Valentina, la chacha desnuda (06)

Valentina se encuentra desnuda y en postura de penitencia frente al gran espejo del recibidor esperando a que Tom empiece el castigo.

Tom le dio unos golpecitos de preparación en las nalgas y llevando la vara hacia atrás le impactó sin avisar un sonoro trallazo en medio del culo.

CHAAACK

Valentina apenas pudo mantener la postura pero no gritó. Era la primera vez que probaba la vara y pudo comprobar que eso era muchísimo peor que las nalgadas.

  • ¡Cuéntalo!

  • UNO, dijo ella temblando de rabia y dolor.

Tom sonrió con sadismo, le encantó cómo se estremecían las nalgas de Valentina como respuesta al dolor y el eco que la vara había hecho contra el turgente culo de su  sexy empleada del hogar. Quiso repetirlo pero aún más fuerte.

CHAAAACK

  • DOOOSSS

Valentina aguantó a duras penas sus ganas de gritar a pleno pulmón y  apretando los labios y el culo siguió soportando el castigo temblando como una hoja.

Ya tenía dos marcas rojas en las nalgas que en unos segundos se hicieron perfectamente evidentes. Tom sonrió con sádica satisfacción pues sabía que su criada se rendiría tarde o temprano y gritaría, era imposible que aguantara cincuenta varazos tan fuertes sin rendirse.

CHAAACK

  • TRESSSSSS

CHAAACK

  • CUATROOOOO

La joven le dirigió una mirada de angustia a su torturador desde el espejo pero siguió aguantando y apretando los labios desesperada.

CHAAACK

  • CINCO

  • Ja, ja, toma otra, puta.

CHAAACK

  • UUUUAAAAAIIII

SEIS,….. SEIS.

Por un momento Valentina pensó que había metido la pata al gritar de dolor, por eso insistió en decir el número seis, pero Tom no se dio por enterado del error.

CHAAACK

  • SIETE

CHAAACK

  • OCHO

La joven ya lloraba a lágrima viva, las rojas señales de los varazos surcaban sus preciosas nalgas  y pronto le saldrían los primeros verdugones.

CHAAACK

  • NUEVE, NUEVE BUAAA:

CHAAACK

  • DIEZ

CHAAACK

  • ONCE

De pronto, Tom paró sin que Valentina entendiera por qué, entonces ella le miró extrañada y vio que sonreía como un diablo.

  • Me has desobedecido perra, le dijo. Ahora tenemos que empezar otra vez.

Al comprenderlo Valentina miró consternada al hombre. Tenía razón, tenía que habérselo agradecido y pedir diez azotes más como le había ordenado al principio.

  • Ja, ja, serás estúpida, volvemos a empezar, empieza a contar.

CHAAACK

  • UNO, contestó ella gritando completamente desesperada.

CHAAACK

  • DOS

CHAAACK

  • TRES, POR FAVOR MAS NO, NO PUEDO MASSSS

Esta vez Valentina sólo aguantó tres varazos antes de rendirse. La pobre muchacha se arrodilló ante su dueño y le suplicó llorando que dejara de azotarla.

  • No, no puedo soportarlo, por favor, no más, no más.

  • Me da igual que no puedas, es tu castigo y tienes que cumplirlo, ponte de pie y cuenta los cincuenta varazos, ahora hay que empezar otra vez.

  • Por lo menos, por lo menos  dijo sollozando, no me obligue a contarlos, así no acabará nunca conmigo, por favor.

  • Y ¿por qué? ¿es que a caso no sabes contar?

De pronto Valentina vio la salida.

  • Sí, sí, es eso,…. no sé, no sé contar sólo soy una estúpida chacha ignorante,…. por favor no me obligue a contarlos, no podré.

Tom sonrió satisfecho.

  • Sí, sí que eres estúpida, me di cuenta la primera vez que te vi con esos dientecitos de coneja…. está bien ya contaré yo en tu lugar pero tú tendrás que permanecer quieta y en silencio mientras recibes los golpes.

