Valentina, la chacha desnuda (09)

Valentina vuelve a casa con el mandado de Tom y se prepara para recibir su tercer castigo por servirle el café demasiado caliente.

Habían pasado varias horas desde que Valentina había salido de casa para hacer el recado así que cuando llamó al telefonillo Tom le respondió muy seco.

  • Ya era hora, ¿se puede saber dónde has estado?

  • Perdón señor, me perdí.

  • No se puede ser más tonta, venga pasa.

Y la puerta se abrió.

Una vez en casa Valentina dejó en el suelo la bolsa con las cosas y maquinalmente se quitó la ropa delante de Tom y se puso en postura de sumisión.

El hombre la miró  y dio una vuelta alrededor de ella con la fusta en la mano.

De pronto reparó en el nuevo aditamento de la chica y le separó una de sus nalgas con los dedos.

  • Te queda muy bien el tapón del culo, ¿lo sientes?

  • Sí señor.

  • ¿Te gusta?

  • No lo sé, todo el rato tengo ganas de hacer de vientre.

  • Pues no se te ocurra soltarlo aunque te mueras por cagarte, para eso me tendrás que pedir permiso antes ¿está claro?

  • Sí, sí señor.

Dicho esto Tom se fue directo a por la bolsa y la abrió con curiosidad.

  • ¿Has traido todo lo que encargué?

  • Sí, mi amo.

  • Excelente, excelente, dijo acariciando uno de los látigos  ¿Y cómo lo has pagado?,…. déjame adivinar,…. follando con los dependientes, como hiciste ayer con el del super.

  • No he tenido que follar.

  • ¿Ah no?

  • No, se han conformado con que se la chupe.

  • ¿A cuántos? Hueles a lefa que echas para atrás.

  • No lo sé, he perdido la cuenta.

  • Serás puta. Ya lo sabía, he visto tu anuncio en el grupo. Seguro que lo has pasado en grande comiéndote todas esas pollas. Anda, ve a darte una ducha y ponte a trabajar, zorra holgazana, hoy vas muy retrasada.

  • Sí, sí señor.

  • Luego, cuando termines tus tareas te vienes al sótano que te voy a aplicar el castigo.

Valentina tragó saliva antes de preguntar.

  • ¿Cómo me va a castigar hoy el señor?

  • Aún no lo sé del todo, ya iremos improvisando pero creo que hoy nos vamos a centrar en estas  tetas de zorra que tienes, le dijo pellizcándole uno de sus tiernos pezones.

Valentina bajó la cabeza humillada y un poco cachonda.

  • ¿Me va a atar?, preguntó en un hilo de voz.

A Tom no le quedó claro si era una pregunta o una petición.

  • No sé, depende.

  • Es mejor que me ate, señor, si no, puede que no lo resista.

  • Muy bien, pues entonces estarás atada.

  • Como guste el señor.

  • Ah, hazte un enema y asegúrate que tienes limpio el culo, igual te la meto por detrás.

Mientras Tom iba al sótano, Valentina se dio una ducha, se hizo un par de enemas, se peinó y maquilló y después se puso a hacer las cosas de la casa.

A pesar de que se enjuagó la boca varias veces, la chica no se pudo quitar ese sabor a semen pero eso sí, aprovechando que su amo le dejó sola un buen rato aprovechó para volver a meterse el tapón anal y hacerse una paja mientras recordaba lo que le había pasado en la sex-shop.

La mujer estuvo trabajando todo el día  mientras el dueño de la casa estaba muy atareado en el sótano preparándolo todo para ella.

Entonces aprovechando que no andaba por allí y una vez se aseguró que no la podía oir, Valentina se fue  a su cuarto y sacando el móvil de la cisterna del wc tuvo su acostumbrada conversación por whatsapp. En ella invirtió casi media hora y su última frase fue:

  • “Te dejo, ahora me voy abajo, el jefe me ha dicho que me va a torturar las tetas. Estoy acojonada y cachonda sólo de pensarlo, adiós”

Cuando por fin terminó su trabajo fue al sótano dispuesta a recibir su castigo.

  • Señor, señor, gritó desde lo alto de las escaleras. Ya he terminado, ¿qué tengo que hacer?….

Pero nadie le contestó, así que bajó varios escalones más y volvió a llamar. Sin embargo de repente sonó un taladro eléctrico desde dentro de una habitación que le dio un susto. La joven encendió la luz del sótano, se acercó a la habitación de donde venía el ruido y entonces vio lo que había escrito  con tinta roja sobre  un simple folio.

