino entre las piernas para que ellas mismas se arañaran e hirieran los muslos por dentro.
- MMMMHHHH, MMMMHH gritaban las jóvenes llorando mientras los espinos arañaban su delicada piel.
Finalmente Freddy dejó que se alejaran y le pareció tan excitante verles mover el culo como si tuvieran un motorcito que se sacó su miembro y se masturbó eyaculando en menos de un minuto.
Las chicas comenzaron así su esclavitud con los sádicos granjeros de esa manera tan cruel. Como decimos, el valle era un lugar inaccesible y sólo se podía salir de él por ese puente de tablas endebles pues estaba rodeado de montañas y desfiladeros rocosos muy difíciles de cruzar. Markus tenía razón, si las hermanas hubieran intentado huir les habría resultado prácticamente imposible pues el propio Freddy las hubiera detenido.
Además el valle estaba habitado por unas quince familias de granjeros que también tenían sus propias esclavas y que no hubieran dudado en darles caza y devolvérselas a sus legítimos dueños. De hecho Markus y Sam las llevaban así hasta su granja en la cabecera del valle a unos cinco kilómetros de distancia, pero antes presentarían a sus nuevas chachas a los vecinos así desnudas y maniatadas para que todos las vieran y tocaran.
Al de un kilómetro y medio de caminar uncidas al vehículo, las pobres muchachas estaban en un baño de sudor completamente agotadas y doloridas pero no podían dejar de caminar ni un momento y lloraban y gemían de continuo.
Entonces llegaron a la primera granja y las dejaron descansar un rato.
El dueño de la granja estaba en ese momento atendiendo a su caballo al que acababa de desenganchar del arado.
Lógicamente en cuanto vio a las dos chicas desnudas el hombre se incorporó muy sorprendido y se acercó al coche.
- Eh Matías, dijo Sam desde el volante, mira lo que te traemos, dos nuevas esclavas.
El tal Matías era un viejo granjero que trabajaba siempre embutido en su mono azul de trabajo, Markus salió del coche y le dio la mano pero él ni siquiera le miró pues se quedó como embobado mirando a las dos chicas desnudas.
Qué esclavas tan guapas, y qué buenas están, dijo el tío, ¿puedo?.
Por supuesto, dijo Markus, tócalas todo lo que quieras, para eso están.
Al tipo no hizo falta decírselo dos veces pues se puso a sobar impunemente a Valentina con sus manos rugosas y llenas de callos. Instintivamente todos los granjeros preferían las tetas grandes así que Valentina ganaba por ahora a su hermana y se convertía invariablemente en el objetivo preferente de todos esos babosos.
La joven tuvo un conato de rechazo pues estaba un poco harta de que cualquiera se sintiera con derecho a sobarla y magrearla de esa manera. Además el tal Matías olía a sudor de viejo revenido.
Eh quieta, quieta, fiera, dijo Matías agarrándola del culo para que no se le escapara.
¿Qué pasa Matías?, ¿algún problema con el caballo?
Pues sí, dijo sin parar de acariciar las carnes de las dos jovencitas, está triste y mustio, desde que se murió la yegua no tiene con quién desfogarse y le encuentro desganado, mira ahora quería arar esa pieza y me ha sido imposible.
¿Arar ese campo?, dijo Sam, igual lo pueden hacer las dos yeguas que traemos.
¿Tú crees?, dijo el granjero con desconfianza, no parecen muy fuertes.
Bueno con la adecuada persuasión harán lo que se les ordene, nosotros te ayudaremos ya verás.
Y diciendo esto las soltaron del coche, les pusieron un yugo de bueyes y las uncieron al arado con el cuello atado al mismo y las manos atadas a la espalda como las traían. ¿Arar un campo?, las chicas no se lo podían creer.
Entonces Markus y Sam cogieron las dos sogas que tenían entre las piernas y mientras tiraban de ellas metiéndoselas bien en el coño Matías les propinaba latigazos para que caminaran hincando el arado en tierra.
- Arre, vamos
SSSSHAAACK
SSSSHAAACK
MMMMMHHHH
MMMMMMHHH
Efectivamente la persuasión fue suficiente para que las dos hermanas se decidieran a tirar del arado con toda su fuerza. Al principio les costó un poco pero, tras recibir más y más latigazos las dos bufaron y se inclinaron con todo su cuerpo hacia delante. Las chicas hincaron los pies en el suelo y entre los ánimos de Matías y los otros granjeros consiguieron mover el arado lentamente. De este modo las dos “yeguas” aprendieron a hacer surcos rectos y profundos.
