Valentina, la chacha desnuda (04)
Para sorpresa de Tom Valentina volvió a trabajar al día siguiente muy temprano.
La chica llamó al telefonillo y cuando la puerta se abrió, ella se encaminó para la casa con toda normalidad entre los consabidos ladridos.
Esta vez Valentina no venía con el vestido de costumbre sino con una minifalda plisada de vuelo muy corta, justo hasta la parte superior de sus muslos, y el top del día anterior. Además se maquilló cuidadosamente y se puso unos zapatos de tacón más altos de lo normal para lucir sus esculturales piernas. La chica quería estar atractiva para su nuevo dueño. Sin embargo, no había obedecido en todo, pues al final le dio corte ir por la calle enseñando tanto y se puso un tanga bajo la falda.
En cuanto entró en la casa dio los buenos días al señor como hacía siempre.
La joven no pudo evitar mirarse en el espejo del recibidor, estaba realmente preciosa a pesar de que parecía una puta de faena.
¿Y los pantaloncitos?, le dijo Tom. ¿Acaso vas a trabajar en minifalda?
Crei entender al señor que quería verme desnuda todo el rato, así que no he traído nada para cambiarme.
En realidad no dije eso pero ya veo que necesitas pocas excusas para despelotarte delante de los hombres.
Valentina no dijo ni que sí ni que no.
Sí,………… definitivamente, tienes razón, prefiero que estés desnuda, pero no hace falta que vayas al cuarto, quítate la ropa aquí delante, que yo te vea.
No,…prefiero hacerlo dentro.
He dicho que te desnudes aquí, no me hagas repetirlo.
Tras dudar un momento Valentina se quitó el top en un santiamén y luego la faldita.
Puta desobediente, por eso no querías que te viera, ¿qué haces con ese tanga?. Quítatelo inmediatamente.
Sí, sí señor, como mande.
¿Acaso no fui ayer suficientemente claro?
Es que se me veía todo y me dio vergüenza ir así por la calle.
¡Estúpida!, empieza por poner la postura, dijo Tom.
Ella lo hizo con la misma sumisión que había mostrado el día anterior, el torso muy derecho proyectando los pechos hacia delante, las manos en la nuca, las piernas bien abiertas y los pies de puntas.
Tom entonces sonrió sádicamente y cogió la vara de avellano del paragüero. Se acercó a ella y sin decirle nada se puso a dar vueltas alrededor para verla mejor. La chica mantuvo la mirada baja sin mover un músculo y con la cara roja mientras él se daba golpecitos en la palma de la mano con la vara.
Ella venía muy caliente. Vestida con esas pintas por la calle se había convertido en la presa y el objetivo de un montón de pervertidos en el metro que se le quedaban mirándola y babeando como si fueran a comérsela. De hecho unos cuantos la habían tomado directamente por una prostituta. Algunos más atrevidos se le acercaban y le hacían proposiciones al oído. Otros le decían todo tipo de obscenidades en su cara. En el autobús un tío le había metido mano descaradamente aprovechándose que estaba lleno y que ella tenía aspecto de tía fácil. Valentina nunca sabía qué hacer en esas situaciones y cuando alguien se propasaba con ella en el autobús solía permanecer en silencio y dejarse tocar…el caso es que ahora estaba super caliente y no le hubiera importado que Tom se la hubiera follado allí mismo.
- Vaya, vaya, le dijo su cruel verdugo jugueteando con la vara, de modo que después de todo has decidido volver. O sea que te gustó lo de ayer. ¿No?
Después de las humillaciones y castigos del día anterior esa mañana Valentina se lo había pensado mucho antes de ir a la mansión de su jefe, sin embargo a medida que se acercaba a su destino se sorprendió a sí misma deseando estar cuanto antes en las garras de ese sádico. Ahora ya no había marcha atrás.
Tom recorrió lentamente su cuerpo con la punta de la vara sonriendo con sadismo, pero Valentina consiguió dominarse y se quedó muy quieta. Igualmente cuando él le tocó con la vara en sus pezones enhiestos y presionó ligeramente su pepita ella sólo emitió un ligero gemido manteniendo a toda costa la postura.
- Muy bien, o sea que al final eres una zorra masoquista. Te trataré entonces como te mereces,…. no creas que voy a tener ninguna consideración contigo porque hayas venido voluntariamente.