“Cámara de tortura”.

A Valentina le dio un tremendo escalofrío que le hizo temblar todo el cuerpo y le empezó a latir el corazón muy fuerte. Por un momento sintió miedo y se cogió sus mamas con ambas manos como protegiéndolas. A la chica  le dieron tentaciones de subir rápidamente, vestirse y marcharse de allí, pero temerosa de las consecuencias no lo hizo y en su lugar abrió la puerta tímidamente.

  • ¿Has terminado?, ya era hora, dijo Tom enfundado en un buzo azul de trabajo y casi sin mirarla. Pasa de una vez y no te quedes ahí mirando como un pasmarote.

Al ver a Tom Valentina cerró la puerta y puso las manos en la nuca maquinalmente.

  • Quedate ahí quieta que estoy terminando. Y otra vez accionó el taladro. Su dueño estaba terminando de atornillar uno de los grilletes a una de las vigas del techo.

Valentina pudo entonces ver lo que Tom había estado preparando para ella.

Aprovechando unas vigas de madera que sostenían el techo de la habitación Tom había improvisado un patíbulo para atar a Valentina atornillando cuatro grilletes, dos arriba para las muñecas y dos abajo para los tobillos, así podría inmobilizarla completamente y castigarla a placer tanto por delante como por detrás.

Frente a esta estructura había una mesa donde Tom había colocado ordenadamente las mordazas, capuchones, látigos y demás cosas que había traido del sex-shop. Por último había un ordenador portátil conectado a una televisión, unos focos y dos webcam sobre sendos trípodes cada una en un extremo de la habitación.

Valentina miró todo aquello muy ansiosa y respirando profundamente. Allí abajo hacía bastante frío así que a la chica se le puso toda la piel de gallina, aunque igual también podía ser por el miedo. Desobedeciendo por unos momentos volvió a taparse las tetas con las manos y se puso a acariciárselas disimuladamente.

  • Bueno, esto ya está listo, vamos a probarlo. Venga, ven aquí y sube los brazos.

La joven actuaba como una autómata. Sabía que si se dejaba maniatar quedaría indefensa y ya no podría hacer nada. De pronto esa idea le provocó un extraño placer y sin pensar más  obedeció. Entonces Tom le cerró los grilletes en ambas muñecas. Valentina quedó así con los brazos en alto y bastante separados entre sí. Lo siguiente lógicamente fue atarle las piernas a los dos grilletes de abajo. La chica tuvo que abrir sus piernas hasta un extremo doloroso y quedó en esa postura incómoda,  con los brazos y las  piernas muy abiertas.

Entonces Tom procedió a amordazarla con una ballgag rojo intenso.

  • Señor ¿me va a amordazar con eso?.

  • Sí cariño, no quiero que tus gritos distorsionen el sonido así que sé buena chica y abre la boca.

-Pero, pero..mmmmh

Aunque temblaba un poco, ella no opuso resistencia de ningún tipo y Tom le metió la bola entre las mandíbulas con cierta violencia dejándole la boca llena. Pronto la chica quedó totalmente indefensa.

  • Bueno Valentina, dentro de un rato comenzará tu castigo que tendrá una duración indeterminada. Sólo puedo asegurarte que serán varias horas de sufrimiento y dolor como nunca has experimentado en tu vida. Esta habitación está completamente insonorizada de modo que por mucho que grites nadie puede oírte fuera de estas cuatro paredes ni nadie vendrá en tu ayuda. Te he amordazado porque a mí también me molestan tus gritos y lo que es más importante, para evitar que te muerdas la lengua y los labios durante el tormento.

Ella asintió dándole las gracias.

Y tras hacerle una amorosa caricia Tom dio varios pasos hacia atrás, miró a través de la pantalla de la cámara de video. Comprobó la iluminación, le dio al rec y luego accionó también la otra cámara.

Una vez hecho esto el hombre salió de la habitación y dejó a Valentina sola.

La chica se veía a sí misma en dos pequeños recuadros de la televisión que permitía ampliar la pantalla del ordenador, en uno se veía de frente y en el otro podía ver su espalda y trasero. De pronto en otra ventana apareció un chat cuyos miembros empezaron a presentarse y dialogar entre sí.

Los mensajes de saludo se fueron sucediendo y Valentina comprendió que los miembros del chat debían ser veinte o treinta y además que podían verle también a ella a través de las cámaras.

