Vacaciones solo con mamá (2)
Segunda parte donde descubro la fiera sexual que mi madre lleva dentro.
A la mañana siguiente estuve un buen rato tumbado despierto sobre la cama pensando en lo que había sucedido, estaba confuso, las cosas habían llegado demasiado lejos. Tal vez me había excedido en mis provocaciones, lo que estaba claro es que en aquellas vacaciones mi madre se estaba comportando de forma completamente distinta a como lo hacía habitualmente.
Me levanté, me di una larga ducha, me puse el slip negro y me dirigí hacia la cocina. Allí estaba ella, de espaldas a mí, llevaba puesto un top negro sin sujetador -lo que intuí por el leve movimiento de sus tetas- y un tanga de lencería del mismo color. Me quedé inmóvil contemplándola, tiene un cuerpo espectacular, con las curvas justas, un trasero bien firme y un pecho que parece desafiar todos los principios de la Física. Ya quisiera uno despertarse todos los días con semejante estampa, mi padre debía estar loco para no hacer caso a una mujer así.
- Buenos días cielo - Me dijo ella.
- Buenos días mamá - Respondí yo.
Se hizo un silencio, no me dirigía la mirada, hasta que me dijo:
- Tenemos que hablar, apenas he podido dormir dándole vueltas a lo de anoche.
- A mí me ha pasado lo mismo - Añadí yo.
Los dos no sabíamos muy bien cómo actuar ni qué decir, parecíamos avergonzados. Ella se dio la vuelta y me miró a los ojos, yo aparté la mirada.
- Seré muy clara contigo, lo que sucedió anoche no es una situación muy normal entre madre e hijo. Pero pasó y debemos afrontarlo, para ello tenemos dos posibilidades: olvidarlo todo o disfrutar de los días de vacaciones que nos quedan. Quiero que seas tú el que tome la decisión, libremente, sin presiones, sin prejuicios
No me podía creer lo que estaba oyendo, no sólo no se arrepentía sino que me daba la opción de que aquello continuara ¿hasta dónde?
- Verás mamá, estoy muy confuso, necesito tiempo para pensar.
- Claro, claro, lo entiendo, es una situación difícil - Me dijo ella.
Me quedé solo en la cocina desayunando, pensando en sus palabras, yo siempre había defendido la postura de que puede haber sexo sólo para disfrutar, pero con mi madre Aquello no era como cuando conoces a otra persona, te das un revolcón y no vuelves a saber nada de ella, a mi madre la veo todos los días. Por otro lado, se la veía tan feliz, hacía mucho tiempo que no estaba así, y quién era yo para acabar con aquello.
Cuando salí a la piscina ella estaba tumbada boca abajo, sólo llevaba puesto el tanga, empezaron a pasar por mi cabeza de nuevo deseos calenturientos. Estaba claro que ella ya había tomado una decisión y pretendía que aquello siguiera. Yo no pude resistirme, tenía las hormonas a cien, me acerqué a ella, me agaché y comencé a darle mordisquitos en el culo. Con aquella acción ya había tomado una decisión y no había vuelta atrás, ella se dio la vuelta y me dijo:
- Te estaba esperando.
Me dio un beso en la boca y me bajó de un tirón el slip mientras me decía:
- Quiero probarla de nuevo..
Ella parecía una fiera sexual, le gustaba que le dieran caña y debía hacer bastante que mi padre no se la daba. Mi polla todavía no estaba al cien por cien, pero había comenzado a crecer, la recorrió con su lengua de arriba abajo, suavemente, sus ojos estaban llenos de deseo. La apartó con una mano y comenzó a comerme los huevos, aún recuerdo la cara de vicio que tenía, estaba disfrutando de lo lindo y no lo disimulaba, mientras yo me pajeaba para ponerme a tono. No me lo podía creer, lo que había supuesto una situación excepcional se iba a convertir en habitual, al menos en aquellos días.
Se acercó mi polla a sus labios y empezó a darle pequeños lengüetazos hasta que se la metió en la boca con dificultad -debido a su gran grosor- y comenzó a mamármela.
-¡Ah ah!- Exclamé yo, me estaba haciendo daño con sus dientes y añadí:
- Se te ve inexperta, tienes que comer polla más a menudo.
Saqué mi polla de su boca, le di la mano para que se pusiera en pie y le quité el tanga para comenzar a hacerle sexo oral.
- Es tan grande Dijo ella con cara de pícara.
- No te preocupes, ya entrenarás - Añadí yo.