Eso sí, las esclavas hicieron todo el trabajo llorando con la entrepierna en carne viva y recibiendo los latigazos de forma inmisericorde.
Para arar todo el campo invirtieron cerca de dos horas en las que Valentina y su hermana pequeña acabaron con la espalda, el culo y los muslos llenos de latigazos, agotadas y llenas de polvo. Por ello, nada más terminar las echaron al pilón de agua entre risas.
Muchas gracias chicos, dijo Matías venga a reirse y contemplando satisfecho el campo arado.
Los vecinos estamos para ayudarnos.
Oye Matías, ¿te has mirado entre las piernas?, dijo Sam, en este momento la tienes como tu caballo.
Joder, natural, me he pasado todo el rato viendo el culo desnudo de esas dos mientras tiraban del arado, ¿cómo quieres que esté?
Bueno, hombre, eso también tiene remedio, ahora mismo las chicas te van a hacer una doble mamada y te van a dejar el sable como nuevo, ya verás.
Vosotros si que sois buenos vecinos, dijo el tío sacándose la polla. Venga zorras venid aquí y amorraos al pilón.
Probablemente chupársela a ese viejo decrépito no era precisamente el sueño de las hermanitas pero totalmente emputecidas tras tirar del arado como si fueran bueyes, las dos muchachas se pusieron de rodillas con sumisión y empezaron a hacerle una doble felación. Mientras tanto él les sobaba las tetas con las dos manos llenas.
Jodeeeeerrr qué bien la chupan estas dos guarras, qué gustazo me dan, además se parecen.
Son hermanas.
Ja, ja, hermanas nada menos y veo que no es la primera vez que comparten una polla…..Oye esto es algo así como un incesto ¿no?.
Pues no lo sé, pero muy normal no es.
Cuando yo era joven estas cosas del incesto se consideraban un gran pecado y se castigaban con mucha dureza. Creo que estas putas merecen un castigo, mirad cómo la chupan, parece que llevan haciéndolo toda su vida, seguro que no es la primera vez.
Respecto al castigo precisamente dentro de unos días vamos a crucificarlas, estáis invitados todos los granjeros del valle invitados.
Las dos chicas pararon en ese momento la felación y se quedaron expectantes por un momento. A las dos les latía muy fuerte el corazón.
- Ja, ja, crucificadas, no me gustaría estar en vuestra piel muchachas, no sabéis lo que os espera.
Valentina ya lloraba sólo de oír eso pero Gina estaba super cachonda.
- ¿Qué qué nos van a hacer?, se atrevió a decir levantando la cabeza.
Eso le valió recibir una hostia en la cara.
- Silencio esclava dijo Sam, sólo hablarás cuando te pregunten, sigue chupando y cállate.
Y Gina obedeció lamiéndole los huevos al viejo.
¿Qué, qué os van a hacer? Contestó Matías, pues….
Calla, Matías, es una sorpresa lo sabrán cuando cuelguen de las cruces. Ja, ja.
Las chicas siguieron con la mamada animosamente hasta que el tal Matías les echó una patética nubecilla de semen en la lengua mientras se corría como podía, como decimos, el tío ya tenía una edad.
- Así, así bonitas, así se hace, qué bien lo hacéis. Mira cariño, le dijo a Valentina, me voy a reservar estos días y con una viagra igual la tengo suficientemente tiesa para metértela por el agujerito del culo.
Esta puso gesto de asco, por lo visto se la iban a follar todos los vejestorios de la comarca.
Menudos dientes de conejilla tienes ¿Cómo te llamas tú?.
Precisamente se llama Conejita.
Ja, ja, pues con esas tetas se podría llamar vaquita, ¿y tu hermana?
Valentina respondió con lágrimas en los ojos.
- Se llama Gina.
Eso le valió un tortazo.
Se llama lechoncita o cerdita, no lo olvides, ahora sólo sois animales.
Ja, ja, oye, hablando de animales dijo Matías ¿no podrían hacer algo estas dos con mi caballo? Y diciendo esto hizo un gesto obsceno con el puño delante de la boca.
Siiii, excelente idea, así meriendan, que llevan todo el día sin probar bocado.
Venga putas, venid aquí que sabemos que os gusta la zoofilia.
De este modo las pobres hermanas tras chupársela al granjero se la tuvieron que felar a su caballo que estaba triste por falta de yegua.
Continuará