  • Ey Tom, ¿es esa tu pornochacha?. ¡Qué cuerpazo y qué tetas!

  • ¿Qué tendrá?  ¿90 de pecho?

  • Yo creo que más.

  • Lo importante es que las tenga sensibles, así es más divertido.

  • Ojalá.

  • ¿Y qué decís del culo? Tom, no puedo esperar a ver cómo le das una tanda de latigazos a esa tía buena en el trasero.

  • Igual te quedas con las ganas, hoy toca sesión de tetas, lo advirtió Tom ayer.

  • Joder, me encanta, ¡con esas peracas!, sí que las tiene muy sensibles, mira, mira qué tiesos se le ven los pezones, está toda  empitonada, igual sabe lo que le espera.

  • No creo, si lo supiera estaría ya llorando y llamando a su mamá.

Valentina estaba entre cachonda y aterrorizada de que tanta gente la estuviera viendo desnuda y maniatada en espera de que comenzase su castigo.

Además a la joven le avergonzaba no poder parar de echar babas ni por un momento pero es que por mucho que sorbiera, con esa bola de goma no había manera de controlar la saliva. Las babas le iban cayendo así en el pecho y se deslizaban por el ombligo lentamente  llegando hasta la entrepierna en viscosos hilos transparentes. En un momento dado le empezaron a colgar gotas de la entrepierna que caían al suelo parsimoniosamente, otras colgaban de los labia pero no terminaban nunca de descolgarse y caer.

La postura era ciertamente forzada y dolorosa de manera que al de veinte minutos de permanecer así, Valentina empezó a experimentar dolorosos calambres.

  • Eh, ¿sabéis si la esclava da leche?. Con esas tetas ya es lo que le faltaba.

  • Ojalá, me encantan las tías que segregan leche.

  • Tom no ha dicho  nada, pero imagino que no.

  • De todos modos se puede intentar, con ciertas hormonas y estimulando la zona…

Valentina veía anonadada todas las conversaciones. Al parecer esos pervertidos querían que manase leche de sus senos. Ella pensaba que eso sólo ocurría cuando te quedabas preñada, pero por lo visto había otras maneras.

Los miembros del chat siguieron comentando detalles de la chica y proponiendo castigos y torturas que se centraban especialmente en sus senos. Tom había pedido ideas y se las estaban dando como podía leer la propia joven.

Los del chat proponían todo tipo de perversos suplicios: latigazos en las tetas, perforación de los pezones con agujas, pellizcos con alicates, aplicación de prensas en los pechos y un largo etc. A veces utilizaban tecnicismos de BDSM que ella no entendía. Sin embargo la mayor parte se inclinaba por las descargas eléctricas en los dos senos a la vez.

El amo de la casa tardó cerca de media hora en volver y para sorpresa de la joven, apareció enfundado en una pulcra indumentaria negra de botas de cuero altas, pantalón y camisa de mangas largas abotonada hasta el cuello. Esto contrastaba vivamente con el cuerpo desnudo de Valentina reluciente y brillante de babas.

Sin dirigirle la palabra, Tom acarició con el dorso de la mano la suave piel de la chica siguiendo las curvas de su cuerpo y luego sin más cogió un látigo trenzado de una sola cola y tras hacerlo zumbar varias veces en el aire empezó a flagelarla sin piedad.

SHAAACKK

SHAAACKK

  • MMMMHH, MMMHHH

Tom empezó por la espalda dándole los latigazos de forma espaciada pero sin pausa y con bastante fuerza. El hombre empezó por la parte alta de la espalda y luego fue bajando paulatinamente  hacia el culo y las piernas.

Esa era la primera vez que Valentina probaba el látigo y desde el primer momento le pareció un castigo muy duro. Si bien encajó los dos primeros latigazos en silencio simplemente con espasmódicos movimientos de su cuerpo, al tercer latigazo empezó a gritar y quejarse. Los latigazos  siguieron y siguieron y los gritos pronto se convirtieron en alaridos desesperados. Para ella fue como descender  al infierno en cuestión de minutos, el cuero le golpeaba y arañaba la piel a cada pasada dejando un rastro de dolor y escozor cada vez más insoportable.

SHAAACKK

SHAAACKK

  • MMMMHH, MMMHHH

Los latigazos sonaban secos y punzantes al chocar contra la tersa piel de Valentina y ella respondía a cada golpe estremeciendo los músculos de su cuerpo y gritando como una loca,  cada vez más fuerte y cada vez más desesperada. La joven rezaba para que cada latigazo fuera el último pero aquello no paraba y se diría que Tom le daba cada vez más fuerte.