Empecé a comerle su sexo, lo llevaba prácticamente depilado, con una pequeña tira de pelo justo por encima de los labios. Utilizaba los dedos y la lengua, ella gemía, se retorcía de placer y me decía:
- No pares, no pares
Por lo que puede ver no debía estar acostumbrada al sexo oral, seguro que mi padre era clásico hasta en la cama. Cuando vi que había dilatado lo suficiente, la levanté las piernas y se la metí poco a poco, ella me miraba con cara sorprendida, tal vez no pretendía pasar del sexo oral, pero yo lo deseaba tanto. Se la metía y se la sacaba lentamente, por su cara de placer sabía que no la estaba haciendo daño, cosa que a menudo me pasa. Ella lubricaba bastante bien por lo que no tardé en acelerar el ritmo, se agarraba a los laterales de la tumbona para no deslizarse, sus tetas se movían arriba y abajo.
Estuvimos así un buen rato hasta que la cogí con mis brazos sin sacar la polla y me puse en pie -para eso sirven todas esas sentadillas en el gimnasio- ella me abrazaba. En esta nueva posición podía comerle bien sus bonitas tetas, mucho más grandes de lo que yo estaba acostumbrado, mientras la movía arriba y abajo con mis brazos, sin parar de metérsela. No aguanté mucho en esta posición -es agotadora- la bajé y la cogí de la mano para volver a la comodidad de la tumbona.
- Lo haces de maravilla - Me dijo mi madre.
Me tumbé bocarriba y ella se colocó a horcajadas sobre mí, cogió mi pene y se lo introdujo lentamente, ahora ella llevaba las riendas. Se movía muy bien, no muy rápido, con ritmo. Sus pechos se movían arriba y abajo, yo estaba en la gloria y ella disfrutaba. A veces su trasero golpeaba mis muslos, quería sentir toda mi polla dentro. Ella se cansó y se sentó a los pies de la hamaca, aguantó mucho más de lo que imaginaba -sería el aerobic- entonces me levanté y le di un largo beso.
La cogí en brazos para llevarla hasta la puerta de cristal donde la recosté. Levanté una de sus piernas y con la otra mano me ayudé para penetrarla de nuevo, comencé a follarla a buen ritmo. Su cara era puro placer, con las manos me acariciaba el culo, entre jadeos me decía algunas cosas: "vaya culito", "¡qué bien follas!", "no pares" Palabras que me levantaban el ánimo, cuando noté que estaba próximo a correrme empecé a embestirla con fuerza, como un animal, sus ojos rebosaban deseo, hasta que eyaculé -sabía que tomaba la píldora- permanecimos unos segundos inmóviles. Se la saqué, por la entrada a la vagina goteaba mi semen -mis corridas son muy abundantes- me recosté en el cristal y deslicé hasta sentarme en el suelo, estaba exhausto. Ella también se sentó, se acercó a mi oído y me susurró:
- Ha sido increíble.
Mientras me besuqueaba el cuello, acarició mi polla manchándose con los restos de semen que se esparció por las tetas, me dio un pico y me dijo:
- Voy a darme una ducha.
Se metió en casa, yo continué en aquella posición unos minutos, casi no tenía fuerzas para levantarme. Cuando lo hice me duché en la piscina y me tumbé sobre la colchoneta, estaba inmerso pensando en lo que había pasado, menudo polvazo le acababa de echar a mi madre, cuando apareció ella desnuda de nuevo. Se metió en la piscina y nadó hasta la colchoneta, se subió encima de mí y me dijo:
- Me ha encantado lo de antes y espero que se repita, follas de maravilla.
Con el roce se me empezó a levantar de nuevo, es lo bueno de tener 19 años, siempre a punto, y ella añadió:
- Estás hecho un semental, ¿no has tenido suficiente?
- A mi edad nunca es suficiente -Le contesté.
Se bajó de la colchoneta y comenzó a chupármela, primero a lengüetazos, luego se la introdujo en la boca. Cada vez la comía mejor y, por su cara, le encantaba hacerlo.
-¿Quieres atragante un poquito?- Le pregunté yo.
Sin darle tiempo a responder empujé su cabeza con las dos manos hasta que mi polla se introdujo casi por completo en su boca, le sobrevino una arcada, y se la sacó rápidamente.
-¡ No ves que no me cabe !- Me recriminó.
Continuó mamándomela un buen rato hasta que se cansó y empezó a pajearme, después del polvo anterior es normal que aguantara mucho más de lo habitual. Empezó a chupármela de nuevo hasta que me corrí sin avisar. En cuanto notó mi semen se la sacó de la boca, puso mala cara, estaba claro que no se lo esperaba. Mientras me corría se untaba con mi polla el semen por su cara hasta que terminé, se quedó junto a la colchoneta y me preguntó:
- ¿Qué tal? ¿Te ha gustado?
Permanecía inmóvil, con toda la cara llena de semen, esperando una contestación.
- Ya lo creo, aunque me gusta acabar dentro - Contesté yo, refiriéndome a que prefería correrme en su boca.
-Jajaja , ¿y a quién no?- Sonrió ella y se marchó para limpiarse.
No sé si aquello habría sido la mejor mamada de mi vida, pero había disfrutado como nunca.