  • Sí, sí señor, lo haré, me quedaré callada, se lo agradezco, señor, dijo ella con el culo ya rojo y escociendo.

  • Venga, ponte de pie bien delante del espejo.

Ella lo hizo y volvió a estirar su cuerpo abriendo las piernas y manteniendo las manos en la nuca, tenía que aguantar el castigo a toda costa y la joven se lo juró a sí misma mirándose a los ojos y ocultando con los labios sus incisivos de conejilla.

Otra vez Tom calculó la distancia con la vara y a la tercera le dio un señor golpe.

CHAAACK

El hombre vio cómo ella contraía los dos glúteos de puro dolor y cómo temblaba hasta la última fibra de su cuerpo. La vara golpeaba ya en carne viva y cada varazo dolía como el infierno pero ella siguió sin gritar.

  • Uno, dijo Tom tranquilamente y le propinó otro varazo en el mismo sitio.

CHAAACK

  • Dos

A Valentina le temblaba toda la cara y ponía un indescriptible gesto de angustia mientras las lágrimas se escapaban de sus bellos ojos.

CHAAACK

  • Tres

CHAAACK

  • Cuatro

La chica gemía y lloraba ya sin control haciendo un esfuerzo sobrehumano por no lanzar alaridos.

Su dueño siguió y siguió dándole un varazo tras otro con la misma cadencia repetitiva y monótona y acertando en los mismos sitios con diabólica puntería. El trasero y la parte trasera de los muslos de Valentina eran ya puro fuego y ella hacía supremos esfuerzos por aguantar sin ponerse a berrear como una loca.

Esta vez la pobre chacha sólo llegó hasta los veinte varazos y se volvió a derrumbar. La joven se arrodilló y protegiendo su cuerpo desnudo con los brazos, se desahogó llorando y pidiendo piedad desesperada a su señor que sonreía sádicamente pues eso significaba que había que empezar otra vez el cruel castigo.

  • Se lo suplico, dijo ella llorando, no puedo, ….no puedo más.

  • Tú misma te lo haces por ser tan cobarde y tan blandengue, ahora habrá que empezar de nuevo. ¿Es que no te das cuenta?

  • ¿Pero qué quiere que haga si no lo puedo soportar?

  • Eso tú verás zorra.

  • ¿Por qué,… por que no me ata?, se atrevió a decir ella en un susurro.

  • ¿Qué, qué has dicho?

Valentina se arrepintió casi al mismo tiempo que lo decía pero comprendió que no ten.

  • Digo…. que podría atarme de pies y manos y…y ….ponerme una mordaza en la boca, ….así no podré hacer nada y no incumpliré las reglas….

A Tom le brillaron los ojos sólo de pensarlo.

  • ¿Puedes repetirlo a la cámara esclava?

Valentina sintió de repente un extraño e insospechado placer.

  • Quiero, quiero que me ate y me amordace dijo mirando fijamente a la cámara.

  • ¿Para qué esclava?

  • Para castigarme.

  • Así no me gusta, pídelo mejor.

Valentina tragó saliva.

  • Esta, esta esclava ruega humildemente a su amo recibir su justo castigo atada y amordazada…., por favor señor.

  • ¿Acaso eres masoquista, zorra?

La joven comprendió que tenía que decir que sí.

  • Sí mi amo, me gusta el dolor, azótame por favor.

  • De acuerdo, pero con una condición.

  • ¿Cuál?

  • Que a partir de ahora dejarás que te ate o te ponga grilletes y mordaza siempre que yo quiera.

  • De acuerdo…haga conmigo lo que quiera, esta esclava está a su servicio.

Sin darse cuenta era como si Valentina estuviera firmando un contrato de esclavitud.

Espera un momento aquí, dijo el tipo muy excitado.

Tom bajó hasta el garaje  y en un par de minutos estaba de vuelta con unas sogas, un collar de perro y una correa.

La llorosa Valentina le esperaba aliviándose el trasero y mirándoselo en el espejo horrorizada de las tremendas marcas que exhibía ahora en los mofletes del culo.