A juzgar por los comentarios del chat, los miembros del mismo estaban encantados con el castigo de la chacha y alguno confesaba haber eyaculado ya ante el espectáculo de esas dos carnosas mamas temblando espasmódicamente y agitándose sin control ante cada golpe del flagelo.

Valentina empezó contando mentalmente los latigazos pero hacia los sesenta o setenta golpes  perdió la cuenta y ya no contaba más sino que se limitaba a rogar y pedir piedad desesperada entre gritos y sollozos.

Entre tanto, Tom parecía estar muy fresco pues no se había apasionado en ningún momento y administraba la flagelación tranquilo y con habilidad. Hacía siglos que no usaba el látigo sobre el cuerpo desnudo de una mujer tan bonita y no recordaba haber experimentado tanto placer como aquella vez. De hecho tenía una erección más que evidente.

Especialmente le gustaba darle latigazos en los dos glúteos a la vez pues Valentina los contraía maravillosamente al recibir el impacto y gritaba un poco más fuerte que cuando le daba en la espalda.

  • La esclava tiene un trasero muy sensible, comentó para que le oyeran los del chat y éstos respondieron proponiendo que insistiera en el culo, aunque alguno un poco más impaciente quería que empezase de una vez con las tetas.

  • Las reservo para luego comentó Tom y con golpes rítmicos siguió midiéndole el culo maravillado de las rayas rojas que lo adornaban de nalga a nalga

Cuando Tom creyó que ya  no quedaba ni un centímetro de la espalda de la chica sin marcas del látigo, el hombre cambió la posición y se puso delante de ella a seguir con el castigo.

Antes de seguir quiso contemplarla unos momentos.

La chacha estaba ya en un baño de sudor a pesar del frío del sótano y respiraba agitadamente un tanto cansada de encajar latigazos. En cuanto le vio preparado para continuar  miró a su dueño con ojos de circunstancias pidiéndole piedad desesperadamente.

  • Mmmmmhhh

Eso fue lo único que pudo decir.

  • Pobrecita mía, contestó el burlonamente, pero si apenas hemos comenzado el suplicio.

  • MMMMMHH

Valentina pedía piedad desesperada, pero no hubo piedad ni misericordia de ninguna clase.

Tom hizo zumbar el látigo varias veces y cuando menos lo esperaba le metió un azote.

SSSSSHHAAAACK

  • MMMMMHHH

El primer latigazo le cruzó el ombligo y desfiguró su rostro en un fuerte grito. Este se convirtió en un berrido aún más intenso y lastimero cuando el segundo latigazo que venía de vuelta le impactó en las dos tetas a la vez dejando una herida rojiza de pezón a pezón.

  • MMMMMHHHH

La chica permaneció unos segundos temblando y estremeciéndose para asimilar el intenso dolor.

  • Bravo, qué puntería, escribió uno de los miembros del chat. Sin embargo Tom no se paró a celebrarlo sino que siguió con la flagelación lenta pero sistemáticamente azotando a la pobre muchacha en toda la parte frontal y en los costados.

SSSHAAACKK

  • MMMMHHHH

SSHAAACK

  • MMMHH

Valentina siguió encajando con el rostro cada vez más desesperado.  Por un momento intentó reprimir sus gritos pero cuando ya no pudo más volvió a aullar y berrear de dolor.

Nuevamente los senos de la joven fueron el objetivo favorito de esos dolorosos latigazos y pronto se cubrieron de líneas rojizas horizontales que contrastaban vivamente con el color blanquecino de las mamas.

En el chat,  los mirones animaban a Tom a seguir flagelándole los pechos con saña. Otros le animaban a ocuparse más de los muslos y de darle entre las piernas a ver si así gritaba más fuerte.

  • MMMMMHHH,, MMMMMMH

Valentina gritaba y lloraba sin parar mientras el flagelo hollaba una y otra vez sus sensibles mamas, pero el verdugo siguió y siguió insensible a sus ruegos y sólo paró cuando su víctima empezó a dar claros signos de desfallecimiento.

La chica pudo por fin descansar un rato.

Valentina colgaba ahora de sus brazos completamente agotada y en un baño de sudor y babas. La cabeza caída sobre el pecho y el pelo lo tenía despeinado, empapado y pegado en parte a la cara. A pesar de eso ella levantó los ojos y pudo leer cómo los del chat felicitaban a Tom o confesaban que se la habían cascado dos o tres veces durante la flagelación.