Diciendo esto el hombre cogió el tanga del suelo y se lo llevó a la nariz.
- Esto huele a coño ansioso que tira para atrás y además está muy mojado.
A Valentina le quemaba la cara de la vergüenza y la excitación que tenía encima.
- Venga abre la boca, furcia que tienes cara de no haber probado bocado esta mañana.
Ella obedeció.
- Así, así, más
Y entonces le metió en la boca el tanga empapado de sus propios fluidos.
Mmmmhh
No se te ocurra sacártelo o te mido el trasero con la vara. Hoy me he levantado con ganas de azotar a una puta como tú. Por si lo has olvidado te recuerdo que van a ser cincuenta varazos en las nalgas, a eso vamos a añadir otros veinte en medio de las piernas por desobedecerme con lo de las bragas….. pero lo vamos a dejar para luego. Por ahora vas a venir a la cocina a prepararme el desayuno.
Mmmmh, mmmh, ella dijo que sí con la cabeza, y tras ponerse el pañuelo graciasa unas horquillas, le siguió hasta la cocina sin bajar las manos caminando a grandes zancadas sobre sus zapatos de tacón.
Espera, espera un momento no tan deprisa, antes quiero verte bien. Vuelve atrás y camina despacio hasta la entrada y luego vuelves aquí.
Ella obedeció sin chistar.
Tom se le quedó mirando disfrutando de cómo le temblaban las nalgas y los senos al caminar.
- Hazlo otra vez, dijo el tío sacándose la polla para masturbarse.
Valentina tuvo que repetir el trayecto cuatro veces mostrándole a placer su cuerpo desnudo y sus carnes trémulas y cuando llegó hasta él Tom le acarició la cadera con la polla mientras le cogía uno de los pechos con la mano y se lo lamía con avidez.
Ella se dejó hacer.
- Venga, dijo tras chuparle ambos pechos un buen rato, entra y haz el desayuno.
Una vez en la cocina él se sentó a la mesa y ella preparó el café como solía hacer todos los días sólo que esta vez totalmente desnuda y con el sabroso tanga metido en la boca.
Tom la miraba completamente empalmado planeando lo que iba a hacer con esa tía masoca que le había caido en suerte mientras seguía golpeándose la palma de la mano con la vara de forma maquinal.
Lo del día anterior había estado bien pero esa tía merecía idear castigos más crueles y perversos. Tom no sabía mucho de eso pero tenía unos cuantos amigos expertos en esos menesteres del bondage y la tortura así que ya tenía a quién pedir consejo en caso de que le hiciera falta.
Mientras se hacía el café, ella puso la mesa y preparó las tostadas y todo lo demás sin levantar la mirada del suelo. Finalmente cuando estuvo listo, la sirvienta llevó la cafetera humeante y le sirvió una taza, hecho esto dejó todo encima de la mesa y se puso en postura de sumisión separando bien las piernas para que su dueño disfrutara más de su cuerpo desnudo.
Absorto en el coño calvo de su sirvienta Tom bebió un sorbo sin esperar e hizo un elocuente gesto de haberse quemado.
- Joder ¡Serás zorra!, te lo tengo dicho, siempre me lo pones hirviendo.
Ella bajó los ojos muy arrepentida.
- Arrodillate y pon las manos a la espalda,….. ponte derecha, venga.
Valentina obedeció y viendo sus pechos realzados Tom sirvió café muy caliente en una taza, entonces cogió una cucharadita y se la vertió a la chacha por su seno derecho.
- MMMMMHHHH
La joven pegó un alarido cuando el café le escaldó el seno pero increíblemente no se movió.
Tom cogió entonces otra cucharada y se la echó sádicamente por el otro seno.
MMMMHHHHH
Calla y aguanta puta que no he hecho más que empezar.
Entonces le echó una tercera cucharada por la espalda y después otras dos en los muslos.
Valentina gritaba desesperada ahogada por su propio tanga mientras su cruel amo la castigaba echándole el café caliente por encima.
Y ahora pega las tetas en el suelo, le dijo empujándola violentamente para adelante, ella lo hizo dejando su culo en alto y entonces le echó un chorro en el trasero directamente de la taza.