Al verle venir la joven  reaccionó y puso postura de sumisión sorprendiéndose de las cosas que traía para ella.

  • Vamos zorra, junta las manos por delante dijo él estirando una soga gruesa y áspera con las dos manos.

Ella lo hizo y él se las ató fuerte y rápidamente entre sí. A Valentina le sorprendió lo rápido que Tom le ató las muñecas,  evidentemente  desconocía que el hombre estaba acostumbrado a hacerlo con las putas que contrataba de vez en cuando.

Hecho esto le puso el collar de perro al cuello y atando la correa al mismo se la llevó al jardín a toda prisa.

Los perros estaban en ese momento tumbados aquí y allá pero al oír el silbido de su amo acudieron rápidamente ladrando y gruñendo a la chacha desnuda que caminaba a trompicones arrastrada por su dueño con cierta prisa.

Ella intentó evitar los amagos de ataques de los perros defendiéndose con las piernas o corriendo tras su amo desesperada.

  • Ja, Ja, vamos bonitos, venid aquí vamos, veréis qué divertido.

Tom arrastró  sin piedad a su sirvienta hasta una de las porterías de futbito que estaba medio despintada, oxidada y sin red, y en cuanto la tuvo bajo ella le obligó a subir las manos y las ató sólidamente al travesaño horizontal por encima de su cabeza.

Sin saber por qué la joven se empezó a excitar de que hubiera decidido atarla al exterior con los brazos en alto y sintiéndose aún más desnuda e indefensa, miró inquieta hacia todos lados por si alguien podía verla.

Una vez colgada del dintel de la portería el hombre procedió a atarle las piernas a los dos postes verticales separándolas al extremo. En pocos minutos Valentina quedó completamente atada e inmovilizada a los tres palos de la portería  formando una “y griega” invertida con su cuerpo.

Por su parte Tom estaba encantado de verla así maniatada e indefensa, y  mientras ultimaba los preparativos de la tortura se preguntó si en realidad su chacha no sería realmente una masoquista vocacional que se le estaba entregando como esclava cuando podría irse tranquilamente de allí y olvidarse de todo….

  • No, se dijo, es que simplemente es imbécil y débil mental. Bueno, que más da….lo que sí estaba claro es que él era un auténtico sádico  e iba a disfrutar enormemente flagelando a esa jamona.

Antes de comenzar decidió amordazar a la joven. Le hubiera gustado ponerle en la boca una ballgag de esas rojas que tanto le gustaba ver en sus videos pero lamentablemente  no tenía ninguna. Sin embargo colgadas en la perrera había varias mordazas para perros de esas que se meten entre los dientes.

Estaba ya para colocársela en la boca cuando de repente se le ocurrió otra maldad.

El hombre fue hasta la casa y allí en la cocina encontró el tanga con el que Valentina había acudido  esa mañana.

Tom se lo enseñó para que ella lo viera y aprovechando que estaba indefensa le acarició el sexo a placer. Como de costumbre la tía estaba toda mojada y dispuesta.

Valentina se dejó hacer y en pocos minutos ya estaba suspirando por la insistente masturbación.

En realidad no quería que se corriera, sólo que se mojara aún más, entonces cuando creyó que estaba suficientemente húmeda el tipo le metió el tanga dentro del coño y luego lo sacó empapado de sus fluidos vaginales.

  • Abre la boca, ya verás que rico está esto. Valentina abrió la boca y dejó que se lo metiera hecho una bola para ponerle seguidamente el bozal entre los dientes y atarlo fuertemente a su nuca.

La verdad es que el bozal de perro no era de su medida por lo que a juicio de Tom no le quedaba muy elegante. El hombre apuntó mentalmente que tenía que ir cuanto antes a una sex-shop especializada en bondage que conocía Allí compraría varios tipos de mordazas y bozales con máscaras o sin ellas para amordazar convenientemente a la bella Valentina.