En realidad el descanso fue aprovechado para preparar ulteriores torturas, de modo que lo siguiente fue colocarle un alambre alrededor de la base de cada seno. El verdugo se tomó su tiempo y los puso bien prietos aprovechando sus redondeces. Una vez colocados apretó bien los alambres retorciendo las puntas  con los dedos para aprisionar más aún la piel y cortar la circulación en parte.

  • MMMMMHHH

Nuevamente la chica gritó de dolor y tras mirar a su verdugo con cara de angustia se sacudió en sus ataduras.

  • Eh, se le están poniendo las tetas azules, advirtió alguien en el chat.

Efectivamente las tetas de Valentina parecían ahora dos grandes globos azulados. Asimismo los pezones parecían hinchados y semejaban dos conos duros y brillantes que remataban unas anchas aureolas turgentes.

Tom toqueteó la piel azulada de los senos  con sus dedos comprobando que dejaban unas efímeras marcas blanquecinas al apretar ligeramente.

Entonces alguien en el chat pidió que empezara con unos alicates y Tom no se hizo de rogar.

Valentina le vio que se acercaba a ella abriendo y cerrando unos alicates normales de caja de herramientas.

La joven oyó el sonido seco de las puntas del alicate al chocar entre sí y empezó a rogar y decir que no. Tom sonrió cruelmente.

Cuando acercó las puntas a su pecho ella intentó recular, pero como estaba indefensa no pudo evitar el contacto.

  • Reza lo que sepas  quizá después de esto te quedes sin pezones, le dijo escuetamente y agarrando el derecho con los alicates empezó a pellizcarlo y retorcerlo con toda la fuerza que pudo.

  • MMMMMHHHH.

La pobre muchacha empezó a temblar  y se retorció literalmente de dolor intentando soltarse de sus ataduras. Berreó  y aulló llorando como una loca, realemente pensaba que se lo arrancaba de cuajo. Mientras tanto Tom le retorcía el pezón y se lo estiraba en todas las direcciones más de un centímetro sin ninguna piedad. Desde luego, el pezoncito de la joven parecía ahora un pellejo estirado y retorcido y debía ser enormemente sensible a juzgar por los gestos de Valentina cuyo rostro estaba materialmente desfigurado por el dolor.

  • Para, para, que se lo vas a arrancar, bestia, le dijo uno de los del chat.

Eso hizo que Tom soltara su presa pero sólo para tomarla con el pezón izquierdo de la chica y continuar así el bárbaro suplicio.

  • MMMMMHHHH

Valentina no paraba de llorar a lágrima viva ni de rogar durante el brutal tormento. Sin embargo Tom siguió y siguió con los alicates sin ninguna piedad pasando de un pecho al otro para desesperación de ella

  • MMMMHHHH

  • Ja, ja, duele, ¿verdad?, pues mira ahora lo que te hago, y el muy bestia retorció el pezón una vuelta completa y lo mantuvo apretado sin soltar su presa durante unos interminables segundos.

  • MMMMHHH, MMMMHHHH

La pobre Valentina temblaba sin control con la cabeza dirigida hacia lo alto y aullando, así permaneció hasta que el hombre abrió los alicates.

Un avez aflojó, ella se miró el pecho con lágrimas en los ojos. Notaba perfectamente el pulso en sus sensibles pezones y cada palpitación le dolía como el infierno.

Entonces volvió a mirar a Tom pidiendo piedad, pero éste, totalmente insensible al sufrimiento que causaba, se puso de rodillas y la tomó con su entrepierna venga a coger pellizcos en la cara interna de los muslos, en los labia y por último se puso a pellizcarle y retorcerle el clítoris mientras la joven no paraba de soltar aullidos otra vez.

Cuando por fin se cansó de torturarla con los alicates, Tom los dejó en la mesa con toda tranquilidad y cogió en su lugar una aguja larga de unos diez centímetros.

Sin mostrar ninguna emoción la enseñó a cámara y con ella se puso a pincharle los pechos aprovechando que estaban tiesos y exageradamente turgentes. El verdugo clavaba y desclavaba la aguja una y otra vez sin preocuparse de los gritos y lloros de su víctima. En principio clavó lejos de la punta de los senos pero poco a poco se fue acercando a los pezones que ya estaban muy castigados y entonces la chica aullaba cada vez más fuerte.