MMMMMHHHH
Esta vez Valentina se retorció de dolor en el suelo y el tanga se deslizó fuera de su boca, pero Tom no quiso que le salieran quemaduras y de la misma le echó una jarra de agua fría lo cual alivió a la llorosa chacha.
La joven soportó la tortura como pudo e inmediatamente adoptó otra vez la postura de sumisión de rodillas pero ahora con lágrimas en los ojos.
Vamos, mira cómo se ha quedado todo esto, recoge lo que has manchado que no te pago para que te quedes mirando.
Sí, si señor, y Valentina se levantó a por un trapo y limpió el suelo a cuatro patas como si no hubiera pasado nada.
Bueno zorra, veo que no quieres aprender por las buenas así que va a tener que ser por las malas, ayer te advertí lo del café y como no terminas de aplicarte ahora voy a tener que castigarte de verdad.
Ayer dijo que hoy sólo me daría cincuenta azotes.
Eso fue ayer, hoy has vuelto a hacer de las tuyas, así que mañana te corresponde otro castigo.
¿Otro más? ¿Cuál?
Aún no lo he pensado, sólo te puedo asegurar que será más largo y más severo que el de hoy. Por lo pronto esta noche no vas a volver a tu casa.
¿Por qué?
Porque vas a pasar la noche aquí, ¿hay algún problema o quieres que te eche por encima el resto del café?.
No, no señor, me quedaré, haré lo que usted mande.
Eso está mejor, y ahora empieza a hacer tus tareas y cuidado con equivocarte que te voy a vigilar todo el rato.
Sí señor.
Valentina comenzó así otro día de extenuante trabajo exhibiéndose desnuda delante de su jefe. La chica estaba empezando a acostumbrarse. No le importaba estar desnuda delante de Tom si no había más gente delante, es más le excitaba que le mirara y que le grabara aunque aún le daba reparo enseñarle la retaguardia cuando estaba agachada.
En previsión de que su jefe quisiera sodomizarla, la joven se había hecho un enema en su casa y se había limpiado bien lo de atrás, pero todo el rato le asaltaba la terrible duda de tener el culo sucio. De todos modos le reconfortó saber que al menos no tendría que volver ese día a su deprimente apartamento en ese odioso metro enseñando la entrepierna…..
Esa mañana a Valentina le tocó limpiar toda la casa con un plumero, desde el suelo hasta el techo, muebles, lámparas, baldas, etc. Por supuesto estaba incluido el despacho de Tom con todas sus películas y comics guarros. La chica se demoró un poco más de la cuenta limpiándolos pues se entretuvo leyendo los títulos. De hecho se fue poniendo a cien mirándolos y fantaseando con que su amo la sometía a los castigos y perversas torturas que veía en las carátulas. En un momento dado, con cuidado de que Tom no le volviera a sorprender se llegó incluso a masturbar ojeando el mismo cómic de la “Furgoneta Negra” y sólo lo dejó cuando oyó un ruido en la escalera.
Luego siguió por las baldas del salón para lo que la chica se tuvo que subir a una banqueta mostrando su bonito trasero a la cámara de Tom así en lo alto.
Cuando terminó con el plumero, barrió toda la casa, pasó la mopa y finalmente lo fregó todo a cuatro patas. Parecía que iba a venir de visita la Reina de Inglaterra o algo así de lo limpio que estaba todo.
- Ahora los baños, que yo te vea, le dijo Tom tras deleitarse de verla fregando a cuatro patas durante cerca de dos horas.
Y sumisamente Valentina limpió los baños sin olvidarse de repasar con la lengua la taza del inodoro para mostrar sumisión y obediencia a su dueño.
- Hay qué ver qué zorra eres. Al final lo de lamer váteres te va a gustar y todo, le dijo sin parar de grabarla.
Tras los baños Valentina se ocupó de la colada y de la comida.
Al de otro par de horas de hacer las faenas de la casa, Tom volvió a llamarla a su despacho.
Valentina ven aquí, le dijo sentado en el sofá.
Dígame señor
Pasa y cierra la puerta
Ella lo hizo.
Quítate los guantes y el pañuelo.
¿Así?
Sí, ahora quiero que pongas un dvd de esos de la balda en el vídeo.
La joven se acercó a la balda de las películas porno.