  • Por el momento esto servirá, le dijo tras atarle y poniéndose detrás de ella empezó a acariciarla y masturbarla aprovechando que ella estaba totalmente inmovilizada. Valentina sentía perfectamente la polla dura de su dueño en su trasero herido y empezó a gemir de dolor.

  • Bueno, preciosa, ¿estás dispuesta?. Ya nada ni nadie te puede librar de lo que te voy a hacer.

Valentina se limitó a pedir piedad pero de su boca sólo se escaparon babas y sonidos ininteligibles.

  • Ya me parecía que no ibas a decir que no, vamos allá.

Entonces Tom se separó de ella y tras hacer zumbar la vara contra el aire, empezó  a darle varazos en el culo sin más ceremonia con toda su mala ostia y con una cadencia lenta pero repetitiva.

  • Toma puta, toma, decía apretando los dientes y dándole con toda su fuerza.

Al principio la víctima aguantó callada pero al de tres o cuatro golpes empezó a gritar y llorar otra vez desconsolada mientras él contaba los varazos en alto. Ahora Valentina ya no podía escapar de ninguna manera atada y amordazada como estaba por lo que sufrió su infierno de dolor como pudo. Al menos no hubo que empezar otra vez pues los golpes se sucedieron uno tras otro, inmisericordes y crueles sobre la tersa piel de la joven. Dichos golpes sólo eran  respondidos por gritos y lamentos desesperados en una dolorosa e interminable letanía. Sin embargo hacia el varazo número 35 la pobre sirvienta no pudo más y perdió el sentido. Tom aún le dio una par de golpes pero ella había enmudecido y dejó caer su cabeza sobre su pecho con los ojos cerrados.

Tom se quedó todo frustrado con lo bien que se lo estaba pasando. Ninguna prostituta se había dejado hacer ni la décima parte de lo que estaba encajando Valentina por mucho que les pagase y siempre se había quedado con las ganas. Ahora sin embargo, el hombre sentía que tenía barra libre y cada vez quería darle más y más.  Por eso no se resignó, así que cogió la manguera y accionando la llave del agua enchufó con ella el cuerpo indefenso de la criada.

El impacto del agua helada despertó a Valentina y le hizo volver a la cruel realidad en cuestión de segundos.

La joven se quedó empapada mirando angustiosamente a su verdugo que tenía en ese momento una erección más que evidente.

  • No sueñes que vas a escapar del castigo simulando que pierdes el sentido, ya te he dicho que no te iba a perdonar ni un solo varazo, y además ahora voy a añadir otros veinte  de propina, y diciendo esto se volvió a poner detrás y le dio otro varazo en las castigadas nalgas para desesperación de la muchacha.

  • ¡36!

  • MMMMMHHHH

La joven volvió a retorcerse de dolor intentando soltarse desesperadamente pero el castigo siguió.

Esta vez Tom pudo terminar su doloroso recuento con su criada completamente consciente, pero cuando llegó a setenta y ella creía que ya había terminado, le recordó que ahora le tenía que dar otros treinta varazos por delante entre las piernas.

Eso hizo que la pobre muchacha volviera a llorar y rogar sin ningún resultado.

Valentina tenía sus bonitos muslos muy castigados bajo las nalgas pero la parte interna de los mismos aún no había sido visitada por la vara y lucían nacarados. Tom los adivinaba muy suaves y sensibles.

  • Qué pena da estropearte esto, le dijo acariciando con el dorso de la mano las suaves piernas a la chica. De todos modos el castigo  es el castigo.  Tanto le acarició entre las piernas que Valentina se volvió a excitar a ojos vista pues tenía los labia y el clítoris completamente hinchados y la pocha le brillaba ostensiblemente.

  • MMMMMHHH

La joven gimió con los ojos entrecerrados mientras los dedos de Tom se deslizaban fácilmente por su mojada entrepierna.