Al tener los senos apretados por el alambre pronto empezaron a salir reguerillos de sangre que se secaban tras recorrer unos centímetros. La chica se miraba los pechos totalmente aterrorizada y volvía a gemir desesperada preguntándose cuándo acabaría eso.

Lo de la aguja duró sus buenos diez minutos y entonces Tom cambió de tercio.

Esta vez cogió un cable de teléfono doblado y empezó a fustigar los senos con él rápida y repetidamente.

Las marcas que le dejó con el cable metálico eran curvas y al parecer muy dolorosas a juzgar por los gritos que pegaba la muchacha al recibir esos insistentes latigazos….y el castigo continuó lento y desesperante durante veinte minutos más.

Con eso acabó la primera parte de la tortura, sin embargo eso no supuso mucho descanso para Valentina pues su verdugo arrastró bajo sus piernas un caballete al que había clavado una pequeña viga en cuña que hizo las veces de “pony español”. De este modo Valentina quedó cabalgando con la entrepierna dolorosamente encajada sobre la cuña de madera y con todo su peso presionando su sensible sexo.

La chica podía hacer fuerza con los brazos pero eso sólo aliviaba la presión ligera y momentaneamente.  Luego se cansaba y entonces la dolorosa presión sobre su sexo le generaba un dolor insoportable con lo que hacía esfuerzos desesperados con los brazos.

Además de esto, Tom le colocó sendas trampas de ratones en la punta de los senos y colgó de las mismas unos pesos de plomo.

Eso hizo que la pobre muchacha volviera a retorcerse de dolor. La chica miraba sus pechos dolorosamente atrapados y deformados por los hierros de las trampas. De su boca no dejaban de caer babas a raudales sobre su torso mientras el rimel de sus ojos caía por su rostro en regueros negros mezclados con sus propias lágrimas.

La joven rogaba y suplicaba que parara el tormento  o que al menos le dejaran descansar un rato pero Tom no estaba por la labor.

De ese modo, casi sin pausa encendió una vela y se puso a pasear la llama a escasos centímetros de su piel.

Valentina se agitaba entonces desesperada intentando evitar el calor de la llama pero así sólo conseguía herirse más la entrepierna contra la cuña y los pezones pues los pesos que colgaban de los senos no paraban de agitarse ni temblar.

En pricipio lo de la vela encantó también a los mirones del chat, pero tras un rato se aburrieron y pronto empezaron a pedir que a Valentina le aplicaran electrodos.

  • Vamos, fríele las tetas a esa zorra de una vez, decían.

En realidad, antes de los electrodos Tom se entretuvo con una picana eléctrica con la que tocó a la chica aquí y allá haciéndola temblar y gritar a cada descarga.  Al de un rato le puso otro juego de bolitas de plomo colgando de los pezones y volvió a darle de latigazos en la espalda esta vez con un gato de colas.

Los dos juegos de bolitas bailaban enloquecidos a cada golpe y estiraban sus pezones convirtiéndolos en pellejos informes de carne. La chica gritaba aún más desesperada pensando que esos pesos se los iban a reventar

Cuando le puso tres bolitas de plomo en cada ratonera ella gritó desesperada que no siguiera haciendo eso, mientras tanto los del chat empezaron a apostar cual de las dos trampas caería antes al suelo. Tom reanudó los latigazos y tras hacer bailar un rato más los pesitos de plomo, al final ganaron los que habían apostado por la teta derecha. Cuando la ratonera se deslizó por el pezón y cayó sonoramente al suelo el dolor fue tan intenso que Valentina puso los ojos en blanco y perdió el sentido.

  • Eh, dijo, uno de los mirones, ha sido la derecha, yo gano…..

Cuando la chacha se desmayó, ya iba para dos horas la sesión de tortura, pero Tom no se resignaba a darla por terminada, así que despertó a la chica con un frasco de sales y le abrió la otra trampa para ratones entre agudos gritos de dolor y raudales de lágrimas y babas.

De todos modos Tom la dejó descansar un rato y la dejó  cabalgando sobre el pony durante otra media hora para que se recuperara un poco y pudiera afrontar nuevas torturas.

En ese intervalo estuvo chateando con su público y Valentina vio aterrorizada cómo Tom les prometía a los del chat que les iba a invitar en breve a su mansión para disfrutar entre todos de un fin de semana con la chacha Valentina.