¿Cuál?, dijo ella confundida.
Escógelo tú misma, quiero que la veas aquí conmigo.
Pero, pero, tengo cosas que hacer…
Tú harás lo que yo te ordene. Escoge una película y que sea de las de bondage quizá me sirva para inspirarme y decidir cómo te voy a castigar mañana.
Valentina se empezó a angustiar y se acercó a la balda para escoger algo que no fuera muy fuerte….. pero no era nada fácil.
- Venga, decídete de una vez..
Al final la chacha escogió una película al azar.
¿Esta?, le dijo llevándosela a donde estaba sentado.
Sí, ésta está bien, ponla en el vídeo y vuelve aquí.
Valentina tuvo mala suerte pues sin proponérselo había escogido una peli de bondage japonés sin censura y bastante violenta.
La película empezaba con una pequeña japonesa muy guapa que entraba en una sex-shop y tras saludar muy educadamente y hacer varias reverencias hablaba algo con el encargado. Los subtítulos en inglés permitían a Tom entender de qué iba la cosa.
Al parecer la chica venía de parte de su dueño para que le entrenaran como esclava. Sin más sacaba del bolso un abultado fajo de billetes para pagar el servicio, el encargado asentía y llamaba a un tío gordo y con cara de sádico que la llevaba escaleras abajo hasta una especie de cámara de tortura y allí la hacía desnudarse. La película no tenía mucho más argumento salvo que la chica sufría un rosario de torturas y humillaciones y era violada por ese tipo de todas las maneras imaginables y de forma ininterrumpida durante tres horas.
Al principio Valentina se quedó de pie junto a Tom en postura de sumisión obligada a ver la película mientras su jefe le sobaba el culo y las piernas a placer y le metía mano en sus orificios sin que ella protestara lo más mínimo.
Sin embargo, al de un rato, cuando el tío ya flagelaba a la chica de la película con un bullwhip Tom le dijo a Valentina que se pusiera a cuatro patas delante de él y le puso los pies encima de la grupa como si fuera una mesilla.
Eso sí, la chacha quedó con la cara mirando el televisor de manera que aunque cerrara los ojos veía de cuando en cuando las sádicas escenas y oía los gritos de dolor de la pequeña oriental cuando la torturaban.
La verdad es que la película no era de buena calidad, no estaba casi ni editada y parecía haber sido grabada a tiempo real, sin pausas. La chica japonesa era flagelada, de varias maneras a cual más cruel, atada a una cruz en aspa, en un cepo, cabalgando sobre un pony de madera con pesos colgando de los tobillos, boca abajo colgando del techo….Se notaba a la legua que las torturas eran reales y no fingidas pues la chica gritaba y lloraba de una manera muy convincente mientras el cuerpo se le llenaba de las marcas de los latigazos. Luego de sufrir la caricia del látigo el tipo le exigía un blowjob y un rimming. Más tarde le disparaba en el trasero con un fusil de paintball desde varios metros de distancia, y luego le pintaba una diana en cada moflete del culo y le disparaba dardos con una cerbatana. Luego la sometía a la tortura del agua, le hacía beberse sus orines y así un largo y doloroso etcétera.
Mientras veía esas sádicas escenas Valentina no podía dejar de pensar en lo que le había dicho Tom de que iba a inspirarse en eso para castigarla y se lamentó de no haber escogido una película más suave.
Sin embargo, lo más bestia empezó a eso de dos horas de proyección cuando el verdugo de la peli le empezó a torturar las tetas.
La chica japonesa era delgada y bajita pero tenía unos senos más que prominentes. Eso fue lo que más le gustó al sádico de Tom
- Eh tú, le dijo a su sirvienta, levantando los pies de su grupa, ven aquí al sofá que quiero tocarte.
Como no podía ser de otra manera, Valentina obedeció sumisamente mientras Tom se desnudaba a su vez.
Nada más se sentó a su lado, Tom la abrazó e hizo ademán de besarse con ella. La piel de Valentina era suave como la seda y sus pechos y nalgas estaban frescos y dispuestos al tacto. Tom la tocó y acarició todo lo que quiso con sus dedos y con su lengua al tiempo que sentía el dulce contacto de su cuerpo desnudo contra el suyo.