  • Dios qué caliente estás zorra. Ya verás, llegará el día que no puedas pasarte sin tu ración de latigazos, y ahora basta de mariconadas, prepárate a sufrir, y diciendo esto se alejó un paso y le metió una ostia con la vara en medio de su muslo izquierdo por la parte de dentro.

CHAAACK

-  MMMMMMMMMMMMHHH

La joven pegó un tremendo y largo alarido y sacudió su cabeza hacia atrás, comenzando otro monótono ciclo de golpes y gritos aún más lastimeros.

Tom le castigó entre las piernas sistemáticamente dando el mismo número de golpes en ambas extremidades y dejando las mismas marcas a intervalos similares como si estuviera haciendo un dibujo regular de marcas rojizas.

Esta vez la joven no tuvo la suerte de desmayarse y Valentina recibió los treinta golpes consciente y despierta para su pesar.

De todos modos, al final  del recuento estaba seriamente agotada de modo que en cuanto terminó, Tom le volvió a dar un largo manguerazo para espabilarla. Eso al menos alivió algo el escozor de las heridas.

El hombre también estaba cansado y sudando del esfuerzo de flagelar a la joven a pleno sol así que se desnudó y se tiró a la piscina para hacer varios largos.

Cuando salió del agua se dirigió otra vez donde su esclava sin siquiera secarse y ésta le vio acercarse.

La verdad es que Tom no estaba nada mal. No era un cachas precisamente pero se cuidaba y apenas tenía tripa aunque sí entradas y alguna que otra cana y arruga en la cara. A Valentina le gustó su torso ahora que lo veía bien y sobre todo ese pene enhiesto y largo que parecía la verga de un chico de veinte. A pesar de sus tormentos, la joven deseó en ese momento que la penetrara y le hiciera ver las estrellas.

Ni siquiera tuvo que pedirlo pues Tom se colocó entre sus piernas y la penetró hasta el fondo de una sola embestida.

  • MMMMMMHHHH

Valentina volvió a gemir y retorcerse pero esta vez de placer. Tom había tenido la precaución de atarla a una cierta altura de manera que se la podía follar cómodamente y sin mucho esfuerzo. Consiguientemente el tío la penetró adentro y afuera con fuerza y ritmo metiéndole su pene hasta el fondo y sacándolo hasta la punta una y otra vez, …..una y otra vez.

A pesar de las crueles torturas recibidas, la joven Valentina estaba en  pocos minutos experimentando un dulce éxtasis..

  • MMMHHhhhh, mmmmhhh

La chacha desnuda se estremecía poniendo los ojos en blanco para disfrute de su dueño que no paraba de bombear.

  • Asi, así preciosa que caliente..y ……mojada estás,…..vamos correte otra vez, vamos,…. bonita…..agghhhhh

Esta vez fue Tom el  que llegó antes, el tío ni siquiera se la sacó y se corrió de gusto dentro de su cálida vagina tirando violentamente de sus caderas a cada sacudida de su pene mientras ella lo sentía muy,… muy adentro.

El hombre eyaculó a gusto y cuando se sacó su falo estaba ya fláccido. Del orificio de ella se derramaron algunas gotas de esperma.

Un poco cansado, Tom se fue hasta una hamaca y se derrumbó  dejando a Valentina atada al sol.

Disfrutando de la vista, el hombre estuvo un rato descansando. Allí estaba ella, atada en una grotesca postura, casi como si tuviera los miembros desconyuntados. La chica había recuperado la calma y ahorar respiraba en silencio.

La postura debía ser incómoda pero ella no se quejaba.  De vez en cuando veía cómo a través del bozal de perro ella le miraba a él de reojo. A Tom le parecía como si su chacha estuviera esperando a que él se recuperara y siguiera jugando con ella a su capricho como si ella asumiera que estaba allí para eso.

En todo caso le pareció que así atada y desnuda tenía una singular belleza, así que le dio por presumir, cogió el móvil y tras hacerse un selfie con Valentina al fondo se lo mandó por whatsapp a un amigo.

No pasó ni un par de minutos y el tipo  en cuestión le llamó por teléfono.

Continuará