En la conversación otro de los participantes, en concreto Markus, aquel granjero a quien Tom mandó el selfie, sugirió usar su propia cámara de tortura que tenía en el sótano de su granja y que estaba mejor dotada que la de Tom. Para demostrarlo mandó unas fotos en las que se veía lo que parecía un potro de tortura, una cama de Judas, una enorme rueda, cruces en aspa y varias jaulas. Seguidamente mandó otras fotos del exterior de su granja en las que había una cruz de madera e invitó a llevar a Valentina hasta allí para crucificarla al aire libre la próxima vez que hubiera que castigarla. Tom prometió que quizá más adelante aceptaría la invitación para crucificarla y torturarla durante varios días en la soledad y discreción del campo, todos los miembros del grupo que lo desearan estaban invitados aunque no por el momento. Asimismo, otros dos miembros preguntaron si sería posible alquilar los servicios de la chacha, pero Tom también se negó.

Tras media hora de cháchara llegó el momento de reanudar el castigo y el verdugo colocó unas pequeñas trampas cilíndricas con hilo de cobre enrollado en los pezones de la chica. Tras mojar los senos con un aspersor le colocó los cables eléctricos mientras ella pedía y rogaba llorando que no le hiciera pasar por eso.

Tom volvió a acariciarla limpiando las gotas de rimel mojado de sus carrillos con los dedos. Entonces sin decirle nada cogió un pequeño transformador y le administró varias descargas a intensidad creciente para que Valentina experimentara un poco de dolor.

La joven tembló espasmódicamente al recibir cada descarga mientras su rostro se deformaba en un tremendo gesto de sufrimiento.

La tortura de las descargas eléctricas duró un par de horas más. Para ello Tom propuso a sus invitados un curioso  concurso de Trivial. El tío sacó un juego y lo puso sobre la mesa enfocando una cámara. El mismo tiraba los dados por cada jugador, entonces Tom hacía preguntas a los del chat y si éstos acertaban le daba un calambrazo en las tetas a Valentina de unos cinco segundos.  Por cada cuña que consiguieran subía un poco la intensidad y duración de las descargas haciendo que el tormento fuera cada vez más duro y desesperante para ella. Podemos imaginarnos que había mucha motivación para contestar bien a las preguntas así que el juego fue realmente competitivo. Los aciertos eran animados por los gritos y lloros de la bella muchacha cada vez que le freían las tetas con la electricidad. La cosa duró hasta que la chica no pudo aguantar más suplicios y desfalleció con la cabeza caída hacia delante.

Eso dio por finalizada esa larga y cruel sesión de tortura. Tom apagó las cámaras, se despidió de sus amigos prometiéndoles que en breve repetirían otra sesión como aquélla y quitó el caballete de la entrepierna de Valentina. También le liberó por fin sus castigadas mamas y la dejó colgando de sus ataduras pues la joven estaba completamente desfallecida.

Satisfecho, Tom se fue a dormir pues consideraba que se había ganado un merecido descanso, apagó el ordenador, las cámaras y las luces y se marchó cerrando la puerta tras de sí…..

En aquella oscuridad y silencio Valentina perdió la noción del tiempo. A pesar de los tormentos y humillaciones recibidas, la joven estaba extrañamente orgullosa de haber superado su primera sesión de bondage seria.

A la bella joven le dolía cada rincón de su cuerpo y al mismo tiempo no se podía quitar de la cabeza que quizá algún día la iban a crucificar en una recóndita granja perdida en el campo. Sólo ese pensamiento le hizo mojarse más y más. La chacha pasó cerca de seis horas colgada de sus ataduras y se medió durmió  por lo que ni siquiera oyó cuando su amo volvió a la cámara de tortura improvisada.

La verdad es que viéndola así dormida y colgando de sus ataduras podía haberla despertado de una forma más amorosa pero Tom optó por echarle un balde de agua fría por el cuerpo.

SSSSPLLAAASSSSS

Valentina despertó de golpe, temblando y completamente desorientada.

Esta vez Tom venía vestido de forma mucho más informal con la camiseta y los pantalones cortos con los que había dormido la siesta, sin embargo la chica pensó que venía para seguir torturándola y empezó a negar desesperada.

Tom no la tranquilizó de ninguna manera pero en lugar de seguir con el castigo se limitó a acariciar su cuerpo y comprobar las marcas de los latigazos como si fuera un médico. Lo que tenía en peor estado eran lógicamente sus pezones que estaban irritados, rojos e incluso un poco crecidos por los castigos tan insistentes que habían sufrido.