Valentina no sólo no lo rechazó sino que se besó y abrazó con él en un largo beso húmedo con lengua y respondió con sumisión a todas las demandas de su dueño.
Los dos se siguieron besando y acariciando hasta que los primeros gritos de la nipona les distrajeron de eso y miraron a la pantalla.
Para torturarle los pechos el sádico verdugo la había inmovilizado totalmente en un extraño aparato de tortura que parecía un confesionario. La chica japonesa estaba de rodillas con las manos encadenadas y los dos senos descansando sobre una repisa de madera y separados del resto de su cuerpo por un cepo de madera con dos agujeros.
Las tetas de la nipona parecían ahora dos hamburguesas desparramadas sobre la plancha y dispuestas para el carnicero.
El tipo empezó por clavarselos a la madera con clavos para inmovilizarlos completamente y que ella no se pudiera mover un milímetro durante la tortura. Lo hizo clavando dos clavos en cada seno en las aureolas flanqueando los pezones por ambos lados. Con toda tranquilidad el verdugo empezó a clavar clavos de carpintería normales con un pequeño martillo.
Cuando Valentina vio cómo gritaba la chica y los reguerillos de sangre mojando la madera ella misma se protegió con horror sus propias mamas con las manos.
- Por favor señor, no me obligue a ver esto.
Pero Tom no sólo no le hizo caso sino que le quitó las manos indicándole que las pusiera a la espalda y dejara sus propios senos disponibles. Hecho esto se puso a magrearle ávidamente las tetas con las manos mientras miraba la televisión muy excitado. En su mente ya se imaginaba haciéndole eso mismo a Valentina.
Entre tanto a la japonesa ya le había clavado los cuatro clavos y ahora le estaba arañando los pechos alternativamente con un cepillo de puas metálicas muy afiladas. El tío lo hacía muy lento poniendo cara de sádico y diciendo algo entre dientes. La pobre chica gritaba y gritaba desesperada echando lágrimas y rogando algo incomprensible en japonés que evidentemente no se habían molestado en subtitular.
- ¡Qué tetas tienes Valentina!, le dijo Tom lamiéndole las mamas con avidez mientras seguía sobándoselas
Valentina dejó que su señor le acariciara y chupara los pechos a placer pero mantuvo los ojos cerrados incapaz de ver la tortura de la televisión.
Tras lo de los cepillos, el verdugo cogió unas tenazas y atrapándole los pezones a la japonesa se los estiraba y retorcía tras darles dolorosos pellizcos. La chica del video gritaba ahora como una loca sin parar de llorar y haciendo inútiles esfuerzos por liberarse de los grilletes.
Vamos, abre los ojos, preciosa, quiero que lo veas todo, le dijo Tom mientras le pellizcaba a su vez sus propios pezones a la chacha.
No, no, es horrible.
Valentina se empeñaba en mantener los ojos cerrados y diciendo que no.
- Vamos esclava, obedece, le dijo él retorciéndole los pezones y ante el pinchazo de dolor ella accedió por fin a mirar.
El japonés había acabado de torturarle con las tenazas, entonces le clavó unos imperdibles en medio de los pezones de parte a parte arrancándole nuevos alaridos y desesperadas peticiones de piedad.
¿Te gusta?, le dijo Tom lamiendo los pechos de su sirvienta.
No, no, ¿por qué le hace eso?, ¿por qué es tan cruel con ella?.
Ja, ja, eso no es nada, ahora empieza lo bueno.
El verdugo japonés cogió entonces unas pinzas de color rojo y negro de las que salían unos cables y mordió con ellas los imperdibles. Antes de empezar el tormento de las descargas eléctricas tuvo la precaución de amordazar a la chica con una ballgag para evitar que se mordiera la lengua.
Valentina vio horrorizada cómo la japonesita recibía las primeras descargas en sus tetas y temblaba espasmódicamente echando babas y poniendo los ojos en blanco. La joven tuvo que cerrar los ojos otra vez al no poder soportarlo.
Entonces Tom se dio cuenta y empezó a cabrearse.
- Veo que eres una esclava muy desobediente, te ordeno que mires y no lo haces, así que otra vez voy a tener que enseñarte por las malas. Vete a esa mesa y en el cajón derecho encontrarás unas pinzas sujetapapeles,….. coge dos y traelas aquí.
Continuará