Tom venía con una botellita de agua fría y con ella alivió a la chacha en sus pezones cosa que ella agradeció.

  • Así, así bonita mía, te alivia ¿verdad?

Y ella decía que sí con la cabeza.

Entonces y tras acariciarla un poco más Tom le quitó por fin la mordaza.

Valentina movió la mandíbula pues la tenía resentida de la mordaza. Pero cuando pudo hablar dijo algo que Tom no se esperaba en absoluto.

  • ¿Ha disfrutado el señor de mi tortura?

Tom se quedó un momento sin saber que responder mientras le acariciaba el pelo mojado.

  • Espero que sus amigos hayan quedado satisfechos, dijo ella jadeando, la próxima vez lo haré mejor, lo prometo.

  • He disfrutado mucho esclava, pero ahora quiero follar un poco contigo, ¿quieres?

Ella contestó que sí con la cabeza y Tom empezó a soltarla de sus ataduras.

En realidad cuando la soltó completamente Valentina se derrumbó de cansancio y se quedó arrodillada en el suelo con los brazos cruzados sobre su pecho.

  • Vamos esclava, ya dormirás luego, ahora quiero follar, ponte ahí, le dijo señalando una barra horizontal

  • Sí, sí señor, dijo ella y obedeciendo se colocó  ante la barra. Tom le obligó a inclinarse sobre ella y entonces le volvió a esposar las muñecas por detrás de los tobillos de modo que Valentina quedó completamente inclinada y expuesta.

Hecho esto se bajó los pantalones y le colocó su miembro delante de la cara.

Tom ni siquiera se lo tuvo que pedir, pues obediente y sumisamente Valentina comenzó una larga felación.

El hombre se abandonó a la húmeda lengua de su chacha y se dejó hacer con los ojos cerrados. Valentina era decididamente una masoca sumisa pues después de la dura sesión de tortura a la que había sido sometida aún deseaba el disfrute de su amo. De hecho la tía le hizo la mamada mucho mejor que el primer día pues no se apresuró en absoluto. Al contrario, se metía el miembro de Tom bien adentro de la garganta alargando significativamente el placer de su dueño.

  • ¿Le gusta así señor o quiere más rápido?

  • Así, así está bien, no me quiero correr todavía.

Tom estuvo a punto de correrse en su boca, pero a pesar de ese insistente chupar y chupar había decidido sodomizarla por lo que antes de correrse la sacó de la boca y se puso a enredarle en el tapón anal que ella había mantenido todo el rato atrapado entre sus nalgas.

  • AAAAAaaaassí, sí, métamela por detrás por favor.

Valentina sintió un enorme placer y morbo cuando su amo le sacó el tapón del culo.

  • Menuda boca que tienes, ¿quién te ha enseñado a decir esas guarradas?, ahora te voy a tener que amordazar y de la misma le metió el tapón anal en la boca.

A esas alturas a la joven ni siquiera le daba asco su propio trasero así que lo mantuvo en la boca todo el rato.

Entonces Tom le separó los cachetes del culo dolorosamente marcados por los latigazos y sin preocuparse de si le hacía daño o no empezó a encularla.

  • Mmmmhh, mmmhhh, MMMMHHH

La joven emitió varios gemidos de dolor que al final se convirtieron en un largo berrido cuando Tom le dio por el culo hasta dentro.

Así le rompieron el culo a Valentina,  atada, humillada con el cuerpo marcado de latigazos y saboreando su propia mierda. Una vez enculada Tom se tomó su tiempo y la sodomizó lenta y parsimoniosamente disfrutando de lo tieso que lo tenía la muchacha mientras ella no paraba de gritar de dolor.

Y así estuvo casi media hora enculándola sin prisa pero sin pausa hasta que le eyaculó dentro.

Tras el “painal” Tom soltó a Valentina de sus ataduras y ésta quedó finalmente libre, pero inmediatamente puso la postura de sumisión.

  • Vamos esclava, antes de que vayas a dormir te dejo que te alivies un poco los pezones, venga te doy permiso para que te saques el tapón de la boca.

  • Gracias señor y entonces ella empezó a lamerse sus propios pechos sin que nadie se lo dijera. Para, ello se los llevaba a la boca y los chupaba suavemente pues le dolían de verdad.

Entre tanto Tom había cogido el disfraz de perrita y un collar de perro.

  • Bueno querida, como te dije ayer hoy vas a dormir con mis chuchos así que te voy a poner esto para que estés en tu papel.

Continuará